lunes, 17 de junio de 2019

Extra Matices: Samurai de visita



Los gatitos feos se estaban comportando de manera extraña.

Había aprendido algo de Gatito feo dos: cuando maullaba, él llamaba a mi Gatito feo uno “Hide”, y a mí “Samurai”.



Gatito feo Hide solía dejarme solo en casa. Además Gatito feo dos se la pasaba en las calles, desaparecía cuando quería y luego volvía a comer a mi cocina, sin pedir permiso ni disculpas. A Gatito feo Hide le salía agua por los ojos casi todas las noches, me abrazaba y me acariciaba mucho, pero lo sentía triste, y había concluido que su tristeza era porque Gatito feo dos era un callejero. Yo lo consolaba, aunque a veces mis caricias no bastaban.

Una noche, Gatito feo Hide se volvió loco y comenzó a guardar todos mis juguetes en cajas, luego Gatito feo dos lo ayudó a robar mis muebles y subirlos a una máquina  mágica que se movía rápidamente por las calles. Como si fuera poco, luego me robaron a mí en mi caja para paseos.

En el último tiempo ambos se comportaban de manera extraña, cuando estaban juntos me ignoraban y eso no me hacía feliz, pero luego los veía lavarse mutuamente los hocicos y me alegraba de no ser parte de sus muestras de afecto. A veces creía que parte de ser Gatito feo era ser sucio. Sus actitudes extrañas me confundían, aún más cuando me subieron a aquella maquina mágica y por muchas horas no nos detuvimos, tuve miedo porque Gatito feo dos comenzó a maullar de forma escandalosa cuando comenzó a salir ruido y a saltar como si lo estuvieran torturando aunque nadie lo tocaba. Gatito feo Hide se le sumó, se movía como si tuviera espasmos… tuve miedo de que la máquina mágica me hiciera actuar de aquella manera a mi también, pero al parecer, sólo le afectaba a los feos.

Cuando la máquina mágica se detuvo, vi una casa gigante con muchas puertas y ventanas. Mi Gatito feo Hide me llevó dentro de lai caja de viajes hasta una de aquellas puertas y entramos en un lugar que olía a gatos desconocidos. Muchos olores que no conocían llegaron hasta mí haciéndome infeliz, y Gatito feo Hide se dio cuenta. Me acarició para mantenerme tranquilo junto a él. Luego volvimos a salir y nos subimos en la máquina mágica. Nunca tuve tantos paseos en un mismo día.

-          No te preocupes, Den ha tenido gatos, sabe cuidarlos. Además será sólo por un rato. – Gatito feo dos parecía consolar de alguna manera a Gatito feo Hide, él me miraba dudoso. ¿Qué harás? Quería preguntarle. Su mirada me inquietaba.

Nos detuvimos en otra casa con muchas puertas, esta vez eran menos escaleras.

Cuando Gatito feo dos tocó la puerta debimos esperar un rato, yo comencé a jugar con los mechones de pelo que veía de Gatito feo Hide. El olor característico de su cabello me gustaba, aunque no olía mejor que yo.

De pronto un gato igual de feo que ellos sólo que con cabello negro corto, abrió la puerta.

-          Hola Ryo. – el Gato feo negro abrió los ojos sorprendido y nos analizó. Me engrifé, no me daban confianza los gatos desconocidos, mucho menos los feos.

-          ¿Sakura? Hola… - su sonido era extraño, era más agudo que la voz de Gatito feo dos.

-          ¿Y Den?

-          Está en la cocina. Pasen por favor… - el Gato feo de cabello negro nos invitó a pasar haciéndose a un lado, mi Gatito feo Hide levantó la jaula para mirar si estaba bien y luego entramos.

Una patada de olores llegó a mí, olores desconocidos. Odiaba eso.

-          ¡Den! ¡Sakura está aquí! – Gatito feo dos se volteó a mirar a mi Gatito feo Hide  mientras el otro de olor desconocido desaparecía por el lugar. Esas miradas no me gustaban, solían mirarse así antes de lavarse los hocicos.

