viernes, 24 de mayo de 2019

Capítulo 25: Trance



Hyde


 “Lo lamento por esto, no quiero herirte, lo lamento de verdad”

Sostuve el papel que Sakura había lanzado por la puerta, no supe interpretar sus palabras, sentía que mi corazón estaba en sus manos… ¿Le diría adiós a Akane? ¿Le contaría la verdad sobre nosotros? Había dicho que estaba comenzando a quererme, lo había dicho, yo lo escuché, entonces… ¿Se haría cargo de sus palabras?

-          Aaaah – rabié en voz alta. Necesitaba respuestas, más precisamente necesitaba que él le dijera adiós a ella, pero dudaba que sus sentimientos por mí pesaran más que su historia con ella.

Tomé a Samurai y lo abracé.  Tenía miedo… no quería perder a Sakura, no en el momento en que más había comenzado a atesorarlo.

Escuché la voz de la chica hablando sobre pedirme la secadora para el cabello. Sakura le pidió no molestarme.

Se me ocurrió una idea, quería hacerle notar a Sakura que estaba al pendiente de lo que le dijera, que cuando le dijera que no la quería, yo lo escucharía… que estaba precisamente esperando eso. Entonces tomé la secadora y salí de la habitación, se la tendí sin siquiera mirarla, no podía mirarla, no me gustaba, era bonita y eso me hacía temblar de inseguridad, porque Sakura podía preferirla.

En cuanto llegué a mi habitación me senté en el suelo apoyado en la puerta.  Necesitaba escuchar.  Samurai se recostó en la cama con una mirada de “patético” que me hacía sentir incómodo. Le saqué la lengua pero me ignoró. Todos me ignoraban.

No sé cuantos minutos pasaron. Aunque lograba oír susurros no escuchaba claro qué era lo que hablaban, pero la voz de ella me era un poco más fácil de distinguir ya que era más chillona. De Sakura no escuchaba nada. De pronto llegó a mis oídos el primer sonido claro que hizo a mi mente quedar en shock.

-          Aaaah… más rápido Yasunori… -  se me salieron las lágrimas en un par de segundos en cuanto la oí gemir.

“No puede ser…”, pensé sintiéndome ridículo.

Yo había estado esperando que le hablara sobre mí, que le dijera que no quería casarse con ella, que le confesara que quería a otra persona aunque no le dijera que era yo… Pensé que iba a ser sincero con ella y darle validez a sus sentimientos por mí… pero pasó todo lo contrario. Sentí que nunca existí.

Me tapé la boca para ahogar los sollozos y corrí hasta el baño, agachándome y tapándome los oídos, si ella gemía más fuerte definitivamente yo no quería escucharla.

Muchas preguntas aparecieron en mi cabeza y la que más se repetía era, ¿Cómo podía tener sexo con ella si tan solo por la tarde habíamos estado los dos…?

Jalé mi cabello en la desesperación y entonces sentí la comida devolverse por mi garganta, vomité. Samurai llegó a mi lado colocando su patita en mi mano, lo acaricié como pude mientras me limpiaba las lágrimas con la otra mano.

Maldije el día en que lo dejé vivir conmigo, me maldije por haberme enamorado de él, y lo maldije a él por jugar conmigo.







Desperté más tarde de lo normal, la cabeza dolía por las lágrimas de anoche, sabía que había llorado hasta dormirme, pero no lo haría más. Me propuse ser fuerte y darles la cara, demostrarles que no me importaban y demostrarme a mí mismo que Sakura no haría de mí lo que hacía con aquella chica, que ilusionada no notaba que él no la quería.

Me bañé y me coloqué mi camiseta favorita, una bastante grande de color azul que dejaba ver mi cuello, me hacía sentir delgado. No era femenina, pero nada de masculina, era perfecta para mí. Bajé a desayunar dispuesto a perderme en mis pensamientos para ignorar lo más posible a Sakura.

-          Te preparé el desayuno – dijo con voz amable la chica, le sonreí sin mirarla, no esperaba menos si estaba siendo tan confianzuda en mi casa. Luego comencé a pensar en Tokio, posiblemente tendríamos que mudarnos, pero me preocupaba enormemente el asunto. Primero porque no me gustaba la ciudad, y segundo, porque no tenía dinero para comprar un departamento ni me gustaba la idea de vender la casa. Además para Samurai podía ser un proceso estresante…

-          Tengo que ir a ensayar hoy – interrumpió mis pensamientos la voz de Sakura. Intenté ignorarlo, pero al sentir sus ojos en mí no resultó tan fácil. Maldije en mi interior que su mirada fuera tan intensa.

-          Adoro verte tocar – coloqué los ojos en blanco, ¿de verdad tenía que escuchar eso? En mi cabeza hice lo posible por colocar pensamientos a gritos para no escucharlos. – Me quedaré aquí entonces… - reprochó con voz triste.

-          Vendrás conmigo.

-          Ya no quiero.

-          No puedes abusar de Hide, Akane.

-          Si vive contigo ya debe estar acostumbrado al abuso, amor. 

¿Amor? ¿Es en serio?

Me puse de pie, no podía escuchar más de aquello, además se me había quitado el hambre. Escribí en una servilleta.

“Gracias por la comida, si puede quedarse.”

Aunque no pretendía quedarme con ella, algo era cierto, no quería escucharlos discutir ni llamarse “amor”, en mis oídos se repetiría demasiadas veces y no podría soportarlo. Quería sacarles las cabezas a los dos. Ya no le tenía lastima a ella, me producía celos.

Subí sin mirarlos pero estando seguro que Sakura me miraba a mí, podía sentir sus ojos clavados en mi espalda.

Tomé a Samurai y lo dejé sobre la cama, si yo pretendía salir necesitaba que él se quedara encerrado en mi habitación, no sabía si podía dejar que aquella chica se quedara sola con él, por lo que optaría por dejarlo encerrado. No pasaron muchos minutos y vi salir a Sakura desde la ventana de mi habitación, lo vi voltearse en dirección a mi ventana, pero sabía que no me había visto. Miré su caminar… tan seguro y diferente al mío. Esperé a que tomara el bus y luego salí yo también.

En cuanto bajé la escalera ella me vió.

-          Hide no tocaste tu desayuno… ¿no te gustó?  - volteé a mirarla mientras me colocaba el abrigo… ella era bonita, odiaba que lo fuera. Negué con la cabeza sin ganas de aclararle nada, luego solo salí y permití que el frío me golpeara los pensamientos.

“Bienvenido seas”, agradecí el frio calándome los huesos de forma masoquista mientras caminaba sin cerrarme el abrigo.

-          ¿Vas a volver tarde? – preguntó ella a mis espaldas. No volteé a mirarla. ¿Quién se creía? Si yo volvía tarde o no, era asunto mío. Ni de ella ni de él.

Caminé sin voltear por muchos minutos acelerando el paso, en parte para dejarle atrás y para entrar en calor. Luego de varios minutos llegué al centro de la ciudad y rodeé el camino para entrar por el bosque y perderme en la humedad del lugar unos instantes. Estaba resbaloso pero era un lugar que conocía bien, las montañas en general eran lugares conocidos para mí, de pequeño acampaba siempre en ellas. Llegué al lago en donde nos habíamos bañado el día en que Sakura aceptó unirse a la banda, el día en que lo conocí… justamente allí fue la primera vez que tuvo un gesto tierno conmigo al prestarme su abrigo. Recordé su cuerpo desnudo cuando me dio la espalda antes de lanzarse al agua… me sonrojé al recordar la escena, desde ya me atraía.

