lunes, 23 de abril de 2018

RR Newsmaker November 2005
























Memorias en la Piel - Capítulo 13: Esperanza


-          ¿Desde cuándo? – Les pregunté a ambos que me observaban sentados en el sofá, con tranquilidad. Se miraron entre ellos. - ¡Díganme! ¿Por qué se supone que ustedes saben estas cosas y yo no?

-          Porque tú vives en tu mundo. . respondió Ikuo – aunque nosotros nos dimos cuenta hace poco… luego Yuki nos los confirmó.

-          ¿Cómo? ¿Hablaron con él? ¿Qué dijo?

-          Mm… Sakura. – Keiichi se puso de pie para intentar que yo le prestara atención. – Es mejor que cualquier cosa que quieras saber, se la preguntes directamente a Yuki.

-          ¡Claro que no! ¿Viste como me miraba? Me odia…

-          No te odia Sakura, solo… le molestó, como a todos, la forma en que le hablaste a Tazawa.

Los observé con algo de molestia, ¿Es que nadie era capaz de comprenderme?
-          No sé cómo quitarme a Tazawa de encima. – mi enojo, notable en mi tono de voz hizo que ambos se miraran antes de decir algo.

-          No estamos tan seguro de si eso es lo que quieres. – Keiichi colocó su mano en mi hombro. Yo continúe mirándolo aun más molesto. – Te acostaste con él, vives con él, comes con él, dejas que te trate con cariño, no tomas distancia, no lo alejas, te quejas de él, pero no te has visto como lo miras…

-          ¿A qué quieren llegar con eso?

-          A que te gusta Tazawa, Sakura – Respondió finalmente Ikuo-  lo sabes, les respondes las señales, los tonos de voz, las miradas… tienen complicidad, tal vez ni lo has notado pero Tazawaestá insistiendo porque tu le estas dando esperanzas, y luego le reprochas, cuando permites que esté cerca sabiendo como es. No tienes derecho a quejas, y nosotros podemos intentar comprenderte, pero nada justifica que lo trates de la manera en que lo hiciste hace unos minutos. – Tomé mi abrigo, y les di la espalda. No quería escuchar más estupideces. Sentí que definitivamente no remaban para el mismo lado que yo.

-          Sakura… - me llamó Keiichi, pero no volteé a mirarlo, salí de la habitación, del pasillo y del edificio con la determinación de que lo mejor sería no volver.


Caminé por horas, algo que se estaba haciendo un hábito cuando mi molestia e impotencia me obligaban a no permanecer quieto. Tuve un impulso y me subí a un bus que se dirigía a las afueras de la ciudad. El viaje me calmaría.

Pensé un poco en mis sentimientos… ¿Quería realmente a Tazawa? Poco importaba, si Yuki estaba enamorado de él, yo no volvería a tocarlo. Eso me dejaba solo, y ni siquiera podía contar con mis esperanzas de que Hide volviera a mí, cada vez morían más. Temía de estar solo… desde que había tenido a Hide en mi vida, los peores momentos de mi vida los viví justo en sus ausencias y él había aparecido para rescatarme, pero yo ya no era un adolescente que necesitaba errar para aprender. Se suponía que a mi edad ya debía de haber aprendido.

Lo único de lo que estaba seguro, era que no quería hacerle daño a nadie, por lo que la única solución que vino a mí, con respecto a Tazawa, fue sacarlo de mi vida lo antes posible.

Continúe el viaje hasta el final del recorrido del bus, me bajé y reconociendo el lugar caminé un par de calles hasta dar con la orilla de una playa. Una a la que había ido muchas veces con Hide… Cubiertos con una manta, nos habíamos sentado en lo alto de las rocas.  Observé aquella roca enorme desde mi lugar en la arena y me dejé caer. Afortunadamente no había casi nadie en la playa, el clima no estaba ideal para un baño ni nada por el estilo, el único grupo que habitaba la playa estaba muy lejos de mí.

Permanecí tumbado en la arena, con el frío aire congelándome la nariz varios minutos. Solo podía pensar en Hide y en lo mucho que lo extrañaba, ¿En qué momento mi dependencia se formó a tal grado?  Estábamos acostumbrados a la distancia, pero sabía que volvería en algún momento y eso era suficiente para mantener mi espíritu feliz. Ahora, no tenía nada de eso, solo inseguridad y miedo, no a la soledad, si no que miedo a estar sin él.

Mi celular vibró un par de veces, él numero era de un buen amigo, compañero de una banda que llevaba demasiado sin actividad: Zigzo.

-          Tetsu. – saludé en cuanto contesté.

-          Oye,  ¿Que ánimo es ese? – suspiré como respuesta, de pronto el nudo en mi garganta subió hasta intentar escaparse por la boca. Me sofocaban las ganas de desahogarme.

