~ Sakura
Leí la pregunta en su libreta:
“¿De verdad hablas con los animales?” Lo miré
dudoso estando seguro de que bromeaba, pero sus ojos grandes e impresionados
parecían más inocentes que nunca.
-
Claro que no, era solo una broma… - me miró algo confundido, sus cejas
se juntaban molestas, luego pareció desilusionado. Bufé. ¿Es que de verdad lo
había creído? – Vaya realmente eres muy ingenuo Hide… - no noté lo violento de
mi tono hasta que terminé de hablar. Él miró al suelo notablemente molesto
haciéndome sentir arrepentido de inmediato. Con él debía cuidar mis tonos al
hablar, era demasiado perceptivo a las intenciones detrás de las palabras. Con
un dedo toqué su abdomen haciéndole cosquillas y dio un salto, pareció
indignarse – No te enojes… - pedí sincero – es que realmente me cuesta creer
que exista alguien como tú – abrió la boca ligeramente cuando me escuchó decir
lo último. Le sonreí sincero, aún sin creerme del todo que hubiera alguien con
su ingenuidad. Pero de pronto se volteó saliendo de la habitación, cerrando la
puerta detrás de él y dejándome la pregunta en la cabeza de si había dicho algo
más que lo había molestado.
Observé el lugar… Era amplio, mejor de lo que me
esperaba. Hasta pensé en colocar la batería en una de las esquinas, pero sentía
la casa tan silenciosa en todas las ocasiones en que había estado allí que me
preocupo enormemente no encajar. Decidí advertirlo a Hide.
Salí de la habitación encontrándome con una puerta
cerrada en frente de la mía, y de junto había otra puerta abierta que llevaba
al baño.
Golpeé en la puerta cerrada dos veces.
-
Hide, ¿Estás ahí? ¿Te molestaste? Es que me gustaría hablar contigo
sobre algo… - abrió la puerta despacio observándome con los labios cerrados con
fuerza. No supe cómo interpretar su expresión.
Observé alrededor, todas las paredes estaban pintadas de color azul con
dibujos de color blanco destacando en la habitación – wau… ¿Tú pintaste todo
esto? – bajó la mirada asintiéndo – Genial… me parece increíble. – continuó sin
levantar el rostro, entonces decidí advertirle. – Esto… hay algo que debo
decirte, tal vez te parezca exagerado pero no lo es y creo que sería bueno que
lo tuvieras en mente desde el inicio – levantó la mirada con los ojos curiosos.
– Bueno, el asunto es que tu casa es muy tranquila, todo es muy silencioso y
yo… - Hide continuaba mirándome con sus
ojos grandes y un signo interrogatorio en la frente – yo soy como un terremoto.
Un gran, gran terremoto… - parecía confundido. – Es que yo hago mucho ruido. Siempre boto cosas, quiebro cosas, rompo todo lo rompible, piso cosas que no debería
pisar, suelo… no sé… arruinar todo. – pensé en un ejemplo para explicarme mejor
– Veo tus dibujos en la sala y me da miedo acercarme a ellos porque puedo
arruinarlos. – Hide soltó una risa y se inclinó para tomar la libreta que había
dejado sobre la cama, luego se sentó en ella para escribir y me lo mostró. Me
senté junto a él para leer bien.
“Mantendré lo delicado lejos de ti”, había escrito.
“Lo delicado” pensé, de inmediato me pregunté si él
también se consideraba tan delicado como yo lo veía.
Volvió a escribir y a tender la libreta para mí.
“No te preocupes”,
escribió. En cuanto lo leí se me
escapó un bostezo, la verdad era que estaba tan agotado que sentía el cuerpo
tenso.
-
Mmm… creo que iré a dormir un poco. ¿Te parece si en la noche salimos
por ahí a comer y a beber algo? – asintió de inmediato. – Te encanta comer, ah
– lo acusé. Él rió. – Bien… iré a dormir, nos vemos en un rato- le sonreí algo
nervioso. Asintió como despedida y me puse de pie para salir de su habitación
que olía fuertemente a shampoo y otros aromas suaves. Cerré la puerta detrás de
mí al salir.
Suspiré.