¿Él se hubiera atrevido a tener algo conmigo si Akane no existiera? Me dolía pensar en que tal vez no, en que probablemente la razón en ese caso sería que no quería tener una relación con un hombre. Simplemente yo parecía no ser opción. Lancé una piedra al lago mientras se me escapaba una lágrima… Me gustaba tanto Sakura, por ello lo había besado muchas veces y también le permití tocarme, jamás había hecho esas cosas con nadie y es que nadie me había hecho sentir de aquella manera. Recordé el gemido de Akane y me atacó la rabia, me puse de pie y comencé a lanzar piedras al lago una tras otra. Algunas no caían lo suficientemente lejos y otras no reventaban en el agua con la fuerza que yo necesitaba, lancé una y otra y otra mientras los ojos vidriosos me impedían ver donde caían. De pronto escuché unos aplausos a mi espalda, giré asustado, no me había percatado de la compañía.

-          Yo no puedo lanzarlas tan lejos… ¿Cómo lo haces? – Pero, el ex baterista de la banda, me observaba con una sonrisa preocupada. ¿Qué hacía allí? Pareció leer mis ojos y respondió – Vivo cerca, ¿no lo recuerdas? Te vi cruzar el sendero cuando iba camino a casa y te seguí – abrí mucho los ojos, ¿me había visto llorar? – No deberías estar por aquí solo, sé que conoces bien el lugar… – se acercó a mí, luego se agachó para tomar una piedra que estaba cerca de mi pie y la lanzó al agua, no cayó muy lejos de nosotros aunque si voló alto – pero estar aquí solo es peligroso, más para ti, que pareces una chica.

Tomé otra piedra y la lancé nuevamente, llegó más lejos que la de él. Me miró indignado, luego tomó otra piedra y la lanzó con fuerza evidente pero levantando demasiado su brazo, haciendo que cayera más cerca aún que la otra. Me reí fuerte.

-          ¿Qué? Ash.  – tomé otra y repetí lo que la vez anterior, lanzándola mucho más lejos que las demás – Tramposo, no sé como lo haces, pero sé que haces trampa – con su dedo índice tocó mi estómago haciéndome saltar por las cosquillas, me reí y escapé, pero él me persiguió indicándome con sus dedos en ambas manos que me haría cosquillas cuando me alcanzara, terminamos jugando.

Pero era una persona muy particular y perceptiva, era quien solía darse cuenta de mis estados de ánimo. Muchas veces lo sentí como un hermano mayor. De pronto me resbalé por culpa del barro y me estampé con un árbol.

-           Mierda, ¿estás bien? – se acercó a mí preocupado y se agachó para ayudarme a sentarme, mis manos tocaron un poco de musgo de un árbol.

-          Eeew – dije muy alto en cuanto me asqueé al verlo, Pero se rió, lo miré entrecerrado los ojos y pasé mi mano sucia por su cara, aplicándole una mascarilla de musgo por todo el rostro, se quedó congelado.

-          Tienes cinco segundos para correr antes de que intente ahogarte en el lago, enano. – su voz escalofriante me llegó como una orden, me puse de pie sin quejarme de mi pierna adolorida y corrí lo más rápido que pude, en un par de segundos escuché sus pasos detrás de mí, rodeé el lago y me di cuenta que no tendría donde escapar, subirse a un árbol con la humedad del lugar no parecía ser una opción muy razonable.

Me volteé mirándolo de frente, no tenía escapatoria, pero tal vez podía lanzarlo al agua también. Observé de reojo aquella orilla para cerciorarme de que no hubiera piedras cerca. Me miró con la cara aún verde, se veía realmente enojado pero yo sabía que no se enfadaba tal fácilmente, parecía un león enfocando a su presa y con las manos alrededor de él me indicó que no me dejaría escapar, dejé que avanzara un poco más hacía mí y con fuerza me estampé contra él. Aunque mi idea era empujarlo a él, no pude sostenerme de nada y caímos juntos.

Sentí sus manos intentando abrazarme debajo del agua para arrastrarme junto a él, el hielo del agua me caló en los huesos en cuestión de segundos, se sentía como punzadas dolorosas a todo mi alrededor. Pero me arrastró hasta la superficie y ambos tomamos una bocanada de aire con desesperación. Sentía tanto frio que definitivamente me arrepentí de mi impulso, no había sido una buena idea.

-          Mierda Hide, sí que estás loco.  – me reí nerviosamente mientras me dolía todo, ambos nos arrastramos hasta la orilla y salimos del agua sintiéndonos cansados, nos quedamos tendidos en el barro – Eres un maldito loco– jadeaba entre enojado y asustado, lo miré temblando, se puso de pie y estiró la mano para ayudarme a pararme – Vamos, te llevaré a mi casa – lo miré dudoso – Apresúrate jodido loco que se me congelan hasta los mocos. 

Me reí y tomé su mano, luego él me arrastro con prisa por el sendero, ambos nos cubríamos como podíamos, realmente hacía mucho frio para bañarse en el lago por la mañana, ¿en qué estaba pensando?

-          ¿Pero? ¿Hide? ¿Qué les sucedió? – la mamá de Pero nos miró mientras tendía ropa en el jardín - ¿Qué no se supone que tu vienes del trabajo? – le preguntó a él con algo de molestia por verlo mojado.

-          Sí, pero me encontré con Hide en el camino y este loco suicida nos lanzó ambos al lago, pero descuida ya nos secamos – alcancé a hacer una reverencia en su dirección como saludo antes de que Pero me arrastrara por la puerta y me hiciera entrar en su casa - Báñate conmigo que no pienso dejarte esperando mientras te mueres de frio. – lo miré con los ojos muy abiertos, me daba vergüenza solo pensarlo. Me dejó entrar en su habitación y comenzó a quitarse la ropa sin tapujos yo me quede inmóvil. - ¿Sabes? Estoy saliendo con una chica, trabaja en el cine pero en horario nocturno, es la que arregla los temas administrativos para los estrenos, por ella cambié mi turno de trabajo y mamá está algo molesta por eso… - se quitó los zapatos y luego bajó sus pantalones con todo lo demás incluido. Luego me miró desnudo, yo también lo miraba a los ojos pestañando con fuerza. - ¿Por qué no te quitas la ropa? – bajé la mirada -  Hide, te he visto desnudo varias veces, compartíamos los camarines ¿No recuerdas? Además, a mi no me gustan los hombres, no te preocupes.  – lo sabía, aún así me resultaba difícil. – Arg…

Pero tomó mi brazo y me arrastró hasta el baño.

-          Quítate los zapatos – me ordenó mientras abría la ducha y esperaba que la temperatura subiera. Se rascó el trasero mientras esperaba, se me escapó una risita. Me quité los zapatos. Él tomó dos toallas y me lanzó una mientras se metía a la ducha y me dejaba allí. Cerró la cortina de la ducha y me habló mientras nos separaba la cortina. – Quítate la ropa mientras y cúbrete con la toalla, en cuanto salga te metes tú, niña pudorosa.

