Observé
las fotos que nos habían tomado para la primera publicación de promoción del
álbum en una revista. Me veía extraño para mis ojos, pero todos nos veíamos
bien… sobre todo Sakura.
-
Hide
te estoy hablando – Kiyoharu me habló en casi un grito.
-
¿Ah?
-
Te
estoy preguntando si quieres que te corte el cabello tonto… Tienes las puntas
algo dañadas.
-
Ah…
está bien… - Kiyo tomó las tijeras para el cabello y se acomodó detrás de mí masajeando mi largo cabello. Cerré los ojos, amaba que hiciera aquello.
-
¿Sucede
algo?
-
No…
-
¿Estas
nervioso o preocupado por algo?
-
No
te preocupes, solo tengo demasiadas cosas en la cabeza.
-
Si
he notado que últimamente estas algo… sensible– no le respondí – Más bien
complicado…. Ya sabes que si tienes problemas con la industria, la música,
dudas, lo que necesites, yo puedo orientarte – coloqué los ojos en blanco, ahí
íbamos de nuevo – Empezar es difícil, es estresante…
-
Kiyo,
deja mi cabello así, no te preocupes. Le pediré a la estilista que lo vea– me
levanté y caminé hacía la puerta.
-
Pero…
¿Qué pasa?
-
Necesito
un poco de aire.
-
Pero
Hide… si dije algo que te molestara… - cerré la puerta dejando sus disculpas
dentro.
Suspiré.
Realmente
en el último tiempo me molestaba todo lo que decía Kiyoharu, incluso su forma
babosa de besar me creaba un problema. En pocas palabras, ya no me gustaba. Aunque no estaba seguro de si podía decir que en algún momento lo amé, lo claro
era que había estirado tanto la situación que había llegado a un escenario en
donde verlo no me provocaba absolutamente nada. Sin embargo él me había
ayudado mucho a conseguir las primeras presentaciones para la banda, a de
cierta forma alcanzar la fama que parecía comenzar, y dejarlo en el momento en
que las cosas comenzaban a ir bien me sabía a traición y no quería hacerlo, él
no lo merecía.
Caminé
hasta el estudio donde sabia estarían Ken y Sakura; este último había despertado
un interés en mí que a ratos me dejaba anonadado, aunque intentaba esconderlo,
mi atracción hacía él era evidente y Ken se burlaba a viva voz de haberlo
notado.
-
Llegaste
temprano – dijo en cuanto me vio, tenía la guitarra en la mano - ¿Te
apresuraste por ver a tu enamorado?
-
Cállate
Ken-chan, que te puede escuchar.
-
Bah,
Sakura es despistado, incluso es peor que tú.
Encendí
un cigarrillo mientras veía a Sakura acercarse a nosotros y se sentó junto a mí
en el sofá.
-
Hola
Hide – le sonreí - ¿Te dijo Ken-chan que ordenamos las canciones para el álbum?
-
¿Ah?
No, déjame ver – me acerqué a él para leer el papel que tenía en la mano. De
pronto su rostro se inclinó hacía mi dejándome con una expresión un tanto
extraña.
-
Hueles
a mujer – dijo sin aire de sonar grosero. Ken-chan a mis espaldas explotó de la
risa. Yo no supe qué responder- ¿Por qué te ríes tanto?
-
Nada,
solo que Hyde huele y viste como mujer.
-
Oye
neandertal, cuidado con lo que dices – lo amenacé. Sakura nos miraba apenado por
no comprender la situación.
-
Revisa
las últimas tres, creo que con esas podrías no estar de acuerdo, a ti te gustan
más terminar con melodías oscuras– lo miré con ilusión. ¿En tan poco tiempo
ya sabía eso de mí? Aquello era lo que me sorprendía de él, era sensible de una
forma extremadamente discreta y parecía no percatarse de nada, pero solía
comprender cuestiones esenciales- ¿Pasa algo?
