miércoles, 24 de abril de 2019

One Shot: Expuesto



 Habíamos tocado juntos por primera vez después de tantos años y me sentía extraño… más que feliz, extasiado.

 Cuando Sakura renunció del todo a la L’arc en Ciel estuve tan convencido de que jamás volvería a sentir aquella satisfacción al compartir el escenario con él, que volver a repetirlo era realmente refrescante. Aunque fuera una gira como mi proyecto solista, no importaba, la canción, la interpretación y él continuaban siendo los mismos a su manera.

-       Deja de sonreír o te dolerá la cara – me dijo cuando se sentó en el auto junto a mí.

-       Llévanos a casa Moshi, por favor – le pedí al chofer. – ¿Es que solo yo me siento feliz acaso? – le pregunté a Sakura haciendo un puchero en su dirección, me miró de reojo para contestarme.

-       No, pero estas siendo muy obvio. En el camarín me comías con la mirada en frente de todos, estaba que te arrojaba un barril de agua fría para que te percataras de donde estábamos y con quienes. - ¿De verdad había sido así? No me había dado cuenta… aunque la razón si la tenía clara.

-       Es que te veías tan sexy con esa ropa…

-       Hide… - me regañó en un susurro, mirando de reojo al chofer.

-       Cálmate, me ha escuchado decir cosas peores.

-       Pero no a mí. – se sentó más lejos de mí cerrando los ojos, apoyando la nuca en la cabecera del asiento – Que bueno que no trabajamos juntos seguido, o ten por seguro que todos sabrían…  - me moví para sentarme más cerca de él. El chofer tenía la orden de hacer oídos sordos a mis conversaciones, pero aunque hubiera querido no hubiera podido percatarse de nada por la oscuridad y la música del auto. Puse una de mis manos en sus piernas.

-       ¿Te estas avergonzando de mí? – le pregunté con voz triste pero juguetona. Sabía que no era el caso, y también sabia que las pocas veces que Sakura gruñía de aquella manera era cuando se sentía avergonzado.

-       Claro que no… - se removió para sentarse bien, quitar mi mano y mirarme a los ojos. – Pero no quiero que tú o mi carrera peligren por esto. Lo hemos hablado, no hagas un drama.

-       Lo sé… Está bien, no te diré nada más. – me quedé sentado pegado a él, en silencio. Sakura cerró los ojos ya más tranquilo y lo miré varios segundos meticulosamente… Amaba a ese hombre. Amaba su forma de ser, su forma de sentir, amaba verlo tocar en el escenario de forma tan apasionada y sobre todo tan cerca de mí. Puse mi mano nuevamente en su pierna, pero él no se inmutó, entonces comencé a masajear cada vez más arriba. Se tensó, pero continuó sin abrir los ojos.

“Perfecto”, pensé.

Subí lentamente presionando sus muslos cada vez más cerca de su entrepierna, entonces sin voltear siquiera a mirar, comencé a tocar allí, sintiéndolo duro por debajo de la ropa. De pronto su mano tocó la mía para detenerme.

-       Si me haces jadear, te vas a arrepentir – susurró tan despacio que casi no lo oí, pero al mirarlo a los ojos vi que de todas formas quería que avanzara. Sakura y yo no nos veíamos tanto como nos gustaría, sin embargo solíamos disfrutar muy bien los pocos momentos juntos. Abrí el cierre de su pantalón, agradecido de su mala costumbre para no abrochar el botón, y metí la mano tocando sobre su ropa interior. Estaba húmedo, como siempre le ocurría cuando en aquellos tiempos compartíamos escenario. Mis dedos presionaron con fuerza su entrepierna a través de la ropa y Sakura volvió a cerrar los ojos, pero esta vez con el ceño fruncido. Le presioné allí por largos minutos una y otra vez sintiendo como se agradaba dentro de la ropa, entonces busqué el elástico de su ropa interior para dejar entrar mi mano a un contacto más directo, sin embargo, por la posición no pude hacerlo tan fácilmente. Él se acomodó sentándose más hacía abajo, permitiéndome tocarlo sin problemas.

“Sabía que morías de ganas también”, quería decirle muchas cosas que sentía por él en ese momento, pero se avergonzaría demasiado si alguna palabra salía de mi boca en frente del chofer. Metí mi mano tocando la humedad en su erección, esta vez si pude tocar como yo quería. Lo masturbé lentamente mientras la música ocultaba su respiración acelerada. Comencé a excitarme también a medida que lo escuchaba respirar, y me mordí tan fuerte el labio que sentí el sabor a sangre en unos segundos. Aguantar no era lo mío y aún faltaban varios minutos de camino.

-       Siéntate igual que yo – susurró de pronto mirándome con aquellos ojos comprensivos y juguetones, que solía ser una mirada solo para mí.  – No te muerdas tan fuerte… - me regañó mirando mi labio mientras me sentaba como él y me desabrochaba el pantalón yo mismo en silencio. Lo abrí y estiré el elástico de mi ropa interior para permitirle dejar entrar su mano, odié haberme puesto ropa interior, casi nunca lo hacía.  – Sin ruidos… - me advirtió.

-       Si… - abrí la boca en cuanto sentí su mano tocar mi entrepierna, no tan erecta como la suya, pero en camino a ello. Amaba sentir su roce tanto como amaba tocarlo. Sakura era la única persona que me hacía sentir conforme en todos los aspectos de una relación. Continué masturbando con mi mano que parecía sincronizada con la suya, si apresuraba el roce, yo también lo hacía, y así en ningún momento chocamos nuestros brazos con los movimientos. De pronto la humedad de su erección y mi mano comenzaron a hacer sonidos lo que me llevó a tocarlo más despacio y él a mí, cuando yo quería más. Debí respirar profundamente para controlarme, en cualquier instante me sentaría sobre él olvidando al chofer.  – Moshi – llamé al conductor de pronto con voz tranquila, aunque ronca, Sakura se quedó congelado – ¿Podrías subirle el volumen a esa canción? – inmediatamente lo hizo. – Un poco más… así está bien Moshi, gracias. – la música había quedado tan alta que sería imposible que nos escuchara.

-       Desvergonzado – me dijo ya sin susurrar – Ahora pídele que quite el espejo retrovisor para ser más obvio. – me reí de sus nervios. Proseguí con mi misión de masturbarlo, esta vez sin que siquiera yo pudiera escuchar los sonidos propios de la humedad de su entrepierna, tampoco podía escuchar la mía, la música estaba muy fuerte, de pronto caí en una idea y fue que comencé a tocarlo de arriba hacia abajo con rapidez y presión.

-       Oye, tenemos hasta que la canción acabe, así que apúrate.  – no dijo nada pero comenzó a apresurar el roce tocando toda mi entrepierna a ratos, sobre todo la punta.

-       Mmm… - se me escapó, pero Sakura no me regañó, solo lo vi sonreír mientras me observaba con la mirada excitada. De pronto lo sentí temblar y lo miré con más atención, estaba sonrojado… unos segundos más y acabaría, moría por verlo.