Me quité la ropa mientras lo escuchaba disfrutar del agua caliente, observé que mi camiseta favorita tenía una costura abierta, puse mala cara, la había dañado.

-          No puede creer que seas tan impulsivo, ¿te diste cuenta del frio que hacía? – se quejaba mientras yo veía caer el agua con espuma en la parte baja de la ducha. Me quité los pantalones y la ropa interior, no supe donde dejarlas así que solo las doble y las deje en un rincón del suelo mientras me cubría con la grande toalla. Pero salió del agua y se enrolló la toalla en la cintura.  Metete tú ahora – pasó junto a mí oliendo a shampoo, se agachó y tomó la ropa, la suya y la mía.

-          Ah – le indiqué con la mano que se llevaba también la mía.

-          Voy a lavarla, ¿no esperas ponerte ropa mojada? Si hasta los tennis están húmedos. – salió del baño llevando todas las cosas, lo miré salir y suspiré, luego me metí a la ducha. El agua caliente me hizo sentir un alivio grande cuando me descongeló los músculos. La puerta se abrió de pronto – Hide, te dejaré esta bata para que te pongas al salir. – asentí con fuerza para que me escuchara, Pero era muy considerado. Me había quedado a dormir en su casa algunas veces y siempre había actuado de aquella manera. Cuando me dijo que no permanecería en la banda, me preocupé mucho, pensé que nuestra amistad se rompería, pero al parecer no sucedió.


Estaba sentado en la cama de Pero con aquella bata puesta mientras él buscaba ropa para darme.

-          Veamos, todo lo que tengo te quedará grande menos los tenis, creo que calzamos lo mismo. Aunque a ti te gusta la ropa grande – asentí, aún tenía frio al sentir el cabello mojado. – Ponte esto- se agachó en frente de mí y me sonrió mientras tendía la ropa hacía mí, vi sus ojos cansados y por puro impulso toqué sus ojeras de un marrón oscuro, mi dedo se deslizó con suavidad por ellas, él carraspeó, yo solo quería darle las gracias con aquella caricia – Esperaré en la cocina… - me dijo antes de ponerse de pie y caminar hasta la puerta, lo miré asombrado por su reacción, él antes estaba acostumbrado a que yo hiciera aquellas cosas.

Vi la ropa que me había dado, había ropa interior nueva con la boleta aún puesta…

“Pero es demasiado atento… también”, pensé recordando a Sakura.

En cuanto fui a la cocina lo vi sirviendo chocolate caliente.

-          Bebe esto antes de que te enfríes demasiado…  - le di un sorbo en cuanto me senté, me dio un poco de nostalgia recordar los años anteriores en que solía beber aquel chocolate en aquella misma mesa. – Ya no te ves triste. – lo miré con los ojos muy abiertos - ¿Creías que no me había dado cuenta? Con lo expresivo que eres eso es imposible… pero me alegra verte mejor, las personas como tú no merecen estar tristes.  - lo miré enternecido por lo que había escuchado, él jamás me había dicho ese tipo de cosas. Hizo como si nada y continuó bebiendo del chocolate. - No te irás con el cabello tan mojado, te quedarás aquí hasta secarte bien.

Me comentó acerca de su novia, de su trabajo, de su vida ahora que no estaba en la banda. Nos sentamos frente a la chimenea y me pasó una cobija, ambos nos acomodamos en la alfombra.

-          El otro día estuve tanto tiempo sentado aquí que me quemé los vellos de las piernas, mira… – me mostró sus piernas y no tenía nada – He dejado de ser un oso – me reí, él me sonrió, tenía su usual melena ya más larga y a causa de la humedad estaba despeinado. – Pero asumo que ahora ustedes también estarán depilados siempre – rió – Ahora que serán famosos deberán preocuparse mucho de su imagen y parecer personas no tan feas.

-          Já – se me salió una carcajada que alcancé a frenar tapándome la boca. ¿No tan feos? Definitivamente guapos no éramos, a excepción de Sakura tal vez.

-          El baterista nuevo… él es diferente a ustedes, no parece ser tan infantil como lo son ustedes… o como lo éramos todos en realidad. Se nota su experiencia. – no quise mirarlo, no sabía que expresión colocar cuando oía el nombre de Sakura. – Ustedes parecen llevarse muy bien, ¿me equivoco? – no respondí – Oh, me equivoco entonces.

Suspiré, no había como explicarle, ni siquiera sabía si podría hacerlo.

Lo miré unos segundos, su cabeza caía lentamente mientras sus ojos se cerraban luchando por no dormirse…

“Pobre Pero… por mí no ha descansado”, pensé mientras me acercaba más a él y le tendía mi hombro para que se apoyara. Sonrió mientras se acomodaba, solo fue cosa de segundos antes de que se durmiera.

Me quedé mirando el fuego unos instantes, aún era de mañana, el día recién comenzaba… no sabía cómo afrontar la visita de Akane, no sabía qué sucedería con Sakura cuando ella se marchara. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Enamorarse siempre era así? Transcurrió alrededor de una hora en que los ronquidos de Pero fueron eco a mis preocupaciones en mi mente, a ratos tocaba sus manos con dedos largos y los masajeaba un poco, tenía un par de quemaduras, posiblemente por su trabajo en el tostador del cine. Pero era un buen amigo, quise agradecerle su apoyo dejándolo descansar y teniendo cuidado en no moverme para no despertarlo.

Pasada una hora él despertó, le costó abrir los ojos y yo quise pedirle que no se preocupara, que siguiera descansando y yo me iría a casa, pero no tenía mi libreta y conociéndolo como era, tampoco me dejaría marchar solo.

-          Tu cabello ya está seco, te acercaré a tu casa… - se rascó los ojos un largo rato antes de bostezar y ponerse de pie.

Caminamos por el camino de vuelta rodeando el lago con algo de prisa, el frio hacía que mis piernas tuvieran picazón a pesar de que la ropa que Pero me había dado me abrigaba bastante.

-          Si sucede algo, no dudes en acudir a mí, sé que ahora que están comenzando algo más grande en lo que yo quedé fuera de forma voluntaria… pero, de todas maneras quiero que sepas que en cualquier momento, aunque pase mucho en que no nos veamos, siempre podrás acudir a mí. ¿Está bien? – asentí sonriéndole. – Bien, hasta aquí te dejo, desde aquí ya no es peligroso.

El camino pavimentado comenzaba, tan solo un par de cuadras y estaría cerca de casa. Volteé para despedirme de Pero y él me rodeó con los brazos. No fui capaz de responder de la sorpresa, entonces él me soltó y me dio la espalda sin decir nada, lo miré alejarse parado al final del camino del bosque y al comienzo de la calle pavimentada. Era como un límite entre dos mundos, uno cálido en su compañía y uno frío, que llevaba hasta mi realidad. Permanecí allí divisando su figura alejarse, en cuanto llegó a la altura del lago, tomó una piedra y la arrojó con rabia al agua, llegando incluso más lejos que yo.

