-
Hyde
Cuando el avión aterrizó
sentí que el corazón se me saldría por la boca, estaba tan ansioso que creí
poder llegar corriendo a casa de Kaz, aunque obviamente eso no sucedería, ya
que la localidad en donde vivía quedaba bastante lejos y mis piernas son
cortas, causa de por supuesto, ser pequeño.
Al descender del avión y
adentrarse al aeropuerto, como era de esperarse, los periodistas nos atacaron,
Gackt observó de reojo.
-
¿Llevas prisa o puedes
responder algunas preguntas conmigo?
-
Preferiría que tú lo hicieras.
-
¿Solo? – me observó sorprendido.-
Pensé que dijiste que no me dejarías solo en ésto. – su tono era acusador. Por unos momentos pensé en ello, le había
dado demasiado de mi bondad a Gackt por
mi falta de Kaz, pero ahora estaría Kaz conmigo así que Gackt no me era de
interés suficiente como para opacar mi ansiedad por ver a Kaz.
-
Tengo compromisos.- le dije sin
ademan alguno de disculpa.
-
Oh… está bien. Esto no estaba
agendado de todas maneras. Disculpa si te molestó que te lo pidiera… - Yo sólo
asentí como respuesta, me estaba irritando el hecho de que llevábamos minutos
allí sin movernos y yo me moría de ganas de ver a Kaz.
-
Me tengo que ir Gackt-chan.
-
Claro, nos veremos pronto.
-
Claro, adiós.- me acerqué para
abrazarlo en señal de despedida.
-
Te llamaré.- me dijo mientras
me observaba a los ojos, sus palabras me sonaron como una promesa.- ¡Ah Espera!
– dijo de inmediato dando un salto, busco entre sus bolsillos un papel y me lo dio.
Yo lo observe con curiosidad. – Hace unos meses me reuní con una persona que
pregunto por ti, ese es su número telefónico.- Dijo con una sonrisa, esta vez
parecía estar dispuesto a despedirse o arrancar antes de que yo leyera el
papel.
-
Está bien.- le dije impaciente
por marcharme de allí, restándole importancia al papel que me había entregado y
pensando en mi subconsciente “No debo darle mi numero privado, sólo el de mi manager.”
Algo en mi rechazaba fuertemente la personalidad de Gackt-chan, aunque me
sentía atraído por el de cierta manera y no pensaba negarlo, tampoco podía
negarme a mí mismo que sus actitudes obsesivas me asustaban un poco.
Le dije a mi agente que
necesitaba llegar con urgencia a una dirección y para cuando logramos salir del
aeropuerto ya me esperaba mi chofer. Me subí al auto solo y le di la dirección
de Kaz, por mi tono de voz, el notó lo impaciente que estaba por llegar y
gracias a los astros, no había tráfico y en muy poco tiempo nos adentramos en
la ciudad.
Mientras realizaba el
viaje interminable para mis ansias, pensé en el papel que me había dado Gackt,
curioso busque en mi bolsillo y observe el número, mi estomago se contrajo.
“YASUNORI SAKURAZAWA”
“¿Qué rayos?” me
pregunté.
Sabía que ambos eran amigos,
pero ¿Por qué Gackt me hacía llegar la posibilidad de llamar a Sakura? Definitivamente
el era ignorante a nuestra historia, y a la cantidad de veces que yo llamé a
Sakura y él no contestó.
Suspire.
Eso ya era historia.
Deje el pasado ir con un
suspiro, guarde el papel en el bolsillo y volví a concentrarme en el presente,
en un par de minutos llegaría a las afueras del departamento de Kaz.
Comencé a pellizcar mis
manos y a morder mis uñas, y agradecí en silencio a los dioses cuando
estacionamos fuera del edificio, ya sentía el cuerpo acalambrado por la
tensión.
Le pedí al chofer que me
esperara, no estando seguro de si encontraría a Kaz en casa. “Lo más probable
está en su estudio” pensé un poco desanimado. Pero no perdí la esperanza.
