lunes, 30 de septiembre de 2019

Fan fiction Matices - Capítulo 31: Relación



Sakura




Cepillé el cabello de Hide y lo até en una coleta.

-          Me gusta. – dije victorioso por mi trabajo, me miró un poco dudoso, se miró en el reflejo del espejo y suspiró. Ken se esforzaba por darnos espacio pero Tetsuya nos observaba con sospecha a nuestras espaldas, aunque lo sabía, no pretendía tomar distancia, simplemente no sería demasiado obvio y estaba seguro de que él tampoco lo preguntaría directamente. Al menos no a mí.

-          Bueno… si dices que queda bien, lo usaré así… - sonreí satisfecho.

-          ¿Saldrás con camisa? – preguntó Tetsuya a mi espalda.

-          Sí, me la prestó Sakura. Me queda un poco grande pero se me ve bien… ¿no? – Tetsuya arrugó el ceño. - ¿No? ¿Se ve mal?

-          No es eso, se ve bien… pero últimamente siempre usas ropa de Sakura. – Hide levantó los hombros restándole importancia.

-          Me gusta la ropa grande y Sakura tiene la talla perfecta para que esa ropa grande se me vea bien.

-          Deberías venir a mi departamento a elegir algunas camisas, estoy seguro que tengo varias que te gustarían. – le dije ignorando por completo al bajista.

-          ¿Vamos luego del concierto?

-          Claro. – respondí.

-          Que extraño que vayas a tu departamento – lo miré curioso por su comentario – Lleva mucho que no te apareces, casi lo siento mío. – a mis espaldas Ken-chan no se aguantó la posibilidad de molestarlo.

-          Eso explica porque aún no te cambias. – touché.

-          ¡Oye! – yo me reí.

-          No te preocupes, yo no te he echado. – lo consolé, realmente no me importaba que viviera en mi departamento aunque si me preocupaba que con ello aumentaran sus sospechas.

-          Lo sé, pero ya pronto me cambiaré, si me ayudas a ver departamentos te lo agradecería. Tengo entendido que ayudaste a Hyde.

-          Solo dime cuando, lo anotaré en mi tan ocupada agenda llena de agradables sesiones de fotografías y molestas entrevistas de revistas comerciales. – Ken a mi espalda rió.

-          Que agresivos están. – Oishi tocó dos veces la puerta y entró con gesto serio.

-          Ya es hora. – Hide me miró por el reflejo del espejo y me guiñó el ojo, le lancé un beso rápido, a mi lado Ken colocó los ojos en blanco. Tetsuya y Oishi hablaron de los detalles y yo comencé a elongar las piernas. Otro concierto, uno más a la lista de las pocas cosas que me gustaban en la actividad de la banda.








Me sequé el cabello con una toalla mientras Hide se desenredaba el suyo. Tetsuya estaba en la ducha y Ken era el único listo para irse a casa, pero como siempre nos esperó para llevarnos en su auto.

-          ¿Del uno al diez que tan bueno estuvo? – nos preguntó.

-          Un nueve – dijo Hide novedosamente optimista, Ken me miró a mí.

-          Un siete, mucho problema de sonido.

-          Bah, pero eso no depende de nosotros. – me dijo Ken.

-          Pero deberíamos darle más importancia al sonido que a lo audiovisual. No me interesan las luces si a mi batería no la escucha bien la audiencia. 

-          En eso tienes razón… - de pronto Ken se acercó a nosotros y le hizo un gesto a Hide para que lo hiciera también en una especie de reunión secreta – Hay algo que quiero decirles aprovechando que Tet-chan aún no sale… - susurró.

-          ¿Qué es? – preguntó Hide con ojos curiosos, de pronto Ken golpeó su frente con la palma de su mano. - ¡Au!

-          ¿Y eso? – pregunté sin entender.

-          Es que… ¿pueden dejar de mirarse todo el tiempo? Hyde, volteaste a cantarle a Sakura como diez veces, contrólate. Y tú… – me dijo a mí - Deja de mirarle el trasero como si fuera el centro de la tierra, donde van esas caderas las siguen tus ojos – Hide se ruborizó de golpe, yo bufé. – Estoy hablando en serio, están siendo evidentes, trasparentes, empalagosos y fogosos, no me molestaría pero ni en el escenario parece un simple fanservice. – de pronto Tetsuya apareció y nos congelamos en un silencio cómplice.