-
No…
solo que tienes razón, yo no dejaría esas para el final.
-
Ah
no enano, no queremos hacer una disputa de esto, lo someteremos a votación
cuando llegue Tetsu. Si es así, estaríamos listo para entregarlo por la tarde– Ken estaba trasnochado, las únicas veces en que se comportaba de forma
molesta sin necesidad era por falta de sueño.
-
Está bien…
-
Oye
Sakura, esta noche te quedarás con Tetsuya, ¿sí? Ya lo hablé con él.
-
Ah…
si… - respondió este último con una expresión que no le conocía, lo miré
preocupado.
-
Iré
a lavarme la cara que no puedo con este cansancio…. – Sakura permaneció viéndolo marchar en
silencio.
-
Sakura,
¿qué pasa? – pregunté cuando nos quedamos solos.
-
Es
solo que… Ken-chan ha estado durmiendo en el sofá de su casa por cederme la
cama a mí y no ha dormido nada de bien en estas últimas noches. Le ofrecí
insistentemente que me dejara dormir a mí en el sofá, pero no quiere, dice que es demasiado incómodo.
-
Pero…
¿Por qué no te vas con Tetsuya entonces? – suspiró sin mirarme.
-
Por
que vive con sus padres… La verdad Hide, estoy harto de incomodar, quiero que
terminemos de grabar esto de una vez por todas y poder volver a mi casa.
-
Entiendo…
pero es necesario que te quedes con nosotros en este proceso, y esta
terminando, así que no te atormentes más…
-
Mm…
- bajó la mirada. Quise ofrecerle mi departamento, mi habitación, mi cama, pero
no vivía solo, ni tampoco dormía solo.
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•
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-
Hyde
nosotros nos vamos – se despidió Tetsuya en voz más alta de lo usual debido a
la música que hacía vibrar las paredes de mi apartamento.
-
Sakura
está muy ebrio – le dije en cuanto lo vi en un intento de bailar con Ken-chan
sobre la mesa de mi cocina.
-
Si…
¿Por qué no lo dejas quedarse aquí mejor? – preguntó Tetsuya con cierto
conflicto en su rostro. Le avergonzaba pedírmelo– No puedo llevarlo a casa en
ese estado – luego se dirigió a Ken – Ken-chan no debiste hacerlo beber tanto…
-
Con
el estado en que esta probablemente caerá muerto pronto – agregó Ken en un
grito desde su posición ignorando el regaño de Tetsu.
-
También
lo creo… - susurré – Está bien, déjenlo aquí – “de todas maneras Kiyo no
volverá hasta mañana”, pensé para mí mismo.
-
Oye
Sakura– Ken lo tomó por los hombros para que le prestara atención – Escúchame,
nosotros nos iremos, pero tú te quedarás a dormir aquí, ¿esta bien? – Sakura
solo le asintió, parecía no haberle entendido nada. Tetsuya suspiró.
-
Ya
vámonos Ken-chan, por favor cuida de Sakura, Hyde– me pidió.
-
Si,
no se preocupen. Nos vemos mañana.
-
Ajá,
hasta mañana camarada – le gritó Ken a Sakura. Sakura levantó la mano mientras
se sentaba mareado en el sofá. Los chicos
cerraron la puerta al salir y de inmediato le bajé volumen a la música.
-
¿Estás
bien? – le pregunté al verlo en una posición agachado e incómoda – ¿Quieres
vomitar o algo?
-
No…
solo estoy algo mareado… - su tono borracho era evidente.
-
El
baño es la puerta blanca al doblar por el pasillo, por si es que quieres
refrescarte… Te prepararé un café.
Esperé a que respondiera o a
que se pusiera de pie, pero no lo hizo.
Dejé la cafetera hacer su
trabajo mientras lo miraba. Lo había visto ebrio ya y generalmente se ponía muy
divertido, en cambio ahora parecía haberle sentado mal el alcohol. Pero no dejaba de
parecerme atractivo en ninguna de aquellas maneras… si físicamente me gustaba,
su personalidad era una bofetada a todo lo que había dicho eran mis gustos. Me
encantaba, él estaba por sobre todos los que alguna vez habían llamado mi
atención, y por lo mismo me parecía un imposible.
