~ Hyde
“Lo lamento por esto, no quiero herirte, lo lamento de
verdad”
Sostuve el papel que Sakura había lanzado por la puerta, no supe
interpretar sus palabras, sentía que mi corazón estaba en sus manos… ¿Le diría
adiós a Akane? ¿Le contaría la verdad sobre nosotros? Había dicho que estaba
comenzando a quererme, lo había dicho, yo lo escuché, entonces… ¿Se haría cargo
de sus palabras?
-
Aaaah – rabié en voz alta. Necesitaba respuestas, más precisamente
necesitaba que él le dijera adiós a ella, pero dudaba que sus sentimientos por
mí pesaran más que su historia con ella.
Tomé a Samurai y lo abracé. Tenía
miedo… no quería perder a Sakura, no en el momento en que más había comenzado a
atesorarlo.
Escuché la voz de la chica hablando sobre pedirme la secadora para el
cabello. Sakura le pidió no molestarme.
Se me ocurrió una idea, quería hacerle notar a Sakura que estaba al
pendiente de lo que le dijera, que cuando le dijera que no la quería, yo lo
escucharía… que estaba precisamente esperando eso. Entonces tomé la secadora y
salí de la habitación, se la tendí sin siquiera mirarla, no podía mirarla, no
me gustaba, era bonita y eso me hacía temblar de inseguridad, porque Sakura
podía preferirla.
En cuanto llegué a mi habitación me senté en el suelo apoyado en la
puerta. Necesitaba escuchar. Samurai se recostó en la cama con una mirada
de “patético” que me hacía sentir incómodo. Le saqué la lengua pero me ignoró.
Todos me ignoraban.
No sé cuantos minutos pasaron. Aunque lograba oír susurros no escuchaba
claro qué era lo que hablaban, pero la voz de ella me era un poco más fácil de
distinguir ya que era más chillona. De Sakura no escuchaba nada. De pronto
llegó a mis oídos el primer sonido claro que hizo a mi mente quedar en shock.
-
Aaaah… más rápido Yasunori… - se me
salieron las lágrimas en un par de segundos en cuanto la oí gemir.
“No puede ser…”, pensé sintiéndome ridículo.
Yo había estado esperando que le hablara sobre mí, que le dijera que no
quería casarse con ella, que le confesara que quería a otra persona aunque no
le dijera que era yo… Pensé que iba a ser sincero con ella y darle validez a
sus sentimientos por mí… pero pasó todo lo contrario. Sentí que nunca existí.
Me tapé la boca para ahogar los sollozos y corrí hasta el baño, agachándome
y tapándome los oídos, si ella gemía más fuerte definitivamente yo no quería
escucharla.
Muchas preguntas aparecieron en mi cabeza y la que más se repetía era,
¿Cómo podía tener sexo con ella si tan solo por la tarde habíamos estado los
dos…?
Jalé mi cabello en la desesperación y entonces sentí la comida devolverse
por mi garganta, vomité. Samurai llegó a mi lado colocando su patita en mi
mano, lo acaricié como pude mientras me limpiaba las lágrimas con la otra mano.
Maldije el día en que lo dejé vivir conmigo, me maldije por haberme
enamorado de él, y lo maldije a él por jugar conmigo.
Desperté más tarde de lo normal, la cabeza dolía por las lágrimas de anoche,
sabía que había llorado hasta dormirme, pero no lo haría más. Me propuse ser
fuerte y darles la cara, demostrarles que no me importaban y demostrarme a mí
mismo que Sakura no haría de mí lo que hacía con aquella chica, que ilusionada
no notaba que él no la quería.
Me bañé y me coloqué mi camiseta favorita, una bastante grande de color
azul que dejaba ver mi cuello, me hacía sentir delgado. No era femenina, pero
nada de masculina, era perfecta para mí. Bajé a desayunar dispuesto a perderme
en mis pensamientos para ignorar lo más posible a Sakura.
-
Te preparé el
desayuno – dijo con voz amable la chica, le sonreí sin mirarla, no esperaba
menos si estaba siendo tan confianzuda en mi casa. Luego comencé a pensar en
Tokio, posiblemente tendríamos que mudarnos, pero me preocupaba enormemente el
asunto. Primero porque no me gustaba la ciudad, y segundo, porque no tenía
dinero para comprar un departamento ni me gustaba la idea de vender la casa.
Además para Samurai podía ser un proceso estresante…
-
Tengo que ir a
ensayar hoy – interrumpió mis pensamientos la voz de Sakura. Intenté ignorarlo,
pero al sentir sus ojos en mí no resultó tan fácil. Maldije en mi interior que
su mirada fuera tan intensa.
-
Adoro verte
tocar – coloqué los ojos en blanco, ¿de verdad tenía que escuchar eso? En mi
cabeza hice lo posible por colocar pensamientos a gritos para no escucharlos. –
Me quedaré aquí entonces… - reprochó con voz triste.
-
Vendrás
conmigo.
-
Ya no quiero.
-
No puedes
abusar de Hide, Akane.
-
Si vive
contigo ya debe estar acostumbrado al abuso, amor.
¿Amor? ¿Es en serio?
Me puse de pie, no podía escuchar más de aquello, además se me había
quitado el hambre. Escribí en una servilleta.
“Gracias por la comida, si puede quedarse.”
Aunque no pretendía quedarme con ella, algo era cierto, no quería
escucharlos discutir ni llamarse “amor”, en mis oídos se repetiría demasiadas
veces y no podría soportarlo. Quería sacarles las cabezas a los dos. Ya no le
tenía lastima a ella, me producía celos.
Subí sin mirarlos pero estando seguro que Sakura me miraba a mí, podía
sentir sus ojos clavados en mi espalda.
Tomé a Samurai y lo dejé sobre la cama, si yo pretendía salir necesitaba
que él se quedara encerrado en mi habitación, no sabía si podía dejar que
aquella chica se quedara sola con él, por lo que optaría por dejarlo encerrado.
No pasaron muchos minutos y vi salir a Sakura desde la ventana de mi
habitación, lo vi voltearse en dirección a mi ventana, pero sabía que no me
había visto. Miré su caminar… tan seguro y diferente al mío. Esperé a que
tomara el bus y luego salí yo también.
En cuanto bajé la escalera ella me vió.
-
Hide no
tocaste tu desayuno… ¿no te gustó? -
volteé a mirarla mientras me colocaba el abrigo… ella era bonita, odiaba que lo
fuera. Negué con la cabeza sin ganas de aclararle nada, luego solo salí y
permití que el frío me golpeara los pensamientos.
“Bienvenido seas”, agradecí el frio calándome los huesos de forma
masoquista mientras caminaba sin cerrarme el abrigo.
-
¿Vas a volver
tarde? – preguntó ella a mis espaldas. No volteé a mirarla. ¿Quién se creía? Si
yo volvía tarde o no, era asunto mío. Ni de ella ni de él.
Caminé sin voltear por muchos minutos acelerando el paso, en parte para
dejarle atrás y para entrar en calor. Luego de varios minutos llegué al centro
de la ciudad y rodeé el camino para entrar por el bosque y perderme en la
humedad del lugar unos instantes. Estaba resbaloso pero era un lugar que
conocía bien, las montañas en general eran lugares conocidos para mí, de
pequeño acampaba siempre en ellas. Llegué al lago en donde nos habíamos bañado
el día en que Sakura aceptó unirse a la banda, el día en que lo conocí…
justamente allí fue la primera vez que tuvo un gesto tierno conmigo al
prestarme su abrigo. Recordé su cuerpo desnudo cuando me dio la espalda antes
de lanzarse al agua… me sonrojé al recordar la escena, desde ya me atraía.
