~ Sakura
Desde la ventana del autobús observaba el paisaje del lugar… una ciudad bastante diferente a Tokio. Sería un cambio drástico pero no daría marcha atrás. Me sentía fatal, mi cabeza dolía y también mi garganta, solo quería llegar a recostarme y beber un poco de sopa de mamá.
Desde la ventana del autobús observaba el paisaje del lugar… una ciudad bastante diferente a Tokio. Sería un cambio drástico pero no daría marcha atrás. Me sentía fatal, mi cabeza dolía y también mi garganta, solo quería llegar a recostarme y beber un poco de sopa de mamá.
Cerré
los ojos intentando descansar, solo fue entonces cuando la pregunta apareció en
mi mente: “¿Qué mierda hiciste Yasunori? ¡Parte de una banda! ¡Lo que menos
querías! ¡Lejos de tu ciudad, de tu familia, de tus amigos y de tu novia!”.
Esto no terminará bien. Abrí los ojos enfadado, cada vez que bajaba la guardia
mis inseguridades aparecían, era como si mi subconsciente fuera extremamente
cobarde y mi consiente extremadamente arriesgado, cuando uno bajaba, el otro
subía, y el poder en mis momentos de sueño era de mi cobarde subconsciente.
Me
pasé todas las horas de viaje pensando en ello, arrepintiéndome, criticándome,
dejándome sentir miedo por desconocer lo que deparaba el futuro. Me agradaban
los chicos, Tetsuya, Ken y Hide, y el ultimo me causaba una innegable
curiosidad, pero no estaba seguro si todo aquello sería suficiente para
mantenerme entretenido en una banda, solo esperaba que musicalmente me hicieran
crecer. Aquella sería mi meta.
Dormí,
desperté, dormí, desperté. El viaje se hizo eterno, de alguna forma no pude
evitar pensar un poco en Hide. ¿Qué podría hacer a alguien callar palabras por
tantos años? Pensé en que tal vez se comunicaba con sus composiciones y me
propuse ponerle atención a sus letras. Además… no era solo aquello lo que
llamaba mi atención; era extremadamente femenino, tanto su físico como sus
gestos, delgado hasta parecer inofensivo y débil, y sus gestos… aquellos
momentos en que no se permitía mirar a los ojos, su notable timidez. Siempre
había sentido cierta molestia por ese tipo de personalidades pero esta vez era
diferente, lo sentía demasiado real, nada fingido. Incluso me descubrí
queriendo protegerlo.
Cuando
por fin llegué a casa casi era de madrugada, estaba demasiado cansado como para
ir a otro lugar que no fuera a casa.
En
cuanto abrí la puerta me encontré frente a mi madre con un semblante de molestia
infinita y a mi novia en frente, con la preocupación dibujada en su rostro.
-
Akane, ¿Qué haces aquí tan tarde? – le pregunté sorprendido,
ella volteó a mirarme y sus ojos pasaron de la sorpresa al alivio.
-
¡Donde te habías metido Yasunori! – gritó eufórica,
mi madre respiró profundamente. Yo sabía que estaba contando hasta diez,
detestaba las exageraciones de mi novia y ni ella me controlaba mis horarios de
llegada a casa.
-
Calma, tú sabías que viajaría a Osaka… - Se arregló
un mechón de su cabello castaño detrás de su oreja, cosa que hacía cuando se
ponía nerviosa. Era un aviso de que se venía una pelea, pero no le permitiría
hacerlo frente a mamá. – Akane, es tarde, iré a dejarte a casa. Mamá, ¿podrías
prepararme una sopa? Tengo tanta hambre…
-
Lo que sea pero llévatela de aquí – dejo escapar
sin tapujos y con un tono condescendiente. Tomé a mi novia del brazo arrastrándola
hasta la puerta.
-
¿Qué mierda te pasa? No puedes venir a casa cuando
no estoy para enfermar a mamá con tus caprichos. – le escupí enfadado. Ella
quería discutir, a eso había ido.
-
¿Qué caprichos? Estaba preocupada porque no
llegaste a dormir pedazo de idiota, pensé que podría haberte sucedido algo o
que tal vez estabas con otra chica… - comenzó a divagar, su rostro dibujo miedo
- ¿¡Dónde mierda estabas Yasunori!?
-
En Osaka, como te dije.
