viernes, 13 de enero de 2017

Capítulo 11: Sosiegos


~ HYDE


Nuestra relación avanzaba de una manera que me gustaba mucho, en realidad no tengo palabras para describir cuanto. 

Estaba completamente convencido de que nadie en el mundo podría hacerme más feliz que Kaz. Durante nuestra convivencia, había pequeños detalles cotidianos que derretían mi corazón y era una sensación constante, me sentía así con tan solo recordarlo aun cuando no estábamos juntos. 

Durante las noches Kaz siempre cocinaba la cena conmigo abrazado a su espalda, el caminaba así por la cocina, arrastrándome. A veces me dejaba abrazarlo de frente y yo colocaba mis pies sobre los suyos, nos reíamos cuando el trataba de caminar conmigo sobre sus pies, incluso un par de veces nos caímos. En las noches mientras componíamos juntos, él me preparaba café y lo probaba antes de dármelo para saber si estaba lo suficientemente cargado, como a mí me gustaba. A veces, durante la madrugada yo tenía pesadillas y despertaba consumido en llanto, como también en ocasiones sufrí crisis de pánico en sueños, para todas aquellas veces Kaz me acurrucaba entre sus brazos y me acariciaba el cabello y la espalda mientras me dejaba escuchar los latidos de su corazón, se quedaba despierto hasta que yo volvía a dormir e incluso un poco más para asegurarse de que mis sueños feos no volvieran. Cuando yo llegaba enojado a casa, con quejas o simplemente con muchas ganas de hablar de lo que fuera, Kaz solía darme una cerveza y sentarse en el suelo a escucharme, me observaba y me sonreía, nunca me reprochaba nada, parecía divertirse con lo que decía o quizá con tan solo mis gestos. 

En ocasiones el estaba concentrado trabajando en las mezclas de sus producciones musicales y yo me iba a sentar cerca de él a leer un libro, solo por compartir esos pequeños momentos con él de alguna manera.

Los días domingos, teníamos un pequeño ritual, luego del almuerzo que solía ser algo especialmente exquisito, nos acostábamos en el balcón de su departamento a contemplar el cielo. Conversábamos sobe la enormidad del universo, la raza humana o tan simple nos dedicábamos a observar las formas que tenían las nubes. Kaz se quedaba dormido usualmente en medio de nuestras conversaciones, y yo me pasaba toda la tarde observándolo respirar tranquilamente con aquel ceño relajado en su rostro, que solo aparecía mientras descansaba. En ocasiones él me leía libros, entonces era yo quien se dormía. 

También me gustaba hacer cosas por él. 

Mientras Kaz trabajaba siempre le preparaba algo de comer, definitivamente no tan delicioso como sus comidas, pero me esforzaba. 
Por las mañanas nos cepillábamos los dientes mirándonos a los ojos y haciéndonos muecas mutuamente, el que reía primero perdía y debía cederle el baño al otro. Aquello me gustaba, yo solía ganar. En ocasiones bailábamos un poco, sobre todo cuando nos emborrachábamos juntos, también cantábamos canciones vergonzosas y en muchas ocasiones imitamos a personajes ridículos, esos eran nuestros pequeños momentos secretos, jamás nadie debería saber lo ridículos que podíamos ser cuando queríamos. Nos divertíamos juntos, a cada minuto.

Cuando nuestras mentes estaban bloqueadas y no lográbamos componer nada, salíamos a caminar por las calles de la ciudad, usualmente de madrugada así me evitaba algún fotógrafo esquizofrénico. Kaz tomaba mi mano mientras paseábamos, aquello me gustaba mucho, Kazu no se avergonzaba de que nos vieran juntos ni le importaba lo que pudieran decir de él por estar enamorado de un hombre. Siempre en esos momentos mi pecho se llenaba de orgullo y pensaba “Mi Kazu es valiente”, el no le temía a nada. 

Había adquirido nuevas costumbres, me encantaba ir de compras con Kaz, sobre todo si era para comprar comida. Usualmente comprábamos muchas golosinas y aquella misma noche desaparecían cuando nos sentábamos a ver una película. En esos momentos Kaz me abrazaba siempre de manera espontanea, también me acariciaba y no solía concentrarse en la película por observarme a mí. Me sentía tan amado y aceptado que estaba seguro de que Kaz me amaba, podía sentirlo, no dudaba de sus sentimientos y en ocasiones los creía tan fuertes como los míos. 

Cuando nos acostábamos a dormir yo solía buscar su piel para sentir calor en mi corazón, pero por supuesto, el calor solía explayarse y hacer el amor se había convertido en algo habitual en nosotros. Disfrutábamos cada una de aquellas veces como si fuera única e irrepetible, cada caricia, cada beso, cada mordida, cada gesto, cada sonido y cada sensación que me brindaba su tacto, mi piel la sentía auténtica. 


~ 


Tras muchas conversaciones con Gackt-chan (en las que por mantener tranquilo a Kazu nunca fui sólo) finalmente acepte el papel de Moon Child y cuando estuvo lista la fecha de filmación, comenzó la cuenta regresiva. 
Kaz evitaba el tema, se alteraba a pesar de que trataba de controlarse. Yo notaba sus debates internos, a él no le gustaba ser celoso y evitaba demostrarlo demasiado, pero a pesar de que fuera algo que se reprochara así mismo, a mí me encantaban sus celos. Me hacía sentir que él no quería perderme, además yo le daba el derecho de ser posesivo conmigo, me sentía de su propiedad por completo y me gustaba aquello. Aun así, evitaba colocarle celoso o discutir sobre la futura película, porque Kaz se molestaba y permanecía así durante horas… era un enojo que no se iba ni con el mejor de mis pucheros. 

La fecha para comenzar la filmación seria dentro de unas semanas, luego de navidad y año nuevo. Tendría que viajar hasta Taiwán y allí nos quedaríamos durante la mayoría de la filmación, trataría de mantener contacto telefónico con Kazu sin embargo serian meses difíciles para ambos, por lo que aprovecharíamos al máximo los días que nos quedaban juntos. 

- Amor ¿Qué haremos para navidad? – le pregunté por la mañana, mientras yo estaba acostado y le miraba alistarse para ir a trabajar.

- ¿Celebras navidad? – Preguntó Kazu, yo asentí.- Bueno… podemos hacer lo que quieras, una cena, arreglos navideños, algo más… religioso, como gustes. – dijo desinteresado y aquello me fastidió. Por lo que me tape con todas las cobijas refunfuñando. - ¿Qué?

- Nada. Ya no quiero hacer nada. – le dije molesto. El se rió de mí. De pronto unas suaves manos me destaparon hasta el mentón. 

