miércoles, 3 de noviembre de 2021

One Shot: Bienvenidas cálidas.

 Sakura suspiró al llegar a casa, le dolían ambas piernas, estaba extremadamente cansado.

Se quitó los tenis, el impermeable mojado y los colgó en la entrada junto al paraguas. Luego lanzó su bolso al sofá entonces percatándose de un pequeño detalle que no estaba allí por la mañana, había un par de calcetines de extraña procedencia arrojados en diferentes lugares de la sala. No le tomó mucho tiempo encontrar luego los tenis del propietario.


Notó que camino a la cocina había un pantalón desechado. Lo recogió, y vio que de camino le seguía una casaca mojada arrojada junto a la escalera. Recogió la ropa que parecía formar un camino hasta su habitación, solo para encontrar en la cama un hombre de baja estatura acurrucado en un rincón llevando puesto una de sus sudaderas más grandes. Aparentemente se había dado un baño hace tan solo unos minutos, su cabello goteaba en la almohada.


Sakura suspiró encendiendo el aire condicionado antes de lanzar la ropa al cesto para el lavado. Se arrojó en la cama abrazando la espalda del hombre que comenzaba a despertar.


Olió el aroma de su cuello y le dio un pequeño beso allí. Hyde pareció ronronear.


- Desordenado – susurró cerca de su oído – No me importa que dejes tu ropa mojada tirada por ahí, pero no te acuestes con el cabello empapado.

- Te compraré una almohada nueva – respondió Hyde en una mezcla de palabras arrastradas. Sakura rodó los ojos.

- Estoy seguro que estas almohadas han tenido peores experiencias que un poco de agua.

- Espera – eso pareció despertar a Hyde, quien se volteó en el abrazo de Sakura hasta quedar frente a él - ¿No las has lavado desde entonces? - el horror claro en los rasgos de Hyde hizo reír a Sakura.

- ¿Crees que dormiría sobre las almohadas sucias después de lo que hiciste con ellas? - sabía bien que Hyde era vergonzoso al hablar al respecto, por lo que no pudo evitar cierta burla en su tono.

- ¡No me preguntes a mí! Creo que lo harías, pero ¿no lo hiciste verdad? Quiero decir, ¿Las lavaste?


Sakura volvió a reír. Hyde bufó antes de esconder el rostro en su pecho.


- No sé si estas siendo puerco o te estás riendo de mí.

- Está bien, está bien. Las lavé...- Hyde suspiró de alivio - Aunque después de un par de semanas.

- ¡Ya-chan! - esta vez Sakura se rió con más fuerza y el vocal solo pudo reírse con él.

- Lo peor es que te creo. Hum, tu espalda está un poco húmeda.

- Ah, es que no tuve tiempo de secarme bien después de la ducha, tenían prisa por echarnos del local.

- Mm, quítate esto - pidió Hyde dándole tirones a su suéter y playera. Sakura se alejó un poco para quitárselos, entonces el más bajo se acomodó contra la piel desnuda, dio un par de besos lentos en la zona del pecho y los hombros, parecía un poco adormilado pero aún así sonreía- … te extrañé… mucho.

- Lo sé, me lo dijiste todos los días por teléfono.

Hyde asintió.

- Fueron muchos meses, estuve tentado a sacudir la cabeza de Ken-chan todo el último mes.

- ¿Ken-chan estaba de mal humor?

- Al parecer comenzó a sufrir insomnio, nada fuera de lo común pero realmente fueron semanas fatales, sus staff parecían querer llorar todo el tiempo.

- Mm… - Sakura asintió mientras acariciaba la nuca de Hyde. - Tú… ¿Dormiste bien?

- No fue tan malo, no te preocupes- Sakura lo rodeó en un abrazo y acomodó el rostro en la almohada húmeda. Sus rostros estaban sumamente cerca, se miraron a los ojos antes de que Sakura le diera un beso rápido en la nariz. Hyde le sonrió con los ojos húmedos, de pronto su gesto se volvió un puchero honesto hasta que su labio tembló, entonces se abrazó con fuerza a Sakura. Este último sabía que algo andaba mal desde que sospechó de su llegada. Hyde no había dado aviso de su regreso antes de la fecha estimada, y ya que tampoco había aparentado sorprenderlo, solo podía significar que no estaba de ánimos. Además se había marchado hace meses con una mezcla de nervios y expectativas que lo mantenían hablando a diario sobre la gira. Que estuviese tan callado al respecto no parecía una buena señal.


De pronto sollozó. Sakura lo rodeo con ambos brazos.


- Lo siento, solo… fue una gira muy larga.

- Está bien. Está bien. - le susurró mientras lo presionaba con fuerza contra sí, podía sentir la espalda de Hyde temblar.

- Comet hizo mucha falta en esta gira, ¿sabes? - Sakura asintió. Comet era un amigo cercano de todos los miembros de la banda desde sus inicios, probablemente el único staff que quedaba desde aquellos tiempos y había tenido un accidente automovilístico un par de días antes de la gira. Lamentablemente no había sobrevivido. Sakura se había reservado sus preguntas sabiendo que Hyde era especialmente reservado con ese tipo de dolores - No sabes lo mucho que quería volver a casa… incluso pensé en pedirte que fueras a vernos… pero sabía que no te gustaría la idea.

- No hubiera dicho que no, Hide. - susurró Sakura.

- Lo sé, sé que hubieras ido, lo sé tan bien como sé que no te hubiera gustado viajar.

- Si lo necesitas, eso realmente no es importante. - Hyde se rió bajito al escucharlo y se apartó un poco para mirarlo con los ojos hinchados.

- No me guste que hagas esfuerzos por mí.

- Lo sé, pero si lo necesitas… - Hyde se inclinó para besarlo, Sakura le devolvió el beso fácilmente. Fue solo un tacto húmedo y cálido de labios.

- Me gusta estar así... - susurró antes de acomodarse en el pecho desnudo nuevamente. Pasaron un par de minutos antes de que depositara un beso sonoro en la piel que abrazaba y luego habló -  ¿Cómo ha ido todo?

- Bien, hoy peleamos con Den. - comentó Sakura como la novedad.

- ¿Y eso?

- Llevaba varios días enojado por alguna razón personal que no compartió, entonces decidimos golpearlo hasta que lo soltara.

- ¿Te refieres a que pelearon realmente? ¿Con golpes?

- Sí, tengo de hecho una marca de una mordida en el brazo, mira – mostró el antebrazo derecho donde efectivamente se veían dientes frescos.

- ¿Den te mordió?

- No, la pelea se volvió un enredo y Tetsu me confundió. - Hyde comenzó a reír.

- Son unos idiotas. ¿Al final que ocurrió?

- Ah en algún momento alguien le hizo chupones a Den, no estoy seguro de si fue Tetsu o Ryo pero se asustó y salió corriendo gritando violación o algo por el estilo. Lo dejamos ser porque habíamos empezado a llamar demasiado la atención.

- ¿Dónde?

- Fue en el restaurante de siempre. - aquello hizo reír más a Hyde.


