lunes, 18 de febrero de 2019

Matices - Capítulo 14: Especial



  Sakura


-           Hide… hace frío, volvamos a casa. Mañana continuaremos buscando – me miró con enfado y me ignoró. – Hide por favor, no seas necio, no puedes pasar frío y arruinar tu voz a un día de la grabación. Aunque no le tengas mucha fe Samurai es un gato, los gatos tienen un instinto muy fuerte para volver a casa, dejaremos sus cosas fuera de casa para que pueda oler el camino. – Me miró con dudas en los ojos – Vamos a casa, busquemos las cosas que más usa y las dejaremos junto a una ventana abierta. Él olerá el camino de regreso y entrará. – cerró los ojos y suspiró con pésame, luego asintió.
Esperé a que pasara junto a mí para caminar detrás de él, lo vi desde mi posición continuar buscando con la mirada a nuestro gordo amigo.
Al llegar a casa se quitó los zapatos y fue directamente en dirección del arenero de Samurai, una lata de su comida y un montón de mantas, incluyendo el cojín del sofá. Tomó la libreta y escribió algo para mí:

“¿Crees que debo dejarlas junto a la ventana de la cocina o en la ventana de la sala?”

-           De la sala, no creo que haya salido por la cocina…
“Tienes razón”, escribió antes de ponerse a acomodar todo junto a la ventana. Suspiré, no me gustaba verlo tan preocupado y nervioso.
-           Tranquilo… verás que cuando despertemos estará aquí. – le aseguré. Los gatos de mi madre siempre volvían a casa, tenía fe en el instinto felino. Vi que terminó de arreglar todo y se sentó en frente de la ventana. – Hide, cocinaré algo, ¿sí?
Escribió:
“No tengo hambre”
Suspiré otra vez. En dos horas de búsqueda no habíamos dado con nuestro amigo Samurai, podía sentir su preocupación, pero no creí que sería bueno continuar buscando ya había anochecido y el frío calaba los huesos en la calle. Lo dejé en la sala observando por la ventana mientras fui hasta la cocina para comenzar a preparar la cena. Corté varias verduras, las salteé, descongelé un pescado que había en la nevera, y fui hasta la sala para preguntarle si deseaba comer pescado a la plancha o si tan solo lo prefería frito, pero me llevé la sorpresa de que no estaba en la sala.
-       ¿Hide? – lo llamé pensando que había subido a su habitación, aunque cuando revise noté que no estaba, ni allí, ni en el baño ni en ningún lugar de la casa. Había salido nuevamente a buscar a Samurai.

No lo pensé dos veces y salí tras de él.

     Camine por las mismas calles una y otra vez. Mi sentido de ubicación me decía que era imposible que él hubiera vuelto a casa ya que nos hubiéramos encontrado en algún punto, por lo que no di vuelta atrás y continúe caminando, esperando no perderme en el lugar desconocido para mí. Tras varios minutos que sentí como horas, dejé de buscarlo por las calles y comencé a observar los lugares con camino de tierra que rodeaban las avenidas dando la vuelta, estando seguro de que Hide no hubiera caminado tan lejos como lo había hecho yo.

El camino estaba muy oscuro, apenas lograba divisar lo que tenía en frente y el vapor por el frio me recordaba que Hide llevaba menos ropa que yo. Eso me preocupaba.

"Debe estar congelándose" me dije frustrado, tenía que encontrarlo.

Caminé alrededor de media hora hasta que divisé a lo lejos una caja de trasporte animal.
"Será...?" me pregunté mientras corría en esa dirección, pero al llegar me percaté de que no había nadie visiblemente al rededor y la zona estaba muy oscura para rodearla caminando.

- ¿Dónde te metiste Hide? - pregunté en voz alta sintiéndome estúpido al hablar solo. De pronto un sonido llegó a mis oídos, era muy leve, pero se me hizo enormemente familiar, sin embargo no estaba seguro de si lo estaba imaginando. Cerré los ojos para estar seguro de que fuera real, y efectivamente lo escuchaba, despacio pero ahí estaba. No había dudas, era el ronroneo de Samurai. Caminé en los alrededores encontrando nada e incluso seguro de que me alejaba del sonido, entonces volví a la caja y divisé un agujero enorme que estaba a un par de metros de mí. Caminé con cuidado hasta la orilla, y de pronto los vi.

- ¡Hide! - estaba sentado en una posición que me daba a entender que intentaba protegerse del frio. Tenía dentro de su suéter a Samurai, solo se veía la cabeza del gato. Hide lo acariciaba mientras sonreía en mi dirección, sus ojos exclamaban "¡lo encontré Sakura!", y a pesar de mi preocupación, el alivio y la expresión en su rostro me hicieron sonreír de una forma tonta. De pronto una carcajada se me escapó. - Pero ¿Cómo te metiste ahí? - el rio como respuesta. Se veía feliz. Pude por fin respirar profundo.  - ¿Y ahora como te saco de ahí?