- Vámonos de paseo a algún lado, lejos de todo, donde pueda besarte sin preocuparme de que sepan quién eres.- susurró mirándome a los ojos, luego me dió un suave beso en los labios. 

- Es una muy buena idea…- le dije algo sonrojado por sus palabras. 

- Como hoy tienes el día libre te encargo que busques un lugar en donde podamos pasar juntos la navidad. – Kaz estaba tomando su bolso, ya casi estaba listo para marcharse. 

- ¿Y el año nuevo? – le pregunté curioso. Usualmente el año nuevo yo bebía con amigos y en el peor de los casos ni siquiera recordaba lo que hacía aquella noche. Tener un cambio de planes con Kazu me parecía agradable. 

- Ah… yo…- Kaz bajó la mirada unos segundos. Algo le avergonzaba… los segundos pasaron y el continuó sin decir nada, yo lo observé intrigado. Sin embargo luego de un pequeño debate interno, visible en sus ojos, suspiró y preguntó: - ¿Te gustaría cenar con mi familia para Año nuevo? – Oh. – Es que… no creo poder negarle a mi madre ir a esa cena…- susurró en tono de disculpa. 

Eso era algo nuevo. 

Conocer los padres de Kaz. Por alguna razón, aquello me ponía muy nervioso. Pero me gustaba que Kazu lo mencionara, el gesto me gustaba.

Conocería a la familia de mi novio porque mi novio no se avergonzaba de mí. 

- Sí, me gustaría mucho Kazu. – le dije junto con una sonrisa. Kaz pareció suspirar aliviado y me regaló una gran sonrisa. 

- Bien… bien…- dijo para sí mismo con felicidad notoria en sus ojos y su voz. – Me debo ir cariño, el desayuno y el almuerzo están listos donde siempre, por favor aliméntate bien y cuídate durante el día. 

- Sabes que siempre lo hago. – Kaz me miró dudoso.- ¿Qué? 

- Nada, ya me atrasé para juzgar tus palabras.- dijo riendo. Okey no siempre me cuidaba, pero siempre comía todo lo que Kaz me cocinaba.- Trataré de salir temprano, llámame si ocurre algo…- Así comenzaba el discurso de todos los días…- y recuerda que todos los teléfonos de emergencia están anotados junto a la nevera, hay dinero en efectivo en el cajón de allí y no le abras la puerta a nadie. – yo suspiré. 

- Si amor, lo sé. – volví a suspirar. 

- Bien, bésame. – Me ordenó inclinándose para recibir un suave beso de mi parte.- Obediente.- me dijo riendo, Kazu siempre despertaba de buen ánimo. – ¡Ten buen día, hasta la tarde!…- gritó desde el pasillo mientras se alejaba.

- ¡Extráñame! – le grité esperando su habitual respuesta.

- ¡Siempre! – yo reí. Aquel “Siempre” era nuestra despedida habitual y la palabra perfecta para mantenerme vivo en la espera de que Kazu volviera. 

Me quedé acostado unos momentos, era demasiado temprano para levantarme así que opté por dormir un poco más. Dormir es saludable. Luego de un par de horas el hambre interrumpió mi sueño.

Hice todo lo meramente cotidiano en mis días libres, me levanté con mi pijama para almorzar, me dediqué a comer apasionadamente mientras observaba televisión, me lavé los dientes, me vestí, les dejé leche en el balcón a los gatos callejeros que vagabundeaban por el tejado, ojeé mi agenda diaria y finalmente me senté a componer. 

Observe aquel papel y aquel lápiz. Suspiré. Cerré los ojos y esperé a que la inspiración llegara a mí. 

Y esperé.

Y esperé. 

Y esperé…

Pero ella no llegó.

Luego de 3 minutos estaba estresado. La paciencia no era lo mío. 

Me volvió a dar hambre y me dirigí a la nevera por un poco de municiones, opté por beber un poco de leche y salir al balcón. Allí encontré un gato con el pelo amarillo bebiendo de la leche que acababa de dejar para él y sus amigos gatunos. El me observó fijamente y un poco asustado. Yo lo observe fijamente y un poco asustado también. Ambos nos miramos a los ojos por un par de segundos, entonces supe que el felino no me lastimaría (es broma, aquella reacción simplemente me parece divertida). Me acerqué lentamente al felino y estiré mi mano para acariciarlo y él, confianzudo de pronto, simplemente se dejo querer, entonces lo atrapé entre mis brazos y lo abracé fuerte. Pero él se asustó por mi ataque de amor y se marcho corriendo… y me dejó allí con el corazón destrozado. 
“Demonios Hideto, ya no te queda madurez.” Me dije a mi mismo divertido con mis propias estupideces. 

Tal vez nunca la tuve.

Para matar el tiempo comencé a pensar en la conversación con Kaz.
Conocer a sus padres… “espero que Kaz no piense decirles acerca de nuestra relación” pensé. 

No sabía que sentir al respecto, pero definitivamente no me acomodaba, me avergonzaba y me asustaba. Pensar en Kaz rechazado por su familia por… mi culpa, era algo que yo no era capaz de dimensionar. Me asustaba lo que pasara si nos arriesgábamos a ser descubiertos, por quien fuera. Pero si era importante para Kaz tener mi compañía, yo no me negaría. Además, nos arriesgaríamos juntos en esto. 

- Bien. Es hora de hacer mi tarea.- Dije en voz alta mientras asentía. Prendí la computadora y de inmediato comencé a buscar lugares en donde pudiéramos vacacionar. 

No sabía cómo elegiría donde iríamos… no sabía si a Kaz le gustaba el frio o el calor… no sabía que decoración le acomodaba en los hoteles, no conocía demasiado sus gustos en comidas o sus alergias… “Aun me falta tanto por conocer de Kazu” pensé un poco decepcionado de mi mismo. Si tan solo notara ciertos detalles, tal vez ya me hubiera percatado de cuáles eran sus comidas favoritas, sin embargo no lo había hecho. Solo sabía que amaba todo lo dulce… y solo porque en la nevera siempre había algún tipo de postre que desaparecía antes de que yo lo comiera. 

No quería seguir dándole vueltas al asunto pero no podía evitar pensar en que… Kazu me conocía demasiado, mientras que yo no a él. Le debía más dedicación y atención… “Soy tan egoísta” pensé algo deprimido. 

- Planearé todo perfectamente para que Kazu se sienta feliz conmigo. Así compensaré todo lo que no hago por él. – volví a decir en voz alta, para mí mismo. 

