domingo, 29 de enero de 2017

Capítulo 4: Juego


-         ¡Yo debo conducir! – gritó sumamente ebrio a las 7 de la mañana, mientras se arrastraba a mi auto.

-         No, no lo harás.- le respondí en tono enfadado y con palabras inentendibles, yo tenía la vista nublada y las piernas dormidas, me arrastré tras de él.

Ni uno de los dos lograba caminar y nos aferrábamos a las murallas para llegar a mi auto estacionado fuera de la pizzería. Parecía realmente una carrera en cámara lenta protagonizada por un par de tortugas lerdas.

-         ¡Lo haré! – Ésta vez reía, la situación le divertía.

-         ¡Que no! – volví a gritarle yo, escuchaba las risas de las chicas de la pizzería. Que espectáculo era el que estábamos  dando.

-         ¡Tu estás muy ebrio para manejar! – Ambos nos acercábamos al auto, me esforcé por llegar antes que él.

-         ¡No estoy más ebrio que tú! – Le dije cuando ya había logrado tocar parte del auto y lo rodeaba con toda la rapidez que podía, para llegar así a la puerta del conductor antes que él. 

-         Claro que sí. ¡Estás tan ebrio que no te diste cuenta que las llaves del auto las tengo yo! – Observé a Hide unos segundos mientras éste se alejaba de mí, observé su mano con unas llaves colgando entre sus dedos y aunque llevaban su característico llavero con ellas, revisé mis bolsillos para comprobar si realmente eran mis llaves. 

Lo eran.

-         ¿En qué momento…? – Hide reía, completamente borracho, dispuesto a correr junto con esas llaves si no lo dejaba manejar mi auto. Y no lo haría, si mi auto resultaba herido, debía ser sólo por culpa mía. – ¡Ven aquí con esas llaves enano ladrón! – Me arrastré en dirección a Hide, de la misma forma él se arrastro huyendo de mí, ambos aferrándonos al auto, corriendo en círculos alrededor de él.

-         ¡Yo debo manejar!  - Hide realmente reía tontamente como un niño.

-         ¡No lo harás! – La verdad es que yo también reía como uno…

Luego de dar unas 6 vueltas alrededor del auto, Hide notó que podía simplemente entrar en el con las llaves, observé en sus ojos que se había percatado de ello y comenzó rápidamente a intentar abrir la puerta con ellas. Para mi suerte, estaba tan ebrio, que iba a resultar casi tan difícil para el dar con el agujero de las llaves, como iba a resultar difícil para mí arrastrarme hasta él.

Gracias a las fuerzas del universo, yo llegué primero.

-         ¡Te atrapé! ¡Dame esas llaves! – Comencé a forcejear con Hide buscando las llaves entre sus manos escurridizas en puño. - ¡Dámelas!

-         ¡Que no! Yo voy a manejar – contestó el testarudo. Durante unos segundos, continuamos forcejeando entre gritos y como la consecuencia más humillante de la ebriedad, nuestros pies se enredaron y ambos caímos al suelo a un extremo de la calle. Por inercia recurrí a las cosquillas para recuperar mis llaves, Hide comenzó a reír como histérico y en menos de cinco segundos tuve las llaves en mi poder.

Los dos reíamos por nuestra guerra, estábamos acostados en la calle descansando, ninguno sabia como ponerse de pie realmente. La risa de Hide era fuerte y contagiosa. 

-         ¡Eso no es justo! Tú no sientes cosquillas. – me reclamó recostándose aun más cerca de mí. Su cabeza estaba apoyada en mi hombro y su mano rodeaba mi estomago.

-         Hay que usar las debilidades del enemigo. – Le respondí tomando la mano que estaba en mi estomago y palpándola en expresión de “pésame” ya que él había perdido la batalla.  Cerré mis ojos, disfrutando de la alegría del momento… de tenerlo abrazándome inconscientemente, de estar recostados, ambos libres de preocupaciones.

-         Oh… si ese es el caso… - susurró despacio. Pero no dijo nada más.

-         ¿Si ese es el caso? – pregunté abriendo los ojos y girando mi rostro para observarlo curioso, pero en cuanto lo hice, sus labios depositaron un pequeño, suave y rápido beso con sabor a licor en mi boca.

Me quedé petrificado. 