Se quedaron así por un momento, Sakura contó las novedades de sus proyectos y comentó que debían hacer una visita a sus respectivas familias antes de navidad. Ambos solían “ponerse al día” con sus familias dentro del mismo mes. Ante eso la siguiente conversación apuntó a decidir sobre los presentes navideños y los planes para sus vacaciones. Cerca de las cuatro de la madrugada, Sakura se durmió.

Hyde permaneció despierto un tiempo más, fue hasta la cocina para robar dulces y tomar un café, entonces volvió a la cama sosteniendo una historieta que había comprado con la intención de estudiar su ingles. Se acomodó estirando el brazo junto a Sakura, quien al sentirlo cerca se acurrucó hasta recostarse en su pecho, Hyde era muy consciente de este hábito suyo, buscó su mano y la envolvió al rededor de su propia cintura para sentir su abrazo, en tanto continuó leyendo la historieta envuelto por el calor del batero hasta que se durmió.




El staff de Zigzo comentó al otro día que el bajista Den se había presentado con hematomas, marcas de chupetones y mordidas por todo su cuerpo, además llevaba un par de papeles falsos hechos por él mismo que simulaban ser acusaciones de violación cuyos abusadores eran los miembros de su propia banda. El único que no recibió aquella acusación “legal” fue el baterista Sakura, ya que no había asistido al ensayo por haberse quedado dormido.

jueves, 28 de octubre de 2021

One Shot: Huellas intactas.


Sostuvo entre sus dedos el llavero que colgaba de su bolso, estaba viejo y sucio, lo que alguna vez fue un panda ahora parecía un oso negro con matices marrones, los hilos se escapaban de entre sus patas y orejas. Hyde sonrió, ese pequeño objeto tenía tantos años como la nostalgia que se le colaba bajo la piel. 

Producto del concierto reciente le dolía la garganta y sus oídos aún conservaban cierto zumbido, como si aún pudiese escuchar los gritos y el retumbar de la batería a su espalda. Sabiendo que la única manera de apaciguarlo era un baño largo, se desvistió lanzando la ropa camino al baño y se sentó en la bañera fría mientras el agua comenzaba a llenarla. Desde allí podía mirar el bolso en su cama y el oso viejo colgando con cierta lástima. Debió haberlo tirado hace años, pero a veces... y solo a veces, se llenaba de dulzura al mirarlo, le recordaba una de las pocas veces que consiguió ver un sonrojo abrumador por parte de un hombre que desprendía confianza como defensa y ataque. Se dejó reposar en la bañera por al menos dos horas, cambió el agua una y otra vez hasta que comenzó a adormecerse lo suficiente para suavizar su cuota de autocontrol. No era lo que quería y mucho menos lo que necesitaba, el staff comentó que precisamente esta persona estaría presentándose en el mismo escenario que él solo unas cuantas horas antes y luego se alojaría en el mismo hotel, en el mismo piso, a tan solo tres puertas de distancia... Sabiendo que estaba tan cerca le picaba la piel, y comenzaba a ser extremadamente consciente de como en cada encuentro a través de los años, nunca pronunciaban un adiós. 

Antes había pensado que la falta de despedidas eran coincidencias, pero se convenció así mismo de que tal vez no era el caso.

Se levantó de la bañera y se vistió ya relajado físicamente, pero sabía que su mente agitada no le permitiría dormir. Eligió un buzo esperando que de ser visto o rechazado pudiera sofocar sus pensamientos en el gimnasio del hotel, guardó la llave de la habitación en su bolsillo y se dirigió a la puerta, sin embargo se devolvió a la habitación una vez más y se miró al espejo.
Tenía el ceño fruncido y el cabello mojado, su cuerpo estaba más ejercitado que la última vez que se habían visto. "Probablemente obtenga un cumplido de ello", pensó con más gusto del que hubiera querido, se volteó y fue por su bolso, quitó el llavero de ahí y lo amarró al cinturón de sus pantalones. A veces solía esconderlo donde no pudiese perderlo, simplemente llevarlo lo ayudaba a sostenerse así mismo en aquellas ocasiones donde la vida lo ajetreaba hasta el punto de hacerlo olvidar su identidad.

Salió de la habitación caminando con más seguridad de la que sentía, contó las habitaciones a su izquierda como le habían indicado y se detuvo.

Lo conocía lo suficiente para saber que no era el tipo de persona que disfrutaba de la soledad cuando podía apreciar la compañía, y era un acto terriblemente irresponsable por parte de Hyde atreverse a ser visto por sus conocidos, las especulaciones con respecto a ellos seguían estando en aguas poco profundas.

Respiró un par de veces pensando en una excusa y solo cuando se decidió por la confiable: “lo siento, me equivoqué de habitación”, tocó la puerta en un sonido que esperaba fuera reconocido.


Al comienzo nadie salió, comenzó a presionarse las uñas entre las yemas de los dedos mientras respiraba profundamente y volvía a tocar, esta vez de manera normal.


- ¿Sí? - escuchó decir del otro lado. La voz ronca del hombre le indicó que debía de estar durmiendo y probablemente en su habitual costumbre de meterse desnudo a la cama, había optado por no abrir la puerta.

- ¿Molesto? - susurró sin querer ser escuchado por nadie de las habitaciones cercanas. Hubo un silencio de respuesta antes de que la puerta se abriera. Tal y como había pensado, frente a él estaba un Sakura en ropa interior y una cabellera despeinada. Tenía los ojos rojos e hinchados, parecía tan agotado que Hyde contuvo la respiración arrepentido de haber molestado su descanso.

- Tenía la sospecha de que vendrías pero no fui capaz de esperarte despierto- comentó con total confianza mientras le abría la puerta. Hyde se sintió menos incómodo al saberse bienvenido y se quitó los tenis al entrar. La habitación estaba iluminada por solo una lámpara junto a la cama lejana.

- No sé si deba ofenderme tu confianza en mi debilidad.

- Hum, no sé si deba ofenderme ser una debilidad- Sakura respondió de manera automática mientras caminaba por toda la habitación hasta volver a meterse en la cama. Quitó almohadas de su lugar y las acomodó junto a él, luego palpó el espacio vacío en una invitación- Lamento si esperas celebrar tu concierto de esta noche pero, no creo ser capaz de levantarme hasta después de dormir doce horas. Puedes sacar una cerveza de la nevera y recalentar la pizza que hay en el microondas, también hay donas en mi maleta. Si quieres hablar te escucharé.

Hyde lo miró fijamente mientras Sakura se acomodaba y volvía a cerrar los ojos. La luz era poca pero las ojeras oscuras se hacían notar, sabía muy bien lo mucho que Sakura se agotaba en las giras, no podía dormir en los aviones y su constante insomnio aparecía junto al estrés. Se sentó en la cama y tomó su mano, el batero continuó sin abrir los ojos mientras Hyde jugueteaba con sus dedos.

- ¿Estás bien? - preguntó en un susurro. Sakura sonrió con los ojos cerrados.

- No seas tonto, estoy bien. Si no vas a comer entra en la cama, quiero escuchar esas quejas.

