lunes, 13 de mayo de 2019

Capítulo 24: Abrumado



Sakura


Me quedé en silencio mientras intentaba concentrarme en el aroma de Hide. Desde que dormía con él, no despertaba a mitad de la noche, algo muy inusual en mí. Sus brazos se abrazaron a mí sacándome una sonrisa en medio de la oscuridad… me sentía querido cuando él me tocaba, más precisamente, afortunado.  Me quedé quieto mientras más de su olor me nublaba la mente, él era muy cuidadoso en torno a su cabello, usaba más cremas y aceites de los que yo recordaba usaban las mujeres en mi casa. De pronto sentí la mano de Hide intentando tocar mi abdomen por debajo del pijama, entonces hice un esfuerzo para que no notara que estaba despierto, seguro de que si se estaba atreviendo con su timidez a hacer aquello era porque estaba seguro de que yo dormía. Me aguanté las ganas de soltar una risita y me concentré con todos mi sentidos en sus dedos que tocaban con suavidad cuidadosamente mi piel, recorriendo un camino hasta mi ombligo. Bajó un poco más lentamente y debí concentrarme en respirar correctamente para no ser descubierto, pero entonces Hide cesó sus caricias haciéndome sentir un poco decepcionado.

-          Eres tímido hasta cuando crees que nadie te ve.  – le reclamé, escuchando el reproche despechado en mi propio tono. Él se quedó congelado, posiblemente sorprendido, haciéndome sonreír por haberlo descubierto. Permaneció quieto, podía sentir sus músculos tensos, entonces decidí abrazarlo para calmarlo, también besé su frente. Rozar su piel me reconfortaba de una manera extraña.

-          No te mortifiques – le pedí – Me gustó – confesé sin pudor producto de la excitación que me había causado su toque – Hubiera deseado que no te detuvieras – debí recordarme a mi mismo que con Hide debía tener cuidado y controlarme, pero con la cercanía que teníamos me era tan difícil, más aun con la idea instalada en mi mente de que él me deseaba tanto como yo a él.

Intenté calmarme un poco y decidí concentrarme en la respiración suya. Él, incómodo, se acomodó en varias oportunidades hasta que finalmente pareció decidirse por mirar al tejado, había más luz en la habitación por la luna llena. Sentí como respirar se le hacía dificultoso, me pregunté si se sentía igual de excitado que yo. Decidí intentar algo.

Dejé mi mano acomodarse sobre su estómago rozando los dedos la suya de la misma forma en que lo había hecho él. Acaricié sus dedos y jugueteé con ellos unos momentos antes de dejarla quieta. Lo escuché suspirar, como si se quejara de la vida. Supe que esa era el momento perfecto. Me moví hasta quedar muy cerca de él, rocé mis labios con sus mejillas y él giró para besarme, no dudó, dejó su lengua buscar la mía en cuanto sintió el tacto de mis labios sobre los suyos. La confianza que estaba tomando sólo aumentaba mi fascinación con respecto a él, quería enseñarle tantas cosas… quería ser testigo de sus primeras veces. Me alejé al comienzo intentando controlarme, pero en cuanto el frío llegó a mis labios volví a buscar su boca, se sentía de maravilla besarlo. Poco a poco subí la intensidad con la que mi lengua buscaba más de la suya, pero debí alejarme al recordar que él estaba girando su cuello y probablemente ya se sintiera incómodo por la postura, pero con todas mis ansias por continuar busqué seguir de alguna forma y acaricié con mis dedos su abdomen por debajo de su mano, deslizándolo con un roce muy suave y bajando cada vez más, tal cual lo había intentado él. Besé su cuello con los labios y luego rocé la lengua en él, el olor de su piel me hacía perderme un poco más. Bajé mi mano, metiéndola debajo de la ropa, sintiendo por debajo de su ombligo un par de bellos que me indicaban que estaba en el camino correcto, pero entonces él me detuvo, sosteniendo mi mano con suavidad.

-          Hide… déjame tocarte – le pedí con la voz ronca, dejándole notar que estaba excitado y diciéndome a mi mismo que dejara los regaños culposos, porque el que Hide me excitaba, era un hecho.  – no te haré daño, lo prometo.

Recordé que lo que me había confesado, sabía que no se había tocado a sí mismo como yo pretendía hacerlo en ese instante y podía hacerme la idea de lo vergonzoso que le resultaba, aún más siendo como era él. De pronto soltó mi mano.

-          ¿Es un sí? – pregunté divertido intentando esconder mi sorpresa. El asintió.

Dentro de mí algo se derritió, la ternura que me daba con cada gesto era incalculable.

Metí la mano por debajo de su pantalón de pijama, teniendo dificultad con poder tocarlo por lo ajustado del elástico, mis dedos curiosos sintieron sus bellos pequeños adornar la zona. Froté la palma de mi mano con su entrepierna, dándome cuenta que no solo estaba erecto si no también húmedo, el hecho de que unos simples roces y besos conmigo le causaran aquello me hizo notar cuanto debía gustarle. La idea me derretía y me excitaba enormemente.

-          Ya estabas listo… ¿Puedes hacerme un favor?

-          ¿Mm? – respondió con un tono avergonzado.

-          Quítate el pantalón y la ropa interior, ¿sí? – intenté que mi voz sonará lo más convincente que podía, pero él no respondió de inmediato, y con el pasar de los segundos lo sentí temblar de los nervios – Hide… tranquilo, estas temblando… Está bien, si no quieres no pasa nada – comencé a retirar la mano, pero en cuanto terminé de hacerlo él se quitó todo de un tirón dando pequeñas patadas  con sus pies para quitárselo por completo. Luego suspiró con exasperación, podía sentir sus nervios reflejados en los míos. Decidí darle una opción para que se calmara más, temía que no lo disfrutara si continuaba preocupado – Si quieres que me detenga, solo toca mi mano. – asintió, en cuanto lo oí dejé a mi mano recorrerlo con tranquilidad, desde hace mucho que tenía ganas de poder tocarle con confianza.

Mis dedos acariciaron sus muslos y rocé las yemas de mis dedos por sus testículos, no podía decir en la oscuridad como eran exactamente pero si me sentí impresionado de que la textura de su piel fuera tan suave en todo su cuerpo, incluyendo esa zona. Subí mis dedos por la base de su erección que cada vez se pegaba más a su ombligo, hasta que llegué a la punta y la presioné un poco entre los dedos, él dio un saltito pequeño, realmente parecía que jamás se había tocado. Reí, me parecía tan pequeño y voluble…

- Tranquilo, todo está bien, confía en mí.

Ensalivé mis dedos y para lubricarle toda la zona, hice un anillo con mis ellos bajándolo por su entrepierna. Subí y bajé varias veces mientras lubricaba, logrando que se hiciera más fácil el movimiento con la humedad. Me detuve en la punta y presioné más, sabiendo que era una zona más sensible.

-          Mm… – fue el primer sonido que se le escapó, escuché como estampó su mano en su boca para callarse por ello.

-          No me quites el placer de escucharte… por favor… -  él se quedó tenso, pero en la penumbra divisé su mano volviendo a acomodarse a uno de los costados. En mi interior estaba feliz de que me hiciera caso, escucharlo era un privilegio que no quería perderme.

Comencé a masturbarlo con ganas con mi mano, marcando un ritmo constante, me concentré en su respiración y en los pequeños temblores de su cuerpo. Definitivamente jamás lo había hecho, se notaba que luchaba por controlarse pero la sensación le era nueva. Estaba tan excitado sintiéndolo temblar y escuchando los sonidos que intentaba esconder mordiéndose el labio en la oscuridad que podía sentir mi propia erección pegada a mi vientre. Aceleré el ritmo porque quería escucharlo gemir.