-
¿Y acaso dormiste con esos chicos que fuiste a
conocer? ¿Ahora te van los hombres? – el sarcasmo no era lo suyo, pero verla
tan enfadada e intentando ser coherente me hizo sonreír. Con Akane nos
conocíamos demasiado bien desde hacía años y había pulido con mucho trabajo el
arte de discutir, aún así cuando intentaba ser sarcástica siempre me producía
risa.
-
Tal vez ahora sí.
– mi sonrisa la molestó.
-
¡No es una broma idiota! No sabes todo lo que pasó
por mi cabeza cuando no llegaste…
-
Imagino que cien películas, dos mil fotografías,
veintitrés finales trágicos y un par de ideas para doce tomos de una novela sin
fin. Ya, camina, te llevo a casa. – le propuse. Ella me miró sin verse
demasiado convencida, luego suspiró y caminó. Le seguí los pasos con el
estómago vacío y algo de nervios, ella no se tomaría bien el hecho que yo me
fuera a Osaka de forma indefinida.
-
Tú mamá me odia. – cambió de tema buscando mi mano
para caminar junto a mí. De mala gana se la di, las discusiones siempre me
amargaban el tacto de su piel.
-
No te odia, solo… le agotas la paciencia. – cada vez
que estaba molesto con ella era más directo de lo usual. Me miró con ojos
tristes.
-
¿Estás enojado? Yo solo estaba preocupada… no
puedes enojarte por eso…
-
¿Preocupada o celosa? - volteó la cara para ignorarme. – Akane
escúchame – mi subconsciente me gritó: “Yasunori este no es el mejor momento”, pero
lo ignoré – Me iré a Osaka a vivir, de forma indefinida.
Volteó a observarme con la boca abierta.
Pasaron los segundos… no reaccionaba, comencé a arrepentirme a medida
que veía sus ojos humedecerse.
-
Escucha… - quise comenzar a explicarme.
-
¿Cómo puedes tomar ese tipo de decisiones sin mí?
-
Akane…
-
¿En qué momento dejé de importante Yasunori? - sus ojos heridos observaban el aire de un
extremo a otro como buscando respuestas en él.
-
Me importas Akane, también lo hago por nosotros…
-
¿Con qué excusa barata vas a justificar tu falta de
consideración ahora? – Puse los ojos en blanco y pensé “aquí vamos con el
drama”.- ¡Eso! Eso que acabas de hacer es lo que haces cada vez que minimizas
mis sentimientos, ¿Es que no puedo hacer un drama cuando mi novio de años
piensa en ir vivir a otra ciudad… sin si quiera pensar en mí? ¿Sin invitarme?
Porque dudo que ese sea tu plan… - la miré… tenía un punto y es que yo lo
sabía, mi amor por Akane estaba tan apagado y apegado al recuerdo de lo que
alguna vez fue que no me dolía la idea de separarme de ella un tiempo, pero si
la de perderla del todo… curioso egoísmo era el mío.
-
Akane, me uniré a una banda, tal vez resulten las
cosas con ellos tal vez no, el tiempo que dure viviendo allá puede ser relativo.
Tú me conoces, me crié en esta ciudad y dudo poder estar demasiado fuera de
ella, incluso si las cosas van bien con la banda tendrían que venir ellos a
vivir aquí. Esto no es una despedida, es solo un hasta pronto. Y nosotros
siempre hemos estado juntos...
-
No te esperaré para siempre si eso es lo que tu
estúpida cabeza piensa –lágrimas brotaron de sus ojos haciéndome sentir
avergonzado. Sabía que ella tenía razón esta vez en reaccionar de aquella
forma. Mi cariño por ella me hizo querer abrazarla.
-
Sé que no y espero no hacerte esperar demasiado,
pero Akane no hemos estado bien y alejarnos enfriará un poco esta revancha
absurda que hemos tomado desde hace un par de meses.
-
Me dejaste de querer… - susurró.
-
Claro que no, no podría hacerlo, eres parte de mí.
Aunque lo he querido por esa personalidad tan conflictiva que has tomado, no
puedo, me embrujaste o algo así. – le regañé con cariño. Sus ojos rogaron
afecto y la abracé fuerte. Sentí sus puños presionar mi chaqueta, odiaba
hacerla sentir poco acompañada cuando se supone me tenía a mí.
-
Si me quisieras tanto no te irías…
-
Es porque te quiero que pensé que no sería tan mala
idea tomar distancia, tal vez extrañarnos nos devuelva un poco de lo que
fuimos…
-
¿Y si me olvidas? ¿Y si me dejas de querer?