“Maldito, si podía lanzarla lejos”, sonreí preocupado descubriendo que él también parecía estar enojado, pero él no me lo contaría, no a mí, no a alguien que no podía contenerlo o prestarle un consejo. No importa si se trata de un romance o una amistad, parecía que yo siempre estaba en desventaja.



Cuando llegué a casa, a simple vista no vi a Akane, por lo que imaginé que estaría en la habitación de Sakura, pero en cuanto llegué al segundo piso me encontré con la puerta de mi habitación abierta y Samurai mirándome desde allí con cara enfadada. Me apresuré y entonces la vi sentada en mi cama, leyendo mi libreta.

En cuanto me vio ni siquiera se preocupó, al parecer me había oído entrar y simplemente no le importaba que yo supiera que revisó mis cosas. Cuando dirigió su mano a sus ojos me percaté de las lágrimas, me sentí preocupado por lo que había leído… pero más me enfadé por tenerla allí revisando mi casa como si tuviera algún derecho de hacerlo.

-          Diferenciaría la letra de Yasunori entre mil cuadernos…  no tengo dudas de que él escribió muchas de las cosas que hay aquí – su voz rota me hizo sentir un poco de lástima. No me atreví a acercarme a ella, permanecí de pie en la puerta – Pero no es el verdadero Yasunori, no sé a qué está jugando contigo pero este chico que se lee tan tierno… no es en realidad mi novio. Así que lamento si te rompo las ilusiones, pero te diré de inmediato que no tienes idea de quién es él en realidad – sus ojos se clavaron en mí con odio – Esa persona a quien le escribes que te gusta, realmente no existe, es alguien que él debió inventarse para simpatizarte. Él es así… debió sentir lástima por ti.

Aunque me negué a creer lo que había dicho y aunque quise gritarle en su cara que no lo conocía tan bien si era capaz de ignorar que él desde hace mucho tiempo ya no la amaba, sentí los ojos húmedos por sus palabras. Porque la idea de que él sintiera lastima por mí siempre estuvo presente.

-          Ahora entiendo muchas cosas… - dejó mi libreta cerrada en la cama y caminó hasta mí, se me apretó el estómago pensando en la posibilidad de que quisiera golpearme, pero entonces pasó por mi lado sin siquiera mirarme y cerró la puerta de la habitación de Sakura. Solté el aire contenido e hice lo mismo que ella, me encerré con Samurai en los brazos y nuevamente, ignorando que me lo había prometido a mí mismo, volví a llorar.






No estuve seguro de cuanto permanecí sentado en la cama en la misma postura observando el cielo nublado desde la ventana. Oí  a Sakura llegar y tomar un baño pero nada en mí reaccionó. ¿Realmente era otra persona? Tal vez Akane tenía razón, y este Sakura tosco, que tiene sexo con ella tan solo la noche siguiente luego de tocarme era él en realidad. No me gustaba ese Sakura, no lo quería para mí.

Creí escuchar que la puerta de mi habitación sonó pero no estuve seguro hasta que Sakura abrió, lo miré desde mi posición.

-          Ah, lo siento, como no abriste me preocupé – lo miré demostrando todo mi enfado en la mirada, él se percató colocando una postura incómoda – Esto… Iremos al departamento de Ken-chan, ¿vendrás? – desvié la mirada, agotado de mis propios ojos, negué con la cabeza.

“No iré contigo a ningún lugar”, pensé.

-          Hide… - insistió pero le di la espalda gritando en mi mente “¡ya, veté!” y fue como si lo hubiese oído, se marchó.

Allí me quede, tendido en la cama el resto del día, pensando en cómo había sido tan tonto de haber confiado con tanta facilidad en un desconocido.

¿Cómo se puede querer a alguien que no conoces? Porque estaba seguro de que no lo conocía para nada.

Los gemidos de Akane volvían a sonar en mi cabeza.

“Todo en él es falso, todo en él es falso, todo en él es falso”, repetí con rabia hasta caer dormido con los ojos agotados.



Desperté por el sonido de unos pasos que recorrieron el lugar. Cuando abrí los ojos estaba un poco oscuro pero aún era de tarde, y me dolía mucho la cabeza otra vez. Me esforcé en ponerme de pie sin saber muy bien en donde estaba y con quien, ¿Akane ya se había ido? ¿Sakura había vuelto solo? ¿Qué iba a pasar ahora?

 Salí de la habitación y me asomé en la de él, entonces lo vi armando su maleta, desperté en un segundo.

¿Qué? ¿Es en serio?

Me vio ahí de pie, y sin mirarme dijo:

   -Me quedaré con Ken-chan unos días.

Me quedé congelado observándolo ignorarme.

Entonces… ¿Eso era todo? ¿Se acabó? ¿Ni siquiera intentaría explicarme? ¿Tan poco le importaba yo?

Comenzó a dolerme el pecho y por alguna razón, probablemente masoquismo, me quedé allí observándolo concentrado en su tarea de colocar sus cosas dentro de la maleta. Él en ningún momento se volteó a mirarme a pesar de que notaba mi presencia en la puerta.

-          Puedes quedarte con el mueble. – dijo de pronto observando su ropero.

“El mueble es la mierda más fea que hay en mi casa”, quise responderle, lo que menos me importaba era eso en aquel momento.

Me apoyé en la puerta mientras lo veía ir desde su closet a la maleta que descansaba abierta en la cama, una y otra vez.  No me miraba, en mi corazón podía sentirlo y confirmar la idea en mi cabeza: se había terminado, lo que sea que hubiéramos tenido se acabó.

Fui hasta mi habitación y tomé la libreta que me había regalado, solo le quedaban un par de hojas vacías. Fui hasta su maleta pisando a paso firme, dispuesto a tragarme toda la tristeza que sentía porque no lloraría en frente de él ni le demostraría el daño que me había hecho, metí la libreta en su maleta, y solo entonces me miró confundido. Le sostuve la mirada con mucho enfado, él se veía confundido. Luego solo me fui.

Si hubiera podido gritar le hubiera gritado que quería que se llevara todo de él de mi casa y no quería recuerdos de nada. Lo quería lejos, pero claro que no pude decirle nada y solo me encerré en mi habitación.

Me quedé de pie en la puerta, respirando con dificultad.

“No llores, no llores, no llores”, me pedía mientras las lágrimas producto de la rabia me brotaban sin control, pero no habrían sollozos, no lo permitiría, no me haría llorar más. Solo sentía rabia, mucha rabia.

Miré a Samurai que tenía los ojos muy abiertos. En mi mente le dije que volveríamos a ser solo dos, y que él, al igual que yo, debía olvidar por completo lo que fueron esos días con Sakura.





Por quinta vez en la semana viajábamos a Tokio en furgón, era uno de aquellos días en que sabíamos que debíamos trabajar bajo presión y probablemente debiéramos quedarnos en el departamento que Oishi tenía para nosotros, esperaba que Samurai no me extrañara demasiado. Había aprendido a disfrutar del viaje, de los arboles de Osaka, de su paisaje a la lejanía y de la simpatía de la gente de la capital. Aunque sentía que era una persona relativamente diferente desde que habíamos comenzado a viajar, me sentía comprometido con mi trabajo, dedicaba todo el día a él. Incluso cuando volvíamos a Osaka, mientras Samurai lamía mis manos yo continuaba componiendo y haciendo arreglos en mi mente, grababa en una casetera las melodías que se me ocurrían y luego solo las juntaba. La verdad era que había llegado a un momento en que mi sensibilidad emocional estaba a flor de piel, podía escribir con facilidad y me ayudaba a sacar un poco del hielo que se apoderaba de mí en la soledad de mi casa. Los dibujos me brotaban con facilidad también.

