viernes, 30 de marzo de 2018

One Shot: Orión



Hyde permaneció en silencio, sentado en la cama y con la mirada perdida mientras Megumi le reclamaba insistentemente con palabras que casi se elevaban a gritos. Con los años ella se había cansado de reclamar y de pedir lo que consideraba justo, ya no tenía esperanzas de que Hyde pudiera ser un padre y un esposo presente, ni siquiera una compañía momentánea, él se había perdido desde hace años y ella se había cansado de buscarlo. Aun así, había momentos en que se sorprendía así misma albergando esperanzas de que él cambiara y volviera a dedicarle un poco de su atención, aunque lo negaba firmemente, la delataban aquellas discusiones que nacían a costa de las salidas de Hyde, en los pocos días al mes en que podía compartir con su familia, pero el optaba por no estar y aquello no dejaba de causarle dolor.

Se cansó de hablar, entendió que él no la estaba escuchando, su mirada estaba perdida y ni siquiera estaba borracho como para culpar al alcohol de su incomprensión hacía la situación. Ella suspiró, ¿Tenía caso gastarse más en él? No recordaba con precisión en que momento su esposo se fue, solo recordaba que primero se apartó emocionalmente y luego su persona simplemente pasó a ser una visita ocasional en casa. Ya no había sonrisas para ella, solo para su hijo, ya no había besos y casi nunca comía en casa, no le hacía compañía y llevaban años desde que no hacían el amor.  Muchas veces se preguntó qué fue lo que cambió, pero en algún punto de sus análisis notó que nada ocurrió, simplemente él siempre había tenido aquella mirada ausente y aquel peso en la conciencia que lo alejaba a momentos y lo hacía volver con cierta tristeza a ella, que era distracción y consuelo perfecto, pero en algún punto dejó de serlo y él la apartó.

Megumi jamás se dejaba ver débil, siempre sintió que debía ser la personalidad fuerte en la relación, estaba segura de que en algún momento aquello le brindo protección a Hyde, pero también sabía que había sido lo mismo, lo que los arrinconó a esconder sus miedos y a mantenerse callados cuando era necesario hablar.

Decidió bajar la guardia por primera vez en todos los años de casados y preguntar.

 - ¿Puedes decirme que hago para traerte de vuelta a mí? -  No estuvo segura de sí fueron las palabras correctas, pero delataron lo que sentía y el anhelo tan grande que tenía por salvar lo poco que quedaba de un matrimonio que en algún momento fue feliz. 

Hyde la observó con la mirada aún perdida, pareció que repitió varias veces la pregunta en su cabeza y parecía no entenderla o simplemente no sabía que responder, bajo la mirada. Megumi sintió que sus esfuerzos serían en vano y suspiró para controlar un nudo que subió desde su pecho hasta su garganta. No quería llorar, pero se permitió una pregunta más.

- ¿Me amas? - Hyde la miró a los ojos, jamás le había mentido, prefería omitir, pero sabía que esta vez no podría hacerlo. Él suspiró y ella supo la respuesta antes de que él la dijera con total seguridad y tristeza, aun así algo se quebró en ella cuando palabras más honesta de lo que hubiera querido llegaron a sus oídos.

- Nunca lo hice. - él se puso de pie con lentitud, parecía cargar un peso muy grande.

- ¿Entonces por qué? ¿Por qué nos casamos? - Megumi se sentó en la cama envolviendo su estómago adolorido con brazos. Ella sabía que Hyde jamás se lo había dicho, pero por momentos estuvo segura de que aquello era así.

El respondió dándole la espalda. 

- Creí que te quería lo suficiente como para ser feliz contigo, pero... no fui tan valiente... - Megumi no estuvo segura de sí su voz pusiera de su parte para preguntar algo más, Hyde esperó un par de segundos de silencio y luego optó por salir de la habitación, dejando a su esposa sola y con la seguridad de que aquello era un punto final en su historia.


Se arrastró por el pasillo de su casa hasta la habitación de su hijo, que dormía entre varios muñecos de animales que le rodeaban sobre la cama, arrojando algunos al suelo se acomodó junto a él, con cuidado de no tocarlo con su fría piel. Se veía tranquilo, cálido y feliz. Lo único que Hyde lamentaba era su historial de padre, tan escaso, tan ausente, amaba a su hijo y al mismo tiempo estaba seguro de que cualquier imbécil hubiera sido mejor padre que él. 

- Lo siento... - susurró sin encontrarle una solución a su auto decepción. Luego de un par de minutos de mirar su pequeño rostro una y otra vez, se despidió besándolo suavemente en la mejilla. 

No quiso volver a la habitación para buscar un abrigo, aunque la noche estuviera fría, se fue con lo puesto hacía su auto y ya estando en el arrancó con fuerza alejándose de su familia que siempre sintió como una cadena atada con presión a él. En su mente se disculpó con Megumi por haberle gastado años de su vida y haberle concedido el deseo de ser madre, con la total ausencia de su parte. Lo que más odiaba de sí mismo en aquel instante, era que aquella decepción de peso, que arrastraría por quizás cuanto tiempo, no ocupaba el primer lugar en su lista de pesares. 