-          ¿Eh? ¿Qué sucede? ¿Por qué se quedan callados?

-          Nada – le dijo Hide aún con las mejillas rojas – Ken estaba hablando cochinadas como siempre. – este último levanto los hombros aceptando la culpa.

-          Ah, casi lo olvido… - Tetsu nos miró a todos - ¿Qué les parece si mañana nos reunimos a celebrar e invitamos a los chicos de Die in Cries? – Vi a Ken palidecer con gesto serio casi asustado, lo miré curioso.

-          ¿Y eso por qué? – preguntó con la misma expresión.

-          Nos quieren pedir un favor, y aunque estoy casi seguro de qué se trata, será mejor que estemos todos juntos cuando nos lo propongan.

-          No lo digas así – me quejé - Me intriga, quiero saber de qué va.

-          Ya lo averiguarán – Tetsuya miró a Ken - ¿En tu casa?

-          ¿Ah? ¿Por qué en la mía? – seguía pálido.

-          Porque es la más central, pero si no quieres podemos buscar otra opción – la mirada de Ken pareció contrariada.

-          ¿Qué sucede? – le pregunté, me miró asustado luego se enfadó.

-          ¡Está bien! ¡Pero luego se quedarán a limpiar! – Tetsuya se rió.

-          Oye… – le dije -  Eres tú el único que suele irse sin ayudar a ordenar luego de que nos reunimos, y estoy seguro de que esta vez te dormirás y tampoco nos ayudarás aunque sea tu departamento.

-          Que mal hablado eres…- rió un poco aún nervioso, continué mirándolo, seguía pareciéndome extraña su reacción. – ¿Supongo que irán todos lo de la banda o solo algunos?

-          Deberían ir todos – respondió Tetsuya.

-          Ah…– no acotó nada más.

-          Deberíamos reunirnos antes así revisamos los avances del single – sugirió Hide, todos asentimos pero Ken arrugó el ceño hasta que notó que nuestros ojos estaban clavados en él, luego se distrajo buscando algo en su mochila. Hide y yo estábamos curiosos pero ambos decidimos con la mirada no preguntar nada más, él parecía comprender si Ken no quería comentar al respecto, al igual que en los tiempos en que no decía ni una sola palabra. A veces le gustaba simplemente observar, y a mí, observarlo a él.





-          Estoy cansado – Hide bostezó en cuanto se sentó en el auto, Ken manejó y yo me senté adelante con él, sabía que al pequeño le gustaba recostarse en la totalidad de los asientos traseros.

-          ¿Quieres que nos vayamos directamente a tu departamento mejor? – le propuse.

-          ¿Y renunciar a tus fotos de pequeño? No, vamos al tuyo.

-          ¿Entonces los llevo a tu departamento? – me preguntó Ken.

-          Si… Debimos haber traído a Tetsuya ¿no?

-          No… se las apañará solo. – coloqué los ojos en blanco.

-          No seas tan pesado con él. – no me respondió, desde la parte trasera del auto escuchamos unos ronquidos.

-          ¿Eh? ¿Ya se murió? – me reí.

-          No ha dormido bien últimamente, sobre todo desde… que sucedió lo de mi madre. – confesé, hablar con Ken era tan fácil como dejar el agua correr entre las manos. Simplemente sucedía.

-          ¿Se siente culpable?

-          No precisamente, creo que más bien siente que me cuesta elegirlo a él...

-          ¿Y no es así?

-          No. Lo que me cuesta es dejar ir del todo lo demás… mi otra vida por decirlo así…

-          Ya veo… suena difícil…. – suspiró mientras tomaba con cierta tensión el manubrio, como si realmente le afectara lo que acababa de decirle, lo que me recordó algo.

-          Ken-chan, hay algo que quiero preguntar. – levantó las cejas curioso, pero no me miró. - ¿Por qué reaccionaste tan raro cuando Tetsuya mencionó a Die in Cries? Compartimos con ellos  hace solo unos días, me extrañó que actuaras tan a la defensiva.