-
¿Y si tú me dejas de querer a mí? – confronté.
-
Eso no pasará.
-
Akane, hagámonos un favor a ambos; si cuando vuelva
aún me quieres y aún te quiero, nos casaremos. Formaremos la familia que
siempre quisimos y te cuidaré hasta la muerte, pero no permanezcamos más de
esta forma o terminaremos por intoxicar lo que tenemos.
-
¿Ca…sarnos? ¿Lo dices de verdad? – Asentí – ¿De
verdad, de verdad? – volví a asentir. Ella permaneció pensativa. – Pero te
esperaré seis meses, nada más que eso.
Seis meses… considerando los contactos de Tetsuya y el talento de la
banda, era un tiempo considerable, probablemente ya estarían viviendo en Tokio para ese
periodo.
-
Está bien. – Me acerqué para darle un corto beso
que respondió de buena gana, sus ojos se veían emocionados.
-
Casarnos… - susurró para sí misma, luego sonrió de una
forma que no veía desde hacía mucho. Le sonreí de vuelta algo emocionado
también, la idea de casarme con ella siempre estuvo presente pero solo en
nuestras conversaciones más profundas fue tratado.
Caminamos en silencio y tomados de la mano hasta su casa.
-
¿Entonces cuando te irás? – preguntó en cuanto
llegamos a la puerta.
-
Creo que en unos días nada más, tal vez una semana
como mucho.
-
Ven a despedirte, ¿sí? Quiero darte un regalo de
despedida... algo se me ocurrirá.
-
Claro, nos veremos todos los días si quieres - me
miró a los ojos con una sonrisa.
-
Debo quererte demasiado para soportarte Yasunori.
-
También te quiero más de lo que te tolero. –
confesé. Ambos reímos, nuevamente nos dimos un beso rápido más un abrazo
sincero. – Te quiero Akane, no hagas tonterías mientras no estoy.
-
Te quiero, cuídate y recuerda comer más de lo que
bebes - asentí.
Nos separamos luego de unos minutos que no se hicieron demasiado largos,
entonces entró a su casa sin voltear a mirarme por última vez… estuve seguro de
que se derrumbaría a llorar en cuanto estuviera sola. Así era ella, a ratos
explosiva, a otros indiferente, pero sola siempre era emocional, por ello
odiaba dejarla sola y ahora lo haría por varios meses.
Caminé a casa pensando en cómo se lo diría a mamá, probablemente me
costaría más que con Akane. De los tres hermanos yo era el más apegado a ella,
él único que había permanecido viviendo con ella accediendo a su petición de no
quedar sola. Tenía mi propio departamento, lo usaba generalmente para fiestas o
para compartir privacidad con Akane pero no solía recurrirlo más que dos o tres
veces a la semana. Mi casa era la casa de mi madre.
En
cuanto entré a casa y me quité los zapatos, sentí el aroma de la comida de mamá
invadiendo todo el lugar despertando mi hambre.
-
No sabes cuánto quiero beber una de tus sopas – le
dije a penas entré en la cocina y me senté a la espera de que terminara de
cocinar.
-
Ya casi está. Me relaja cocinar luego de una tarde
intensa… - se quejó indirectamente.
-
¿Estuvo toda la tarde en casa?
-
Casi desde el medio día, se sentó decidida a
esperarte y por más que se le acalambraran las piernas y yo cargaba el arma, no
se iba.
-
¡Mamá! – me reí por su poco esfuerzo para ocultar
su malestar. – Oye, hay algo que quiero… - iba a comenzar con la tarea cuando
entonces ella dejó el platillo de sopa caliente en frente de mí. Olía de
maravilla.
-
¿Ibas a decir algo?
- preguntó curiosa.
-
Ahora tendrás que esperar – le dije antes de
meterme la primera cucharada en la boca. – Mmm… - saboreé. Ella rió.
-
Bueno… come y luego dime. ¿Sabes? No entiendo por
qué te empeñas en verle algo bueno a esa niña Akane. Es molesta, inmadura, ni
siquiera es bonita, es conflictiva y su voz es lo menos melodioso que he
escuchado en mi vida. – comenzó la queja de siempre mi madre, decidí que lo
mejor sería darle la noticia sin escrúpulos.
-
Me iré a vivir a Osaka. – le comenté con la boca
llena de comida, mientras masticaba irrespetuosamente.