¿Él se hubiera atrevido a tener algo conmigo si Akane no existiera? Me dolía
pensar en que tal vez no, en que probablemente la razón en ese caso sería que no
quería tener una relación con un hombre. Simplemente yo parecía no ser opción.
Lancé una piedra al lago mientras se me escapaba una lágrima… Me gustaba tanto
Sakura, por ello lo había besado muchas veces y también le permití tocarme,
jamás había hecho esas cosas con nadie y es que nadie me había hecho sentir de
aquella manera. Recordé el gemido de Akane y me atacó la rabia, me puse de pie
y comencé a lanzar piedras al lago una tras otra. Algunas no caían lo
suficientemente lejos y otras no reventaban en el agua con la fuerza que yo
necesitaba, lancé una y otra y otra mientras los ojos vidriosos me impedían ver
donde caían. De pronto escuché unos aplausos a mi espalda, giré asustado, no me
había percatado de la compañía.
-
Yo no puedo
lanzarlas tan lejos… ¿Cómo lo haces? – Pero, el ex baterista de la banda, me
observaba con una sonrisa preocupada. ¿Qué hacía allí? Pareció leer mis ojos y
respondió – Vivo cerca, ¿no lo recuerdas? Te vi cruzar el sendero cuando iba
camino a casa y te seguí – abrí mucho los ojos, ¿me había visto llorar? – No
deberías estar por aquí solo, sé que conoces bien el lugar… – se acercó a mí,
luego se agachó para tomar una piedra que estaba cerca de mi pie y la lanzó al
agua, no cayó muy lejos de nosotros aunque si voló alto – pero estar aquí solo
es peligroso, más para ti, que pareces una chica.
Tomé otra piedra y la lancé nuevamente, llegó más lejos que la de él. Me
miró indignado, luego tomó otra piedra y la lanzó con fuerza evidente pero
levantando demasiado su brazo, haciendo que cayera más cerca aún que la otra.
Me reí fuerte.
-
¿Qué?
Ash. – tomé otra y repetí lo que la vez
anterior, lanzándola mucho más lejos que las demás – Tramposo, no sé como lo
haces, pero sé que haces trampa – con su dedo índice tocó mi estómago
haciéndome saltar por las cosquillas, me reí y escapé, pero él me persiguió
indicándome con sus dedos en ambas manos que me haría cosquillas cuando me
alcanzara, terminamos jugando.
Pero era una persona muy particular y perceptiva, era quien solía darse
cuenta de mis estados de ánimo. Muchas veces lo sentí como un hermano mayor. De
pronto me resbalé por culpa del barro y me estampé con un árbol.
-
Mierda, ¿estás bien? – se acercó a mí
preocupado y se agachó para ayudarme a sentarme, mis manos tocaron un poco de
musgo de un árbol.
-
Eeew – dije
muy alto en cuanto me asqueé al verlo, Pero se rió, lo miré entrecerrado los
ojos y pasé mi mano sucia por su cara, aplicándole una mascarilla de musgo por
todo el rostro, se quedó congelado.
-
Tienes cinco
segundos para correr antes de que intente ahogarte en el lago, enano. – su voz
escalofriante me llegó como una orden, me puse de pie sin quejarme de mi pierna
adolorida y corrí lo más rápido que pude, en un par de segundos escuché sus
pasos detrás de mí, rodeé el lago y me di cuenta que no tendría donde escapar,
subirse a un árbol con la humedad del lugar no parecía ser una opción muy
razonable.
Me volteé mirándolo de frente, no tenía escapatoria, pero tal vez podía
lanzarlo al agua también. Observé de reojo aquella orilla para cerciorarme de
que no hubiera piedras cerca. Me miró con la cara aún verde, se veía realmente
enojado pero yo sabía que no se enfadaba tal fácilmente, parecía un león
enfocando a su presa y con las manos alrededor de él me indicó que no me
dejaría escapar, dejé que avanzara un poco más hacía mí y con fuerza me estampé
contra él. Aunque mi idea era empujarlo a él, no pude sostenerme de nada y caímos
juntos.
Sentí sus manos intentando abrazarme debajo del agua para arrastrarme
junto a él, el hielo del agua me caló en los huesos en cuestión de segundos, se
sentía como punzadas dolorosas a todo mi alrededor. Pero me arrastró hasta la
superficie y ambos tomamos una bocanada de aire con desesperación. Sentía tanto
frio que definitivamente me arrepentí de mi impulso, no había sido una buena
idea.
-
Mierda Hide,
sí que estás loco. – me reí
nerviosamente mientras me dolía todo, ambos nos arrastramos hasta la orilla y
salimos del agua sintiéndonos cansados, nos quedamos tendidos en el barro – Eres
un maldito loco– jadeaba entre enojado y asustado, lo miré temblando, se puso
de pie y estiró la mano para ayudarme a pararme – Vamos, te llevaré a mi casa –
lo miré dudoso – Apresúrate jodido loco que se me congelan hasta los
mocos.
Me reí y tomé su mano, luego él me arrastro con prisa por el sendero,
ambos nos cubríamos como podíamos, realmente hacía mucho frio para bañarse en
el lago por la mañana, ¿en qué estaba pensando?
-
¿Pero? ¿Hide?
¿Qué les sucedió? – la mamá de Pero nos miró mientras tendía ropa en el jardín
- ¿Qué no se supone que tu vienes del trabajo? – le preguntó a él con algo de
molestia por verlo mojado.
-
Sí, pero me
encontré con Hide en el camino y este loco suicida nos lanzó ambos al lago,
pero descuida ya nos secamos – alcancé a hacer una reverencia en su dirección
como saludo antes de que Pero me arrastrara por la puerta y me hiciera entrar
en su casa - Báñate conmigo que no pienso dejarte esperando mientras te mueres
de frio. – lo miré con los ojos muy abiertos, me daba vergüenza solo pensarlo.
Me dejó entrar en su habitación y comenzó a quitarse la ropa sin tapujos yo me
quede inmóvil. - ¿Sabes? Estoy saliendo con una chica, trabaja en el cine pero
en horario nocturno, es la que arregla los temas administrativos para los estrenos,
por ella cambié mi turno de trabajo y mamá está algo molesta por eso… - se
quitó los zapatos y luego bajó sus pantalones con todo lo demás incluido. Luego
me miró desnudo, yo también lo miraba a los ojos pestañando con fuerza. - ¿Por
qué no te quitas la ropa? – bajé la mirada -
Hide, te he visto desnudo varias veces, compartíamos los camarines ¿No
recuerdas? Además, a mi no me gustan los hombres, no te preocupes. – lo sabía, aún así me resultaba difícil. –
Arg…
Pero tomó mi brazo y me arrastró hasta el baño.
-
Quítate los
zapatos – me ordenó mientras abría la ducha y esperaba que la temperatura
subiera. Se rascó el trasero mientras esperaba, se me escapó una risita. Me
quité los zapatos. Él tomó dos toallas y me lanzó una mientras se metía a la
ducha y me dejaba allí. Cerró la cortina de la ducha y me habló mientras nos
separaba la cortina. – Quítate la ropa mientras y cúbrete con la toalla, en
cuanto salga te metes tú, niña pudorosa.