-          Estoy tan cansado – se quejó Ken en cuanto dejamos nuestras cosas en el estudio, lo ignoré, últimamente los ignoraba a todos. Nada tomaba más mi atención que mis propias ideas.

-          Me gusta la actitud que ha tomado Hyde en estas semanas, muy perceptivo a las peticiones del equipo, muy creativo también. Te felicito. – escuché decir a Oishi.

-          No te esfuerces en pedir su atención – le respondió Ken – Desde hace varias semanas que nadie es digno de una mirada siquiera, nos ignora.

-          Solo está concentrado en el trabajo y es lo que deberían hacer ustedes – le respondió, sacándole una risa pesada a Ken, que tomaba la guitarra y comenzaba nuevamente con su parte.

Ya nadie se esforzaba en hablarme. Ken-chan se la pasaba hablando con Sakura y Tetsuya con Oishi y los productores, yo era él más solitario.

-          ¿Entonces volviste con Akane? – le pregunto Ken mientras transcribía en pentagrama unas ideas para un arreglo final.

-          Si… estámos bien…

-          ¿Y se casarán? – se entrometió Oishi, yo continúe con la vista pegada en mi cuaderno, haciendo un esfuerzo por ignorar aquello.

-          En un mes – respondió con cierta seriedad, de pronto mi mano tembló. Volteé a mirarlo sin pensar, sus ojos estaban esperando mi mirada. Me quedé congelado observándolo.

-          ¿Tan pronto? – preguntó Tetsuya – Tú sí que eres del tipo que cumple sus promesas…  - me puse de pie sintiéndome mal de pronto, intenté no hacer ruido para no quitar la atención de todos de Sakura pero perdí el equilibrio y necesité apoyarme del marco de la puerta.

-          Hyde, ¿estás bien? – Oishi tomó mi brazo y me sostuvo. En cuanto noté que era él, alejé con fuerza mi brazo. – Ey… tranquilo, solo quería sostenerte… - me alejé camino al baño, caminé intentando concentrarme en el lugar, en cuanto llegué cerré la puerta con llave y me lavé el rostro.

¿Se iba a casar? ¿Siendo consciente de que no estaba enamorado de ella o es que se había re enamorado en solo unas semanas?

Di un golpe en el lava manos, tenía rabia conmigo por seguir dándole tanta importancia. Por más que lo negara aún mi corazón lo quería, pero si él realmente se casaba eso si que era un adiós a toda posibilidad de que volviera a fijarse en mí.
Vomité, como no lo hacía desde que Akane había estado en casa.

Sakura me ponía mal. Debía dejarlo ir cuanto antes, debía alejarlo aunque fuera a patadas de mí corazón.

No estuve seguro de cuál fue mi rostro el resto de la tarde, los chicos en varias ocasiones me preguntaron si estaba bien. Aquel día no pude grabar, mi voz no sonaba bien, pero adelantamos todo lo demás.

Ken se fue alrededor de las 8 de la noche, se estaba quedando dormido y a petición de Oishi se fue a descansar. Sakura junto con Tetsuya terminaron sus partes y aunque me pidieron irme con ellos, me negué, no quería ver a Sakura y además, al no poder cantar, había sido el único que había aportado menos durante el día, por lo que me dedique a crear una lista sensible de los ritmos bajos para luego dar orden al disco.  Oishi y dos productores más permanecieron conmigo, escuchando y re escuchando las piezas una y otra vez mientras todos ordenábamos según nuestros oídos lo que sería el orden final.

-          Creo que cuando agreguemos la voz final a esta parte, esta canción ya no tendrá el mismo orden… - comentó uno de los productores.

-          Tienes razón, no tiene caso continuar en esto, mejor vamos a descansar, ya mañana continuaremos. – todos se pusieron de pie, incluyéndome, aunque yo tenía menos ganas de irme, esperaba que Sakura no estuviera en el departamento y estuviera en el suyo con su novia, lejos de mí.

-          Hide – me pidió Oishi - Vete en bus. Tokio es peligroso en comparación a Osaka, sé que el camino es corto, pero me dejaría mucho más tranquilo saber que vas en bus. – asentí, de todas maneras era mi plan, tenía demasiado frio para una caminata.

Sería primera vez que me iba solo, supliqué no equivocarme en el camino y de bus. Afortunadamente la parada tenía un instructivo con las respectivas rutas de los buses, lo que hizo que fácilmente tomara el indicado. El problema fue otro, no sabía exactamente donde bajar y cuando pasaron demasiados minutos para la cercanía del lugar, noté una torre que se veía desde el norte del departamento y comprendí que me había pasado y bajé del bus con prisa.

“Tendré que caminar de todas formas”, pensé con un puchero en los labios, últimamente cada pequeño detalle del día salía mal.

Caminé por una ruta empinada por varios minutos y al llegar a lo más alto divise el edificio unas calles más abajo, no estaba tan lejos pero el camino estaba oscuro. Mientras pensaba en ello me tropecé y caí al suelo, alcancé a sujetar mi cuerpo con mis manos. “Mierda, lo que faltaba”, me puse de pie con dificultad sintiendo el pie adolorido, al parecer no había caído muy bien. Caminé lentamente cojeando un poco, y la bajada me tomó trabajo, no lograba ver donde pisaba y temía caer a algún agujero. Cuando llegué al final del camino y estuve seguro de pisar tierra firme, un hombre que estaba apoyado en un poster me divisó.

-          Tú no pareces de por aquí – lo miré con desconfianza, su mirada me decía que no era un buen sujeto, además tenía un cuerpo enorme y casi me doblaba la altura. Tragué saliva, de pronto comenzó a caminar hasta mí. Intenté alejarme de él, pero con el pie adolorido me resultó muy difícil solo caminar sin ser notorio en que pensaba escapar – Tranquila, solo quiero ayudarte. ¿Tu pie está fracturado? – entendí que creía que yo era una mujer, se acercó hasta casi tocarme y en mi intento de alejarme un poco metí el pie dentro de una posa de agua que no había visto – Que descuidada, déjame ver tu pie. – se agachó y tomó mi pie adolorido, hice un gesto de dolor, tenía tanto miedo que no sabía cómo reaccionar, mi garganta estaba seca. – Esto se arreglará así – tomó mi pie y quitó el zapato con fuerza.

-          Auh… – alcancé a decir antes de que jalara de mí pie y me lanzara el suelo, haciéndome caer sobre el agua sucia, lo tuve sobre mí en cosa de un segundo, jalando mí pantalón con fuerza, ni siquiera por mis quejidos de resistencia y mis empujes notó que yo era hombre.

“No por favor, no por favor”, era lo único en lo que pensaba.

