~ Sakura
- Me encantaría
dejar de fumar... – me dijo mientras le daba una calada profunda al cigarrillo. Volteé el rostro para observarlo a detalle; se encontraba desnudo, recostado boca arriba con
el cabello largo y liso desparramado alrededor de su rostro... la mano en su
cigarrillo, los ojos en el tejado y la mirada ausente. La verdad era que no
conocía a nadie que disfrutara tanto del cigarrillo como yo, sólo él, por ello me gustaba verlo
mientras fumaba.
- Puedes dejarlo
Hide. Te costará al comienzo, pero si realmente lo quieres puedes hacerlo - lo
animé mientras aún intentaba recuperar la respiración del todo.
- ¿Y con qué
entretengo la boca mientras? – me preguntó con aquellos ojos grandes fingiendo
inocencia. Le respondí moviendo las cejas de forma provocativa, él me entendió y
carcajeó antes de hablar – Yaa-chan, no te la puedo chupar en lugares
públicos. – reí fuerte.
- Qué directo y desvergonzado…
- Mm...– dejó el
cigarrillo en el cenicero de la mesa que estaba junto a la cama y se acomodó
sobre mi pecho, y yo de forma instantánea y casi inconsciente me moví para
acomodarme a su silueta. De alguna manera, no importaba en qué posición nos
colocáramos, siempre lográbamos congeniar cómodamente nuestros cuerpos. Recostó su
brazo sobre mi abdomen y su mano recorrió el camino de vellos visibles bajo mi
ombligo. – Parece que aún no te cansas – le dijo a mi entrepierna aún erecta.
- Sólo no ha bajado
la guardia. – ambos nos reímos por nuestra conversación.
- Hace un año… ¿te
hubieras imaginado que acabaríamos así? – su voz sonó suave, mis dedos
acariciaron su cabello.
- ¿Te refieres a ti
hablándole a mi…?
- ¡Yaa-chan! Sabes
a qué me refiero. – me reí.
- Claro que no… Además siento que ha sido un año acontecido… es como si estuviéramos corriendo
por la vida y todo avanza demasiado rápido. Incluso algunas cosas se estrechan
y crecen sin que yo me pueda dar cuenta de cuanto…
- ¿Eh? ¿Ya estás hablando de sexo otra vez? - volví a reír contagiándolo también. Se inclinó un poco y me besó en los labios, luego le devolví su beso con sabor a tabaco – También siento que lo nuestro ha crecido de forma desmedida… - susurró mirándome a los ojos, como pude le mantuve la mirada y tragué saliva nervioso sin notarlo. Algunas cosas no cambiaban, como avergonzarse al hablar sobre nuestras emociones.
- ¿Estás asustado?
– le pregunté en susurros sintiendo su respiración en mi rostro.
- No de ti, ¿y tú?
- Tampoco de ti. –
suspiré sentándome en la cama, él me imitó. – Creo que ya es momento de ir con
mi madre y contarle.
Hide me miró
preocupado. Le devolví la mirada por unos segundos y entonces de pronto se inclinó enviolviéndome en un abrazo un poco apretado.
- Ey…
- Lamento que
tengas que pasar por esta situación, quisiera poder solucionarlo para ti de
alguna forma… pero no sé cómo ayudar siquiera.
- Tranquilo, esto
debo resolverlo yo. – besé la piel desnuda de su hombro.
- Pero somos una
pareja… - el puchero en sus labios me hizo sonreír, volví a besar su hombro y
luego recargué mi frente en él.
- Me gusta cuando
lo dices - admití.
- ¿Qué somos una
pareja? – asentí – Mm… me gusta cuando estás romántico.
- Já – levanté el
rostro con una sonrisa traviesa.
- No lo arruines
Yasunori. – me pidió sonriendo de la misma manera, lo abracé con fuerza. Entre
sus brazos de alguna manera mis temores dejaban de existir. La verdad era que
consideraba a Hide como un caparazón, una protección de la que nadie sabía,
como si todo lo bueno de mí pudiera sólo esconderlo en él y aislarlo del resto,
sólo existía el "yo" real para él. Y Hide, en su infinito intento de quererme en
todos los ámbitos posibles, me protegía sin siquiera darse cuenta.