Un par de gotas cayeron en el parabrisas del auto y Hyde se estacionó en la orilla de la calle mientras veía las primeras pistas de una lluvia que prometía durar toda la noche. Sintiendo dolor en los huesos por el frio, encendió el aire acondicionado, y suspiro varias veces mientras la ansiedad le consumía el pecho, a pesar de la tranquilidad con la que había ocurrido aquella pequeña pero decisiva discusión con Megumi, el estrés emocional parecía comerle el corazón. 

Una sacudida de ansiedad hizo que se ahogara con su propio sollozo y bajo del auto de rapidez para sentir el frio sacudirle el rostro. Respiró un par de veces de forma agitada, el descontrol de sus nervios a veces le pasaba la cuenta.

"Tan carente y tan intenso" pensó enfadado con su corazón, al que culpaba de todos sus desequilibrios en la vida. El mayor de ellos, causado por la imposibilidad de volver a amar.
Observó en frente de él un asiento fuera de una tienda, justamente bajo un tejado protector de las gotas de lluvia. No quería volver al auto por miedo a que la ansiedad volviera a subir y se apoderara de sus sentidos, prefirió el frío que adormecía todo su cuerpo.

Se sentó allí un par de minutos y observó la lluvia, un par de gotas se estrellaban junto a él constantemente y cada vez que una ráfaga de viento pasaba, las gotas le rozaban el rostro, mojando toda su ropa, empapando un poco de su tristeza también. 

Se sentía solo, no de la forma común en que la soledad puede volver antipáticos a algunos y eso los aleja de socializar, al contrario, Hyde se sabía amado por conocidos y desconocidos, pero separaba su persona en dos partes, su imagen y él mismo, sabía que todos amaban su imagen, pero a él mismo, casi nadie le conocía y los pocos que lo habían hecho la vida se encargó de alejarlos.

Se preguntó por qué estaba solo, qué había hecho en la vida que le hacía merecer aquel sentimiento de soledad y desesperanza consigo mismo.  Pensó en buscar compañía, pero la verdad era que no quería ser visto así de triste, no era una persona que le gustara dar lástima, pero si pensó en una persona, de quien si quería su compañía. Llevaba recordando a aquella persona muchos años, una y otra vez, sabía que tal vez sus recuerdos habían cambiado y parte de ellos hasta podría haberlos inventado, pero se aferraba a ellos. No lo dejaba ir, por más que había intentado hacerlo, algo en él se resistía a permitir abrir la puerta que encerraba todos aquellos recuerdos y todas las emociones experimentadas con aquella persona.  Sentía que su vida dependía de las promesas hechas, y que, si perdía la lealtad hacia esa persona, podría romper sus promesas y con ello atentar contra su propia vida, no confiaba en sí mismo y se aseguraba de mantenerse vivo, de pie y caminando hacia el futuro, aferrado a los recuerdos.  

Muchas veces estuvo seguro de que lo mejor era desligarse de las huellas, pero no fue capaz, sentía miedo de soltar las amarras y quedar libre de recuerdo, entonces, si se quedaríacompletamente solo.  Estaba seguro de que vivir añorando era menos doloroso que quedarse sin sus preciadas memorias de su persona amada, sentía que era todo lo que tenía. 

Una lagrima se filtró su húmedo rostro, y bajo la lluvia liberó un poco de tristeza, pocas veces expresada en lágrimas, ya los años habían opacado el brillo de la esperanza y solo cargaba todo aquello con pesar. El mayor de ellos.

Se miró las manos unos segundos, dolían de frío, era el momento ideal para volver al auto, pero no quería sentir el calor, de una y otra forma, quería castigarse con más frío, por ser tan terco emocionalmente e insistir en conservar sus tesoros a costa de su futuro y de las pocas personas que habían apostado por él.

Cerró sus ojos y se concentró en el sonido de la lluvia, sintió sus piernas entumidas y estuvo seguro de que no podría volver a ponerse de pie. Así, en la peor de las situaciones, cayó en la inconciencia. 

Un recuerdo frío se coló en su sueño, un pequeño paseo en los primeros años de la banda, Ken-chan jamás había visto la nieve y estaba emocionado intentando hacer un amorfo muñeco, Tetsuya jugaba con un helicóptero a control remoto... y él, junto a Sakura compartía un café, un poco aislados de la banda y el staff.

- Me gusta el frío...- comentó Sakura mientras le cedía el café con una mano que temblaba congelada - pero los extremos nunca son sanos. 

Hyde rio, y bebió lo que quedaba del café.

Vigiló a ambos lados, como nadie los observaba, se abrazó a Sakura, por debajo de la gran chaqueta que llevaba, escondió su rostro para evitar ser visto sonrojado, pero aun así sonrió para sí mismo cuando Sakura le rodeó con la chaqueta y escondió más de la mitad de su cuerpo bajo el abrigo. 

- ¿Menos frío? - preguntó Hyde en un susurro. Sakura solo asintió, evitando hablar para no dejar ver la timidez en su tono. No era una persona demostrativa y con Hyde estaba aprendiendo a serlo, disfrutaba de ello, pero le era difícil digerir la vergüenza que constantemente lo atacaba en esos momentos.  

- Hide... - Sakura estaba nervioso y no pasó desapercibido para Hyde.

- ¿Qué pasa? - el más pequeño intentó mover su rostro para mirarlo, pero Sakura no se lo permitió. 

- Te quiero... - dijo por primera vez.