Le
llevé el café y me senté junto a él en el sofá de mi casa. Estaba oscuro con
solo la luz de la lámpara pero podía verlo a la perfección estando cerca.
-
¿Qué
pasa? – preguntó Sakura luego de darle el primer sorbo.
-
¿Ah?
-
Me
estas mirando raro… - su voz ronca era melodiosa por la ebriedad, pero me
pareció más atrayendo de lo usual.
-
¿Por
qué raro?
-
No
sé, estás raro… ¿Ocurre algo?
-
No
es nada… - le respondí. Él me miró y suspiró, tenía un puchero en sus labios.
-
¿Eh?
¿Por qué pareces tan triste de repente?
-
Quiero
ir a casa – respondió con el puchero aún en sus labios.
-
¿Extrañas
a alguien?
-
Sí…
- de pronto sentí un aire frío y me enderecé en el sofá, una situación completa
para mí eran definitivamente los celos, los que no tenía razón ni justificación
para sentir.
-
¿Novia?
¿Amante? ¿Amiga? – intenté adivinar.
-
Mamá
– respondió mirándome con ojos tristes. La respuesta fue una verdadera sorpresa
que me hizo reír.
-
Oh,
así que eres de esos…
-
¿Hm?
-
De
esos que viven con sus madres.
-
No
vivo con ella, pero… almuerzo con ella todos los días normalmente– de pronto
se acercó hasta recargar su frente en mi hombro. Le di palmaditas en la espalda
como consuelo.
-
No
estés triste… no falta demasiado para que esta etapa acabe y podrás verla.
-
No
quiero verla, solo quiero hablar con ella – dijo de pronto levantando el
rostro y observándome exigente.
-
¿Por
qué no la has llamado entonces?
-
¿Llamar?
– preguntó, tuve que recordarme que no podía solo lanzarme sobre él y besarlo
cuando su rostro atractivo con semblante usualmente divertido se me hizo
adorable en ese estado.
-
Sí,
por teléfono.
-
¡Llamémosla!
– dijo animado. Me reí.
-
¿A ésta hora? Es muy tarde Sakura.
-
Pero
ella contestará, siempre me contesta… - otra vez el puchero se dibujó en sus
labios. Tragué saliva dudoso.
-
Está
bien – le tendí el teléfono – Llama.
Sakura marcó con suma
dificultad el número y cuando terminó, me miró durante todo el tiempo en que
esperaba en la llamada. De pronto me sonrió seductor y me reí sin saber qué
decirle, estaba tan ebrio que temí fuera una conversación de la que se
arrepintiera y al día siguiente me culpara por no evitar.
-
¡Mamá!
¡Mamá! ¿Mamá? ¿Eres tú? ¿Por qué te escuchas diferente…? Te escuchas más joven,
mmm… ¿Tal vez mamá estuvo jugando a ser una colegiala otra vez? – lo miré sin
comprender su tipo de conversación – No te hagas, te vi con papá el otro día,
me tuve que escapar a escondidas para no interrumpir sus juegos sucios. Mamá a
tu edad… ¿Qué más da si estoy ebrio? No estoy mintiendo… no estoy solo… que no
estoy solo. Te extrañaba – arrastró las palabras – Y mi novio dijo que si te
extraño debo llamarte y hablar contigo para dejar de extrañarte.
Abrí la boca para mirarlo. ¿Novio? ¿Qué?
-
No
digas cosas así – le susurré yo – Tú madre vendrá a buscarme y me matará.
-
Mi
novio – le respondió al teléfono y me ignoró – Se llama Hide. Es bonito, es
como una mujer pero tiene pene – soltó en tono casual. Agradecí no haberle dado
un sorbo a mi café o hubiera terminado escupiendo – Sí, le diré. También yo
mamá, nos veremos pronto. Descansa– de pronto colgó la llamada con una
sonrisa tierna.