Observando fotos me decidí por Niseko en la localidad de Hokkaido, en vísperas de navidad la nieve era tanta que esquiar era prácticamente obligación y las montañas eran lo suficientemente apartadas para que alguien me reconociera. En vez de reservar un hotel, busqué una cabaña. Quería que estuviéramos completamente solos, ya le pediría a alguien de mi confianza que previamente se hiciera cargo de todo lo necesario.

Me senté en el sofá pensando en Kazu… cuánto amaba a Kazu… su manera de dedicarse a mí por completo me enternecía, su mirada tan llena de sentimientos, su voz, sus susurros, sus labios al besarme, el latido de su corazón cuando mi oído se acercaba a su pecho… corrí a buscar la guitarra, un papel y un lápiz y dejé los sentimientos fluir…. Componer pensando en Kaz. No existía mejor inspiración. 






~ KAZ



- Bien, eso es todo por hoy Mika, ve a casa. 

- ¿Tan temprano? Puedo quedarme por más tiempo si así lo deseas…- El tono de Mika sonaba suplicante… sentía culpa de ignorar sus sentimientos después de haberle dado alas. – Tengo a alguien esperando en casa Mika, así que por hoy hemos terminado.- Le dije con tono serio, estaba seguro que le sería más fácil asumir que nosotros ya habíamos acabado nuestra relación si ella sabía que yo estaba con alguien más.

- Ya veo… otra vez tu amigo estará en casa… - ¿Qué? “¿mi amigo?” “¿En casa?” Esa nunca había sido su casa.- No te confundas Mika, no te debo explicaciones de a quien invite a mi casa. – le dije un poco molesto, recalcando el “mi casa”.

- Está bien, no te sulfures… solo…- ella bajo la mirada. Yo suspiré, si había algo peor que Mika sufriendo, era que a mí, en mi máxima demostración de egoísmo, no me interesaba en lo más mínimo su sufrimiento. 

- Hasta mañana Mika.- le dije cortando toda posible conversación. Camine sin voltear hasta la puerta de salida, en donde al traspasarla respiré el suave aire libre. Necesitaba despejarme un poco, así que opté por caminar hasta el departamento, de todas maneras era temprano para que Hyde se preocupara y podía comprar en el camino alguna de sus comidas preferidas para la cena. 

Mientras caminaba pensé un poco en Mika… nunca me daba el tiempo de pensar en ella, pero la culpa se hacía presente luego de ver en sus ojos que estaba sufriendo por mí, aunque no había mucho que yo pudiera hacer al respecto… Hyde era la única persona con quien yo quería estar. Con quien anhelaba estar. Hyde era mi mayor necesidad.

Durante el último tiempo nuestra relación se había establecido… Hyde se comportaba como un niño travieso y consentido la gran parte del tiempo, en ocasiones era muy dulce, en otras se molestaba con facilidad, pero siempre era cariñoso, incluso en sus momentos de enfado. Me permitía abrazarle cuando yo quisiera y el también buscaba mi piel con regularidad. Hacíamos el amor todas las noches, no lograba saciar el deseo que tenia de él, al contrario, me estaba haciendo un adicto. Luego del sexo, nos besábamos y nos acariciábamos hasta que uno caía rendido por el sueño. 
Nuestra vida se había convertido en un sentimiento constante de plenitud total, no podía pedirle más a la vida. Hyde era más de lo que nunca imagine que tendría.

En tan solo unos días… estaríamos en casa de mis padres. ¿Qué pensarán ellos de Hyde? ¿Y si… se dan cuenta que estamos juntos? Aquello me preocupaba. No existía la alternativa de dejar a Hyde bajo ningún pretexto, pero definitivamente no me sería agradable sentir rechazo por parte de mis padres con quienes siempre había tenido una relación cercana. 

¿Cómo se comportaría Hyde frente a mis padres? Sabía como ellos serian: hospitalarios y amables, como siempre. Pero ¿y Hyde?
Comencé a pensar en todo lo que le mostraría a Hyde mientras estuviéramos en casa de mis padres, el lugar en donde nací, mi recámara que aun se conservaba tal y como yo la dejé en mis días adolescentes… llevaría a Hyde a pescar… y las aguas termales... podría hacerle el amor allí. Sin darme cuenta, ya estaba ansioso para que Año nuevo llegara, y aun faltaba saber que había planeado Hyde para navidad. 

Mientras pensaba en nuestros planes comencé a extrañar a Hyde, por lo que me apresuré en comprar ramen, curry y algunos tipos de carnes, para prácticamente correr a casa. 

Al subir hasta el piso de mi departamento, observé un par de gatos acostados sobre la alfombra que estaba frente a la puerta.

“Hyde” pensé. 

Mi pequeño Hyde tenia la manía de dejar leche para los gatos por las tardes y comida por las noches. Al parecer, los gatos se habían acostumbrado a ese horario y esperaban tras la puerta su porción de comida diaria. 

Entré al departamento ignorando a los felinos que me observaban con algo de temor al no conocerme tanto como a Hyde. 

- He llegado amor. – dije mientras dejaba la comida sobre la mesa, entonces unos cálidos brazos me envolvieron por mi espalda.

- Kazu…- dijo gimoteando. “¿Qué hiciste ahora?” pensé. Era el típico tono que Hyde usaba cuando rompía algo. 

- ¿Qué sucede? – le pregunté claramente preocupado.

- Kazu no te enojes…- continuó gimoteando… 

- Amor me estas asustando ¿Qué ocurre? – Hyde me soltó y al voltearme a mirarlo observe sus ojos llorosos. Me preocupé mucho mas, cuando rompía algo mío, esa no solía ser su mirada. 

- Kazu… estaba jugando con uno de los gatos y la pulsera que me regalaste murió… todos los dijes cayeron al piso y… lo siento, sé que era tu regalo especial, traté de cuidarla mucho y nunca me la quitaba para no perderla… lo siento…- Volvió a gimotear. Le había regalado mi pulsera favorita a Hyde y el nunca se la quitaba. Las cosas materiales no solían ser importantes para mí, solo adornos, sin embargo Hyde le tenía un gran apego a aquella pulsera. 

“Mi pequeño Hyde”… acaricié su cabello, haciéndole comprender que no estaba enfadado. 

- Está bien, buscaré otra que regalarte.- le dije sonriendo aliviado. Por unos minutos pensé en que había incendiado algo. 

- Lo siento…- susurró abrazándose a mi pecho.

- Está bien, no te preocupes. Traje curry y ramen, tú decides que comeremos hoy. 

- ¡Curry! No, ¡Rameen! No, no… ¿los dos? – Yo reí. Nada podía subirle más el ánimo a Hyde que la comida. 