Entonces el recuerdo se alejó, nuevamente llevándose todo demasiado rápido y al mismo tiempo siendo preciso en la mezcla de emociones que dejaba en él.  Hyde abrió los ojos poco a poco, se sentía débil pero logro ponerse de pie en medio de la lluvia, limpió un par de lágrimas mientras caminaba hasta el auto y estando consciente de lo empapado que estaba encendió el auto y no pensó hacia dónde ir, simplemente se dejó llevar por calles conocidas. El calor del auto poco a poco le quitó el entumecimiento en las extremidades, pero la humedad de la ropa impedía que el frío se fuera lo suficiente como para que dejara de temblar.

Más lágrimascayeron de sus ojos cuando una vieja canción llegó a su mente, y la cantó a sollozos mientras conducía.  No le recordaba precisamente a él, pero si a lo que era vivir de un recuerdo que fue intenso solo para una de las partes. 

Que vacío se sentía. 


Estaba seguro de que se había entregado por completo a Sakura, y que él, sin siquiera percatarse, se había llevado todo con él... y Hyde jamás se había reconstruido así mismo, permaneció con lo poco que Sakura le dejó. 


De pronto se detuvo de golpe al notar a donde lo había llevado su subconsciente.
Estaba en frente del departamento en donde había vivido Sakura hace varios años, en donde habían consolidado su historia.


Respiro de forma entrecortada, llevaba años sin acercarse a ese lugar, por salud mental, jamás lo hacía, y ahora en un descuido su mente lo arrastraba allí. Pensó en acelerar y escapar del lugar, pero estuvo seguro de que Sakura ya no vivía allí. Habían sido demasiados atrás y el lugar era demasiado modesto para los lujos que Sakura ya podía darse. Se acomodó en el asiento, completamente empapado y miró aquel departamento, tercer piso, segunda puerta, la observó con nostalgia, entonces se percató de un pequeño detalle que lo hizo querer huir de allí de inmediato. La puerta tenía un pequeño adorno en ella, unasimbólica flor de loto dibujada en la puerta, un pequeño gesto hindú muy propio de Sakura que le aseguró que si tal vez Sakura no vivía ahí, seguía siendo dueño de la propiedad. 


Se propuso encender el auto para salir de allí, pero en cuanto encendió las luces vio una sombra en frente y el corazón se le detuvo. 


- Mierda. - dejó escapar completamente seguro de quien era el dueño de la silueta de en frente. ¿Cómo había sucedido aquello? ¿Tanto lo odiaba la vida para llevarlo hacía él cuando luchaba con todas sus fuerzas con las consecuencias de lo que había dejado aquella historia? 

La silueta se acercó y Hyde dejó bajar el vidrio del auto. Llevaba bolsas y un cigarrillo encendido.


- Sabía que eras tú. - la voz de Sakura sonaba levemente impresionada pero segura, Hyde presionó con fuerza sus puños, escuchar su voz le dolía, ni siquiera pensó que alguna vez algo así podría ser posible, pero nadie podía dimensionar cuantas veces quiso escucharla nuevamente, dedicada a él. - Baja del auto, hace frío.

-          No, no… debo ir a casa… - balbuceó en un intento de escapar.

-          Baja del auto hombre pequeño, parece que pescaras una neumonía y por tu mal acostumbrado bolsillo, deberías cuidar tu voz. – Sakura jamás se media al hablar, si aquel comentario hubiera salido de cualquier otra persona a Hyde le hubiera molestado, pero no de él, las ácidas bromas de Sakura, no tenían repercusiones en él y hasta las extrañó en algún momento.

Permaneció unos segundos más en el auto, indeciso, pero observó sus manos temblar y sintió miedo de lo que le pudiera pasar si se alejaba de allí, después de todo, ¿Dónde iría? No le quedaba nadie a quien acudir. Sakura aun lo esperaba en frente del auto, mantenía una postura relajada y segura, hasta parecía distraído, pero Hyde lo conocía un poco mejor, podía sentir sus nervios a flor de piel conectarse con los suyos.

El más pequeño lo siguió hasta el tercer piso, y cuando estaban en frente de la segunda puerta, no pudo evitar preguntar.
-          ¿Por qué aun vives aquí?

-          Me gustan los espacios pequeños, pero eso ya lo sabes.  – Sakura encendió la luz  y le permitió a Hyde entrar, la reacción del pequeño fue desde abrir la boca de forma visible hasta un pequeño saltito de impresión, le resultaba imposible creer que el lugar estuviera exactamente igual, los muebles, los colores de los muros, la alfombra, los adornos, incluso, las fotos.

-          Wow… - se le escapó. Sakura supo de inmediato por qué, prefirió ignorar aquello y camino directo hacia la cocina para dejar las bolsas que llevaba.

En cuanto estuvo unos segundos en la cocina dejó salir un suspiro tembloroso, Hide no lo sabía pero los sentimientos de Sakura no eran demasiado distintos a los de él, la diferencia estaba en que el más alto siempre había logrado la forma de fingir a la perfección.

“¿Qué haces aquí?” “¿Por qué volviste a mí?” Se preguntó, pero sabía que poco importaban las respuestas, probablemente no habría otra visita de Hide para él, no cuando ambos sabían que no había un futuro para ellos.

Sakura bebió un poco de agua para calmarse, no debía dejar caer su fachada, pero observó a Hide desde la cocina y deseo con todas sus fuerzas tocarlo, respiró profundamente un par de veces más antes de salir de allí.