-          Mm… - habían pasado varios minutos desde que había quitado mi atención en la punta de su erección, deduje que era el momento preciso para una caricia. Con la mano abierta la masajeé logrando el primer gemido fuerte, que me causó un escalofrió de placer. – Aaaaah… - con toda la intención de poder escucharlo más fuerte, me acomode en su cuello y lamí un poco de la piel de aquella zona – Ooh… -  Hide acarició mi cabello, enredando sus dedos en él, pero en cuanto dibuje un par de círculos en su cuello presionó su mano en puño jalándome un poco el cabello, para mi sorpresa, su respuesta sorpresiva me excito más. Continué con mi tarea masturbándolo con el mismo ritmo pero a ratos deteniéndome a acariciar la punta de su entrepierna, en ningún momento logró controlar sus saltitos ni sus temblores, también levantaba los hombros al sentir cosquillas cuando mi lengua acariciaba su cuello, su piel era muy suave y olí siempre a limpio. - Mmm…

Aumenté el ritmo y cambie mi posición para poder lamer su lóbulo de su oreja, sentí sus piernas temblar bastante, algo que a mí no me solía ocurrir, imaginé que el por qué era que Hide se estaba aguantando lo que sería su primer orgasmo. Aumenté el ritmo intentando retar su voluntad, para que se dejara ir con confianza, pero en cuanto sus temblores aumentaron se asustó tanto que tocó mi mano pidiéndome parar.

Me quedé inmóvil y decepcionado mientras lo escuchaba respirar con dificultad.

-          ¿Duele? – pregunté intentando sonar convincente para seguir, quería ser por quien tuviera tu primera experiencia, aunque fuera de esa manera, quería escucharlo terminar. Negó con la voz como respuesta - ¿Molesta? – volvió a negar. Intenté convencerlo más directamente – Hide… confía en mí, todo lo que te pueda suceder, me sucede también a mí cuando lo hago, pasa nada… no tengas vergüenza por favor… - besé su mejilla sonrojada, la sentí sumamente cálida, a temperatura perfecta. - ¿Confías en mí? – susurré cerca de su oído, él tardo unos segundos y yo comencé a retirarme, si no quería seguir no tenía más alternativa que simplemente dejarlo, pero cuando me disponía hacerlo me sorprendió tomando mi mano, envolviendo con la suya y moviéndola sobre su erección como lo había estado haciendo yo. Sonreí abiertamente en medio de la oscuridad y busqué besarlo como agradecimiento, lo besé con fuerza y retiré las sabanas para que cuando el momento llegara no las mojara demasiado. Entonces retomé mi tarea. Ensalivé mi mano y volví a masturbarlo con el ritmo que llevaba unos instantes atrás, constante, provocándole y haciéndole subir el calor, pero esta vez lo besé mientras sus gemidos se ahogaban en mi boca, cuando me alejé de él para besar su cuello, soltó un aliviado quejido que hizo eco en la habitación.

-          Aaahh… - su abdomen tembló al igual que sus muslos, sabía que en cualquier momento lo podría escuchar acabar – Aaah… - me acerqué a su oído y le mordí la oreja antes de susurrarle despacio:

-          Déjalo ir Hide… déjalo ir… - en cuanto terminé de hablar sentí su espalda inclinarse dándole la bienvenida al primer orgasmo.

-          Aahhh… aaah…. Aaah… - los gemidos temblorosos acompañados del liquido que se derramaba en mi mano fueron el culmine del momento, para mi sorpresa, Hide se derramó por largo rato, haciéndome feliz sin saberlo, por lo excitado que se había puesto por unos simples toques míos. No solté su entrepierna de inmediato, bajé el ritmo prolongadamente y rocé con los dedos la punta antes de despedirme del todo. Hide dio un salto a causa de la sensibilidad de la zona. 

Él estaba quieto, inmóvil, solo supe que estaba vivo porque respiraba agitadamente aún, el calor que explayaba de él era tanto que lo sentía solo con estar cerca.

-          Gracias… - le susurré sintiéndome feliz por lo que había logrado en él, prácticamente me sentía orgulloso. Era más bien un sueño cumplido haber podido escucharlo en aquella situación. Con mi mano acaricie sus rostros para buscar sus labios y así poder besarlo, él me devolvió el beso prácticamente adormilado. Me acomodé junto a él y lo abracé, luego solo lo tapé con la sábana.

Comencé a relajarme junto con él, y cuando estaba seguro de que ya estaba camino a un sueño profundo, se removió, haciéndome encender la luz para saber que necesitaba. Lo vi intentando alcanzar la libreta pero cerró los ojos cuando le molestó la luz.

-          ¿Estás bien? – asintió - ¿quieres esto? – asintió con los ojos más cerrados que abiertos, se la di, sintiéndome curioso de su acción impulsiva. Su rostro estaba muy ruborizado, tanto que había tomado un color ligeramente rojo hasta las orejas, me parecía un detalle bonito de su cuerpo, tenía una cara de extasiado que me hizo sonreír.

  “¿Quieres que yo lo haga?”

-          Oh… Eh, está bien Hide… solo descansa, tus ojos se cierran solos…

“Pero… ¿puedo?”, le sonreí, ¿él quería? La idea hizo que mi entrepierna doliera más por la falta de atención.

-          ¿Quieres tocarme? – se rió pero asintió mordiéndose el labio, me era tan irresistible que cerré los ojos con fuerza y me escondí en el calor de su cuello, debía controlarme o terminaría por abalanzarme sobre él. Rocé mi lengua por su cuello - Me encantaría, pero ahora estas muy cansado… puedo esperar.

“¿Puedo preguntar algo?”, volvió a escribir.

-          Sabes que puedes.

“¿Tú te tocas así?”

Me reí.

-          Sí… aunque como te toque en un inicio, con los dedos así – le mostré los dedos formando un anillo – Solo me lo han hecho, al menos a mí me gustó… por eso se me ocurrió probarlo en ti… pero lo demás… es algo que hago yo… Ehm, ¿te desagrado algo? –  negó – entonces… ¿todo está bien? – asintió

“¿Fui muy exagerado?” 

¿De verdad le preocupaba aquello? ¿Que no era obvio que estaba más que encantado?

-          No… por momentos no sabía si realmente te estaba gustando lo que hacía, entonces oí tu respiración que me indicó que si…. Pero casi no hiciste ruido Hide… no te preocupes de eso conmigo… está todo bien, no me preocupan esas cosas… solo quería que te gustara.

“Me gustó.”

-          Me alegro mucho de que así fuera… - levanté el rostro para observarlo, él intentó no poner su mirada en los míos – Te estoy empezando a querer Hide – entonces si me miró – Y perdóname si la situación no es la mejor o si aún no es buen momento para confesártelo, solo… quería que supieras que es por eso que todo de ti me gusta tanto. Confía más en mí, ¿sí?

Miró en mis ojos un par de segundos, parecía emocionado, luego pestañó un par de veces y asintió. Se removió hasta lograr abrazarme, luego tomó mi mano y colocó una expresión extraña que divisé en la oscuridad.

-          ¿Qué sucede?

“Tu mano esta pegajosa”,  me reí fuerte

-          También lo está tu… - me tapó la boca con la mano y se rió. Lo mordí suave.

-          Auh

-          ¿Bésame? – me sonrió tímido pero luego me besó. Su lengua pareció querer darme las gracias, yo envolví su rostro con la mano limpia y luego solo lo deje acomodarse en mi pecho, en donde acaricié sus cabellos largos hasta que el silencio nos llevó a dormir. No estuve seguro de quien se rindió primero, pero al menos yo dormí plácidamente con él sobre mi pecho.

En cuanto desperté vi a Hide dormido a mi lado, tenía el brazo sujetando su cabeza y una mano entre las piernas, su entrepierna desnuda rozaba su mano. Le miré el cuerpo desnudo un rato antes de salir de la cama, después de todo en la noche no había podido mirarlo. Realmente tenía la piel muy blanca, casi traslucida en algunas zonas, tenía un cuerpo bonito y femenino.

Tomé un baño y preparé el desayunó, Hide bajó con el cabello disparado en varias direcciones y la pijama puesta, tenía los ojos medio cerrados.

-          Qué lindo – le dije mientras le servía un poco de té para el desayuno – Come con confianza, es para ti. – él me sonrió y cuando estaba por dar el primer mordisco el teléfono sonó. Colocó mala cara y fue a contestar la llamada, arrastrando los pies con pereza.

Lo observé curioso cuando miró en mi dirección y me indicó con el dedo que la llamada era para mí, apuntando el teléfono con un gesto infantil.

-          ¿Ken otra vez, no? – asintió divertido.

-          Amor, creo que esta dependencia tuya no le hace bien a nuestra relación – le dije a Ken en cuanto tomé el teléfono haciendo reír a Hide, del otro lado oí suspirar a mi amigo.

-          Si, ya estoy celoso de Hyde – se quejó- No lo hagas empeorar, mis sentimientos son susceptibles, Yasunori… me lástima que no te des cuenta.

