Estábamos en
casa de Tet-chan, como banda estábamos en vacaciones, por lo que no teníamos
contacto entre nosotros, pero supongo que Tet-chan se vio obligado a invitarme
a su cumpleaños ya que había invitado al resto de la banda. Tetsu es un hombre
muy cortes. Lo que no me hace sentir muy bien conmigo mismo, ya que yo no los
invito a mis cumpleaños usualmente. Como era una fiesta y todos ya habían
bebido bastante, el ambiente era muy feliz e incluso un poco idiota, por lo que
sumándome a la masa, quise hacer una broma y aleje el asiento de Ken justo en
el momento en que su trasero se posiciono para dejarse caer en el. Como es
fácil de adivinar, Ken cayó al suelo en cámara lenta y yo corrí por mi vida
antes de que Ken se vengara de una manera más violenta.
Mientras
corría, sentí sus enormes pies correr tras de mí, por lo que sabía que tarde o
temprano me alcanzaría… eso es lo malo de ser pequeño, tus piernas suelen serlo
también. Así que decidí esconderme en alguna de las piezas y así salvar mi
vida. Al subir la escalera encontré una puerta que no llamaba demasiado la
atención y entre rápidamente, estaba buscando un escondite desesperado cuando
de pronto note que había alguien en la cama, como no se movía, deduje que
dormía o bien, estaba muerto. Por
supuesto, me negué a creer que Tet-chan tendría un muerto en su cama, ya que él
es demasiado inteligente como para no esconder un cadáver. Me acerque al bulto
que dormía para comprobar de quien se trataba, me di cuenta que fuera quien fuera, no le conocía, pero
viéndole dormir profundamente no pude evitar una travesura.
Como suelo
dar autógrafos por ahí, siempre llevo un plumón en mi bolsillo, en realidad
solo olvido sacarlos y a veces me son de utilidad como en este caso. Le saque
la tapa al plumón y dibuje lo que Tet-chan llamaría “obscenidades” por todo el
rostro del bello durmiente, luego de terminar mi obra, me retire sintiendo que
el mundo no podía con mi astucia... pero tan
solo pasaron unos minutos cuando me tope de frente con Ken-chan y sintiéndome
el hombre más estúpido del mundo por olvidar que estaba escondiéndome de él,
atine a hacer lo único que podía salvarme en esos momentos. Implorar.
-
Ken-chan lo siento, estaba bebido, no sabía lo
que hacía… perdóname por favor, estuve pensando y reflexionando en ello y … - No
alcance a terminar mi ruegos cuando de pronto Ken-chan vomito encima de mi
ropa.
Okey, esa si
era una verdadera venganza.
Karma:
murmuran por las calles.
-
Ayúdame Hyde no me puedo parar.
-
Qué asco Ken! – dije sujetándolo de los
hombros y buscando hacerlo sentir algo de culpa, pero el muy tonto sonreía
feliz.
-
Nunca vomitar se había sentido moralmente tan
bien, te lo merecías.
-
Maldito.
-
Llévame a ese dormitorio, cree que ese tiene
baño.
-
Pero hay alguien durmiendo allí.
-
Que importa, si nos molesta le vomito encima.
– Dijo Ken riendo.
Abrí la
puerta con cuidado evitando hacer ruido, pero Ken no tenía ni la más mínima
intención de ser considerado, y por motivo de la ebriedad o en parte de su
personalidad habitual, comenzó a cantar y gritar y luego ambas cosas al mismo
tiempo. Como era de esperarse, bello durmiente carita rayada despertó, se sentó
en la cama y nos observo.
Ken al notar
el rostro de quien estaba en la cama, quedo en shock. Luego de unos segundos
sus mejillas se tornaron de un color morado extraño y luego exploto en la risa
mas contagiosa que le había oído en años. Como no pude evitarlo, comencé a
reírme con él, yo también había bebido más de la cuenta.