-
Por fin vienes solo, ¿y el enano? –
me dijo Ken en cuanto me vio.
-
Se quedó en casa, tiene que cuidar la garganta para mañana.
-
Mejor, ustedes parecen babosas. – me
senté en el bar junto a él.
-
Una cerveza – dije a la chica del
mostrador – Dime qué es lo urgente que quieres contarme, parecías ansioso
por teléfono.
-
Te llamé porque… no tengo nadie más
con quien hablar sobre esto. – lo vi arrugar el ceño y mirarme desconfiado – Aunque considerando lo burlesco que eres no estoy seguro de… - puse los ojos
en blanco mientras la chica me entregaba la cerveza abierta.
-
Ya vomítalo asno. – gruñí dando el primer sorbo.
-
Me enamoré. – tuve que hacer un
esfuerzo por tragar la cerveza sin reír ni ahogarme en el intento.
-
¿Qué dijiste? – me tapé la boca con la mano.
-
Aaahg, ¿es que nadie me cree capaz de
tener sentimientos? – tuve que reírme.
-
Perdona. Claro que los tienes, sólo
que… - volví a reír – Sueles priorizar otros… placeres. No es propio de ti
decir “me enamore” – intenté imitar su tono y su expresión. Él sonrió, se veía
un poco cabizbajo por lo que intenté ser más empático. – Cuéntame.
-
Bueno… han sucedido muchas cosas en
los últimos meses, creo que a pesar de que nos vemos muy seguido, como nunca
estamos solos realmente nunca hablamos de cosas que no sean trabajo así que…
debo contarte todo desde el comienzo. Pero… antes de hacerlo… yo…
-
¿Sí?
-
Ésta es primera vez que nos vemos
solos en… ¿Qué? ¿Cinco meses?
-
Algo así – levanté los hombros sin
estar seguro.
-
Bueno, aprovechando que estamos
solos y que no sé cuándo esto se pueda volver a repetir, quiero que también te
sinceres conmigo.
-
¿Sobre qué?
-
Sobre… ¿Qué mierda te pasa?
-
¿Ah? – lo miré sin entender a qué se
refería. Pestañeé un par de veces.
-
Últimamente estas muy cerrado. Te
has alejado mucho a la imagen que tenía de ti de cuando nos conocimos y no me
refiero a ir de casería con chicas pero… es como si compartieras un secreto con
Hide y sólo quisieras estar con él. Y al mismo tiempo pareces trastornado, a
veces te veo tan incómodo y preocupado que es como si no estuvieras realmente, y
Hide coloca aquella mirada de: “sé por lo que está pasando” y… ¡Yo muero en
frustración porque no puedo entenderlo! – levantó sus manos y rascó su cabello
de forma exagerada – No es justo, porque nosotros somos amigos. Así que
comparte qué es lo que te preocupa.
-
Eh… - sabía a lo que se refería, era
el único pensamiento constantemente presente en mi cabeza en los últimos meses. Pero no podía decírselo, no sin decirle también lo que sucedía con Hide –
Ken-chan… lo lamento pero no puedo…
-
¿Tienen sida?
-
¿Qué? – lo miré con mi peor cara -
¿Qué mierda estas diciendo?
-
Bueno, en televisión siempre dicen
que a los hombres como ustedes se les contagia, no pude evitar pensar en que
era algo trágico si te costaba decirlo.
-
¿"Cómo nosotros"? – si mi plan era
pretender que no sabía de lo que hablaba mi rostro decía precisamente lo
contrario, estaba asombrado de que ya lo supiera. Sabía que Ken-chan era muy
observador, pero siempre estuve seguro de que si sospechaba algo, me lo haría
saber con alguna broma.
-
No te hagas, sé que están juntos
desde… ¿Cuándo fue? ¿Cuándo nos vinimos a vivir a Tokio? Tal vez incluso desde
antes… ya casi ha pasado un año desde eso. – lo miré sin saber qué decir, por
alguna razón nunca pensé en cómo reaccionar frente a él, pero si algo me
asombraba aún más en todo ello, era que no me sentía avergonzado y aquello
probablemente era porque sabía que Ken nos apreciaba a los dos y no nos
rechazaría de ninguna manera.