Me quité la ropa mientras lo escuchaba disfrutar del agua caliente,
observé que mi camiseta favorita tenía una costura abierta, puse mala cara, la
había dañado.
-
No puede creer
que seas tan impulsivo, ¿te diste cuenta del frio que hacía? – se quejaba
mientras yo veía caer el agua con espuma en la parte baja de la ducha. Me quité
los pantalones y la ropa interior, no supe donde dejarlas así que solo las
doble y las deje en un rincón del suelo mientras me cubría con la grande
toalla. Pero salió del agua y se enrolló la toalla en la cintura. Metete tú ahora – pasó junto a mí oliendo a
shampoo, se agachó y tomó la ropa, la suya y la mía.
-
Ah – le
indiqué con la mano que se llevaba también la mía.
-
Voy a lavarla,
¿no esperas ponerte ropa mojada? Si hasta los tennis están húmedos. – salió del
baño llevando todas las cosas, lo miré salir y suspiré, luego me metí a la
ducha. El agua caliente me hizo sentir un alivio grande cuando me descongeló
los músculos. La puerta se abrió de pronto – Hide, te dejaré esta bata para que
te pongas al salir. – asentí con fuerza para que me escuchara, Pero era muy
considerado. Me había quedado a dormir en su casa algunas veces y siempre había
actuado de aquella manera. Cuando me dijo que no permanecería en la banda, me
preocupé mucho, pensé que nuestra amistad se rompería, pero al parecer no
sucedió.
Estaba sentado en la cama de Pero con aquella bata puesta mientras él
buscaba ropa para darme.
-
Veamos, todo
lo que tengo te quedará grande menos los tenis, creo que calzamos lo mismo.
Aunque a ti te gusta la ropa grande – asentí, aún tenía frio al sentir el
cabello mojado. – Ponte esto- se agachó en frente de mí y me sonrió mientras
tendía la ropa hacía mí, vi sus ojos cansados y por puro impulso toqué sus ojeras
de un marrón oscuro, mi dedo se deslizó con suavidad por ellas, él carraspeó,
yo solo quería darle las gracias con aquella caricia – Esperaré en la cocina… -
me dijo antes de ponerse de pie y caminar hasta la puerta, lo miré asombrado
por su reacción, él antes estaba acostumbrado a que yo hiciera aquellas cosas.
Vi la ropa que me había dado, había ropa interior nueva con la boleta
aún puesta…
“Pero es demasiado atento… también”, pensé recordando a Sakura.
En cuanto fui a la cocina lo vi sirviendo chocolate caliente.
-
Bebe esto
antes de que te enfríes demasiado… - le
di un sorbo en cuanto me senté, me dio un poco de nostalgia recordar los años
anteriores en que solía beber aquel chocolate en aquella misma mesa. – Ya no te
ves triste. – lo miré con los ojos muy abiertos - ¿Creías que no me había dado
cuenta? Con lo expresivo que eres eso es imposible… pero me alegra verte mejor,
las personas como tú no merecen estar tristes.
- lo miré enternecido por lo que había escuchado, él jamás me había
dicho ese tipo de cosas. Hizo como si nada y continuó bebiendo del chocolate. -
No te irás con el cabello tan mojado, te quedarás aquí hasta secarte bien.
Me comentó acerca de su novia, de su trabajo, de su vida ahora que no
estaba en la banda. Nos sentamos frente a la chimenea y me pasó una cobija,
ambos nos acomodamos en la alfombra.
-
El otro día
estuve tanto tiempo sentado aquí que me quemé los vellos de las piernas, mira…
– me mostró sus piernas y no tenía nada – He dejado de ser un oso – me reí, él
me sonrió, tenía su usual melena ya más larga y a causa de la humedad estaba
despeinado. – Pero asumo que ahora ustedes también estarán depilados siempre –
rió – Ahora que serán famosos deberán preocuparse mucho de su imagen y parecer
personas no tan feas.
-
Já – se me
salió una carcajada que alcancé a frenar tapándome la boca. ¿No tan feos?
Definitivamente guapos no éramos, a excepción de Sakura tal vez.
-
El baterista
nuevo… él es diferente a ustedes, no parece ser tan infantil como lo son
ustedes… o como lo éramos todos en realidad. Se nota su experiencia. – no quise
mirarlo, no sabía que expresión colocar cuando oía el nombre de Sakura. – Ustedes
parecen llevarse muy bien, ¿me equivoco? – no respondí – Oh, me equivoco
entonces.
Suspiré, no había como explicarle, ni siquiera sabía si podría hacerlo.
Lo miré unos segundos, su cabeza caía lentamente mientras sus ojos se
cerraban luchando por no dormirse…
“Pobre Pero… por mí no ha descansado”, pensé mientras me acercaba más a
él y le tendía mi hombro para que se apoyara. Sonrió mientras se acomodaba,
solo fue cosa de segundos antes de que se durmiera.
Me quedé mirando el fuego unos instantes, aún era de mañana, el día
recién comenzaba… no sabía cómo afrontar la visita de Akane, no sabía qué
sucedería con Sakura cuando ella se marchara. ¿Por qué tenía que ser todo tan
complicado? ¿Enamorarse siempre era así? Transcurrió alrededor de una hora en
que los ronquidos de Pero fueron eco a mis preocupaciones en mi mente, a ratos
tocaba sus manos con dedos largos y los masajeaba un poco, tenía un par de
quemaduras, posiblemente por su trabajo en el tostador del cine. Pero era un
buen amigo, quise agradecerle su apoyo dejándolo descansar y teniendo cuidado
en no moverme para no despertarlo.
Pasada una hora él despertó, le costó abrir los ojos y yo quise pedirle
que no se preocupara, que siguiera descansando y yo me iría a casa, pero no
tenía mi libreta y conociéndolo como era, tampoco me dejaría marchar solo.
-
Tu cabello ya
está seco, te acercaré a tu casa… - se rascó los ojos un largo rato antes de
bostezar y ponerse de pie.
Caminamos por el camino de vuelta rodeando el lago con algo de prisa, el
frio hacía que mis piernas tuvieran picazón a pesar de que la ropa que Pero me
había dado me abrigaba bastante.
-
Si sucede
algo, no dudes en acudir a mí, sé que ahora que están comenzando algo más
grande en lo que yo quedé fuera de forma voluntaria… pero, de todas maneras
quiero que sepas que en cualquier momento, aunque pase mucho en que no nos
veamos, siempre podrás acudir a mí. ¿Está bien? – asentí sonriéndole. – Bien,
hasta aquí te dejo, desde aquí ya no es peligroso.
El camino pavimentado comenzaba, tan solo un par de cuadras y estaría
cerca de casa. Volteé para despedirme de Pero y él me rodeó con los brazos. No
fui capaz de responder de la sorpresa, entonces él me soltó y me dio la espalda
sin decir nada, lo miré alejarse parado al final del camino del bosque y al comienzo
de la calle pavimentada. Era como un límite entre dos mundos, uno cálido en su
compañía y uno frío, que llevaba hasta mi realidad. Permanecí allí divisando su
figura alejarse, en cuanto llegó a la altura del lago, tomó una piedra y la
arrojó con rabia al agua, llegando incluso más lejos que yo.