Bello durmiente
carita rayada nos miro confundido durante varios segundos, luego Ken comenzó a
vomitar antes de llegar al baño y lo peor de todo, continuaba riendo, se
ahogaba con su propio vomito mientras reía a carcajadas, una situación
verdaderamente asquerosa para quien no estuviera acostumbrado a las
consecuencias de estas fiestas, nosotros no contamos en esa lista, por
supuesto. Aunque la situación para mí era verdaderamente absurda y divertida,
sentí un poco de compasión por el hombre que estaba sentado en la cama medio
adormilado, confundido y con la cara sumamente rayada, pero no alcance a
sentirme cínico, Ken me necesitaba para arrastrar su cuerpo hasta el baño y vi
de reojo salir a bello durmiente carita rallada de la habitación.
Para cuando
Ken pudo respirar y yo termine de vestirme con la ropa de Tet-chan que robe de
ese mismo cuarto, decidimos lanzar una moneda para dejar a la suerte quien
sería el que limpiaría el vomito en el dormitorio, antes de que Tet-chan lo
notara y decidiera nunca más invitarnos a su casa.
Como otra
prueba de que el Karma existe, yo fui el que perdí.
Llevaba
alrededor de 30 minutos limpiando, había podido limpiar el baño, pero la mancha
en la alfombra y el olor de la fermentación de Ken no se iba ni con la mejor de
las brisas. Entonces alguien apareció en la habitación, solo vi sus pies,
puesto que yo estaba agachado limpiando frenéticamente las manchas, al ver el
tamaño de sus pies reconocí que no era Tetsu por lo que suspire aliviado, pero
antes de que pudiera ver su rostro él se dirigió al baño y cerró la puerta.
Baño que por suerte yo acababa de limpiar. ¿Cuándo había sido la última vez que
yo limpie un baño? Nunca, y eso explica porque primero limpie con jabón todo
antes de darme cuenta que existía el cloro.
Después de
15 minutos mis manos comenzaron a doler y a picar, estaban hinchadas y sentía
una quemazón que aumentaba, así que lo primero que pensé fue en mojarlas con
agua fría, pero estaba ese extraño en el baño así que comencé a gritarle desde
el otro lado de la puerta.
-Disculpa,
¿puedes salir del baño? Necesito entrar urgente! ¿Porque te tardas tanto?
Además… ¿hay como mil baños en esta casa por que tuviste que venir a este?
-¿Fuiste tú
verdad? – Dijo el hombre al otro lado de la puerta, su voz sonaba furiosa.- Ken
dijo que tuviste que ser tu, porque sabias que había alguien durmiendo en esta
habitación de antes que entraran.
-¿eh? – Dije
confundido y con sintiendo mis manos quemarse.
- ¿Tu
rayaste mi cara?
No. No. No.
No. No.
No puede ser que justo bello durmiente carita rallada decidiera usar el
baño cuando yo lo necesitaba, ¿por qué él?
“Yo ya creía
que el Karma existía, no era necesaria una tercera prueba.” Pensé mirando al
cielo.
Necesitaba
agua en mis manos, estaba a punto de salir en busca de otro baño cuando la
puerta de aquel baño se abrió y apareció un rostro un poco hinchado y colorado,
aun quedaban algunas marcas de dibujos en sus mejillas pero casi todas ellas
habían sido borradas de una manera poco delicada, o eso denotaba la hinchazón.
-
¿Qué te paso? – Pregunto observando mis manos
mientras yo las mantenía en alto para evitar tocar algo con ellas.
-
Mis manos… Siento que se queman, duelen
mucho. – dije con tono angustiado, el dolor ya era intenso. Por inercia y de
manera inconsciente hice un puchero.
El miro mi
cara un poco divertido, luego mis manos, luego el cloro, note que había
comprendido lo que sucedía, tal vez mejor que yo. El reacciono muy rápido, tomo
mis manos arrastrándome al lavado del baño, dio a correr el agua fría y dejo
mis manos bajo el grifo, mientras él aun las sujetaba.