-
¿Siempre lo supiste?
-
Mm... – bebió de su cerveza tragando tranquilamente antes de hablar. Yo comencé a mover la pierna de manera inquieta
- No siempre estuve seguro, por varios meses hasta lo dudé o llegué a pensar
que tal vez sólo había química o que existió algo que no perduró. Pero
últimamente se han vuelto muy empalagosos, Hide no te quita la mirada, hasta en
el escenario te come con los ojos y me consta que he interrumpido algunos
momentos candentes entre ustedes cuando se encierran en el camarín que es
C-O-M-P-A-R-T-I-D-O – dijo enfatizando cada letra. De pronto comencé a reír
casi de manera histérica, no podía parar, me sujeté el estómago- ¿Y ahora qué te pasa? Jodido loco,
me estas avergonzado ¿Seguro no estas enfermo? Dicen que algunas enfermedades
de transmisión sexual afectan la mente… como la sífilis.
-
Ay... – me quejé mientras me limpiaba
un par de lágrimas de los ojos – Sólo es el alivio supongo… No puedo creer que
ya lo sabías y no dijiste nada… ¿Tetsuya lo sabe?
-
Lo sospecha, pero creo que es mejor
no tocar ese tema con él, al menos no de la manera en la que se está comportando
últimamente.
-
¿A qué te refieres?
-
Ya sabes que constantemente se
estresa con todo. Comenzará a pensar en las posibilidades de cómo afectaría eso
a la banda y... – colocó los ojos en blanco – Mejor que no lo sepa, al menos no
aún.
-
Bueno, no pensaba contarlo de todas
formas. Já... – volví a reír – No te hubiera mentido descaradamente si hubiera
sabido que lo sabías.
-
Lo sé, pero admito que me reí con
las mentiras ocurrentes como: “sólo estábamos haciendo abdominales”, cuando
entramos y estaban sudados y Hyde no era capaz de respirar. Casi lo matas de
una combustión espontánea... “Abdominales” – reímos juntos. – Que descaro.
-
Lo lamento…
-
No lo haces realmente – me dio una palmada en la espalda.
-
No, no realmente. – me costaba dejar
de reír, llevaba tiempo sin reírme con tanto alivio y me recordé a mismo lo
bien que me sentía estar en compañía de Ken.
-
Entonces, si no es Hyde ni están
enfermos, ¿qué es lo que te sucede? – suspiré.
-
Supongo que ahora puedo
decírtelo.
-
Ajá.
-
Es justamente sobre Hide. En los últimos
meses he notado que… bueno, esto, ya sabes, lo que tenemos… - me costaba hablar
con ello con él, no sabía hasta dónde era su tolerancia sobre el tema – Avanza, crece y es… real… ya sabes…
-
Se quieren.
-
Si…- admití sin mirarlo - Bueno…
porque noto que esto parece que no dejará de avanzar…
-
Ya deja de titubear y dímelo.
-
Se lo quiero decir a mi madre –
solté – Llevo meses queriendo decírselo, pero no me es fácil.
-
Ya veo… Bueno, no, no parece ser
algo fácil de confesar a un padre pero… si consideras que debes decírselo,
debes hacerlo. Y pronto. No puedes permitir que se convierta en un peso – lo
miré pensativo – Ya sabes, no querrás ensuciar la relación que tienes con Hide con
esos sentimientos negativos sobre tu relación, supongo que él debe sentir que te
avergüenzas. – abrí la boca, no había
pensado en ello.
-
Tienes razón… Creo que mañana
hablaré con mamá… Necesito terminar con esto, pasará lo que tenga que pasar.
-
Si… Y bueno, si necesitas de mí en
lo que sea, ya sabes, sólo llega a mi departamento. – le sonreí como
agradecimiento a su propuesta.
-
Ahora cuéntame. ¿Quién es la
afortunada?
-
Bien… - suspiró listo para comenzar
– Es una chica con la que me acostaba de vez en cuando, de pronto comencé a
sentir celos de los otros hombres con los que estaba así que me di cuenta de
que tenía sentimientos por ella. ¿Por qué me miras así? – notó mi expresión de
desagrado.