Serví la cena y Hyde me contó sobre los planes de navidad. Yo me quedé impresionado por todos los detalles de los que se había preocupado: El lugar, la actividad, la cabaña, incluso la comida y la ropa necesaria estaba en sus planes. Hyde se preocupaba de todo cuando se interesaba realmente en algo. La idea me agradó, a pesar de que la nieve no me fascinaba ya que esquiar no era algo que hubiera hecho antes, la idea de estar sólo con Hyde en un lugar que a él le divirtiera me emocionaba. Ya quería verlo reír sin parar mientras jugaba con la nieve. El se alegró de que compartiera su idea y aquel día nos acostamos temprano, pero no a dormir, conversamos durante horas sobre la infinitud del universo y luego nos entregamos a nuestros besos y nuestro tacto, mientras acariciábamos nuestros cuerpos y nos desnudábamos el alma. 




~



El día del viaje de navidad llegó y Hyde estaba emocionado. 

- ¿Amor revisaste la maleta? ¿Estás seguro de que llevas ropa suficiente? – pregunto Hyde cuando ya estábamos listos para marchar del departamento.

- Si, a diferencia de ti no necesito de un ejército de maletas para llevar lo necesario…- le dije divertido por como Hyde trataba de arrastrar las tres maletas que llevaba con su ropa. 

- Soy un hombre preparado.- se excusó. Yo reí. Hyde tenía respuesta para todo. 

- Bien, vámonos hombre preparado.- tomé una de sus maletas para que ambos lleváramos la misma carga y salimos del departamento, pero en cuanto comencé a cerrar la puerta con llave, noté un rostro femenino confundido y dolido que me observaba fijamente desde las escaleras. 
Observé realmente sorprendido a Mika, sin comprender que hacía allí. Pero estaba clara su razón, en las manos llevaba un paquete de regalo envuelto cuidadosamente con una cinta. Observó mis ojos unos segundos, luego los ojos de Hyde, tragó saliva y caminó hacia donde yo estaba de pie. 

- Por favor recibe esto…- susurró con voz apenada, sus mejillas estaban de un fuerte color rojo, Hyde la observaba con algo de lástima. 
Quise negarme a recibir su regalo para no molestar a Hyde, pero no quería ser mal educado ni mucho menos mal agradecido. 

- Gracias Mika… no debiste molestarte… - le dije sinceramente. Hyde volteó dándome la espalda. 

- Para nada, no es molestia… yo… ¿te vas de viaje? – preguntó mirando mis maletas y las de Hyde.

- Si, volveré luego del año nuevo. Y como notas, debo irme.- le dije acelerando un poco la despedida. Ella me observó decepcionada, suspiró y observando a Hyde un momento pareció tomar una decisión.

- Te amo Kaz.- Yo me petrifiqué. ¿Qué? 

Entonces ella se acerco y me beso en la mejilla. Luego se marchó. Yo aun continuaba petrificado, ¿Qué?... pero… ¿Cómo hace aquello?... frente a Hyde… volteé a mirar a Hyde quien me observaba sorprendido. Yo lo observé realmente apenado.

- Lo siento Hyde yo…- disculparse no sería suficiente… de solo recordar lo mucho que le dolía a Hyde hablar de Mika y recordarla, me hizo arrepentirme por no haberla despedido por completo de mi vida en cuanto Hyde regresó. 

- ¿Si es comida puedo comerlo por ti? – preguntó con un tono intrigado.

- ¿eh? - dije confundido. ¿Escuché bien?

- Las enamoradas suelen regalar chocolate, yo amo el chocolate. – dijo con una sonrisa. Pero no importaba cuanto intentara esforzarse por ignorar a Mika, en sus ojos podía ver esos sentimientos feos cocinándose… Hyde se estaba esforzando por ignorar lo que acababa de ocurrir, no quise despreciar sus esfuerzos así que decidí hacerlo yo también. 

- Claro, abrámoslo, si es chocolate comeremos durante el camino.- Hyde se acercó y tiró el lazo de la envoltura, para luego destapar la caja.

- ¡Chocolate! – gritó mientras tomaba delicadamente los bombones que habían dentro de la caja, los observaba como si fueran una divinidad digna de adorar y luego se los tragaba rápidamente. 

- ¡Oye no te los comas todos! – le dije tratando de arrebatarle alguno de las manos.

- Sácamelos de la boca.- me dijo mostrando el chocolate masticado dentro de su boca.

- Hyde eres un cochino. – le dije riendo.

- Tú cochino.- dijo con una sonrisa.




Durante el viaje en avión Hyde se acomodó para dormir, sin embargo no logró hacerlo, solo se sumergió en sus pensamientos. Parecía preocupado y algo deprimido, la visita y el presente de Mika definitivamente le habían afectado. 

Acomodó su cabeza en mi hombro. 

- Kazu…- susurró despacio.

- Dime Hyde… 

- No tienes permiso para enamorarte de nadie más. 

- ¿Necesito tu permiso para tener sentimientos por otras personas? – le pregunté solo para observar su rostro al responder.

- Si, solo puedes quererme a mí. – dijo con el ceño fruncido, pero su voz sonaba dulce.

- Eres el dueño de mi corazón pequeño, solo te amo a ti. – Mi voz sincera lo ruborizó y como respuesta a mis palabras Hyde tomó mi mano y la colocó envolviendo su mejilla. Luego la besó. 

- Tu eres mi Kazu, solo mío. 

- Solo tuyo…- le susurré.





No sé en qué momento exacto me quede dormido, solo sé que los dedos de Hyde me despertaron al taparme la nariz y tratar de ahogarme. El se rió cuando yo desperté asustado.

- Tonto. – le reproché. 

- Ya levántate Kazu, somos los últimos en bajar del avión.- su voz sonaba entusiasmada. 

Al bajar del avión una brisa helada nos envolvió inmediatamente. Todo a nuestro alrededor estaba cubierto de una gruesa y blanca capa de nieve. 

- Wuau.- dejé escapar.

- Qué bueno que te guste, ¡Vamos a nuestra cabaña! – Hyde tomó mi mano y comenzó a correr.

- ¡Hyde el equipaje! Y… no corras.- le dije tratando de frenar su impulso.

- Le pedí a personas de confianza que se hicieran cargo de esas cosas, tu y yo solo debemos preocuparnos de divertirnos, vamos, vamos.- dijo mientras comenzaba a correr y a arrastrarme con él nuevamente. 

Tal y como imaginé en un principio, Hyde jugó como un niño desde el primer momento. Me lanzó bolas de nieve, hizo una escultura con la misma y solo nos faltaba una de las cosas que más le gustaba a Hyde: Ir a esquiar. 

