martes, 3 de julio de 2018

Matices: Capítulo 2 - Comienzos


Sakura



-       Ya veo… entonces has llegado y hemos llegado en el momento perfecto. – dijo Ken con una sonrisa. Se la devolví unos segundos y estiré el brazo para tomar un trozo de carne, pero caí en la cuenta de que el platillo estaba vacío.

Me sorprendí, tres minutos atrás había visto el platillo completamente lleno.

-       Hide….- dijo de pronto Tetsuya en un regaño. El pequeño abrió muchos sus ojos sin entender el porqué del tono de Tetsuya, luego observó los platillos y su rostro se contrajo avergonzado, como si fuera un dibujo animado. Su nivel de expresión me sorprendió, si no fuera porque sus ojos eran notablemente ingenuos fácilmente podría decir que sus facciones eran sobre actuadas, pero no era el caso.

-       ¡Ay enano lo hiciste otra vez! – dijo Ken enfadado. Reí a carcajadas, me pareció una escena típica de una novela de esas que veía mamá por las tardes. – Es que tienes que controlarte Hide, porque no pagas la cuenta tu solo.

-       Ya, ya… vamos a pedir un poco más de carne… - dijo Tetsuya aún tenía su rostro algo enfadado. Por su lado, el pequeño continuaba con la mirada baja y una postura notablemente apenada.

-       Si no te controlas llegará el día que engordes y no podrás ni moverte en el escenario.

-       No hay problema por el dinero, yo traigo conmigo – comenté intentando subir los ánimos, la verdad era que sentía algo de lástima por él, que además tenía toda la boca aceitosa con rastros de carne, como un niño. Todo en él era como de un niño.

-       No se trata de eso Sakura, es solo que siempre sucede lo mismo.

-       Bueno Sakura, alguien me comentó que realmente conoces a toda la industria de Ki/oon records. – Tetsuya comentó con algo de interés. Lo sentí un poco extraño, ¿realmente me había elegido porque les gustaba como batero o era por mis contactos?

-       Te mintieron, conozco a un par de artistas que no es para nada cercano a conocer a los staff de producción, además no conozco a nadie influyente. – mentí. – Oigan…  ¿No quieren ir a Tokyo a escuchar una de mis bandas? No creo que todos me hayan escuchado y creo que también deberían decidir si me quieren o no de baterista luego de eso…

-       La verdad es que solo Tetsuya te ha escuchado… sería un buen paseo grupal, solo di cuando. – Ken se mostró entusiasmado, y el pequeño por fin subía la mirada para observarme con atención. La mesera se acercó y comenzó a ordenar los platillos con carne en la mesa, dejando un plato con una costilla en frente de cada uno, luego agregando las demás al centro de la mesa. Ken le arrebató el platillo con carne a Hide, este hizo puchero.

-       Tengo presentación Viernes y Sábado. – respondí.

-       Ooh… Ken y yo podemos ambos días, pero Hide trabaja los viernes, así que estará bien que sea el sábado. – lo observé con curiosidad, ¿En que podía trabajar alguien que no hablaba? Él le dirigió una mirada de agradecimiento a Tetsuya… parecía feliz de ser considerado.
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-       Entonces nos veremos en Tokyo, les escribiré la dirección. – busqué en mi mochila un libreta y anoté la dirección del bar que por tantos años le di a mis amigos, conocidos y familiares.  – ¿Me anotan sus números telefónicos y sus direcciones? Creo que no estará mal tener cómo buscarlos cuando comience a vivir aquí. – Arranqué la hoja con la dirección dándosela a Tetsuya, luego le di mi libreta con el lápiz a Hide para que anotara sus datos. Abrió mucho los ojos cuando me dirigí hacía él, parecía… asustado. – Tómala… - insistí luego de que él no se moviera para tomar la libreta.

-       Enano estas muy asustadizo hoy- le criticó Ken con cierto cariño en la voz, hasta que finalmente tomó la libreta y escribió con la mano un poco temblorosa. El resto de los chicos hicieron lo mismo.