-
Es que… ¿Qué mierda te pasa? ¿Cómo
puedes decirme que estás enamorado y luego decir que te convenciste de ello
porque te comportas como un enfermo posesivo con una de las tantas mujeres con
las que te acuestas de vez en cuando?
- Ey… no es tan así, esta chica es diferente. Tiene… tiene arte en su cabeza. – lo miré a la espera de que continuara – Es creativa y nuestras charlas sobre sus ideas me han inspirado en este último tiempo, no me di cuenta que la estaba apreciando tanto hasta que noté que no quería que otros pudieran apreciar ese lado de ella. Sólo quiero ser yo el especial, ¿me entiendes?
-
Sigue pareciéndome un tanto egoísta,
pero entiendo. Va muy de la mano con tu personalidad.
-
Oye, no todos queremos de la misma
manera supongo.
-
Bueno… ¿Y esta chica siente lo mismo
por ti?
-
No lo sé, sólo tenemos sexo, nunca
le he hablado de sentimientos, y si quería reunirme contigo es porque quiero tu
consejo. ¿Crees que un tipo como yo, puede realmente tener una relación sin
salir malherido? – le sonreí un poco enternecido.
-
Me haces creer que realmente nunca
te has enamorado.
-
¿Por qué lo dices?
-
Porque cuando lo haces te expones
de manera involuntaria a ello, no hay mucha opción. Durante todo el tiempo y quizá hasta antes de que se construya algo, o incluso en el proceso en que tal vez
eso nunca suceda, siempre te expones a salir herido.
-
Que cursi resultaste ser – se burló.
-
Últimamente me sorprendo a mí mismo,
pero ya sabrás de lo que hablo Ken-chan. Cuando realmente te enamores, no habrá
chance de preguntar.
-
Suena aterrador. – fingió un temblor
con horror.
- Descansen por
favor, nos veremos mañana en la tarde para el ensayo – le sonreí a Tetsuya
mientras se retiraba con su mochila puesta cuando el concierto acababa de
terminar. Yo había terminado con mi baño mientras Ken y Hyde se desvestían
para ser los siguientes en utilizar la única ducha con agua caliente en todo el
recinto.
- Que rápido escapó
– me dijo Ken.
- ¡Te gané! – le
gritó Hide mientras corría desnudo y pasaba junto a mí riendo, metiéndose en el
baño y cerrando la puerta detrás de él.
- ¡Enano, yo me
bañaría después de Sakura!
- Aaah… que bien se
siente el agua caliente… - se lo escuchó desde adentro, Ken bufó.
- ¿Llegará el día que tengamos un maldito jacuzzí en camarines separados? – puse los ojos en
blanco.
- Ah… estoy algo
acalambrado – le dije mientras me vestía con la ropa interior.
- Le pedí que
fuera mi novia – me comentó de repente. Lo miré sorprendido – Si, se lo pedí –
reiteró por mi mirada dudosa – Já, que ahora somos novios… - pensó para sí
mismo – Eso para mí es como lavarme los dientes; me obligo a no comer nada
después de eso.
- Eres un idiota –
le dije entre risas por su absurda analogía.
Hide me retenía en
el estacionamiento. Ken lo esperaba dentro del auto para llevarlo a casa.
-
Podemos acercarte en el auto…
-
La casa de mi madre queda a sólo
unas calles, no será necesario.
-
¿Estás seguro de que quieres ir
solo? Además ya van a ser las nueve de la noche… - me miró preocupado, sus
ojos grandes me pedían estar bien.
-
Conociéndola, debe estar llegando a
casa para preparar la cena recién. Y no… debo ir solo.
-
Está bien… - dijo caprichoso. Se
rascó las manos con fuerza y se las tomé entre las mías para detenerlo. A veces se
hacía daño.
-
Ey… todo está bien, esto tiene que
pasar en algún momento y es mejor si lo superamos más pronto que tarde. Además…- bajé la mirada.
-
¿Además?