Hyde soltó una carcajada y se metió bajo las sábanas. Las últimas dos veces que se encontraron en eventos solo tuvo tiempo de soltar las quejas que nadie más podía oír. Habían pasado años desde entonces, no se habían llamado ni una sola vez e incluso a veces evitaban el saludo si había demasiada gente entre ellos. Al comienzo esta dinámica había descolocado a Hyde, pero entonces alguien le recordó que ambos tomaron la decisión de permanecer en lugares diferentes, sin embargo, nadie sabía que nunca pudieron desprenderse del todo. Incluso si no llamaban, se extrañaban, Hyde podía saberlo por la fuerza con la que Sakura lo abrazaba en algunas ocasiones.

Algo del pasado quedaba en ambos, incluso si solo eran cenizas de lo que alguna vez los quemó, y era lo suficientemente intenso como para hacerlos volver al pasado cuando se sentían en la presencia del otro. Hyde volvió a tomar su mano cuando se acomodó, tenía un poco de frío y al mismo tiempo ganas de quitarse la ropa, pero no quería entregar un mensaje incorrecto. Estar así de cerca era suficiente.

- Si sabías que estaba aquí, ¿pensaste en ir a mi habitación? - miró con atención el rostro de Sakura mientras se llevaba la mano que sujetaba la suya al pecho. Era un movimiento inconsciente, Hyde lo sabía, una costumbre suya en medio de la comodidad.

- Hay una cámara de seguridad fuera de tu habitación- Hyde se rió y Sakura abrió los ojos – Solo me fijé al llegar, ya sabes.

- Claro, uno suele fijarse en esas cosas, ya sabes.


Permanecieron en silencio unos momentos. Hyde se removió un poco para quitarse la ropa de la zona superior para evitar el desagradable sudor y luego se rascó los pies hasta desprenderse de los calcetines, entonces se acercó a Sakura lo suficiente como para acomodarse en la almohada donde se apoyaba y deslizar sus dedos por el largo cabello del batero. Notó que estaba un poco húmedo y olía fuertemente a un shampoo mentolado. Sakura en silencio levantó la nuca para permitirle liberar todo su cabello por alrededor de la almohada.

- Si no te importa, me quedaré hasta que amanezca.

- Mm – asintió – Desayuna antes de irte, hay chucherías en mi maleta, saca lo que quieras- Hyde sonrió, se agachó un poco y depositó un muy suave beso en la mejilla de Sakura. Fue casi imperceptible pero el suspiro del batero lo hizo saber que tan despierto estaba- Puedes quitarte los pantalones, no me importa.

Hyde hizo un sonido de agradecimiento antes de removerse para desprenderse de ellos. Cuando estaba listo para lanzarlos lejos, Sakura lo detuvo.


- ¿Eso es… lo que creo que es? - Hyde siguió su mirada hacia su pantalón arrugado en su mano, de él colgaba un viejo llavero.

- Ah, eso- Sakura lo miró con sorpresa y algo más que Hyde no pudo discernir, pero ante el ceño fruncido del batero, cierta angustia comenzó a crecer en él. Iba a inventar una excusa cuando de pronto Sakura hizo pareció lamentarse.

- Es tan feo, no sé como pude darte esa cosa. - entrecerró los ojos hacia el llavero.

- No es feo, solo tiene los ojos desviados y una pata más corta, el resto está decente.

- ¿Por qué lo tienes aún? - preguntó el batero y aunque la pregunta parecía carecer de mala intención, el silencio que obtuvo de respuesta provocó una leve incomodidad en el espacio. Sakura pareció recordar el afecto que Hyde le tenía al llavero de panda, se lo había regalado a Hyde luego de que este mencionara que apreciaba los regalos significativos y hechos a mano, Sakura era bueno pintando pero había tenido la extraña idea de intentar hacer algo que Hyde pudiese llevar consigo, lo que resultó en un mal intento de llavero de oso panda, y aunque había pensado en tirarlo, Hyde lo encontró e insistió en quedárselo. Lo llevó con orgullo en cada bolso que usaba. Había pasado más de una década desde entonces, las telas del oso estaban gastadas y sucias, los hilos se le escapaban, pero aún tenía los mismos ojos desviados y su pata más corta, era indudablemente el mismo. Sakura se sintió abrumado y apretó los puños escondiendo ambas manos bajo las sábanas.

- Solo lo encontré por ahí – mintió Hyde en un intento por salvar el estado de ánimo –No pienses demasiado en ello. - finalmente lanzó los pantalones lejos y se recostó cubriéndose hasta el cuello, esta vez manteniendo un poco más de distancia del otro y dándole la espalda.

- Oye. - llamó Sakura.

-¿Mm? ¿Te enojaste? - fingió un tono desinteresado y un poco adormilado.

- Si te pidiera que tiraras eso a la basura antes de irte, ¿lo harías?

- Por supuesto que no.


Su tono ofendido hizo bufar a Sakura.


- Te sigue importando. - concluyó. Hyde pudo escuchar un: “te sigo importando” escondido entre esas palabras. Pensó en como responderlas pero optó por protegerse.

- ¿Y a ti? ¿Te sigue importando? - sabía que Sakura lo entendería. Sabía que podía descifrar su intento de preguntar: “¿Y yo? ¿Aún te sigo importando?”

Hubo silencio como respuesta. Hyde suspiró sintiéndose estúpido por preguntar, en todos esos años y en los encuentros que se habían repetido, nunca existieron tales palabras de peso o compromiso, no había necesidad de aclararlo y se dijo así mismo que no debía ser tan codicioso como para obligar al otro a decir algo al respecto, no si las palabras dolerían por lo poco que ambos harían al respecto. Ya no eran jóvenes ingenuos, las promesas eran innecesarias.


Cerró los ojos sintiendo cierta humedad en ellos y luchó por no liberar ninguna lágrima, se volteó boca arriba y respiró profundamente, con suerte lograría hacerle creer a Sakura que se había dormido. Contó ocho respiraciones cuando de pronto lo sintió removerse, medio segundo después el roce húmedo en su boca lo tomó por sorpresa.


Sakura le había dado un beso suave que mantuvo sobre sus labios. Hyde devolvió el beso tardíamente, rodeó el cuello del batero y acercó su cuerpo buscando aclarar cualquier posible duda. Quería esto, quería tanto como pudiera tomar. De pronto una gota cayó sobre su mejilla y al abrir los ojos notó que Sakura tenía las pestañas húmedas. El nudo en su garganta comenzó a crecer, por lo que se enfocó en besarlo tanto como pudiera, la lengua del batero fue lo suficientemente insistente como para distraerlo. Hyde comenzó a tocar todo lo que alcanzaba, arrastró las uñas por la espalda y rozó con cierta presión el abdomen, marcando un vaivén desde sus pectorales hasta su cintura. Cuando separaron sus labios, besó su cuello y su mandíbula inhalando con gusto la esencia a tabaco y jabón del batero. Para su sorpresa este le quitó las palabras.

- Hueles como siempre.- esta vez Sakura depositó un beso en su frente antes de bajar su posición para acomodarse entre las piernas de Hyde. No hubo tanteo en sus movimientos, tomó la ropa interior y la quitó con cuidado, la erección de este no estaba del todo firme pero no pareció importarle. Se agachó y la besó, rozó su nariz con los vellos cercanos antes de susurrar de manera casi inaudible – Si, hueles como siempre.


