Hide
me contó acerca de sus anécdotas del último viaje y yo le comenté sobre algunas
estupideces graciosas en mi gira también. Nos fuimos cantando juntos varias
canciones que encontramos en la radio prácticamente gritando sin vergüenza de
quienes pudieran oírnos. Me reí tanto que luego de un rato mi rostro dolía.
Nos
acercamos a nuestra casa cuando ya estaba oscureciendo, aun así divisé los
cerros característicos de la zona que se apreciaban solo como figuras
oscuras. Hace años él compró un terreno en medio del campo a las afueras de la
ciudad, y con el tiempo fuimos convirtiendo ese pequeño espacio verde con muros
altos en nuestro mundo privado. Habíamos construido una casa pequeña de madera
con dos pisos, con los lujos necesarios para relajarnos. Pintamos nosotros
mismos el lugar y yo me encargué de plantar un gran jardín que poco a poco
creció cada vez más. Teníamos una alberca frente a una pajarera... donde muchas
veces me imaginé envejeciendo ahí; hasta que un día noté que efectivamente, así
estaba sucediendo.
En
cuanto llegamos fuera del portón el cuidador del lugar nos abrió, Hide bajó del
auto para saludarlo.
- Hola
Rei, ¿Todo ha ido bien? – le preguntó al anciano quien vivía junto a su esposa,
igual de mayor, a las afueras del terreno. Hide les pagaba por cuidar el lugar
y mantenerlo limpio.
- Sí
señor, nada de novedades. Que disfrute su estadía.- respondió con una gran
sonrisa. Él volvió a subir al auto para adentrarnos en el campo. Dejé bajar la
ventana para ofrecerle un saludo lejano al anciano y luego para sentir el
fresco, de inmediato llegó a mí el olor a las flores…
- En
estas fechas los tulipanes te llenan de alergia.- dije.
- Si…
por suerte están plantados lejos de la casa. ¿Viste que tan altos están los
árboles? Los que plantaste el año pasado están por las nubes.
- Porque
los plante yo. – ambos reímos. – Eres tú el que no logras mantener nada con
vida – arrugó la nariz como respuesta.
Estacionó
el auto en frente de la casa y nos bajamos, de inmediato el frío atacó.
- Mierda,
abre la puerta rápido, yo bajo las maletas y los bolsos - abrió la puerta y yo
entré corriendo con las cosas, pero adentro la verdad no estaba mucho más
caliente.
- Encenderé
la chimenea, tú ve a preparar el baño. – su voz sonó temblorosa a causa del
frio.
- ¿Quieres
bañarte? –
- No,
pero apestas a vómito. – soltó.
- ¿De
verdad? – me olí a mí mismo sin poder identificar más olores que el del
detergente de mi ropa.- ¿Por qué no me dijiste nada?
- Porque
no quería hablar acerca de ti durmiendo con Tazawa, ¿Ahora puedes ir a llenar
la maldita bañera? – lo miré con algo de lástima, no quería que discutiéramos y
sentía que Hide realmente estaba afectado por ello… Parte de mí no lo culpaba.
- Bien,
pero sube a bañarte conmigo.
- En
un minuto. – me respondió mientras elegía la leña para encender el fuego.
Subí
al baño y olí el aroma a limpio, definitivamente los ancianos hacían un buen
trabajo manteniendo todo perfecto. Encendí las luces de la habitación, la cama
estaba en el mismo lugar de la última vez que habíamos estado allí, hacía casi
4 meses. Mi vida podría ser perfecta escondido en ese pequeño lugar, pero por
desgracia estar solo allí no era nada gratificante, por lo que huía a mi propio
espacio cada vez que Hide no estaba. Abrí el grifo del agua caliente y comencé
a desnudarme mientras el jacuzzi se llenaba, mi mente se inundó de pensamientos
de anhelo de que ese momento se alargara… Unos brazos me rodearon desde atrás y
sentí sus labios besar mi espalda.
- Lo
siento… no quiero discutir, no tengas esa expresión de tristeza… no diré nada
más sobre Tazawa… - susurró escondiendo su rostro en mi espalda aun
abrazándome.
- Está
bien comprendo, tranquilo.
- Mm…
- murmuró. Hide comenzó a acariciar mi cuerpo desnudo con sus manos de a poco,
primero mi pecho y mi estómago, luego mis piernas, tocó mi entrepierna pero no
por mucho, dirigió sus manos a la parte baja de mi espalda para continuar
besando y acariciando hasta que… sentí sus manos juguetear con mi trasero.
- ¿Qué
haces? – le pregunté algo asustado.
- Abre
las piernas. – susurró en un tono excitado. Tragué saliva, dude un poco pero lo
hice… lo hice porque a pesar de que me asustaba lo que sospechaba que haría,
confiaba en él.