Subí las escaleras de
emergencia porque no tuve paciencia de esperar el ascensor y en cuanto llegue a
la puerta del departamento, respiré profundo.
“Por fin la espera acabó.”
Abrí la puerta del
departamento y comencé a buscar a Kaz, todo estaba en silencio, pero aquello no
indicaba nada. Kaz muy rara vez encendía la televisión o colocaba música, no le
gustaba el ruido, usualmente lo único que se escuchaba por la casa era el
sonido de su guitarra.
Sólo me faltaba un
lugar, la habitación.
Corrí a la habitación y
al ver las cortinas cerradas inmediatamente deduje que estaría en la cama,
entonces me acerqué y vi un bulto en la cama, pero definitivamente no era Kaz.
La cabellera de color
castaño oscuro, aquel rostro... ya lo había visto una vez.
Kira.
Ella estaba acostada en
lo que usualmente era mi lado de la cama, al parecer no llevaba ropa bajo las
sabanas. Mi corazón se contrajo. “No es posible”. “No es posible”.
Inmediatamente salí de
la habitación.
Me sentí mareado a causa
de la impresión. Me senté en el sofá unos minutos y traté de pensar en lo que
acababa de ver.
Definitivamente Kaz se
estaba acostando con la chica, y aquello no sólo me molestaba si no que me
hería de una manera muy profunda.
Yo no había consumado
nada con Gackt-chan incluso ebrio, solo porque había pensado en Kaz. Pero al
parecer el no pensaba en mi.
Que tonto había sido, me
había convencido a mi mismo de que podría serle fiel a Kaz a pesar de la
distancia y el tiempo en que no nos viéramos y resulta que él no era capaz de
hacerlo. No creí que fuera capaz de engañarme, no con quien… él prácticamente
me había asegurado que no sentía nada.
Me sentía muy molesto y
herido, mis ojos picaban y sentí las lagrimas buscando escapar, pero no podía
olvidar algo importante, yo mismo le había dicho a Kaz que podía estar con otra
persona, recordaba exactamente mis palabras de aquella vez y aunque sabía que le
había pedido que yo no me enterara, nada cambiaba que tenía mi permiso para
hacerlo.
Por lo tanto, Kaz no
había hecho nada malo, aunque mi corazón doliera, aunque mi orgullo se sintiera
pisoteado y me estuviera muriendo de celos, miedo y furia por dentro, tenía que
reconocer que Kaz no había hecho nada malo. Nuestro acuerdo había sido así
desde un principio.
No había pensado en
ningún momento en la alternativa de Kaz estando con otra mujer, pensé que él no
recurriría a alguien en mi ausencia, pero me equivoque. De todas formas aquella
chica estaba enamorada de él y lo más probable es que hubiera tratado de
conquistarlo mientras yo no estaba, tal vez lo había hecho… No. No debía dejar
a mi cabeza seguir el hilo de aquellos pensamientos, debía ver a Kaz. Aquello
era lo que más me importaba, lo que más quería en aquel momento.
Me coloqué de pie y
escapé del departamento trotando, bajé las escaleras de emergencia nuevamente y
subiendo al taxi, le indiqué al chofer la dirección del estudio.
La ansiedad me comía
vivo.
Ya Kira no importaba, yo
necesitaba ver a Kaz, sentir su mirada en mí, sentir su piel, su tacto, su
olor, sus abrazos y sus besos, sentir su
amor, lo necesitaba.
Cuando el taxi llegó al
estudio le indiqué que podía marcharse, seguramente me tomaría mi tiempo para
estar con Kaz.
Al entrar al estudio
muchas miradas curiosas y un poco impactadas no dejaban de mirar en mi
dirección. Era primera vez que yo iba de visita y las veces en que había
utilizado aquel estudio, Kaz le había pedido al personal no ir a trabajar aquel
día. Sólo para que pudiéramos estar juntos, tranquilos, sin observadores
prejuiciosos.
Tomé directamente la
dirección al estudio personal de mi novio, a través del pasillo, muchos
empleados se miraron entre sí sin saber si detenerme o no, pero nadie se
atrevió a acercarse de todas maneras. Entonces abrí la puerta del estudio de
Kaz y de inmediato lo vi.