-          Solo no me gusta que Tetsuya ofrezca mi departamento. – dijo de manera automática, como si llevara planeando aquella respuesta un rato.

-          Pero reaccionaste raro de antes que mencionara tu departamento. – insistí.

-          Es que sabía que lo iba a hacer. – bufé.

-          Si no me quieres contar no lo hagas. – soltó una risita y encendió la radio. Estaba claro que había algo que no quería decir. Hide se despabiló por la música en la parte de atrás y se rascó los ojos, volteé a mirarlo, su rostro adormilado era de mis favoritos.

-          Ya casi llegamos… – le dije con el tono más dulce del que fui capaz, me sonrió como paga.


Entramos al departamento y encendí la luz, Tetsuya aún no llegaba.

-          Me siento extraño aquí… he venido pocas veces. – sonó a queja.

-          Pero no eres una visita – dije mientras buscaba algo para ofrecerle – No hay nada en la alacena, ni un jugo, ni cerveza, ni bocadillos… ¿Qué come Tet-chan?

-          No creo que pase tanto tiempo aquí como dice…

-          ¿Y dónde crees que lo pasa?

-          Tengo mis sospechas – sus ojos se entrecerraron y me reí, aunque si le creía, Hide solía ser observador en ciertos detalles que a mí se me escapaban. Envolví su cadera con mis brazos. –Cuidado que puede llegar… - aunque se quejó, de todas maneras se apoyó en mí. Besé la piel cerca de su oreja y se rió por las cosquillas. – Hum… me duele un poco la cabeza. – levanté mi mano y masajeé un poco su nuca con las yemas de los dedos, cerró los ojos. – Mm.

-          ¿Mejor?

-          Mm…

-          ¿Mm? Amo escucharte así – le susurré con voz ronca junto a su oído, él se mordió el labio. - ¿Excitado?

-                     Mm… – me reí y él también.  – Muéstrame esas fotos y deja de distraerme.

-                     Bien… - solté su cabeza y di un paso atrás, como estaba apoyado en mí su cuerpo cayó hacía atrás, alcancé a sujetarlo antes de caer. Me reí fuerte.

-                     Que bruto eres Yasunori, ash... – fue hasta mi habitación y lo seguí. – Se nota de todas maneras que Tetsuya ha estado acá.

-                     ¿Por qué lo dices?

-                     Por el orden. Es estructurado, si te das cuenta hasta él más mínimo detalle está en su lugar, en cambio tú tendrías todo desordenado, así como lo haces con mi departamento – se sentó en mi cama tendida, solo entonces noté que hasta mi cuarto estaba demasiado ordenado.

-                     Te doy la razón. – admití. Me arrodillé y abrí el último cajón del armario, tomé con algo de esfuerzo la pesada caja de recuerdos y la dejé abierta sobre la cama, allí Hide comenzó a hurgar con sus dedos pequeños.

-                     Tienes muchas cosas guardadas…

-                     Al final está el álbum de fotos – le dije para que lo tomara directamente.

-                     Ya voy a eso… - se entretuvo sosteniendo un reloj antiguo. Me miró curioso.

-                     Era de mi bisabuelo, no sé la historia, solo lo tomé de su cajón cuando murió.

-                     Que ladrón – comentó, luego tomó una pulsera con adornos infantiles.

-                     Regalo de mi hermana cuando cumplí los diez años.

-          Esto es… - tomó el anuario de mi escuela secundaria y lo ojeó con atención – Vaya… eras el payaso…  ¡Esta es tu foto! – gritó sorprendiéndome. Se veía muy feliz por su descubrimiento – Que… sexy – me reí fuerte. – En todas te ves… - cambió las hojas – Sexy.

-          Hide allí solo tenía 16 años, mídete que hablas de un menor. – se rió conmigo. Tomó unas hojas sueltas dentro del libro - ¿Y estos dibujos?

-          Hum… - no quería tener que explicárselo pero entonces él vio que entre los corazones y las figuras estaba escrito el nombre de Akane, los guardó sin decir nada.