Cuando llegamos a la cabaña ya todo estaba ordenado, sólo fue cuestión de acomodarnos y vestirnos con ropa cómoda y abrigada para esquiar. 
Al estar listos, Hyde corrió hacia la montaña, ignorando todo aviso de los guardias de seguridad que buscaban darle consejos sobre qué hacer en caso de emergencias. Hyde ignoró todo, el quería esquiar. 

- Observa Kazu debes mover tu pies así, mantener ambos juntos, luego equilibras con los brazos…- decía mientras me enseñaba… yo ni siquiera lo intenté, era un asco en los deportes usualmente y no planeaba hacer el ridículo. Sin embargo seguí a Hyde durante sus trayectos y lo vi caer de maneras graciosas. 

Hyde era bueno en muchos deportes, pero creo que esquiar era una pasión para él. Bajábamos y bajábamos la montaña, luego subimos otra, caminamos por muchas horas y conversamos, nos abrazamos y nos besamos con total confianza, no había ni una sola alma alrededor nuestro. 
Entonces comenzó a llover.

- Hyde vámonos a la cabaña, hace demasiado frío.- En un primer momento creí que Hyde se negaría, pero al contrario, asintió de inmediato algo preocupado.- ¿Qué sucede? 

- Esto parece ser una tormenta de nieve… y la cabaña está muy lejos Kaz… no llegaremos antes de que se desate por completo… - los ojos de Hyde reflejaban miedo.

- Tranquilo… es mejor no quedarnos aquí de todas maneras, vamos. – le dije tomando su mano, ésta vez yo lo arrastré de vuelta a la cabaña, que tal y como Hyde dijo, estaba demasiado lejos. 

Caminamos por alrededor de una hora bajo el frío de la lluvia, sin ver absolutamente ningún tipo de luz cerca y antes de que nos diéramos cuenta, estábamos en medio de la tormenta y Hyde tenia los labios morados…

Comencé a sentir miedo. Hyde podía tener un ataque de hipotermia y yo no podría hacer absolutamente nada. 

Caminamos cerca de una hora más, ahora estaba seguro de que la Cabaña no solo estaba lejos, si no que nosotros habíamos caminado en alguna otra dirección, el camino que veía ahora cubierto de nieve, no se parecía a ningún lugar que hubiera visto antes. Estábamos perdidos. Dios… 

- Kaz n-no pu-puedo cami-na-nar más… - dijo Hyde mientras sus dientes castañeaban. Lo observé unos momentos, realmente estaba afectado por el frío. 

- Súbete a mi espalda. – Le dije agachándome para tomar su cuerpo con mi espalda. Me dolían las piernas y sentía punzadas en el pecho debido al aire frío que entraba en mis pulmones, pero tenía que proteger a Hyde hasta que no me quedaran fuerzas. 

- L-lo si-siento mu-mucho…- dijo en mi oído, su voz sonaba fatal…

- ¿Por qué?- le pregunté tratando de reconfortarlo un poco.

- Po-por tra-traer-te a aq-qui. 

Yo no dije nada al respecto, tener esa conversación allí no era adecuado, cada aliento que me arrancaban las palabras era un paso menos a la hora de hacer un esfuerzo físico. De pronto y casi por acto de magia, dimos con una pequeña cabaña en mitad de la montaña. 

Corrí hacia ella con toda la fuerza de la que fui capaz y abrí la puerta forzosamente, no había nadie. 

- ¿Hyde? – pregunté girando mi rostro hacia atrás, buscando el suyo.

- Mm...- respondió débilmente. 

- Cariño, mantente despierto. 

La cabaña era muy pequeña, no estaba amueblada, solamente tenía una pequeña mesa frente a una chimenea, que para suerte nuestra tenia leña a su lado. Decidí actuar rápido, tome el mantel de la mesa y lo estire en el suelo, sobre el recosté a Hyde que no paraba de temblar. Encendí la chimenea frente a Hyde y luego recosté la mesa al lado de Hyde, de modo de que sirviera como un muro para no dejar escapar el calor. Me deshice de mis chaquetas y las utilicé para cubrir a Hyde. Luego quité sus zapatos y comencé a masajear sus pies congelados. Luego sus manos, poco a poco lo sentí entrar en calor. Sus dientes dejaron de hacer ruido y su respiración se volvió acompasada, como si estuviera durmiendo tranquilamente. Solo allí, me retire mis zapatos para atender mis pies también congelados. Desde donde estaba observe un minuto la cabaña y noté que en realidad parecía una cocina, revisé minuciosamente y di con un infiltrado mueble en la pared que tenía municiones de emergencia y debajo de ellas, dos cobijas gruesas.

“Gracias dioses de las nieve” – pensé realmente agradecido. Podríamos haber muerto afuera y de pronto estábamos en una cabaña que tenía lo necesario para sobrevivir. 

Cubrí a Hyde con las cobijas y lo observe despertar y despabilar poco a poco. 

- Gracias.- dijo con una voz aun débil. Yo le sonreí como respuesta y acaricié su rostro aun frío a pesar de estar frente al fuego. De pronto sentí mucho sueño, luego del alivio de ver a Hyde despierto noté lo cansado que estaba por el esfuerzo físico y sin quererlo mis ojos se cerraron poco a poco. – Descansa, esta vez yo cuidaré de ti.- susurro mi pequeño abrazando mi cuerpo con fuerza. Yo me entregué al sueño entre sus brazos. 

Cuando desperté Hyde estaba observando el fuego, su mirada herida reflejaba angustia, su piel continuaba fría, a pesar del calor de la chimenea, el aire estaba demasiado frio. 

Acurruqué a Hyde más cerca de mi cuerpo y me cercioré de que estuviera bien abrigado con las cobijas, lo volteé y acomodé frente a mí, para que pudiéramos mirar nuestros rostros y abrazarnos si queríamos. El simplemente se dejó guiar por mis manos.

Sentía su cuerpo temblar nuevamente y deseé con todas mis fuerzas poder brindarle calor con mi cuerpo, pero yo también me sentía congelado.

- Kazu…- susurró con algo dificultad y la voz temblorosa.

- Dime Hyde... 

- ¿Puedo preguntar…?- no terminó su frase, escondió el rostro en mi cuello, dejándome sentir el aire tibio que emanaba de él al respirar. 

- ¿Qué quieres saber amor? – le pregunté con el tono más dulce del que fuí capaz, tratando de persuadir su timidez que siempre se hacía presente en los momentos que Hyde sentía muy íntimos. Me cautivaba su forma de ser. Incluso cuando todo a nuestro alrededor era frío, él le brindaba calidez a mi corazón. 