Hyde no sabía si sentarse, estaba demasiado empapado, las gotas caían de su cabello, de su suéter, de su pantalón, incluso de sus zapatos. No quería arruinar nada, pero vio a Sakura caminar hacía el con algo de prisa y varias prendas en sus manos.

-          ¿Cómo es que te has empapado tanto? – el más alto encendió una pequeña estufa a leña escondida tras del sofá, un detalle que había pasado desapercibido para Hyde, aquella no formaba parte del pasado, era lo primero que veía en el departamento, que correspondía a otra etapa de Sakura.

-          Tuve una crisis de ansiedad en el auto, salí por aire y fue cuando comenzaba a llover… - el pequeño prefirió ser sincero. – Así fue como, sin darme cuenta, solo manejando por manejar, llegué aquí.

-          Así que… se podría decir que tus crisis te trajeron hasta mí. – Sakura habló sin pensar, algo común en él cuando estaba en la presencia de Hyde, decidió que como era la primera vez en años que lo tenía a solas con él y tal vez, la última, sería honesto y no desaprovecharía el tiempo.

Hyde dejo escapar un sonido extraño de la garganta, una especie de asentimiento confuso. Se miró las manos mientras Sakura terminaba de colocar los últimos trozos de leña, entonces él se puso de pie y lo miró de frente, estirando lentamente los brazos, indicándole con la mirada, que estaba por tocarlo. Hide reaccionó a la defensiva, tensándose, pero sin siquiera entender el por qué se acercaba le permitió tocarlo.

Su voluntad se deshizo en cuanto sintió los dedos de Sakura por debajo de la playera, eran cálidos y suaves al tacto.

-          Vamos a secarte… - le susurró despacio. El pequeño cerró los ojos, sentía su vida en una especia de shock, como si aquel momento fuera el que determinaría su futuro.

Sakura quitó el cinturón de su pantalón, concentrado pero nervioso… no tenía intenciones morbosas, pero sabía que aquel estaba siendo desde ya un momento intimo entre ellos dos.

En cuanto quitó el cinturón, abrió la bragueta del pantalón, tomó algo de aire y miró a Hide a los ojos, en ellos pedía autorización para continuar. El pequeño lo observaba con nervios, ansiedad y una mezcla de nostalgia y angustia, de todas formas asintió con ojos llorosos.

Bajó los pantalones lentamente hasta las rodillas, y se detuvo para desabrochar con dedos torpes las empapadas botas, Hide se sujetó de su espalda para sujetarse cuando le quitó los calcetines. Sakura tocó sus pies desnudos.

-          Tienes los pies congelados… - su tonó envuelto en preocupación, enterneció a Hyde, que abrió aún más los ojos para observarlo con algo de vergüenza.

En cuanto se miraron, ambos se sonrieron como una disculpa, luego apartaron la mirada… no solo Hide sintió dolor en aquel pequeño gesto de conexión.

Sakura continuó quitando el pantalón, junto con la ropa interior y evitando darle más atención de la necesaria a su cuerpo desnudo, se giró en busca de la toalla para secar al pequeño, se sonrojó un poco y al notarlo tardó demás ocultando su rostro, hizo como si la toalla necesitara doblarse y desdoblarse tres veces antes de ser usada. Por su parte Hide no estaba menos tenso, comenzó a jugar con sus dedos entre sus manos, finalmente se abrazó así mismo sintiéndose un niño pequeño, el anhelo por el hombre que tenía en frente le hizo dejar caer dos lágrimas que resbalaron con rapidez y fueron limpiadas antes de que el más alto pudiera verlas.

Sakura volteó aun escondiendo su rostro, con la mirada fija en su objetivo: Los pies de Hide. Los cuales secó con delicadeza. Sentía su corazón remecerse por la situación al punto de que temió que su voz lo delatará, el silencio se prolongó entre ambos.

Tuvo principal cuidado en secar entre los dedos de ambos pies, luego subió por sus piernas y sus muslos, Hide aguantó la respiración cuando la toalla rozó su trasero y su entrepierna tal y como lo hacía Sakura con la suya luego de una ducha, en ningún momento el pequeño habló, ni indicó con alguna expresión incomodidad, simplemente tensión, la que se compartía en ambos.

Sakura terminó de secarlo envolviendo finalmente la toalla en su cabello.

Se miraron a los ojos, el más alto le sonrió al pequeño que no pudo responder la sonrisa sin esconder la mirada antes. Hyde anhelaba tocarlo, casi de forma desesperada, por lo que volvió a jugar con sus manos, presionando sus dedos y liberando algo de la ansiedad que le comía.

Sakura volteó sonriendo, sabía que a Hide le costaba la situación tanto o más que a él, pero secarlo era casi tan necesario como vestirlo. Tomó la ropa seca que había llevado para él y se dispuso a vestirlo.

-          Levante los brazos – pidió, Hyde respondió elevándolos directamente hacía el cielo, de una forma infantil. Con concentración Sakura se esforzó en no ser brusco con él ni con la ropa. Las mangas largas de la camiseta eran demasiado largas y anchas para el pequeño cuerpo de Hyde, sus manos se escondían en algún lugar de ellas, de la misma forma, le quedaba hasta la mitad del muslo. Sakura pensó en que sería perfecta para que durmiera con ella, sin embargo eran necesario los pantalones ya que la piel de Hyde estaba fría. Le hizo levantar los pies con pequeñas señas, para vestirlo con el pantalón de polar y finalmente un par de calcetines peludos que le llegaban hasta casi la rodilla. No pudo evitar reír un poco por cómo lucía el pequeño, pero le quitó la toalla del cabello y se lo peinó un poco con los dedos. Hide observó con concentración y deleite sus expresiones, mientras la caricia en el cuero cabelludo le causaba escalofríos.