- Oye…-
Lo escuché ensalivar sus dedos. Cerré los ojos.- Oye…
- Dime
- Cuidado
con lo que haces…
- Mm…
confía en mí. - susurró en cuanto uno de sus húmedos dedos entró en mí. Abrí la
boca en medio de una mueca de dolor.
- Mierda…
no sigas…
- Es
algo incómodo, pero solo al comienzo. – Movió su dedo hacia fuera y lo volvió a
meter, di un pequeño salto cuando volví a sentir dolor. – Quédate quieto y
concéntrate en la sensación.
Le
hice caso, me quede quieto sujetándome del lavado, cuando dejó entrar un dedo
más y sin quererlo un pequeño quejido se me escapo. Reí avergonzado.
- Está
bien… - susurró de forma de tranquilizadora.
- Es
muy vergonzoso- admití.
- Sé
que lo es… ¿Quieres seguir?
- No
oliendo a vomito… - Hide rio.
- Ven,
te bañaré…- tomó mis manos y en cuanto me enderecé sentí un pequeño ardor en el
trasero. Que incomodo era aquello… imaginé cuanto debía dolerle a él después
de…- ¿Ayúdame a quitarme la ropa? – me volteé lentamente sintiendo calor en las
mejillas, y sin mirarlo a los ojos. Dirigí mis manos directamente a la bragueta
de su pantalón, mientras desabrochaba, sus manos apretaron mis mejillas.
-
Ya déjame- le dije riendo algo avergonzado por la situación. Le bajé los
pantalones y él con un movimiento de cadera parecido a un baile los hizo
deslizarse entre sus piernas hasta que cayeron sobre sus pies y se los quitó de
una patada. Le quité el suéter y la playera juntos mientras él estiraba sus
brazos para dejarme desnudarlo, en cuanto vi toda su piel, me permití besar su
cuello, el hueco perfecto de su clavícula siempre me pareció atractivo.
- Mmm…
cuando estamos lejos sueño con sentir tus besos en el cuello...- susurró
inclinando su rostro hacía atrás, dándome más alcance.
- Entonces
calla y disfruta…- mascullé en mi tono usual.
- Delicado
que eres- susurró en tono fingidamente molesto. Lo mordí - ¡Oye!
- Ya
báñame, que estás hablando tanto.
Riéndonos
nos sentamos en el jacuzzi uno al lado del otro, besándonos y abrazándonos
hasta que Hide se cansó de besarme y se sentó sobre mí.
- Cierra
los ojos- Tomó un poco de agua con un jarrón y lo vertió sobre mi cabeza.
Siempre que me bañaba me recordaba a mi infancia, cuando hacía berrinche por
evitar de todas las formas posibles un baño. Acarició mi cabello
mientras continuaba vertiendo agua, escuche cuando untó algo en su mano y
entonces sentí el olor a shampoo. Lavó mi cabello con paciencia, de
forma delicada con sus pequeños dedos. Me relajé. – Ahora acondicionador a ver
si logro que te peines. – solo sonreí. Permanecí con los ojos
cerrados mientras continuaba masajeando mi cabello y lo enjuagaba. – Ahora sí,
voy a quitarte ese olor asqueroso.
Reí
por sus celos en cuanto comenzó a pasar por mi pecho la esponja con jabón.
Sentí cosquillas por la suavidad con la que me lavaba, pareció dejar la esponja
y continuar el trabajo con las manos. Frotó la palma de sus manos con mis
brazos, por alguna extraña razón aquello me gustaba. Volvió a mi pecho y sentí
la humedad de su lengua acariciar mi pezón derecho.
-
Mm.
-
¿Te gusta?
-
Mm. – mordí mi labio, me rehusé a contestar. Hyde chupó más fuerte.
-
Contéstame- dijo demandante.
-
Si… - no abrí ojos.
-
Adoro la forma en que tus mejillas se inflan cuando hablas señor cachetes.-
Sonreí. Sentí su nariz acariciar la mía y luego besarme, entreabrí los ojos
para mirarlo a él con los ojos cerrados besándome concentradamente, sujetando
mi rostro con sus dos manos, levantando ligeramente su trasero como cada vez
que se excitaba. Acaricié su espalda mientras lo besaba. – Mmm…
prométeme que nunca tocarás a nadie más así…
-
Hide… - Me alejé rompiendo el beso con algo de brusquedad.
-
Solo… promételo. – nos miramos a los ojos con los labios brillosos.
-
Lo prometo. – Mientras lo miraba no pude evitar sentirme culpable, admitía que
gran parte de sus inseguridades esta vez eran por situaciones que yo pude
evitar.
Él
sonrió.
El
brillo en sus ojos lo conocía bien, era la típica mirada de un niño travieso.
Mirándome
a los ojos tomó mi entrepierna y la comenzó a masturbar.
Se
mordió el labio.