“Maldito, si podía lanzarla lejos”, sonreí preocupado descubriendo que
él también parecía estar enojado, pero él no me lo contaría, no a mí, no a
alguien que no podía contenerlo o prestarle un consejo. No importa si se trata
de un romance o una amistad, parecía que yo siempre estaba en desventaja.
Cuando llegué a casa, a simple vista no vi a Akane, por lo que imaginé
que estaría en la habitación de Sakura, pero en cuanto llegué al segundo piso
me encontré con la puerta de mi habitación abierta y Samurai mirándome desde
allí con cara enfadada. Me apresuré y entonces la vi sentada en mi cama,
leyendo mi libreta.
En cuanto me vio ni siquiera se preocupó, al parecer me había oído
entrar y simplemente no le importaba que yo supiera que revisó mis cosas.
Cuando dirigió su mano a sus ojos me percaté de las lágrimas, me sentí preocupado
por lo que había leído… pero más me enfadé por tenerla allí revisando mi casa
como si tuviera algún derecho de hacerlo.
-
Diferenciaría
la letra de Yasunori entre mil cuadernos…
no tengo dudas de que él escribió muchas de las cosas que hay aquí – su
voz rota me hizo sentir un poco de lástima. No me atreví a acercarme a ella, permanecí
de pie en la puerta – Pero no es el verdadero Yasunori, no sé a qué está
jugando contigo pero este chico que se lee tan tierno… no es en realidad mi
novio. Así que lamento si te rompo las ilusiones, pero te diré de inmediato que
no tienes idea de quién es él en realidad – sus ojos se clavaron en mí con odio
– Esa persona a quien le escribes que te gusta, realmente no existe, es alguien
que él debió inventarse para simpatizarte. Él es así… debió sentir lástima por
ti.
Aunque me negué a creer lo que había dicho y aunque quise gritarle en su
cara que no lo conocía tan bien si era capaz de ignorar que él desde hace mucho
tiempo ya no la amaba, sentí los ojos húmedos por sus palabras. Porque la idea
de que él sintiera lastima por mí siempre estuvo presente.
-
Ahora entiendo
muchas cosas… - dejó mi libreta cerrada en la cama y caminó hasta mí, se me
apretó el estómago pensando en la posibilidad de que quisiera golpearme, pero
entonces pasó por mi lado sin siquiera mirarme y cerró la puerta de la
habitación de Sakura. Solté el aire contenido e hice lo mismo que ella, me
encerré con Samurai en los brazos y nuevamente, ignorando que me lo había
prometido a mí mismo, volví a llorar.
No estuve seguro de cuanto permanecí sentado en la cama en la misma
postura observando el cielo nublado desde la ventana. Oí a Sakura llegar y tomar un baño pero nada en
mí reaccionó. ¿Realmente era otra persona? Tal vez Akane tenía razón, y este
Sakura tosco, que tiene sexo con ella tan solo la noche siguiente luego de
tocarme era él en realidad. No me gustaba ese Sakura, no lo quería para mí.
Creí escuchar que la puerta de mi habitación sonó pero no estuve seguro
hasta que Sakura abrió, lo miré desde mi posición.
-
Ah, lo siento,
como no abriste me preocupé – lo miré demostrando todo mi enfado en la mirada,
él se percató colocando una postura incómoda – Esto… Iremos al departamento de
Ken-chan, ¿vendrás? – desvié la mirada, agotado de mis propios ojos, negué con
la cabeza.
“No iré contigo a ningún lugar”, pensé.
-
Hide… -
insistió pero le di la espalda gritando en mi mente “¡ya, veté!” y fue como si
lo hubiese oído, se marchó.
Allí me quede, tendido en la cama el resto del día, pensando en cómo
había sido tan tonto de haber confiado con tanta facilidad en un desconocido.
¿Cómo se puede querer a alguien que no conoces? Porque estaba seguro de
que no lo conocía para nada.
Los gemidos de Akane volvían a sonar en mi cabeza.
“Todo en él es falso, todo en él es falso, todo en él es falso”, repetí
con rabia hasta caer dormido con los ojos agotados.
Desperté por el sonido de unos pasos que recorrieron el lugar. Cuando
abrí los ojos estaba un poco oscuro pero aún era de tarde, y me dolía mucho la
cabeza otra vez. Me esforcé en ponerme de pie sin saber muy bien en donde
estaba y con quien, ¿Akane ya se había ido? ¿Sakura había vuelto solo? ¿Qué iba
a pasar ahora?
Salí de la habitación y me asomé en
la de él, entonces lo vi armando su maleta, desperté en un segundo.
¿Qué? ¿Es en serio?
Me vio ahí de pie, y sin mirarme dijo:
-Me quedaré con Ken-chan unos
días.
Me quedé congelado observándolo ignorarme.
Entonces… ¿Eso era todo? ¿Se acabó? ¿Ni siquiera intentaría explicarme?
¿Tan poco le importaba yo?
Comenzó a dolerme el pecho y por alguna razón, probablemente masoquismo, me
quedé allí observándolo concentrado en su tarea de colocar sus cosas dentro de
la maleta. Él en ningún momento se volteó a mirarme a pesar de que notaba mi
presencia en la puerta.
-
Puedes quedarte con el mueble. – dijo de pronto observando su ropero.
“El mueble es la mierda más fea que hay en mi casa”, quise responderle, lo
que menos me importaba era eso en aquel momento.
Me apoyé en la puerta mientras lo veía ir desde su closet a la maleta que
descansaba abierta en la cama, una y otra vez.
No me miraba, en mi corazón podía sentirlo y confirmar la idea en mi
cabeza: se había terminado, lo que sea que hubiéramos tenido se acabó.
Fui hasta mi habitación y tomé la libreta que me había regalado, solo le
quedaban un par de hojas vacías. Fui hasta su maleta pisando a paso firme,
dispuesto a tragarme toda la tristeza que sentía porque no lloraría en frente
de él ni le demostraría el daño que me había hecho, metí la libreta en su
maleta, y solo entonces me miró confundido. Le sostuve la mirada con mucho enfado,
él se veía confundido. Luego solo me fui.
Si hubiera podido gritar le hubiera gritado que quería que se llevara todo
de él de mi casa y no quería recuerdos de nada. Lo quería lejos, pero claro que
no pude decirle nada y solo me encerré en mi habitación.
Me quedé de pie en la puerta, respirando con dificultad.
“No llores, no llores, no llores”, me pedía mientras las lágrimas producto
de la rabia me brotaban sin control, pero no habrían sollozos, no lo
permitiría, no me haría llorar más. Solo sentía rabia, mucha rabia.
Miré a Samurai que tenía los ojos muy abiertos. En mi mente le dije que
volveríamos a ser solo dos, y que él, al igual que yo, debía olvidar por
completo lo que fueron esos días con Sakura.
Por quinta vez en la semana viajábamos a Tokio en furgón, era uno de
aquellos días en que sabíamos que debíamos trabajar bajo presión y
probablemente debiéramos quedarnos en el departamento que Oishi tenía para
nosotros, esperaba que Samurai no me extrañara demasiado. Había aprendido a
disfrutar del viaje, de los arboles de Osaka, de su paisaje a la lejanía y de
la simpatía de la gente de la capital. Aunque sentía que era una persona
relativamente diferente desde que habíamos comenzado a viajar, me sentía
comprometido con mi trabajo, dedicaba todo el día a él. Incluso cuando
volvíamos a Osaka, mientras Samurai lamía mis manos yo continuaba componiendo y
haciendo arreglos en mi mente, grababa en una casetera las melodías que se me
ocurrían y luego solo las juntaba. La verdad era que había llegado a un momento
en que mi sensibilidad emocional estaba a flor de piel, podía escribir con
facilidad y me ayudaba a sacar un poco del hielo que se apoderaba de mí en la
soledad de mi casa. Los dibujos me brotaban con facilidad también.