-          Te traeré algo para comer, siéntate y espérame, ¿sí? – Hyde lo miró con ojos grandes y asintió, tenía hambre y no se había percatado de cuanta. Sakura recogió la ropa mojada del suelo junto a la toalla y se llevó todo hacía alguna habitación, dejándolo por fin solo unos momentos. Hyde volvió a mirarse las manos, como si en ellas encontrara las respuestas a sus inquietudes, con aquel gesto de Sakura de secarlo y vestirlo, se había sentido protegido y cuidado, creyó que estaría bien pasar la noche ahí, consolando un poco el corazón con aquella sensación.

Se sentó junto al fuego y se relajó, el cuerpo se le descongeló poco a poco.

Mientras observaba concentrado el fuego, Sakura apareció, había preparado una sopa de algas, más varios platos para acompañar, era bueno cocinando y Hyde lo sabía.

Nuevamente en silencio se sentó junto a la mesita mientras Sakura servía un té para acompañar la comida.

-          Come mientras esté caliente – le motivó, entonces el pequeño literalmente atacó los platillos, a Sakura no le impresionaba ni le preocupaba la forma de comer de Hyde, la conocía y le agradaba. - ¿Alguna queja de la comida? – preguntó solo para escucharlo hablar, pero Hyde solo negó con la cabeza. – Mmm… ¿Te quedas a dormir? – dudó, no en sí quería, pero sí en si debía o no agregar algo a su respuesta, finalmente Hyde solo sintió, aquello frustró un poco a Sakura, pero no le dijo nada, simplemente continuaron comiendo en silencio mientras la lluvia producía un ligero y agradable sonido de fondo.

Cuando terminaron de comer Hyde fue al baño, sin decir nada, conocía a la perfección el lugar. Al entrar cerró con pestillo la puerta y solo entonces se relajó completamente. Había estado tenso, nervioso, preocupado, sentía que las emociones le fallaban, demasiada intensidad para una situación que en algún momento fue cotidiana.

Siempre estuvo seguro de que aún lo amaba, quiso negárselo incluso pensó que si lo volvía a ver notaría que esos sentimientos solo estaban en su cabeza y no específicamente en el actual Sakura, pero se equivocaba. Sus piernas habían temblado frente a él, igual que antes.

Luego de usar el baño, no pudo evitar revisar las pertenencias de Sakura, usó su desodorante y un par de cremas, hasta pensó en afeitarse, pero no quiso abusar. Finalmente, encontró un cepillo de dientes nuevo y lo usó con confianza. Se sintió más limpio al salir de ahí, más ligero y algo menos nervioso y más contento, uno de sus sueños ocultos, uno que jamás le diría a nadie, se estaba haciendo realidad. Otra vez, estaba allí, con él, solos.

Tocó la puerta de la habitación de Sakura y al no escuchar respuesta simplemente abrió la puerta, encontrándoselo desnudo.

-          ¿Te molesta si duermo así? – le preguntó divertido el más alto, Hyde solo se mofó ignorándolo y metiéndose a la cama, al rincón, sabía que Sakura dormía al otro extremo.

El más alto salió hacía el baño y Hyde en cuanto estuvo seguro de que estaba solo, olió las almohadas, sabía que estaba siendo algo raro y obsesivo, pero su gusto por los aromas, era uno de sus secretos. Movió un poco las piernas y sintió que la ropa le molestaba, por lo que se quitó el pantalón y los grandes calcetines, quedando solo con su playera larga, de todas formas le cubría lo necesario para no parecer degenerado.

Sakura entró en la habitación de forma bulliciosa y se metió a la cama con calzoncillos y una playera sin mangas, en cuanto apagó la luz de la mesita y se dejó entrar en las sabanas, buscó el pequeño cuerpo de Hyde.

“Sin tapujos, sin vergüenzas y sin arrepentimientos.” – se dijo.

En cuanto Hyde sintió como Sakura intentaba atraerlo a su cuerpo, no dudo y se acercó más a él, entregándose finalmente a un abrazo que llevaba añorando demasiado tiempo.

Se acariciaron mutuamente, la espalda, el cabello y hasta los brazos, ninguno parecía querer alejarse del otro, la necesidad de ambos se hacía más explícita y para sorpresa de Hyde fue Sakura quien ahogó un sollozo que le pareció más un grujido de impotencia. Se preocupó y lo abrazó con todas sus fuerzas, derramando un par de lágrimas junto a él, quería decirle que lo entendía, que él había pasado por tanto y más sin él, pero por tantos años estuvo tan seguro de que fue el único con lesiones por aquella relación que no le hacía sentido que Sakura llorara y sin estar seguro del por qué, se calló.

-          Perdóname… - susurró finalmente, alejándose de Hyde un poco, ambos limpiaron sus lágrimas. – No estoy acostumbrado a bajar la guardia y apareces tú y…
-          Lo siento por aparecer… - susurro el pequeño.