Yo no
reaccione, quede un poco impresionado por la libertad con la que el tocaba mis
manos. Por un leve momento mi ego ataco y pensé “muchas mujeres morirían por
tocar mis manos” pero luego recordé que estaba hace tan solo unos minutos
atrás, limpiando vomito con ellas, por lo que mi ataque de ego se transformo en
una especie de agradecimiento a aquel sujeto que no le importo que estuvieran
sucias y las sujetaba bajo el agua solo porque dolían.
Tal vez fue
ese preciso sentimiento de agradecimiento el que convirtió aquel momento en
algo inusual, lo único que sé es que mientras él sujetaba mis manos la
atmósfera se transformo en algo sumamente tranquilo, lo único que se oía era el
agua caer, un sonido que por alguna extrañada razón me hizo bajar la guardia y
otra vez, tal y como había pasado en el ultimo concierto, perdí el control.
Dolor
punzante en el pecho, no había aire en mis pulmones, todo alrededor se
desvanecía.
Todo lo
había experimentado con anterioridad, pero esta vez había algo inusual,
necesitaba salir de allí, lo necesitaba frenéticamente. De manera inconsciente
me agache y coloque mis manos en mi pecho tratando de aliviar el fuerte dolor. Al
sentir unas manos sujetarme, no pude evitar suplicar...
-
Sácame de aquí… por favor….- comencé a
sollozar, sentía que iba a morir en ese preciso momento.
-
¿Qué pasa? ¿Estás enfermo? - No pude mirarlo,
quería volver a ser niño y sentir que si cerraba los ojos, no estaba. Entonces
cerré los ojos y las lágrimas salieron, estaba fuera de control, y
definitivamente aun estaba allí.
-
Por favor… por favor… sácame de aquí.- Luego
de mi última suplica perdí la noción del momento, a lo lejos escuche una voz
preguntar:
-
¿A dónde quieres ir? – Por lo que sin pensar,
respondí:
-
A un lugar seguro.
Al abrir los
ojos todo estaba oscuro, pero al
contrario de alarmarme, todo me pareció muy tranquilo.
Sentí calor
de una manera agradable.
Yo estaba
acostado boca arriba en lo que parecía ser una cama, algo que distinguí como un
brazo me rodeaba abrazándome fuertemente, sentí una respiración acompasada
cerca de mi oído y aun así, la situación no me asusto, a pesar de no saber
quien estaba al lado mío, agradecí su abrazo.
No sé cuantos
minutos permanecí en silencio, no sentía tanta paz desde hace años, no quería
que ese momento terminara, ni siquiera quería dormir, quería sentir esa paz. Podía escuchar mis propios latidos, pero cuando me concentre en escuchar los
latidos de quien me abrazaba, una voz tranquila susurro suavemente a mi lado.
-
¿Estás despierto?
Su voz.
Y entonces
recordé.
Bello
durmiente carita rallada.
No supe cómo
reaccionar, el me había visto llorar, ni siquiera mis cercanos lo habían hecho,
sentí vergüenza.
-
Tranquilo, estas en un lugar seguro.
Por alguna
razón que desconocí en aquel momento, sus palabras me hicieron sentido, volví a
sentir tranquilidad, él aun me abrazaba.
Yo seguía sin saber que decir.
-
Tuviste una crisis de angustia o ataque de
pánico, como quieras llamarle. Aun inconsciente no podías parar de sollozar así
que me acosté contigo para calmarte… estamos en mi casa, en mi cama, está todo
bien ahora… dime si necesitas algo ¿sí? – su voz sonaba muy dulce… el parecía
ser un hombre muy tierno.
Asentí y
agregue:
-
¿Crisis de angustia? ¿Es por esa razón por la
que me desmayaba?
-
Sí, eso dijo el doctor que te reviso, dejo
algunos calmantes en caso de que volviera a suceder.
-
Oh. ¿Doctor?
-
Si, un amigo cercano mío, no te preocupes,
todo fue confidencial.
-
Ya
veo… la última vez que sucedió me fui del hospital antes de hablar con el
doctor, asumí que era fatiga por lo que me desmayaba… - por alguna razón
respondía en el mismo tono susurrante que el usaba.
-
¿Ya te había sucedido antes?