- Muchas cosas.- dijo con palabras rápidas. Sentí sus manos frías ocultarse bajo mis ropas y buscar calor en mi piel. 

- Oh Hyde… estas demasiado congelado.

- Lo siento…- susurró mientras retiraba sus manos. Yo las tomé entre las mías y las acerqué a mis labios para tratar de brindarles calor con mi aliento. 

Hyde me observó unos segundos con sus grandes ojos ingenuos y sorprendidos. Yo sabía que cuando Hyde tenía esa mirada, se sentía como un niño, como también se comportaba como uno. Era una de sus facetas que salía a relucir cuando tenía este tipo de gestos con él. 

- ¿Qué es lo que me querías preguntar? 

- Son muchas las cosas que quiero saber…- su voz sonaba tímida nuevamente.

- Adelante.- le anime. 

- ¿Alguna vez has pensado en tener una familia?- Oh.

- ¿una familia? – Aunque era obvio que había entendido, la impresión me impidió no hacer aquella pregunta. ¿Acaso Hyde quería una familia? Eso me preocupó… yo no podía darle una familia… ¿yo quería una familia? Ya habíamos discutido de aquello una vez y nada bueno había salido, debía escoger con cuidado mis palabras.

- Si, ya sabes… hijos… - bajo la mirada…

- Nunca lo he pensado Hyde, supongo que asumí en algún momento que tendría una, pero tú eres mi familia ahora y no quiero a nadie más que tú en mi vida… aunque podríamos tener una mascota algún día. – mi último comentario hizo reír a Hyde, pero aun mantenía la mirada baja. No lograba descubrir que le inquietaba exactamente. 

- Yo si quiero tener una familia.- dijo bajo, en un susurro apenas audible. Mi corazón se frenó. Aquello yo no podía dárselo. 

- Hyde… yo…- no sabía que decirle, “perdóname por no poder darte una familia” era lo que quería decir, pero no creí que fuera lo que él quisiera escuchar. 

- Tengo dos opciones de felicidad en mi mente. Una de ellas es tener una vida tranquila contigo, viviendo en un lugar apartado de la ciudad… tal vez el campo o tal vez no tan apartado… pero juntos, rodeados de paz y amor… si fuera así, me gustaría que tuviéramos una familia, sé que es imposible, pero ¿se vale soñar? Nunca había querido tener una… pero… me gustaría vivir contigo el amor en todas las formas posibles… no me gusta saber que es una experiencia que no podré brindarte…

- Hyde.- le interrumpí cuando noté el dolor en sus palabras. – No sientas culpa, ninguno de los dos la tiene… yo también quisiera darte una familia si tú la quieres y es horrible saber que no puedo pero… seré tu familia, solo yo… trataré de llenar todos los vacios que pueda y…- Hyde me interrumpió con un beso. Un beso suave, un poco ansioso pero no demasiado, en su beso creí sentir necesidad… pero, ¿de qué? 

- Prométeme entonces que nunca me dejarás, porque eres lo único que tengo. – dijo mirándome a los ojos, con voz de súplica, en su mirada podía ver un brillo especial. Hyde estaba al borde de las lágrimas. 

- Tienes mucho más… que yo… Hyde, ¿Qué te tiene así? 

- No tengo nada Kaz, solo te tengo a ti y eres más de lo que merezco, prométeme que nunca me dejaras… - Pensé un poco sus palabras. Hyde no tenía amigos con quien compartir sus ideas tal y como lo hacía conmigo, con nadie se mostraba así de sencillo ni tan trasparente, tal vez… si me tenía solo a mí. 

- Lo prometo. Nunca te dejaré, no lo haría. Te amo Hyde. – el pareció relajarse visiblemente.- ¿Qué te preocupa? 

- Nosotros… todo ha sido demasiado perfecto. Tengo miedo de que… en algún momento quieras más y yo no pueda dártelo, esto que tenemos es mi limite, no habrá más entre nosotros… no tengo más que ofrecerte…- comencé a entender un poco su miedo. 

- Pues me tienes fascinado y este no es tu limite, cada día conozco algo nuevo de ti… cada día me enamoro mas, más tiempo junto a ti será lo único que yo te pediré… no te dejare, deja de sentir miedo tonto inseguro. – comencé a acariciar su cabello, entonces el tomó mi mano y la colocó sobre su mejilla, acariciándose con ella, luego besó la palma de mi mano y sonrió con los ojos cerrados. 

- Si me dejas, quedaré hecho pedazos y solo tu tendrías el poder de reunir todos los trozos de mi y volverlos a unir. No lo olvides, lo prometiste.

- Si, lo prometí… y no me arrepentiré nunca de hacerlo. Te amo Hyde, te amo.

Tomé su rostro entre mis manos y lo besé, busqué con mi lengua hundirlo en sensaciones para que olvidara todo lo que le causaba dolor, aunque fuera por solo unos segundos. 

Mis manos casi de manera automática se dirigieron a su pantalón y comencé a rozar mi mano con su entrepierna, con un poco de presión.

- Mmmgh… Kaazuu…

- Nunca te dejaré.- le susurré mientras rozaba mi lengua con la piel de su cuello. Hyde tembló y no de frío esta vez. 

- Házmelo… 

- ¿Aquí?- Hyde asintió, su mirada excitada me decía que me deseaba y que no aceptaría un no por respuesta.- pero el frío…- comencé a decir, pero Hyde cerró los ojos en señal de no querer escuchar lo que yo le decía. – Si tantas ganas tienes de sentir calor, tócate. Quiero verte hacerlo. – Hyde abrió los ojos de golpe. Rubor en sus mejillas. Si, había comprendido a que me refería. 

- ¿Qué? – pregunto un poco afectado. Oh cariño, si quieres te seré mas explicito. 

- Mastúrbate para mí. 

- Pe-pero… - sus mejillas estaban de un rojo sumamente encendido, ya no había frío al parecer en la cabaña. – Degenerado.- dijo tapando su rostro con su brazo.- No, no, no haré eso. 

- Mm… pero yo quiero verte.- le dije con voz seductora, esperando tener efectos en el… Hyde no respondió - ¿me dirás que no? – le insistí. El nunca me negaba nada y aunque no quería hacerlo sentir incomodo, sabía que era necesario romper esas barreras de bochornos para incrementar cada vez más la confianza que nos teníamos. 

- Es que me da vergüenza…- Se disculpó. Yo moría por verlo tocarse. En una ocasión me confesó que cuando estuvimos separados, se tocaba imaginando que era yo quien lo hacía. Desde allí, imaginar aquello me había robado los pensamientos por horas muchas veces, pero quería verlo frente a mí, en la realidad. Decidí intentar algo, si aquello no resultaba, dejaría de insistirle a Hyde. 