-          No…no puede ser eso lo que digas después de horas… estoy feliz de que estés aquí… - la voz de Sakura sonaba tierna, en pequeños susurros modulados, Hyde se sentía algo encantado por su voz. – Solo… quisiera decir y hacer tantas cosas… pero no creo que sea lo mejor y sé que te sientes igual a mí…

-          No sé si sentimos igual Ya-chan…- Las palabras del pequeño paralizaron un poco al más alto.

-          ¿Crees…? Espera, ¿Has creído todo este tiempo que yo no…?

-          Shh… no digas nada por favor - Hyde se acercó a Sakura y buscó su rostro en la oscuridad, cuando lo encontró tocó sus labios con sus dedos. – Todo es muy difícil, no quiero palabras para pensar mañana, no quiero gastar tiempo y mañana arrepentirme por lo que no hice y llevo tanto tiempo queriendo hacer… sé que no podemos estar juntos, pero sé que nos queremos, tal vez uno quiera más que otro, pero la atracción está, la siento, casi siento que la toco.

-          Hide… - Sakura quiso reprochar, pero los dedos de Hyde le cubrieron la boca.

-          Tal vez esta visita se repita, tal vez no, lo único que sé que quiero, es hacer el amor contigo y pactar todo esto… despedirme de ti… de tu fantasma…

-          ¿Es necesario hacer el amor para eso? – preguntó sugerente y algo triste, pero hizo reír al pequeño.

-          Es la única forma en que puedo sentirte lo suficientemente cerca… ¿No quieres hacerlo? – Hyde lo preguntó en un tono sincero, herido e inseguro. Sakura no pudo evitar sonreír.

-          Quiero, créeme que quiero… solo… no quiero que pienses que mi intención era esa al recibirte en mi casa en cuanto te vi… - El más alto acaricio el rostro del pequeño, como pudo.

-          Sakura…

-          ¿mm?

-          Solo… marca nuevamente tu huella en mí… no permitas que se vaya…

En cuanto Sakura lo escuchó recordó una pequeña conversación en donde Hyde le confesó que si alguna vez debía vivir sin él, lo haría a costa de su recuerdo, como única arma de sobrevivencia. En aquel momento le pareció algo muy cursi, con los años, lo creyó solo palabras de un amor demasiado pasional, pero jamás se pasó por su cabeza que efectivamente, cumpliera esas palabras. Le dolió ser consciente del daño y el dolor al que habían sido sometidos por enamorarse y no poder dejarse ir del todo, a pesar de los años y los constantes intentos de parte de ambos.

-          Hideto…

-          No hables… - volvió a pedir el pequeño buscando sus labios para cubrirlos.

-          Escúchame…

-          No

-          Hide…

-          No, no quiero que digas nada… - el pequeño se levantó y guiándose por sus manos besó a Sakura, mordiendo ligeramente su labio antes de besarlo del todo, el más grande lo apretó hacía él, profundizando el beso con algo de violencia, intensidad y necesidad.

-          Mmm… - Sakura se alejó para respirar de forma brusca – Aún te quiero. – soltó en cuanto pudo. Aquellas palabras lo habían ahogado por años, sintió un alivio y al mismo tiempo el peso del reconocimiento en cuanto las dejó salir en voz alta. – Remarca tu huella en mí también y si lo deseas, vuelve… no te aseguro que te esperaré pero siempre te recibiré…

-          Calla… - Hyde volvió a buscar sus labios, estaba desesperado por evitar salir de allí con el corazón esperanzado.- No digas nada más…

Sakura se sintió frustrado, odiaba sentir que no le creían, menos cuando estaba siendo tan sincero. Se propuso hacerle el amor a Hyde, y hacerle sentir su afecto contenido.

Estiró el brazo encendiendo una pequeña luz en la mesita junto a la cama y miró a Hyde a los ojos mientras sus manos se deslizaban por su espalda, bajando por su cintura hasta depositarse en sus piernas.  Hyde se levantó un poco, sentándose sobre él y se dispuso a besarlo.

Ambos se miraron a los ojos mientras se acercaban en busca de los labios ajenos, las pequeñas manos de Hyde se apoyaron en el pecho de Sakura y subieron hasta acariciar su rostro y sujetarlo mientras lo besara, para cuando juntaron definitivamente sus labios ambos estaban ya excitados por culpa de unas simples miradas.

Sakura cerró los ojos envuelto completamente en el beso, los labios de Hyde le recordaron la suavidad de una época en que fue inmensamente feliz, joven y estúpido. Hide derramo lagrimas mientras se aferraba con fuerza contra los labios del más alto, sujetaba su rostro como si jamás volviera a tenerlo así de cerca, su frustración y su emoción cargaron el beso de un toque doloroso que se estiró hasta dejarlos sin aliento. En cuanto se separaron ambos respiraban con dificultad, Sakura se quitó la playera con apuro y guió las manos de Hyde hasta su pecho.

-          Tócame, como antes… - pidió sin dudar.

Hide asintió. Sabía qué hacer.

Besó el cuello de Sakura mientras sus dedos acariciaban su cintura, marcó un camino de besos y mordidas hasta llegar a los pezones del más alto, chupó uno de ellos y luego lo acarició con la punta de la lengua, Sakura lo observaba encantado y excitado. Las uñas de las manos de Hide rozaron el abdomen de Sakura, hasta llegar a su entrepierna, allí se acomodó hacía un lado para besar un poco antes de llevarse su erección a la boca.