Levantó los hombros como respuesta.
Observé a ambos lados, no había nada que pudiera utilizar, así que lancé la caja hacia el agujero y él dio un pequeño salto.

- Mete a Samurai allí dentro y lánzame la caja- me miró con los ojos muy abiertos y preocupados.

- No se golpeará, prometo que agarraré la caja - le aseguré- siempre y cuando tú puedas lanzarla con fuerza. - me miró dudoso pero luego pareció comprometido. Me divertía observar sus gestos incluso a la distancia que teníamos.  - Realmente no entiendo cómo te metiste ahí, ¿Solo saltaste? parecen ser casi tres metros y tú eres tan pequeño...

Sonreía mientras intentaba meter a Samurai en la caja luciendo completamente despreocupado en medio de la situación que lógicamente no debía ser divertida, aunque debía admitir que yo también me sentía así.

Lo vi levantando la caja con dificultad.

"Mierda, no mates al gato Hide", pensé dudoso de que pudiera lanzarla hasta mí.


- Vamos Hide tú puedes. -juntó las cejas en una expresión de máxima concentración, separó las piernas y tomó una postura típica de un levantador de pesas, tuve que esforzarme para reprimir una carcajada. Lanzó con fuerza la caja que se elevó en cámara lenta a mis pies y por casi cuestión divina alcancé a tomarla cuando parecía que iba predestinada a caer.

Suspiré de alivio cuando la tomé con ambas manos dejándola en el suelo. Hide pareció hacer lo mismo. – Samurai está sano y salvo, ahora tu tendrás que escalar. - me observó con dudas en los ojos.
Me quité la remera sintiendo un escalofrió en mi cuerpo y tendiéndola hacia abajo como si fuera una cuerda.

 - Vamos Hide, escala y sube. - La manga quedaba cerca de su altura si levantaba los brazos, de todas formas, debió dar un salto para alcanzarla. Con fuerza se agarró y yo comencé a subirla, pero se soltó, cayendo al suelo. Escuché su cuerpo raspillarse con la tierra. - Mierda, ¿estás bien? - lo escuche quejarse de dolor con un gimoteo. - ¿Te lastimaste? - no me miró para responder, solo se sobó las rodillas y volvió a lanzarse hacia la chaqueta. Esta vez se aferró con más fuerza y pude jalarlo hasta la altura de mi brazo para tomarlo con ambas manos hasta sacarlo a la superficie. Afortunadamente Hide pesaba menos que Samurai en aquella caja.

- Ya está - dije cuando lo deje junto a mí y lo sostuve de pie, ambos estábamos embarrados con la tierra húmeda así que limpié un poco mi ropa y también la suya, sin percatarme de la proximidad de nuestros cuerpos o de los toques que le di hasta que su rostro me lo hizo notar. Me miraba con aquellos ojos grandes, expresivos, algo asustados y las mejillas sonrojadas. Estaba visiblemente incómodo.  - Lo siento… no suelo tener cuidado al tocar a otros hombres, no pensé que te molestaría... - su ceja se movió molesta, algo de lo que le había dicho le había molestado. Preferí callarme. - Solo no pensé - dije finalmente. Él me ignoro y observó que Samurai estuviera bien. Tomó la caja, me observó esperando que lo acompañara - sí, vamos - dije sin esperar una señal. Él levantó los hombros en una carcajada silenciosa, entendí que le divertía. Nos entendíamos en su silencio.

Caminamos sin mirarnos, sentía tensa la atmosfera que nos rodeaba, el parecía concentrado en algo y esperaba que no fuera la razón por la que visiblemente se había molestado cuando me disculpe.
"Menudas disculpas las mías", pensé.

- Déjame llevar a Samurai, debes estar algo adolorido - me tendió la caja sin oposiciones. Tomé al gato que iba algo inquieto y molesto encerrado, pero lo ignoré, no podíamos soltarlo o se volvería a escapar. Lo sujeté con la mano derecha mientras que la izquierda picaba de ganas de algo que me avergonzaba admitir. Observe a Hide, ya no parecía molesto y caminaba con cercanía a mí. Sin mirarlo tomé su mano, la cual estaba muy fría, y la metí en mi bolsillo. Me miró directamente a los ojos todo el tiempo probablemente esperando que dijera algo, pero no me atreví a corresponderle, incluso creo haberme ruborizado un poco. No solía tener ese tiempo de actos con otras personas, era una sensación nueva la que me llevaba a actuar de aquella forma con él.