Me acerqué a sus labios e introduje mi lengua lentamente, rozando la suya de una manera lenta y sensual, inmediatamente Hyde gimió. Podía sentir entre las cobijas su entrepierna encerrada en su ropa, rozando con mi abdomen.

Comencé a desabrochar su pantalón mientras mi lengua invadía su boca, bajé su ropa con cuidado de no rozar más de lo necesario… chupé sus labios y sus manos buscaron tocarme bajo la ropa, entonces tomé una de sus manos y la dirigí sobre su propia erección. 

- Mmg... Sin vergüenza.- dijo mientras sacudía levemente su cadera, excitado. 

Yo reprimí una risita. 

Me encantaba Hyde y cada uno de sus gestos, cada acción, cada gemido… Hyde era espectacular en el sexo. Me volvía loco. 
Comencé a mover su mano sobre su erección, esta vez haciendo que la palma de ella frotara por completo su miembro de arriba hacia abajo, lentamente. 

Hyde cerró los ojos y entre abrió los labios, continué con aquel movimiento por unos segundos más, mientras, lo contemplé disfrutar del placer mientras se mordía el labio. 

Tomé uno de sus dedos y lo llevé hasta la punta de su erección, esta vez lo hice frotar en círculos sobre aquella parte de él que a mí me gustaba tanto. 

- Aaaah…- dejó escapar lentamente y con una voz ronca. 

- ¿Así te imaginabas que te tocaba? – Hyde no abrió los ojos, pero se ruborizó. Sabía a lo que me refería. 

- Mmmgg... Si… - Hyde movía su lengua provocativamente, usé todo mi autocontrol para no irme sobre él y hacerlo mío frente a esa imagen tan erótica. 

- ¿Que mas hacías? – pregunté incitando a que continuara. Entonces el tomó su miembro con algo de rudeza y deslizo su mano de arriba hacia abajo pero continuo bajando, acariciando sus testículos y un poco sus piernas, tal y como yo lo tocaba antes de hacerle sexo oral. 

- ¿Te gusta así? – me gustaba escuchar su voz cuando respondía excitado. 

- Mmg… me gusta… aaah… mucho…- respondió mientras continuaba acariciando sus testículos. Las mejillas de Hyde estaban sumamente rojas. Era encantador. 

- ¿De qué otra manera te tocaste? – pregunté mientras mi boca, que no resistió, se dirigió a atender sus duros pezones. 

La textura de los pezones de Hyde me encendía aun mas, poder sentir la forma de ellos bajo mi lengua y poder acariciar el contorno con mis dientes era tan provocador como los gemidos que le acompañaban al hacerlo.

- Aaauuuuhh…- gemía en tonos bajos mientras una de sus manos se entrelazaba en mi cabello y mantenía mi boca en aquella parte que tanto placer le daba. Su otra mano comenzó a moverse por sobre su erección de arriba hacia abajo, marcando un ritmo denso pero controlado, preciso y constante. Podía ver las venas en sus manos remarcarse al presionar con fuerza su miembro. 

- No te lastimes…- le pedí al notar que estaba demasiado ansioso. Entonces el dejó de presionar tanto su erección y comenzó a mover más rápido su mano. Me concentré nuevamente en sus facciones mientras se estimulaba, a ratos mordía su labio, a ratos su lengua aparecía para acariciar sus labios y moverse de un lado a otro, a ratos sus gemidos se escapaban entre respiraciones aceleradas y cuando creí que faltaba poco para que llegara al orgasmo, comenzó a mover su mano aun más rápido. Ésta vez no me resistí y comencé a tocarme junto a él, necesitaba liberar un poco de tensión al igual que él… Hyde al escucharme gemir abrió los ojos, entonces soltó su erección y comenzó a acariciar la mía y yo hice lo mismo con la suya. 

- Aaaah… tus manos suaves son deliciosas…- dejé salir palabras que nacían solas en mis labios. 

- Tu manera de to-tocar- me mmg… me encanta Kaaazu… - Hyde comenzó a sudar y su cadera poco a poco comenzó a embestir contra mi mano, en tan sólo unos segundos soltó mi erección para concentrarse en las sensaciones y se dejó derramar en mi mano soltando un gemido que grabé para siempre en mi memoria.

- Uuuuuhhhm…. Mmmgggg...- se quejaba cada vez más despacio, volviendo lentamente a la realidad. Entonces lo volteé.

- Quiero hacerte el amor hasta que dejes de sentir el cuerpo. – le susurré en el oído. - Hyde tuvo un escalofrío y no supe interpretar si era debido al placer o por sentir mi respiración en su oído. 

- Mételo entonces. – Podía adivinar por el tono de su voz, que se mordería el labio en cuanto detuviera sus palabras. Tomé mi erección con mi mano y Hyde se acomodo, brindándome una bonita imagen de su trasero. Comencé a rozar la punta de mi erección con su entrada lentamente. –Mmmgg ya hazlo…- yo me reí ante su insistencia y ansiedad. 

- A la orden.-le dije mientras dejaba entrar mi erección que ya dolía por la dureza producida al ver a Hyde masturbándose. 

- Aaaaaooo… ya muévete….- ordenó Hyde cuando aun no terminaba de introducir toda mi erección en el, comenzó a mover su trasero de adelante hacia atrás de manera ansiosa, su cuerpo me rogaba a gritos un orgasmo. 

Cuando terminé de introducir mi erección tuve una idea, retiré la cobija que aun envolvía parte de nuestros cuerpos y levanté a Hyde con mis brazos para posicionarlo sobre mí, dándome la espalda. Cuando se acomodó dió un pequeño saltito y un grito. Yo reí, en aquella posición tenía acceso directo a la parte más sensible de él. 

- Ah! Dios Kazu no…- dijo de inmediato, luego pareció tener un espasmo. 

- Muévete cariño.- le dije acostado debajo de él. 

Hyde comenzó a moverse lentamente, pero luego se levanto un poco para no introducir mi erección por completo. Aquella posición le nublaba los sentidos, yo lo sabía perfectamente. Sentía mi erección tocar ligeramente aquel órgano de blanda textura que perdía a Hyde con solo un roce, quise moverme con fuerza sobre él, pero eso descontrolaría a mi pequeño novio antes de tiempo. 

- Aah… aaahh….mmm…- Hyde dejaba escapar pequeños gemidos mientras se movía con movimientos pequeños sobre mí, él estaba teniendo cuidado de tocar demasiado aquel punto. Se estaba acostumbrando a sentir el placer sin que le consumiera. 