-          Aaaah… - Hide movió su mano, dilatando la erección de su pareja en forma circular, se entretuvo observando sus gestos y su mente se nubló un poco, como si la visión fuera demasiado perfecta hasta lo irreal. Dudó de si aquel momento tan añorado, estaba siendo cierto, pero se dejó llevar. La habitación se inundó de los sonidos de la boca de Hyde y la respiración acelerada de Sakura.

La espalda de Sakura se inclinó hacia arriba, y sus dedos presionaron el cabello de Hide, entonces se detuvo, no quería hacerlo acabar así, quería una unión completa.

Se acomodó besando al más alto, que en una vuelta que no involucró mayor esfuerzo, se posicionó sobre él.

-          El aroma de tu piel es mejor que en mis recuerdos… - susurró un excitado Sakura que besó las mejillas enrojecidas de Hide, mientras sus dedos se movían tocando directamente la entrepierna del pequeño. Estando sobre él, podía tocarlo como y donde quisiera.

-          Hum… no digas esas cosas…

-          Es mi verdad – Sakura mordió suavemente los pezones de Hide.

-          Mmm… más… - El pequeño sin notarlo rodeó las piernas de Sakura y comenzó a moverse de forma insinuante, lo necesitaba dentro y lo hacía notar. Sakura sintiendo su ansiedad se removió entre las sabanas para bajar desde su pecho hasta su entrepierna, allí tomó su erección y chupo la punta de ella con gusto.

-          Te extrañe amigo – soltó saludando una parte de la anatomía de Hyde, inmediatamente este soltó una risotada.

-          Idiota no me hagas reír ahora… - tapó su boca para intentar contener una risa que arruinara el momento.

-          Silencio, no hablo contigo.

-          Él es parte de mí…

-          Nos estamos reconociendo, eso no te involucra. Esto es entre el cabezón y yo. – Hyde volvió a reír fuerte, pero Sakura se llevó la erección por completo a la boca y chupando fuerte lo hizo olvidar la risa y todo lo demás.

-          Mmm…   - una sonrisa inconsciente se marcó en la cara de Hyde, mientras los quejidos continuaban escapando. 

Los minutos transcurrieron y la mandíbula de Sakura comenzó a doler, se quejó consigo mismo, estaba fuera de práctica. Se quitó la erección de Hyde de la boca y continuó lamiendo pero esta vez bajando hacía los testículos, y más abajo. Se acomodó nuevamente, sosteniendo con fuerza las piernas de Hyde sobre sus hombros y se dedicó a lamer esta vez, entre sus nalgas, dilatando todo a su paso.

El más pequeño busco con sus manos de qué aferrarse para soltar parte de la tensión que sentía, su frente se llenó de sudor y evito a toda costa soltar ruidos fuertes, sin embargo no pudo hacer demasiado al respecto, ya no se controlaba y una vez más sus caderas se movieron buscando más. Sakura estuvo seguro de que había lamido lo suficiente la zona, por lo que se levantó un poco y colocándose a la altura de los labios de Hyde acomodó su erección en el trasero del pequeño.

-          Dime si quieres que me detenga. – Sakura estaba consciente del dolor que involucraba el acto, no pudo evitar pedirlo, Hyde sonrió tímido y asintió. Ambos disfrutaron la fricción lenta que marcaba el principio del acto. – Mm…

-          Aaah… auch,  dios, ha pasado tiempo… - dijo el pequeño algo perdido entre las sensaciones, sobre todo por el dolor que no recordaba que existía en un comienzo.

Sakura besó sus mejillas y su cuello mientras se movía lentamente, sin apresurarse, siendo lo más delicado que podía, estando concentrado en las reacciones de Hyde. Cada vez que el pequeño daba un pequeño brinco de dolor, Sakura se detenía y lo besaba hasta nuevamente hacerlo perderse y mover su cadera en busca de más, solo entonces el más alto respondía con movimientos. Poco a poco, la etapa de dolor se acabó y los movimientos de ambos se hicieron más fluidos. Esta vez, los sonidos que llenaron la habitación fueron los provenientes del choque entre sus cuerpos, de los quejidos que ya habían perdido la vergüenza, fuertes respiraciones y un par de palabras de afecto.

En un determinado momento las piernas de Hyde se acalambraron.

-          Levanta las piernas… no puedo meterlo bien así… - se quejó el más alto, mientras intentaba levantarlas, pero eran peso muerto.

-          Dios… no puedo… - Sakura se rió. – Aquí me pesa la falta de práctica.

-          Date vuelta.

-          ¿Qué? ¡No! Sabes que no me gusta así.

-          No puedes levantar las piernas y no dejaremos esto hasta aquí.

-          No te cederé mi trasero solo porque sí.

-          ¡Pero si eres tú él me pediste una noche de sexo!

-          ¡Ash! – Hyde se mordió la mejilla desde el interior. No le gustaba esa posición, le avergonzaba desde una vez en que el descontrol le valió varias bromas. – Ya qué, ¡Pero haz que valga la pena! – finalmente se volteó.

-          Que exigente eres, si tu cuerpo no da para colaborar, al menos no te quejes. – Sakura estaba divertido con la discusión.