Hide me observó a los ojos medio segundo y luego observó las llaves que estaban en mi mano, pude ver que realmente pensó en tomarlas pero en lugar de eso sólo suspiro nerviosamente.

-         A diferencia de ti, no aprovecharé la debilidad del enemigo. Puedes manejar tu auto, me siento muy mal para manejar de todas formas… - susurró tan rápido que me costó entenderle. - ¿Puedes ponerte de píe? Creo que yo no…- Estaba nervioso, sus ojos evitaban volver a observarme, yo aun estaba ahí petrificado.

¿Qué se supone que debía decir? Aquello realmente había sido un impulso y él parecía arrepentido. Guardé los sentimientos y las reacciones emocionales en una caja que abriría cuando ya no estuviera en su compañía, y me propuse ignorar lo que acababa de ocurrir. De lo contrario esta reunión de amigos tendría un pronto final y yo… realmente no quería dejarlo ir aún.

Carraspeé en un intento de hacerme volver al mundo real e intenté ponerme de píe, luego de dos intentos que hicieron reír a Hide logré hacerlo, sentía las mejillas arder. “Ridículo, No tienes 20 años” me  decía a mi mismo mientras hacía lo posible por acompasar un poco las secuelas de su beso.

Cuando estuve de píe, le ayudé a ponerse de pie a él. Pero el toque de su mano realmente se sentía extraño, incomodo, nervioso, ambos intentábamos esconder nuestras reacciones.

Entramos al auto y antes de que me pusiera en marcha, Hide presionó los botones de la radio buscando llenar el ambiente de música, sin embargo y a pesar de que la música que encontró en una radio mañanera era del gusto de ambos, el ambiente continuo incómodo.

Decir que estábamos nerviosos, era poco.

Me concentré en el camino para que mis sesos no fueran comidos por mis nervios, Hide por su parte observó la ciudad apoyado en la ventana y no habló en ningún momento, como tampoco me observó durante el trayecto.

Luego de un par de dificultades, malos reflejos y un par de movimientos zigzag por la carretera, logramos llegar al edificio en donde yo vivía. Estacioné el auto y al finalizar la difícil tarea, solté el volante en conjunto con un suspiro.  Sólo entonces Hide me observó.

-         Ya-chan… ¿Dónde estamos?

-         ¿Qué? Yo vivo aquí… - le dije sin comprender a que se refería.

-         Si, intuyo que si… pero, ¿Por qué no me llevaste a mi casa?

Oh.

Buena  pregunta.

-         Sólo… no pensé en ello.- contesté sinceramente. – Pero… si quieres irte ya puedo llevarte…- le susurré despacio, sin ánimos de dejarlo ir realmente. Hide me observó y pestañeó rápidamente.

-         No… está bien… me quedaré un poco más….- susurró algo indeciso. Yo intenté leer sus ojos, realmente no quería que se quedara si no era lo que quería.

-         ¿De verdad quieres quedarte? – sin intención mi voz sonó anhelante, estaba seguro que mis ojos rogaban que dijera que sí.

Hide abrió un poco los ojos con impresión... me moría por saber que ideas pasaban por su mente. Él tragó saliva y sólo negó con su cabeza. Al comienzo creí que no quería quedarse y me dispuse a encender el motor del auto nuevamente, pero entonces Hide hablo.

-         Yo… me sorprende que aun intentes leer mi mirada, me siento desnudo cuando estoy contigo, eso me produce una constante sensación de nervios y dolor de estomago.

-         ¿Dolor de estomago? ¿Estás incomodo con mi presencia? – Aquello no me lo esperaba, mi voz sonó dolida.

-         Claro que no… solo… me asusta que veas algo en mis ojos que no te agrade… - Nos observamos unos segundos, sentí que Hide me apreciaba lo suficiente para que mi opinión sobre él le fuera importante. No dije nada en aquel instante, estaba sumergido en mis sueños anhelantes. – Bien, muéstrame tu departamento.- dijo sonriendo nervioso y saliendo rápidamente del auto, para esperarme fuera de él.

Yo reaccioné de forma lenta… todo me resultaba demasiado difícil de digerir.

Toda la situación de alguna manera ocurrió sin que yo me percatara de que realmente estaba sucediendo.

Tanto fue así, que olvide el gran desastre que había en mi departamento producto de semanas de eternas ganas de no hacer nada más que dedicarme a mi música.