Moví la mano sin ánimos de perder el ritmo, estaba casi tan agitado como él, pero al entrar en la desesperación del orgasmo presionó mi erección dejando su mano quieta mientras que se derramaba en la mía. No hizo ruido alguno, solo abrió su boca ligeramente para soltar el aire contenido y cerró los ojos con fuerza, aunque aún respiraba agitado y estaba visiblemente afectado, volvió a mover su mano buscando mi orgasmo, yo no quité mi mano de su entrepierna.  Esta vez sus movimientos no frenaron ni perdió el ritmo, apoyó su cabeza en mi hombro para escucharme mejor, aunque intenté no hacer ruido como él, para mí era un poco más difícil controlarme, sobre todo cuando se trataba de él tocándome.

-       Ah… - soltaron mis labios sin control cuando estaba cerca… me tapé la boca con la mano libre y ahogué los sonidos que se asomaban. Temblaron mis piernas y me derramé en su mano mientras sin ser consciente movía mis caderas hacia ella, acto placentero que solía hacer cuando estábamos juntos en la cama, era algo que sabía que a él le gustaba y se había hecho parte de mí. Respiré agitado largos minutos, mientras él, al igual que yo, dejó su mano permanecer allí, solo que él acarició mi entrepierna con cierta ternura, provocándome cosquillas. – No hagas eso…

-       Estamos por llegar, enderézate.

Quité la mano de su entrepierna y él quitó la suya de la mía, ambos nos abrochamos a la par los pantalones y nos sentamos como si nada hubiera pasado, hasta con un poco de distancia entre nosotros. Observé por el espejo retrovisor a Moshi, quien iba feliz cantando en voz baja el final de la canción. En medio de la oscuridad su mano tomó la mía.

-       ¿Seguro quieres tomar esa mano? – bromeé mirándolo risueño, él me observó con una media sonrisa.

-       ¿Y cuál crees que te estoy ofreciendo yo? – carcajeé.

En cuanto nos bajamos del auto y entramos a casa, me sentía sumamente agotado.

-       Creo que iré directo a dormir…

-       Primero lávate la mano – me dijo mientras me quitaba el abrigo, lo miré y me chupé los dedos mirándolo a los ojos. Su cara pasó de la impresión al asco.

-       Ay Hide, ve a lavarte la boca también.

-       Pero si te gusta acabar en mi boca, ¿desde cuándo tanto asco?

-       Pero es distinto, en esos momentos está fresco – de pronto explotó de la risa por lo que había dicho.

-       ¿Qué mierda dijiste? – me reí con él también.

-       Ya vamos, bañémonos juntos.

-       No… yo quiero ir directo a la cama…- no me dejó reclamar demasiado,me arrastró hasta la ducha.


-       Al menos podríamos meternos en la bañera… - me quejé cuando tocó el agua de la ducha para verificar la temperatura.

-       Lo pensé, pero me quedaré dormido si me relajo demasiado…

-       ¿Tan cansado estas?

-       Hide – me dijo mientras me quitaba la ropa como si yo fuera un niño –No me tienes acostumbrado a tener sexo hasta la cinco de la mañana todos los días. Yo no entiendo como tú no estás cansado.

-       Ah… eso… es que dormí siesta… - cuando terminó, proseguí a quitarle la ropa yo – Pobre, pobre de ti… – ambos reímos y nos pusimos bajo el agua juntos.

-       No me quejo… también tenía muchas ganas de verte… - cerró los ojos sintiendo el agua caliente relajarlo y lo abracé. Me gustaba mucho el tacto de la piel desnudo bajo el agua. Él me devolvió el abrazo.

-       Nos tenemos que poner al día – concluí del tema de conversación, él soltó una carcajada y acarició mi cabello.

-       ¿Has estado bien? – levanté el rostro para observarlo, por alguna razón la pregunta me descolocó y entonces recordé que él había sido él ultimo en hacerla un par de meses atrás.

-       Si… estoy bien. ¿Tú estás bien? – sonrió y asintió, volví a hundir mi rostro en su pecho. – Que me gusta sentirte cerca… sé que te molesta un poco que sea tan empalagoso, pero es que realmente te extrañé.

-       Nunca te he dicho que me moleste. – sonreí. No, realmente no lo había dicho, solo que a él le costaba reaccionar frente a mi exceso de amor cada vez que nos acabábamos de volver a ver luego de demasiado tiempo.

-       Ya-chan…

-       Dime

-       ¿Me dejarías lavarte el cabello?

-       Ah… claro, pero ¿cómo lo hacemos si eres tan enano?

-       Pues siéntate. – me miró feo y de malas se sentó, me daba risa como podía ser tan gruñón. Coloqué shampoo en su ya mojado cabello y comencé a masajear, me gustaba cuidar de él, usualmente era él quien me consentía, pero me gustaba que a veces notara cómo yo también lo quería sin reparos.

Masajeé más de lo necesario el shampoo en su cabello y lo enjuagué, también comencé a acariciarlo con la esponja de baño, dejando con jabón y espuma su cuerpo.

-       Lávame bien – me dijo cuando notó lo entretenido que yo estaba. De pronto se me ocurrió una idea. Me puse de frente a él y comencé a pasar la esponja por sus piernas y de a poco subí por sus muslos, él se tensó cuando vio mis ojos -¿Qué harás… ah… - no lo dejé terminar su frase, me metí su entrepierna en la boca– Mmm… au, tranquilo, más lento… - me pidió cuando arremetí con ansiedad lamiendo como si se me fuera la vida en ello. Quité su entrepierna de mi boca solo para dedicarle más atención al glande, succionándolo despacio y rozando mis dientes por él, luego volví a meterla chupando con fuerza y moviendo mi boca de arriba hacía abajo. En pocos minutos lo sentí agrandarse.

-       Por fin, estas un poco cansado parece – le dije con una risita, usualmente Sakura se excitaba con facilidad, pero era cuestión de ver sus ojos hinchados para entender el por qué.

-       Te voy a demandar por explotación sexual – me reí. 

  – Hum… ¿debería dejarte dormir?

-       No, ya me excitaste, ahora te haces cargo – reímos los dos. Tomó un poco de shampoo y lo pasó por mi cabello mojado.  Yo volví a meter su ahora erección en mi boca, mientras él me lavaba el cabello. La escena me divertía, pero amaba tener su miembro en mi boca para distraerme con ello. Me excitaba excitarlo, como no me ocurría con nadie. Mi afecto por Sakura era lo menos egoísta que era capaz de sentir.

-       Aah… mm… - sentí el líquido preseminal agriando mi boca y fue entonces que lo dejé. Él me miró a la espera de mi próximo movimiento, de pronto me surgió una necesidad que había sacudido mi cabeza muchas otras veces, pero jamás se la había confesado. Me metí entre sus piernas abiertas y él masturbo nuestras erecciones con una sola mano. Besé su boca, inconscientemente mi postura cambio de una forma no habitual entre nosotros, levanté mi erección desasiendo su toque y abrí sus piernas mientras empujaba suavemente mi erección con la suya, él me devolvió él beso algo tenso, pero sus manos acariciaron mi cadera sin frenarme. Mi corazón latió extasiado. Sin pensar, tomé mi miembro y busqué acariciarlo con su cuerpo mientras él tenía las piernas abiertas, bajé por su erección, rocé su perineo y bajé un poco más, solo entonces Sakura me alejó.  