Comí ocho costillas y alrededor de cinco cervezas, todo iba bien… o eso sentía hasta que me puse de pie y el mundo se hizo pesado a mi alrededor. Me sentía aturdido, las primeras burbujas del alcohol haciendo efecto en mi cerebro. Todos estaban un poco ebrios, el peor era Tetsuya que caminaba como si una cuerda lo jalara hacía cada extremo de la calle. Ken era con quien más había hablado, estaba más lucido aunque no del todo. Y el pequeño… caminaba detrás de Ken con la mirada baja, en dos ocasiones en que caminé más despacio sus pies chocaron con los míos, sin intención. En ambas volteé a mirarlo sin querer reprocharle pero él se apresuraba a esconderse al lado del guitarrista, evitando mirarme directamente. En mi vida entera había tenido que lidiar con la curiosidad que me causaba ese chico. ¿Por qué no hablaba? Necesitaba saberlo.

-       Ahora Sakura… - Tetsuya arrastraba las palabras con dificultad. – Iremos a nuestro ritual de bienvenida.

-       ¿Ritual? – pregunté. De reojo observé al vocalista, que abrió sus ojos como si acabara de ver un fantasma. ¿Ritual? Me preocupé… Volví a verlo, su cara de horror era divertida pero hacía que me preocupara más.

-       Si… ya verás. – dijo finalmente Ken, que tomó a Hide del brazo y comenzó a correr.
De la nada estábamos los cuatro borrachos corriendo en dirección a una zona oscura. Un par de ideas se pasaron por mi cabeza, entre ellas, que tal vez no volvería a Tokyo… no vivo al menos.

Llegamos a una pequeña pradera que no estaba demasiado alejada de un par de casas. Tetsuya y Ken comenzaron a desnudarse. Atrás yo los observaba, y un poco más atrás Hide se comía las uñas.

Ken se lanzó primero al agua desde una posición mediamente alta. El agua brillante reflejaba la luna y a ellos mismos antes de reventar la tranquilidad del lugar con sus gritos y sus cuerpos desnudos nadando. Tetsuya gritaba “¡Libertad!” e intentaba ahogar a Ken. Volteé a mirar a Hide a la espera de que él fuera el siguiente, pero su posición con una mano abrazando su cintura y con la otra masticando sus uñas me hizo notar la incomodad que sentía. De pronto no quise dejarlo solo.

-       ¡Vamos Sakura, ven! – gritaba Ken.

-       Ey… - me acerqué al pequeño que evitaba mis ojos. - ¿No quieres ir? – me observó pero no dijo ni indicó nada. - ¿Sabes nadar? – entonces movió su cabeza diciendo que sí, pensé en otra cosa. - ¿Te da vergüenza quitarte la ropa entonces? – lo miré intentando darle confianza con la mirada, pero cada vez que me acercaba él se alejaba un paso más, finalmente respondió que sí. – Hum… entonces yo iré primero, te quedarás solo, nadie te verá desnudo entrar al agua, ¿está bien? –dudó, sus ojos parecían confundidos. Miró con anhelo a los chicos y luego movió su cabeza, nuevamente era un sí. Le sonreí.

Bien… no había sido un fracaso mi primera “conversación” con él, me sentí aliviado por eso. Me quité la ropa sin demasiados tapujos y volteé a mirarlo sin pensar antes de entrar en el agua. Me estaba observando… con atención. Por primera vez en mi vida me sentí algo nervioso al estar desnudo, preferí entrar al agua antes de darle demasiadas vueltas al asunto.

Simulé un sonido parecido a un “wuuuuuujuuuu” mientras estaba desnudo en el aire, y caí en el agua fría, sintiendo la sensación de miles de agujas clavándose en mi piel. El frío dolía.

-       Mierda, ¿Cómo pueden hacer esto? – les pregunté riéndome a los otros dos que estaban en frente de mí.