Me sentía nervioso, demasiado. ¿Realmente iba a
vivir con Hide? Estaríamos solos mucho tiempo y su compañía me gustaba más de
lo que sentía normal.
Entré en la habitación que desde ese momento sería
mía, cerré las cortinas y me quité casi toda la ropa para luego meterme en la
cama. Las sabanas olían a detergente. “Es un chico limpio”, me dije no pudiendo
evitar pensar en él un momento… estaba usando ropa más grande de lo habitual,
hasta podía ver los huesos de su pecho cuando el cuello de su suéter se
desajustaba por el gran tamaño. ¿Por qué era tan delgado si comía tanto? O tal
vez realmente no comía tanto.
No pude
pensar demasiado en eso ya que el sueño llegó a consumirme por completo.
Cuando desperté aún había algo de luz, eran las 7
de la tarde.
Me sentía somnoliento por el cambio de horario pero
mucho más descansando que un par de horas atrás. La casa estaba en total
silencio, salí de la habitación y observé la puerta entre abierta de la
habitación de Hide. Quise preguntarle qué le gustaría que cocinara para él,
pero en cuanto entré, lo encontré durmiendo profundamente junto a Samurái, que
contra toda lógica matemática, con su pequeño tamaño usaba el 90% de la cama,
obligando a Hide a dormir a un extremo.
Observé a Hide con los ojos cerrados y su cabello
liso rodeándole el rostro, parecía una muñeca. Su rostro que usualmente era
expresivo se veía totalmente relajado al dormir, no pude evitar levantar la
mano y tocar su labio con suavidad de un extremo a otro, de inmediato se
removió rascándose el labio con la mano, pero no despertó. Sonreí, me resultaba
alucinante como un hombre de alrededor de mi misma edad pudiera inspirarme
tanta ternura.
De pronto apareció la pregunta en mi cabeza:
¿Qué estás haciendo?
…
Pronto el batallón comenzó.
¿Qué estoy haciendo? ¿Desde cuándo me enternece ver
a un hombre dormir? ¿Me siento bien? ¿Qué me pasa?
Me puse de pie molesto saliendo de la habitación.
Bajé las escaleras y me quedé de pie en la cocina.
La idea de que yo mismo estaba dándole demasiado
interés a mi atención por Hide me convenció de que no era atracción, más bien
fascinación por una persona extremadamente diferente a todos los que había
conocido.
“Me estoy autoconvenciendo de que me gusta, ya
basta con eso, debo alejar esos pensamiento incoherentes”, me sermoneé. Intenté
distraerme, pero con el silencio de la casa se hacía difícil. Busqué materiales
para cocinar, encontrando en una de las alacenas todo lo necesario para
preparar ramen. Puse manos a la obra.
Me tomé mi tiempo cocinando siendo consciente de
que Hide estaba durmiendo relajadamente, tardé un poco demás en apagar la
cocina cuando el ramen hervía solo para asegurarme de que se mantuviera
caliente por más tiempo, por si es que Hide tardaba en levantarse. Decidí
despertarlo para que cenáramos juntos.
Subí las escaleras y entré en su habitación con
suavidad intentando no ser tan bullicioso como de costumbre. Aún dormía pero
ahora enredado en las colchas, boca abajo, con una pierna fuera y una mano
estirada hacía el otro extremo, movía la mano un poco como si buscara apretar
algo. Le di la vuelta a la cama para ver su rostro y noté en cuanto lo vi,
tapado por su cabello, que estaba sudado, con las pestañas notablemente mojadas
y una lágrima batallaba entre sí quedarse bajo su parpado o bajar por su nariz.
No hacía ruido alguno, ni siquiera podía oír su respiración, pero por la forma
en que sus parpados se movían en un acto reflejo inconsciente, estaba teniendo
una pesadilla.
