lunes, 23 de septiembre de 2019

Fan fiction Matices Capítulo 30:Símbolos


Hyde





Dejé el agua fría enjuagar mis manos, la sangre corría por el lavamanos mientras no dejaba de angustiarme con mis pensamientos. Cerré el grifo y en un acto de impulsividad me coloqué calcetines en las manos para evitar volver a hacerme daño al rascarlas.

No podía más de la angustia, eran horas muy altas de la madrugada y aún no tenía noticias suyas. Pero de pronto el teléfono sonó, y corrí para atenderlo con algo de miedo.

-           ¿Diga?

-           ¿Hyde? – susurró muy despacio.

-           Ken-chan, ¿qué sucede?

-           Te llamaba para avisar que Sakura está aquí y se quedará a dormir.

-           ¿Qué? ¿Por qué?

-           Ustedes mañana hablarán, él está cansado y ya se está quedando dormido.

-           Pero…

-           Dale espacio, Hyde – dijo de pronto en un tono que sonó más a regaño.

-           ¿Él está bien?

-           Si, está bien. – su tono relajado realmente me calmó.

-           Gracias entonces. Por favor… cúbrelo al dormir, despierta de frío a veces. – lo escuché reír al otro lado de la llamada. Aunque no me lo había dicho, yo estaba seguro que él lo sabía todo.

-           Sí, sí, yo me encargaré de que se lave los dientes antes de dormir también. Buenas noches, mamá gallina.

-           Buenas noches… - colgó primero, yo dejé caer el teléfono después. Miré a Samurai sintiéndome triste y preocupado. ¿Por qué había optado por dejarme fuera? No sabía la razón pero me hacía sentir sumamente inseguro.

Tomé a samurái en mis brazos.

-          Parece que a Sakura le fue peor de lo que imaginé… Esperemos que llegue pronto a casa… -  Samurai inclinó su cabeza para acariciarla con mi mentón sacándome una leve sonrisa. – Vámonos a dormir.  



Por la mañana me sentía algo atontado producto de las pastillas que bebí para dormir. Samurai continuaba estirado usando la mitad de la cama en tanto yo comencé a vestirme dispuesto a ir a buscar a Sakura, pero entonces escuché la puerta principal abrirse. Sin pensarlo fui a toda prisa para encontrarme con él.

No alcancé a divisar su rostro para cuando nos encontramos en mitad del pasillo, estampó su cuerpo contra el mío en un choque que dio paso a un abrazo fuerte, fue como si una montaña de tristeza me aplastara cuando lo sentí aferrarse a mí. Sus manos se agarraron fuertemente a mi suéter. Pensé que lloraba, pero no escuché ningún sonido salir de él, solo yo fui quien suspiró mientras intentaba presionarlo fuerte contra mí… como si pudiera exprimirle las penas.

-          Te estaba esperando- susurré con una voz baja. No respondió. – Estaba muy preocupado, ¿por qué no viniste a casa? – continuó en silencio – Simplemente no entiendo por qué no viniste a casa… a mí.

Lo escuché suspirar, luego se apartó de mí con algo de lentitud, como si realmente no quisiera hacerlo.

-          No podía… pero ya estoy mejor. – susurró sin mirarme.

-          No te ves mejor. – volvió a suspirar. Continuaba sin mirarme.

-          No me lo hagas tan fácil – de pronto se alejó de mí y caminó hasta la habitación. Lo seguí.

-          ¿Por qué no llegaste anoche? – insistí, realmente necesitaba entender qué pasaba por su cabeza, por qué desechaba la opción de estar conmigo en aquellas circunstancias. Entró al baño y comenzó a desnudarse, yo me apoyé en el marco de la puerta observándolo esperando una respuesta. Me ignoró. – Siquiera hubieras llamado.

-          Ken-chan lo hizo. – me dijo antes de abrir la llave de la ducha, luego murmuró algo que no entendí por el sonido del agua.

-          ¿Por qué Ken-chan lo hizo y no tú? ¿Además no pensaban hacerlo más temprano? No sabes cuantas horas me pasé esperando preocupado, no sabía que había pasado. Aún espero que me cuentes que pasó o siquiera por qué… - a medida que hablaba elevé el tono molesto, o más bien resentido - ¿Por qué mierda no llegaste anoche? – volví a preguntar, él se volteó a mirarme por primera vez desde que había llegado. Estaba molesto.