- ¿Qué haces? – su voz sonó extraña, entre curiosa y nerviosa.

-       Solo… quería intentar… - ¿cómo se lo decía? Él espero mirándome mientras mi erección aún rozaba el exterior de su parte baja. – Intentar…  lo que tú haces conmigo…

-       ¿Quieres que sea el pasivo? – su expresión era la negativa más clara a lo que yo pretendía.

-       ¿Por qué no? – mi tono sonaba más a una súplica que una pregunta.

-       Porque no quiero… aléjate de esa zona – me dio un suave empuje para que yo quitara mi entrepierna del lugar, lo miré ofendido.

-       No entiendo porque te cierras tanto a la idea, si es lo que yo siempre he hecho por ti, naturalmente en algún momento te pediría que tú también hicieras el esfuerzo.  – arrugó el ceño y se puso de pie tomando una toalla y envolviéndose en ella.

-       ¿Qué haces?

-       Me voy a dormir.

-       Pero… estábamos en algo…

-       Ya no.

-       Oh vamos, Sakura. ¿Te irás a dormir con las ganas o prefieres que yo te las quité? – le dije sugerente, dispuesto a dejar mi petición de lado.

-       No sería primera vez que me duermo con las ganas, estoy acostumbrado a que no estés. – cerró la puerta detrás de él tras terminar de hablar. Me quedé allí, sintiendo el agua de la ducha caer sobre mí.

¿Lo había ofendido?


Cuando salí de la ducha no tenía buenos ánimos, no me gustaba tener ese tipo de discusiones con Sakura, aunque no se le podía llamar así si ni siquiera lo habíamos hablado, ¿no?

Cuando fui a la habitación por mi pijama, lo vi durmiendo profundamente. Sus ronquidos poco habituales me hicieron darme una idea de qué tan cansado se sentía. Suspiré. Me arrepentía de habérselo dicho, pero llevaba varios meses con la idea presente en la cabeza, imaginando sus gemidos, y su cuerpo en las posturas que él usualmente elegía para entrar en mí.

Lo miré dormir un rato y luego bajé a ver un poco de televisión en el sofá. Sentía que Sakura me había reclamado por mi poca estadía en casa, y si bien era cierto que últimamente mi carrera de solista me exigía tiempo, mis ausencias no eran nada en ese momento comparadas con las planificadas para futuro. ¿Y si Sakura se aburría de mí? Podría encontrar a otra persona en su vida y querer establecerse, lejos de la poca rutina que yo le podía ofrecer. Aquella idea no me gustaba…

No estoy seguro de cuando me quedé dormido, pero desperté sintiendo más cansancio que el día anterior. Sakura estaba en la cocina preparando el desayuno en silencio.

-       Dormí horrible – me quejé en cuanto entré en la cocina, él no se volteó a mirarme. Suspiré, detestaba aquella sensación de pesar que solo nacía cuando él estaba molesto conmigo. - ¿Estás molesto? – volteó a observarme con una ceja inclinada.

-       No.

-       Suenas molesto.

-       No lo estoy Hide. – suspiré sin creerle –Siéntate, voy a servir la comida.

-       No tengo hambre. 

Preferí dejarlo solo, realmente no tenía hambre. Podía enojarme con cualquier persona y no me afectaba, pero la tensión en las relaciones con Sakura siempre me terminaba por agotar. Fui a la cama y me recosté en ella, aún estaba tibia por el calor suyo.  Me quedé tendido queriendo dormir pero mi cerebro tenía otros planes, torturarme. Comencé a pensar y pensar, de pronto estaba lleno de miedo de que Sakura quisiera alejarse de mí.

-       Te estas comportando muy raro – me dijo desde la puerta. Lo miré sintiendo mis ojos húmedos. Afortunadamente aún nada salía de ellos.

-       Tú estás raro… molesto, aunque no lo admitas.

-       No estoy molesto – se acercó a la cama y se recostó junto a mí, pero sin taparse - ¿Por qué no dormiste conmigo anoche?

-       Hum… no fue con intención, solo me dormí viendo televisión, aunque cuando vine a la habitación estabas roncando tan fuerte que dudo hubiera podido dormir contigo de todas formas.

-       ¿Roncando?

-       Si… a veces roncas cuando estas muy cansado… - me miró extrañado, pero lo ignoré intentando no reírme de su cara.

-       Entonces… ¿no fue porque estuvieras enfadado?

-       Claro que no. ¿Cuándo me he sacrificado a dormir en el sofá por eso? Si ese hubiera sido el caso, tú te hubieras sacrificado. – se rió despacio y acercó su rostro para darme un beso suave, pero yo no le respondí.  – Eres muy injusto. – lo dije en tono acusatorio, él me observó con la misma mirada a la defensiva que cuando habíamos estado en la ducha, sabía de qué le estaba hablando.

-       Lo sé… ¿De verdad te vas a poner así porque no quiero hacer algo en la cama?

-       No es un “algo” menor. – me defendí.

-       Pero no deja de ser algo sobre sexo a lo que le estas tomando demasiada importancia. Si tu no quisieras hacer algo en la cama, yo no te insistiría tanto.

-       ¿Ah no? – él negó con la cabeza – Bien, pues si tú no quieres ser el pasivo, aunque sea una sola vez, me niego a seguir siéndolo yo. 

-       ¿Eso quiere decir que no tendremos sexo? – negué con la cabeza. Suspiró – Vaya manera madura que tienes de arreglar las cosas. Bien, me tengo que ir – se puso de pie y fue hasta el armario para tomar un abrigo.

-       ¿No vamos a discutir esto? – le pregunté sintiéndome frustrado.

-       ¿Para qué? Ya tomaste tú decisión. – cerró la puerta sin siquiera mirarme y yo ahogué un insulto en la almohada.

Durante la tarde de aquel día fui al estudio a realizar el ajuste de idioma en algunas canciones, aprender ingles me era muy difícil, por lo que un amigo me ayudaba a corregir las letras y ajustar los tiempos. Sin embargo estaba de tan mal humor que el staff temió corregirme, haciendo que el trabajo del día fuera más lento de lo usual, probablemente terminara desechando todo lo que hiciese ese día.

Me quedé tendido un rato en el sofá mientras escuchaba la pista grabada, pero no podía concentrarme, solo podía pensar en la discusión de la mañana. ¿No era importante, no? Es decir, si él no quería no debía de ser tan importante… ¿Pero porque me sentía tan mal en relación con Sakura? Aquel sentimiento de inseguridad me latía fuerte, él era importante para mí, probablemente quien más me importaba, tener dificultades con él que era mi pilar, me hacía sentirme temblar, como si en cualquier momento fuera a caer. Decidí llamarlo a su estudio queriendo deshacerme con cierta desesperación del sentimiento que amenazaba con crecer.