¿Por
qué a pesar de la costumbre que representaba para mí verlo comportarse así, aún
su actitud y el más pequeño detalle me continuaba excitando tanto? Estaba
seguro de que con nadie podrían revivir esas emociones.
- Te
quiero…- dijo ronco luego de que su lengua acarició sus labios.
- También…
ah… yo…- continuo su trabajo de forma lenta pero presionando con la fuerza
exacta, su otra mano acarició mis testículos. – aah…
De
a poco me incliné hacia él de forma inconsciente mientras continuaba moviendo
su mano de forma lenta sobre mi erección. Sentí sus labios estamparse con los
míos de forma brusca, incluso dolorosa, pero me mantuve firme devolviéndole el
beso hasta que mordió mi labio con fuerza.
- Mmm…
tranquilo… - le pedí alejándome un poco mientras me chupaba mi labio de forma
resentida.
- Lo
siento - se alejó algo apenado mirándome a los ojos con una disculpa - Estoy
algo desesperado por escucharte gemir.
- Oye…
si vas a hacer aquello al menos trátame con delicadeza – le bromeé. La verdad
era que me moría de miedo, el típico miedo al dolor y los tabúes...
- Prometo
no hacerte daño. – Me dijo con una mirada traviesa, tragué saliva.
¿Alguna
vez me contemplé haciendo aquello? No, la verdad es que no, jamás se me pasó
por la cabeza más que cuando intentaba ser empático con él y comprenderlo
cuando sufría algún malestar post sexo anal. Pero jamás me excitó la idea de
ser el pasivo entre los dos.
Mientras
lo contemplaba a los ojos nervioso, el desvió la mirada y tomó el shampoo,
vertió algo en su mano y comenzó a lavarse el cabello de forma rápida.
- ¿Alguna
vez pensaste que me gustaría hacértelo? – me preguntó mientras se enjuagaba el
cabello. Dejó de mirarme a los ojos y bajo la mirada, de a poco sus mejillas se
ruborizaron.
- Si,
me pregunté en qué momento se definieron los papeles y si te gustaría probar
algunas cosas, pero eso siempre fue cuando no estábamos juntos y francamente
cuando nos veíamos nunca lo recordé. – A medida que hablaba comencé a jugar con
las burbujas del jacuzzi para distraerme y no verlo a los ojos. Nunca fuimos
buenos para hablar de forma sincera mientras estaba la luz encendida. Éramos un
par de idiotas en muchos sentidos, la comunicación era uno de ellos.
- Desde
hace muchos años que comencé a soñarlo… pero jamás me atreví a pedírtelo y no
tengo quejas… cuando estábamos juntos siempre me sentí satisfecho… - ahora
éramos un par de adultos idiotas que llevaban casi 20 años de relación y no
eran capaces de mirarse a los ojos al confesarnos de aquella forma.
- Entonces…
llevas años queriéndolo… - Aquello me sorprendía, y de cierta forma me
molestaba. ¿Él no estaba disfrutando lo suficiente? Aunque dijera que no tenía
quejas, ¿Cómo creerlo si dice que nunca se atrevió a preguntarlo? Es decir que
si estaba en su cabeza ese deseo en aquellos momentos…
- Sakura,
no coloques esa expresión. Solo es una idea que me atrae intentar aunque sea
una vez, si te niegas a hacerlo no ocurre nada. A mi… me gusta… como lo hacemos
usualmente…- Lo miré, estaba rojo nuevamente. Me sentí igual.
No
respondí y soplé burbujas mientras él se colocaba jabón en el cuerpo, decidí
darle una mano.
Tomé
la esponja entre mis manos y comencé a pasearla por su espalda, observé sus
alas… Me acerqué a besarlas. Suspiré y apoyé mi frente allí mismo.
- Haría
lo que se te antojara idiota.
- Mmm…
¿Por qué solo cedes en el tema del sexo?
- ¿Ah?
- Eres
egoísta en todo lo demás menos en el sexo.
- ¡Oye!
¿De qué te quejas ahora? – Ya más compuesto comencé a lavar su cuerpo con la
esponja, cuanto adoraba su piel.
- Jamás
me dejas elegir la comida, ni el vino, jamás me dejas llevarte con amigos,
jamás compartes conmigo más que si estamos solos, jamás cedes, pero en esto… ni
un solo reclamo… estaba preparado para un gran no. – Me reí.
- No
me gustan todas las comidas, a ti sí. El vino de todas formas siempre lo eliges
tú. Detesto a tus amigos más que a mi ex suegra y te detesto a ti en compañía
de tus amigos también porque te vuelves un idiota, pero si estás conmigo solo…
entonces me gustas.
- ¡Auch!
¿Así que no te gusto en compañía de amigos o lo dices por celos?
- Lo
digo porque te colocas idiota, influenciable, borracho, el payaso y uno
bastante malo. Me aburren esos ambientes más aún con los nenitos que te cuidan-
él rio – No es divertido.