Hyde le dio una leve palmada en la nuca, sintió el bufido divertido de Sakura en la zona más sensible de su cuerpo y lo miró mientras el otro se divertía entre sus muslos.


- No tienes que hacer eso, puedes solo… - esta vez fue Sakura quien le dio una palmadita en el muslo, pidiendo silencio. Hyde suspiró, mirando atentamente como Sakura se amarraba descuidadamente el cabello con una pulsera y luego rozaba la nariz por la zona, sus pestañas aún estaban húmedas pero había una sonrisa fácil en sus labios. Jugó con la lengua en la punta de la erección por un rato lo suficientemente largo como para volverla dura y solo entonces le dio una mirada satisfecha a Hyde.


- ¿Aún confías en mí? - preguntó de repente. El vocalista se sintió expuesto, no era justo preguntar algo tan intimo mientras lo excitaba. Sin embargo respondió con total honestidad, ya tendría momentos cuerdos para arrepentirse.

- Más que en nadie.

- Entonces dime cuando es suficiente, no hagas la estupidez de dejarme hacer lo que quiera solo porque soy yo. - Se miraron a los ojos unos momentos, si bien las palabras del batero parecían un regaño el tono utilizado fue tan suave que se sintió como una súplica. Hyde asintió.

Sakura le dedicó una sonrisa antes de meterse la erección en la boca, y si bien no se la llevó por completo dentro, comenzó de a poco como si explorara por primera vez, en un acto de pérdida de costumbre. Hyde estuvo seguro que debía ser el caso, no podía imaginar a Sakura compartiendo la cama con otros hombres, no así.


Suspiró ante las sensaciones, había recibido el mismo acto varias veces con más y menos habilidad, pero no importaba como lo hiciera Sakura, siempre lo preferiría. Había una entrega distinta de su parte. Se permitió gemir. La saliva había humedecido la zona por completo, o al menos eso quería creer Hyde, no estaba seguro de cuanto del fluido que se mezclaba entre sus vellos era suyo y cuanto era de Sakura. Su respiración comenzó a acelerarse y levantó las piernas de manera inconsciente, sus manos se dirigieron al cabello de Sakura y sus caderas se sacudieron un par de veces, entonces un ardor incómodo en la parte baja de la espalda le tomó por sorpresa. Soltó el cabello del batero y notó que el dolor provenía de un dedo que intentaba hacerse espacio con movimientos suaves. Había pasado demasiado tiempo desde que Hyde había permitido el ingreso de algo por la zona, se sintió incómodo. Sakura notó su distracción y levantó la mirada.

- ¿No quieres continuar? - no había molestia en su tono, pero Hyde frunció el ceño. Sabía por qué Sakura le había pedido no exigirse, el permitirle hacer lo que quisiera con su cuerpo le traería a él mismo satisfacción, sin embargo sabía lo intenso que podría ser aquel dolor y cuanto tardaba en mejorar. En medio de una gira no parecía una buena idea y si fuera cualquier otra persona lo frenaría, sin embargo aún la idea de ser lo que Sakura necesitaba estaba fuertemente impregnada en él.


Sakura notó su debate y quitó el dedo invasivo, acarició las piernas con dulzura y luego se acomodó sobre él. Hyde observó como la erección del batero estiraba la tela de su ropa interior.

- No tenemos que hacerlo. - le susurró Sakura de manera comprensiva.

- Es solo que… duele.- la vergüenza se le filtró en la voz. El batero pareció preocupado, bajó la mano y tocó la erección - ¿Aquí? - la soltó con cuidado y luego dirigió dos dedos a la zona trasera adolorida - ¿O Aquí?

- Segundo. - indicó Hyde sin mirarlo, Sakura le sonrió. Había cierta burla en sus ojos pero hizo el esfuerzo de reprimirla.

- ¿Quieres continuar? Puedo seguir…

- Quiero… - interrumpió Hyde – Tú tocándome... y a ti, es decir... juntos.

El batero le dio una mirada suave y luego le beso la mejilla, se retiró para quitarse la ropa interior y luego volvió a acomodarse sobre Hyde, cubriendo a ambos con las colchas.

- Tonto romántico. - susurró Sakura cerca de su oído mientras alineaba ambas erecciones con la mano. Hyde sintió lo mucho que le ardía el rostro, no solía permitirse ser tan sentimental y a veces era egoísta en la cama, especialmente no solía preferir esta práctica que podía hacer el mismo en solitario, pero quería abrazar a Sakura cuando el orgasmo lo encontrara. Escucharlo cerca de su oído y besarlo, que fue precisamente lo que hizo cuando el primer suspiro escapó de los labios de este. Sakura era distinto a él en este aspecto, mucho más considerado y silencioso, por lo que quería escuchar sus respiraciones temblorosas tanto como pudiera.

Marcó un ritmo rápido desde el comienzo, probablemente porque él mismo ya estaba tan duro que debía doler. Hyde disfrutó la humedad cálida que se filtró con la suya, el roce de la textura conocida hizo estragos por si misma en su excitación. De manera involuntaria abrió las piernas y lo rodeó con ellas, no estaba seguro de si debía ser cómodo pero no pareció afectar al movimiento, ambos movían sus caderas para agregar roce al movimiento manual, los dedos de Sakura eran largos y firmes, sujetaba con éxito a ambos y el sonido de la humedad comenzó a hacer eco en la habitación. Hyde gimió y balbuceó un par de palabras dulces que hicieron reír un poco al batero, sin embargo este le besó la frente y la mejilla en cada ocasión.

Ambos estaban encantados de escucharse, podían decirlo por cómo sonreían luego de que alguno permitiera escapar cualquier sonido. Las piernas de Hyde comenzaron a temblar y también sus palabras, Sakura se permitió soltar un par de gemidos mientras lo miraba. Hyde le dio la bienvenida al orgasmo arqueándose con brusquedad y Sakura sostuvo su erección con la mano derecha sosteniendo movimientos más lentos pero firmes con el fin de alargar el orgasmo. El mismo continuó acariciándose con la mano izquierda a un ritmo mucho más rápido mientras contemplaba a Hyde acabar al rededor de ambos cuerpos, entonces fue solo cuestión de tiempo para alcanzarlo. Sakura inclinó su frente en el hombro ajeno manteniendo los movimientos de ambas manos y tembló mientras el orgasmo lo recorría, balbuceando el nombre del otro una y otra vez hasta que no pudo hablar más, solo entonces Hyde usó gran parte de su fuerza para tomar su peso muerto sobre él y acomodarlos a ambos de perfil en la cama y abrazados.

- Chico fuerte - medio elogió medio bromeó Sakura.

Estaban respirando de manera agitada, con temblores que se extendían por los muslos de ambos, los fluidos se sentían tibios pero aún así se apretaron con fuerza el uno al otro. No hubieron palabras. Ninguna palabra más hasta que Sakura se durmió.


Hyde permaneció despierto sintiendo la respiración del batero rozarle el cuello, tenía enormes ganas de llorar de tristeza, alivio y esperanza, pero nuevamente se repitió que no debía ser codicioso. No con Sakura.


- Hide... - de repente escuchó a Sakura llamarlo, iba a contestar pero entonces él otro volvió a hablar – Hide… Hide.