-       ¿Diga? – contestó él la llamada.

-       Hola – le saludé de forma inusual, no solía llamarlo, menos cuando estábamos en la misma ciudad.

-       ¿Pasó algo? – su voz preocupada me calmó.

-       No… solo… quería hablar contigo.

-       ¿Estás bien?  - asentí.

-       Solo… algo preocupado, no me gusta que peleemos…  - él suspiró.

-       Entonces no le des tanta importancia.

-       Pero… es que no es justo Sakura, además… llevo mucho tiempo queriéndolo y solo no me atrevía a decírtelo… - me mordí la lengua, ¿de verdad iba a insistir? De pronto temí que Sakura se volviera a enfadar.

-       A veces siento que solo llegas a casa por sexo. – soltó de pronto dejándome congelado del otro lado del teléfono. ¿Qué?

-       ¿Qué mierda acabas de decir? – entonces me enfadé yo. ¿Cómo se le podía ocurrir aquello? Sentí sus palabras como una falta de respeto a mis sentimientos por él.

-       Que en los últimos dos años te has quedado en lugares cerca del estudio, las únicas noches que llegas a casa, tenemos sexo y te duermes. Cuando despierto al otro día ya no estás. Y ahora que estas en casa porque tienes un horario más relajado de grabación, te enfadas si no quiero algo referente a sexo y ni siquiera duermes conmigo… En dos años estoy seguro de que como mucho habremos salido una sola vez a algún lugar juntos, ni siquiera cenamos juntos en casa– se quedó callado, yo no respondí, entonces agregó con un tono más suave - No te quiero reclamar, pero si tus sentimientos han cambiado, agradecería que me lo dijeras.

-       No… claro que no han cambiado… Mierda, claro que no. Sakura tú sigues siendo para mí tan importante como lo eras hace dos, tres o seis años atrás… No puedo creer que realmente pienses que mis sentimientos son superficiales…

-       No te indignes, jamás te he reprochado nada Hide. Pero si lo estoy haciendo en este momento es porque realmente noto que las cosas han cambiado entre nosotros. -  de pronto las lágrimas se me comenzaron a escapar impulsadas por el sentimiento de angustia que crecía, no las pude controlar. Sakura se quedó en silencio probablemente esperando que yo hablara, pero un sollozo traicionero le dio una pista de lo que ocurría a mi lado de la llamada. – Oye… ¿estás llorando? – corté la llamada.

No quería hablar más con él, sequé mis ojos y traté de respirar profundo, me puse el abrigo y cuando me dirigía hasta la puerta para salir, el teléfono sonó. Miré el teléfono antes de abrir la puerta, pero no lo contesté.

Caminé por la ciudad mientras anochecía… pero el tumulto de gente me hizo alejarme del centro. Fui entonces hasta un mirador que daba hacia el mar. Me gustaba mucho aquel lugar, tenía varios arbustos alrededor de una banca que quedaba alejada de todo, aunque a veces encontraba condones en el lugar, ya que al ser tan solitario podía deducir a qué solían recurrir a él. Al menos yo jamás me había encontrado con alguien allí.

Sentado solo en medio del silencio dejé el enojo y la frustración salir en forma de lágrimas. ¿En que momento le había hecho creer que ya no lo quería? ¿Cómo lo arreglaba? Sabía que el itinerario a futuro con mi proyecto me exigía mucha más ausencia, Sakura se enfadaría y tal vez optaría por despedirse de mi compañía del todo… La idea me aterraba.

A medida que avanzó el tiempo el cielo oscureció y no hubiera diferenciado el mar que se apreciaba a la lejanía si no hubiera sido por un par de botes que alumbraban el puerto de la ciudad.

-       Sabía que te encontraría aquí. –la voz de Sakura apareció en medio de la nada, haciéndome dar un salto del susto. Lo miré con impresión, pero no le pude hablar, hay nudos en la garganta que realmente ahogan la voz. Se sentó junto a mí y sin decirme nada me abrazó.  Cerré los ojos respirando su olor mezclado con nicotina, y la calidez del momento me hizo volver a llorar. – No llores… Lo lamento, no pensé que reaccionarías de esta forma, de lo contrario no hubiera dicho nada… es solo que…

-       ¿Llevas mucho tiempo pensándolo? – mi voz sonaba temblorosa por lo que carraspeé intentando tener algo de dignidad, pero no resultó.

-       No hablemos sobre eso…

-       Contéstame, quiero saber. – apreté su cuerpo entre mis brazos, quería tenerlo más cerca.

-       Como un año…

-       Un año… - repetí… - Que tortura… lo siento tanto…  - de pronto él se tensó y me alejó un poco aunque yo intenté aferrarme a su abrazo, finalmente logró poner la distancia suficiente para mirarme a los ojos.

-       ¿Aún me quieres? – vi en sus ojos que realmente necesitaba escuchar mi respuesta, el simple hecho de que lo necesitara me causaba culpa. ¿Habría tenido malas noches pensando en esto?

-       Claro que si… - cerró los ojos y me volvió a abrazar.

-       Entonces no hay nada más que hablar al respecto, vamos a casa Hide…- me levantó casi a rastras y me colocó la capucha del suéter. Luego tomó mi mano y caminó conmigo tomado de ella por varias calles.

-       Nunca tomas mi mano para caminar…

-       Eso es porque nunca vamos a caminar… - no me miró para contestar, se veía algo triste con la situación al igual que yo.

-       Tienes razón…  - de pronto pasamos por fuera de un restaurante de ramen donde se sentía un olor delicioso - ¿Podríamos…? Ah, pero no traje mi cartera con dinero… - él me puso mala cara.

-       ¿Qué excusa es esa para que te invite a comer? Que descaro… - dijo en plan de broma mientras entraba conmigo de la mano al restaurante.

Llevábamos años sin comer en un restaurante local, usualmente yo lo invitaba a lugares más lujosos en donde pudiéramos conseguir un privado para comer tranquilos sin preocuparnos de que nos reconocieran estando juntos, pero a él no le gustaba tanto lujo, por lo que de a poco desechamos aquellas salidas. Sin embargo esos pequeños lugares si eran de su gusto. Sabia que pasaba todos los días a comer a los que quedaban alrededor del barrio donde vivíamos, y hablaba con los ancianos hasta altas horas de la noche, había uno que usualmente le pedía ayuda para cerrar, ya que sufría de la espalda.

Él pidió por los dos sin preguntarme, me gustaba que hiciera aquello, siempre adivinaba exactamente lo que quería comer.

Ambos hablamos con el anciano que no tenía ni menor idea de quiénes éramos. La charla cotidiana y el ramen recién preparado eran delicias para alguien que solía estar rodeado de gente que buscaba siempre agradar con lujos. Recordé una de las tantas cosas por las que me gustaba Sakura entonces, la simpleza, la humildad, la negación al lujo, mi cable a tierra.

Cuando volvimos a casa, ambos nos sentíamos evidentemente de mejor ánimo.

-       Deberíamos hacer esto más seguido. – le pedí mirando nuestras manos al caminar.