Aquel cuerpo, aquel
rostro, aquel perfil… mi Kaz.
Sentí el corazón
derretirse en un segundo, él se encontraba con audífonos escuchando atentamente
a quien cantaba del otro lado de la sala, no parecía haberse dado cuenta de que
yo estaba allí. Entonces sin poder controlarme, me aventé encima de él,
sentándome en sus piernas y abrazándole fuertemente.
-
¿Qué rayos? – dijo apartándome
de manera agresiva. Yo me congelé. – ¿Hyde? Pero… ¿Qué haces aquí? – su tono
era molesto, definitivamente no era la reacción que yo esperaba.
-
Que-quería verte. – tartamudeé,
chocado por su agresividad.
Kaz suspiró molesto, entonces se acercó al
micrófono de comunicación entre él y la cantante que estaba al otro lado de la
sala.
-
Discúlpame Anna, realmente lo
siento…- luego me observó analítico, yo continuaba congelado.- Vendré en dos
minutos, realmente espero que me disculpes.- le dijo a ella, apenado.
Yo me sentí estúpido.
Patético.
Acababa de molestar a Kaz.
Acababa de causarle problemas.
-
Kazu… yo…- no sabía que decir.
Kaz se colocó de pie obligándome a mí a hacerlo también.
-
Ven conmigo.- dijo molesto.
Le seguí en silencio.
Aquella actitud no me gustaba, me sentí atemorizado.
Entramos a una pequeña
sala para conversar a solas, Kaz cerró la puerta.
-
¿Qué haces aquí? – me preguntó
mirándome fríamente a los ojos, esa no era la mirada que yo recordaba.
Mi corazón ésta vez se sentía frio.
-
Quería verte Kaz… te extrañé.-
mi tono sonaba sincero, sentí mis ojos húmedos por la necesidad, el miedo y la
situación.
-
¿Y la película?
-
Terminó el rodaje, no quise
avisar… quería que fuera sorpresa.- le expliqué. De manera involuntaria mi tono
sonaba a suplica.
-
Debiste avisar. – Dijo antes de
suspirar exasperado.
-
¿Para no tener a una chica durmiendo
en tu cama?- le pregunté curioso. Ni siquiera su actitud me dejaba estar
molesto por ello.
-
¿Fuiste a mi departamento?- Su
tono cada vez sonaba mas frio y molesto.
“¿Qué? Hace unos meses era NUESTRO
departamento”, pensé.
-
Si, quería verte… ya te lo
dije.
-
No debiste Hyde.
-
Pero… ¿Por qué? ¿Qué está
pasando Kaz?
El volvió a suspirar
mirándome fijamente, tenía algo importante que decir al parecer y su mirada
fría me hacía temer.
“Por favor que no sea
eso… por favor.” Supliqué en mi mente.
-
Esto tiene que acabar Hyde.-
“Oh no.” Esta vez mi corazón se detuvo.
-
¿Qué?
-
Que esto tiene que terminar,
nosotros no podemos continuar juntos.- Su tono me sonaba tan decidido, que
refutarle me llenaba de angustia.
-
No… no puedo creer lo que estás
diciendo.
-
Pues créelo. Porque ya lo
decidí. – Su postura se mantenía firme, al igual que el tono de su voz. Todo en
el parecía indicar que estaba seguro de lo que hacía.
-
Pero, ¿Por qué? ¿Ya no me amas?
-
Hyde… - sus ojos durante unos
segundos tuvieron el brillo de aquella mirada que yo tanto conocía. Pero no
estaba seguro de si mi dolido orgullo me hacia interpretar de manera
equivocada.
-
¿Ya no me amas? – le pregunte esperanzado,
sin embargo Kaz no contesto de inmediato… poco a poco mi dolor se transformó en
indignación.
-
No es eso Hyde… - Kaz se acerco
a mí y tomo mis manos. De manera instintiva las aleje.