El silencio se prolongó. La miré con curiosidad, sus ojos estaban
abiertos de la impresión. ¿Qué le sorprendía? Yo solía salir con ese tipo de
noticias todo el tiempo. Aunque no involucraban viajar usualmente.
-
¿Con quién? ¿Por qué? No irás con Akane supongo…
-
No mamá… - me apresuré en responder en vista de su
reacción un poco eufórica. – Una banda… me convenció.
-
¿Otra más? – elevó el tono.
-
Si mamá, otra más.
-
¿Y cuánto tiempo piensas perder formando parte de
bandas que duran solo un par de meses Sakura?
Eso no te llevará a ningún lugar.
-
Mamá tu sabes que lo mío es esto… - me negaba a
dejar de comer para hablar y veía en sus ojos que aquello le disgustaba.
-
No hablo de la música Sakura, hablo de que cambias
de banda como cambias de calzoncillo. Si no te quedas en un lugar de forma
fija, ¿de qué sirve?
-
Como están las cosas en este momento, no hay
“bandas fijas” mamá, no en este país al menos y no en mi estilo musical. Sin
embargo… - ella espero a que concluyera mi frase, pero me sorprendí a mi mismo
con el hilo de mis pensamientos.
-
¿Sin embargo?
-
Siento que esto será distinto. Tal vez solo sea la
emoción pero… los escuché y creo que será una banda… que permanecerá. No sé si
yo permaneceré con ellos pero puedo ver el talento y la determinación que
tienen.
-
¿Desde hace cuanto los conoces que te conquistaron
tanto? – preguntó sorprendida, se levantó y se sirvió un vaso con agua, luego
volvió a sentarse notablemente interesada en lo que yo tuviera que decir.
-
Al líder lo conozco desde hace un tiempo, es el
chico insistente que llamó la semana pasada.
-
Lo recuerdo.
-
Bueno, ya sabes que fui porque insistió demasiado,
pero me sorprendí realmente cuando los escuché. Además la banda parece estar
llena de personajes… el guitarrista es fenomenal, tiene una personalidad muy
particular y Hide, el vocalista… bueno, él no… no habla.
-
¿Qué? – Su cara era una copia de la mía cuando me
enteré.
-
No habla, no dice nada, ni una sola palabra.
-
¿Pero es el vocalista?
-
Si. Canta y lo hace muy bien, pero tiene problemas
para…comunicarse con los demás, ya sabes, directamente…
-
Ay no Yasunori, ¿y me dices que en eso piensas
apostar tu tiempo?
-
Mamá, cuando los escuches entenderás de lo que
hablo.
-
No iré a Osaka a escuchar un mudo. – Mamá era así,
resistencia permanente. Mi hermana había heredado eso de ella pero ambas solían
hacer lo contrario a lo que decían. Yo no intentaba comprenderlas, me
conformaba con quererlas.
-
De todas formas si la banda resulta ser lo que
espero, pronto volveré a Tokio, dudo que esté en Osaka más que un par de meses.
– ella me miró poco convencida.
-
Bueno… no es que me estés pidiendo permiso… pero te
voy a extrañar…
-
Lo siento mamá, volveré pronto, lo prometo.
Me sonrió un poco cabizbaja.
Me fui a la cama completamente agotado pero satisfecho con la
conversación.
Mi
madre y mi novia no habían reaccionado mal, mi hermana se enteraría y
probablemente decidiría acompañar a mamá mientras yo no estuviera. Me iría tal
vez un par de meses y a la vuelta, tal vez me casaría… Mi estómago se contrajo.
¿Era necesario decirle eso a Akane? “Debiste pensarlo mejor”, gritó mi
subconsciente mientras me acomodaba en la almohada.
“En
fin… ya está hecho”, me dije.
“Que
pase lo que tenga que pasar”, fue lo último que pensé antes de caer rendido,
incluso me escuché roncar antes de dejarme ir del todo.
Aquella
noche soñé que estaba acomodado junto a alguien en un sofá, hacía frío y los
dedos congelados de mis pies dolían. Unos pies más pequeños acurrucaron los
míos dándoles calor y yo buscando más de aquello me acerqué hasta sentir su
cabello rozando mi mejilla. No se podía estar más cerca. Una colcha me abrigaba
y él la acomodaba una y otra vez para que tapara toda mi espalda, cuando por
fin lo sentí quedarse quieto, el aroma de su shampoo llegó a mi nariz. Era
dulce pero no demasiado. Una respiración acompasada me relajó hasta llevarme a
dormir profundamente, y el frío cesó en todas sus formas.