-
No quiero que pienses que me
avergüenzo de ti y por ello no se lo he dicho antes…
-
Yaa-chan… no pienso que te
avergüenzas de mí, sé que esto que somos causa estragos en ti, lo sé y lo
siento… - sus ojos tristes tampoco me miraron. Recargué mi frente en la suya
sin preocuparme si Ken nos miraba o no, de todas maneras ya lo sabía todo.
-
Yo lo lamento… quisiera ser más valiente para afrontar todo
esto… Tal vez ni siquiera es necesario afrontarlo y sólo yo lucho contra todo.
– sentí las manos de Hide tomar mi rostro con suavidad.
-
Somos un par de tontos
disculpándonos demasiado. – me reí bajito.
-
Lo somos… - me incliné un poco para
besarlo pero él escapó.
-
Ken-chan nos puede ver- me dijo
preocupado con voz divertida. Bufé, luego le diría todo. Tomé su rostro y lo
besé con ganas perdiéndome unos segundos en el calor reconfortante de su boca
húmeda. Sus manos también sostuvieron mis mejillas – Mmg, detente… Que no te
dejaré ir… - me mordí el labio.
-
Nos veremos pronto. – me alejé sólo
unos centímetros sin muchas ganas.
-
Cuidado… - tomó mi mano con fuerza y
luego la soltó, asentí en su dirección y luego le di la espalda. Intenté no
voltear para sentirme más seguro, pero a medida que me alejaba de él y avanzaba
hacía la casa de mis padres, sentía mi fortaleza disminuir con cada paso.
En cuanto llegué a
casa me quedé paralizado unos segundos a las afueras de la entrada. Se me hizo
un nudo en el estómago cuando vi la silueta de mi madre pasearse frente a la ventana
de la sala. Respiré profundo varias veces antes de entrar usando la llave que
colgaba en la maceta del jardín.
-
Ah, me asustaste – me miró colocando
su mano en su pecho - Yasunori, ¿qué haces aquí hijo? ¿Vienes a cenar?
-
Hola mamá…
-
¿Estas enfermo? Te ves un poco
pálido. – su mano se fue de inmediato a cubrir mi frente.
-
No, sólo vine a… visitarte.
-
Bueno, ven a la cocina entonces y
ponme al tanto de tu vida. Necesito preparar la cena antes de que llegue tu
padre.
-
¿Cuánto falta para eso?
-
Mmm… tal vez una media hora o un
poco más. – la seguí hasta la cocina. Observé a mi alrededor. Era la casa en
donde crecí, y a pesar de que llevaba casi un año visitando sólo de forma
ocasional, aún la seguía sintiendo mi casa. – ¿Y? ¿Por qué llevas tanto tiempo
desaparecido? Supongo que porque volviste con Akane y creíste que te iba a
regañar. Aunque... – me apuntó con un cuchillo carnicero – Pretendo hacerlo. – le
sonreí aún tenso, lo cual no pasó desapercibido para ella que prefirió darme la
espalda y continuar con su tarea. – Ah, casi lo olvido, el otro día te llamó un
chico de nombre Tetsu y dejó un recado para ti. Ya lo busco – caminó hasta
tomar su vieja libreta al otro lado de la cocina y comenzar a hojear un montón
de papeles pequeños que guardaba en ella.
Mamá había sido
siempre mi confidente, tenía un sexto sentido para sospechar cualquiera de mis
actitudes y se adelantaba a los accidentes, brindándome confianza, pero nunca
frenándome, por ello siempre le había revelado lo que fuera. Sin embargo esto
era diferente, cambiaba el panorama de mí vida, y no sabía cómo iba a reaccionar
ante eso.
- Mamá… - respiré profundo, todos mis músculos
se tensaron.
- Dime – continuó
buscando entremedio de las hojas– Yo sé que lo dejé por aquí…
- Mamá luego lo
buscas… necesito decirte algo. – se volteó a mirarme y lo que fuera que vio, la
preocupó realmente.
- ¿Estás enfermo?
- No… no estoy
enfermo…
- ¿Entonces? ¿Qué
pasa? – se acercó a la mesa y se sentó junto a mí, ni tan cerca ni tan lejos. De pronto el miedo me inundó y me faltaron las palabras. Nunca pensé que hubiesen cosas que realmente se sintieran como un suicidio al decirlas en voz alta.