-          Oh, Sakura – otro gato con el cabello cobrizo y hocico grueso apareció.

-          Hola Den, ahora que están los dos quiero presentarles a Hi… Hyde.

-          Oh… - el último gato aparecido le sonrió a mi gatito feo Hide, yo gruñí. No quería que se le acercaran. – Es un gusto, Sakura nos ha hablado mucho de ti.

Gatito feo Hide no maullaba como ellos pero estiró su pata y tocó la del otro gato, luego hizo lo mismo con el gato que nos abrió la puerta.

-          Así que éste es tu chico.

-          Y éste es el tuyo, Ryo – Gatito feo dos le dio una respuesta rápida y con un dedo pinchó la pancita de su gato amigo, los dos gatos desconocidos se pusieron de color rojo. Que feo era no tener pelo… Yo intentaba mirar a mi Gatito feo Hide, quería ir a casa, así que maullé para que me diera atención.

-          ¿Y ese gato? – el feo de hocico grande me miró a través de mi cajita de paseos.

-          Ah, esto… para eso los necesito… - Gatito feo dos se rascó su poco pelo, ¿no me digas que tienes pulgas en el poco pelo que tienes? Si existía un Dios, éste debía odiarlos. – Hyde y yo iremos a buscar un departamento, se mudará a Tokio – los gatos le sonrieron y Gatito feo dos tartamudeó – No me miren así, no se mudará conmigo, pero necesito que cuiden de Samurai por el día… Sólo serán un par de horas.

-          ¿Samurai? – el peligro no parecía feliz, yo lo miré, ese era mi nombre.

-          Es el gato.

-          Está bien… de todas maneras planeábamos quedarnos aquí toda la tarde. – el chico de pelo cobrizo me observaba mientras hablaba.

-          ¿Haciendo qué? – preguntó Gatito Dos incomodando nuevamente a los otros.

-          Ya déjanos y váyanse, ¿no que tendrían un día ocupado?  - se rieron todos de la reacción del gato feo con cabello negro.

Gatito feo Hide tomo la caja a la altura de sus cara y me sonrió con ojos preocupados, me preocupé también. Luego le dio mi cajita de paseos conmigo dentro al gato de labios gruesos y cabello cobrizo.

-          Den, cuídalo mucho – le pidió Gatito Feo Dos. Yo los miré con desesperación. ¿Por qué me alejaban de ellos? Gatito feo Hide se agachó y me observó con una sonrisa que parecía querer tranquilizarme y así fue, pero entonces me dio la espalda, y no entendí nada. Caminaron hasta la puerta lejos de mí.

¡Vuelvan! ¡No me dejen aquí!

Maullé fuerte pidiéndoles atención, Gatito feo Hide volteó a mirarme preocupado, pero no caminó de vuelta a mí.
Vuelve…

-          Solo serán unas horas… ya se le pasará el miedo, vayan tranquilos – le dijo el gato de labios gruesos.

-          Gracias Den – Gatito feo dos empujó un poco a Gatito feo Hide para que saliera del lugar

¡No! ¡Vuelve! ¿Por qué me dejas aquí? ¿Qué hice?

La puerta se cerró y poco a poco su olor comenzó a disminuir. Respiré agitado, tenía miedo, la única vez que me alejé de él casi morí en un agujero oscuro con mucha hambre y frio. Maullé.

-          Tranquilo pequeño… – el gato de hocico grande dejó mi cajita para paseos sobre el sofá y la abrió – Yo tuve un gato que cumplió 14 años y luego partió… tal vez aún sientas su olor por aquí, pero descuida, nadie te hará daño.

-          Den, pareces enfermo hablándole al gato.

-          Cállate Ryo, he leído que las voces tranquilas los calman y se ve muy asustado.  – el gato con pelo negro asomó su cara parar mirarme, me escondí más. Aléjense de mí.

-          Pues yo lo veo más gordo que asustado.