- Estoy aquí – susurró a pesar de estar seguro que el otro debía estar hablando en sueños, era algo que le sucedía antes cuando acumulaba demasiado estrés.

- Hide, te amo.


Hyde se levantó un poco para mirarlo correctamente, la luz de la lámpara impactó en el rostro dormido de Sakura, parecía relajado, incluso tenía los labios entreabiertos.


- Te amo – repitió, esta vez con una gota de saliva recorriéndole la mejilla. Hyde la limpió con el dedo y volvió a su posición. Lo abrazó con cuidado.

- También yo. - susurró con una sonrisa enternecida.


Tal vez, debía permitirse agradecer la existencia de que alguien, que lo conocía tan bien, pudiera amarlo por lo que es. Especialmente porque él amaba profundamente a esta persona.


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Por la mañana Hyde se dio una ducha en la habitación de Sakura mientras este dormía, comió gran parte de las chucherías de su maleta y las otras se las metió a los bolsillos. Le dio un beso al batero dormido y lo arropó antes de salir. Cuando llegó a su propia habitación acomodó sus pertenencias y salió del hotel sosteniendo una maleta con un llavero de oso colgando de ella.
















martes, 3 de marzo de 2020

Drabble: ¿Cómodo?

Estaba exhausto, no dejaba de suspirar mientras arrastraba sus pies por las escaleras. El haber tomado un baño luego del concierto había asesinado sus pocas energías de continuar con vida.

Sakura abrió la puerta de su habitación y miró el bulto en la cama. En medio de la oscuridad se quitó las botas, los pantalones, la campera, la playera y los calcetines, y luego se metió en el espacio desocupado de la misma. A medida que levantaba las sábanas vislumbraba un poco más de Hyde, durmiendo tan enroscado sobre sí, que Sakura no pudo evitar pensar en un camarón.

El batero se acomodó de lado dándole espacio al camarón enroscado, pero una vez Hyde percibió otro cuerpo cerca de él, se acercó olfateando aún con los ojos cerrados. Cuando pareció estar seguro de a quién pertenecía aquel olor comenzó a acercarse y acercarse, cada vez más hasta acomodar su cuerpo casi por completo sobre el de Sakura.

El bastero apretó los labios y frunció el ceño.

-          ¿Cómodo? – susurró en la oscuridad quedándose quieto, tenso, y usando sus músculos para sostener la mitad de su espalda en la cama y la otra mitad en el aire. Si se descuidaba, caerían los dos.

Hyde balbuceó una respuesta, se saboreó los labios, y se acomodó en la misma posición de camarón pero esta vez dejando caer todo el peso de su cuerpo sobre el de Sakura. El batero suspiró nuevamente y espero.

Los minutos transcurrieron, una vez creyó que Hyde había vuelto a entrar en un sueño profundo,  arrastró su espalda en el colchón intentando movilizarse hasta el medio. Le tomó bastante esfuerzo moverse sin ser brusco, evitando despertar al camarón que dormía sobre él.

Ya quieto y más relajado sintió unos cabellos de Hyde rozando su barbilla causándole picazón. Con el movimiento de su mentón inclinó un poco la frente del vocal hacía sí mismo, entonces depositó un beso en la mitad de su frente. Lo abrazó, lo acobijó con las colchas y una vez estuvo seguro y protegido del frío entre sus brazos, Sakura se relajó lo suficiente como para dormir.

viernes, 24 de enero de 2020

One Shot: Irrepetible

Sakura



Viajé hasta aquella ciudad tras las constantes insistencias de un chico que me pedía unirme a su banda. No los conocía, no sabía nada de ellos ni me causaban mayor interés, sin embargo llegué un día antes de lo programado para conocerlos y escucharlos. No les avisé, por lo que estaba solo en aquel simple hostal, la anciana encargada del lugar me recomendó un par de lugares para visitar o simplemente salir a conocer, y aunque ya era tarde preferí salir.

Tenía una idea en mente aprovechando que estaba en una ciudad lejana en donde nadie me conocía; llevaba años negando algo que cada vez estaba más claro para mí, siempre había tenido mis dudas, pero quería confirmarlo. Más bien, lo necesitaba. Había tenido novias con las que tenía sexo, amigas, conocidas y desconocidas con las que también me acostaba, pero todo se resumía a eso; sexo. Ni tan glorioso ni tan sorprendente. Aunque si las había escuchado a ellas opinar bien al respecto, siempre evité decirles que me era monótono para evitar daños colaterales. Simplemente no me causaban el interés suficiente como para querer dedicarles demasiado de mi tiempo. Y con aquellas brazas de pensamientos aún quemándose en mi cabeza llenando de humo todo, me impulsé a que era el momento perfecto para accionar, necesitaba buscar ese alguien que me quitara todas las dudas sobre mi sexualidad.

Caminé por varias calles buscando el lugar perfecto, y aunque no tenía definido qué era lo que buscaba, si tenía claro lo que no buscaba, por lo esquivé los bares y antros con puertas cerradas, evitando alguna experiencia aventurera que me espantara y me hiciera volver a la hostal traumatizado. Sabía que si buscaba atreverme a dar un paso a una nueva experiencia debía buscar un lugar en donde pareciera que estuviera alguien que me podría gustar y no alguna ranciedad dispuesto a pegarse o cobrarle a cualquiera. Quería encontrar a alguien que me despejara las habituales dudas: ¿Atracción o admiración? ¿Me gusta realmente o quiero ser como él? Preguntas que me habían hartado por la cantidad de veces en que no había podido responderlas con la firmeza necesaria para convencerme.

En cuanto pasé fuera de uno que me pareció con buena pinta, noté un chico que me miraba de manera extraña desde el pasillo de la entrada. Me causó rechazo y terminé huyendo antes de entrar. 

Taché de mi lista las entradas con pasillos largos.

Llegué a un local iluminado, desde fuera se veía una barra y el típico casillero para guardar pertenencias, me pareció seguro y entré con las manos en los bolsillos intentando pasar desapercibido. Pero ni mi altura ni mi manera de caminar ayudaron, la misma chica del vestidor me guiño el ojo. Para mi sorpresa el ambiente era agradable, había más mujeres que hombres, pero el lugar y sus colores prometían diversidad. No me incomodó estar solo en la barra ni era el único solo en ella, pero para mi desilusión, por más que observé las caras de los hombres que me rodeaban e incluso los que estaban más lejos, nadie despertaba atracción en mí. No pensaba esperar a que me sirvieran de la barra el trago que había pedido, me iba a ir, hasta que en cuanto me puse de pie lo vi entrar... Era bajo de estatura, llevaba una camisa blanca y unos jeans ajustados, traía en su mano la llave del casillero, y con la otra se sujetaba el largo cabello detrás del rostro. Era femenino a simple vista pero no parecía serlo de actitud, lo miré fijamente mientras junto a otro chico de cabello corto se acomodaban en el otro extremo de la barra. 

Ya lo tenía. ¿Era admiración o deseo? Lo averiguaría.