-
¿Novio?
¿Mujer? – le pregunté entre sorprendido y ofendido.
-
¿No
quieres ser mi novio? – otra vez el puchero se marcó de tal modo que suspiré
con fuerza. Creí que lo mejor sería irse a dormir pronto – No quieres… serlo – su voz sonó tan triste que tuve que mirarlo fijamente a los ojos para no convencerme de que se reía
de mí.
-
Sakura,
somos compañeros de banda.
-
¿No
te gusto entonces? – apreté los labios.
“¿Qué importa
que le diga? ¡Esta ebrio!”, pensé.
-
Sí,
me gustas. Ahora vamos a dormir.
-
Sí
– respondió en tono infantil.
Lo
ayudé a ir hasta la habitación. Planeé dejarlo dormir en mi cama y yo en el
sofá, le quité los zapatos, el pantalón y él de pronto comenzó a quitarse toda
la ropa.
-
¿Qué…
qué estás haciendo? ¡Sakura, detente! – en menos de cinco segundos los
calzoncillos volaron por la habitación. Él se acercó a mí y comenzó a jalar mi
playera.
-
Ahora
tú.
-
No,
no, yo no me quitaré la ropa.
-
¿Por
qué no? Somos novios – dijo como si fuera algo obvio.
-
¡Sakura!
– sin saber si reír o llorar, me alejé un poco de él y comencé a recoger sus
ropas ignorando que estaba desnudo con todo el esfuerzo del que fui capaz.
-
Al
menos colócate la ropa interior.
-
No
quiero.
-
Te
estas portando mal Sakura, no dejaré que vuelvas a beber ron si de te pones de
esta forma.
-
Pero
me gustas… - susurró. Mi corazón se detuvo unos instantes– Me gustas mucho.
-
Estas
demasiado ebrio para pensar con claridad – le dije sincero, realmente no creí
que eso fuera posible, pero no vi a tiempo cuál fue su modo de confirmar sus
palabras y antes de que me pudiera percatar de su cercanía, los labios que
deseaba desde hace tanto tiempo estaban besando los míos, y mi fuerza de
voluntad se convirtió en algo que escapó por la ventana con sus propios pies.
¿Qué
más daba si nos arrepentíamos al día siguiente? Mi atracción por él era un
hecho y si era recíproca, tal vez podíamos gozar un poco de eso.
Lo
dejé quitarme la ropa aunque le costó un poco e incluso una risa ebria brotó
de sus labios, cuando lo consiguió tenía una felicidad infantil en la mirada de
tal modo que creí estaba por aplaudir. Le tomé las manos, y en un impulso le
besé los dedos.
-
Me
gustas mucho – le susurré mirándolo a los ojos. Supliqué que no recordara
aquello al otro día, porque si bien podían ser palabras de una noche cualquiera
en que las ganas superaban la razón, mis ojos no podían mentir con respecto al
nivel de importancia que le daba a él y a las palabras que acababan de salir de
mí. Era más que un capricho.
Me
besó bastante luego de escucharme decir aquello y me permitió tocarlo a mi
gusto. Para cuando finalizó la noche ambos estábamos desnudos envueltos en las
sábanas, y llamenle estupidez, confianza o aturdimiento post sexo, pero no me importó
recostarme junto a él, apagar la luz y dejarme ir entre sus brazos.
━━━━━ • •
❈
•
•
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No
desperté sino hasta que los gritos fueron demasiado escandalosos a mí alrededor.
-
¿Cómo
mierda pudiste…? – el gritó de Kiyoharu retumbó fuerte en la habitación. Estaba
seguro de que llevaba un buen tramo de minutos gritando lo mismo, cuando miré a
mi lado Sakura dormía con ambas manos juntas a un lado de su cara. Me hubiera
detenido a observar lo adorable de su expresión que no parecía tener conexión
con la realidad en que Kiyo gritaba, pero si lo hubiera mirado más de un par de
segundos temí que él hombre alterado allí presente pudiera intentar
estrangularlo.
