~ Sakura
- Hide… hace frío, volvamos a casa. Mañana
continuaremos buscando – me miró con enfado y me ignoró. – Hide por favor, no
seas necio, no puedes pasar frío y arruinar tu voz a un día de la grabación.
Aunque no le tengas mucha fe Samurai es un gato, los gatos tienen un instinto
muy fuerte para volver a casa, dejaremos sus cosas fuera de casa para que pueda
oler el camino. – Me miró con dudas en los ojos – Vamos a casa, busquemos las
cosas que más usa y las dejaremos junto a una ventana abierta. Él olerá el
camino de regreso y entrará. – cerró los ojos y suspiró con pésame, luego
asintió.
Esperé a que pasara
junto a mí para caminar detrás de él, lo vi desde mi posición continuar
buscando con la mirada a nuestro gordo amigo.
Al llegar a casa se
quitó los zapatos y fue directamente en dirección del arenero de Samurai, una
lata de su comida y un montón de mantas, incluyendo el cojín del sofá. Tomó la
libreta y escribió algo para mí:
“¿Crees que debo
dejarlas junto a la ventana de la cocina o en la ventana de la sala?”
- De la sala, no creo que haya salido
por la cocina…
“Tienes razón”,
escribió antes de ponerse a acomodar todo junto a la ventana. Suspiré, no me
gustaba verlo tan preocupado y nervioso.
- Tranquilo… verás que cuando despertemos
estará aquí. – le aseguré. Los gatos de mi madre siempre volvían a casa, tenía
fe en el instinto felino. Vi que terminó de arreglar todo y se sentó en frente
de la ventana. – Hide, cocinaré algo, ¿sí?
Escribió:
“No tengo hambre”
Suspiré otra vez. En
dos horas de búsqueda no habíamos dado con nuestro amigo Samurai, podía sentir
su preocupación, pero no creí que sería bueno continuar buscando ya había
anochecido y el frío calaba los huesos en la calle. Lo dejé en la sala
observando por la ventana mientras fui hasta la cocina para comenzar a preparar
la cena. Corté varias verduras, las salteé, descongelé un pescado que había en
la nevera, y fui hasta la sala para preguntarle si deseaba comer pescado a la
plancha o si tan solo lo prefería frito, pero me llevé la sorpresa de que no
estaba en la sala.
-
¿Hide? – lo llamé pensando que había
subido a su habitación, aunque cuando revise noté que no estaba, ni allí, ni en
el baño ni en ningún lugar de la casa. Había salido nuevamente a buscar a
Samurai.
No lo pensé dos veces
y salí tras de él.
Camine por las mismas calles una y otra
vez. Mi sentido de ubicación me decía que era imposible que él hubiera vuelto a
casa ya que nos hubiéramos encontrado en algún punto, por lo que no di vuelta atrás
y continúe caminando, esperando no perderme en el lugar desconocido para mí. Tras
varios minutos que sentí como horas, dejé de buscarlo por las calles y comencé
a observar los lugares con camino de tierra que rodeaban las avenidas dando la
vuelta, estando seguro de que Hide no hubiera caminado tan lejos como lo había
hecho yo.
El
camino estaba muy oscuro, apenas lograba divisar lo que tenía en frente y el
vapor por el frio me recordaba que Hide llevaba menos ropa que yo. Eso me
preocupaba.
"Debe
estar congelándose" me dije frustrado, tenía que encontrarlo.
Caminé
alrededor de media hora hasta que divisé a lo lejos una caja de trasporte
animal.
"Será...?"
me pregunté mientras corría en esa dirección, pero al llegar me percaté de que
no había nadie visiblemente al rededor y la zona estaba muy oscura para
rodearla caminando.
-
¿Dónde te metiste Hide? - pregunté en voz alta sintiéndome estúpido al hablar
solo. De pronto un sonido llegó a mis oídos, era muy leve, pero se me hizo
enormemente familiar, sin embargo no estaba seguro de si lo estaba imaginando. Cerré
los ojos para estar seguro de que fuera real, y efectivamente lo escuchaba,
despacio pero ahí estaba. No había dudas, era el ronroneo de Samurai. Caminé en
los alrededores encontrando nada e incluso seguro de que me alejaba del sonido,
entonces volví a la caja y divisé un agujero enorme que estaba a un par de metros
de mí. Caminé con cuidado hasta la orilla, y de pronto los vi.
-
¡Hide! - estaba sentado en una posición que me daba a entender que intentaba
protegerse del frio. Tenía dentro de su suéter a Samurai, solo se veía la
cabeza del gato. Hide lo acariciaba mientras sonreía en mi dirección, sus ojos exclamaban
"¡lo encontré Sakura!", y a pesar de mi preocupación, el alivio y la expresión
en su rostro me hicieron sonreír de una forma tonta. De pronto una carcajada se
me escapó. - Pero ¿Cómo te metiste ahí? - el rio como respuesta. Se veía feliz.