- Lo
es, a pesar de que no lo admitas, sé que te dan celos Daigo y Yasu.
- Me
molesta cualquier persona que te trate con propiedad, más aún si tú lo
permites. Incluso si no fuera así, son solo un par de niños borrachos, no me
atrae compartir con ellos.
- ¿Y
yo que soy entonces?
- Un
viejo borracho. Un viejo pedófilo, inmaduro y borracho- mi tonó sonó molesto
mientras le enjuagaba el jabón; si, sonaba celoso. – Ya terminé, salgamos de
aquí. - Puse un pie fuera y tomé una toalla, dejándolo atrás.
- Oye
– rio - ¿Por qué te enojas? ¡Vuelve aquí!
Lo
dejé solo en el baño y me fui a la habitación. Una vez terminé de secarme me
metí desnudo en la cama.
Acomodé
mi cabello mojado y le di la espalda al baño de la habitación.
Quedé
algo resentido pensando por un par de minutos si realmente estaba celoso… la
verdad me sentía celoso, pero no dejaba de decirme a mí mismo que era ridículo.
- Oye…
- sentí un peso en la cama y luego las sabanas moverse, en un par de segundos
su cuerpo húmedo estaba abrazando al mío. - ¿Desde cuándo te dan celos? –
preguntó. Sus manos comenzaron a pasearse en mi abdomen y rozó la
parte de atrás de mi cuello con la punta de su lengua, dándome escalofríos.
-
No hagas eso…- le pedí, pero lo repitió- Desde
que preferías ir a verlos a ellos que pasar la noche conmigo. – Volteé mi
rostro para mirarlo antes de que volviera a causarme otro escalofrío con su
lengua. No volteé mi cuerpo, solo mi rostro, y él se levantó un poco para besar
mis labios desde esa posición.
- Sabes
que a veces prefiero que tengamos nuestros espacios. Yo tampoco reclamo cuando
Aki te emborracha y prefieres quedarte a dormir con él o con quien sabe quién…
- ¿Qué
insinúas señor histeria?
- Que
eres mío y creo que así te sientes también, entonces… intento confiar en ti, tú
inténtalo también- volvió a besarme. Esta vez su beso se profundizó a pesar de
la incomodidad de la posición, se lo devolví de buenas ganas. De pronto sentí
sus manos tocar nuevamente mi trasero. Me tensé. Al parecer él estaba decidido
a intentarlo.
- No
puedo creer que me digas eso luego del ataque que te dio con Tazawa- le susurré
entre risas mientras aún tenía sus labios sobre lo míos. Mordí su labio
inferior- Si soy tuyo, y tu mío.
- Mmm…
nos pertenecemos – besó mi mejilla, volteé hacia el frente sintiendo sus dedos
centrarse en mi trasero, acariciando y apretando de a poco- ¿Estás seguro de
que quieres intentarlo? – su voz sonaba sumamente excitada.
- Solo
hazlo… no preguntes más- Lo escuché ensalivando sus dedos, su mano húmeda
recorrió la línea de mi trasero y mediante movimientos circulares entró. Salté
y como reacción, mi mano se dirigió a sujetar la suya para evitar que
continuara. Ambos nos quedamos inmóviles- ¡Ah! Aah... Duele.
- Sakura
si a penas lo he dejado entrar un centímetro…
- Pero
es que tú eres demasiado bruto, no te das cuenta de que me duele…
- Claro
que no… estoy poniendo atención a todos los detalles, tal vez falta humedad…
mmm… acuéstate boca abajo.
- ¿Qué?
¿Qué vas a hacer?
- Solo
acuéstate boca abajo cobarde. – suspiré.
- Arg,
si ya estamos en esto – dije para mí mismo dándome ánimos.
Él
se movió permitiéndome acostarme hacia abajo en medio de la cama… sentí algo de
vergüenza de inmediato cuando prácticamente le cedía mi trasero. Se acostó
sobre mí. Besó mi cuello desde atrás y bajo por mi espalda depositando besos
suaves mientras sus manos frotaban en movimientos lentos mis brazos.
Comencé
a disfrutar del tacto.
- Te
deseo…- susurró.
- Mmm…
también yo…
Continúo
bajando con besos hasta que llegó a la altura de mi trasero y abrió mis piernas
con sus manos, levantó un poco mi trasero… Sentí mis mejillas acalorarse de
golpe.
Su
lengua lamió de bajo hacía arriba. Aguanté la respiración.
Dios…
¿En qué momento cedí a eso?
Su
lengua formó círculos ensalivando todo a su paso y buscando llegar más
profundo. Una de mis piernas tembló.
- ¿Te
gusta? Sé sincero- me pidió.