-          ¿Y esto? – sostuvo un dinosaurio pequeño en su mano.

-          Oh, el señor Koko. – levantó las cejas sorprendido.

-          ¿Señor Koko?

-          Cuando estaba en primaria fuimos a un museo de fósiles, ya sabes que me gustaban los dinosaurios. Y por saber todos sus nombres me regalaron ese peluche.

-          ¿Cuántos años tenías? – miró con ternura al señor Koko.

-          Seis o siete.

-          Ow… ¿Puedo quedármelo? – arrugué el ceño. Era uno de mis recuerdos.

-          ¿Por qué te molesta?

-          Es mío… él se sentirá triste si lo doy en adopción – Hide se rió.

-          No pensé que fueras de los que guardaba este tipo de cosas…

-          La verdad no le pongo mucha atención a lo que guardo pero con los años se hacen importantes este tipo de cosas – tomé el peluche dispuesto a alejarlo de sus manos. Hizo un puchero.

-          Al menos llévalo al departamento, señor Koko debe estar triste guardado en esa caja… así lo podrás cuidar mejor – coloqué los ojos en blanco, él tocó mi pierna con su mano y en una caricia sus dedos rasguñaron con suavidad mi piel a través de la ropa.

-          ¿Por favor?

-          Está bien- entrecerré los ojos mirándolo con recelo.

-          Dámelo. – me lo quitó con rapidez  - Antes de que te arrepientas. – rió, yo suspiré. - ¿Qué tiene este sobre?

-          Ábrelo. – me recosté en la cama y me acomodé colocando los brazos detrás de mi cabeza. Noté que me resultaba un poco incómoda mi cama, ya me había acostumbrado a la de Hide.

-          Oh, son entradas de conciertos… son muchas… Ooh… ¿Cuántas hay? ¿Cien?

-          Creo que más. – leyó los nombres de los grupos en voz alta y yo cerré los ojos, estaba cansado aunque no me quejaría por ello. Sin darme cuenta comencé a dormitar mientras Hide continuaba hablando fijándose en los precios. De pronto sentí algo húmedo causándome un fuerte cosquilleo por debajo del ombligo, salté inclinándome hacía delante como si hubiera recibido un golpe. – Ah… ¿Qué haces?

-          Te saboreo – respondió sin vergüenza mientras se saboreaba los labios.

-          ¿Ah sí? – lo miré desafiante, él se puso de pie.

-          No me mires así, no me gusta cuando haces eso… - me puse de pie también y di un paso hacia él. Hide se alejó – No lo hagas… no he hecho nada malo… - di otro paso y él comenzó a correr saliendo por la puerta hasta llegar a la sala, rodeo el sofá conmigo siguiéndole los pasos y casi lo atrapé pero logró escapar de mis manos, si yo daba un paso a la derecha él se movía  a la izquierda. Respiraba agitado y sonreía divertido, pero no contó con que de un pasó podía saltar el sofá y lo tuve entre mis manos antes de que pudiera reaccionar. Le hice cosquillas en las zonas que sabía que odiaba. Comenzó a reaccionar eufóricamente, su risa era tan alta que casi podía oírle eco, intentaba golpearme pero no le daba la fuerza suficiente. Caímos los dos al suelo conmigo sobre su cuerpo y entre sus piernas, sostuvo mis manos para impedir que continuara con las cosquillas, aún reía de nervios. – No más por favor… no más – suplicó.

-          Lo pensaré – estiré mis labios para besarlo, saboreé el beso antes de sentirlo, lo que causaba un placer extra cuando finalmente lo tenía. Nos miramos a los ojos los leves segundos antes de que su lengua humedeciera aún más mi boca. Me pegué a él, y mi mano marcó su silueta desde su cintura hasta su pierna, sujeté con mis dedos su rodilla y la levanté para sentir el fervor de su entrepierna rozando la mía a través de la ropa – Mmg… – él enredó sus dedos en mi cabello y lo sujeto con algo de fuerza para alejar mi rostro del suyo, me miró a los ojos provocativamente mientras su cadera se movió en círculos causando más roce – Hide… - sus labios entreabiertos y sus ojos clavados en mi boca me indicaron qué quería, pero no alcancé a besarlo cuando sentí la puerta abrirse. Ambos saltamos.