Dentro de mi bolsillo aún tomaba su mano cuando llegamos al sector con más luz, la removió un poco y estuve seguro de que la quitaría, pero para mi sorpresa solo acomodó su brazo para acercarse más a mí y apoyar su cabeza en la parte superior del brazo. Me causó ternura su gesto, más aún que al ser tan pequeño no alcanzara mi hombro. Quise agacharme o inclinarme un poco, pero el peso de la caja de Samurai no me lo permitió. Caminamos lento en aquella posición a pesar del frio, a pesar de que podía ver el vapor de nuestro aliento y de que la luz haría que cualquiera que nos viese creyera que éramos una pareja. La verdad la idea no me molestó. Disfruté con cierta emoción y nerviosismo del tacto simple de aquel gesto como si fuera un regalo que llevaba años esperando recibir... en aquella calle por la que caminábamos, donde no había ni un alma cerca de nosotros, fue la primera vez que sentí que prefería la compañía de Hide a la soledad habitual de mis paseos nocturnos. Reconocer aquello me hizo tomar conciencia de cuanto lo apreciaba.

Sin hablar ni una palabra por mi parte y por supuesto, también por la de él, llegamos a casa. En cuanto entramos Hide liberó a Samurai de la caja y comenzó a revisarlo con detenimiento mientras lo acariciaba aún con su ropa embarrada. Yo fui a hervir agua para preparar un necesario té.

- Hide... - fui hasta la sala para verlo acariciar a Samurai con gesto de alivio, entonces supe que el gato estaba completamente sano. - Ve a tomar un baño caliente, yo prepararé algo para comer y le daré su comida a Samurái también, pero quítate esa ropa mojada que no puedes resfriarte, mañana grabamos. - abrió los ojos con sorpresa y asintió. Se volteó con rapidez y sentí que subió las escaleras con prisa. La idea de que se hubiera avergonzado por mi simple petición me hizo sonreír, Hide era demasiado tímido.

Le serví la comida al gato, quien comió como si no hubiera mañana, luego preparé una bandeja con las verduras recalentadas, los trozos de pescado frito y el bendito té. Subí las escaleras llevando la comida y golpeé con el pie la puerta de la habitación de Hide. Me abrió llevando puesta una playera grande con mangas largas que le llegaba hasta casi las rodillas.  Llevaba una toalla en la cabeza.

- Bonita pijama - le dije. Sonrió. - Podemos comer juntos... o si quieres te dejo tu parte aquí y me voy a mi habitación para dejarte descansar- se alejó en dirección a la cama, la abrió y se metió dentro. Palpó con la mano un lugar para indicarme que me sentara. - Comeremos juntos entonces.


Mientras nos devorábamos las botanas se quitó la toalla y la arrojó al piso, su cabello largo mojado se veíamos oscuro. - Me gusta cómo te queda ese tono de cabello... Es decir, pareciera que te sienta bien el cabello oscuro al igual que el castaño que tienes.  - Buscó una libreta en la mesa de junto para contestarme:

"Mi cabello natural es más oscuro", escribió.

- Oh... ¿Este no es tu cabello natural? - pregunté sorprendido, obviamente el negó como respuesta - bueno... no sé de qué me sorprendo, hoy todos cambian el color de su cabello, es normal, ¿no? - levantó los hombros sin darle demasiada importancia. Luego bebió el té cerrando los ojos mientras saboreaba. Disfrutaba verlo comer.

De pronto me mostró la libreta nuevamente

"¿Prefieres lo natural?"

- En mi si, supongo - respondí de forma automática. El comió un poco de pescado y volvió a escribir.
“Me gusta tu cabello natural”
-       Ah, gracias – le dije mientras masticaba también un poco de pescado.
“Gracias por la comida… mañana prepararé yo el desayuno”
-       Está bien, no me molesta cocinar, menos si me estas alojando en tu casa.
“Eres mi invitado, no deberías cocinar tú” escribió cuando casi terminaba el platillo, estaba comiendo rápido lo que me preocupó, ¿Que no se suponía que no tenía hambre?
-       Pues ahora soy tu inquilino, así que deberíamos repartirnos las labores de la casa.
“Bien, te permito cocinar la cena, esto estaba muy rico” escribió cuando se terminó el plato. Yo reí.
-       Tu el desayuno entonces, aunque supongo que en el estudio cenaremos todos juntos…
El asintió. Se quedo en silencio y tranquilo mientras yo terminé de comer, en ese momento Samurai entró empujando la puerta con sus pequeñas patas. Hide se levantó de inmediato para tomarlo en sus brazos y acariciarlo.
-       Vaya aventura la que tuviste hoy Samurai – le hablé al gato, Hide me miró divertido.  Dejó al gato en la cama mientras yo recogía y ordenaba la bandeja con los platillos sucios, escribió:
“Me gusta que hables con Samurai”
-       ¿Por qué? – pregunté inocentemente antes de salir de su habitación. Esperé a que respondiera, pero se tardó un poco, finalmente me mostró la libreta sin mirarme a los ojos, leí:
“Por que nadie le habla, se debe sentir especial gracias a ti… y yo también.”