-          ¿Para qué querías que viniera aquí? ¿Para qué te sintieras culpable por lo que sucedió? ¿Para que luego yo fuera quien terminara consolándote? – lo miré sorprendido – ¡Tengo muchas razones para no querer llegar aquí! – me gritó – Y tengo muchas más para tomar mis cosas en este instante e irme. – tragué saliva.

-          ¿Entonces qué te retiene?

-          Tú. – me miró con una furia que no pude interpretar, era… ¿odio?

-          Yo no te estoy reteniendo.

-          Si lo haces. – entró a la tina sin mirarme y cerró la cortina de la ducha, algo que no solía hacer ninguno de los dos, claramente para no mirarme.

-          No… si quieres irte puedes hacerlo. – mi voz tembló.

-          No quiero – lo escuché decir – Ese es el asunto. – intenté respirar profundamente y caminé hasta la ducha. Abrí la cortina para mirarlo a los ojos pero él tenía las dos manos apoyadas a un lado de la pared y la cabeza agachada. Me abracé a su espalda sin pensarlo aunque el agua me mojara, y allí me quedé sintiendo su piel húmeda en mi frente. Los minutos transcurrieron pero su espalda jamás tembló, no lloró, era un hombre fuerte. Una de sus manos fue hasta las mías que se cruzaban en su abdomen y la acarició.

-          Solo… quería saber porque no me dejas cuidar de ti. – besé su espalda sintiendo su cuerpo relajarse.

-          Porque no quería hacer lo que acabo de hacer.

-          ¿Eh?

-          No quiero discutir ni desahogar mis rabias contigo.

-          ¿Y con Ken-chan si?

-          Es distinto.

-          ¿Por qué?

-          Porque Ken no sentiría culpa por lo que sucedió.

-          ¿Y qué sucedió? – suspiró. – No me dejes fuera Sakura – le pedí, mi tono sonó más a una súplica. Estiró el brazo y cerró el agua de la ducha.

-          ¿Te bañas conmigo? – asentí, de todas maneras ya estaba empapado.  Él se volteó y me quitó el suéter con los dedos mojados. Sus ojos estaban distintos, me dolía verlo así.

-          Nunca te he visto llorar… – le dije sin pensar. Me miró a los ojos unos segundos y luego sonrió apenado.

-          No soy muy llorón.

-          Yo sí – hice un puchero, de pronto se acercó dándome un beso rápido.

-          Lo sé. – le sonreí, se agachó para desabrocharme el pantalón.

-          Puedo hacerlo yo. – asintió.

-          También lo sé. – me quitó toda la ropa y abrió el agua de la bañera mientras nos acomodábamos.

-          Hoy lo sabes todo - me dejó sentarme entre sus piernas.

-          No solo hoy… – bufé, el agua comenzó a subir con rapidez. Me apoyé en su pecho y levanté las rodillas, casi de forma natural acomodé mi cabeza en el hueco debajo de su cuello. Él dejó su brazo descansar sobre mi pecho y dibujó figuras invisibles en mi muslo, cerca de la rodilla.
-          Lamento ser tan insistente. – dije sincero.

-          Exigente. Eso es lo que eres.

-          ¡Oye! Me estoy disculpando – reí.

-          También lamento haber gritado.

-          Si… fue raro. Me excitó, deberías hacerlo más. – me reí fuerte esperando animarlo un poco.

-          Espera, ¿qué? – se rió conmigo. - ¿Así que te gusta que te agredan? – sus dedos presionaron los costados de mi rodilla haciéndome saltar por un fuerte cosquilleo.
-          ¡No hagas eso! Era una broma…

-          Mm… - lo escuché soltar una carcajada más alegre. Luego cerró la llave del agua.

-          Ya-chan…

-          ¿Mm?

-          ¿Cuáles son tus razones para irte? – intenté no sonar demasiado afectado, sabía que no lograba verme el rostro pero de todas maneras dejé que mi cabello fuera una cortina entre sus ojos y los míos. Suspiró. – Solo dilo…

-          Lo haré, pero no quiero que te sientas mal, no tienes la culpa de que yo esté tan aferrado a algunas cosas… - asentí, se tomó un minuto pero luego dijo con cierta rapidez -  Siento que si permanezco aquí, contigo, defraudo a mi madre y de paso renuncio a mi ideal de vida en familia… No es nada nuevo, sabes que soy muy tradicionalista, pero realmente tengo esto… muy amarrado a mí y no logro soltarlo. Es decir… siento que al tomar la decisión de estar contigo le doy la espalda a todo lo demás, pero de alguna manera sé que no podría elegir algo distinto… Solo tengo que encontrar la manera de ajustarme a esto. Creí que mi madre también podría hacerlo pero… al recordar su reacción… parte de mí pone aún más resistencia. Es más una lucha conmigo mismo y si no llegué anoche es porque estaba demasiado enfadado con ella y conmigo.