Pude por fin respirar profundo. - ¿Y
ahora como te saco de ahí?
Levantó
los hombros como respuesta.
Observé
a ambos lados, no había nada que pudiera utilizar, así que lancé la caja hacia
el agujero y él dio un pequeño salto.
-
Mete a Samurai allí dentro y lánzame la caja- me miró con los ojos muy abiertos
y preocupados.
-
No se golpeará, prometo que agarraré la caja - le aseguré- siempre y cuando tú
puedas lanzarla con fuerza. - me miró dudoso pero luego pareció comprometido.
Me divertía observar sus gestos incluso a la distancia que teníamos. - Realmente no entiendo cómo te metiste ahí,
¿Solo saltaste? parecen ser casi tres metros y tú eres tan pequeño...
Sonreía
mientras intentaba meter a Samurai en la caja luciendo completamente
despreocupado en medio de la situación que lógicamente no debía ser divertida,
aunque debía admitir que yo también me sentía así.
Lo
vi levantando la caja con dificultad.
"Mierda,
no mates al gato Hide", pensé dudoso de que pudiera lanzarla hasta mí.
-
Vamos Hide tú puedes. -juntó las cejas en una expresión de máxima concentración,
separó las piernas y tomó una postura típica de un levantador de pesas, tuve
que esforzarme para reprimir una carcajada. Lanzó con fuerza la caja que se elevó
en cámara lenta a mis pies y por casi cuestión divina alcancé a tomarla cuando parecía
que iba predestinada a caer.
Suspiré
de alivio cuando la tomé con ambas manos dejándola en el suelo. Hide pareció
hacer lo mismo. – Samurai está sano y salvo, ahora tu tendrás que escalar. - me
observó con dudas en los ojos.
Me
quité la remera sintiendo un escalofrió en mi cuerpo y tendiéndola hacia abajo
como si fuera una cuerda.
- Vamos Hide, escala y sube. - La manga
quedaba cerca de su altura si levantaba los brazos, de todas formas, debió dar
un salto para alcanzarla. Con fuerza se agarró y yo comencé a subirla, pero se
soltó, cayendo al suelo. Escuché su cuerpo raspillarse con la tierra. - Mierda,
¿estás bien? - lo escuche quejarse de dolor con un gimoteo. - ¿Te lastimaste? -
no me miró para responder, solo se sobó las rodillas y volvió a lanzarse hacia
la chaqueta. Esta vez se aferró con más fuerza y pude jalarlo hasta la altura
de mi brazo para tomarlo con ambas manos hasta sacarlo a la superficie.
Afortunadamente Hide pesaba menos que Samurai en aquella caja.
-
Ya está - dije cuando lo deje junto a mí y lo sostuve de pie, ambos estábamos
embarrados con la tierra húmeda así que limpié un poco mi ropa y también la suya,
sin percatarme de la proximidad de nuestros cuerpos o de los toques que le di
hasta que su rostro me lo hizo notar. Me miraba con aquellos ojos grandes,
expresivos, algo asustados y las mejillas sonrojadas. Estaba visiblemente
incómodo. - Lo siento… no suelo tener
cuidado al tocar a otros hombres, no pensé que te molestaría... - su ceja se movió
molesta, algo de lo que le había dicho le había molestado. Preferí callarme. -
Solo no pensé - dije finalmente. Él me ignoro y observó que Samurai estuviera
bien. Tomó la caja, me observó esperando que lo acompañara - sí, vamos - dije
sin esperar una señal. Él levantó los hombros en una carcajada silenciosa, entendí
que le divertía. Nos entendíamos en su silencio.
Caminamos
sin mirarnos, sentía tensa la atmosfera que nos rodeaba, el parecía concentrado
en algo y esperaba que no fuera la razón por la que visiblemente se había
molestado cuando me disculpe.
"Menudas
disculpas las mías", pensé.
-
Déjame llevar a Samurai, debes estar algo adolorido - me tendió la caja sin
oposiciones. Tomé al gato que iba algo inquieto y molesto encerrado, pero lo
ignoré, no podíamos soltarlo o se volvería a escapar. Lo sujeté con la mano
derecha mientras que la izquierda picaba de ganas de algo que me avergonzaba
admitir. Observe a Hide, ya no parecía molesto y caminaba con cercanía a mí.
Sin mirarlo tomé su mano, la cual estaba muy fría, y la metí en mi bolsillo. Me
miró directamente a los ojos todo el tiempo probablemente esperando que dijera
algo, pero no me atreví a corresponderle, incluso creo haberme ruborizado un
poco. No solía tener ese tiempo de actos con otras personas, era una sensación
nueva la que me llevaba a actuar de aquella forma con él.