-       Si… pero para eso debes estar en casa más seguido. – de pronto me quede de pie sin caminar, su frase me había recordado lo que no había querido contarle aún.

-       ¿Qué pasa? – lo miré preocupado de su reacción. Bajé la mirada - ¿Qué me tienes que decir? – tragué saliva de forma notoria.

-       Tengo planificada una gira… y grabar un disco a la par… - mi tono sonaba a suplica – Eso significa que yo…

-       No estarás en casa por un par de meses. – terminó mi frase con la voz fría, lo miré… sus ojos me dolían, me acusaban y aceptaba la culpa.

-       Perdóname… - él suspiró, soltó mi mano y camino solo, dejándome atrás. Caminé para alcanzarlo, pero él al ser más alto y apresurar el paso simplemente me dejó atrás.

Me sentí solo… Sentí que lo estaba perdiendo.

Cuando entré en casa, tal vez diez minutos después que él, todo estaba oscuro, decidí que aquel día probablemente yo tuviese que dormir en el sofá. Intuí que Sakura no querría compartir la cama conmigo y aceptaba que quien debía sacrificar la comodidad era yo. Fui al baño a lavarme los dientes y la cara, tenía los ojos hinchados. Luego fui a la habitación por un pijama, estaba oscuro por lo que creí que se había acostado a dormir, a tientas entré para quitar mi pijama de debajo de mi almohada, y entonces lo escuché sollozar. Me congelé, literalmente, sentí un frio de culpa que no recordaba haber sentido jamás. Los sollozos de Sakura no pararon a pesar de que escuchaba su garganta tragando saliva intentando controlarse. Encendí la lámpara y lo vi sentado en el suelo al otro lado de la cama, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro entre ellas, la imagen me hizo querer quebrarme allí mismo.

Fui hasta él y me arrodillé para abrazarlo.

-       Perdóname, no llores, no llores por favor… Ya-chan, no llores – mi tono en súplica no demostraba ni la mitad de necesidad que tenía porque dejara de sentirse de aquella manera, hacerle daño a él me era insoportable.

-       ¿Por qué no te das cuenta? – me dijo con la voz rota, levantó el rostro y trato de secarse las lágrimas que no tardaban en ser reemplazadas por otras – Estoy aquí, esperándote todos los días, esperando una llamada, que llegues a casa, que te acuerdes que estoy aquí… Todos los días por dos años me has dejado esperándote y yo he permanecido aquí… Cada vez llegas menos… en el último año solo ha sido sexo… Todos los días yo… - volvió a esconder su rostro entre sus manos, sus hombros temblaban, verlo tan afectado me desconcertaba, no sabía qué hacer.

-       Ya-chan, lo siento tanto… como tu siempre haz demostrado que puedes estar sin mí, que no me necesitas pero escoges estar conmigo, entonces yo… simplemente creí que no pasaría nada si permanecía tanto tiempo fuera de casa… Lo lamento, lo lamento tanto… - no podía abrazar como quería su cuerpo en aquella posición, por lo me dediqué a besar la poca piel que se veía, la de sus manos, la de su cuello y un poco de su hombro. El sollozó unos minutos más, acaricié su cabello y abrí mi corazón como si aquello le consolara de alguna manera – Siempre he pensado en ti como alguien que no me necesita, pero que yo si necesito. Estaba tan seguro de que disfrutabas nuestra vida de “espacio”, que nunca pensé que me extrañarías… Lo lamento… y lo lamento por lo que se viene, puedo cambiar los planes y grabar cuando la gire termine, ojalá pudiéramos vernos en algunos lugares de la gira así podríamos salir juntos, como vacaciones… Sé que también tienes planes pero tú también estarás de gira, ¿no? Podremos vernos en algunos puntos y… haré lo que me pidas para que sientas que mis sentimientos por ti están intactos, lo que pidas…

-       No quiero pedirte nada… - susurró aún con el rostro escondido pero ya mucho más controlado, aunque sus hombros saltaban por los sollozos de a segundos, ya no le ahogaban como en un comienzo – Quiero que salga de tí – levantó el rostro limpiándose la cara sin mirarme a mí – Que elijas estar conmigo a trabajar… tan simple como eso.

Estiró sus piernas al parecer incómodo ya con la posición y me permití abrazarlo entonces con comodidad, me senté sobre su regazo y envolví su cuello con mis manos.

-       Perdóname por esto… - le pedí en el oído. Abracé su cuerpo con fuerza, como si pudiera exprimir el dolor. – Nunca te había visto así…

-       Nunca me había puesto así… - confesó volviendo a secar un par de lágrimas – Estaba un poco ahogado– me alejé para mirarle el rostro.

-       Eres la persona que más quiero. Lamento hacerte daño…

-       No me digas eso… no me gusta sentir que soy una carga que debes cuidar.

-       Es justamente por eso que he olvidado cuidar lo nuestro, así que deja de ser tan orgulloso y demuéstrame que a veces, aunque sean poquitas veces, tú también me necesitas.  – me miró a los ojos y de pronto tomó con ambas manos mi rostro para asegurarse de que yo lo mirara.

-       Te necesito siempre –su voz firme caló hondo en mí. – Siempre te he necesitado, cada día, por eso te llamo cuando tú no llamas, por eso te pido venir a casa….

-       Te amo – le dije sincero. Habían pasado años desde que no lo decía, ni siquiera recordaba cuantos, las lágrimas se me escaparon por montones cuando vi en sus ojos que estaba dañándolo. Tenía dos opciones claras en mi mente; o lo dejaba para asegurarme de que ya no sería el culpable para causarle aquel daño otra vez, o permanecía con él y hacía todo lo posible por hacerlo feliz. Por la fuerza de mis sentimientos, es que solo podía realizar la ultima opción. Lo besé con fuerza, como si aquello le dejara más claro que necesitaba de él, pero Sakura se alejó de mí.

-       No es necesario estamparme la boca de esa forma – se quejó con el rostro apenado – Bésame como una persona normal, que necesita hacerle sentir a su pareja que lo ama – su tono suave y dulce en aquella simple y significativa oración me hizo derretirme. Lo besé, dedicando especial atención a que mi lengua masajeara la suya en una caricia tierna.  Cuando nos separamos él se inclinó hacía mí para esconder su rostro en el hueco de mi cuello. Sakura era muy alto, la posición le costaba la comodidad, pero la mantuvo por varios segundos, luego susurró tan despacio que no estuve seguro de si lo escuché o lo imaginé – Te amo…

Acaricié su cabello por un momento y fui yo el que termino abrazándolo y siendo acunado en sus brazos, pero nunca dejé de acariciarle.

-       ¿Estás mejor? - pregunté apoyado en su hombro.

-       Si…

-       No te preocupes más, llegaré a casa todos los días, y si estoy de gira, tal vez puedas venir conmigo…

-       No es necesario que seas extremista. – me reí sin ganas.

-       Solo… quédate tranquilo con eso, lo resolveré. – él no contestó. Me enderecé para mirarlo - ¿No me crees?