-          Tranquila preciosa, será solo un momento – golpeé su hombro con mi puño, pero sentí que no tenía fuerzas,  era realmente como si no pudiera defenderme de ningún modo. Intenté decir algo pero mi boca estaba bloqueada. Quitó la totalidad de mi pantalón en solo una de las piernas y metió su mano en mis calzoncillos dando con mi entrepierna, palpó un par de veces con sorpresa. – Mierda, ¿tú qué eres? - Se puso de pie con rapidez e indignación, lo miré con miedo, me ardían los ojos por el agua sucia en mi cara. De pronto se volvió a agachar y jaló el extremo del pantalón vacio, arrastrándome por un par de metros, entonces con un poco más de luz me miró el rostro – Pero si pareces una mujer, ¿querías engañarme imbécil? – me dio una patada en la entrepierna haciéndome temblar del dolor, acto seguido me coloqué en posición fetal para protegerme, pero aún así me dio un par de patadas más. Finalmente se fue maldiciendo, vi a duras penas sus pies alejándose de mí.

¿Cuánto tiempo permanecí allí? Creo que alrededor de veinte minutos. El dolor en la entrepierna era tanto que no lograba ponerme de pie y permanecí un poco aturdido por varios minutos en que no podía entender por qué me pasaban esas cosas a mí.

Las luces de un auto se detuvieron a un par de metros de mí, me habían visto, pero no sabía quién era hasta que su voz llegó hasta mí.

-          Mierda Hyde – la voz de Oishi resonó en mis oídos pero no pude volver a abrir los ojos para verle el rostro. – Ven, vamos, levántate – intentó ponerme de pie pero yo simplemente no podía, me dolía todo, comencé a llorar. Él me tomó en brazos, me dolió tanto el cuerpo cuando me levantó que estuve seguro que algo salió de mi boca aunque no entendí qué, luego me llevó hasta el auto y me recostó en el asiento, me puso el cinturón y tomó su posición en el volante para dar la vuelta y sacarme de ese lugar – Yo te pedí que tomaras un bus, ¿qué hacías aquí? Mierda, Hyde… llamé a los chicos y cuando me dijeron que aún no llegabas quise buscarte en los alrededores… - suspiró con frustración, abrí un poco los ojos comenzando a recuperar lentamente la conciencia, olía fatal, estaba seguro de que debí caer sobre excremento de perro. – Hyde, vamos al doctor – negué con la cabeza, no quería que nadie me tocara, que nadie me revisará, solo necesitaba una ducha y mucho sueño y todo volvería a estar bien, me convencería de que solo fue un mal sueño – Pero estas herido – volví a negar, él suspiró. – Hasta en estos momentos eres terco… bien, te llevaré a mi casa, allí mi esposa te atenderá, ella es enfermera.

Recordé que la única vez que había nombrado a su esposa fue cuando nos intento envenenar con un pastel, quise decirle que me alegraba de que fuera enfermera y no cocinera.

Me moví con lentitud, realmente todo dolía. Oishi me miró con más atención cuando un semáforo nos hizo esperar en medio del camino, con su mano tocó mi muslo desnudo. En un primer momento salté y luego la idea de que había sido para peor que él me encontrará allí llego hasta a mí, pero luego noté que rozaba con su dedo un rasguño grotesco en mi muslo.

-          Eso se ve horrible… sé qué crees que yo podría hacerte esto por todas las veces en que sugerí… ya sabes – lo miré dudoso – Pero yo jamás me he acostado con nadie en contra de su voluntad, no te miento cuando te digo que no te obligaría, simplemente te di la opción de conseguir más fácilmente lo que te propusieras, y aún la oferta está en pie– puse los ojos en blanco, ¿en serio en aquella situación insistiría? – Pero confía en mí Hyde, yo jamás te haría algo así.

Sabía que el esperaba que asintiera y le creyera ciegamente, pero no pude. Aún me asustaba y me causaba rechazo su mirada, no muy diferente a la mirada perturbadora y pervertida del mismo tipo que minutos atrás me había rasgado el pantalón y me había golpeado. Pensé en ellos unos instantes mientras el auto avanzaba, recordé lo que había dicho el sujeto decepcionado; “pero si pareces una mujer”… En ocasiones yo también desearía ser una mujer, así tal vez Sakura me hubiera elegido a mí con mayor libertad y nada de eso hubiera pasado. Cerré los ojos intentando despertar de mi lamento, no era el momento para pensar en él.

“Nunca debo darle tiempo en mi mente, no lo merece”, me dije a mi mismo intentando convencerme de que aquella era la realidad y no que Sakura no estaría nunca conmigo porque yo no lo mecería a él.

-          Llegamos – avisó Oishi antes de bajar y luego ayudarme a bajar a mí, deseé pedirle que me prestara algo para tapar mi pierna desnuda pero no tenía como.
-          ¿Qué pasó Masahiro? ¿Quién es él?

-          Ayumi, él es uno de mis representados, fue lastimado y lo encontré por el camino – ella me miró de pies a cabeza con lástima en los ojos, tenía una mirada similar a la de mamá, solo por esa razón me simpatizó desde el comienzo.

-          Si, ven, siéntalo en el sofá – le dijo a él, yo solo seguí con dificultad a Oishi e intentando no apoyar mi adolorido pie. - ¿Es un chico? – preguntó dudosa mirando con atención mi rostro, asentí en su dirección – ¿Está en shock que no habla?

-          No… él no habla Ayumi, te hable de él .

-          Aah… es el chico de Osaka. Déjame ver… - tomó mis manos y comenzó a revisar mis brazos y luego mis piernas, estaba cubierto de rasguños en ambos lados – Parece que te golpearon mucho, este brazo se pondrá morado el día de mañana… curaré tu herida pero primero date un baño… no hueles muy bien. – me sonrió de forma cálida, pero no pude responder a su sonrisa, quería llorar – Prepararé la tina. Mientras ella se marchaba escuché a Oishi al teléfono.

-          Está en mi casa… creo que lo atacaron Tetsuya, lo encontré con el pantalón rasgado, tirado en el piso y muy sucio…  Al parecer no está mucho más herido que eso… solo rasguños… No te preocupes se quedará en mi casa… Dile que no es necesario, se quedará aquí. – lo escuché colgar la llamada enfadado. Lo miré pero él solo sonrió hacia mi posición.

-          Masahiro ayúdame a llevar al chico hasta la bañera – le pidió – Te prepararé un cuarto mientras te das un baño y luego ahí te curaré.

Me llevaron hasta un baño con una tina muy grande, allí me dejaron solo para darme privacidad. Intenté ignorar el dolor mientras me quitaba la ropa, pero comencé a llorar antes de poder tocar el agua caliente que me quemó los músculos por la sensibilidad que sentía posterior a los golpes. Finalmente logré relajarme y dejar más lágrimas salir… ¿Por qué pasaba todo esto? ¿Por qué?




-          Eso es, ya casi estamos – colocó la venda con fuerza alrededor de mi pie. La esposa de Oishi había curado mis rasguños, aunque dijo que el rasguño del muslo tal vez necesitaría más tiempo para sanar, ya que faltaba un poco de piel de allí. Sostuve con cuidado la toalla con la cubría la parte baja de mi cuerpo, tenía otra tapando mis hombros, no quería que ella viera nada de mí que no debiera – Listo.

Oishi abrió la puerta sin aviso, haciéndome dar un saltito.

-          Tiene visita – le dijo a ella.