Permanecí en silencio. Intenté respirar profundamente pero había dicho lo que más me dolía, efectivamente la proyección de una relación conmigo no prometía nada, no crecía, no evolucionaba, nunca formaríamos una familia. Aunque era claro que realmente no me planteé ni quise hasta conocerlo a él. Sus dedos acariciaron mi cabello hasta acomodarlo detrás de mi oreja para ver mi rostro, sus labios rozaron mi mejilla.

-          Yasunori… - comencé a decir pero él me interrumpió.

-          Te amo. – me quedé en silencio, sonreí de manera inconsciente – Es por eso que sé que no podría ser de otra forma, debo ajustarme a esta vida.

-          Pero no es la que quieres – le dije sincero aunque dolía decirlo en voz alta.

-          Te quiero a ti.

-          Pero también quieres hijos y un matrimonio, uno en donde puedas llevar a tu esposa a comer con tu madre,  una esposa que puedas presentarle a tus amigos. Nosotros, si seguimos de esta manera, ni siquiera podremos vivir juntos demasiado tiempo. Si Oishi o la misma prensa se entera de que compartimos departamento… tal vez estemos obligados a vivir en lugares diferentes, frecuentar lugares distintos, tomar distancia…

-          Lo sé.

-          Y solo eso tengo por ofrecer. – lo dije sabiendo que era poco. Comencé a sentir muchas ganas de llorar.

-          Es lo mismo que tengo por ofrecerte yo.

-          Pero en algún momento vas a querer más.

-          ¿Tú crees querer más? – “No. Yo solo te quiero a ti”. Quería decírselo pero ya no podía hablar. – Esto… poder abrazarte en la bañera es más que suficiente. – se me escapó una lágrima, sabía que no era verdad. En cuanto me la limpié lo notó – Oye…

-          Ahora entiendo a qué te referías con que terminarías consolándome a mí… – limpié otra y supe que si continuaba entre sus brazos no podría parar las que se acercaban. Intenté ponerme de pie pero él no me lo permitió.

-          No me importa consolarte, solo temo ser yo el que te haga llorar. – volteé a mirarlo. Él no solía decir ese tipo de cosas, notó el por qué de mi mirada y se ruborizó un poco. – Ya basta de esto… – dijo algo hastiado con la situación – No somos la primera pareja que vive esto, estaremos bien. – tomó el shampoo y se colocó un poco en el cabello, luego hizo lo mismo en el mío.

-          Lo lamento… - le repetí mientas sus dedos esparcían la espuma por las puntas de mi largo cabello. – De alguna manera siempre terminas siendo el que da los ánimos, supongo que ya tengo la respuesta de por qué no llegaste anoche… pero seré más fuerte de ahora en adelante. – lo miré con rostro decidido, sus ojos me pedían perdón.

-          Te dije la verdad, solo no quería desquitarme contigo. Lo demás solo lo dije por estar molesto.

-          Tal vez, pero no deja de ser cierto. Desde ahora dejaré de preocuparte con tantas lágrimas. – sus dedos desordenaron aún más mi cabello en una caricia.

-          ¿Cómo podrías? Si eres más sensible que una chica. – fingí enfado.

-          Tal vez, pero ahora seré como una madre protectora, no extrañarás a tu mamá, ya lo verás. - volteé y comencé a lavarle el cabello también, me sonrió mientras me acomodaba sentado en frente de él pero su mirada continuaba triste.

-          Huele a incesto lo que acabas de decir – reí, pero él no -¿Es tan fácil suponer que de alguna manera… la perdí? – sus ojos me evitaban nuevamente.

-          Ya-chan, yo sé que no la has perdido. En cuanto menos lo esperes ella regresará.

-          Mm… ¿me abrazas? – me dijo de pronto, lo miré enternecido y le rodeé el cuello con mis brazos, pero esta vez dispuesto a ser yo quien le diera toda la fuerza que necesitara cada vez que me fuera posible.