“No me tocarás y me
harás daño al mismo tiempo”
-
Entonces ¿Por qué? – le exigí,
ésta vez mi tono sonaba desafiante, de manera involuntaria mi actitud estaba
siendo defensiva, tratando de salvar algo de mí.
-
Porque no puedo llevar una
relación con alguien que permanentemente estará lejos. Hyde escúchame, durante
meses viví el martirio de ver tu rostro deleitándose con ese Gackt, lo daban en
la televisión todos los días. No soporto saber que sucedió algo entre ustedes,
tal vez… tal vez sería soportable para mi si no hubiera tenido que verlo
constantemente…- Ésta vez era su voz la que sonaba dolida.
-
Pero Kaz yo no me acosté con Gackt-chan.
-
Por favor Hyde… no me mientas.
Vi en los ojos de ese tipo que se moría por estar contigo y en tus ojos que
eras capaz de permitírselo. Y dolió, por meses. Aun duele, no quiero tener que
vivir con aquel sentimiento… esto es difícil para mí. – Ésta vez fui yo quien
se acerco para tomar sus manos y Kaz quien las alejo de mi.- No, escúchame
bien, no quiero tener que discutir esto, ya lo decidí, no es bueno para mí
estar contigo y creo que para ti tampoco.
-
No…- ésta vez las lágrimas se
asomaron. – No es cierto Kaz, para mi es… - comenzó a absorberme la tristeza.
Una que no sentía desde muchísimo tiempo atrás, cuando había estado sin Kaz. –
Para mi eres bueno… para mi…- los sollozos no me permitieron hablar por mucho
tiempo. Entonces sentí la necesidad de huir de ahí, la mirada de Kaz, la voz de
Kaz, la presencia de él, ahora sólo me lastimaba.
Necesitaba salir de allí.
De todas maneras no creí que nada de lo que
yo dijera traería un poco del amor de Kaz que sentí meses atrás.
Sin decirle nada, caminé
hacia la puerta pasando por su lado, el no dejaba de observarme y yo no me
permití volver a verlo una última vez, simplemente huí.
Caminé por el pasillo
que había recorrido en su búsqueda solo unos minutos atrás, ignoré las
repetitivas miradas curiosas que esta vez al verme afectado por las lagrimas
parecieron sentir lástima. Salí por la puerta principal estando completamente
seguro de que no volvería allí, nunca más.
Sólo había caminado por
dos calles cuando un par de chicas me reconocieron y decidieron seguirme, a
pesar de mis intentos por zafarme de ellas no logré nada y hecho un lio
emocionalmente decidí que no importaba si me veían llorar, si me fotografiaban
o si hacían lo que quisieran conmigo. Ya nada importaba.
Me senté en unas
escaleras que conducían a un templo y me permití dejar escapar las lágrimas. La
tarde estaba helada, pero lo más probable el frio provenía de mi interior.
No quería permitirme
pensar en lo que acababa de ocurrir, temí una crisis de angustia o algo
parecido. Quería ignorarlo, mentirme a mí mismo y continuar con todo como si
nada, como si nadie hiciera falta. Pero no podía, incluso si de manera
consciente buscaba distraerme, mi cuerpo estaba afectado, mis manos temblaban,
mi pecho dolía y mis ojos parecían deshidratarse. Kaz era el centro de mi
mundo, mi mente giraba en torno a él y ahora sentía aun hueco enorme a la
altura de los pulmones por su falta.
“Sólo no pienses en Kaz,
sólo no pienses en lo mucho que lo amas, en cuanto lo extrañaras, sólo no
pienses en Kaz.” Me suplicaba mientras me consumían los sollozos sentado en
aquella escalera, enfrente de dos desconocidas que parecían debatirse entre sí
acercarse o no. De todas maneras las ignoré.
Cuando el llanto pareció
no acabar y al contrario cada vez elevarse más, busqué entre mis bolsillos algo
para secar mis lagrimas y me encontré con el papel que tenía un número
telefónico anotado… “ese” número.
Si había alguien en este
mundo que podría brindarme un poco de calor en aquellos momentos en que sentía
que mi corazón se congelaba y se rompía, debía ser Ya-chan.