-          Bien yo terminé aquí, cualquier cosa me avisas, estaré en la cocina – me dijo ella sonriente, entonces pensé “¿hay alguna nueva víctima de su veneno?” pero claro que no lo diría ni aunque hubiera podido.

-          Pasen chicos – Tetsuya asomó la cabeza primero, le sonreí pidiendo disculpa con mis ojos, luego Sakura entró detrás de él con la mirada baja, mi sonrisa desapareció en cuanto lo vi. Oishi cerró la puerta dándonos privacidad.

-          Hide… - Tetsuya llevaba mucho tiempo sin llamarme de aquella manera, ese detalle llamó mi atención, sus ojos estaban preocupados - ¿Estás bien? ¿Qué sucedió?  - levanté los hombros, no había nada que explicar aún pudiendo, su mirada acrecentó la lástima visible en sus ojos – Pero… eran… ¿uno o varios? – le indique con un dedo que solo uno. Sakura me miraba igual de preocupado, tenía un bolso en la mano que colocó lentamente en el suelo. – ¿Te hicieron algo? ¿él… te….? – negué con la cabeza rápidamente – pero, ¿te golpearon? – asentí - ¿Por qué? – levanté los hombros, ¿Qué más podía hacer? De improviso Tet-chan me abrazó con fuerza, haciéndome sentir incómodo por la presencia de Sakura y mi desnudes. – Lamento no haber estado allí, lamento que esto ocurriera, lamento haber dejado que te fueras solo… - su voz sincera me hizo sonreír, en el fondo de mi corazón nunca había notado lo mucho que extrañaba esa faceta de él. Palpé su espalda consolándolo, entonces él se alejó y limpió sus ojos. ¿Por qué lloraba?  - Lo siento… yo debo darte ánimos, no tú a mí… Sakura – lo llamó - ¿tu quieres decirle algo a Hide?

-          Ah… - me miró a los ojos y sentí como el pecho se llenaba del liquido frio que ya conocía tan bien – Te traje un par de cosas… - me mostró el bolso, lo levantó y lo dejó en la cama a mi lado – Es un pijama y ropa limpia para que tengas… para mañana… - tartamudeó – Hay un par de cosas más … lo dejaré aquí. – suspiró y se agachó en frente de mí. “Demasiada cercanía”, pensé asustado con miedo de llorar - ¿estás bien? – preguntó mientras su mano se acercaba a mi hombro, la golpeé para alejarla de mí. No quería que me tocara, nunca más quería sentir sus manos mentirosas en mí. Él me observo con los ojos muy abiertos y de reojo vi que Tetsuya también  - Lo siento… - susurró antes de ponerse de pie y alejarse con rapidez, luego solo salió de la habitación sin mirar nuevamente en dirección nuestra.

-          Hide… - susurró Tetsuya - ¿Por qué…? – negué con la cabeza, no le diría nada aún pudiendo. – Está bien…  respeto tu espacio. – la puerta sonó, pensé que sería Sakura pero fue Oishi el que asomó su cabeza.

-          ¿Qué le pasó a Sakura? Se marchó como si lo persiguiera su suegra.

-          Que mal chiste, Oishi – se quejó Tet-chan.

-          Bueno… tú también deberías marcharte y así dejamos descansar a Hyde. – me miró dudoso.

-          Hide… - se agachó en frente de mí tal cual lo había hecho Sakura segundos atrás - ¿Necesitas que me quede? – susurró en voz baja – Solo dime que si, si lo deseas claro… y yo me quedaré.

Le sonreí, pero negué con la cabeza, estando en casa con la esposa de Oishi sabía que él no intentaría nada, y por sobre todo, necesitaba estar solo y procesar.

Tetsuya sonrió con pesar y se retiró en silencio junto con Oishi, cerraron la puerta con suavidad, como si yo hubiera estado dormido.

Observé el bolso en la cama y lo abrí.

Tenía en él un pijama de Sakura, dos prendas de ropa interior, calcetines, y ropa mía que probablemente pasó a buscar al departamento; jeans, playera, suéter y abrigo. Ordené todo en la cama para retirar la totalidad de cosas del bolso, encontré una lonchera con un sándwich que tenía un papel con algo escrito:

“Para tus tripas de tiranosaurio rex”, sonreí sin querer. También había un refresco.

Continué retirando cosas del bolso, había un libro en él y un kit de aseo personal que reconocí como el suyo, al menos eran las marcas que él solía usar. Suspiré… dentro de mí agradecí el gesto y aunque quería odiarlo, no podía hacerlo.

Me vestí mientras me comía el sándwich. Luego me recosté y abrí el libro, volvió a sacarme una sonrisa el título: “La luna de Saturno, Titán”.



Al otro día los chicos no dejaban de preguntarme como estaba, mi pie cojeaba un poco pero nada de qué preocuparse. Afortunadamente pude cantar y en mi esfuerzo de ignorar sus preguntas no recordé ni una sola vez la angustia de la noche anterior ni las lagrimas antes de dormir. Ya era otro día.

-          Eso es todo, está listo, felicidades por su primer hijo – nos dijo el productor haciéndonos sonreír más exhaustos que felices.

-          Chicos, ya es hora de que vengan a vivir a Tokio – continuó Oishi - solo un par de días más y las actividades no les permitirían viajar en muchos días seguidos, considerando sus obligaciones y el gato de Hyde – los chicos rieron, usualmente Samurai era mi razón para volver a Osaka – Debo advertirles que se viene el trabajo pesado, por lo que deben buscar un lugar donde quedarse acá. Entiendo que no tienen el dinero para un departamento por lo que les dejaré el que comparten aún hasta que encuentren algo mejor.

-          Está bien – respondió Tetsuya, yo suspiré, ¿llevar a Samurai a un departamento con los chicos? Eso no me gustaba para nada…

-          Creo que deben comenzar a empacar sus cosas hoy mismo, Sakura, ¿por qué no ayudas a los chicos a trasladar sus cosas ya que estarás desocupado esta tarde y mañana?

-          Está bien… - respondió él sin muchas ganas.

Los miré esperando que dijeran algo, pero nadie protestó.

“Mierda”, mi cara lo decía todo, no quería de un día para otro tener que dejar a mamá.

-          Que rápido todo… - comentó Ken cuando ya estábamos subiéndonos al furgón.

-          Si… creo que nosotros dos podemos cambiarnos hoy – le dijo Tetsuya a Ken – Y mañana Hyde…

-          Sí, estoy de acuerdo, supongo que tú querrás despedirte de tu mamá. – asentí hacía él. Aunque me dejaran más horas seguía sintiendo que todo era muy apresurado.

-          Descuida Hide, todo estará bien – me dijo Tetsuya colocando su mano sobre mi hombro.




En cuanto llegué a la casa de mi mamá me quedé impresionado por el exquisito olor que había por todas partes.

-          ¡Has llegado! – la miré impresionado viendo la mesa llena de mis bocadillos favoritos – Esta es tu despedida mi niño – incliné la cabeza casi de forma inconsciente – Tetsuya me llamó, ya sé que te vas mañana por la mañana – esperaba verla triste, iba preparado para tener que consolarla, pero al contrario, ella se veía feliz. – Me alegro tanto de que estés alcanzo tus sueños…

La voz se le quebró y sin esperar a que dijera algo más me lancé a sus brazos. Allí siempre me había sentido seguro, respirando su olor, sintiendo su calor.