-          Estoy bien. – dije en un tono casi patético. Nadie me creería que estaría bien con aquella voz temblorosa, pero… ¿Cómo explicar todo lo que había sucedido? No podía.

-          Oye amigo, ¿Quieres venir por una cerveza? –

-          No… no, de todas formas creo que estoy demasiado lejos de tu casa. – Me dolía negarme, ¿Pero qué más podía hacer? No podía llegar y contar mi novela, sin poner en peligro que nuestro secreto se supiera, ya bastante comprometido me sentía al descubrir de prácticamente toda mi otra banda, lo sabía.

-          Ya veo… esto, yo llamaba por…

-          Ah, claro, no para saludar, cuando tú has llamado para saludar.

-          Tómalo como una venganza, ya que tú tampoco llamas.

-          Ya escupe que quieres. – le pedí algo más compuesto, escuchar una voz alegre, era una distracción suficiente para volver a patear la angustia hasta esconderla debajo de la alfombra.

-          Pues… quiero que nos reunamos, hay un festival para el que recibí una propuesta y pues… deberíamos tocar, ¡Porque sí! Ha pasado mucho tiempo, ya me estoy empolvando. Además, no sé, creo que encajamos un poco con el festival… sé que estas muy ocupado con Rayflower… - comenzó a divagar. “Si supieras…” pensé. – pero debes hacerte un tiempo para nosotros también.

-          Tranquilo… solo dime cuando.

-          ¿Qué?

-          Que me digas cuando.

-          ¿Lo dices en serio? – sonó dudoso.

-          Claro… - reí. Usualmente conseguir un sí mío, costaba, debía cambiar mi agenda, hacer varias llamadas y pedir favores.

-          Vaya… no tenía grandes expectativas cuando te llamé - ambos reímos.

-          Ya dime cuando es.

-          En una semana, por lo que debemos ensayar en esta. ¿Puedes, no?

-          Si hombre, si te dije que sí.

-          ¡Wau! – gritó eufórico. – Así me gustan las cosas. Simples y claras, nos vemos pasado mañana en mi casa, llega después de las siete y antes de los doce de la noche, beberemos, hablaremos y claro, ensayaremos si es que no estamos demasiado ebrios.

-          Hasta pasado mañana… - respondí melancólico sin darme cuenta.

-          Si, ¡te extraño amigo! – respondió de forma inusual, tal vez por lo triste que me escuchaba, quise responder, pero las palabras de afecto se bloqueaban al salir por lo que solo respondí:

-          Nos vemos.

Continué allí varias horas, durante una hora precisa de la tarde, el sol comenzó a salir, no precisamente estaba caluroso, pero se abrigó el clima. Escuché a los lejos el grupo que estaba lejos de mí, tenía varios niños que chillaban felices cuando una ola les reventaba cerca, cuando volteé a mirarlos noté que uno se escabullía del grupo, sin ser visto. Gateaba, probablemente tenía 3 años. Quise ignorar el hecho de que venía hacía mí, me daba miedo que las madres exageradas pensaran que yo lo llamé, que era pedófilo o que quizás me lo quería robar. Sustos de madres.

Me quité el abrigo y me envolví en ella para tapar que el sol no llegara a mi cara y me recosté. El sonido de las olas era relajante y estaba seguro que podría dormir horas en la arena. De pronto sentí una voz de bebe cerca de mí y me destape la cara del abrigo, para mirar en donde estaba.  Tenía al bebe en frente, sonriéndome, tenía una cara redonda, con unos enormes cachetes. Me enternecí.

-          Hola amiguito. – lo saludé. El niño tenía una especie de caja en la mano, con un dibujo anime dibujado en la parte de arriba. Comenzó a apuntar la caja. Me llene de un sentimiento de ternura que me sanaba, me pregunté a mi mismo si es que necesitaba hijos en mi vida, o tal vez un perro, me critiqué el haberme cerrado a la opción de una familia grande. El niño no dejaba de apuntar con su dedo gordo la caja. - ¿Esto? – le pregunté tocando la caja. El niño asintió y comenzó a empujarla hacía mí. – Oh ¿Me las estas regalando? – le pregunté sintiéndome estúpido ya que el niño solo respondía con “ah” y “eh”. De todas formas tomé la caja cerca de mí cara y la abrí.

Tenía un pañal sucio dentro de ella. Con mucho excremento.

Di un salto olímpico hacía atrás alejándome de la caja. Vi de reojo que ninguna de las madres se había percatado aún de lo lejos que estaba el niño. Tomé mi abrigo, lo sacudí un poco y arranqué del lugar.

Esta demás decir, que la idea de tener hijos la descarté de inmediato.





En cuanto llegué a casa, la encontré vacía, no quedaban rastros de Tazawa allí.
Me convencí de que las cosas se pondrían en su lugar de a poco.