-           ¡Sakura, llegué! – grité mientras arrastraba las bolsas y las lanzaba sobre el sofá. - ¡Sakura! ¡Sakuraaaa!  - lo busqué a simple vista por el departamento pero no lo encontré - ¡Sakura! – grité en cuanto entré a la habitación pensando en que estaría en el baño pero tampoco estaba allí, noté que la ventana del balcón estaba abierta y me asomé – Aquí estás, ¡estoy en casa! – le dije animado mientras dibujaba garabatos en un cuaderno, estaba rodeado de varias hojas con símbolos extraños en ellas. Samurai dormía sobre otro cuaderno que descansaba a su lado.

-           Lo noté – respondió sin siquiera mirarme.

-           Oigan, ninguno de los dos me recibe como corresponde, me voy a deprimir sin atención.

-           ¿Trajiste mis cigarrillos? – puse los ojos en blanco y volví a la sala a rebuscar entre las bolsas. Tomé sus cigarrillos y dos botellas de jugo. Volví y le lancé una botella, la tomó hábil, pero no pudo con los cigarrillos al no tener manos desocupadas. - ¿Seven Stars?

-           Acostúmbrate a usar esos, no saben a colilla.

-           Te quejas hasta de mis cigarros – me dijo riendo, sacó un encendedor y probó el primer cigarrillo – Pero lo apruebo, me gustan también. - me senté junto a él en el suelo y encendí un cigarrillo también.

-           ¿Qué haces? – tomé una de las hojas e intenté comprender el garabato en ella, pero terminé volteándola sin darle una forma en mi mente. – No entiendo que es esto.

-           ¿No? – sus ojos parecían decepcionados, negué con la cabeza y el suspiró. – No soy muy bueno con estas cosas…

-           ¿Me explicarás qué son?

-           ¿No es obvio que son símbolos?

-           Si pero… ¿Piensas hacer un ritual satánico o qué? – de pronto su dedo fue hasta la punta de mi nariz y le dio un golpecito. – Auch…

-           Planeo usar algún símbolo o dibujo para firmar… algo característico. Que pueda usar en mi batería y que todos sepan que es mía solo por ese dibujo.

-           Pero si ese es el caso, deberías usar algo que te represente.

-           Lo sé… – suspiro exasperado dejando el cuaderno en el suelo para abrir la lata y darle un gran sorbo al jugo. Esperé pacientemente disfrutando del sonido de su garganta al tragar. – No consigo pensar en nada que me identifique.

-           Mm… si piensas usarlo de firma no creo que sea buena idea usar símbolos, ¿sabes? Es decir, los fans no tendrán idea de qué son o que significan todos estos garabatos. Por qué… significan algo, ¿no?  - asintió – Bueno, pero los miro y no me dicen nada.

-           Tú eres el experto en diseño, ayúdame. – exigió. Me reí.

-           Lo hago pero te costará la asesoría. – alzó una ceja de manera provocativa – No, eso no – pinché su mejilla con mi dedo. Samurai en medio de los dos se estiró. – Quiero una foto de ti de pequeño.

-           ¿Ah?

-           Lo que escuchaste. – su rostro pareció desconfiado.

-           No entiendo para qué lo quieres.

-           Todo es con fines investigativos. – soltó una carcajada.

-           Creo que en mi departamento tengo algunas, las traeré.

-           Bien, entonces comencemos. Dame el lápiz y el cuaderno. – me los tendió. – Cuando buscas crear un dibujo característico de algo, lo más recomendable es reforzar el nombre pero usar un diseño único de él.

-           ¿Mi nombre? Oh… ¿Te refieres a dibujar una flor de cerezo?

-           No necesariamente una de cerezo pero… sí podría ser una flor. – comencé a dibujar flores unidas por un tallo.

-           Creo que la idea es buena, pero no quiero ser tan evidentemente homosexual. – puse los ojos en blanco.

-           ¿Utilizas el nombre de una flor como pseudónimo y se supone que quieres imponer hombría con eso?

-           ¡Oye! Cuidado con lo que dices – colocó sus manos en posición de cosquillas, instantáneamente me alejé de él.

-           Calma esos dedos Yasunori, que estamos trabajando. Ponte serio. – apretó los labios para no reírse de mi seria reacción. Le tendí el cuaderno. – No todas las flores son femeninas, puedes alargar los pétalos, hacer el tallo alargado y escribir tu nombre con él o solo formar alguna figura con partes de ella… pero te aconsejo hacer algo que sea como tú. – me miró a la espera de que terminara– Simple. – levanté los hombros restándole importancia a mis palabras, él arrugó el ceño.