-       Es para quitarse el efecto del alcohol antes de llegar a casa – respondió Tetsuya. Ken reía mientras intentaba ahogarlo y este se escapaba, de pronto a mis espaldas algo cayó de golpe salpicándonos a todos.

-       Hide… - susurró Tetsuya con un nivel alto de impresión. Me volteé a verlo, tenía el cabello largo mojado pegado a su rostro, apretaba la boca como un post trauma luego de haber tragado agua, sus ojos estaban cerrados… Bajo la luna, su piel se veía sumamente traslucida.

-       Wooou, nunca pensé que te lanzarías – le dijo Ken de forma entusiasmada y aún con algo de duda. Entendí que él no solía hacer esas cosas con ellos. – Ven aquí, ven aquí – comenzó a perseguirlo para intentar ahogarlo de la misma forma que con Tetsuya pero Hide demostró ser hábil nadando, se alejó rápidamente de él.

-       No se suele sumar, ¿verdad? – pregunté al bajista cuando quedamos regularmente alejados de los otros dos que jugaban. Hide había logrado hundir a Ken dos veces mientras este último ninguna.

-       Para nada, es tímido… - me miró como analizándome unos instantes, me pregunté qué cara habré tenido para que Tetsuya me mirara así – Sé que es un poco chocante conocer a alguien como Hide, pero una vez que conoces su talento se hace imprescindible… y creo que le agradas – agregó. Para mi sorpresa eso me gustó, mi atención había estado sumamente dirigida a él durante la noche.

-       Espero llevarme bien con todos… - le respondí sintiéndome cohibido.

-       ¡Ayuda! – gritó Ken mientras Hide dejaba cargar su peso sobre su cabeza, enterrándolo en el agua de forma violenta.

-       ¡Calma Hideto o lo vas a matar! – Tetsuya fue a hasta ellos estirando la mano para ayudar a Ken y jalarlo hacía él, pero en cuanto llegó a su lado lo intentó ahogar también. Reí, todos teníamos el mismo grado de madurez. Me sumé intentando salvar a Ken para juntos persiguir a Tetsuya y a Hide. A este último jamás lo logramos alcanzar.

Tetsuya salió cuando el frío nos comenzaba a quitar la voz. Salió sin decir nada y Ken lo siguió abrazándose así mismo con una notable piel de gallina, comencé a caminar hacia la salida pero detrás de mí el pequeño se mantenía dentro del agua. Volteé hacia él, y entonces se hundió nuevamente escondiéndose como un gato herido.

Los tres nos terminamos de vestir y Hide aún no aparecía.

-       ¡Hide ya sal del agua que te enfermarás! – Ken fue a buscarlo con solo los pantalones puestos, pero volvió frustrado – no quiere salir, le hablé pero se alejó.

-       Mierda yo ya debo llegar a casa… - Tetsuya comenzó a colocarse su reloj con algo de prisa y nerviosismo.

-       ¿Qué hora es? – pregunté.

-       Las cinco y media –

-       ¿¡Qué!? – Ken se terminó de vestir de forma rápida y sin siquiera ponerse los zapatos comenzó a trotar, luego se devolvió - ¡Sakura fue un gusto conocerte, nos vemos! – lo observé atónito.

-       También debo irme…  - Tetsuya parecía más aproblemado por dejarme solo.

-       Adelante, sé cómo irme y ya a estas horas hay buses hasta Tokyo.

-       Lo siento, perdí la noción del tiempo…

-       Está bien… - le consolé mientras terminaba de abrocharse los zapatos. Lo vi observar con duda hacía el agua– Creo que saldrá cuando vea que no hay nadie.
-       Eso espero, no puede resfriarse… - levantó los hombros intentando justificar su preocupación por motivos de trabajo… yo veía el afecto de Tetsuya hacía él. – Cuídate Sakura, nos veremos pronto. – dijo finalmente sonriendo en mi dirección para luego irse. Me pregunté cuantas veces le debían haber dejado solo a Hide en algún lugar de aquella manera…

Me escondí tras un árbol y lo vi salir del agua abrazando su cuerpo  delgado y temblando completamente. Observó a ambos lados antes de avanzar, no me vio y comenzó a caminar sigilosamente desnudo, alerta, como si estuviera huyendo del mayor de los peligros. Me quité el abrigo esperando a que estuviera más cerca de mí, solo allí salí de mi escondite dándole un susto.