- Si…
- Bien…
- sentí su tono animado. Luego volvió a atacar, manteniendo mis caderas
levantadas con sus brazos y hundiendo su lengua en mí, lo sentía recorrer todo,
de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, hacia los lados… abrió un poco
mis trasero con una de sus manos, separando con lo que creí que eran los dedos
y entonces sentí su lengua llegar demasiado profundo.
- Aaaah…
no…- negué para mí mismo de vergüenza al notar que no podía controlar los
gemidos. – Mmmm…
- Que
sabroso eres amor…- su voz dentro de aquel punto se sintió extraño.
- Ah…
idiota, no digas nada…
- ¿Quieres
que continúe?
- ¡Hide!
- Respóndeme-
dijo antes de volver a lamer de todas formas.
-
Aaaah! Si… sigue…
Continuó
su tarea por varios minutos más, entrando y sacando la lengua.
Inconscientemente comencé a mover el trasero al compás de sus movimientos.
- Mmm…
Hide… - mordí la almohada sintiéndome incapaz de callarme. Se sentía distinto
al mismo proceso usual, era mucho más intenso, mucho más descontrolado. – Aaah…
- ¿Estás
listo? – su voz sonaba agitada.
- Hazlo.
Se
removió un poco y sentí la dureza de su erección rozarme la zona trasera. Luego
más saliva sonó, posiblemente buscando humedecerla también.
- Levanta
un poco el trasero Sakura y abre las piernas lo más que puedas. – Hice lo que
me dijo. Y por primera vez en mi vida me sentí abierto.
Posicionó
su erección y de a poco la dejó entrar en mí.
Sentí
como la carne se abrió, me levanté inclinándome hacia arriba a causa del dolor.
- Aaaaaaah….
Aaaah….
- Sshhh…-
susurró él, sin dejar de entrar en mí- Ya está… tranquilo, ya está.
- Mierda…
es doloroso…
- Espera
un poco, te acostumbraras a la sensación- Comenzó a besarme la espalda un par
de segundos mientras yo presioné las sabanas con mis dos manos. Algo en aquella
zona comenzaba a sentirse bien. Sentí ansiedad por sentir más de aquella
sensación.
- Ya…
muévete… - comenzó a moverse lento, de afuera hacia adentro, sacando su
entrepierna por completo antes de volverla a meter, repitiendo el proceso
doloroso. Quise más rapidez y comencé a mover las caderas cuando estaba dentro.
- ¿Quieres
más rápido?- pregunto captando el mensaje.
- Si…
- A
la orden.
La
dejó entrar nuevamente, esta vez comenzó a moverse sin permitirle salir de
dentro de mí, me sentía sumamente lubricado con su saliva y no dolía más que la
presión muscular. Aquel punto que se sentía bien comenzó a expandirse
acrecentando las sensaciones y el sonido de los choques de nuestros cuerpos se
hicieron presentes.
- Aaaah…
mmhh…- me impresioné de mis mismos quejidos.
- Mm…
Sakura… me gusta escucharte así... aah…
- Se
siente bien… no pares…
- Aah…
también se siente bien, aah…tu cuerpo de esta aah… forma…
- Maldito…mm
cállate…- ambos reímos mientras sentía sus movimientos acelerarse. Mis piernas
comenzaron a temblar más y Hide cambió la posición levantando una de ellas
permitiéndome inclinar el cuerpo hacia un lado. Continúo moviéndose. No quise
voltear a mirarlo, mis mejillas ardían de vergüenza- Aaaah, ¡mierda! Aaah…
Hide
mantuvo el cuerpo de pie mientras me envestía, busqué esconder mi rostro de su
mirada.
- Déjame
mirarte disfrutar… - me pidió.
- No…
- Ven…
- saco su erección de mi cuerpo y me estiró los brazos, de inmediato supuse que
quería que lo hiciéramos de frente.
- No,
no, no, no, no… aléjate - le pedí riendo avergonzado mientras intentaba
acomodarse sobre mí. Terminé cediendo a su abrazo aun riéndome y es que por más
que me avergonzaba en aquel momento, lo quería más que nunca. Acercó su rostro
y me besó, cerré los ojos y sentí una gota de sudor recorrer mi frente.
Mantuve
los ojos cerrados.
- Te
quiero Sakura. – Me reí avergonzado, en una especia de llanto y risa. Tapé mi
rostro con mis brazos, es que realmente jamás pensé verme tan femenino para
alguien, jamás me atrajo la idea y por lo vergonzoso que lo estaba sintiendo
dudaba en aquel momento que eso se volviera a repetir, aunque lo disfrutara en
el fondo. – Déjame mirarte.
- No.
- Oye,
Sakura…- sus manos hicieron cosquillas en mi estómago.
- Eres
un maldito, no quiero mirarte.
- Está
bien, deja allí tus brazos entonces, haré que los bajes.