-
Estoy tan
cansado – se quejó Ken en cuanto dejamos nuestras cosas en el estudio, lo
ignoré, últimamente los ignoraba a todos. Nada tomaba más mi atención que mis
propias ideas.
-
Me gusta la
actitud que ha tomado Hyde en estas semanas, muy perceptivo a las peticiones
del equipo, muy creativo también. Te felicito. – escuché decir a Oishi.
-
No te
esfuerces en pedir su atención – le respondió Ken – Desde hace varias semanas
que nadie es digno de una mirada siquiera, nos ignora.
-
Solo está
concentrado en el trabajo y es lo que deberían hacer ustedes – le respondió,
sacándole una risa pesada a Ken, que tomaba la guitarra y comenzaba nuevamente
con su parte.
Ya nadie se esforzaba en hablarme. Ken-chan se la pasaba hablando con
Sakura y Tetsuya con Oishi y los productores, yo era él más solitario.
-
¿Entonces
volviste con Akane? – le pregunto Ken mientras transcribía en pentagrama unas
ideas para un arreglo final.
-
Si… estámos
bien…
-
¿Y se casarán?
– se entrometió Oishi, yo continúe con la vista pegada en mi cuaderno, haciendo
un esfuerzo por ignorar aquello.
-
En un mes –
respondió con cierta seriedad, de pronto mi mano tembló. Volteé a mirarlo sin
pensar, sus ojos estaban esperando mi mirada. Me quedé congelado observándolo.
-
¿Tan pronto? –
preguntó Tetsuya – Tú sí que eres del tipo que cumple sus promesas… - me puse de pie sintiéndome mal de pronto,
intenté no hacer ruido para no quitar la atención de todos de Sakura pero perdí
el equilibrio y necesité apoyarme del marco de la puerta.
-
Hyde, ¿estás
bien? – Oishi tomó mi brazo y me sostuvo. En cuanto noté que era él, alejé con
fuerza mi brazo. – Ey… tranquilo, solo quería sostenerte… - me alejé camino al
baño, caminé intentando concentrarme en el lugar, en cuanto llegué cerré la
puerta con llave y me lavé el rostro.
¿Se iba a casar? ¿Siendo consciente de que no estaba enamorado de ella o
es que se había re enamorado en solo unas semanas?
Di un golpe en el lava manos, tenía rabia conmigo por seguir dándole
tanta importancia. Por más que lo negara aún mi corazón lo quería, pero si él
realmente se casaba eso si que era un adiós a toda posibilidad de que volviera
a fijarse en mí.
Vomité, como no lo hacía desde que Akane había estado en casa.
Sakura me ponía mal. Debía dejarlo ir cuanto antes, debía alejarlo
aunque fuera a patadas de mí corazón.
No estuve seguro de cuál fue mi rostro el resto de la tarde, los chicos
en varias ocasiones me preguntaron si estaba bien. Aquel día no pude grabar, mi
voz no sonaba bien, pero adelantamos todo lo demás.
Ken se fue alrededor de las 8 de la noche, se estaba quedando dormido y
a petición de Oishi se fue a descansar. Sakura junto con Tetsuya terminaron sus
partes y aunque me pidieron irme con ellos, me negué, no quería ver a Sakura y
además, al no poder cantar, había sido el único que había aportado menos
durante el día, por lo que me dedique a crear una lista sensible de los ritmos
bajos para luego dar orden al disco.
Oishi y dos productores más permanecieron conmigo, escuchando y re
escuchando las piezas una y otra vez mientras todos ordenábamos según nuestros
oídos lo que sería el orden final.
-
Creo que
cuando agreguemos la voz final a esta parte, esta canción ya no tendrá el mismo
orden… - comentó uno de los productores.
-
Tienes razón,
no tiene caso continuar en esto, mejor vamos a descansar, ya mañana
continuaremos. – todos se pusieron de pie, incluyéndome, aunque yo tenía menos
ganas de irme, esperaba que Sakura no estuviera en el departamento y estuviera
en el suyo con su novia, lejos de mí.
-
Hide – me pidió Oishi - Vete en bus. Tokio es peligroso en comparación a
Osaka, sé que el camino es corto, pero me dejaría mucho más tranquilo saber que
vas en bus. – asentí, de todas maneras era mi plan, tenía demasiado frio para
una caminata.
Sería primera vez que me iba solo, supliqué no equivocarme en el camino y
de bus. Afortunadamente la parada tenía un instructivo con las respectivas
rutas de los buses, lo que hizo que fácilmente tomara el indicado. El problema
fue otro, no sabía exactamente donde bajar y cuando pasaron demasiados minutos
para la cercanía del lugar, noté una torre que se veía desde el norte del
departamento y comprendí que me había pasado y bajé del bus con prisa.
“Tendré que caminar de todas formas”, pensé con un puchero en los labios,
últimamente cada pequeño detalle del día salía mal.
Caminé por una ruta empinada por varios minutos y al llegar a lo más alto
divise el edificio unas calles más abajo, no estaba tan lejos pero el camino
estaba oscuro. Mientras pensaba en ello me tropecé y caí al suelo, alcancé a
sujetar mi cuerpo con mis manos. “Mierda, lo que faltaba”, me puse de pie con
dificultad sintiendo el pie adolorido, al parecer no había caído muy bien.
Caminé lentamente cojeando un poco, y la bajada me tomó trabajo, no lograba ver
donde pisaba y temía caer a algún agujero. Cuando llegué al final del camino y
estuve seguro de pisar tierra firme, un hombre que estaba apoyado en un poster
me divisó.
-
Tú no pareces de por aquí – lo miré con desconfianza, su mirada me decía
que no era un buen sujeto, además tenía un cuerpo enorme y casi me doblaba la
altura. Tragué saliva, de pronto comenzó a caminar hasta mí. Intenté alejarme
de él, pero con el pie adolorido me resultó muy difícil solo caminar sin ser notorio
en que pensaba escapar – Tranquila, solo quiero ayudarte. ¿Tu pie está fracturado? – entendí que creía que yo era una mujer, se acercó hasta casi
tocarme y en mi intento de alejarme un poco metí el pie dentro de una posa de
agua que no había visto – Que descuidada, déjame ver tu pie. – se agachó y tomó
mi pie adolorido, hice un gesto de dolor, tenía tanto miedo que no sabía cómo
reaccionar, mi garganta estaba seca. – Esto se arreglará así – tomó mi pie y
quitó el zapato con fuerza.
-
Auh… – alcancé a decir antes de que jalara de mí pie y me lanzara el suelo,
haciéndome caer sobre el agua sucia, lo tuve sobre mí en cosa de un segundo,
jalando mí pantalón con fuerza, ni siquiera por mis quejidos de resistencia y
mis empujes notó que yo era hombre.
“No por favor, no por favor”, era lo único en lo que pensaba.