-           ¿Simple? ¿Eso es o no un cumplido? No es que quiera ser complicado pero simple suena a ofensa también. – se rió apenado y comenzó a ordenar las hojas tiradas por todos lados.

-           Dije simple, no común- me estiré mientras hablaba – Además… con lo rápido y complicado que se mueve todo a nuestro alrededor últimamente… que tú seas de esta manera… me reconforta… - observé mis pies apenado de lo que había dicho, él se quedó inmóvil y con solo mirarlo de reojo lo noté un poco ruborizado, pocas veces conseguía aquello pero no pude mirarlo por la pena. Casi de manera desesperada busqué en donde enfocar mi atención y caí en uno de los dibujos que sostenía. - ¿Qué es eso?

-           Ah… es… una tontería la verdad…

-           Déjame ver- el dibujo parecía la mitad de un corazón - ¿Qué es exactamente? – no pude evitar reír, realmente no tenía forma aunque su asimetría no era molesta a la vista, más bien parecía algo incompleto, o al menos eso me hizo sentir. - ¿En qué pensabas cuando dibujaste esto? – suspiró, definitivamente no le gustaba explicarse.

-           En Roentgen y en Curie supongo.

-           ¿Eh? ¿Tienes amigos nuevos con nombres extraños? – rió.

-           Roentgen fue un simpático alemán que invento los Rayos X.

-           Mm…- seguía sin entender, pero pregunté por la gráfica - ¿Y ésta forma que tiene por debajo? Parece una llave…

-           Lo es.

-           No te sigo.

-           Bueno… Curie era una científica polaca que se pasó la vida estudiando todo lo que descubrió Roentgen, pero tuvo la mala suerte tener que frenar sus planes de estudio por culpa de la Segunda Guerra Mundial. Como era polaca, era un blanco para los nazis, así que debió esconder todos sus estudios en una caja fuerte en un banco francés... – bebió un sorbo de jugo, yo esperé a que continuara – Se dice que los alemanes intentaron encontrar esa caja fuerte y la llave de la bóveda en donde estaba, pero nunca pudieron hacerlo. No hace mucho leí que Curie se refería a estos estudios como la mitad de su corazón, el trabajo de toda su vida, por lo que escondió la llave y hasta hoy nadie sabe exactamente dónde, pero al finalizar la guerra ella abrió la bóveda. Final feliz. – agregó levantando los hombros.

-           Así que quisiste dibujar una llave con la forma de la mitad de un corazón.

-           Se supone que lo que había en esa caja eran los estudios de rayos x y varias interpretaciones de los descubrimientos de Roentgen, me pareció acertado que fuera un corazón… pero tienes razón, el símbolo debe ser algo que hable por sí mismo y no tenga que estar contando una historia que tampoco es mía. – asentí por lo último.

-           Me gusta esto, la idea… me gusta como lo dibujaste.

-           Solo es un garabato Hide.

-           ¿Me lo puedo quedar? – levantó los hombros.

-           Claro. Es tuyo. – comenzó a ponerse de pie.

-           Movámonos o llegaremos tarde a la prueba de sonido.  – tomé a Samurai, el cuaderno que Sakura dejó en el piso y los llevé dentro dejando el dibujo sobre mi escritorio. El comenzó a desnudarse, entonces me senté en la cama observándolo.
-           ¿Qué haces? – se rió al notar mi mirada.

-           Aprecio la vista. – enarcó una ceja y se sentó a mi lado  solo con la ropa interior, apoyó su frente en mi hombro e inconscientemente acaricié su cabello – Estas fastidiado – le dije, no era una pregunta.

-           Mm…

-           ¿Me dirás por qué?

-           Mm – negó. Suspiré.

-           Si te lo digo andarás preocupado por mi mal carácter. Ya se me pasará. – levantó su rostro y con su nariz acaricio mi mejilla. – Hueles bien. – me reí bajito y me acerqué para besarlo. Últimamente casi no teníamos tiempos para nosotros, siempre había algo por hacer, por lo que disfrutar de aquellos minutos me era inevitable. Saboreé su boca largos segundos acariciando la suya con la punta de mi lengua sabiendo que aquello le gustaba, pero se alejó.