-          Todo estará bien, sé que podrás cuidarte y sé que te esforzarás al máximo.- acarició mi cabello por unos momentos y dio palmaditas en mi espalda, hasta que se alejó de repente – Ah, te tengo un regalo.

Tomó un sobre amarillo y me lo tendió, lo abrí sin saber que esperar, de pronto el cheque con ceros me asustó. ¿Mamá traficaba drogas?

-          Sé que te parecerá mucho dinero, pero realmente no es tanto… es parte de la indemnización por la muerte de tu madre… Se suponía que debía usarlo en tu crianza pero siempre esperé el momento exacto para usarlo, y este es… - la mire sorprendido, ¿era el dinero de él? – Compra un departamento con ese dinero. – la idea no me hacía feliz y ella lo notó – Hideto, el pasado nos hace ser quienes somos, toma ese dinero como la forma de utilizar tu historia para crear tu nueva vida. Sé que lo necesitas.

La volví a abrazar, ¿cómo podía siempre decir las palabras precisas?  La iba a extrañar… sí que la iba a extrañar…




Ya tarde cuando llegué a casa comencé a preparar mis cosas, arrastré el bolso con ropa por la escalera, y cuando iba a mitad de camino alguien llamó a la puerta. De inmediato pensé que podría ser Oishi, pero dudé que hubiera llegado tan rápido a Osaka. Tampoco deberían ser los chicos ya que ya debían estar instalándose.

-          Oh – Pero me observaba con una sonrisa grande en cuanto abrí la puerta.

-          Hola Hide… no tengo mucho tiempo, solo vine a dejar la ropa que dejaste en mi casa la otra vez…  - le sonreí – Tengo que ir a trabajar solo… vine de paso. – dio la vuelta despidiéndose con la mano, pero no permití que se alejara… Tal vez sería la última vez que lo vería por un largo tiempo, entonces lo jalé hacía mi y lo abracé. No podía darle las gracias a Pero, pero tal vez si podía hacerle sentir cuanto lo apreciaba. Él sin decir nada me abrazo con fuerza, como si supiera que era una despedida, aunque estuve seguro de que no era así. - ¿Estás bien? – preguntó cuando se alejó, le di mi mejor sonrisa y luego me despedí con la mano.

“Ahora si puedes irte buen amigo”, pensé. Él me observó con bastante duda, pero se alejó de mí y de mi casa, volteando varias veces en mi dirección. Suspiré quedándome en la puerta, observando a mí alrededor, tantos años viviendo allí… De pronto lo vi. ¿Cuánto llevaba allí? No tenía idea, él caso es que estaba de pie fumando un cigarro en la puerta de la casa de en frente, miraba en mi dirección preocupado, más bien… triste. Dudó si acercarse, lo vi en sus ojos, pero finalmente lo hizo. Lo esperé porque no sabía qué más podía hacer. ¿Qué hacía allí?

-          Sé que no quieres verme… pero…  yo… necesito…  - sus ojos me imploraron escucharlo, suspiré, no podía negarme al menos a ceder en aquello, sus ojos calaban profundo en mí. Lo dejé pasar y cerré la puerta en cuanto estuvo adentro, chocó con un par de cajas pero ni siquiera se detuvo a mirarlas, solo me miraba a mí.

“¿Qué pasa Sakura?”, quise preguntarle realmente preocupado por su expresión de angustia. Suspiró, se quedo inmóvil unos segundos y luego volvió a suspirar.

-          Bien, yo… necesito pedirte una disculpa por todo lo que ha pasado – mantuvo la mirada fija en un punto bajo y susurró - Por alejarme, por… dejarte… - el liquido volvió a enfriarse en mi corazón, y el dolor de pecho apareció. Sakura me hacía mal. – Yo… he intentado ignorar mis sentimientos por ti y ser feliz con Akane, realmente lo intenté, pero… es como si fuera incapaz de ser yo mismo con nadie más que contigo. Añoro tu compañía más que la de nadie… te extraño Hide… te extraño mucho… - estuve casi seguro de que había oído los latidos de mi propio corazón retumbar en mis odios. De pronto el líquido frio desapareció y comenzó a ser reemplazado por un poco de esperanza, sintiéndome absurdo por caer tan fácilmente en sus mentiras. Negué con la cabeza, no lo disculparía. – Hide… - se acercó a mí pero escapé de su cercanía – Tampoco sé que es lo que hago… desde que te conocí que me he sentido perdido, me equivoco a cada momento, es como si no importa que haga o que decida, siempre lastimaré a los demás… he vivido con ese sentimiento desde que te conocí y desde que… me enamoré de ti… - dijo lo ultimo tan bajo que creí no escucharlo, pero debí mirarlo en ese instante, si realmente lo había dicho yo necesitaba volver a escucharlo, él lo vio en mis ojos. – Sí, eso dije… - sonrió para mí con tristeza marcada en los ojos. ¿Por qué un sentimiento que prometía ser lindo tenía que doler tanto? Yo lo quería, a pesar de que hiciese todo por ignorarlo, lo quería como nunca había querido a nadie. 

Sakura se acercó a mí y tomó mis manos, no me miraba a los ojos, a pesar de que busqué su mirada, la evitó. Aún parecía confundido, aún me hacía sentirlo como un niño perdido. Cerró sus ojos con pesar y buscó mis labios sin pedir permiso, solo me besó. No podría definir claramente el sentir del tacto de sus labios en aquella situación, fue algo similar a un choque eléctrico, a un sacudir que te hiciera temblar las entrañas, como si algo de ti despertara después de mucho tiempo. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé como yo quería, reclamándole quedarse conmigo, hacerse cargo de sus sentimientos y quererme como él quería hacerlo y como yo necesitaba sentir.  Estaba seguro de que podía sentir mi petición en cada masaje que daba mi lengua, no dejaba de pensar en que necesitaba que se quedara conmigo, en que me quisiera. De pronto el beso se detuvo cuando él se quedo sin aire y necesito de un respiro, sonreí levemente, pero no abrió los ojos de inmediato. Por alguna razón todo permanecía sintiéndose triste. A mí me picaba el rostro, su cuerpo se alejó del mío con lentitud, y por fin me miró a los ojos. Estaba nervioso al igual que yo. Él trago saliva, yo era incapaz de pestañar.

-          Yo, creo que… debo irme… - su expresión cambió a la preocupación y luego volteó hacia la puerta. ¿Se iría después de besarme? ¿Se iría otra vez? Yo quise llorar…
“No otra vez, por favor”, quise pedirle. Se alejó a paso lento y dudoso.
-          Sakura… – lo llamé, de pronto se detuvo en seco y volteó a mirarme lentamente con los ojos muy grandes y la boca abierta, lo miré sin comprender su gesto hasta que me percaté de lo que había hecho. En cuanto me di cuenta de que había hablado, que había sido mi voz la que se había escuchado me tapé la boca.
-          Hide… hablaste… - la voz de Sakura anonadada era un reflejo de todo mi cuerpo en aquel instante. Sí había sido mi voz.