Mi pedido llegó y fui consciente de lo lento que lo bebí, no había comido desde temprano y no podía permitirme emborracharme y perder la oportunidad. El chico se puso de pie pasando por mi lado, me miró como se mira a cualquiera sin percatarse realmente de mí, y luego volvió a dirigir la mirada de forma más analítica. Me observó de pies a cabeza, pero escapó de mis ojos en cuanto nuestras miradas se toparon nuevamente. Pareció… intimidado.

 Pasó un largo rato en que lo vi saludar más gente, al parecer era conocido en el lugar. Permaneció con el mismo chico de cabello corto negro, entonces decidí acercarme, pedí una cerveza y me senté junto a ellos escondiéndome, aunque sabía que ya me había notado cerca como un acechador. Podía escucharlo:

-          Es triste pensar en que esta es la despedida… muchas gracias Pero, fueron buenos años – le sonrió al pelinegro, que parecía algo avergonzado e hicieron un brindis. Decidí alejarme para evitar asustarlo demás, y aunque busqué otra persona que me fuera atractiva, la verdad nadie se le comparaba.

Desde el segundo piso lo miré notando que buscaba a alguien con la mirada, no creí que fuera a mí hasta que aparecí en su campo visual y avergonzado volvió a escapar de mis ojos. Mi esperanza apareció, no le era indiferente.

Transcurrió un largo rato en que aburrido di vueltas por el lugar, había pasado tanto caminando a su alrededor que me resultaba extremadamente antinatural acercarme a él, por lo que decidí que mejor me marchaba al hostal, de todas maneras tenía hambre y con el malhumor que eso me brindaba me rendí. Antes de marcharme le dirigí una última mirada que por casualidad coincidió con una suya en mi dirección, y fue como si hubiera comprendido que me marchaba, porque se puso de pie sin pensar y caminó hasta los casilleros que estaban junto a la puerta, precisamente donde yo iba. Durante todo el transcurso en que caminamos hasta allí nos miramos.

En cuanto llegué al casillero dudé de si hablarle o no, pero no tuve que esforzarme demasiado porque torpemente un par de monedas cayeron del bolsillo de su chaqueta cuando la tomó del casillero. Las recogí.

-          Dicen que es de mala suerte tirar el dinero – dije estúpidamente. Sus ojos me analizaron nuevamente, pero esta vez no bajó la mirada de mi rostro.

-          También dicen que no se pueden confiar en la gente supersticiosa.

-          ¿Ah sí? ¿Qué tienen? ¿Pactos con demonios? – se rió, creo que pensó en una respuesta pero no se atrevió a decirla. A pesar de ser notoriamente atractivo probablemente para cualquiera, sus gestos eran tímidos, hasta parecía un poco nervioso. Luego recordé que yo llevaba horas acechándolo y no debí darle demasiadas vueltas al por qué.

-          No te había visto por aquí – se colocó la chaqueta que realmente no le cubría demasiado, dejaba su cuello expuesto con aquella camisa sin botones altos. Su pecho lucía su delgadez.

-          Soy de Tokio, es primera vez que vengo.

-          Ah… ya veo. ¿Ya te ibas?

-          Sí… me dio hambre – admití sin vergüenza. Se rió y levantó las cejas un poco impresionado por mi sinceridad.

-          No te vayas aún, en media hora este lugar se pone mejor.

-          ¿Ah, sí? – no sé qué vio en mí que lo hizo morderse el labio con cierta actitud coqueta que me descolocó y me sacudió las dudas. La respuesta que más temía comenzó a tener más fuerza.

-          Te invito un aperitivo si te quedas – su propuesta me hizo sonreír. Concluí que también le gusté, no tenía razones para ser amable hasta ese extremo.

-          Entonces me quedo – intenté darle mi mejor sonrisa, pero bajó la vista con el ceño fruncido. No supe como tomar aquello - ¿Dije algo?

-          No… es solo que… tienes una mirada muy… potente.

-          Potente… - repetí mientras pensaba en lo que había dicho- ¿En qué sentido? – caminé junto a él hacía la barra. No nos topamos con nadie de camino, por lo que pude mirarlo mientras le preguntaba.

-          Entregan un mensaje… claro sobre ti… Creo que estoy sonando supersticioso – rió y yo también, pero no dejaría escapar lo que dijo.

-          ¿Y qué te dicen? – esperaba un juego de seducción o tal vez uno de palabras, pero su respuesta me pareció aterrizada.

-          Preocupación y agresividad – me dijo mientras se sentaba, me senté junto a él. Solo entonces noté que su amigo ya no estaba.

-          ¿Y tú amigo?

-          Tuvo que irse con algo de prisa, me iba a ir yo también pero… conseguí compañía así que… - levantó sus hombros restándole importancia. Quise volver a preguntarle por lo que había dicho sobre mis ojos, pero me avergonzó parecer demasiado interesado o tener que explicarme si es que concebía en darle la razón,definitivamente era perceptivo, pensé en cuidarme un poco de él. Pidió aperitivos para los dos - ¿Qué hace un chico de ciudad en esta parte del país?

-          Vine por algo en específico y probablemente me marche mañana por la tarde en cuanto lo termine – quise ser sincero y dejarle en claro que tal vez no nos volveríamos a ver.

-          Mm… espero no seas un traficante de drogas, me daría mala fama que me vieran contigo.

-          ¿Eso parezco? – rió avergonzado. Nos dieron nuestras botanas.

-          Francamente no tengo idea como se vea un traficante, pero dudo sean así – mordió un trozo de queso con cierta lentitud mientras me miraba.

-          ¿Así? – hice lo mismo que él.

-          De atractivos – la mano que tenía libre la escondí en mi bolsillo para apretarla de nervios. Extraño, las mujeres no me solían poner nervioso, pero él sí.  Se rió de sí mismo y continuó comiendo algo rápido para mi sorpresa, así que sin miedo comí tranquilo demostrándole que también tenía hambre. De pronto los dos estábamos callados comiendo en silencio, algo poco habitual en cualquier cita que hubiera tenido con alguna chica. Bebí mi cerveza.

-          Me gusta tu cabello.

-          Gracias… suelen confundirme con una chica porque está demasiado largo…

-          Está perfecto – le dije mientras me atrevía a estirar una mano para acariciarlo, era suave y el olor a shampoo desprendió en cuanto lo moví. De pronto bajaron las luces del lugar y le subieron volumen a la música haciendo de la conversación algo imposible, entendí a lo que se había referido con que en media hora el ambiente cambiaba, pero mi preocupación entonces fue otra.

-          ¿Pasa algo? – preguntó cerca de mi oído por mi reacción.

-          No soy muy bueno bailando – admití con una sonrisa realmente avergonzada, él soltó una risa nerviosa.

-          Yo tampoco, pero qué más da– pareció sincero.

-          Tienes razón, nadie aquí podrá burlarse de mí luego… O eso espero… - entrecerré los ojos para mirarlo con sospechas.

-          No me burlaré, cuando me veas bailar entenderás por qué no tendría derecho– me reí sin creerle que alguien bailara peor que yo. La gente comenzó a apilarse en la pista de baile, nosotros terminamos nuestra cerveza sin poder hablar por el ruido, lo miré a detalle nuevamente aprovechando la cercanía: sus facciones eran sumamente finas, su nariz, sus labios, sus pómulos, su mentón, eran como dibujos. Y más llamativo aún eran sus ojos grandes. Él pareció hacer lo mismo en unos segundos pero escapaba de mi mirada.