-
Hide… Hide… - lo llamé, pero no despertaba. Le toqué la espalda para
darle una pequeña sacudida pero me sorprendí al notar que estaba muy sudado en
la espalda. – Oh… Hide despierta… - lo moví más fuerte hasta que lo escuche
decir “mm”. Lo miré sorprendido, no era explícitamente una palabra, pero fuera
de una risa, una carcajada o un estornudo, era lo más parecido a una voz que le
había escuchado. – Ey estás soñando, despierta. – volví a decir. De pronto
abrió los ojos un poco, aunque no del todo y me miró con esfuerzo y molestia
dibujada en las cejas. – Hola… - le dije confundido, sus ojos me decían “¿Tú
qué haces aquí?” - Vine a despertarte
porque la cena esta lista y… estabas soñando. De hecho, estabas llorando… -
susurré con algo de pena por atreverme a invadir de aquella forma su privacidad.
Entonces me di cuenta del terremoto que debía ser para él ya tenerme a mí allí,
como para que además yo me metiera en su habitación a quitarle el sueño. Me
sentí tonto por no pensar antes. – Lo siento, por entrar a despertarte pero… -
Hide tocó con su dedo la lágrima que por su movimiento al levantarse un poco
cayó hacía su nariz. – Si… estabas llorando – le respondí por su rostro
sorprendido, de pronto me miró con ojos tristes, más bien desesperados y se me
revolvió el estómago de solo verlo así – Ey… - me senté junto a él en la cama.
Sin pensarlo puse mi mano en la suya, le susurré intentando calmarlo – No te
preocupes, era un sueño… estás aquí, en tu habitación, conmigo, en tu tranquila
casa en donde te espera un ramen exquisito en la cocina y no pasa nada… Todo está
bien – pestañó varias veces mirando mi mano sobre la suya. No parecía incomodo,
ni siquiera dentro de su sorpresa. Quitó la mano con suavidad volviéndola sobre
la mía. Me dio un escalofrío enorme, aquella expresión no la conocía, no sabía
qué quería trasmitir o expresar, pero sentir su mano sobre la mía se sintió tan
bien que me asustó… aún así no la quité.
Me quedé en silencio mirándolo observar nuestras
manos, instantáneamente la volteó para colocar su palma sobre la mía y notar la
diferencia de tamaño.
Sonrió.
“Mierda, no es posible que actué así de forma
consciente, ¿verdad?”, se me hacía demasiado difícil convencerme de que el
chico de enfrente era un adulto mayor que yo.
Con la punta de su dedo comenzó a tocar las uñas,
me enternecí por lo concentrado que estaba. Sus pestañas continuaban húmedas
aunque sus ojos distraídos ya no se veían desesperados. “Tal vez solo intenta
distraerse”, me dije.
Dio una pequeña caricia al dorso de mi mano y luego
alejó la suya, sin levantar la mirada comenzó a rascarse las manos, había
comenzado a notar que lo hacía cuando se ponía nervioso.
Quise hablar pero no encontraba la voz. Carraspeé
un poco antes de lograr decir algo.
-
¿Por qué no te pones un poco de ropa seca mientras yo sirvo la cena? Te
esperaré en la cocina – él asintió despacio, sin mirarme, otra vez lo vi
triste. Moría por saber que pasaba por su cabeza. Suspiré, no quería dejarlo
así. Me puse de pie pero en solo un segundo volví a sentarme, entonces me
acerqué y mientras aún lo miraba rascarse las manos agaché mi cabeza para
quedar a la altura de sus ojos. – Puedes contar conmigo – le susurré con el
corazón en la boca. Quería agregar mucho más pero no era específicamente bueno
en decir lo necesario. Con mi posición prácticamente lo obligué a mirarme a los
ojos. Abrió la boca como queriendo decir algo pero luego pareció molesto con él
mismo, la idea de que quería hablar se me plantó en la cabeza y no pude ser
apático… no podía imaginar que se sentiría no poder hablar jamás. Quería
abrazarlo pero me contuve, eso no estaría bien para lo poco que nos conocíamos.
Se veía afectado mirando en todas las direcciones, nervioso por mi mirada y tal
vez también por mi cercanía. Me pregunté qué hacía yo aún en esa posición si
era obvio que Hide no podía responderme. El momento se alargó tanto que llegó
un segundo en que me miró directamente a los ojos con aquella misma mirada
desesperada de unos instantes atrás, y moduló una palabra que jamás salió, pero
que yo entendí bien…
“Ayúdame.”