-       No seas idiota, no puedes quedarte allí congelándote todo el tiempo solo por vergüenza. – le regañé envolviéndolo con mi abrigo al menos tres tallas más grandes que la de él. Sus dientes castañeaban y su piel se veía casi morada. – Ven… - lo envolví con un brazo y froté mi mano en su cuerpo intentando darle calor. Sus ojos grandes me miraban dudosos, pero su cuerpo no se alejó del mío. ¿Cómo podía un hombre de veinte años parecerme tan adorable?

Tomé su ropa y se la di.

-       Me voltearé mientras te vistes, pero apresúrate. – le exigí, él asintió. Volteé viendo como el cielo se preparaba para el amanecer. De pronto un dedo se clavó en mi espalda. Estaba vestido, pero aún así se veía mojado. Me tendió mi abrigo. – Oh… mejor póntelo tú, yo estoy bien pero tú aún pareces por desmayarte. – Hinchó su mejilla izquierda como berrinche aunque se lo colocó sobre los hombros. Le llegaba más abajo de las rodillas. – Vámonos de aquí. –dije sonriente tomando una dirección, pero él indicó con su dedo que era hacía el otro lado la salida… Lo miré confundido, estaba seguro de que habíamos llegado por ese lugar y que debía tomar el bus en esa dirección, sin embargo él comenzó a caminar y no me dejó otra opción más que seguirlo.

Caminé junto a él cuatro calles de edificios sin iluminación hasta llegar a una casa que se encontraba entre dos de ellos. Se veía pequeña siendo de solo un piso junto a edificios tan altos, más no se veía mal, un pequeño antejardín con un piso de cerámicas que formaban mosaicos adornaban el lugar.

-       ¿Ésta es tu casa? – lo observé con sorpresa… Entendía que quisiera que lo llevara hasta allí pero entonces ya no estaba seguro de como volver hasta el bus que me llevaría  a Tokyo.

Abrió la puerta observándome.

-       Hum… esto, nos vemos Hide… - concluí sin saber que más decir. Él me miró con clara duda, inclinando la cabeza hacia un lado tomó mi brazo jalándome hacía adentro sin demasiada fuerza. Ahí lo entendí. – Oh, ¿Me estás invitando a pasar? –asintió. Quise decirle que debía irme, pero tenía tanto frío que la idea de esperar a que el sol abrigara me pareció más cómoda – De acuerdo… – respondí con una sonrisa que no me devolvió, escondía su rosto cuando de respuestas se trataba.

Entramos, y de inmediato el calor llegó a mi piel congelada. Cuando encendió la luz me encontré con un lugar pequeño, acogedor, con olor a limpio aunque un poco desorganizado. Había dibujos por todos lados, sobre todas las mesas y todos los muebles.  A pesar de ser un lugar chico los muebles tenían una considerada distancia entre cada uno a diferencia de la mesita de centro sobre la alfombra y el escritorio que estaba junto a la ventana principal de la casa. Definitivamente todo estaba acomodado a los lugares que él más utilizaba. Lo seguí, él me guió hasta la cocina que tenía una pequeña mesa con dos sillas, un gato negro dormía en una de ellas.