-           ¿Qué? – le dije sin entender, él colocó mala cara y respiró profundo.

-           Me quede sin aire.

-           Bájale al cigarro Yasunori, que me interrumpes la felicidad. – se rió y fue él quien arremetió contra mí, besándome hasta empujarme en la cama y acostarse sobre mí. - Te ves mejor… mucho mejor… - le dije recordando su estado de la mañana.

- Estaré bien, tengo claro qué es lo que más necesito.

- ¿Sexo? – le pregunté adivinando, me miró fingiendo enfado. Reí nervioso.

- También. – agachó el rostro para besarme el cuello.

- ¿Y lo otro?

- ¿Mm?

- ¿Lo otro que más necesitas?

- Sabes qué es.

- Mm… no estoy seguro. – metió su mano debajo de mi pantalón y mi ropa interior, el tacto de la yema de sus dedos rozando mis testículos me hizo saltar en un inesperado golpe de placer – Aah…

- A ti. – Levantó el rostro para hacerme sentir el peso de su mirada, me hice pequeño bajo sus ojos - Te necesito a ti más que a nada… ni a nadie. – apreté mis labios para evitar una risa nerviosa pero no logré callarla, no sabía cómo reaccionar a sus confesiones, la felicidad se me escapaba por los poros.  

Abracé el cuerpo de Sakura y lo besé aún con la sonrisa en mi rostro mientras masajeaba su lengua con la mía. Abrí las piernas para encarcelarlo junto a mí.

-          Mm. – se me escapó. Él se alejó un poco de mí y ensalivó sus dedos, lo miré sin dudas, aunque no sabía que haría realmente no me importaba, podía hacerme lo que quisiera. Sus dedos húmedos recorrieron mi abdomen bajo la playera y se detuvieron a la altura de mis pezones, allí los rozó con delicadeza causándome espasmos. – Aah… - me quejé de manera placentera, nos miramos a los ojos mientras él desabrochó mi pantalón y lo jaló de un tirón quedándonos ambos con ropa interior.

-           La playera, quítatela. – exigió, a lo que obedecí de inmediato. Me incliné en la cama y volví a jalarlo hacia delante para aprisionarlo entre mis piernas, él enredó sus largos dedos en mi cabello y jaló mi rostro hacía el suyo besándome con una mezcla de rudeza y pasión que me excitó. Inmediatamente nuestras entrepiernas se rozaron entre las ropas. Sakura comenzó a moverse tentativamente en círculos, solo rozando, con la presión precisa.

-          Aah… - me abrecé a su espalda clavando mis dientes en su hombro, como respuesta jaló mi cabello hacía atrás con algo de fuerza – Au... – me quejé y él rió, pero sabía que mi mordida le había dolido.

Permanecimos unos instantes allí mirándonos a los ojos mientras nuestras entrepiernas se rozaban, Sakura llevaba el ritmo pero en mi desesperación también moví mis caderas hacía él. Ver sus labios entreabiertos mientras le consumía la excitación me brindaba verdadera satisfacción.


-          Oh… - las yemas de sus dedos hicieron cosquillas en mi pierna, luego cerró los ojos y junto nuestras frentes.

-          Mm… - yo no podía despegar mis ojos de él. Aunque el roce era mínimo en comparación a otros tactos, la sutileza del hecho, el contexto y sus manos jugueteando por allí y por allá, más la visual y sus gemidos, podían hacerme terminar. Era consciente de lo mucho que me gustaba, y ya no le temía a entregarme a sus encantos.

-          Oh… - enterró el rostro en mi cuello y sentí un dolor punzante.

-          No dejes marcas allí… - me quejé.

-          Solo una…

-          Ash, ya que, ya la hiciste – me calló con un beso y ahogué un gemido en sus labios mientras metió su mano debajo de mi ropa interior.

-          Mm, que húmedo Hide… - lo miré avergonzado, sonreía. Le gustaba avergonzarme, jamás perdía la oportunidad para hacerlo.

-          Más te vale estarlo tú también. – inflé mi mejilla en un berrinche, él tomó mi mano y la puso en su erección, por sobre la ropa interior podía sentir la humedad. Sonreí aguantando la risa. Él carcajeó al ver mi reacción y se quitó la ropa interior dándole libertad a su entrepierna, la miré con atención mientras quitaba lo que me quedaba de ropa, incluyendo los calcetines. Se acomodó sobre mí, ensalivó sus dedos y los llevó hasta mi entrada, la reacción automática de calor me llenó.- Aah…

-          ¿Ya no es incómodo?