Me coloqué de pie y
caminé un par de calles hasta encontrar un teléfono público, revise mis
bolsillos y no tenía ninguna maldita moneda. Maldije y miré hacia el cielo en
una especie de reclamo a los dioses.
Cuando bajé la mirada
una de las niñas que me había seguido me tendía la mano con un par de
monedas. Yo la miré unos momentos con
mis ojos hinchados. Ella estiró aun más la mano, insistiendo en que tomara el
dinero. Yo lo tomé. Y ella corrió donde su compañera.
-
Gra-gracias…- les dije impresionado y
enternecido. Ahora quería llorar más.
Ambas chicas me
sonrieron y se alejaron lentamente, mirando un par de veces en mi dirección,
dudaban de si dejarme solo o no. Les sonreí, para que se marcharan tranquilas.
“Fans.” pensé con mucho
cariño y agradecimiento al verlas alejarse.
Entonces observé las
monedas y observé el número durante unos instantes, en aquellos momentos no
tenía a quien recurrir, no tenía grandes amigos ni a nadie que quisiera que me
viera así. Pero necesitaba un abrazo, un poco de apoyo de alguien en quien yo
confiara.
Coloqué las monedas en
el teléfono y marqué el número con mis dedos temblorosos. Comencé a escuchar
los pitidos de la llamada.
“Contesta por favor, por favor”
La voz de Sakura.
-
Kaz.
Desde que Hyde se había
marchado me había dedicado cien por ciento al trabajo, desde que despertaba
hasta que lograba dormir. Me sentía
triste, vacio e incluso perdido. En las noches al llegar a casa me lanzaba al piso,
tomaba la guitarra y componía algo que pretendía ser melodioso, pero luego me
inundaba la rabia y los celos al pensar en que debía estar haciendo Hyde
cerca de Gackt, y la canción se volvía violenta. Llevaba muchos días intentando
componer algo melodioso pero me resultaba imposible. Incluso en las noches en
que dejaba las lágrimas salir, el sentimiento más agudo era la rabia, el enojo con
Gackt, con Hyde y conmigo mismo.
Me estaba convirtiendo
en algo que odiaba, mis emociones estaban fuera de control y mi comportamiento
era irracional. Estaba desequilibrado.
Sin darme cuenta comencé
a perder peso, dejé de estar atento a las preocupaciones cotidianas y a veces
hasta olvidaba tomar un baño en varios días. Me dejé hundir por las
composiciones del disco en que habíamos estado trabajando, era lo único que me
quedaba de Hyde.
Todo el día me centraba
en las producciones de aquel álbum, había muchas grabaciones vocales listas y
había que avanzar con el sonido de ingeniera de aquellas canciones, y además
grabar las siguientes pistas. Mi misión durante esas semanas era avanzar todo
lo que pudiera, colocar sentimiento y dedicación a cada ritmo, y que al llegar
Hyde al escuchar el álbum, le haga sentir orgulloso.
Renuncié a todos mis
otros proyectos de producción para enfocarme solamente a él. La gran mayoría de
mi estudio me observaba como si yo fuera un animal extraño, murmuraban que me había
obsesionado con un proyecto producto de algún abandono o amorío. No sabían que
tan cierto podía resultar aquello.
Comencé a excluirme sin
notarlo, siempre había sido solitario, sin embargo poco a poco aquello fue
mayor. Dentro de mi estudio era muy respetado gracias a los trabajo de
producción junto a mi fallecido amigo Hide, por ello todos me saludaban con
admiración, sin embargo mis actitudes hacían que cada vez menos gente se
acercara a mí. Incluso me negaban el saludo y los buenos días. También me
comportaba de forma idiota con mis compañeros de producción, no aceptaba
descansos, ni atrasos, no les permitía tomarse un minuto más de colación, por
que debían trabajar tan concentradamente como yo en aquel álbum. A veces me
quedaba hasta altas horas de la noche y más de alguna vez no dormí por quedarme
allí. Al menos yo debía tener la mitad del álbum, para cuando Hyde llegara.