Aquella semana, hice un cambio en mi casa, me deshice de los muebles viejos que tenía desde que me compre la casa, alrededor de veinte años ya. Compré muebles nuevos y pinté las paredes de la casa, coloqué cerámicas en las paredes de la cocina y el baño, sintiéndome un constructor en el proceso. También arregle una habitación para dejar allí los gatitos junto a su madre mientras yo no estuviera. Cada vez que me frenaba con algo, iba a tutoriales en internet y terminaba haciéndolo sin la necesidad de llamar un profesional. Estuve seguro de que si el internet hubiera existido en mi niñez, actualmente sería cualquier cosa menos un músico.

Afortunadamente mantuve la mente ocupada, entre los arreglos de la casa, la compra de los muebles, de materiales, pintar, los arreglos en el jardín y la banda. Los ensayos con Zigzo, el pequeño recreo que nos dábamos con mis amigos entre cada canción. Llegaba a casa lo suficientemente cansado para dormir sin la necesidad de medicamentos, y con una sensación de satisfacción.

El día del festival, me sentí algo nervioso, entre los muchos invitados estaba la otra banda de Yuki y también Tazawa. Algo que usualmente me alegraba, luego de todo lo ocurrido me ponía ansioso y deseé con todas mis fuerzas no encontrármelos en el lugar.

Entramos junto a la banda por la puerta de atrás, no queríamos pasar por una alfombra roja, si había algo que caracterizaba todas las bandas que en las que elegía estar después de L’arc en Ciel, es que todas eran de bajo perfil, sin cámaras de por medio, sin excesos de maquillajes ni preocupaciones faranduleras. Eso me daba tranquilidad.

Llegamos alrededor de media hora antes de nuestra presentación, por lo que no teníamos demasiado tiempo para alistarnos en el camarín. Comimos un par de botanas mientras todos en calzoncillos nos turnábamos para usar el baño y darnos una ducha antes de subirnos al escenario. Estábamos viejos, pero aun no aprendíamos a ahorrar tiempo en casa antes de llegar al recinto. Tomé el baño de los últimos y me vestí a toda prisa con unos pantalones de cuero y una playera ajustada sin mangas. Me coloqué unas muñequeras y les dije a los chicos que estaba listo para que nos encamináramos al escenario.

Un staff del lugar nos guió al escenario, había que pasar por en medio de las salas de estadía así que todos nos vimos obligados a saludar de forma rápida a todos los conocidos que nos topábamos. En una vuelta de pasillo, en donde no iba mirando hacia el frente por hablar con nuestro bajista, choqué de frente con alguien pequeño, que me llegaba a la altura del pecho.


-          Lo siento – Me disculpé de inmediato. Entonces lo vi, lo vi bien. Se sobaba la nariz con un puchero en los labios, su cabello rubio estaba disparado en todas las direcciones, llevaba un abrigo largo de cuero. – Hide… - el abrió los ojos en cuanto escuchó mi voz y nos miramos a los ojos por largos segundos. Ninguno de los dos dijo nada, él separó levemente los labios mientras me miraba confundido, sus ojos decían tantas cosas y sentí como el alma me volvía al cuerpo. Esos ojos me extrañaban, casi estuve seguro de que se arrojaría a abrazarme, lo veía venir mientras su mirada se enrojecía por acumular lágrimas. Entonces miró a nuestro alrededor y tomó fuerza, inspiró aire por la boca y haciendo un esfuerzo por contenerse así mismo, con la espalda recta y notablemente aguantando la respiración, caminó lejos de mí con la mirada  baja. Lo seguía su mánager que me miraba con extrañeza.

Pestañeé un par de veces, estando seguro de que la humedad en mis ojos era el reflejo de las suyas. ¿Cuando había vuelto?

-          ¿Sakura estas bien? – me preguntó Ryo, el guitarrista. –

-          Si, si… vamos…

-          Parece que hoy se presenta L’arc en Ciel. – comentó el staff.

Tragué saliva, probablemente lo volvería a ver entonces.

Con un nudo en la garganta caminé detrás del escenario, no dejaba de preguntarme ¿Por qué no llamó si estaba en Japón? A pesar de necesitar concentrarme en lo que estaba por pasar, no lograba hacerlo. Mi celular vibró y casi con desesperación lo busqué entre mis bolsillos.

La llamada entrante decía “Sr. Oishi”, de inmediato me preocupé. Cada vez que Oishi, el manager de L’arc en Ciel, me había llamado, nunca había sido para algo bueno.

-          Oishi, estoy por subir al escenario, te llamo luego.- le dije rápidamente, pero él alcanzó a responder antes de que yo colgara.

-          Sakura te espero en el camarín de L’arc.

-          ¿Ah? ... hum, esto… okey…- respondí lleno de confusión antes de colgar.

¿Qué rayos quería la banda conmigo?

No alcancé a almacenar demasiadas dudas, el telón se abrió y debí subir al escenario.