-       No es eso… - tomó un mechón de mi cabello y lo colocó detrás de mi oreja - Es solo que, no me gusta ser el que interfiera con tus planes, es por eso… que nunca te reclamé nada…

-       Prefiero que me digas si algo te molesta, sobre todo si te causa algún sentimiento negativo… Mira como te pusiste por acumularlos… - acaricié su rostro con pesar. Sabía que se sentía avergonzado por haber llorado y que quería solo olvidar lo que había ocurrido, pero no podía dejar de repetirle aquello para evitar que volviera a suceder.

Lo besé mientras lo veía algo avergonzado, quise quitarle los pensamientos negativos de la mente, pero él me alejo.

-       ¿Qué pasa? – le pregunté confundido.

-       ¿Desde hace cuanto que te gusta la idea de cambiar de posición? – entendí inmediatamente que hablaba de la discusión de la noche pasada.

-       Desde hace algunos meses… ¿Por qué? ¿Estás pensando en intentarlo? – mi voz sonó más animada de lo que quería. El suspiró.

-       No…

-       Puedo… preguntar, ¿Por qué no?

-          No.

-          Sakura… - intenté mirarlo para obtener una respuesta de su parte, una sincera, pero él desvió la mirada- ¿Qué es lo que te asusta?

-          No es que algo me asuste Hideto… - se sentó en la cama, lejos de mí.

-          ¿Entonces?  - me senté sobre sus piernas ignorando sus intentos de alejarse de mí y lo abracé. El escondió el rostro nuevamente en mí.

-          Es que me da vergüenza idiota. - ¿Eh?

-          Pero soy yo, si hasta te he visto en el baño, ¿Por qué esto te daría vergüenza? – acaricié su cabello, me sentí fuera de contexto enterneciéndome con su timidez.

-          Pero es algo que no he hecho… que no me atrae hacer… es decir, que no siento que haría yo, no puedo imaginarlo si quiera.

-          Una vez me dijiste que antes de conocerme, nunca te hubieras imaginado acostándote con un hombre… - el asintió – bueno, aquí estoy yo, para hacer lo imposible otra vez – él se rio. Acaricié su cabello y volví a repetirle – soy yo… pero esta bien, no insistiré. – prometí.

-          … lo siento…

-          No te preocupes, solo es un detalle, no importa.

-          Mmm… puedo… decirte que al menos lo pensaré… - quedé extrañado y sentí algo de ternura, noté que solo cedió de esa mínima forma, en cuanto yo prometí no insistir, como si aún creyera que mis intenciones con él solo se basaban en sexo. Suspiré.

-          Realmente no tienes que hacerlo. – lo abracé fuerte y me coloqué junto a él para acunarlo en mis brazos, deseé que mi cuerpo fuera más grande para poder hacerlo sentir protegido, pero sabía que, aunque no fuera así, lo podía proteger a mi manera.






Cuando acabó el concierto corrí hasta el camarín para darme una ducha rápida y lanzarme al auto.

-          Moshi, tenemos solo diez minutos para llegar, las calles de Osaka no son como las de Tokio así que si vas por el camino que te indiqué temprano deberías llegar a tiempo.

-          De acuerdo –estaba ansioso por alcanzar a ver a Sakura tocar con su banda. Ambos estábamos de gira en Osaka, y aunque llevábamos solo una semana sin vernos, ya me parecía demasiado tiempo. Me había acostumbrado a nuestra rutina familiar de cada día. Al comenzar la gira, la separación me golpeó fuerte, lo extrañaba demasiado, por lo que estaba habitualmente llamándolo, incluso sus compañeros de banda le decían que tenía una novia obsesiva. Claro que no sabían que era yo.

Alcancé a llegar para las últimas tres canciones.

Luego fui con Moshi hasta el hotel, algo desanimado por perderme casi todo el concierto. Subí en el ascensor hasta su cuarto, viendo de reojo como un par de integrantes de su banda estaban en el bar.

Toqué la puerta de su habitación con nuestro singular golpe rítmico que le indicaba que era yo.

-          Hola… ¿por qué ese puchero? – cuando me abrió la puerta llevaba solo un pantalón de pijama holgado puesto. Tenía el cabello mojado. Entré sintiéndome derrotado.

-          Llegué muy tarde… solo vi las últimas tres canciones…

-          ¿Ah? ¿Fuiste al concierto?

-          Claro que fui… pero no alcancé a llegar a tiempo… - él se rio de mí.

-          Tengo esto que te cambiará la cara. – de pronto quitó la tapa a una olla que estaba servida en la mesa.

-          ¡Curry!

Mientras cenábamos le comenté acerca de los problemas técnicos antes del concierto. En mi banda había dos amigos de Sakura, por lo que él se divertía escuchando historias sobre ellos. Él también me comentaba sobre su banda, pero a veces sentía que se medía.

-          ¿Por qué pones esa cara? – le pregunté cuando se quedó callado en medio del relato.

-          Es que a veces creo que te pones un poco celoso…

-          Já. – me reí fuerte, me miró extrañado – Más que un poco. – ambos reímos – Pero tranquilo, entiendo. No es como que nosotros podamos solo formar una banda sin robarnos a Ken y que con el tiempo Tetsuya quiera unirse, y de pronto tener otro L’arc en Ciel, pero esta vez uno sin disquera publicitaria y tocando en bares de esos donde no caben las baterías. – él se puso de pie y rodeo la mesa, estiró los brazos hacía a mí para indicarme que fuera hasta él - … ¿Qué sucede?  - me abrazó en cuanto me tuvo cerca.

-          Nada… solo ya hemos hablado suficiente.

-          ¿Me estas haciendo callar? – fingí indignación y lo miré con una sonrisa, él se veía un poco extraño, tal vez nervioso. - ¿Sucede algo? – negó con la cabeza, tomó mi rostro entre sus manos y me besó con ansiedad. – Mmm… - quedé hipnotizado por la sensación de su beso… una semana sin vernos y ya me sentía temblar con un simple beso. Nos quitamos la ropa en el pasillo mientras jugábamos a quien tenía el control. Finalmente caímos desnudos en la cama, Sakura se colocó entre mis piernas y deposito suaves besos en mi cuello, luego marcó un camino de saliva con su lengua hasta mi pezón, él que mordió con suavidad.

-          Ah… - por instinto lo aprisioné con mis piernas queriendo sentir pronto un roce de él en aquella zona, pero se tomó su tiempo para besar el otro pezón. – Mmm… - en medio del momento, estiré la mano para encender las comunes lámparas de hoteles que están junto a la cama, vi de reojo un lubricante sobre el velador. Me pareció atento de su parte llevarlo hasta la gira.  Metió mi erección en su boca y perdí la cordura, no supe donde estaba, solo sentir su lengua jugando con mi glande me hizo dar pequeños saltos incontrolables.

-          Tranquilo cariño… no quiero que acabes tan pronto… - lo miré con adoración - ¿Qué?

-          Me dijiste cariño… - me reí feliz, él puso los ojos en blancos restándole importancia. Luego volvió a meter mi erección en su boca.