Dejamos las latas vacías sobre la barra y se puso de pie, tomó mi mano en un acto que me dejo impresionado, sin embargo no lo sentí extraño ni antinatural, se sentía como tomar la mano de cualquier chica que me guiaba hasta la pista de baile. Claro que jamás alguna me había convencido de humillarme a tal grado.

En cuanto me soltó nos acomodamos en un pequeño espacio entre la gente, nos miramos y nos reímos. Realmente ninguno parecía seguro de cómo comenzar, entonces me acerqué a él para preguntarle algo cerca del oído, lo primero que se me ocurrió solo para dejar de estar de pie con una cara boba.

-          No te he preguntado tú nombre… - casi le grité, me sonrió y se acercó a mí oído para responder, pero fue astuto en enredar sus dedos en mi cabello y sostener mi nuca mientras me respondía, imponiendo una cercanía que me aturdió. 

-          Hideto. ¿Y el tuyo?

-          Yasunori – respondí antes de que se apartara. En esos leves segundos en que estuvimos muy cerca pude sentir su aliento a licor rozar mis labios y estuve seguro de que también sintió el mío. Cada vez me era más obvio lo que tanto quería saber; deseaba besarlo.



Comenzamos a movernos de manera extraña mientras el ritmo nos guiaba de derecha a izquierda. Realmente bailaba tan mal como yo, me reía de él y de mí mismo por lo que realmente comencé a reír más de lo usual. A nuestro alrededor habían varias parejas de hombres por lo que no llamamos la atención. De pronto estiró sus manos hacía mí para que lo siguiera en su intento de bailar y así lo hice. Me desconocí a mí mismo mientras intentaba seguirlo, era completamente inusual para mí hacer ese tipo de cosas, más aún disfrutar la vergüenza. 

Llevábamos al rededor de una hora entre movimientos ridículos, miradas divertidas y acercamientos provocativos, él se acercaba lo suficiente como para hipnotizarme y lograr que mis ojos se posaran en sus labios, jugaba un poco y se alejaba. Caí en su juego de provocaciones con total conciencia y me vi sumamente excitado y deseoso de besarlo a tal grado que cuando se acercó una de las tantas veces, tomé su rostro y lo besé, sin permitir que pudiera separarse de mí. Aunque la respuesta fue tal, que no sé que hizo ni el más mínimo intento por ello.

Una vez nuestros labios se tocaron no volvieron a pasar más de cinco segundos alejados del otro, como si estuviéramos solos lo toqué con cierta prisa que fue reciproca. Sus manos sujetaron mi rostro a centímetros de él de modo que a ratos me dejaba sin aire, haciéndome sentir más acalorado de lo que fue la mejor de mis expectativas. Nuestras manos se enredaron en un pequeño juego de toque y defensa; él quería tocar más de mí, yo quería tocar más de él, pero no era el lugar adecuado para eso.


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Me guió por un pasillo largo hasta llegar a lo que parecía una bodega, probablemente nadie la había limpiado en meses, el polvo era visible en el aire, pero aquello no me detendría. El chico me miró algo inseguro del lugar.

-           Lucía mejor en mis recuerdos – susurró. Me reí realmente divertido aunque un poco nervioso, de todas maneras al no conocerme sabría que no lo notaría del todo. Me quité la chaqueta de cuero y la arrojé al suelo, y él sorprendido sonrió antes de recostarse sobre ella. Lo que probablemente más me gustaba a medida que avanzaban los minutos era que no necesitaba ser explicito con nada, él lo entendía todo. Me recosté sobre él sintiendo un poco de frío pero en cuanto se inclinó para besarme con la misma intensidad que antes, lo olvidé. Tenía un olor tan agradable que me cegaba. Rodeé con mis dedos su cintura y lo mantuve frotando nuestras caderas a través de la ropa: era agradable el roce, su garganta vibraba de una manera provocativa. A regañadientes me alejé de sus labios cuando los segundos transcurrieron y no logró a pesar de sus esfuerzos desabrochar el cinturón de mi pantalón, por lo que debí ayudarlo, y para evitar temores, nerviosismo y enredos de ropa, me quité todo de un solo tirón, dejé la ropa cerca de mi campo de visión por si necesitábamos escondernos o tal vez arrancar de allí en algún momento. El chico parecía inquieto, ansioso, sus manos como decidiendo elegir qué tocar primero, finalmente se decidió por agacharse y llevarse mi erección a la boca sin previo aviso.

-           Aah… - coloqué mi mano sobre su cabello y la presioné con fuerza pero no lo jalé. Para mis adentros debí obligarme a controlarme, estaba perdido en mi propia excitación. Era atractivo de una manera femenina sin ser abusiva, sus gestos eran traviesos con un tono inocente, incluso si lo hubiera conocido antes, tal vez me hubiera atrevido a hacer algo con él – Aaaah… - rozó la lengua con agilidad por la punta de mi entrepierna, un escalofrío me recorrió. A ratos él miraba la puerta, me agaché para besarlo cuando se alejó de mi erección pero noté cierta prisa con la que se quitó la parte inferior de la ropa. Permaneciendo con su camisa, se volteó y se sentó sobre mí, no pude verle demasiado de su cuerpo desnudo, pero no perdí tiempo jalando su camisa y cuando la piel de su espalda fue expuesta tan cerca de mis labios, besé con necesidad su cuello y lo mordí mientras mis manos le recorrían la cintura. Si no quería quitarse toda la ropa, no se lo permití. Arañé el paso hasta sus abdominales y bajé de inmediato hasta tomar su erección entre mis manos.

- Hum… - comenzó a moverse sobre mí. Se frotó a tal modo que comencé a temblar mientras lo estimulaba y siendo ansioso, me susurró entre un gemido – Mételo.

Agradecí que me diera la espalda, que estuviera oscuro y que no me conociera lo suficiente, porque no estuve seguro de cómo proceder. Había leído que era necesario dilatar, estimular, humedecer, pero al ansioso chico que estaba sobre mí pareció no importarle cuando él mismo ajustó mi erección en su entrada.

-          ¿Estás seguro de que esto quieres? – preguntó al notar mi falta de acción.

-          Sí – dije de inmediato – Lo siento, estaba pensando en sí era necesario usar protección – mentí. Realmente no había pensado en ello hasta el segundo en que mi boca lo dijo.

-          Oh… hazlo… sí, hazlo – repitió como si hablara más para sí mismo – Con el calor del momento, realmente no pensé en eso. Perdona– me reí despacio, no tenía derecho a burlarme de él si yo tampoco estaba pensando con claridad. Rebusqué en mi chaqueta y quité un condón del bolsillo, lo puse y gracias al lubricante que traía, una vez Hideto se sentó sobre mí, mi erección se deslizó con facilidad en él. 

     Apreté sus caderas ensimismado por la sensación. Por un segundo fui consciente de la fuerza en ello y quise disculparme, recorriendo un camino de besos por sus hombros, entonces él comenzó a moverse con la prisa de alguien que teme ser descubierto en cualquier minuto y que no está dispuesto a detenerse antes del orgasmo. Se movió de tal manera que me escuché a mí mismo balbucear y gemir, algo inconcebible y bochornoso con alguna mujer. El gemía fuerte a ratos, murmuraba que me apresurara a pesar de que era él quien llevaba el ritmo y el control de la situación, o ese fue el caso, hasta que su cansancio fue notorio.