Dentro
de mi bolsillo aún tomaba su mano cuando llegamos al sector con más luz, la removió
un poco y estuve seguro de que la quitaría, pero para mi sorpresa solo acomodó
su brazo para acercarse más a mí y apoyar su cabeza en la parte superior del
brazo. Me causó ternura su gesto, más aún que al ser tan pequeño no alcanzara
mi hombro. Quise agacharme o inclinarme un poco, pero el peso de la caja de Samurai
no me lo permitió. Caminamos lento en aquella posición a pesar del frio, a
pesar de que podía ver el vapor de nuestro aliento y de que la luz haría que
cualquiera que nos viese creyera que éramos una pareja. La verdad la idea no me
molestó. Disfruté con cierta emoción y nerviosismo del tacto simple de aquel
gesto como si fuera un regalo que llevaba años esperando recibir... en aquella
calle por la que caminábamos, donde no había ni un alma cerca de nosotros, fue
la primera vez que sentí que prefería la compañía de Hide a la soledad habitual
de mis paseos nocturnos. Reconocer aquello me hizo tomar conciencia de cuanto
lo apreciaba.
Sin
hablar ni una palabra por mi parte y por supuesto, también por la de él,
llegamos a casa. En cuanto entramos Hide liberó a Samurai de la caja y comenzó
a revisarlo con detenimiento mientras lo acariciaba aún con su ropa embarrada.
Yo fui a hervir agua para preparar un necesario té.
-
Hide... - fui hasta la sala para verlo acariciar a Samurai con gesto de alivio,
entonces supe que el gato estaba completamente sano. - Ve a tomar un baño
caliente, yo prepararé algo para comer y le daré su comida a Samurái también,
pero quítate esa ropa mojada que no puedes resfriarte, mañana grabamos. - abrió
los ojos con sorpresa y asintió. Se volteó con rapidez y sentí que subió las
escaleras con prisa. La idea de que se hubiera avergonzado por mi simple petición
me hizo sonreír, Hide era demasiado tímido.
Le
serví la comida al gato, quien comió como si no hubiera mañana, luego preparé
una bandeja con las verduras recalentadas, los trozos de pescado frito y el
bendito té. Subí las escaleras llevando la comida y golpeé con el pie la puerta
de la habitación de Hide. Me abrió llevando puesta una playera grande con
mangas largas que le llegaba hasta casi las rodillas. Llevaba una toalla en la cabeza.
-
Bonita pijama - le dije. Sonrió. - Podemos comer juntos... o si quieres te dejo
tu parte aquí y me voy a mi habitación para dejarte descansar- se alejó en dirección
a la cama, la abrió y se metió dentro. Palpó con la mano un lugar para
indicarme que me sentara. - Comeremos juntos entonces.
Mientras
nos devorábamos las botanas se quitó la toalla y la arrojó al piso, su cabello
largo mojado se veíamos oscuro. - Me gusta cómo te queda ese tono de cabello...
Es decir, pareciera que te sienta bien el cabello oscuro al igual que el
castaño que tienes. - Buscó una libreta
en la mesa de junto para contestarme:
"Mi
cabello natural es más oscuro", escribió.
-
Oh... ¿Este no es tu cabello natural? - pregunté sorprendido, obviamente el negó
como respuesta - bueno... no sé de qué me sorprendo, hoy todos cambian el color
de su cabello, es normal, ¿no? - levantó los hombros sin darle demasiada
importancia. Luego bebió el té cerrando los ojos mientras saboreaba. Disfrutaba
verlo comer.
De
pronto me mostró la libreta nuevamente
"¿Prefieres
lo natural?"
-
En mi si, supongo - respondí de forma automática. El comió un poco de pescado y
volvió a escribir.
“Me
gusta tu cabello natural”
-
Ah, gracias – le dije mientras
masticaba también un poco de pescado.
“Gracias
por la comida… mañana prepararé yo el desayuno”
-
Está bien, no me molesta cocinar,
menos si me estas alojando en tu casa.
“Eres
mi invitado, no deberías cocinar tú” escribió cuando casi terminaba el
platillo, estaba comiendo rápido lo que me preocupó, ¿Que no se suponía que no
tenía hambre?
-
Pues ahora soy tu inquilino, así que
deberíamos repartirnos las labores de la casa.
“Bien,
te permito cocinar la cena, esto estaba muy rico” escribió cuando se terminó el
plato. Yo reí.
-
Tu el desayuno entonces, aunque
supongo que en el estudio cenaremos todos juntos…
El
asintió. Se quedo en silencio y tranquilo mientras yo terminé de comer, en ese
momento Samurai entró empujando la puerta con sus pequeñas patas. Hide se
levantó de inmediato para tomarlo en sus brazos y acariciarlo.
-
Vaya aventura la que tuviste hoy
Samurai – le hablé al gato, Hide me miró divertido. Dejó al gato en la cama mientras yo recogía y
ordenaba la bandeja con los platillos sucios, escribió:
“Me gusta que hables
con Samurai”
-
¿Por qué? – pregunté inocentemente
antes de salir de su habitación. Esperé a que respondiera, pero se tardó un poco,
finalmente me mostró la libreta sin mirarme a los ojos, leí:
“Por
que nadie le habla, se debe sentir especial gracias a ti… y yo también.”