-          Ah… - tomé su cabello y comencé a dar envestidas suaves contra su boca, aunque intenté no ir tan rápido por mi ansiedad, él no se contuvo y chupó con demasiada fuerza haciendo que casi acabara – Ya… aléjate de mí, que no voy a darte ese gusto – él se rio, se puso de pie colocando su erección a la altura de mi boca, pidiéndome sin decir una palabra que hiciera lo que más le gustaba.

Lo lamí con vehemencia y jugué con su erección en mi boca por largos minutos, me gustaba mirarlo mientras frotaba la lengua con la punta, como también cuando lo recorría desde la base y subía lentamente por él. Luego volvía a bajar y lamía sus testículos, no pude evitar bajar un poco más, hasta donde su posición me lo permitía. Las imágenes de mi tomándolo y no al revés se hicieron presentes en mi cabeza, pero intenté concentrarme en mi labor y dejar de desearlo con tantas ganas, él parecía darse cuenta aunque no decía nada al respecto. Tomó mi cabello comenzando a controlar las embestidas que le daba con mi boca, chupé fuerte hasta que las mejillas me dolieron, pero conseguí lo que quería con ello.

-          Aaaah… si… mm… - los gemidos de Sakura eran el mejor pago para mí. – Ya… aléjate – rió mientras alejaba mi cabeza tomándola por el cabello, pero yo me incliné para intentar chupar con fuerza una ultima vez la punta de su erección – Noo… - me pidió entre risas, luego me volvió a besar. El sabor agrio en mi boca lo hizo gruñir, me reí de él. – Mierda tengo tan mal sabor a comparación a ti…

-          Es porque yo solo como pasto, pero no me quejo, me gusta tu sabor… - le confesé.

-          Cállate – pidió avergonzado, me volví a reír cuando de pronto noté la extraña posición que estaba tomando, sentándose sobre mí. Busqué en los archivos en mi cabeza y no podía recordar ni una sola vez que se hubiera acomodado así, al no ser que pensara levantar mis piernas luego.

-          ¿Qué haces? – me calló con un beso permaneciendo allí, quieto, con las piernas abiertas sentado sobre mí y masturbando su erección con la mía. Sin pensar coloqué mis manos a cada lado de su cintura – Mmm… - bajó besando mi cuello y allí se quedó, cuando lo sentí levantarse un poco y mover en círculos su cadera, me quedé en blanco. ¿Realmente estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo? Posicionó mi erección debajo de él y repitió aquellos movimientos volviendo a esconder su rostro en mi cuello, estaba tan excitado por lo que estaba viendo que temí terminar con solo la visual- Ya-chan…

-          Eres tan enano que esto no está resultando como creí - susurró desde su escondite.

-          Entonces quita tu rostro de ahí y déjame mirarte…

-          No. – pasé mis uñas por sus omoplatos y él se enderezó de inmediato por las cosquillas.

-          No hagas eso… - lo miré excitado por el sonrojo en sus mejillas y me mordí el labio.

-          Entonces… ¿Quieres hacer lo que creo que quieres hacer?

-          Pretendo al menos intentarlo…

-          ¿Y eso? – Sakura se sonrojó un poco. – Oye, no seas tímido – lo molesté un poco, pero él en un movimiento rápido me apretó las mejillas con ambas manos.

-          No hagas que me arrepienta.

-          Auch no las presiones tan fuerte… Entonces, el lubricante…

-          Mm… si, lo compré hoy…

-          ¿Cuándo tomaste la decisión?

-          Hace algunas semanas…

-          ¿Y porque esperaste hasta hoy para decírmelo?

-          Porque no me atrevía. ¿Qué crees? ¿Qué voy por la vida diciendo que quiero que me violen el culo? – estallé de la risa.

-          No es lo mismo que quieras que yo lo haga.

-          Qué tienes de especial tú, ¿eh? – me miró desafiante.

-          Un pene de oro – Sakura se rió conmigo. Acaricié su espalda, ya estaba más relajado. – Debo lubricarte primero… - intenté que cambiáramos de posición pero él no se movió.

-          No… déjame hacerlo a mí – lo miré con sorpresa – Tal vez luego lo haremos como quieras, pero esta vez déjame a mi… - le costaba cederme el control.

-          No te haré daño Sakura.

-          Lo sé, solo… déjame a mí… tú aprendiste como te gustaba en esta posición, ¿no? – asentí con una sonrisa, jamás se lo había dicho, pero solía darse cuenta de esas cosas – Prefiero hacerlo de la misma manera, así puedo moverme a mi gusto.

-          Está bien… pero hazlo, que tenerte así me tiene mal – reí sincero.

-          Idiota depravado

-          Pero si tú también…

-          Silencio, déjame concentrarme. – colocó lubricante en sus dedos y me miró sin saber exactamente qué hacer. – No me veo – me reí

-          Déjame hacerlo a mí…

-          Pero no quiero que me veas ahí… - suspiré fingiendo impaciencia.

-          No cambiaremos de posición, tranquilo. – coloqué lubricante en mis dedos – Abrázame y levanta la cadera. – me rodeó con los brazos sin mirarme y escondió el rostro creando una cortina entre nosotros con su cabello, luego levantó el trasero, abriendo un poco más las piernas. Lo sentí tenso en cuanto toqué la línea de sus nalgas y busqué su entrada. – Tranquilo Sakura, esto no dolerá solo será un poco incómodo. – metí dos dedos lubricados con gran facilidad dentro de él.

-          Mmg. – se quejó apretando su abrazo.

-          No estas tan estrecho como pensé que estarías… - se quedó callado, pero hubo algo que me llamó la atención, fue solo una pista en el segundo en que levanto una pierna para dejarme entrar con más facilidad, como si hubiera sabido con cual pierna podía alcanzar una postura más cómoda, algo que yo tardé tiempo en aprender. – Ya-chan…

-          ¿Mm?

-          ¿Te estuviste tocando? – se quedó callado, por su silencio supe la respuesta. Tenía ganas de reírme de la sorpresa, pero él apoyo la frente en mi hombro y entendí que estaba siendo algo demasiado vergonzoso para él. – Me gusta tu actitud – intenté arreglar la situación.

-          Shh… - susurró como suplicando silencio, así que me callé. Vertí más lubricante en la palma de mi mano y en los dedos y esta vez los metí lento y con suavidad mucho más adentro, él dio un pequeño saltito.

-          ¿Estás bien? – asintió – Lo dejaré allí unos segundos. – el silencio se hizo un poco incómodo mientras lo veía tenso – Ya-chan, si te habías tocado antes… ¿Por qué no sabias…?

-          Cuando lo hice me costó mucho encontrar donde…

-          Ya veo. – quité los dedos, coloqué aún más lubricante y volví a meterlos. Sakura se tensó, pero ya no hubo saltito ni quejas. – Tranquilo cariño… - se quitó el cabello de la cara, probablemente por calor y lo jaló hacía atrás, permitiéndome verle los ojos un poco llorosos - ¿Duele mucho?