Permanecí
con los brazos cubriéndome el rostro cuando levanto mis piernas muy alto y lo
sentí entrar en mí con su cuerpo sobre él mío, de frente, cara a cara. Quería
morir.
Me
negué a hacer sonido alguno mientras se movía sobre mí, pero sentí aquella zona
sensible estremecerse y una corriente eléctrica me recorrió toda la espalda, me
incline hacia arriba y destape mi rostro sintiéndome sacudido de placer.
- Aaah….
– Hide tomó mi entrepierna y comenzó a masturbarla también, en aquel momento lo
miré a los ojos. La respiración nos faltaba a ambos mientras el sonido de las
embestidas hacía eco en la habitación, ambos con el pecho sudado, las bocas
abiertas, los labios nos temblaban y no pestañeábamos. Lo seguí mirando a los
ojos mientras él me recorría con la mirada, observaba su erección entrando en
mí, mi cuerpo siendo de él… la vergüenza se me ahogó entre las sensaciones que
me causaba todo aquello.
Me
sentí jodidamente pasivo.
En
una parte de mi mente surgió la idea de disfrutarlo porque tal vez sería la
última vez.
- AAhhhh…
Hide… Hide… - El movimiento de su mano estaba siendo sumamente rápido como
reflejo de sus movimientos entrando en mí. Sentí que el final se acercaba y
algo crecía tanto por delante como por detrás, comencé a respirar más
agitadamente y mis piernas parecían convulsionar- Voy a…
- Hazlo.
Vi
el semen salir de mi erección para ir a parar su pecho y al mismo tiempo sentí
el punto sensible de mi trasero contraerse, no sé cómo me vi teniendo semejante
orgasmo, ni recuerdo el sonido extraño que salió de mi boca, simplemente sé que
en cuanto terminé me quede inmóvil mientras el cuerpo de Hide salía de mi
interior para terminar fuera de mí masturbándose.
No
me sentí lo suficientemente fuerte como para levantarme y masturbarlo yo mismo,
quise decirle que terminara en mí como él me permitía hacerlo… pero sentí
vergüenza de decir aquello en voz alta.
Solo
lo vi acabar sobre mi pecho, observé sus rasgos al llegar al orgasmo,
continuaba siendo la misma expresión de la primera vez… su respiración agitada
sonaba más como un ahogo.
- ¿Estás
bien? – le pregunté mientras limpiaba el sudor de mi frente y trataba de calmar
mi respiración.
- Si…
si…- respondió afectado- ¿tú?
- Bien-
afirmé. Sentía ardor y una abertura del tamaño de una pelota de tenis, pero
nada demasiado doloroso como fue en un comienzo. Tal vez me arrepentiría al día
siguiente, tal vez para siempre, pero no podía negar en aquel momento que lo
había disfrutado.
Se
acomodó sobre mí, abrazándome el abdomen y su cabeza descansando en mi pecho.
- Eso
fue… como un sueño… - susurró con la voz aún afectada.
- No
te acostumbres.
- No…
descuida, sé que tal vez nunca vuelva a suceder, pero debo destacar que ser el
culpable de tus gemidos altos no tuvo precio.
- Ay
cállate- le dije en tono de ruego y volteé la mirada en cuanto noté que
levantaba su rostro para observarme. No quería mirarlo a los ojos.
- Oye…
- ¿Qué
quieres?
- ¿Por
qué te portas así? No es como si yo no fuera quien normalmente hace ese papel…
¿De qué te avergüenzas? – En mi mente se aparecieron mil ideas y respuestas,
pero ninguna de ellas las podría decir en voz alta sin insultarlo ya que era su
“papel” normalmente. Pero si, me sentía menos hombre… una barrera en mí de
orgullo masculino murió en ese momento. Tal vez solo eran tabúes, pero aquello
me tenía avergonzado. Temía que yo le fuera diferente ahora. Decidí desviar la
respuesta por algo más fisiológico.
- Solo…
es… difícil mostrarse tan… vulnerable…
- ¿Vulnerable?
- Si…
ya sabes… el descontrol… es mayor y no sé ni que expresiones hice… siento
vergüenza de cómo me vi.
- Pues…
te veías atractivo, gozando, apretando esos cachetes que tienes- subió hasta la
altura de mi cuerpo y comenzó a besar mi rostro, de inmediato mordió una de mis
mejillas, una práctica usual de él post sexo.- Y hacías sonidos muy excitantes,
deberías haberte visto… ¿Deberíamos grabar si esto pasa otra vez? - preguntó en
tono sincero.
- ¿¡Qué!?
¡Claro que no! – mantuve el rostro escondido. Él se rio. Rara vez ocurrían
estas situaciones en que él incomodo era yo.
- Es
broma… ya, recuéstate bien, quiero dormir un poco.
- ¿No
tienes hambre señor dominante? – me atreví a mirarlo a los ojos por primera
vez, solo porque sentí más ligero el ambiente al realizarle al hablarle en tono
de broma.