–Yasunori me estás asustando… Ay, no me digas que dejaste embarazada a esa
chiquilla…
- No mamá…
- ¿Entonces?
- Akane y yo ya no
estamos juntos.
- Pero ustedes
llevan mucho tiempo juntos Sakura, sería normal si recayeras en esa relación. Puedes decírmelo si es el caso, además planeabas casarte con ella... – me miró
confundida y alarmada, más por mi postura que por mis palabras. Me sentí
temblar. ¿Cómo le hacía la gente para confesar algo así? ¿Qué pensaría mamá de
mí?
- Pero se acabó
mamá… Me enamoré de otra persona. – me observó sorprendida. “¡Mierda Yasunori, sólo
dilo y ya!”
- Pero – iba a
protestar confundida cuando de pronto cambió su foco de atención a otra parte
de mi respuesta - ¿Enamorado? ¿Acabas de usar la palabra “enamorado?” – asentí
– Pero Yasunori… ¿por qué no me habías contado nada? ¿De quién? ¿Cómo es? ¿Es
linda? – mierda, mierda…. Cerré los ojos y lo solté.
- Es lindo. Es… muy
lindo, mamá. – no contestó, ni siquiera podía escuchar su respiración. Abrí los ojos lentamente para mirarla y estaba congelada. Definitivamente no se
lo esperaba. ¿Y a quién quería engañar? Un año atrás si alguien me hubiera dicho que
tendría sentimientos por un hombre, me hubiera reído en su cara. - ¿Mamá? Estás
morada… Dime algo… - le supliqué, ella aún me observaba confundida.
- ¿Qué fue lo que
dijiste? – oh no… ya no podía dar un paso atrás.
- Que… es un chico
– la forma en que lo dije sonó como una disculpa, y fui consciente de mi
sentimiento de pesar. Le estaba fallando.
- Es un hombre... –
susurró aún en su impresión.
- Si
- Mi hijo es
homosexual… - soltó aquellas palabras con un profundo asco que me martilló
el pecho en cuanto las escuché. Jamás hubiera pensado que escucharía salir de su
boca esas palabras en aquel tono.
- Mamá… - de pronto
se puso de pie y me dio la espalda – Mamá, soy yo de todas maneras – intenté
explicar de forma absurda. De pronto la idea de que me tratara de aquella forma
no me hacía sentido, siempre me había hecho creer que era la maravilla más
grande de su vida y por un momento sentí que todo el amor que creí que me tenía
se desmoronaba. Un sentimiento que no tenía idea de cómo llamar.
- Tu papá se morirá
en cuanto lo sepa. – si… era cierto. – Tus hermanos… los vecinos… No puedo… -
la vi ahogada – Yasunori, será mejor que te vayas. - la miré helado. – Vete, sal de esta casa y
no vuelvas más.
- Mamá… - mi voz se
quebró. Cuando pensé en contarle ninguna de mis opciones había sido que
ella me rechazara, mucho menos pateándome fuera de su vida.
- ¡Sal de aquí! Te
di todo Yasunori, te di todo para que fueras feliz. Te pagamos los mejores
colegios, te di todo mi tiempo, te enseñé y te aconsejé y ahora… ¿Qué hice mal?
- Mamá tu no
hiciste nada mal, yo… - me puse de pie y
me acerqué a ella, sin embargo levanto los brazos en una reacción de asco hacía
mí, frenándome.
- Te di todo para
que pudieras mantenerte solo, así que no te debo nada. Quiero que te vayas
ahora.
- Mamá, al menos
escúchame...
- ¡Ahora! ¡Sal de
aquí! – las lágrimas corrieron por sus ojos mientras me miraba horrorizada,
como si yo me hubiera convertido en cosa de segundos en el peor error de su
vida. No le dije nada, me tragué toda la tristeza que me estaba abofeteando con
su mirada y salí de esa casa.
Mi casa de toda la vida ya no era mía, en ningún sentido.
Mi casa de toda la vida ya no era mía, en ningún sentido.