-          Entiendo cariño, dime como puedo arreglarlo – pedí en tono de suplica, refiriéndome al porqué de su llamada.

-          Ven a visitarme hoy, el departamento nuevo es aburrido si estoy solo.

-          No puedo hoy – suspiré - ¿Qué la vecina no te dio una oportunidad?

-          Creo que más bien la asusté…

-          ¿Qué carajos le dijiste? – me reí imaginando cualquier cosa de él.

-          No estoy seguro, pero creo que me expresé demás con referencia a sus ubres.

-          ¿Ubres?

-          Es que tienes que verlos Sakura, esos no son pechos. – me reí fuerte – Ven hoy por favor – suplicó, casi podía ver el puchero dibujado en su boca.

-          No puedo Ken-chan, tengo un compromiso. – Hide se recostó en la alfombra con Samurai y comenzó a pasar su nariz por su barriga, la escena me enterneció.

-          Entonces dile a Hyde que venga.

-          Es con él con quien saldré – le expliqué algo avergonzado.

-          Ah… ya se arreglaron entonces.

-          ¿Ah?

-          Noté ayer que estaban molestos… bueno, cualquiera que los hubiera visto se hubiera dado cuenta la verdad.

-          Ah… si, ya… solucionamos ese tema.

-          No hagas sufrir al enano Sakura, o Tet-chan te golpeará – no supe que contestar, por mi silencio Ken-chan continuó hablando – Entonces mañana vengan en la tarde por favor, intentaré tener todo decente y compraré algo de comida, podríamos beber tequila…

-          Podríamos– agregué conforme a su idea aún sintiéndome incómodo por su comentario.

-          Bien, hasta mañana.

-          Hasta mañana – colgué el teléfono – Hide, ¿puedo llamar…? – el asintió e hizo un gesto con la mano para quitarle importancia, realmente veía en sus ojos que me pedía no preguntarle y solo hacerlo.

Busqué en la agenda de mi cartera un número y lo marqué. Se tardaron en contestar pero finalmente lo hizo su secretaria.

-          ¿Diga? – la voz de la mujer se me hizo familiar.

-          Hola, busco a Sr. Oishi – Hide me miró extrañado y yo alcancé su pie desde mi lado para hacerle cosquillas, dio un salto indignado pero sonriente.

-          Él se encuentra en Tokio en este momento, ¿quiere que lo comunique con su oficina allá?

-          Si por favor

-          Bien, espere un momento. – volví a hacer cosquillas en uno de los pies de Hide y este finalmente se puso de pie y me atacó haciendo lo mismo en mi barriga, haciéndome reír fuerte.

-          ¿Diga?

-          Espera, espera – le pedí indicándole con el dedo que me habían contestado, él se detuvo con una mirada juguetona y una sonrisa maliciosa en los labios. – Oishi, soy Sakura.

-          Lo noté.  Supongo que no me decías a mí que esperara – noté cierto recelo en su voz.

-          No… oye, necesito que me consigas una sala de estudio para ensayar las canciones nuevas.

-          ¿En tus días de descanso?

-          Soy el único que no se sabe las canciones Oishi… - suspiró – Con una habitación estaré bien, no puedo hacerlo en casa de Hide o el gato se morirá de un infarto.

-          Dile Hyde demonios…  Sakura- no le presté atención y me quedé en silencio esperando que volviera a hablar, mientras estiré la mano para robarle una caricia en los labios a Hide, que aún me sonreía. – Bien, para mañana por la mañana, ve al estudio en donde grabamos y pregunta por cual te reservaré ahora, tendrás disponible desde primera hora hasta el medio día.

-          Gracias – le respondí lo más sincero que pude o al menos intenté no sonar agresivo como solía sucederme cuando hablaba con él.

-          Sakura… ¿Has hablado con tu novia? – la pregunta me pilló por sorpresa, realmente fue como una patada en el estómago.

-          ¿Eso te importa? – respondí secamente olvidando todo intento de sonar respetuoso o agradecido.

-          Ella ha estado viniendo a la oficina a preguntar por ti, precisamente por cómo te encuentras o si tenemos algún número telefónico en donde contactarte… Akane, dijo que se llamaba. -  respiré con dificultad para controlarme, ella no sabía nada de mí desde hace varios días, pero que fuera a preguntar por mí me molestaba y al mismo tiempo me preocupaba.

-          La llamaré, gracias por el mensaje – le respondí cortante sin querer agregar nada.

-          De nada. – dijo antes de colgar.

-          Que agradable – comenté mientras devolvía el teléfono a su lugar. Hide me miraba curioso y sostenía mi mano contra su rostro, sus ojos tiernos no entendían nada de la culpa que yo sentía, era tan ajeno a mis complicaciones… – Te ves muy bonito hoy – le dije sin pensar, él pinchó mi abdomen con un dedo y yo reí, no era tan cosquilloso en esa zona como él. – Mañana por la mañana iré al estudio a ensayar, no te invitaré porque necesitaré concentrarme y tu eres una gran distracción para mí – tomé sus manos y lo acerqué a mí. Intenté hablarle mirándolo a los ojos, pero su mirada se escapaba de mí, tenía un puchero en los labios – Ya me verás tocar… no pongas esa cara – de pronto me soltó las manos y me rodeó el cuello con los brazos, me dio un beso suave que respondí y me abrazó. Se rió nervioso y yo también como respuesta a su risa, me sentía tan estúpidamente feliz que evitaba pensar en ello o me avergonzaría de mi mismo.







-          Hide, ya es tarde, movámonos o no llegaremos a tiempo al cine, imagino que habrán filas – asintió.

“Tomaré un baño antes”

Me reí recordando lo sudado que estaba la noche anterior.


Bajó con el pelo sujetado en una coleta, los rizos suaves peinados a la perfección le daban un aspecto más femenino aún. Llevaba una cazadora de cuero ajustada pero debajo denotaba el cuello de un blazer de lana color blanco, a Hide le gustaba el color blanco. Yo simplemente llevaba una casaca impermeable larga, color negro. Ni siquiera recordaba haberme peinado.

-          ¿Qué haces? – le pregunté cuando lo vi meter en su mochila municiones como para diez personas. Tomó la libreta y escribió algo rápido, la dejó sobre el sofá y luego siguió en su tarea, concentrado.

“Me gusta comer en el cine”

-          Pero… ¿Tanto?

“Si quieres te puedo dar un poco”

Me miró con una sonrisa divertida, me reí de su descaro. Amaba comer, cualquiera podía darse cuenta de eso, le besé la sonrisa y le hice un poco de cosquillas, en un par de segundos en que logró zafarse de mí se escapó en busca de más comida. Lo miré divertido, yo solo llevaba dinero en un bolsillo, nada más.



En cuanto llegamos al cine me impresionó la fila que había para el estreno, esperar no era precisamente algo que destacar de mí. Hide me miraba con una paleta en la mano, decir que parecía de dieciséis o diecisiete años por su actitud, era exagerar.

-          Mm… ¿Seguro que quieres ver la película? La fila de los boletos es enorme – me quejé mirándolo. Él asintió, sonriendo, se le veía feliz, solo por ello desistí a esperar. Delante de nosotros habían muchas parejas que caminaban de la mano, escuché unos susurros provenir de mis espaldas y les presté atención para entretenerme en algo.

-          ¿Es un hombre o una mujer? – le preguntaba la chica a su novio, volteé a mirarlos intrigado, él observaba con mirada analítica a Hide.

-          No estoy muy seguro… - le comentó el chico – Pero si fuera mujer sería muy linda

-          Y si no, tus serias muy gay – le dijo ella riéndose. Suspiré y lo miré a él, ajeno a lo que escuchaban mis oídos, miraba con atención el dibujo del poster publicitario de la película, estaba impresionado por el dinosaurio en ella.

-          Es un tiranosaurio rex – me miró con los ojos abiertos notablemente impresionado, levanté los hombros restándole importancia – Te dije que me gustaban los dinosaurios y que me sabía sus nombres – se le escapó una risa pequeña - ¿Te estás riendo de mí? – se sacó la mochila y buscó su libreta en ella, la abrió y escribió algo, me la dio mientras volvía a colocarse la mochila.