La única que me dirigía
la palabra a ratos era Mika, una de mis asistentes y secretaria. Ella siempre había permanecido
junto a mí, preocupada desde la distancia, tenía pequeños detalles conmigo que
me hacían mantener un gran afecto por ella.
A veces llevaba comida, compraba
café y lo dejaba en mi escritorio, arreglaba mi agenda de forma perfecta para
calzar con mis horarios de dedicación al álbum, me recordaba las fechas
importantes y me hacía sentir menos solo aunque fuera con una sonrisa.
-
Gracias por tu consejo Mika. –
le respondí cortante concentrado en los sonidos que escuchaba
-
Kaz… lo digo en serio, nos
estas asustando y llegara el día que el portero no te reconozca.
Sólo asentí como respuesta.
Ella se marchó lentamente observándome
desde la distancia para saber si es que le respondía.
Observé mi reflejo en el
espejo, realmente tenía una gran barba.
Llegando a casa me
debería bañar también, podía ver el brillo en mi cabello. ¿Cuánto llevaba sin
tomar un baño? Debería darme vergüenza aparecer así en el trabajo.
“Aunque… ¿Qué no todos
los artistas lo estamos?” Me preguntaba a mi mismo dándome un poco de apoyo.
Conocía artistas realmente raros, ¿Qué tal si yo me había transformado en uno
de ellos? Después de todo, era primera vez que experimentaba una sensación de
vacío tan grande… tal vez aquello era lo que experimentaban ellos.
A pesar de estar
consciente de que debía tomar un baño, esa noche permanecí en el estudio hasta
altas horas de la madrugada. Las
posibles tres primeras canciones estaban listas, sólo faltaban los detalles a
sus comienzos e inicios para ajustar el sonido y coordinar la comodidad a oídos
ajenos. Pero había un gran problema, y es que cuando te centras tanto en algo,
pierdes la objetividad, llegó un momento en que todo lo que escuchas te parece
igual. Me desesperé, no podía ajustar los audios y no quería descansar hasta al
menos finalizar con ello.
Pensé en pedir ayuda,
tal vez podría pedirle al guardia nocturno del lugar que se acercara a oir un
poco de la música… pero no resultaba tan buena idea, no sabía cuales eran sus
gustos, tal vez todo le parecería desagradable o simplemente escogería uno para
deshacerse luego de mi petición. Necesitaba a alguien con buen oído y del gusto
de mis habituales producciones.
Tomé el teléfono y
marque el número de Mika.
Esperé a que contestara
la llamada.
Los sonidos de la línea
telefónica me irritaban.
Mi ansiedad comenzaba a
comerme, quería que contestara rápido, que escuchara la música pronto, que todo
terminara de una maldita vez.
Algo en mí despertó en
el segundo en que analicé mis pensamientos… yo quería que todo terminara… ¿pero
que haría de mí vida en cuanto terminara el disco? Hyde no llegaría antes
porque yo lo finalizara… aquello era lo que más quería… tenerlo nuevamente,
tocarlo, besarlo, acariciarlo, observarlo simplemente, escuchar su voz…
Pero él no estaba… él se
fue…
Y Aquí estaba yo,
dejándome hundir por lo poco que me quedó de él.
¿Qué haría en cuanto
terminara el álbum?
¿Si se enamoraba de
Gackt?
-
¿Diga? – dijo una voz un poco
adormilada desde el otro lado de la línea telefónica.
Observé el teléfono unos
instantes, sin comprender que estaba haciendo allí, sin comprender que era el
teléfono que tenía en la mano, sin comprender quien era yo.
-
¿Diga? ¿Quién es? – insistió la
voz en el teléfono.
Pestañeé un par de veces.
¿Qué me estaba pasando?
-
¿Kaz? ¿Kaz eres tú? – preguntó
la voz.
Escuchar mi nombre me trajo
de vuelta a la realidad, aunque no del todo, sentía que todo a mí alrededor se
movía en cámara lenta. Estaba al borde de la locura.