-          No… se siente bien desde el comienzo – mi voz sonó tan excitada que me avergoncé. Movió sus dedos dentro de mí causando un movimiento involuntario de mi espalda que se inclinaba a ratos.

-          Me gusta verte así... – dijo con voz ronca mientras movía sus dedos dentro de mí, causándome espasmos.

-          Mmg...

-          Quisiera hacerlo por más tiempo pero… - lo miré. – Estoy ansioso – le sonreí y abrí las piernas a la espera – Buen chico. – acomodo su erección y sin muchos tapujos la hizo entrar.

-          Aah…

-          Mm… ¿Estás bien?

-          Estoy bien…muévete por favor… - sonrió descansando su frente en la mía, sus abrazos se apoyaron a cada uno de mis costados para sujetar su cuerpo y entonces comenzó a moverse a un ritmo lento.

-          Aahh… - su rostro se contrajo, lo vi ruborizarse, mis manos se abrazaron a su espalda firme.

-          Mmg... – continuó con los movimientos lentos en un ritmo constante. A pesar de que la posición no era la más cómoda, la prefería y él lo sabía.

-          Aaah… - su mirada se enfocaba a ratos en nuestras entrepiernas y en otros en mis ojos o mi boca. Comenzó a envestir con más fuerza, sin embargo mantuvo el ritmo lento, a momentos sus envestidas me hacían gemir en cuanto tocaba mi punto sensible.

-          Aah… Yaa-chan… - besó mis mejillas, sentí sus labios rozar mi mejilla izquierda y mi mentón para luego subir a mis labios.

-          Oh…

-          Mmg… Yaa-chan… Aah… - comencé a sentir mis piernas temblar, sabía que era a causa del constante ritmo. Me incliné un poco para cambiar la posición y él entendió de inmediato mi señal entonces se alejó para permitirme acomodarme.  Me volteé cediéndole mi cuerpo prácticamente.

-          Me gustas de perrito – me dio una palmada. Me lo esperaba, siempre lo hacía. No volteé a mirarlo, me comí la vergüenza. - ¡Aaah! – di un gemido fuerte en cuanto lo sentí entrar de un solo empuje, sujetó mi cadera con ambas manos y comenzó a moverse, fuerte y rápido esta vez. – Aah, aah… aah… - me sujeté con fuerza del respaldo de la cama, volteé a mirarlo pero verlo envestir de aquella manera solo me haría terminar antes, por lo que debí volver a esconder mi mirada. A ratos perdía el control de mis piernas y me agachaba.

-          Aah… - el sonido de nuestros cuerpos húmedos chocando llenó mis oídos. – Hide… - tomó mi cabello enredándolo en su mano, lo jaló un poco hacía a mí y me sujetó en la posición que quería para continuar moviéndose cómodamente contra mí. Esta vez subió el ritmo. – Mierda… aah… - me concentré en sus gemidos, en el sonido de la humedad de nuestros cuerpos, en la sensación de tenerlo dentro y los temblores que subían hasta mi garganta haciéndome gemir de maneras extrañas. Balbuceos que ni yo entendía. Finalmente terminé sin poder controlarlo, simplemente salió de mí haciéndome sentir que me quemaba en placer. Sakura no dejó de moverse, sentí sus dedos clavarse con fuerza en mi cadera cuando terminé, sabía que el hecho de que terminara de aquella manera le excitaba.

-          Mmg... – me mordí fuerte el labio cuando el placer me terminó de consumir. Me agaché víctima del cansancio y entonces lo escuché, solo un par de segundos después su líquido cálido me recorrió las piernas.

-          Aaah… - la voz le tembló, yo escuché a ojos cerrados, concentrado, disfrutando. Se tumbó junto a mí mientras yo aún permanecía en la misma posición, volteé a mirarlo, tenía los ojos cerrados y el pecho subía y bajaba con rapidez. – Hide… - intentó decir con dificultad.

-          Dime - mi voz aún sonaba excitada, con mucho esfuerzo una de mis manos fue hasta su rostro y toqué su mejilla húmeda en una caricia.

-          Sí…

-          ¿Sí? ¿Sí qué?

-          Sí… debo bajarle al cigarro, mis pulmones se mueren… - se quejó agitado. Se me escapó una risotada y me dejé caer junto a él.