“Me da ternura imaginarte pequeño disfrazado de dinosaurio”

-          No recuerdo haberme disfrazado alguna vez de uno… pero si mi habitación estaba rodeada de dibujos de ellos.

“¿Algún día me muestras una foto de ti pequeño?”

-          Mmm… claro – me mordí un poco la mejilla por dentro de la boca, causarle ternura a alguien me causaba una sensación extraña y vergonzosa.

Cuando por fin pudimos comprar las entradas, Hide eligió el boleto que traía comida y refresco, por lo que tuvimos que realizar otra fila más antes de ir a la de la entrada de la sala.

-          Hide yo realmente odio las filas – me quejaba una vez más, él se reía de mí – Creo que no aprecias que me estoy esforzando por permanecer aquí.

-          ¿Hide? – el chico que atendía la zona de comida rápida me pareció familiar

-          Oh – La boca de Hide hizo un sonido de impresión, luego él pareció reconocerlo y le sonrió.

-          Qué extraño verte aquí, me hubieras dicho que venías y te hubiera conseguido entradas gratis – por su voz logré recordarlo, era Pero, el baterista anterior a mí – Dame tu boleto – Hide le dio el boleto y fue hasta la sección de malteadas para elegir su refresco, pero vi al chico de cabello recortado colocar en nuestra bandeja palomitas para dos personas.

-          Nosotros no pedimos esto – le dije, él me guiñó el ojo.

-          Hide come mucho – me explicó – Mejor que lleve comida de sobra o no se concentrará en la película, además, es muy malo para ver películas - ¿ah sí? Por alguna razón su comentario me causó celos, ¿tanto lo conocía? – Dime Hide, ¿qué refresco vas a querer?

Hide eligió dos refresco distintos a pesar de que sabía que solo podía elegir uno, él ex baterista no dudó y colocó ambos en la bandeja. Yo suspiré, no sabía si Hide era descarado o simplemente estaba acostumbrado a que el otro chico siempre actuara de esa forma.

-          Disfruten la película – nos dijo mientras yo llevaba la bandeja llena de comida. Hice un esfuerzo por sonreírle mientras Hide lo hacía abiertamente, mostrando todos los dientes.

-          ¿Crees que nosotros nos vamos a comer todo esto? – le dije mientras nos acomodábamos nuevamente en otra fila, esta vez para entrar a la sala. Él escribió aún sonriente.

“¿Quién dijo que era para “nosotros”?

-          No creo que te puedas comer todo tu solo – en cuanto terminé de hablar vi en su sonrisa que él estaba seguro de que si podría.

“Puedo darte un poquito”

-          Que descarado eres, ni siquiera lo pagaste.

“Consigue amigos que trabajen en comida rápida y jamás pasarás hambre”, escribió haciéndome reír.

 Rápidamente llego nuestro turno, él chico del lugar revisó nuestros boletos y los timbró.

-          Solo puede entrar con comida que compro aquí – amenazó en cuanto vio a Hide, él lo miró con los ojos entrecerrados con sospechas y luego asintió con una sonrisa.

-          ¡Ya déjalo entrar Kuro! – le gritó Pero desde su lugar de trabajo, ¿se conocían todos?

-          Imagino que traes esa mochila llena de comida, tú no cambias – le volvió a decir el chico del cine, Hide abrió la boca indignado. Me reí. Lo tenían identificado.

-          Está bien – el chico suspiró y nos entregó los boletos – Disfruten la película.

-          ¿Lo conoces también? – le pregunté en cuanto nos alejamos un poco. Hide tomó la libreta con rapidez antes de entrar a la sala oscura y escribió.

“Es hermano de Pero”

-          Oh…  - en cuanto entramos a la sala, vi el lugar atestado de gente, las salas eran más pequeñas que la de los cines que yo solía recurrir, sin embargo en el medio habían tres filas vacías. Yo solía sentarme más arriba, pero había dejado a Hide elegir los asientos y ahora entendía por qué eligió esos.

Nos sentamos y acomodé la bandeja entre los dos, Hide acomodó la bandeja sobre los brazos de los asientos y comenzó a sacar más comida de la mochila, acomodando con detalle las cosas antes de comenzar a comer. Me reí de él, con ganas, era una persona peculiar.

La película comenzó y comenzamos a comer, la verdad era que me preocupaba que a Hide no le gustaran las películas de dinosaurios, pero Jurassic Park resultó ser entretenida desde el comienzo. Hide estaba concentradísimo, tanto que cada vez que lo miraba ni siquiera se daba cuenta. En las partes de suspenso de la película, prefería mirar sus gestos que la pantalla, abría la boca impresionado y hasta se tapaba los ojos del susto, su actitud infantil era tan real que me hacía reír. Hubo una escena peculiar en la que el dinosaurio llegaba hasta un hombre en el baño, Hide se rio tanto que tuvo que limpiar lágrimas de sus ojos, para ese momento, ya no quedaba comida en la bandeja. Tomé su mano y recosté mi cabeza en su hombro, él se tensó de inmediato, pero luego solo recostó la suya sobre la mía y permanecimos así unos momentos, podía sentir su cuerpo tensarse por completo en las escenas en que el tiranosaurio rex casi se comía a los protagonistas. La verdad, es que me divertí tanto por él como por la película.

-          Mmmgg – dijo fuerte estirándose mientras la gente salía de la sala y él se estiraba en el asiento, también palpaba su estómago ligeramente hinchado por todo lo que comió.

-          Que cómodo te ves – me sonrió y acercó su rostro hasta mí para rozar su nariz con la mía, le sonreí con dulzura y algo de vergüenza, afortunadamente aún estaba oscura la sala.

En cuanto salimos ya era tarde, no estaban sus amigos a la salida y el tampoco pareció buscarlos, lo que calmó un poco mis celos.

En cuanto salimos Hide tomó su libreta para llevarla consigo en la mano, al rato me escribió:

“Vámonos caminando a casa, no estamos tan lejos y podemos comprar cervezas por el camino”.

-          Claro… el centro de este lugar no tiene mucho movimiento, en Tokio sales de un lugar para entrar en otro y así puedes estar toda la noche paseándote.

“Me gusta que sea tranquilo aquí”.

-          A mí también – le confesé, tomé su mano en cuanto nos pusimos en marcha. No le hablé más en el camino y él tampoco escribió, su compañía me daba cierta paz de la que carecía estando solo.

Compró de mis cervezas preferidas llevando consigo cierta sonrisa que descifré como un “ya te conozco”, y solo pude sonreírle de vuela.



Cuando llegamos a casa me sentía un poco cansado como resultado de una película larga, era increíble como eso podía gastar gran parte del día.

Mientras Hide ordenaba un par de cosas en la cocina y subía a su habitación, llamé a Akane desde el teléfono. Me dolía el estomago de solo pensar que le inventaría como excusa por no llamarla antes, pero para mi sorpresa todo eso fue innecesario, ella no contestó mis llamadas a pesar de que insistí tres veces.

“Bueno, lo intenté”, me dije a mí mismo.

Me senté en el patio en la hamaca que había comprado recientemente, y en un par de minutos más llegó Hide a hacerme compañía, observamos en silencio las estrellas que comenzaban a asomarse en el cielo con fuerza en la oscuridad de la poca alumbrada ciudad. Hide parecía pensativo.  Abrí las cervezas y le tendí una a él, que estaba mirando fijamente la luna. Se dio cuenta que lo observaba y escribió:

“Me gusta mirar el cielo”.

-          A mí también, es algo que podría hacer toda la noche… me gustan las estrellas… siempre me pregunto cuando las miro; ¿cuántas de ellas estarán muertas? – Hide mi miró curioso e interesado – Las estrellas mueren, explotan y otras nacen al mismo tiempo, suceden muchas cosas en ellas… - le expliqué - Si ves una supernova, la luz se demora setenta mil años en llegar hasta aquí, así que tal vez muchas de las estrellas que estamos mirando murieron hace muchos años y solo no estamos enterados aún. – Hide abrió mucho la boca, parecía horrorizado.

“¿Entonces se están muriendo las estrellas?”.

-          Si… pero descuida, mientras algunas mueren otras nacen. – su boca formó una “O” de impresión que me hizo reír.

“Te gusta mucho este tema”.

Asentí, Hide era muy observador.

-          En casa tengo un telescopio, cuando recibí mi primer sueldo por trabajar de staff fue lo primero que compré – confesé avergonzado.