-          No te preocupes, hablaré con ellos mañana en la casa de Ken, te confirmaré – la voz de Tetsuya al teléfono me sacaba todas las dudas, por suerte el sofá nos había escondido. Nos pusimos de pie los dos mientras nos limpiábamos la saliva de la boca con el dorso de las manos e intentábamos peinar un poco nuestros cabellos revueltos. Tetsuya colocó un par de bolsas en la mesa junto a la entrada dándonos la espalda, cuando se giró se asustó al vernos, dando un gran salto – Mierda, que susto. – yo me reí. Hide por su lado tenía el gesto preocupado, más bien, asustado. – No pasa nada… solo que los chicos estaban aquí y me asusté porque no los había visto – sus ojos se quedaron en Hide. – Te llamaré, buenas noches. – colgó la llamada del móvil y lo dejó sobre la mesa.

-          ¿Tienes un móvil? – preguntó a mi lado el pequeño. - ¿Por qué tú sí y nosotros no?

-          Porque soy el mánager – levantó los brazos – ¿Qué hacían? Se ven algo… agitados.

-          Perseguía a Hide – opté por decir la verdad, el pequeño me miró.

-          Si… él me perseguía.

-          ¿Por qué? – nos quedamos callados, Tetsuya levantó una ceja esperando una respuesta, finalmente carraspeé con la garganta.

-          Terminaré de mostrarle la ropa a Hide y luego nos iremos – le dije sin pensar.

-          ¿Se irán juntos? ¿Al departamento de Hyde? – mierda.

-          Si… me cambiaré y saldremos. Sakura me invitó al cumpleaños de… un amigo.

-          Ah… - la situación se colocó incómoda.

-          Bueno… vamos Hide… te mostraré la ropa.

-          Te sigo- me sentí caminar extraño hasta la habitación. En cuanto entramos le susurré.

-          Cierra la puerta…

-          ¿No será más sospechoso si la cierro? – me respondió en el mismo tono en susurros.

-          Cierto… mierda…

-          Creo que… será mejor que nos apuremos.

-          Si… tú elige ropa de mi armario, yo pondré todas las fotos en un bolso y ya en casa las seleccionamos – Hide me sonrió - ¿Qué? – mi tono en susurros sonaba algo afligido.

-          Dijiste “en casa” – puse los ojos en blanco.

-          ¡Apresúrate Hide! – se rió y abrió el armario, yo ordené las fotos mientras él revolvía mis ropas.

-          ¿Por qué no usas este suéter? Es bonito.

-          ¿Ah? – miré el que me decía – Porque ahora me queda ajustado.

-          ¿Engordaste?

-          No… pero tengo más espalda que antes. – movió las cejas provocativamente, le lancé al señor Koko.

-          Apresúrate. – Tomé las fotos y una suelta cayó al piso a los pies de Hide, este la recogió y abrió mucho los ojos, su boca se unió como si le lanzara un beso al aire - ¿Qué…?

-          Esto es lo más adorable que he visto en mi vida. – con prisa fue hasta la puerta y la cerró – Mírate… - colocó la foto en frente de mí – Tienes al señor koko en tus manos y ese disfraz… - la foto era precisamente del año en que había ido al museo. En la escuela nos habían pedido ir disfrazados de algo que nos hubiera gustado y lo comentáramos para el profesor, yo había llevado un disfraz de dinosaurio y al señor Koko para mostrar mi premio de aquel día. Mi madre había tomado la foto. Suspiré. – Esto es lo que yo quería ver… Es la foto que imaginé desde que me contaste que te gustaban los dinosaurios… - me sonrió realmente emocionado, camino hasta mí y me dio un beso suave. Lo miré extrañado.

-          ¿Te hace tan feliz? – aún le hablaba bajito.

-          Mucho.

-          Entonces puedes quedarte todas las que encuentres… - le sonreí y volví a besarlo.