-
Tranquila preciosa, será solo un momento – golpeé su hombro con mi puño,
pero sentí que no tenía fuerzas, era
realmente como si no pudiera defenderme de ningún modo. Intenté decir algo pero
mi boca estaba bloqueada. Quitó la totalidad de mi pantalón en solo una de las
piernas y metió su mano en mis calzoncillos dando con mi entrepierna, palpó un
par de veces con sorpresa. – Mierda, ¿tú qué eres? - Se puso de pie con rapidez
e indignación, lo miré con miedo, me ardían los ojos por el agua sucia en mi
cara. De pronto se volvió a agachar y jaló el extremo del pantalón vacio,
arrastrándome por un par de metros, entonces con un poco más de luz me miró el
rostro – Pero si pareces una mujer, ¿querías engañarme imbécil? – me dio una
patada en la entrepierna haciéndome temblar del dolor, acto seguido me coloqué
en posición fetal para protegerme, pero aún así me dio un par de patadas más. Finalmente
se fue maldiciendo, vi a duras penas sus pies alejándose de mí.
¿Cuánto tiempo permanecí allí? Creo que alrededor de
veinte minutos. El dolor en la entrepierna era tanto que no lograba ponerme de
pie y permanecí un poco aturdido por varios minutos en que no podía entender
por qué me pasaban esas cosas a mí.
Las luces de un auto se detuvieron a un par de metros de
mí, me habían visto, pero no sabía quién era hasta que su voz llegó hasta mí.
-
Mierda Hyde – la voz de Oishi resonó en mis oídos pero no pude volver a
abrir los ojos para verle el rostro. – Ven, vamos, levántate – intentó ponerme
de pie pero yo simplemente no podía, me dolía todo, comencé a llorar. Él me
tomó en brazos, me dolió tanto el cuerpo cuando me levantó que estuve seguro
que algo salió de mi boca aunque no entendí qué, luego me llevó hasta el auto y
me recostó en el asiento, me puso el cinturón y tomó su posición en el volante
para dar la vuelta y sacarme de ese lugar – Yo te pedí que tomaras un bus, ¿qué
hacías aquí? Mierda, Hyde… llamé a los chicos y cuando me dijeron que aún no llegabas
quise buscarte en los alrededores… - suspiró con frustración, abrí un poco los
ojos comenzando a recuperar lentamente la conciencia, olía fatal, estaba seguro
de que debí caer sobre excremento de perro. – Hyde, vamos al doctor – negué con
la cabeza, no quería que nadie me tocara, que nadie me revisará, solo
necesitaba una ducha y mucho sueño y todo volvería a estar bien, me convencería
de que solo fue un mal sueño – Pero estas herido – volví a negar, él suspiró. –
Hasta en estos momentos eres terco… bien, te llevaré a mi casa, allí mi esposa
te atenderá, ella es enfermera.
Recordé que la única vez que había nombrado a su esposa fue cuando nos
intento envenenar con un pastel, quise decirle que me alegraba de que fuera
enfermera y no cocinera.
Me moví con lentitud, realmente todo dolía. Oishi me miró con más atención
cuando un semáforo nos hizo esperar en medio del camino, con su mano tocó mi
muslo desnudo. En un primer momento salté y luego la idea de que había sido
para peor que él me encontrará allí llego hasta a mí, pero luego noté que
rozaba con su dedo un rasguño grotesco en mi muslo.
-
Eso se ve horrible… sé qué crees que yo podría hacerte esto por todas las
veces en que sugerí… ya sabes – lo miré dudoso – Pero yo jamás me he acostado
con nadie en contra de su voluntad, no te miento cuando te digo que no te
obligaría, simplemente te di la opción de conseguir más fácilmente lo que te
propusieras, y aún la oferta está en pie– puse los ojos en blanco, ¿en serio en
aquella situación insistiría? – Pero confía en mí Hyde, yo jamás te haría algo
así.
Sabía que el esperaba que asintiera y le creyera ciegamente, pero no pude.
Aún me asustaba y me causaba rechazo su mirada, no muy diferente a la mirada
perturbadora y pervertida del mismo tipo que minutos atrás me había rasgado el
pantalón y me había golpeado. Pensé en ellos unos instantes mientras el auto
avanzaba, recordé lo que había dicho el sujeto decepcionado; “pero si pareces
una mujer”… En ocasiones yo también desearía ser una mujer, así tal vez Sakura
me hubiera elegido a mí con mayor libertad y nada de eso hubiera pasado. Cerré
los ojos intentando despertar de mi lamento, no era el momento para pensar en
él.
“Nunca debo darle tiempo en mi mente, no lo merece”, me dije a mi mismo intentando
convencerme de que aquella era la realidad y no que Sakura no estaría nunca
conmigo porque yo no lo mecería a él.
-
Llegamos – avisó Oishi antes de bajar y luego ayudarme a bajar a mí, deseé
pedirle que me prestara algo para tapar mi pierna desnuda pero no tenía como.
-
¿Qué pasó Masahiro? ¿Quién es él?
-
Ayumi, él es uno de mis representados, fue lastimado y lo encontré por el
camino – ella me miró de pies a cabeza con lástima en los ojos, tenía una
mirada similar a la de mamá, solo por esa razón me simpatizó desde el comienzo.
-
Si, ven, siéntalo en el sofá – le dijo a él, yo solo seguí con dificultad a
Oishi e intentando no apoyar mi adolorido pie. - ¿Es un chico? – preguntó
dudosa mirando con atención mi rostro, asentí en su dirección – ¿Está en shock
que no habla?
-
No… él no habla Ayumi, te hable de él .
-
Aah… es el chico de Osaka. Déjame ver… - tomó mis manos y comenzó a revisar
mis brazos y luego mis piernas, estaba cubierto de rasguños en ambos lados – Parece
que te golpearon mucho, este brazo se pondrá morado el día de mañana… curaré tu
herida pero primero date un baño… no hueles muy bien. – me sonrió de forma
cálida, pero no pude responder a su sonrisa, quería llorar – Prepararé la tina.
Mientras ella se marchaba escuché a Oishi al teléfono.
-
Está en mi casa… creo que lo atacaron Tetsuya, lo encontré con el pantalón
rasgado, tirado en el piso y muy sucio…
Al parecer no está mucho más herido que eso… solo rasguños… No te preocupes
se quedará en mi casa… Dile que no es necesario, se quedará aquí. – lo escuché
colgar la llamada enfadado. Lo miré pero él solo sonrió hacia mi posición.
-
Masahiro ayúdame a llevar al chico hasta la bañera – le pidió – Te
prepararé un cuarto mientras te das un baño y luego ahí te curaré.
Me llevaron hasta un baño con una tina muy grande, allí
me dejaron solo para darme privacidad. Intenté ignorar el dolor mientras me
quitaba la ropa, pero comencé a llorar antes de poder tocar el agua caliente
que me quemó los músculos por la sensibilidad que sentía posterior a los
golpes. Finalmente logré relajarme y dejar más lágrimas salir… ¿Por qué pasaba
todo esto? ¿Por qué?
-
Eso es, ya casi estamos – colocó la venda con fuerza alrededor de mi pie.
La esposa de Oishi había curado mis rasguños, aunque dijo que el rasguño del
muslo tal vez necesitaría más tiempo para sanar, ya que faltaba un poco de piel
de allí. Sostuve con cuidado la toalla con la cubría la parte baja de mi
cuerpo, tenía otra tapando mis hombros, no quería que ella viera nada de mí que
no debiera – Listo.
Oishi abrió la puerta sin aviso, haciéndome dar un
saltito.