-          No, es como dijiste, solo es incómodo. – evitó mi mirada.

-          Los voy a mover… - asintió y apoyo su frente en mi hombro. Comencé a mover las puntas de mis dedos, buscando llegar más adentro. - ¿Estas bien? – de pronto soltó una pequeña risita - ¿Qué? ¿De qué te ríes?

-          Es que… - se quedó callado.

-          Dime…

-          Es que tus dedos son muy cortos – volvió a reírse y yo también me reí.

-          Si… los tuyos son mucho más largos que los míos… ¿Estás diciendo que no sientes nada? – volví a reír.

-          Si siento… - su voz tímida me causo ternura y besé su mejilla acalorada. – Creo que… deberías meterlo…

-          ¿Ya? – él asintió - ¿Estás seguro?

-          Que sí…

-          Está bien… - Sakura levantó su cadera y yo lubriqué mi erección, dedicándole especial atención a hacerlo bien y no dejarlo solo caer. Él miró mi miembro con especial atención – ¿Qué pasa?

-          Nada

-          Tienes cara de miedo…

-          Si… nunca había encontrado grande tu pene hasta ahora.

-          ¡Oye! – se mordió el labio para controlar una risa ahogada. – ¡Me agrada que lo estés disfrutando, pero no a costa mía! – continuó con una risa dibujada en el rostro mientras yo le sonreí. – Te gustará, sé que sí – le dije con confianza.

-          El pene de oro – de pronto ambos estallamos de la risa – Lo siento, creo que estoy nervioso

-          Lo sé, tranquilo… - tomé su rostro para besarlo y lo atraje hacia mí mientras disfrutaba del tacto de su lengua. Él pegó su cuerpo al mío levantando la cadera, estábamos en la posición perfecta. Tomé mi erección con una mano y la acomodé dentro de él, abriendo sus nalgas con la otra mano. Sakura se abrazó a mi cuello jalando un poco mi cabello, me separé medio segundo de él para hablarle – No voy a empujar, tú muévete y decide hasta donde está bien. – asintió con los ojos cerrados y bajó su cuerpo para dejar entrar mi erección, su ceñó se frunció y su rostro tuvo un pequeño tic a causa del dolor. Yo tuve que morderme fuerte el labio, la visual era prácticamente mi sueño erótico prohibido siendo realizado. Se abrazó a mí mientras volvía a subir y a bajar, mis manos lo sujetaron por la cintura. Amaba el cuerpo de Sakura, me parecía perfecto.

-          Mm… - se le escapó mientras escondía el rostro.

-          ¿Estás bien?

-          Si…

-          Muévete como gustes… - dediqué mi atención a observarlo moverse lentamente sobre mí, a ratos mi erección se resbalaba y yo la volví a acomodar. Sakura poco a poco perdió la vergüenza de disfrutar frente a mis ojos.

-          Aah… - sus suspiros eran de bajo volumen comparados con los míos, pero sus mejillas estaban rojas. De pronto me miró a los ojos.

-          ¿Qué?

-          ¿Tú lo estas disfrutando?

-          Claro que si… solo estoy concentrado observándote…

-          Ya… - me reí de él. Tan pocas veces lo veía en posiciones tímidas que no soporte las ganas de besarlo, él me devolvió el beso de forma apasionada, dedicando especial atención a masajear nuestras lenguas de forma seductora. Aumentó el ritmo a medida que la excitación subía 

– Aah… muévete cariño… muévete…

-          Mm… - mordía su labio con fuerza para evitar soltar quejidos, y a ratos escondía su rostro en mi hombro nuevamente – Mierda, estoy todo sudado…

-          Si… Ahh… es buen ejercicio… - él se rio antes de volver a besarme.

-          ¡Ah! – soltó fuerte de pronto, alarmándome, lo vi con la boca abierta impresionado de lo que descubrió.

-          ¿Es ahí? – cerró la boca y asintió sin mirarme a los ojos. Entonces yo me moví  intentando embestir sin demasiada fuerza en aquella zona. A Sakura le temblaron las piernas y lo vi agachar con fuerza el rostro para que yo no lo mirara disfrutar con el rostro afectado.

-          Aah…. Aaha… - los gemidos de Sakura se comenzaron a escuchar más a medida que yo lo embestía, los sonidos del choque de nuestros cuerpos llenaron la habitación y solo faltaba una cosa. Tomé su erección y lo comencé a masturbar, el apretó los puños y los dejo en mi pecho. – Aahh… mierda… mmm…

-          Aah… -coloqué mis manos en su rostro y lo obligué a mirarme a los ojos mientras lo embestía, sus quejidos llenaron mis oídos, me sentía tan enamorado de él, la química entre nosotros siempre había sido innegable en cada célula de mi cuerpo, todo de mi lo deseaba. Me tensé mientras lo veía, me quedaba muy poco para acabar y él se dio cuenta, moviéndose junto conmigo.

-          Si no quieres que acabe dentro… ah… dímelo ahora…

-          Solo acaba callado – me regañó con los ojos cerrados. Un par de movimientos más y me derramé dentro de él en uno de los orgasmos más largos que había tenido en mucho tiempo, no dejé de moverme, no podía, tampoco podía perder el ritmo de la mano que lo masturbaba aunque estaba exhausto, necesitaba ver el orgasmo de Sakura que lo sentía acercarse por el temblor en sus piernas. – Aah… Hide… mmg.

-          Hazlo. – cerró los ojos y abrió la boca una vez más mientras el liquido caliente caía por los dedos de mi mano y mi abdomen.

-          Aaaah… ah… - se quedó respirando agitado con los ojos cerrados y apoyó su frente en la mía. Luego me dio un beso corto.

-          ¿Estás bien?

-          Si… ah… ahora que todo pasó me siento algo incómodo.

-          Es porque terminé dentro… - le dije como una disculpa.

-          No importa, te lo debía.  – se alejó de mí, para arrojarse a la cama, agotado.

-          ¿Querías hacer esto o solo fue para darme en el gusto? – le pregunté sintiéndome un poco culpable. Él suspiró.

-          No es como si pudiera hacer ese tipo de cosas solo por darte en el gusto.

-          ¿Entonces querías? – le insistí en obtener una respuesta mientras secaba con un pañuelo las gotas en mi abdomen.  Me miró y me golpeó con la almohada para evitar responder. – Que sensible princesa.

-          No me digas así idiota – lanzó la almohada directamente en mi cabeza mientras yo me acostaba

-          ¡Oye! – ambos nos reímos. – Ven, métete bajo las frazadas.

Se arrastro para meterse bajo de ellas y yo me acurruqué junto a él.

-          Estoy feliz – le dije con una risa nerviosa. El leve rubor que apareció en su mejilla me tentó a mordérsela, y lo hice.

-          Au… - me abrazó riendo y acarició mi cabello mientras yo me acomodaba en su cuerpo para dormir. No dijimos nada más, pero hubo un instante en que él se colocó a cantar. Lo miré extrañado, pero me ignoró, volví a acomodarme y tuve una leve sensación que era la forma en que me decía que también estaba feliz.