Enjuagué el shampoo de mi cabello y cerré los ojos. Hide había ido a la peluquería por lo que llevaba horas solo, tranquilo me concentré en el sonido de la espuma en mi cabello. Llevaba un gran rato en paz, solo los ruidos de las maldades de Samurai habían decorado el silencio. De pronto sentí una presencia en el baño, y al abrir los ojos me encontré con Hide mirándome angustiado y las manos en la agujeta del pantalón.

-           ¿Qué sucede? –

-           ¿Por qué no cierras la puerta? – Dijo en modo de regaño – Casi me senté en el baño pensando en que no había nadie. – pestañeé un par de veces sin entender.

-           No me preocupa que me veas por eso no cierro la puerta.

-           Como sea – dio un medio saltito inquieto - ¿Puedes apresurarte? Quiero usar el baño.

-           Pues úsalo – volví a cerrar los ojos.

-           ¡Sakura!

-           ¿Qué? Pero si conozco lo que tienes entre las piernas de memoria, ¿qué te preocupas por tonterías? – dio otro salto.

-           Arg, si quisiera orinar lo haría, pero no es eso… – lo miré con un sonrisa pícara.

-           ¿Ah, no? ¿Qué es entonces? ¿Qué quieres hacer? Cuéntame.

-           Maldito sucio…

-           Déjame ver.

-           ¡No! Sal de la bañera y déjame usar el baño. – ordenó.

-           Oblígame. – me crucé de brazos dispuesto a permanecer allí. Hide abrió la boca molesto, observó a su alrededor y tomó con agilidad el grifo removible de la bañera abriendo la llave en agua fría y lanzándomela directamente a la cara. – Mierda – me levanté de inmediato mientras me congelaba los músculos, entonces comencé a dar saltos a causa del cambio de temperatura – ¡Arg! ¡Corta el agua! – le grité, pero no lo hizo y yo sabía que no lo haría, sería su venganza. Corrí desnudo por el baño hasta salir de allí, el cerró la puerta en cuanto estuve fuera. - ¡Hide! – le grité ofendido, entonces abrió solo para lanzarme la toalla en la cabeza. Aunque parecía ofendido, no pude evitar reír un poco en cuanto la escena terminó.

- ¿Te traigo algo para destapar el baño?

- ¡Cállate! – dijo desde el otro lado, me reí fuerte. La convivencia entre nosotros hacía llevadero el trabajo pesado de la banda, pero detestaba que tuviéramos tan poco tiempo para los dos.









-           ¿Y dónde está Tetsuya? – pregunté en cuanto entramos al departamento de Ken.
-           No vendrá, para variar. – Ken suspiró pesadamente y colocó los ojos en blanco visiblemente molesto por ello mientras nos sentábamos en los sofás.

-           Ya… no pasa nada, no es como si realmente nos retrasara.

-           No soporto que se las dé de manager, nos prepare la agenda, nos critique y pretenda que a todo le digamos que sí.

-           No seas tan duro con él, Ken-chan.

-           Tú eres muy condescendiente con él – me culpó. -  Tet-chan trabaja más que nosotros en todo, menos la música, que es justamente lo que importa. Además, si él quisiera nosotros podríamos ayudarlo, no tiene por qué ser quien se lleva todo el papeleo, es algo que elige hacer. Como si creyera que no somos capaces de hacerlo bien. – suspiré, no era primera vez que lo escuchaba decir aquello.

-           También me molesta que planifique todo y no nos pregunte nada…- Hide me miró a mi luego de decir aquello esperando mi opinión al respecto.

-           ¿No se han puesto a pensar que Tetsuya se queda con todo el trabajo que nosotros no queremos hacer? Al menos yo no quiero tener que ir a reuniones con ejecutivos a las 8 de la mañana, tener que programar entrevistas individuales de ustedes y preparar material para las grupales… porque no sé si han notado que Tetsuya es quien hace las pautas, no Oishi, y yo francamente correría antes de tener que hacer la mitad de su trabajo. – Ken me observó como si realmente no hubiera pensando en ello – Creo que se queda con ese trabajo para asegurarse de mantenernos contentos, después de todo lo único que nos gusta a nosotros es el trabajo creativo y es justamente lo que hacemos, él se encarga de lo demás. Sacando las molestas sesiones de fotografía claro.