- Si
pero tengo más urgencia por acomodarme contigo, dormir un par de minutos,
hablar tal vez, solo mirarte, no lo sé… solo… Quedémonos en la cama un poco,
¿sí? – me pidió con un puchero. Le sonreí. Lo comprendía.
Se
puso de pie y tomó la toalla del suelo limpiándose unas gotas de semen, me
lanzó otra de las toallas. Me limpie también mientras él arreglaba las colchas
de la cama que habían terminado en el suelo. En cuanto terminó abrió la
cajonera y me lanzó un suéter.
- Hace
frío- observé el suéter, era nuevo. Hide tenía manía con comprarme ropa. Me lo
coloqué y él también un enorme suéter de color blanco, tres tallas más grande
que él.
- ¿Ese
de dónde salió?
- Te
lo compré el año pasado pero nunca lo usaste.
- Es
enorme, entiendo por qué.
- Bueno,
más ropa para mí. - reí. Teníamos dos armarios, dos de él y uno mío, pero él
prefería usar mi ropa para estar dentro de casa aunque le quedara enorme.
- Apaga
la luz- le pedí.
Permanecí
medio sentado en la cama mientras me acomodaba el suéter, sintiendo la
incomodidad en el trasero, me sentí más tranquilo con la casi nula luz que
entraba desde la ventana.
Cuando
vi la silueta de Hide acomodarse junto a mí, me acomodé cerca de él, encima de
su rostro, apoyando el codo en el colchón y sujetando mi cabeza con mi mano. Su
respiración rozó mi mejilla... coloqué la mano sobre su estómago acariciando un
poco de la piel que anhelaba.
- Sakura…-
susurró en tono tierno, el tono usual de nuestras conversaciones nocturnas.
- ¿Sí?
– Pregunté, pero él no respondió, al contrario… pasaron un par de segundos y un
suspiro reemplazó su respuesta- ¿Qué te molesta?
- ¿Qué
es lo que te avergüenza? Dime la verdad.
- Hide…
- No,
dímelo… no creo que sea por tus gestos o ese tipo de cosas, te recuerdo que te
he visto vomitar, te he visto en el baño y…
- Ya,
ya, ya no sigas, entendí.
- Entonces
¿Qué es?
- Bien,
hum… como lo decirlo…
- Con
palabras, solo escúpelo.
- Já!
Te dejo estar 5 minutos al mando ¿Y ya me tienes de pasivo aguanta broncas?
- Ay
no seas tonto, solo quiero que seas sincero, que solo lo digas y ya, sin
preocupaciones... - su tonó era suplicante.
- Está
bien, lo que sucede es que... – tragué saliva para sentir que tragaba el valor
para decir las palabras en voz alta- Siempre he creído que no tengo en mí lo…
suficiente para retenerte, no me deja de sorprender que hemos permanecido
juntos por tantos años y que pareces estar bien conmigo, parezco gustarte… solo
no entiendo por qué… Físicamente, no me mantengo de igual forma que tú, no hago
ejercicio, no cuido mis comidas, no… hay nada en mí que sea atrayente para
nadie más que para ti. Sin embargo… he llegado a creer, que la única
posibilidad era que mi personalidad es lo que te retiene, lo que te gusta… lo
que tal vez no sea la gran cosa te atrae de alguna forma…- volví a tragar
saliva, pero sentí un nudo en la garganta, ¿Por qué ventilar inseguridades tenía
que ser tan difícil? Estuve seguro de que mi voz se rompería en la siguiente
frase y así fue varias veces – Me asusta que mi personalidad cambie por estas
“pruebas”… que me veas diferente, que no tenga mayor poder de
atracción sobre ti, que… no tenga como retenerte… - una lágrima
llena de pesar se me escapó. Lloraba tan pocas veces en frente de él… detestaba
hacerlo. Las inseguridades de la vejez y las crisis de la edad tenían un peso
emocional alto, podía asegurar eso.
- Oye,
no… no llores... ven aquí- Sus brazos me envolvieron y empujaron hacía él. Me
recosté junto a su cuerpo y me permití dejar escapar un par de lágrimas más que
estaban ahogándome un poco. – No tienes nada de que temer, mi atracción por ti
va mucho más allá de los cambios de la edad, de lo que pueda pasar con tu
cabello, tu piel, o tu personalidad, Sakura… tu personalidad ha cambiado mil
veces desde que me comenzaste a gustar y cada vez que te conozco más, que
profundizo en quien eres me encanto más… es tu mente la que me ata a ti, como
eres… lo que haces de esta relación es lo más preciado para mí. No pienses ni
por un segundo que no eres especial, que eres menos atractivo o menos
interesante, porque te juro que nadie valora más quien eres que yo… Ya… no
llores Sakura…- me quedé mudo frente a sus inusuales palabras.