-
¿Mika? – dije cerca del
teléfono, intentado recordar la razón del por qué la necesitaba…
-
¡Kaz! ¡Por dios, si eres tú!
¿Sucede algo? – Me sentí mareado y sin energías, todo a mi alrededor giraba de
una manera muy lenta, mis oídos dejaban de escuchar poco a poco. Sentí ganas de
vomitar, pero considerando que no comía desde le día anterior, sabía que nada
saldría de allí.
-
¿Mika?- volví a preguntar
sintiéndome distante de la realidad
-
¿Por qué tienes esa voz? Kaz….
¿Estás enfermo? ¿Estás bien?
No pude responder… Cerré
los ojos presa de un gran cansancio.
-
¡Kaz! ¡Kaz! ¡Kaz despierta! –
escuché a lo lejos una voz femenina gritar mientras sentía como tocaban mis
mejillas con pequeños golpes que me despertaban poco a poco. – ¡Kaz! ¡Mierda
Kaz! ¡Despierta por favor! ¡Ayuda!
Mientras la voz gritaba hice esfuerzos
enormes por abrir los ojos, hice un sonido con mi garganta buscando mi voz…
tampoco la encontraba….
-
¿Mika? – le pregunté en cuanto
la reconocí entre mi borrosa mirada.
-
¡Kaz! Dios… despertaste…- su
mirada se veía preocupada, su voz parecía que estaba a punto de desbordarse en
llanto.
-
¿Qué paso? – pregunté
confundido mirando a mi alrededor, sentí mi cabeza doler.
-
Te desmayaste al parecer…
llegué hace unos minutos y te encontré aquí en el suelo… cuidado… - advirtió
tomando delicadamente mi cabeza entre sus manos – parece que te golpeaste…
¿Cómo te sientes?
-
Como si tuviera la resaca más
grande del mundo…- le dije sin energías.
-
¿Llevas demasiado sin comer no?
– Dijo en tono superior, yo no respondí, me sentí avergonzado de que Mika me
regañara con razón.
-
¿Puedes ponerte de pie? Vamos…
te llevare a casa. – Intentó ponerme de pie con dificultad, en gran parte
porque yo no ayude. Me dolía el cuerpo y me sentía sin energías.- Apóyate en
mí.
Me arrastró
prácticamente a su auto y con gran dificultad me recostó en la parte trasera.
“Yo cuidare de ti” susurró despacio mientras acomodaba delicadamente mi cabeza
en el asiento. Me moví con los ojos entreabiertos, presa del cansancio, del
momento y de la sensación de aturdimiento y ella resbaló sobre mí, sujetando
gran parte de su peso en el mío. Ambos reímos.
¿Cómo habíamos llegado a
esta situación?
Parecía que estaba
cuidando de un adolescente ebrio.
Luego de nuestras risas
nos observamos un par de segundos. Y el ambiente que nos rodeaba se torno
dulce, sentí mi estomago apretarse al ver los ojos de Mika observando mis
labios y leí sus intensiones en su expresión. Quería besarme, de la misma
forma, me sorprendí a mi mismo dándome cuenta que también quería besarla. Lo
deseaba, de forma irracional, simplemente un impulso me hizo anhelar sus labios
y tal vez, una caricia que me reconfortara.
Observé
de la misma forma sus labios, entregando el mensaje que sabía que estaba
esperando. De inmediato sus manos rodearon mi cintura lentamente aun con el
peso de su cuerpo sobre mí… sentí su tacto conocido.
Durante los mismos
segundos, una de sus manos busco enredar sus dedos en mi cabello, de la misma forma en que Hyde lo hacía… de la
misma forma en que tocaba lentamente con su lengua mi cuello mientras buscaba
tocarme bajo la ropa…
Tal vez Hyde no era tan
único… tal vez Hyde era como todos… tal vez… tal vez yo debía dejar de
idealizar a Hyde… tal vez yo debería dejar de buscar extrañarlo en cada minuto
de mi vida…
Tal vez, tal vez debía
olvidar a Hyde, porque extrañarlo simplemente dolía demasiado.