Me
levanté aún algo atontado y me vestí para encarar a Kiyo. Si bien gran parte de
mí sentía culpa, otra parte menos amigable brillaba en satisfacción. No solo
porque había una gran noche con Sakura, que me atraía desde hace bastante, sino
que también podría darle punto final a algo que realmente estiré demasiado.
-
Kiyo…
- le dije en cuanto lo divisé caminando de un lado para otro en la cocina.
-
Todo
este tiempo estuve contigo, apoyándote, aguantándote, haciendo hasta lo
imposible por dedicarte cada… ¿Cómo? – estaba seguro de que empezaría a llorar– ¿Siquiera vas a pedirme perdón?
-
Sí…
- pestañeé con fuerza aún adormilado – Lo siento, aún no… despierto, yo… - de
pronto una taza voló en mi dirección y pude esquivarla solo por acto reflejo.
-
¡Mierda,
Kiyo!
-
¿Cómo
no me dirás nada? – él cerró los ojos y en su respiración fueron evidentes un
par de temblores. Quise acercarme para consolarlo pero habían un par de
cuchillos muy cerca de sus manos– Está bien, puedo entenderlo. Sakura es de
ciudad, es atractivo, te gusta, hasta a mí me gusta, pero ahora mismo le pedirás que
se vaya de nuestro departamento y nosotros tendremos una conversación acerca de
¡cómo me vas a compensar por esto!
-
Espera... ¿Qué? – nos miramos a los ojos en silencio unos instantes - ¿Realmente me
quieres tanto? Es decir yo acabo… de… y tú… ¿Lo dejarás pasar? ¿Realmente me
quieres tanto? - repetí.
-
¿Tú
no a mí? – lo miré sin decir nada y él trago aire de golpe cuando notó que no
respondería. Se puso de pie y limpió rápidamente la lágrima que se le escapó.
Kiyo podía ser gentil, entusiasta, amable gran parte del tiempo, pero no
lloraba con regularidad, y aún sabiendo eso, no me causaba más que culpa su
reacción. No dolía. Es que... ¿realmente cuánto puedes estirar una relación hasta
el punto en que te deje de importar a tal nivel tu propia pareja? Creí que lo
mejor que pude hacer por él era sacarlo de una patada de mi vida y obligarlo a
buscar algo mejor, cualquier cosa podía ser mejor que mi nulo afecto por él.
-
Kiyo
creo que lo mejor será que te vayas de mi departamento– su mandíbula se
desencajó. No me volvió a mirar, a paso rápido pasó junto a mí hasta la habitación
en donde estaba Sakura. Por precaución lo seguí, solo había ido a sacar sus
ropas del armario para meterlas en un bolso. Sus ojos lagrimeaban y parecía
decidido a no girarse para mirar a Sakura.
Cuando
pensé que podría irse de manera silenciosa y amable como solía ser conmigo todo
el tiempo, comenzó a lanzar cuanto objeto encontró, desde la puerta hasta la
habitación. Por instinto cerré la puerta para protegerme y como un loco comenzó
a golpear la puerta gritando cuanto insulto se le ocurrió. Fue en eso que
Sakura despertó, cuando me vio sujetando la puerta con mi espalda estaba
confundido y ambos dimos un salto cuando la puerta del apartamento se cerró en
un portazo.
-
¿Qué…?
– me dijo confundido sentándose en la cama, sosteniendo su cabeza con una mano
al minuto en que miraba las ropas por todos lados. No parecía sorprendido pero
si un poco avergonzado.
-
Sakura... – lo llamé con una voz temblorosa por todo lo sucedido. Él me miró – Creo que…
ahora si puedes quedarte aquí. Bienvenido.