-       Oh… ¿Cómo se llama? – pregunté de forma torpe. Hide se acercó a mi por primera vez e ignorando la cercanía, se acercó al gato mostrándome su collar; en el había una placa en forma de pez con la palabra “Samurai”. Lo vi extrañado - ¿Es en serio? – asintió. Reí. – Que gato tan peculiar. – comenté divertido. Hide soltó una carcajada por primera vez desde que lo conocía. Me quedé en silencio luego de oírlo, era lo más cercano a hablar que le había escuchado fuera del canto. Colocó a hervir agua y comenzó a ordenar la mesa para servir el té, sus manos temblaban. – Esto… Hide, ¿Por qué no tomas un baño y te abrigas mientras yo preparo un té y tal vez algo para… desayunar? – le rogué con los ojos, me sentía demasiado inquieto al verlo tener frío. Él observó todo a su alrededor dudando. No lo culpaba, aún era un desconocido. Finalmente asintió sin mirarme, pero sonriendo un poco o eso creí al menos. Desapareció por la puerta de la cocina hacía un pasillo. – Bien Samurai… – le dije al gato que me observaba con curiosidad. – Veamos que tienes en tu cocina.

Con todo lo que encontré fui capaz de cocinar un estofado de algas y una tortilla de verduras para cada uno. Tenía tanta hambre que estaba siendo incapaz de esperar hasta que Hide apareciera, por suerte la media hora en que me tardé cocinando fue precisamente lo que él tardo en bañarse y vestirse con un jean y un suéter de lana grande de color negro que llevaba un gato blanco dibujado en medio. Movió la nariz oliendo a su alrededor y cerró los ojos, serví en los platillos que encontré en cuanto lo vi. Abrió la boca observando la comida, sus ojos parecían no creer lo que veían.

-       Sé cocinar – respondí levantando los hombros como si no fuera la gran cosa, pero la verdad era que el estofado era uno de mis platillos estrella.

Hide probó con la cuchara el estofado, cerrando los ojos en un gesto de placer.

“Mierda, si fuera una chica sería verdaderamente guapa”, pensé mientras admiraba sus pómulos finos. Comenzó a comer… tal cual cuando estábamos en el restaurante. Esta vez y tal vez por el agua, yo también me sentía fatigado, comencé a comer de la misma forma que él, riendo un poco por nuestros sonidos irrespetuosos.

Terminamos el estofado y tras beber el té pasamos a comernos la tortilla, yo me sentía con el estómago más que satisfecho así que comí lento, casi sin ganas… él por su lado comía con las mismas ganas del comienzo. Recordé lo que dijo Ken sobre que se comía todo, siempre… me pregunté si la ansiedad sería un problema para él, además de que se veía tan delgado que cualquiera pensaría lo contrario sobre su forma de comer.

Finalmente terminó el platillo, yo lo dejé a medias. Se limpió con la servilleta y solo allí note que habíamos comido durante todo el tiempo en completo silencio. Había sido algo totalmente cómodo para mi sorpresa. En la pared el reloj marcaba las 7:15 am, la verdad era que no tenía ganas de marchar aún pero ¿Con qué excusa esperaba un poco más? Hide se puso de pie mirándome antes de salir… aquella era la señal para que lo siguiera ¿no? Eso hice. Lo vi en el sofá grande acomodarse y cubrirse con una manta, entonces me hizo un espacio. No estuve seguro de cuál fue mi expresión pero sí de que me sonrojé, más no me negué a sentarme junto a él.

Me cubrió con la manta. Aquel suéter grande me hacía verlo aún más pequeño. Se acomodó para entonces cerrar los ojos.

-       Ah, ¿quieres dormir? –pregunté extrañado. Para mis adentros me auto bofeteé por preguntar.

“¿Qué más haríamos, conversar?”, me dije.

Él sonrió, parecía que escuchara mis pensamientos.

Nuevamente cerró los ojos y allí se quedó quieto. No estuve seguro de si dormía, pues no me atreví a hablar ni a tocarlo. La distancia entre nosotros no nos permitía tocarnos pero podía oír su respiración. Miré a mi alrededor, la suave luz del sol recién comenzaba a brillar con fuerza… el peso del viaje del día anterior, el haber nadado, las cerveza y la noche con la cantidad de horas sin dormir me estaban pasando la cuenta, cayendo rendido antes de ser consciente de lo cansado que estaba. Lo último que creí sentir fueron un par de manos frías alejándome un mechón de cabello de los labios.