Al final del rodaje, solo debíamos repetir
una escena que no había sido perfecta según el director. Aunque todos estábamos
de acuerdo con él, aquella escena requería más sentimiento, más dolor y más
visibilidad de emociones.
Kei debía convertir a Sho en un vampiro, era
aquella opción o Sho moriría, pero al convertirlo, lo sentenciaría al mismo
sufrimiento y vacío que había experimentado él por cientos de años, todo porque no era capaz de
verlo morir frente a sus ojos. Kei no tenía más de unos segundos para caer en
el dilema de que era mejor para su gran amigo, simplemente sabía que no iba a
dejarlo morir.
No quise buscar en mi mente excusas para
sentir la angustia que debían expresar los ojos de Kei en aquel momento, todo
nació solo.
Todo de pronto pareció tener sentido.
No era aquello un simple guión, una simple historia
o una simple película. Era el mensaje potente de trasformar a un ser que amas
en algo que odias y que sabes que él mismo odiará, era algo a lo que yo le
hacía frente en aquel preciso momento. ¡Todo por egoísmo! Por no ser capaz de
vivir sin él, por mi necesidad… yo era un Kei en la vida real convirtiendo a un
Kazu en un celopata inseguro que no podría con mi forma de vivir y le
sentenciaría al sufrimiento de vivir de mis ausencias.
Sin proponérmelo encontré la emoción exacta
que le dio vida a la escena, y al finalizar yo estaba destruido por haberme
dado un fuerte golpe en la cara con la verdad de la situación que estábamos
viviendo.
¿Qué podía ser frente a ello?
No me sentía listo para renunciar a Kazu sólo
por cuestionarme incansablemente si mi carrera lo lastimaba, era algo que
debíamos hablar… tal vez yo podría cambiar algunas cosas, tal vez buscar la
forma en que él me acompañara en mis viajes, que yo priorizara mis tiempos
junto a él, tal vez si le hiciera sentir que no había nada más importante que
él, podría calmar su ansiedad y darle seguridad. Debía intentarlo, debía
demostrarle que lo amaba tanto que rendirme no era una opción cuando aun
podíamos intentarlo… tal vez, todo saldría bien y
podríamos volver a estar felices juntos.
Me decidí a intentarlo y reintentarlo, había
llegado el momento de volver a casa.