-          Se ve bien cuidado – el de hocico grande no dejaba de sonreír - ¿Qué es esto?

-          ¿Qué cosa?

-          La caja de transporte tiene un compartimiento secreto, mira – sentí un sonido salir del techo de mi cajita de paseos, trate de esconderme más, pero no podía – Oh, es como un bolsillo dentro de la caja – de pronto vi que sacó unas latas de mi cajita de paseos, MIS LATAS. Las favoritas. Era un sucio ladrón.

-          Oye… ¿Qué es ese olor?

-          ¡La comida!







Habían dejado comida de mis latas servida en un platillo que no era mío, pero el gato feo de hocico grande la metió dentro de mi cajita de paseos, de la que yo no salía ni pretendía salir.

De todo el rato que llevaba allí escuchando sus maullidos distintos a los míos, había aprendido un par de cosas más; el gato de hocico grande tenía nombre como mi gatito feo y como yo, el suyo era Den. El gato de cabello negro corto y voz un poco más aguda, era Ryo. Ambos, al igual que mis gatitos feos, se lavaban los hocicos.

Ya estaba convencido, ser feo y ser sucio era una característica de la misma raza.

Ellos estaban sentados en la alfombra en frente de mí, se apoyaban en el sofá mientras comían.

-          ¿Y qué opinas del chico que conquistó a Sakura?  - preguntó el gato feo Den.

-          Mm… a simple vista pensé que era una chica. No sé si eso cuenta como homosexualidad – se rieron con las bocas llenas de comida, yo me horroricé.

¿Dónde me había abandonado mi Gatito feo Hide?

-          También pensé lo mismo, es atractivo. Y también se ve tranquilo…

-          Tetsu dijo que no hablaba nada, ¿no? – el gato Ryo bebía agua y comía haciendo mucho ruido, igual que como lo hacía Gatito feo dos.

-          Eso dijo… Me pregunto qué habrá sucedido con Akane…

-          Ya podrás preguntarle, pero cuando esté solo. ¿Sabes? Me es difícil hacerme la idea de Sakura… con un chico, ya sabes. Siempre fue quien más atraía a las mujeres cuando salíamos.

-          Si… yo… luego de hablar con él ayer, ya no tengo la misma percepción, sé que realmente le gusta este chico.

-          Bueno si se atrevió a dejar a Akane por él… con lo mucho que se proyectaba con ella… ¿Recuerdas lo seguro que sonaba sobre cómo sería su familia con ella? Sabía hasta donde vivirían. Que difícil debió ser renunciar a todo… debe estar enamorado. – gatito feo Den con su hocico grande sonrió y le dijo.

-          Nosotros también renunciamos a lo mismo supongo, ¿no?

-          Mmm… tú debes estar muy enamorado de mí.

-          ¡Ryo! Ten, come y mantén tu boca ocupada, será mejor. – le tendió una bola de arroz con sus palitos y alimentó a gatito feo Ryo, éste la comió sin muchas ganas mientras yo sí terminaba gustoso mi comida.

-          Tengo hambre de otra cosa…

-          ¿Qué? – gatito feo Ryo se rió, tomó su comida y la del otro gato sobre la mesa y luego le lavó el hocico. El otro gato respondió haciendo lo mismo y lentamente se recostaron juntos en el sofá. Yo los miré sorprendido al notar que respiraban raro, tal vez estaban enfermos.

El gato Ryo se acostó sobre el gato Den tal como yo lo haría sobre la panza de mi Gatito feo Hide, pero como este gato era grande, lo aplastó. Pareció que quiso disculparse lavándole la boca y acariciándolo con sus patas, pero el gato feo Den se quejó, quizás su lengua le raspaba.

-          Aaaah… Ryo tienes las manos frías…

-          Mmm… es lo único frío.

-          Oye… ¿Cómo es que te colocas así tan rápido?