-           Tú odias esas cosas… - agregó él, pero no dijo nada más sobre el tema. Hide por su lado me sonrió. – Bien. Escuchemos ese single.

Escuchamos la música alrededor de tres veces, anoté en una hoja los extractos que Ken quería cambiar e intenté comprender los sonidos que quería encajar Hide, entonces el teléfono sonó mientras Ken enchufaba el amplificador a su guitarra

-          ¡Enano contesta y pon el altavoz! – le pidió a Hide, este lo hizo de inmediato mirando con atención los botones para presionar el altavoz.

-           ¿Diga? – la voz del pequeño sonó tímida.

-           Hyde, ¿por casualidad Sakura está contigo? – Era la voz de Tetsuya – Llevo gran parte de la tarde intentando contactarlo, pero por la hora ya deben estar en el departamento de Ken.

-           Eh, sí… está aquí…– nos miramos curiosos.

-   ¡Y tú también deberías estar aquí!– gritó Ken-chan, pero Tetsuya lo ignoró a pesar de que podía escucharlo.

-           Bien, ¿podrías decirle que hay una chica de nombre Yuki buscándolo en su departamento? Había venido antes pero hoy está siendo muy insistente.  - ¿Yuki? Oh no…

- Te está escuchando…

- Tetsuya, ¿cómo es? – conocía a más de una, aunque parte de mí estaba completamente seguro de que solo una iría a mi departamento de manera improvisada.

- Alta, con cabello negro, labios delgados… es bonita.

- Uf, ¿una ex? – preguntó Ken ya acomodado en el sofá.

- ¿Quién es? – preguntó Hide en mi dirección.

- Tetsuya, voy para allá.

- Le diré – colgó. Hide me miró con gesto molesto y Ken curioso.

- Te acompaño.  – me dijo el pequeño poniéndose de pie incluso antes que yo.

- No Hide, si es quien creo que es, no sé cuánto sabe. Será mejor que no te conozca aún.

- ¿Quién es? – preguntaron ambos al mismo tiempo.

- Mi hermana.








Respiré profundo varias veces antes de subir la escalera. Esperaba que mamá le hubiera contado todo o tal vez nada, pero no quería tener que explicarle, con ella podría morir de vergüenza en el intento.

-          Ánimo – me dije a mi mismo. Subí las escaleras nervioso pensando en que la encontraría dentro del departamento, pero no, estaba de pie afuera. – Yuki… - en cuanto me miró mis preocupaciones se borraron gratamente, la angustia fue reemplazada con una velocidad que me sorprendió. No quería perderla, apreciaba a mi hermana.

-          ¡Yasunori! – me sonrió y caminó hasta mí, aunque yo dudé de cómo saludarla ella me rodeó con sus brazos de manera cariñosa. – Te he extrañado…

-          Hace tiempo no nos vemos… - fui capaz de decirle en cuanto se alejó, su rostro cambió al de enojo y me golpeó varias veces con un sobre que llevaba en la mano.

-          ¡Claro que no! Si – un golpe – No haz – otro golpe – Ido a – y otro más – Verme. – suspiró y se cruzó de brazos, yo toqué la parte en donde me golpeó e hice un puchero en su dirección – Ingrato.

-          Lo siento, he estado muy ocupado…

-          Lo sé, he escuchado la banda, me encanta.

-          ¿De verdad? – me sorprendió, no solíamos compartir gustos musicales.

-          De verdad, y el vocalista… es especial – le sonreí.

-          No sabes cuánto… - murmuré sin notarlo. Ella abrió mucho los ojos.

-          Te debe tener deslumbrado, te veo feliz, me gusta lo que veo… - le sonreí apenado. – ¿Y quién es el niño moda que vive contigo?

-          ¿Niño moda?

-          Si, se viste muy estiloso.

-          Ah, Tetsuya, es el bajista de la banda.

-          Bueno he venido varias veces y no te he encontrado.

-          Eso es porque casi no paso aquí.

-          Si, ya me dijiste que tienes mucho trabajo, ahora hazme pasar y ofréceme algo para beber. ¿Qué modales tienes, eh? – iba a abrir la puerta pero entonces recordé que Tetsuya no tenía nada en la alacena ni la nevera.