Recordé la primera vez que toqué aquella parte de él, me sorprendió por la textura, de lo que considero posiblemente el lugar más intimo de un hombre. También recordé aquella otra vez… cuando hicimos el amor en la ducha. Me había asustado la reacción de Hyde en un comienzo cuando choqué directamente y de una primera estocada su punto sensible, él pareció alterarse mucho con el más mínimo movimiento, pero a medida que hemos avanzado en nuestra relación él ha aprendido a disfrutarlo sin perderse tanto, al igual que yo, he aprendido a darle placer y a disfrutar de diversas formas junto a él. No entiendo como un hombre puede ser tan exquisito en todos los ámbitos. 

Hyde bajo lentamente mas y cubrió toda mi erección consigo.

- Ah. Ahhh… aaaah…- suspiraba a medida que sentía las sensaciones invadirle fuertemente, su cuerpo estaba tenso completamente, podía asegurar que las venas de su rostro también se estaban remarcando en ese momento. – dios, es demasiado… - dijo antes de tener otro espasmo y dar un pequeño saltito, dejando salir nuevamente parte de mi erección. 
Yo lo observaba combatir consigo mismo, a pesar de que me daba la espalda sabia que Hyde estaba pensando en si cambiar de posición o no, por no poder controlarse con ella. 

- Kazu… - susurro despacio. “Mi pequeño vergonzoso.” Pensé antes de sentarme con él sobre mí y abrazarlo por su espalda. De inmediato lo empuje hacia abajo y comencé a moverme lentamente, embistiéndole de manera suave pero constante.- ¡NO KAZ! – grito tratando de escapar de mis brazos y sacar de su cuerpo lo que le torturaba. Pero mantuve su cuerpo sujetado al mío fuertemente y continué embistiéndole de aquella manera. – Ah! Ah! Ay… Kazu… no, no… por favor…- suplicaba sumergido en placer.- Dios, dios, dios…. 

- Grita todo lo que quieras, pero no escaparas de mí. – Le susurré con voz excitada. Él giro su rostro hacia a mí y yo besé su mejilla tiernamente mientras continuaba mis movimientos. Hyde temblaba. 

- Aaaaah… – Hyde apoyo su cabeza sobre mi hombro y se perdió en mis embestidas suaves. Continuamos haciendo el amor de aquella maneras por largos minutos mientras se escuchaba el sonido de la lluvia caer sobre el tejado, nuestros gemidos y a ratitos el sonido del choque de nuestros cuerpos. 

Hyde comenzó a sudar y no dejaba de temblar, me acomodé un poco para ver su rostro y lo observé: sus labios abiertos en una mueca de placer máxima. Entonces comencé a arremeter contra él con fuerza. 

- Ah! Kazu! Mmmmgg… - Hyde buscó desesperadamente algo que apretar con sus manos, hasta que finalmente las colocó sobre mis brazos que lo rodeaban. – Si…. Más amor, más….- dijo a medida en que entraba en mayor calor y sus mejillas se ruborizaban cada vez más. 

- Aaaah Hyde… - me gustaba nombrarlo mientras le hacía el amor, inconscientemente adoraba aun más el momento. Hyde era mío y disfrutaba de serlo. 

- Mas rápido Kazu, mas rápido… - Dirigí una de mis manos a tocar la entrepierna de Hyde, toqué sus testículos y los presione suavemente con mis manos, luego tome su erección y comencé a masturbar. De la misma manera mi otra mano busco estimular sus pezones. Y finalmente, comencé a moverme aun mas rápido. 

- Mmmgg…- se escapaban de mis labios quejidos y palabras sin sentido mientras tocaba la textura de la piel de Hyde con las manos y además le sentía por todo mi cuerpo. Sobre todo absorbiendo aquella parte de mi. La estimulación rápida de mi erección me tenía al borde del orgasmo, pero aguantaría las sensaciones hasta que Hyde tuviera su orgasmo. 

- Rápido Kaz, rápido….- suplicaba Hyde con su tono excitado.
Nos entregamos al fuerte frenesí y me vi obligado a dejar de estimularle con las manos, tampoco pude mantener los ojos abiertos. Trate de concentrarme todo lo que pude para aguantar.

- Aaaaaah! Kaaaaaazu! – gritó Hyde cuando el fuerte orgasmo lo hizo temblar por completo. – Uuuuh… uuuhhh….- continúe moviéndome pero de manera más suave. Dejé que Hyde se recuperara un poco y luego volví a arremeter fuertemente, tomé su erección. Necesitaba escucharlo tener otro orgasmo.- Dios Kaz… - Ahora Hyde comenzó a moverse también, brindándole a nuestro morbo el dulce sonido de los choques de nuestro cuerpo.- Si amor, me encanta… aaah… 

Observe el perfil de Hyde, su lengua se saboreaba sus propios labios, aquel gesto tan propio de él me ponía aun más duro. No iba a poder controlarme por mucho más tiempo… comencé a mover mi mano aun mas rápido y sentí la erección de Hyde endurecerse al máximo en mi mano.

- Aaaaahh! Joder, Kaz! – Hyde finalmente se derramó en mi mano y yo me permití encontrar el éxtasis también. Durante el descontrol que ameritó el orgasmo, mordí fuerte a Hyde para evitar gritar, éste se quejó y levantó las manos como reacción al dolor, sin embargo me permitió morderle y solo acarició mi cabello mientras lo hacía. Sentí el orgasmo demasiado fuerte en comparación con los hermosos encuentros usuales, la duración fue más larga y también fue mayor la cantidad de semen. Eso solo me demostraba que nunca tendría suficiente de Hyde, cada vez él y sus pequeños detalles me excitaban más hasta el borde de la locura. 

Retiré mis dientes de su cuello y me abracé a él, escondiendo mi rostro en ese mismo cuello babeado por mí. Hyde respiraba agitadamente y su cuerpo aun temblaba. 

- ¿Estás bien? – era mi pregunta usual cuando el encuentro era más intenso que los usuales. 

- Mm…- respondió. Yo reí. Eso significaba que Hyde estaba exhausto. 
Moví con delicadeza su cuerpo, retirando mi erección y arrastrándolo hacia nuestra “cama” por esa noche. De golpe sentí el frío aire por el que hace tan solo unos minutos atrás, Hyde temblaba. Así que lo arropé y lo acurruqué entre mis brazos. Al quedar a la altura de mi pecho Hyde se acomodó para escuchar mi corazón. 

- Siempre lo haces. – le susurré acariciando su sudado cabello.
- Mmm… - volvió a responder. Yo reí nuevamente. 

Mi tierno Hyde. 

El frío que nos rodeaba no era nada en comparación con la calidez de nuestros sentimientos.