-          ¿Así cómo? – el gato feo Den le sonrió con su hocico grande y le lavó la boca nuevamente, esta vez el que se quejó fue el gato Ryo.

-          Mm… - no entendía por qué todos los gatos feos actuaban de esa manera. Comenzaron a quitarse la piel falsa y en un par de minutos sólo veía sus pocos pelos. Ambos tenían más pelos que mi Gatito feo Hide, los observé con atención mientras se lavaban las bocas y se tocaban con sus patas sucias.

-          Den… abre más…  - de pronto vi como a ambos gatos feos les había crecido otra pata y se las acariciaban mutuamente, luego gato feo Ryo metió su pata en un lugar que me resultaba difícil ver.

-          Aaaah… - Gatito feo Den ¿estaba sufriendo?

-          ¿Estás bien?

-          Si, si… muévete… Aaaah…  - sí, estaba sufriendo.

-          ¿Así está bien?

-          Mm… más…  - el sonido de los golpes dados por la patita extra de gatito feo Ryo llegó a mis oídos y no tuve dudas de lo que sucedía, lo estaba castigando.

¡Golpéalo más fuerte, por hacer que mis gatitos feos se fueran!, incentivé. Me acerqué para mirarlos mejor y salí de mi cajita para acomodarme a mirar en el respaldo del sofá.

-          Den… - lo vi morderle el pecho sin pelos, era primera vez que veía un gatito feo mordiendo. Eso sí era justicia.

-          Ahh… Ryo… más… Aahh….

-          Aaah… bésame – se abrazaron y se lavaron las bocas mientras gatito feo Ryo continuaba golpeándolo con aquella pata con un poco más de pelos que las otras.

-          Aahh… aaah… Ryo, aaah… - De pronto creí que era demasiado, si seguía así lo mataría. Maullé para que tuviera algo de consideración con aquel pobre y feo gato. Gatito feo Ryo me miró fijamente y se rió, pero no se detuvo, maullé otra vez. Se rió.

-          Den… el gato no deja de mirar…

-          No, no vayas a parar ahora… aah…

-          Pero el gato…

-          Ignora el maldito gato, muévete, muévete… - sus maullidos de súplica me dieron lástima, pero gatito feo Ryo no se detuvo.

Lo siento gato feo Den, yo intenté ayudar.

-          Den…

-          ¡Aaah! – gato feo Den se inclinó colocando su hocico de una manera muy extraña, me dio un escalofríos, aquel golpe parecía haberle dolido por como tenía espasmos su cuerpo feo.

-          ¡Den! Aaah… aaaah… - de pronto gatito feo Ryo comenzó a quejarse muy fuerte, pensé en que tal vez tenía las uñas de sus patas enganchadas allá dentro o gato feo Den lo estaba lastimando.

Es momento de intervenir.

Me lancé sobre el pecho desnudo de Den y le di un rasguñó a ambos para que dejaran de pelear. No más justicia.

-          Mierda… - gatito feo Den dio un salto mientras vi la pata extra de gatito Ryo muy cerca de mí y la arañé antes de salir corriendo a esconderme.

-          ¡Au! ¡Aah! ¡Me dolió! – los vi a ambos separarse con apuro mientras yo los observaba desde debajo de una mesa.

-          Ryo, me lanzaste semen hasta en el cabello… - le reclamó gatito feo Den mientras se limpiaba una extraña leche que había aparecido de la nada.

-          Lo siento, es que el gato me arañó justo cuando estaba… Ouch, eso dolió mucho…

-          ¿Estás bien?

-          Eso creo… no hay sangre al menos… ¿Qué mierda le pasa al gato?

-          Tal vez quería jugar con tu…

-          No es gracioso Den, me dolió, pudo habérmelo arrancado.

-          Bueno… si su nombre es Samurai.  ¿No era esa una advertencia?

Los ignoré y lamí mis patitas sólo para contarlas, definitivamente los gatos feos tenían una más que yo y esa servía para castigar.

Todos los días estaba aprendiendo algo nuevo de los gatitos feos.