sábado, 28 de enero de 2017

Infancia de Hyde


Capítulo 3: Amistad

-         No me observes así sin besarme. – dijo con voz coqueta, parecía estar jugando. Mordió sus labios observando los míos a la distancia.

Lo miré impresionado…  la timidez del Hide que yo conocía no estaba allí. Tal vez la ebriedad le estaba pasando la cuenta. Tal vez realmente no hubiera sido difícil para el chico rubio acostarse con él si Hide estaba así de ebrio.

-         No me hagas besarte si hueles a alcohol.- le dije intentando evitar demostrar cuanto quería realmente besarlo, no debía hacer aquello.

-         Hum…- volvió a susurrar cerrando los ojos esta vez. Rompiendo el contacto de nuestra mirada. Suspiró y volteó la mirada.- ¿Esa es una pizzería? – Su tono casual no lograba ocultar algo de su orgullo herido por mi respuesta. Pensé en cuantas personas le habían negado un beso.

-         Si… a veces vengo por las noches.

-         Bien, vamos a comer y a beber.- dijo algo más alegre, aun ebrio pero esta vez logrando ponerse de pie fuera del auto.

Entré tras él al local, no sin antes tomar una gran bocanada de aire. Necesitaría fuerzas para mantenerme tanto tiempo junto a él. Parte de mi sistema de defensa le asustaba que yo pudiera volver a amar a Hide y nuevamente me viera enfrentado a alejarme de él. Pero otra parte de mi quería un adiós real y no ese enredo de silencios que tuvimos años atrás. Otra parte, tenía una esperanza mínima de que Hide me quisiera aún como en aquellos años y tal vez poder retener algo de él conmigo y así no perderlo nunca del todo. Lo que fuera, mi mente parecía dividirse entre sí entregarse a las posibilidades o huir con la fatalidad de mis emociones asustadas.

Hide se sentó en la mesa más lejana y escondida, a pesar de que no había nadie, yo fui directamente a hacer el pedido para evitar que alguien tomara nuestra orden y vieran así a Hide, probablemente reconociéndolo. De la misma forma, le pedí a la chica de la caja avisarme cuando la orden estuviera lista.

-         ¿No atienden por mesa? – preguntó Hide intrigado, ya sentado cómodamente, con una de sus manos soportando el peso de su rostro.

-         No, yo no acostumbro lugares refinados Hide. – le dije riendo mientras me sentaba.

-         Lo sé… - su voz sonaba algo apagada, sus ojos se veían cansados.

-         ¿Quieres irte? Podemos llevar la pizza a mi departamento y comer allá, puedes descansar si quieres…

-         ¿Ya quieres llevarme a tu departamento?- me preguntó mientras hacía un gesto coqueto con sus cejas.  Idiota. Yo me reí, no podía evitar hacerlo. De cierta manera, me sentía feliz. Asustado, nervioso, ansioso pero feliz.

-         No soy necrofílico Hide.

-         ¿Qué? – el me observó sin entender, suspire. A Hide siempre había que explicarle las bromas.

-         Que pareces más muerto que vivo, no pretendo violar a un muerto.

-         Hum… violar…  - susurró ebrio concentrado  y observando a la nada. Realmente su actitud era muy coqueta cuando estaba bajo los efectos del alcohol.

-         ¡Su orden esta lista señor!- gritó la chica de la caja. Observé a Hyde que parecía está analizando las moléculas del aire y me dirigí a buscar la pizza, hablarle cuando estaba así de ebrio seria un desafío. Definitivamente no sería una charla constructiva a no ser que me embriagara tanto como él.

Cuando llegué a la mesa, partí los trozos de pizza y le di una a él junto con una bebida, por acto reflejo él se sentó a devorar la pizza. “Sigue siendo el mismo” me volvía a repetir, de alguna manera, desde que lo había visto me había centrado en buscar huellas de lo que era el Hide de mis recuerdos.

-         ¿Y qué tal Vamps? ¿Cómo es el clima de la banda? – le pregunté intrigado, realmente quería saber cómo era su entorno y así tal vez saber indirectamente como estaba realmente.