“¿Y has visto cometas o meteoritos?”.

-          Hum… no es tan fácil ver cometas… pasan cada demasiados años y para ver meteoritos no necesitas un telescopio – me miró confundido.

“No sé mucho de esto”, admitió con una risa, sentí que me pedía con los ojos una explicación, aunque parte de mí estaba segura de que lo que quería era analizarme mientras le hablaba del tema.

-          El cometa es una bola de hielo. Los asteroides son piedras que orbitan entre Marte y Júpiter. Y los meteoros son estos mismos asteroides que se escapan, cuando entran en nuestra atmosfera se llaman meteoros y cuando están aterrizados, es decir en la tierra, se llaman meteoritos. – entrecerró los ojos procesando la información.

“Me sorprendes Sakurazawa”, escribió fingiendo una mirada seria, me reí.

“Eres inteligente”, me mostró la libreta sin mirarme, sintiéndose un poco apenado y de paso yo también por el cumplido.

-          Papá insistió mucho en que yo estudiara algo… - le comenté - Era bueno en la escuela a pesar de que no solía estudiar en casa, me bastaba con la atención de la clase para tener buenas calificaciones. Papá lo sabía y me pidió hasta el cansancio que fuera a la universidad pero… no soy bueno con las cosas que se me imponen… con ni una de ellas, suelo poner mucha resistencia… ya te darás cuenta. Es realmente una característica detestable de mi personalidad para algunos, en lo que respecta a mí, es de las que agradezco tener.

“¿Por qué?”.

-          Porque si no fuera firme en negarme a las situaciones que detesto hacer, perdería mucho de mí mismo y quizás quién sería al final del camino… Quiero reconocerme a mi mismo cuando eso suceda. – me miró sorprendido pero finalmente me sonrió, era una sonrisa dulce, nada de crítica. – Esto…

-          ¿Mm?

-          Quiero preguntarte algo… ¿Puedo? – asintió, dude unos segundos, pero finalmente lo pregunté - ¿Por qué no puedes hablar Hide?- él me miró con los ojos muy abiertos, luego de unos segundos suspiró con pesar – Está bien, no debí preguntar… - sonrió para mí con algo de tristeza y comenzó a escribir, por sus facciones intuí que no sería una historia ligera.

“La señora que conoces como mi madre, realmente no lo es”.

-          Ya veo, ¿pero… conoces a tu verdadera madre? ¿Ella existe?

“Existió”.

-          Oh… ella está… - él asintió, algo dentro de mí se revolvió – Lo siento Hide…

“No te preocupes, ha pasado mucho tiempo”

-          ¿La conociste? – asintió – ¿Puedo preguntar cómo era?

“Era una mujer joven, pero siempre estaba triste… recuerdo su voz, era muy bonita”

-          Imagino que sí, tú también eres bonito – bajó la mirada con una sonrisa, me gustaba saber que incluso teniendo aquella mirada triste podía hacerlo sonreír tímidamente - ¿Sabes por qué estaba triste?

“A mamá mis abuelos la corrieron de casa porque quedó embarazada, luego mi padre no se hizo responsable y solo desapareció, ella quedó sola viviendo en la calle… Conoció a un sujeto que no era mi padre, pero le ofreció alojamiento y con el tiempo comenzaron una relación, él se convirtió en mi padrastro.”

Cuando me mostró el libro su ceño cambió, estaba un poco acongojado, al terminar de leer noté que aún no contestaba mi pregunta y él lo sabía, solo me evaluaba para saber si podía continuar, pero yo realmente quería saber, por lo que lo miré a la espera de que continuara. Volteó la hoja y continuó escribiendo.

“Mi padrastro era mucho mayor que mamá y no la quería, ni a ella ni a mí, detestaba a los niños. En realidad lo que detestaba era el ruido y yo hacía mucho ruido. Si lloraba me golpeaba, si hablaba me golpeaba, si hacía algún ruido fuerte al jugar o al lavarme las manos o tan solo al caminar iba por mí y me golpeaba hasta que se cansaba. También golpeaba a mamá si hacía ruido, por eso ella estaba triste”.

Lo vi suspirar con pesadez antes de mostrarme la libreta.

En cuanto terminé de leer quedé espantado y lo miré con horror y mucha rabia. No supe que decir pero él continuó escribiendo, por lo que solo esperé en silencio y mirando cómo sus ojos batallaban con la humedad que amenazaba con salir. Pestañaba con rapidez intentando disimularlo.

“Un día nos quedamos solos y mamá tomó un baño conmigo, me hacía cosquillas y yo reía con fuerza cuando él llegó y no nos dimos cuenta… él fue hasta el baño para darme una golpiza pero mamá me defendió y lo lastimó con lo que encontró, entonces él se enfadó mucho…”

Lo vi bajar la mirada y tragar saliva con dificultad, al parecer no podía continuar escribiendo.

-          Tranquilo está bien… no tienes que forzarte a contármelo… - él me miró, respiró profundo y agregó un par de palabras más a la hoja antes de mostrármela.

“La ahogó en frente de mí”.

Leí todo con toda la rapidez de la que fui capaz mientras el shock me consumía, pero en cuanto leí lo último, no pude evitar imaginar a un pequeño Hide observando la escena con una mirada tan llena de dolor que me hizo sentir frio en el pecho. Lo miré intentando contener mis ojos por la escena en mi mente y lo abracé.

-          No sé qué decir… - no medí la fuerza en mi abrazo hasta que Hide hizo un pequeño sonido de dolor – Oh, disculpa – lo solté y lo miré a los ojos realmente apenado pero él me sonreía, sus ojos se veían mejor que los míos.

“Es primera vez que le digo esto a alguien”.

Me miró sonriente y luego volvió a escribir:

“Se siente bien”

-          Desahogarse siempre ayuda… - fue lo único que fui capaz de decir, aún tenía una duda pero no quería insistir con el tema que ya parecía cerrado.

“¿Qué pasa?”

-          No es nada…

“Dime”

Suspiré, sentía que me leía.

-          La mujer que todos conocemos como tu madre… ¿Quién es realmente?

“La vecina. Ella fue quien encontró el cuerpo de mamá, sabía toda nuestra historia y cuidó de mí cuando mi padrastro fue a la cárcel”.

-          Oh… - cuando leí eso, muchas cosas cuadraron en mí, como si su declaración le diera el punto final a la historia y pudiera contemplarla desde fuera con mayor facilidad. – Ahora entiendo porque prefieres no hablar y porque no te gusta el ruido… ¿Pero puedes hacerlo no? – negó con la cabeza.

“La última vez que hablé fue antes de que mamá muriera, me provocaba pánico escuchar mi voz… desde entonces simplemente no puedo hacerlo.”

-          Ya veo… pero puedes cantar… - analicé en voz alta.

“Cuando nos quedábamos solos con mamá, cantábamos… cantábamos mucho, nunca dejé de cantar junto a ella…”

En mi mente comencé a divisar explicaciones, lo más cuerdo que concluí fue que Hide tenía un bloqueo y a partir de sus recuerdos, evitaba todas las situaciones que pudieran provocarle sensaciones negativas, como el ruido o hablar, mientras que el cantar no representaba un mal recuerdo para él… Pensé en que era curioso que su voz pareciera ser su amiga y su enemiga.

Lo vi mirar la luna con gesto triste y busqué ideas en mi cabeza para sacarlo de sus pensamientos.

-          ¿Sabes? Uno creería que la luna es algo que solo nosotros tenemos el privilegio de ver, pero no es el caso – me miró intrigado - Saturno tiene muchas lunas, una en especial es como la Tierra, tiene la misma atmósfera prácticamente, su nombre es Titán. Aunque todo lo que se sabe de ella es que tiene mares de un liquido que no es agua, más bien es metano… - inclinó su cabeza hacia un lado sin entender del todo – El metano es un combustible, en Holanda al menos así lo usan… ¿Sabes de donde lo obtienen? – negó con la cabeza – De los gases de las vacas – abrió la boca asqueado – Si, es verdad, en Holanda hay más vacas que autos así que colocan un tubo en el recto de las vacas y guardan todo el metano que producen, luego usan eso para hacer funcionar el aire acondicionado – Hide estalló de la risa probablemente imaginando toda la situación, paraba a momentos me miraba dudoso y volvía a reír. Lo besé, no pude impedírmelo a mí mismo, me gustaba tanto verlo feliz, que quería besar su sonrisa. Él me devolvió el beso envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

-          Mm… - el gemido  que salió de su garganta me impresionó y a la vez lo atesoré, si confiaba en mí por lo que había ocurrido en la noche, me hacía sentir agradecido, intenté sacarle otro gemido colocando mis manos en sus muslos y subiendo en ellos marcando mis uñas en una caricia – Mm…

Sonreí y él rió, escondió su rostro en mi cuello.