-
Si…- respondí girándome de frente hacia él,
sin saber que tan cerca estábamos.
-
¿Y no habías ido a un doctor? Los desmayos no
son cualquier cosa pequeño.- Por el tono de regaño realmente me sentí pequeño,
una parte de mi, se cohibió.
-
No es como si fuera a estar embarazado
tampoco. – Si, solo una parte se cohibió, el resto seguía siendo yo.
El rió
fuerte ante mi respuesta.
-
¿Cómo te llamas pequeño?
-
Hyde. Dime Hyde… y tu... - antes de poder preguntar su nombre note la
cercanía de su rostro, podía sentir la respiración cálida de su nariz a
centímetros de la mía, algo en mi estomago se contrajo. El embarazo seguía sin
ser una opción, por supuesto.
-
KAZ. Dime KAZ. – Note como se alejaba un poco
para acomodarse, comprendí que no quería alejarse de mí, ya que en ningún
momento soltó su brazo de mi cintura, bien podría simplemente estar demasiado
cómodo así, pero yo quería creer que no quería soltarme.
Todo estaba
tan tranquilo, ahora podía oír sus latidos…. sentí como de manera inconsciente
sonreí al saber su nombre.
-
Kaz- kun. – Dije en un tono infantil, su
nombre me resultaba divertido.
-
Si así quieres llamarme, está bien.
Minutos de
cómodo silencio.
De pronto
las ganas de abrazarlo crecieron hasta ser inquietantes, mi picaban las manos
por poder tocarlo en la oscuridad. El aun me abrazaba, yo también quería.
-
¿Qué pasa? Estas inquieto…
-
Yo…- La oscuridad brinda una confianza que no
puede ser explicada con palabras. – Puedo... abrazar…te?
-
Claro.- Respondió de manera casi automática,
como si mi pregunta fuera absurda o su respuesta fuera demasiado obvia.
-
Yo… - vacile, dándome cuenta de lo necesitado
que podía parecer.
-
Hyde, abrázame. Está bien, te he visto llorar
por horas hoy, entiendo que necesites un abrazo.
No quise
contradecir sus palabras, en parte porque sabía que él tenía razón, lo
necesitaba y en otra por qué no tenía ganas de hablar, solo quería mantener ese
sentimiento de paz que se había adueñado de mí desde que había despertado cerca
de él. Creí en ese momento que si él se alejaba, se llevaría esa paz con él.
Lo abrace fuerte.
Su olor era fresco.
Se acomodo de
lado frente a mí para dormir, estábamos tan cerca que podía rozar su frente con
la mía, sentía su respiración y en un par de ocasiones sus pestañas rozaron mí
mejilla causándome cosquillas. Note que no podía dormir, tal vez al igual que
yo él estaba demasiado inquieto por la cercanía. Sin pensarlo demasiado comencé
a cantar una canción que había estado componiendo para L’arc desde hace mucho,
al no terminar la letra a tiempo había quedado en lista de espera para el
próximo álbum que solo Jehová sabía cuando saldría. Su nombre era Yuki no
Ashiato, por inercia me pareció apropiada para calmar a Kaz-kun y ayudarlo a
dormir. Mientras cante, el no dijo nada, para cuando termine de cantar, el ya
dormía.
Disfrute de
su respiración y sus latidos hasta que amaneció.
Cuando hubo
luz en la habitación mire su rostro, no mire nada de lo que me rodeaba, solo a
él.
Su rostro me
pareció divertido mientras dormía, sobre todo porque aun llevaba un poco de las
marcas de mis dibujos en sus mejillas, no debía reírme o lo despertaría… aun
así no pude evitar un par de carcajadas que sacudieron un poco la cama, el hizo
un gesto ante el movimiento. Me pareció muy tierno, todo en el.
Sin
pensarlo, me acerque y bese su frente.
Sentí el
corazón derretirse cuando sonrió dormido ante mi beso.
Acomode mi
cabeza en su pecho, estaba cansado, felizmente cansado.
Escuche sus
latidos en mi oído, los conté y me deje ir por el sueño más tranquilo que tuve
en años.