-
Tiene visita – le dijo a ella.
-
Bien yo terminé aquí, cualquier cosa me avisas, estaré en la cocina – me
dijo ella sonriente, entonces pensé “¿hay alguna nueva víctima de su veneno?”
pero claro que no lo diría ni aunque hubiera podido.
-
Pasen chicos – Tetsuya asomó la cabeza primero, le sonreí pidiendo disculpa
con mis ojos, luego Sakura entró detrás de él con la mirada baja, mi sonrisa
desapareció en cuanto lo vi. Oishi cerró la puerta dándonos privacidad.
-
Hide… - Tetsuya llevaba mucho tiempo sin llamarme de aquella manera, ese
detalle llamó mi atención, sus ojos estaban preocupados - ¿Estás bien? ¿Qué
sucedió? - levanté los hombros, no había
nada que explicar aún pudiendo, su mirada acrecentó la lástima visible en sus
ojos – Pero… eran… ¿uno o varios? – le indique con un dedo que solo uno. Sakura
me miraba igual de preocupado, tenía un bolso en la mano que colocó lentamente
en el suelo. – ¿Te hicieron algo? ¿él… te….? – negué con la cabeza rápidamente
– pero, ¿te golpearon? – asentí - ¿Por qué? – levanté los hombros, ¿Qué más
podía hacer? De improviso Tet-chan me abrazó con fuerza, haciéndome sentir incómodo
por la presencia de Sakura y mi desnudes. – Lamento no haber estado allí,
lamento que esto ocurriera, lamento haber dejado que te fueras solo… - su voz
sincera me hizo sonreír, en el fondo de mi corazón nunca había notado lo mucho
que extrañaba esa faceta de él. Palpé su espalda consolándolo, entonces él se
alejó y limpió sus ojos. ¿Por qué lloraba?
- Lo siento… yo debo darte ánimos, no tú a mí… Sakura – lo llamó - ¿tu
quieres decirle algo a Hide?
-
Ah… - me miró a los ojos y sentí como el pecho se llenaba del liquido frio
que ya conocía tan bien – Te traje un par de cosas… - me mostró el bolso, lo
levantó y lo dejó en la cama a mi lado – Es un pijama y ropa limpia para que
tengas… para mañana… - tartamudeó – Hay un par de cosas más … lo dejaré aquí. –
suspiró y se agachó en frente de mí. “Demasiada cercanía”, pensé asustado con
miedo de llorar - ¿estás bien? – preguntó mientras su mano se acercaba a mi
hombro, la golpeé para alejarla de mí. No quería que me tocara, nunca más
quería sentir sus manos mentirosas en mí. Él me observo con los ojos muy
abiertos y de reojo vi que Tetsuya también
- Lo siento… - susurró antes de ponerse de pie y alejarse con rapidez,
luego solo salió de la habitación sin mirar nuevamente en dirección nuestra.
-
Hide… - susurró Tetsuya - ¿Por qué…? – negué con la cabeza, no le diría
nada aún pudiendo. – Está bien… respeto
tu espacio. – la puerta sonó, pensé que sería Sakura pero fue Oishi el que
asomó su cabeza.
-
¿Qué le pasó a Sakura? Se marchó como si lo persiguiera su suegra.
-
Que mal chiste, Oishi – se quejó Tet-chan.
-
Bueno… tú también deberías marcharte y así dejamos descansar a Hyde. – me
miró dudoso.
-
Hide… - se agachó en frente de mí tal cual lo había hecho Sakura segundos
atrás - ¿Necesitas que me quede? – susurró en voz baja – Solo dime que si, si
lo deseas claro… y yo me quedaré.
Le sonreí, pero negué con la cabeza, estando en casa con
la esposa de Oishi sabía que él no intentaría nada, y por sobre todo,
necesitaba estar solo y procesar.
Tetsuya sonrió con pesar y se retiró en silencio junto
con Oishi, cerraron la puerta con suavidad, como si yo hubiera estado dormido.
Observé el bolso en la cama y lo abrí.
Tenía en él un pijama de Sakura, dos prendas de ropa
interior, calcetines, y ropa mía que probablemente pasó a buscar al
departamento; jeans, playera, suéter y abrigo. Ordené todo en la cama para
retirar la totalidad de cosas del bolso, encontré una lonchera con un sándwich que
tenía un papel con algo escrito:
“Para tus tripas de tiranosaurio rex”, sonreí sin querer.
También había un refresco.
Continué retirando cosas del bolso, había un libro en él
y un kit de aseo personal que reconocí como el suyo, al menos eran las marcas
que él solía usar. Suspiré… dentro de mí agradecí el gesto y aunque quería
odiarlo, no podía hacerlo.
Me vestí mientras me comía el sándwich. Luego me recosté
y abrí el libro, volvió a sacarme una sonrisa el título: “La luna de Saturno,
Titán”.
Al otro día los chicos no dejaban de preguntarme como estaba, mi pie
cojeaba un poco pero nada de qué preocuparse. Afortunadamente pude cantar y en
mi esfuerzo de ignorar sus preguntas no recordé ni una sola vez la angustia de
la noche anterior ni las lagrimas antes de dormir. Ya era otro día.
-
Eso es todo, está listo, felicidades por su primer hijo – nos dijo el
productor haciéndonos sonreír más exhaustos que felices.
-
Chicos, ya es hora de que vengan a vivir a Tokio – continuó Oishi - solo un
par de días más y las actividades no les permitirían viajar en muchos días
seguidos, considerando sus obligaciones y el gato de Hyde – los chicos rieron,
usualmente Samurai era mi razón para volver a Osaka – Debo advertirles que se
viene el trabajo pesado, por lo que deben buscar un lugar donde quedarse acá.
Entiendo que no tienen el dinero para un departamento por lo que les dejaré el
que comparten aún hasta que encuentren algo mejor.
-
Está bien – respondió Tetsuya, yo suspiré, ¿llevar a Samurai a un
departamento con los chicos? Eso no me gustaba para nada…
-
Creo que deben comenzar a empacar sus cosas hoy mismo, Sakura, ¿por qué no
ayudas a los chicos a trasladar sus cosas ya que estarás desocupado esta tarde
y mañana?
-
Está bien… - respondió él sin muchas ganas.
Los miré esperando que dijeran algo, pero nadie protestó.
“Mierda”, mi cara lo decía todo, no quería de un día para
otro tener que dejar a mamá.
-
Que rápido todo… - comentó Ken cuando ya estábamos subiéndonos al furgón.
-
Si… creo que nosotros dos podemos cambiarnos hoy – le dijo Tetsuya a Ken –
Y mañana Hyde…
-
Sí, estoy de acuerdo, supongo que tú querrás despedirte de tu mamá. –
asentí hacía él. Aunque me dejaran más horas seguía sintiendo que todo era muy apresurado.
-
Descuida Hide, todo estará bien – me dijo Tetsuya colocando su mano sobre
mi hombro.
En cuanto llegué a la casa de mi mamá me quedé impresionado por el
exquisito olor que había por todas partes.
-
¡Has llegado! – la miré impresionado viendo la mesa llena de mis bocadillos
favoritos – Esta es tu despedida mi niño – incliné la cabeza casi de forma
inconsciente – Tetsuya me llamó, ya sé que te vas mañana por la mañana –
esperaba verla triste, iba preparado para tener que consolarla, pero al contrario,
ella se veía feliz. – Me alegro tanto de que estés alcanzo tus sueños…
La voz se le quebró y sin esperar a que dijera algo más me lancé a sus
brazos. Allí siempre me había sentido seguro, respirando su olor, sintiendo su
calor.