-          Me  gusta escucharte así – le confesé, él movió sus brazos y manteniendo la cabeza gacha desabotonó mi pantalón. Me quedé helado por la sorpresa. – Si quieres que esté igual que anoche… tendrás que besarme mucho… - le pedí, él rió nuevamente nervioso y con los ojos cerrados buscó mi boca. Lo besé masajeando su lengua con la mía y acomodando mis piernas para que pudiera tocar con más libertad. Sí… quería que me tocara.

-          Mm... – su garganta sonó mientras continuaba besándome, su lengua esta vez logró tener más control que la mía y metió su mano dentro de mi pantalón y de la ropa interior de una sola vez. Alejé mi boca de la suya para respirar.

-          Aaah… - mantuve los ojos cerrados sintiendo el poder de su mirada sobre mi rostro, él besó mi mentón y sus dedos presionaron con suavidad la punta de mi erección – mm…

De pronto escuchamos la puerta, haciéndonos a ambos despertar del sueño en que nos habíamos metido. Me miró dudoso y yo también lo miré así a él, vi en sus ojos que realmente pensó en continuar lo nuestro y simplemente no abrir la puerta.

-          Ve… continuaremos luego… - lo animé, infló la mejilla y fue hasta la puerta. Me puse de pie y abroché mi pantalón, luego toqué mi mejilla… también estaba caliente.

-          Hola Hyde – escuché la voz de Oishi, por lo que fui de inmediato hasta la sala, pero me congelé en medio del camino cuando una voz familiar llegó hasta mí.

-          ¿Esta Sakura aquí? Soy Akane, su novia.


Mierda. Mierda. Mierda.


Caminé más rápido hasta ella y cuando sus ojos se toparon con los míos, vi en ella toda la emoción que yo había sentido hace un rato atrás con Hide, en el patio.

-          ¡Yasunori! – se lanzó sobre mí. Hide me miró con los ojos muy abiertos y yo a él igual de confundido, de reojo observé a Oishi sonreír a gusto.

-          Como la vi tan angustiada preguntando por ti en la oficina decidí traerla por hoy, sin embargo como ustedes no deben tener muchas distracciones le compré un boleto de bus para que vuelva a su casa mañana por la tarde. Espero que al menos puedan estar juntos esta noche y que el reencuentro les sea agradable a ambos – Oishi dio su discurso previamente preparado, no pude decirle nada, quería ahorcarlo.

-          Muchas gracias – le dijo a Akane, la miré de pies a cabeza, llevaba su atuendo preferido y el cabello recogido en una trenza, probablemente le había pedido a su hermana que la peinara y quizás cuanto debió suplicar para que su madre la dejara viajar hasta Osaka con un desconocido solo por verme a mí.

Hide tragó saliva y se alejó de nosotros poco a poco, sin expresiones en su cara, nos dio la espalda y subió por las escaleras. Oishi no lo notó hasta que ya estaba arriba y lo buscó con la mirada.

-          ¿Algo más? – le dije.

-          No, ya no los molesto, ella debe venir cansada… ¿Y Hyde?

-          También cansado, debió irse a dormir al ver que la visita no era para él.




Akane estaba tan contenta por estar allí que simplemente no respondió mis preguntas ni mis regaños, Hide bajó y nos encontró a ambos allí.

-          Hola Hide, gracias por cuidar de Sakura en tu casa – Akane hizo una reverencia respetuosa hacia él dejándome anonadado. Hide me miró a mí, con la misma expresión. No le respondió de ninguna manera, solo tomó a Samurai y volvió a subir por las escaleras, se le veía descolocado e incómodo. - ¿Se molestó?

-          Le molestan las visitas – dije sin pensar.

-          Ah... ¿le molestaría prestarme su ducha? Fue un viaje largo en auto…

-          Ya qué… - suspiré. – Oye… no vuelvas a acercarte a Oishi, ese tipo es peligroso.

-          Lo sé, pero si no hubiera sido por él, ni siquiera sabría qué estás vivo. Pero lo noté en su mirada, no te preocupes.

-          Con mayor razón, no te expongas de esa manera.

-          Ya dime donde está la ducha, no me regañes más…

Suspiré y la lleve hasta el segundo piso, Hide estaba encerrado en su habitación.

En cuanto Akane se metió a bañar intenté llamar a la puerta pero no contestó, escribí en un papel lo que quería decirle, por miedo a que Akane escuchara y lo lancé por debajo de la puerta. No tuve respuesta a pesar de que la esperé.

Me quedé sentado en la cama mientras me miraba los pies descalzos.

¿Por qué justo ahora?

¿Por qué?

Mierda.


Aunque intentaba meterme en la cabeza de que tal vez había aparecido en el momento preciso para detener algo que amenazaba con colocar en un camino irreversible mi vida, no podía dejar de sentir que solo había aparecido a joderlo todo.

De pronto entró en mi habitación, llevando el cabello mojado después de la ducha, no cerró la puerta.

-          ¿Crees que tu amigo me preste su secadora?

-          No lo sé – respondí sincero, no quería pedirle nada a Hide, no había salido de su habitación en mucho rato.

-          ¿Se la pedirás tú o debo ir yo?

-          Solo sécate el cabello con la toalla maldita sea, no lo molestes. – me acosté en la cama dándole la espalda. Sabía que estaba siendo estúpido, pero simplemente no tenía la opción de cambiar de actitud sintiéndome tan cabreado mentalmente.

De pronto sentí la puerta abrirse de la habitación de Hide, me volteé rápidamente para verlo aparecer en la puerta de la mía. Llevaba en su mano la secadora para el cabello y la tendió en dirección de Akane, tenía una expresión seria, notoriamente deprimida. Llevaba el cabello suelto y la pijama puesta. No me miró en ningún momento.

-          Gracias… - le susurró Akane tan sorprendida como yo, él se volteó y se fue a su habitación, cerrando la puerta con fuerza.

Estuve seguro de haber entendido su mensaje, nos estaba escuchando. 

Ella se secó el cabello mientras yo aprovechaba el sonido de la secadora para soltar un par de insultos en tanto me volvía a acomodar en la cama dándole la espalda, la verdad era que quería salir huyendo de ahí.

-          ¿Le llevo de vuelta su secadora? – me preguntó con un tono tímido, probablemente algo asustada de mi reacción.

-          No, solo déjala en la mesa del pasillo, no lo vayas a molestar.

-          Te preocupas mucho por él… - dijo mientras salía para dejarla fuera, luego entró y cerró la puerta de la habitación y entonces por primera vez desde que llegó sentí que nos habíamos quedado solos. – Yasunori…

-          ¿Mm? – sentí su cuerpo sentarse en la cama pero no volteé a mirarla.

-          No estás feliz de verme, ¿verdad? – su tono triste me llegó como una puñalada por la espalda. – Yo he pensado mucho en ti… sé que no te gusta que te moleste mientras trabajas y por eso pensé mucho en si venir o no, pero ese señor, el manager de la banda, dijo que me extrañabas entonces… - volteé a mirarla.

-          ¿Él te dijo eso?

-          Si… dijo que hablabas de mí… yo pensaba en darte tu espacio pero en cuanto él me dijo que me extrañabas, sentí feo solo… dejarte sentir eso… Además no sabía si no podías llamarme porque no lo habías hecho… ahora me doy cuenta que tal vez… - su voz tembló – Solo no me querías cerca de ninguna manera.

No quería hacerla llorar.

Las palabras de Tetsu resonaron en mi cabeza. ¿De verdad solía ser tan egoísta con ella? Me senté en la cama y la abracé.


-          No llores…  - ella me rodeó el cuerpo con rapidez y me abrazó con fuerza, del fondo de su pecho brotaron un par de sollozos de aquellos que dolían escuchar. Suspiré. ¿Por qué tenía que hacerle eso a ella? Yo realmente la quería, tal vez no de la manera que debía pero siempre le había tenido un profundo cariño.