-         Kaz… - dijo con la boca llena de comida.- Kaz me recuerda a ti.- me observó a los ojos, con la boca llena de comida, esperando mi reacción. ¿A mí? Eso no me lo esperaba… Me sentía muy distinto a Kaz. En todo. Aunque no lo conocía demasiado, solo podía juzgar su personalidad.

-         ¿Te acuestas con Kaz? – fue lo primero en lo que pensé.  Por alguna razón mi pregunta fue en un tono alto y la chica de la caja de la pizzería junto a una compañera dirigieron su mirada a nosotros, Hide lo notó y de inmediato se volteó para que no vieran su rostro.

-         ¿¡QUE!? – dijo alterado, asustado  y algo avergonzado.

-         Dijiste que se parecía a mi… por más que lo pienso no logro encontrar similitudes así que fue lo primero en lo que pensé. Así que te acuestas con él…- observé sus reacciones… Hide estaba sonrojado. Realmente quería saber si aquello era cierto.

-         ¡Claro que no! ¿Cómo me preguntas eso? – dijo tragando con dificultad. Bebió algo de bebida y continuó dirigiéndome una mirada de recelo.

-         Sigo creyendo que te acuestas con él… por algo tienes esa mirada. Hasta parece que estás nervioso.- Yo me reía de él, era difícil no hacerlo.

-         Sólo estoy avergonzado idiota… además Kaz tiene familia, él ni siquiera comparte conmigo si no es necesario, deja de… decir que me acuesto con él.  – esta vez su voz sonaba ofendida.

-         Ya… pero no te hagas el ofendido, todos hablan de lo fácil que es pasar una noche contigo.- le comenté casi con inocencia.

-         ¿Qué? ¿Me estas reclamando algo? – Dejó su trozo de pizza en la bandeja, con expresión indignada, realmente le habían molestado mis palabras.

-         ¿Por qué reaccionas así? ¿Te ofende llevarte chicas o chicos a la cama?- Yo continué comiendo.

-         No es eso… pero el tono en que lo dices realmente no me gusta Ya-chan. – Vaya… aun me llama Ya-chan. La mirada de Hide tenía un brillo que fácilmente se podía interpretar como dolido.

-         Escuchas lo que quieres escuchar. Yo sólo digo lo que escuché.

-         ¿Por qué estás diciendo estas cosas? ¿Qué sabes tú?

-         Sé que en el baño hablan de ti como si fueran llegar y llevarte a la cama; y aquello me enfureció.- le solté con sinceridad ante su enfado. Lo miré a los ojos, ambos estábamos enfadados, pero algo cambio en su mirada.         

Aun estaba ebrio, pero pareció analizar un poco lo que había dicho y solo se quedo en silencio.

-         ¿Celos? – Hide escogía esconder el enfado en coqueteo. Tal vez eso lo aplicaba a todo, como una forma de evitar causar líos.

Me lo pensé un segundo, negar el hecho de que me molestaba que alguien más lo tocara con libertad y hablara de él con propiedad me enfermaba era ridículo, pero no eran solamente celos, era enojo, preocupación por que un idiota lo dañara, preocupación por lo que lo llevaría a prestar su cama a alguien distinto todas las noches. ¿Cómo se sentiría después de que los extraños se fueran por las mañanas? ¿Cómo se sentiría las noches que duerme solo? Exactamente ello me enojaba, saber que hacía algo tan banal como caer en el sexo casual para tapar un poco la soledad.

-         Sólo no quiero que te dañen Hide. – mis palabras sonaron más sinceras de lo que quise. Fácilmente él vería a través de mí. Agradecí que estuviera borracho, tal vez ni siquiera las entendería.

Él suspiró y continuó comiendo, esta vez más lento. Podía ver como un pozo hondo de pensamientos se formaba en su mente, sus ojos estaban perdidos en sus propias deducciones. Comencé a comer y a beber, disfrutando un rato junto a él… antes de que me diera cuenta le solté un par de bromas, anécdotas e historias. Compartimos análisis sobre la vida, el universo y leyes físicas.

Olvidamos los años perdidos en solo unos minutos mientras comíamos y sin darnos cuenta ambos estábamos un poco ebrios al amanecer.