-
Todo estará bien, sé que podrás cuidarte y sé que te esforzarás al máximo.-
acarició mi cabello por unos momentos y dio palmaditas en mi espalda, hasta que
se alejó de repente – Ah, te tengo un regalo.
Tomó un sobre amarillo y me lo tendió, lo abrí sin saber que esperar, de pronto
el cheque con ceros me asustó. ¿Mamá traficaba drogas?
-
Sé que te parecerá mucho dinero, pero realmente no es tanto… es parte de la
indemnización por la muerte de tu madre… Se suponía que debía usarlo en tu
crianza pero siempre esperé el momento exacto para usarlo, y este es… - la mire
sorprendido, ¿era el dinero de él? – Compra un departamento con ese dinero. –
la idea no me hacía feliz y ella lo notó – Hideto, el pasado nos hace ser
quienes somos, toma ese dinero como la forma de utilizar tu historia para crear
tu nueva vida. Sé que lo necesitas.
La volví a abrazar, ¿cómo podía siempre decir las palabras precisas? La iba a extrañar… sí que la iba a extrañar…
Ya tarde cuando llegué a casa comencé a preparar mis cosas, arrastré el
bolso con ropa por la escalera, y cuando iba a mitad de camino alguien llamó a
la puerta. De inmediato pensé que podría ser Oishi, pero dudé que hubiera
llegado tan rápido a Osaka. Tampoco deberían ser los chicos ya que ya debían
estar instalándose.
-
Oh – Pero me observaba con una sonrisa grande en cuanto abrí la puerta.
-
Hola Hide… no tengo mucho tiempo, solo vine a dejar la ropa que dejaste en
mi casa la otra vez… - le sonreí – Tengo
que ir a trabajar solo… vine de paso. – dio la vuelta despidiéndose con la
mano, pero no permití que se alejara… Tal vez sería la última vez que lo vería
por un largo tiempo, entonces lo jalé hacía mi y lo abracé. No podía darle las
gracias a Pero, pero tal vez si podía hacerle sentir cuanto lo apreciaba. Él
sin decir nada me abrazo con fuerza, como si supiera que era una despedida,
aunque estuve seguro de que no era así. - ¿Estás bien? – preguntó cuando se
alejó, le di mi mejor sonrisa y luego me despedí con la mano.
“Ahora si puedes irte buen amigo”, pensé. Él me observó
con bastante duda, pero se alejó de mí y de mi casa, volteando varias veces en
mi dirección. Suspiré quedándome en la puerta, observando a mí alrededor,
tantos años viviendo allí… De pronto lo vi. ¿Cuánto llevaba allí? No tenía
idea, él caso es que estaba de pie fumando un cigarro en la puerta de la casa
de en frente, miraba en mi dirección preocupado, más bien… triste. Dudó si
acercarse, lo vi en sus ojos, pero finalmente lo hizo. Lo esperé porque no
sabía qué más podía hacer. ¿Qué hacía allí?
-
Sé que no quieres verme… pero… yo…
necesito… - sus ojos me imploraron
escucharlo, suspiré, no podía negarme al menos a ceder en aquello, sus ojos
calaban profundo en mí. Lo dejé pasar y cerré la puerta en cuanto estuvo
adentro, chocó con un par de cajas pero ni siquiera se detuvo a mirarlas, solo
me miraba a mí.
“¿Qué pasa Sakura?”, quise preguntarle realmente preocupado por su
expresión de angustia. Suspiró, se quedo inmóvil unos segundos y luego volvió a
suspirar.
-
Bien, yo… necesito pedirte una disculpa por todo lo que ha pasado – mantuvo
la mirada fija en un punto bajo y susurró - Por alejarme, por… dejarte… - el
liquido volvió a enfriarse en mi corazón, y el dolor de pecho apareció. Sakura
me hacía mal. – Yo… he intentado ignorar mis sentimientos por ti y ser feliz
con Akane, realmente lo intenté, pero… es como si fuera incapaz de ser yo mismo
con nadie más que contigo. Añoro tu compañía más que la de nadie… te extraño
Hide… te extraño mucho… - estuve casi seguro de que había oído los latidos de
mi propio corazón retumbar en mis odios. De pronto el líquido frio desapareció
y comenzó a ser reemplazado por un poco de esperanza, sintiéndome absurdo por
caer tan fácilmente en sus mentiras. Negué con la cabeza, no lo disculparía. –
Hide… - se acercó a mí pero escapé de su cercanía – Tampoco sé que es lo que
hago… desde que te conocí que me he sentido perdido, me equivoco a cada
momento, es como si no importa que haga o que decida, siempre lastimaré a los
demás… he vivido con ese sentimiento desde que te conocí y desde que… me
enamoré de ti… - dijo lo ultimo tan bajo que creí no escucharlo, pero debí
mirarlo en ese instante, si realmente lo había dicho yo necesitaba volver a
escucharlo, él lo vio en mis ojos. – Sí, eso dije… - sonrió para mí con
tristeza marcada en los ojos. ¿Por qué un sentimiento que prometía ser lindo
tenía que doler tanto? Yo lo quería, a pesar de que hiciese todo por ignorarlo,
lo quería como nunca había querido a nadie.
Sakura se acercó a mí y tomó mis manos, no me miraba a los ojos, a pesar de
que busqué su mirada, la evitó. Aún parecía confundido, aún me hacía sentirlo
como un niño perdido. Cerró sus ojos con pesar y buscó mis labios sin pedir
permiso, solo me besó. No podría definir claramente el sentir del tacto de sus
labios en aquella situación, fue algo similar a un choque eléctrico, a un
sacudir que te hiciera temblar las entrañas, como si algo de ti despertara
después de mucho tiempo. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé como yo
quería, reclamándole quedarse conmigo, hacerse cargo de sus sentimientos y quererme
como él quería hacerlo y como yo necesitaba sentir. Estaba seguro de que podía sentir mi petición
en cada masaje que daba mi lengua, no dejaba de pensar en que necesitaba que se
quedara conmigo, en que me quisiera. De pronto el beso se detuvo cuando él se
quedo sin aire y necesito de un respiro, sonreí levemente, pero no abrió los
ojos de inmediato. Por alguna razón todo permanecía sintiéndose triste. A mí me picaba el rostro,
su cuerpo se alejó del mío con lentitud, y por fin me miró a los ojos. Estaba
nervioso al igual que yo. Él trago saliva, yo era incapaz de pestañar.
-
Yo, creo que… debo irme… - su expresión cambió
a la preocupación y luego volteó hacia la puerta. ¿Se iría después de besarme? ¿Se
iría otra vez? Yo quise llorar…
“No otra vez, por favor”, quise pedirle. Se alejó a paso lento y dudoso.
-
Sakura… – lo llamé, de pronto se detuvo en seco
y volteó a mirarme lentamente con los ojos muy grandes y la boca abierta, lo
miré sin comprender su gesto hasta que me percaté de lo que había hecho. En cuanto
me di cuenta de que había hablado, que había sido mi voz la que se había
escuchado me tapé la boca.
-
Hide… hablaste… - la voz de Sakura anonadada
era un reflejo de todo mi cuerpo en aquel instante. Sí había sido mi voz.