-          Ya no me quieres… - susurró con seguridad.

-          Claro que te quiero niña tonta… es solo que han ocurrido muchas cosas aquí… - ella no me creyó, continuó llorando y solo pude acariciar su espalda y besar su frente. El aroma familiar me trajo un poco de nostalgia.

Akane era una chica bonita, siempre mis amigos la adulaban y me consta que varios se acercaron a ella con intenciones mayores, pero jamás tuve que intervenir, ella se presentaba como mi novia orgullosa y yo sinceramente ya no entendía por qué. ¿Por qué aún me quería?

-          Hace mucho no me abrazabas así…

-          Recuéstate, que me duele la espalda – me quejé, ella se rió un poco.

-          Siempre lo arruinas – nos recostamos abrazados y la cubrí con las mantas, el tacto de la piel de Akane no me causaba rechazo, todo lo contrario, sentía que me conocía demasiado bien y aquello me gustaba. La confusión en mi cabeza se acrecentó. ¿Qué sentía por ella? La idea de que fuera una simple amistad era ridícula, me gustaba Akane. Acaricié su cabello para consolarla un poco más.

-          ¿Has estado bien? - pregunté.

-          ¿La verdad? – asentí, ella acarició mi barbilla con la punta de sus dedos, luego acomodó su rostro entre mi cuello y mi pecho, yo continué acariciando su cabello un poco húmedo. – Nunca me sentí tan deprimida en mi vida – rió con amargura – Te extrañé tanto…

-          Es que no mantienes la mente ocupada, vives de vaga – le di un beso en la frente para que supiera que estaba bromeando, ella estaba acostumbrada a esas respuestas, estuve seguro de que había sonreído.

-          He pensando tanto en ti que estoy segura de que mis neuronas están cabreadas de ti… Te quiero Yasunori… - suspiré.

-          También te quiero mi niña tonta.

-          ¿Por qué siento que estás molesto?

-          No estoy molesto contigo si eso es lo que preguntas.

-          ¿Entonces? – ¿Qué le decía? No podía contarle. Los segundos pasaban y yo continuaba sin poder decir nada – Está bien… no quiero estropear esto, no contestes si no quieres. No digo que no preguntaré mañana, pero por hoy está bien. – cerré los ojos con pesar, ¿podría explicarle algo? Lo dudaba, realmente lo dudaba. De pronto la sentí removerse, me destapó hasta que se sentó sobre mí.

-          ¿Qué haces? – le pregunté sorprendido por el movimiento rápido, se inclinó hacía mi y antes de besarme susurró con cariño.

-          Déjame quererte un momento… - tuve que contestar el beso, debí hacerlo, si tan solo no hubiera usado esas palabras me hubiera podido zafar pero la culpa no me dejó. Nunca había dimensionado el daño que le causaría a Akane hasta ese preciso momento y no quería hacerlo, no podía, me odiaría infinitamente a mi mismo por ello. Se apartó de mis labios para besar mi cuello y mi meter sus manos frías debajo de mi ropa.

-          Akane no… - le pedí con todo el cariño del que fui capaz en un susurro.

-          Sé que están frías, lo siento.

-          No es eso – tomé sus manos y las sujeté con las mías – Aquí se escucha todo y realmente no quiero que Hide nos escuche.

-          No es que él no sepa que hacen las parejas que llevan mucho sin verse…

-          Lo sé pero no es agradable para nadie…

-          No haré ruido, lo prometo – me interrumpió y me besó, pero esta vez escapé.

-          Akane en serio no… por favor cariño entiende – insistí.

-          Pero Yasunori, tengo muchas ganas… - su voz coqueta y dolida me hicieron suspirar.

-          Te tocaré yo si quieres… - ella se quedó quieta probablemente pensándolo.

-          ¿No quieres tú?

-          De verdad no quiero que él escuche – ella levantó su pierna y volvió a recostarse en la cama.

-          Está bien, aunque no entiendo que tanta diferencia hay en esto, porque mi respiración, la cama, el rocé o mi boca sonarán igual. – me acomodé junto a ella, en la misma posición que había estado con Hide la noche anterior. Le mentí para hacerla sentir mejor.

-          La diferencia es que yo no me podría controlar. – le susurré en el oído, metí mi mano al interior de su ropa interior y acaricie con la punta de sus dedos su zona más sensible haciendo que diera un pequeño saltito por el placer. Ya estaba, situación resuelta.





Preparamos el desayuno y Akane tuvo un especial empeño en preparar algo para Hide, sin embargo Él no apareció hasta que estábamos terminando de comer. Bajó con la mirada baja, llevaba una camiseta color azul, le quedaba grande, pero los pantalones ajustados que llevaba por debajo lo hacían lucir bien. Se sentó sin mirarnos.

-          Te prepararé el desayuno – le dijo Akane, sus ojos se posaron en ella sin mucha expresión, tenía la mirada perdida. Imaginé la noche que había pasado y algo en mí me mordió la conciencia. Akane le dejó el desayuno en la mesa y él se lo agradeció con una sonrisa, no parecía impresionado, la verdad parecía que no le importaba mucho, tampoco comió con muchas ganas como era lo usual en él.

-          Tengo que ir a ensayar hoy – dije mientras me terminaba de comer una botana, Hide permaneció con la mirada baja sin tomarme atención. 

-          Oh, adoro verte tocar…

-          Y yo necesito privacidad para ensayar – le respondí cortante.

-          Que malo eres… bueno, me quedare aquí entonces… supongo… – miró a Hide para pedir su aprobación, él levantó los brazos restándole importancia, yo realmente me preocupé, ¿Akane y él juntos en la misma habitación? Eso prometía violencia.

-          Vendrás conmigo – le ordené.

-          Ya no quiero, además a Hide parece no molestarle que me quede aquí.- lo miré a él a la espera de alguna señal, pero no me miró, nunca me miró. Suspiré.

-          No puedes abusar de Hide, Akane.

-          Si vive contigo ya debe estar acostumbrado al abuso amor. – la miré con los ojos bien abiertos, no solía llamarme así en público ni con amigos cerca… “no Akane no ahora, menos con él aquí” le supliqué con la mirada. Hide escribió algo con la libreta, se puso de pie y subió las escaleras, tomando a Samurai en sus brazos. Tomé la libreta sintiéndome culpable esta vez por él.

“Gracias por la comida.
Si, puede quedarse”

Suspiré nuevamente, claro que él no le negaría su casa. No sería propio de él.




-          Prométeme que no lo vas a molestar – le pedí mientras tomaba mi abrigo listo para salir.

-          Lo prometo Yasunori, no seas tan exagerado… ¿tan insoportable es tu compañero que tienes tanto cuidado con él?

-          Simplemente sé que no le gustan las visitas – suspiré, realmente no quería dejarlo solo con ella. – Te vendré a buscar por la tarde, iremos a conocer el departamento de Ken-chan.

-          ¿De quién?

-          Ya lo conocerás.

-          ¿No quieres pasar tiempo a solas conmigo? Podrías llevarme a conocer la ciudad…

-          Podría, pero tenía planes antes de que llegaras sin avisar.


Salí de casa sin decirle nada más, el aire frio golpeó mi  rostro y lo agradecí, necesitaba despertar de esa pesadilla.



Me fui todo el camino pensando en el desastre que era mi vida, hasta que llegué al estudio y me senté en la batería, ese fue el momento preciso para olvidarlo todo.

Tocar la batería me ayudaba a borrarme, desaparecía tocando, nada importaba más que la coordinación, podía entender a la gente que amaba el deporte, en mi caso nada me limpiaba más la mente que la batería. No puedo decir que realmente ensayé, a pesar de que escuché en reiteradas ocasiones la pista y la transcribí para poder hacer de ellas algo mejor en un concierto a futuro, la verdad es que al momento de tocar, improvisé cualquier cosa. Finalmente terminé sin memorizar nada y se me acabó el tiempo.

Terminé sudado por completo, pero mucho más calmado.





Cuando llegué a casa de Hide, Akane estaba en la sala principal revisando unos cajones.

-          ¿Qué estás haciendo? – le pregunté molesto en cuanto entré.

-          Esto… - miró a los dos lados y tomó un dibujo – Es solo que me enamoré de sus dibujos y estaba buscando si habían más… Como me dijiste que no lo molestara no le quise preguntar directamente…

-          Deja eso allí Akane, no te entrometas en sus cosas, menos toques sus dibujos puedes ensuciarlos.