Me levanté y sin que tuviésemos la necesidad de aclarar nada, se apoyó en sus rodillas y sus manos dejándome el poder de moverme a mí antojo. Esta vez pude escucharlo gemir más, suplicar y ver sus temblores. Tenía un cuerpo bonito, me tomé el tiempo de recorrerlo con las manos una y otra vez mientras él estaba debajo de mí.

El silencio retumbó en el lugar cuando se hizo una pausa entre una canción y otra, solo entonces escuché del sonido de nuestros cuerpos al chocar, los gemidos y las respiraciones de ambos. Jamás actué tan escandaloso en el sexo, y aunque quería abofetearme a mí mismo porque debía guardar silencio en ese minuto, no fui capaz, mi cuerpo no respondía, simplemente era un reflejo de los actos, sugerencias y súplicas del bonito chico que se movía entorno a mí.

Cuando otra canción comenzó, lo sostuve del cabello y me moví con rapidez. Llevábamos un rato en aquella tarea, el sudor ya era evidente en ambos y los temblores de sus piernas me habían provocado al punto de que quería verlo terminar mirándome a los ojos. Lo giré dejando su espalda recostada sobre mi chaqueta, y esta vez me incliné sobre él, sus piernas me aprisionaron y volví a moverme. Sus brazos en mi cuello me empujaron hacía él hasta que mi rostro se hundió en su clavícula izquierda y pude escuchar sus palabras sucias cerca de mi oído. Solo levanté la mirada cuando los temblores se hicieron presentes en todo su cuerpo y él líquido que salió de su erección mojó mi abdomen y él suyo, su boca entreabierta fue inmediatamente atrapada por la mía mientras me moví a gusto, terminando dentro de él con una fuerte estocada que me hizo sentir la cabeza bombear. Permanecimos quietos, me dejó recostarme sobre él mientras nuestras respiraciones bajaban de tono.

-          Podrías… darme tu número de teléfono – sugerí algo dubitativo al mirarlo. Le limpie un poco de sudor con mi mano.

-          ¿Me quieres volver a ver? ¿No dijiste que eras de Tokio? – su tono fue juguetón, me impresionó como aún despeinado, sudado y sonrojado por lo que acababa de ocurrir aún podía verse sumamente atractivo. Definitivamente había tenido suerte al encontrarlo.

-          Soy de Tokio, pero creo que debería comenzar a viajar más seguido – él se rió al escucharme.

-          Si ese es el caso… Si puedes encontrarme por casualidad la próxima vez, te prometo algo mejor que esto- ¿Mejor? ¿Se podía algo mejor?

Suspiré un poco desilusionado. Osaka era grande y quedaba bastante lejos de mi ciudad, si me aventuraba a buscarlo algún día probablemente no lo encontraría, aún sabiendo que él solía recurrir ese lugar. Creí que su promesa era un intento por despedirse de mí para siempre. Antes de permitir que la herida se estableciera, me recordé que yo ni planeaba volver ni debía ligarme con alguien a quien no conocía en absoluto. Probablemente si buscaba más de él, terminaría por encontrar algo que no me gustaría, sería mejor dejar la ilusión de un encuentro fugaz y apasionado como lo que fue y nada más.

-          Mañana tengo que levantarme temprano así que debería irme- planeé a modo de fuga.

-          Ah, cierto. ¿Mañana también estarás en la ciudad? 

-          Ocupado – respondí esta vez. Me notó refunfuñado, por lo que rió un poco antes de darme un beso rápido y se removió para ponerse de pie.

-          Bueno… bueno… - se vistió con agilidad y sacó la llave del casillero de su bolsillo. Comenzó a jugar con ella entre sus dedos mientras me miraba vestirme – Ya me voy, espero que tu primera vez haya sido…  irrepetible.

Lo miré boquiabierto.

-          ¿Cómo…? – se rió y apretó los labios, se acercó nuevamente y me sonrió desde cerca, como si nada hubiera pasado entre nosotros. Volví a sentir como si viera su rostro por primera vez, me cegó.

-          Estabas un poco nervioso, y asumo que alguien como tú no es virgen… de mujeres al menos– fruncí el ceño.

-          ¿No me estás intentando decir que estuvo…? – no creí posible ni amigable con mi dignidad que yo pudiera calificar tan bien un encuentro y la contraparte no.

-          No, no… solo… espero que hayan más ocasiones, así que encuéntrame– dio un salto para besarme la mejilla y cuando se separó, yo me incliné para besar la suya a modo de despedida.

-          Podrías darme una pista si de verdad quieres que te encuentre.

-          No, no, no – negó encaprichado – Tiene que ser casualidad, el destino, el destino – movió la mano mientras se alejó por el mismo pasillo por donde llegamos.

-          Oye,  Hideto... – se volteó deteniéndose a cierta distancia de mí – No se puede confiar en la gente supersticiosa – le dije antes de que volviera a caminar riéndose un poco mientras salía.

Suspiré cuando me quedé solo en el oscuro y sucio lugar, aún el corazón me latía con fuerza y estaba un poco aturdido por la experiencia, pero ya tenía todas las respuestas que buscaba.



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Por la mañana el chico de la banda me fue a buscar hasta la hostal. Hablaba bastante, parecía entusiasmado, o probablemente notó que yo no y quería llevar la conversación por los dos. Nos reunimos con el guitarrista en un restaurante y al parecer el vocalista estaba atrasado. por lo que ordenamos sin él.

Les fui sincero y les dije que realmente no buscaba mantenerme de forma permanente en una banda, y estaba en medio de mi discurso cuando de pronto el vocalista hizo su aparición y mi discurso quedó a medias.

Llevaba un jean negro y un suéter rojo que le quedaba bastante grande, su cabello largo caía a cada lado de su rostro y sus grandes ojos estaban concentrados en mí. Sí en algún momento creí que era una broma noté que no, porque su impresión era un reflejo de la mía.

-          ¿Hideto? – mi propia voz sonó extraña a mis oídos.

-          Sakura – contestó aún sin terminar de creerlo.

-          ¿Se conocen? – preguntó el bajista. Tragué saliva sin estar seguro de qué responder, lo miré esperando que él lo hiciera pero sus ojos parecían tan alarmados como los míos. Como mentir ya no encajaba, solo quedaba decir la verdad a medias.

-          Nos conocimos anoche. Salí a recorrer la ciudad y nos encontramos.

-          Exactamente – confirmó él, y con familiaridad se sentó junto a mí y me dijo sin pudor en frente a los demás – Ya que ésta es una casualidad, no me quedará de otra que cumplir.

-          De hecho, tendrás que hacerlo – acepté con una sonrisa al entender sus palabras. Las otras dos personas en la mesa se miraron confundidas, pero toda preocupación fue desechada cuando llegó nuestro pedido.

-          Tendré que hacerlo… - susurró más bajo, con una sonrisa coqueta en los labios que fue solo para mí.