Hide acarició parte de mi rostro mientras decía lo último, buscó a tientas mis mejillas para limpiarlas y en cuanto toco mis labios con sus dedos, acercó los suyos para besarme. No permití que fuera un beso corto, busqué su lengua para acariciarla y agradecerle sus palabras, me concentré tanto en el beso que ni fui consciente de cuando me monté sobre él sujetando sus piernas alrededor de mis caderas, él como siempre se dejó llevar. Continúe besándolo hasta que la falta de aire me agitó lo suficiente como para alejarme desesperado de sus labios.
- Aah…
casi muero asfixiado- me quejé entre risas y respiraciones agitadas. Él estaba
bien, tenía mucho mejores pulmones que yo.
- Exagerado…
bésame más… te extrañé- Sentí que el corazón me dio un vuelco. Solo cuando la
oscuridad nos invadía y estábamos completamente solos nos permitíamos ser
trasparentes, eran los momentos que protagonizaban mis mejores recuerdos.
- También
yo… - Me acerqué a su rostro buscando sus labios entre la oscuridad y luego de
deslizarlos por su mejilla por fin los encontré, suaves, blandos, con la
textura perfecta que mi mente había memorizado tan bien. Disfruté de los
movimientos de su lengua buscando masajear la mía, sus piernas me aprisionaron
más hacía él y un gemido se me escapo, haciendo vibrar nuestros labios. Ambos
reímos por la sensación. Apoyé mi frente en su mentón.
- Siento
que ha sido una noche de emociones -confesó- Aunque sea lo mismo que nos sucede
todas las primeras noches.
- Si…
nada cambia… eso es lo único bueno de vernos cada varios meses, es que el
primer día me siento tan feliz de verte que siento que la cara se me romperá de
la sonrisa.
- Tu
sonrisa es preciosa. - el tono de voz en que lo susurró me causo escalofríos.
- Oye
no digas cosas tan homosexuales, me haces ruborizar. – me quejé. El
rio.
- Sakura…
- ¿Mmm?
– Esta vez yo me acomodé en su pecho. Inhalé su aroma.
- ¿Te
sientes inseguro… de esa forma en que lo describiste… Por cómo es nuestra
relación?
- ¿A
qué te refieres?
- A
que si yo, por dejarte solo, ¿Crees que no te aprecio?
- Hum…
no te culpes, creo que es más por una crisis de la edad en la que no me
encuentre francamente atractivo.
- Pero
lo eres, está oscuro, pero te juro que sé que esos cachetes están ahí y me
excito- dijo de forma rápida. Me reí.
- Eres
un idiota.
- Si,
pero uno que se excita con tus cachetes.
- Deja
mis cachetes- le exigí cuando sus manos comenzaron a palpar mi rostro buscando
mis mejillas- Mmm… ¿Puedo preguntar algo yo?
- ¿Qué
sucede?
- Puedo
saber por qué no terminaste… hum… ¿Dentro? – escuché el tono de mi voz raro
hasta para mí mismo.
- ¿Querías
que lo hiciera? – sonó extrañado.
- No
es que la idea me cause algo… solo me sorprendió que no lo hicieras…
- Es
que si lo hacía, luego cuando fueras al baño te sentirías mal…
- ¿Ah?
¿Cómo te sucedía a ti? – tuve un pequeño recuerdo de él enfermo del estómago en
varias ocasiones en los primeros años de nuestra relación.
- Si…-
su voz sonó tímida.
- ¿Aún
te sucede?
- Mm…
cuando estamos juntos… suelo limpiarme de inmediato si es que no lo hacemos en
el agua, por eso no me enfermo luego…
- Ya
veo… hum… gracias… - nuevamente me sentí avergonzado. Él lo notó.
- Ven
aquí cachetes avergonzados, dame más besos.
- Humm…-
Le di dos pequeños besos y sentí su sonrisa en ellos. Luego me acomodé junto a él.
- Quiero
dormir…
- ¿No
quieres comer?
- No
aún, si te levantas luego prepara algo, ¿sí?
- Está
bien, descansa.
- También
tú. – Me tapó hasta el cuello y nos acomodamos ambos, uno junto al otro. Estiré
mi mano para acariciar su cabello unos momentos. Así los minutos trascurrieron
y yo me concentré en el sonido de su respiración y el olor de su piel. Tal vez
para nadie tendría sentido un momento en que a oscuras estén simplemente cerca
de su pareja en silencio mientras se esté por dormir… pero para mí, era de los
pocos momentos en que podía sentir que mi conexión con él rozaba la dependencia
y al mismo tiempo estaba forjado en la autonomía de nuestras decisiones. Fuera
complicado o no lo que teníamos, era invaluable para ambos. Y me sentí feliz de
callar las dudas, confiaba en sus palabras más que en mis miedos.