-          Yasunori… él descuidado eres tú. ¿A qué te refieres con eso de que puedo ensuciarlo? – le quité todo de las manos e intenté acomodarlos como estaban antes, aunque no recordaba exactamente el cómo.

-          Akane, por favor, no toques nada. – la miré sintiéndome cansado.

-          Está bien… - obedeció, dejándome sorprendido nuevamente con su respuesta al igual que la noche anterior. ¿No habría pelea? – No tocaré nada.

-          Bien, me bañaré y luego saldremos.

-          Está bien… - su tono triste me frustró. Al parecer mis enredos no hacían feliz a nadie.



Me di un baño rápidamente y lavé los dientes con violencia, en cuanto terminé de vestirme fui hasta la habitación de Hide para invitarlo a salir con nosotros, aunque por su rostro de la mañana estaba seguro de la respuesta.

Toqué la puerta pero no abrió. Volví a tocarla y esperé pero nuevamente solo había silencio, me  inquieté y abrí yo la puerta, topándome con él sentado en la cama, sosteniendo a Samurai en los brazos.

-          Ah, lo siento como no abriste me preocupé. – me miró enfadado – Esto… iremos al departamento de Ken-chan, ¿Vendrás? – negó con la cabeza sin mirarme esta vez. – Ah… esto… Hide…

Se giró y me dio la espalda, entendí que no quería hablar conmigo, entonces cerré la puerta y lo dejé solo. Bajé las escaleras sintiéndome triste. ¿Qué más podía pedirle? Entendía su reacción.



Por el camino Akane me contó lo que había hecho esas semanas, su visita a mi casa, sus salidas con amigas, sus comidas familiares.

-          …pero en general, me he sentido sola sin ti – observé las calles, estábamos en la indicada - ¿Me estas escuchando?

-          Claro que sí, solo no sabía si habías terminado de hablar.

-          Pues si alguien te dice que se ha sentido sola sin ti, ¿como esperas que siga la oración?  Olvidaba lo bruto que eres.

-          Ese debe ser el edificio.

-          ¡Yasunori! ¿Por qué me ignoras?

-          Akane, estoy agotado, solo no estoy emocional, ¿ya? No siempre puedo solo ser cariñoso, no siempre estoy de humor para eso, confórmate con que no estoy siendo grosero, ¿sí?

-          Pero anoche…

-          Anoche si estaba emocional – la miré, ella hacía un puchero, lo peor que podía hacer era mirarla, tanta culpa me bañaba en ese momento. Recordaba las palabras de mi amigo, ¿en serio siempre la traté tan mal? Maldito Tetsu, sus palabras se habían grabado en mí.

-          Bien, vamos a la casa de tu bendito amigo, más vale que tenga comida para que valga la visita.


Toqué la puerta del departamento.

Ken abrió llevando solo calzoncillos.

-          ¡Ah, mierda, no venías solo! – me reí fuerte, Akane se rió también.

-          Ella está acostumbrada, tengo amigos peores…

-          Pasen, pasen, iré a vestirme.

El departamento estaba hecho un desastre, cajas por todos lados, y basura por todos lados.

-          ¿Es tu hermana? – preguntó en voz alta desde alguna habitación.

-          Soy su novia – respondió Akane con un tono orgulloso, le sonreí como pude.

-          Oh… la novia, que lástima – dijo mientras apareció ya vestido – Eres muy atractiva pero a las novias de los amigos no se les puede tocar… - Akane le sonrió coqueta, siempre lo hacía, pero nunca me nacían celos de ello.

-          A las hermanas tampoco – le gruñí.

-          Oye… esa no es ley universal, estoy seguro que no.


Para mi sorpresa Akane y Ken-chan resultaron llevarse bastante bien, bebimos cerveza mientras jugamos a las cartas, charlaron sobre gustos personales, ella conocía bastantes bandas de Rock norteamericanas y también tocaba guitarra. Por lo que me sentí excluido desde temprano.

Pensé unos segundos en Hide… me debía odiar… las circunstancias en las que estábamos cuando Akane llegó… ¿Qué haría con él? Lo quería, definitivamente lo quería… Recordé sus ojos enfadados y el momento en que me dio la espalda, la posibilidad de haberlo herido me causaba mucho daño.

-          ¡S- A- K- U – R –A! – gritó Ken enfatizando cada letra.

-          ¿Ah?

-          Despierta, te estamos preguntando qué película quieres ver.

-          Ah… eh, la que quieran

-          Pff… te dije que no le preguntaras, su opinión definitivamente no cambiará el mundo. – Akane soltó irónica, Ken rió.

-          Bien, esta, se llama el silencio de los inocentes.

-          He escuchado de ella pero no la he visto, Yasunori, ¿tú la viste no?

-          Si… pero no me importa volverla a ver.

-          Bien, esa entonces – Ken colocó el  VHS y se sentó junto con Akane, ambos en la misma posición en la alfombra mientras que yo en el sofá. Llevar a Akane allí había sido una buena idea, al menos tendría un momento grato, aunque no fuera conmigo.





-          Yasunori despierta… Yasunori, me tengo que ir… por favor abre los ojos o voy a perder el bus y vas a tener que soportarme otro día aquí.

Me rasqué los ojos mientras la mirada confundido, luego caí en lo que había dicho.

-          ¿Ah? ¿Cuánto dormí?

-          Como dos horas, la película completa la verdad – dijo Ken.

-          Lo lamento… - él me miró con algo de lástima en la mirada.

-          Ya tenemos que irnos o no llegaré a tiempo para tomar mi bus…

-          Si…

Tomé mi abrigo y me despedí de Ken-chan, ella también lo hizo dándole un apretón de manos. Ken la miró divertido y de forma coqueta. Si, Akane era una mujer bonita a los ojos de él como a los de todos mis amigos. Cuando me acerqué a la puerta Akane salió primero y luego yo, pero mi amigo me habló desde la puerta antes de cerrarla.

-          Oye… - Ken me llamó.

-          ¿Qué sucede?

-          Cuando te quedaste dormido hablé un poco con ella… Sakura, yo jamás me entrometería si alguien no me lo pidiera pero ya que ella lo hizo… está enamorada de ti, creo que merece que seas más claro con ella.

-          No puedo ser claro con ella si ni yo tengo claras las cosas - le solté sin pensar, sin darle importancia a cuánto sabía él - pero aunque ella te pidiera que te entrometieras yo no lo he hecho Ken-chan, así que preferiría que no volviéramos a hablar de esto.

-          ¿Por qué estas a la defensiva? ¿Tan incómodo te tiene su visita? Porque al menos para mí está claro que no la has disfrutado, y creo que ella también lo tiene claro.

-          Tengo que irme. – cerré yo la puerta diciéndole adiós a todos sus comentarios, si, estaba molesto, no con él, conmigo mismo, porque tenía razón.





-          Ese es mi bus… - volteó a mirarme – No tienes que casarte conmigo en cuanto vuelvas a casa, olvida tu promesa, sé que me dirás que un hombre debe mantenerse firme en sus convicciones y todas esas cosas pero Yasunori… de verdad no tienes qué hacerlo,  no debes presionarte a ti mismo, podemos continuar de esta forma, yo siempre he sido feliz siendo tu novia – me acerqué a ella y la callé con un beso.

El primer beso que le daba queriendo dárselo realmente, la besé con ganas, como si fuera la última vez en que lo hacía, despidiéndome de aquella boca  y aquella forma de besar tan conocida para mí.

-          Nos vemos en Tokio – le susurré en cuanto me aparte de ella, le vi los ojos llorosos, emocionados, como si hubiera alejado todos sus miedos con aquel beso, y aunque lo razonable considerando la situación no era hacer aquello, era exactamente lo que quise hacer. Dejar de causarle dolor de alguna manera.

Ella volteó varias veces a mirarme mientras caminaba hacia el bus, me sonreía y luego continuaba caminando, hasta que finalmente subió.

Me quedé allí mirándola mientras el bus se iba, hasta que finalmente se perdió en el camino.

Entonces di media vuelta y me marché caminando. ¿Había hecho todo mal? Probablemente, pero solo tenía en claro una cosa, causarle dolor a Akane y toparme de frente con sus ojos tristes, me era insoportable.