-          Yuki… te invito a comer en el restaurante de siempre. – abrió los ojos impresionada y asintió, le rodeé los hombros con un brazo como cuando éramos colegiales e intentaba ahuyentarle los pretendientes. - ¿Y cómo ha estado mi hermanita?

-          Bien, aunque no te niego que me he preocupado mucho por ti… - bajo la mirada. Suspiré, algo sabía aunque no estaba seguro de cuánto era.

Llegamos al restaurante en su auto, me dejó manejar y no se quejó ni una sola vez de mi conducción, lo que me hizo preocuparme aún más.  Nos sentamos en la mesa de siempre y pedimos lo habitual.

-          Hace meses no vengo a este lugar, papá me trajo para mi cumpleaños. – dio la primera probada a un trozo de carne y yo volteé el mío, aún le faltaba para cocinarse del todo.

-          Yo no vengo con papá desde… mi graduación. Las cosas cambiaron mucho después de eso. – ella asintió.

-          ¿Y me dirás por qué pelearon con mamá? – soltó de pronto, la miré con los ojos muy abiertos. – ¿Tan grave fue? – suspiré, así que no lo sabía. – Yo… he intentado reunirlos a todos en una cena familiar, pero al parecer nadie quiso contactarte a ti y nuestro hermano… bueno, solo no quiso entrometerse. Pero yo no me puedo quedar así, no puedes faltar tú. – bajó la mirada un poco llorosa, apreté los puños – Eres la persona más especial para mí en nuestra familia, lo sabes – asentí – Por eso esta situación me complica…

-          Pero Yuki tú ya no vives en casa, ni siquiera notas si estoy o no…

-          Tal vez, pero eso no implica que se rompa la cercanía, la conexión… y siento que tú la estás perdiendo… No entiendo por qué, por qué te fuiste o por qué te echaron. Eres el consentido de mamá, así que no logro entenderlo. – tragué saliva – ¿Me lo dirás?

Silencio.

No fui capaz de decir nada y de paso se me fue el apetito.

-          ¿Tan malo? – asentí - ¿Tan malo para que yo no pueda saberlo? – volví a asentir. – Mierda… Yasunori…- suspiré. – Pero no me importa, sea lo que sea no me importa. Tén. – estiró en mi dirección el sobre con él que me había golpeado.

-          ¿Y esto?

-          Bah, léelo. – lo abrí mientras ella se llevaba otro trozo de carne a la boca. No podía creerlo.

-          ¿Invitación de matrimonio? ¿Qué? ¿¡Qué!? – Yuki comenzó a reír fuerte.

-          Esperaba esa reacción.

-          Pero… es muy pronto, llevas saliendo con este chico… ¿Cuánto?

-          Seis años. – respondió de manera automática.

-          No es suficiente, ni lo debes conocer – volvió a reír por mi exageración. Hice un puchero. – No es justo, aún eres una niña… ¿Por qué tienen tanta prisa?

-          Porque estamos enamorados, Yasunori – coloqué los ojos en blanco. Ella se puso seria – Tienes que ir. – la miré angustiado, a pesar de mi sorpresa y molestia, me preocupaba aún más otra cosa. Efectivamente tenía que ir, pero estaría toda mi familia… volver a ver a mamá y vivir su rechazo me quebraría.

-          Yo… sinceramente no sé si pueda ir Yuki… - me miró a los ojos. Conocía esa mirada, no aceptaría un no.

-          No es una pregunta Yasunori, tienes que ir, eres mi hermano, la persona más especial para mí. Si no vas tú no quiero que vaya nadie de la familia, no quiero casarme sin ti allí… Si no fuera por los protocolos pediría que usaras el lugar de nuestros padres en la ceremonia. – mi respiración se había hecho pesada.

-          Tienes razón, a pesar de todo… sé que debo ir. – acepté.

-          ¿Prometes que irás? Porque yo te estaré esperando. – sonreí con más pesar que alegría.

-          Prometo que estaré ahí, boba consentida.  – vi su rostro iluminarse con mi promesa. Ella lo sabía y yo también, jamás había roto una promesa a mi hermana, y esta no sería la primera.