-          ¿Ah sí? Pues sin mí… - Hyde iba a continuar quejándose pero en ese momento una lengua volvió a dilatar su trasero. – Mm… maldito… no me avisas… - Sakura se rió dentro de él, provocando una vibración que lo hizo saltar – Ay… mmm…

-          Aquí vamos – él más alto volvió a entrar en él, esta vez no fue tan cuidadoso y tomó un ritmo rápido desde el inicio. – Aah…

-          Mmm… rápido Sakura… Sakura… mmm…

Sus cuerpos llenos de sudor hacían casi imposible que se sostuviera uno del otro, aun así no dejaron de moverse en cuanto el ritmo les marcó un placer constante que se extendió hasta el orgasmo. Ambos dijeron sus nombres cuando todo acabó, rieron un poco para dejar ir la tensión, estaban satisfechos.

-          Aaah… me siento como un pan mojado. – Dijo el más pequeño, Sakura se rio por sus siempre analogías con la comida.

-          Al menos, ya no tienes frío. – Sakura quiso moverse para buscar una toalla y secar su abundante sudor del pecho, pero no se podía el cuerpo. Hyde rio cuando notó sus intenciones.

-          Sécate con la sabana, no es como que debieras aparentar conmigo que te preocupa la higiene. – Esta vez ambos rieron.

-          Tienes razón. – Empujó la sabana y la quitó de la cama, se secó todo lo que pudo y luego secó a Hyde, luego simplemente la arrojó al suelo. Se acercó a Hyde y sin querer tocarlo demasiado por la ola de calor que sentía, tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de él. Hyde acarició su mano. El silencio volvió.

Sakura respiró profundamente y comenzó a dormirse, el calor desapareció del todo y ya casi dormido del todo se acurrucó en posición fetal, casi inconsciente de la compañía de Hyde a su lado, entonces comenzó a sentir el peso de colchas sobre él, primero una de felpa, luego otra, otra y otra más. Despertó un poco cuando sintió el sonido de la lámpara apagarse y luego a Hyde meterse bajo las colchas para acomodarse junto a él y acariciar su cabello.

-          Mmm… - un murmullo de placer se le escapó cuando sintió un escalofrió recorrerle el cuero cabelludo por la caricia.

-          Sshhh… descansa…

-          No quiero dejarte solo… - se las ingenió para hablar con una voz ronca somnolienta.

-          No estoy solo, estoy contigo… - Sakura sonrió, una parte de él se sintió joven, como si hubiera vuelto en el tiempo a una época de plenitud que pensó que jamás se repetiría. Despertó un poco y se abrazó con necesidad a Hyde. – Oye… ¿Estás bien? - el más pequeño sintió la necesidad de Sakura y sin contenerse besó su frente.

-          … ¿En qué piensas?  - preguntó el más alto.

-          Mmm… veía las estrellas desde tu ventana, tienes una buena vista del cielo. Imagino la cantidad de noches que debes pasar preguntándote sobre el universo, el sentido de la vida y la inmortalidad del pingüino. – Sakura se rio fuerte.

-          Cangrejo.

-          ¿Ah?

-          El dicho es la inmortalidad del cangrejo.

-          Aaah… - Hyde no rio, se había equivocado a propósito, pero no lo diría, había valido una risa de él.

-          De hecho… paso mucho tiempo pensando sobre… - Sakura se movió y abrió la pequeña mesita, sacó un telescopio de mano a tientas. Apunto una constelación visible desde la ventana y manteniendo el telescopio a la misma altura, le indicó a Hyde que se acercara a mirar. Hyde sabía sobre estrellas, precisamente por Sakura.

-          ¿Orión? – Hyde lo dedujo por la posición, pero estaba impresionado de verla por el telescopio, parecía simplemente una mancha amarilla en medio de dos puntos blancos.

-          Si… ¿Es impresionante verla realmente no? – Hyde asintió mientras continuaba observando. – Es una nebulosa que envuelve una estrella moribunda, por eso parece dorada.

-          ¿Y esta manchita dorada te mantiene despierto por lo hermosa que es… o hay otra razón?

-          Hay otra razón. – Hyde soltó el telescopio y se acomodó en su pecho, para concentrarse en su voz.

-          Los mayas la llamaban Xibalbá, una especie de inframundo donde se dirigían las almas para renacer.

-          Renacer…-  Hyde sin darse cuenta se sintió fascinado por el relato y se sentó para escuchar con mayor atención a Sakura. Lo miró a los ojos y Sakura estuvo seguro de que se había interesado tanto como él mismo en Orión.

-          En algún momento, estallará y dará a luz a nuevas estrellas… Es curioso… de entre tantos puntos en el cielo, eligieron una estrella moribunda para representar el inframundo… - El más alto la observó por el telescopio una vez más.

-           ¿Cómo encontraron justo el punto que se moría? – preguntó Hyde, pero Sakura no lo sabía, simplemente se encogió de hombros. Hyde le sonrió y pensando un poco en ello solo agregó: - Esta vida es solo un viaje… ¿no?

Sakura le sonrió y le acarició la mejilla. Se acomodaron juntos para dormir, tal vez aquella sería su última noche juntos, tal vez habrían más, pero la sensación que en ese momento los inundó, fue que indudablemente ambos estaban conectados por algo trascendental, y tal vez, les esperaba otra vida para compartir lo que en esta no pudieron.