Presentaron a L’arc en Ciel
en el evento.
Muchos de los famosos del
público se colocaron de pie para contemplar el show.
Mi amigo Masahiko Yuki se
encontraba a mi lado, también de pie para contemplar a los chicos, me observó
de reojo midiendo mi reacción. El siempre se preocupo por cómo yo me sentiría
sobre L’arc en Ciel.
Le sonreí para que se
despreocupara.
La primera canción comenzó,
Hide llevaba una especie de trapo con plumas en él, Ken se veía algo serio para
su usual ánimo, no noté demasiado a los demás… no había mayor interacción entre
ellos por lo cual no llamarón mi atención.
Poco a poco la música me
consumió a pesar de que comencé a criticar internamente muchos aspectos
profesionales de la presentación. Pero la voz de Hide me absorbió, luego fue un
“todo” y yo ya no estaba presente entre el público, era uno más en la presentación.
Al menos así me sentía.
Sin darme cuenta comencé a
cantar en voz baja las letras que tan bien se habían escondido en alguna parte
de mi cabeza.
Fue sólo cuando un Yuki
volteo para observarme cantar con suma concentración que noté que estaba
haciéndolo… cantando las letras… nuestras letras otra vez, con nostalgia, con
lejanía…
Mis ojos se llenaron de
lagrimas al escuchar un párrafo que me llevó al recuerdo exacto en que lo
componíamos… aah… que difícil era estar allí y ser parte de ello desde fuera…
Me volteé y salí del
lugar, Yuki solo me observó desde lejos,
brindándome espacio.
Con la amargura que me
caracteriza en mis momentos de molestia, me excluí de toda celebración post
evento y para cuando me decidí a volver al lugar en donde había humanidad, ya
había pasado escondido tres horas, todo por estar sumergido en mis propios
pensamientos.
Busqué a mi amigo en la
fiesta, pero con la cantidad de farándula que había me resultaba imposible
encontrar a alguien.
A lo lejos diferencié al
grupo del Olimpo, los intocables, a los que nadie se acercaba ni siquiera en
estos eventos, allí por supuesto, estaba él.
Desde lejos pude ver a Hide
muy ebrio sentado en una pileta,
remojando sus pies, junto a él, Gackt y un par más de lame botas irreconocibles
para mi poco conocimiento en farándula televisiva. En total, un ebrio y cuatro idiotas siguiendo
sus idioteces y mojando sus pies en la fría y sucia agua de la pileta.
Se reían por todo lo que Hide
parecía decir, incluso lo que parecía no entenderse, ellos reían por él, para
agradar… llegó un momento en que Hide no pudo mantener el equilibrio aun
estando sentado y casi cae de lado hacía el agua.
Gackt pudo sujetarlo a
tiempo y casi de forma forzosa lo acomodo en sus piernas.
Me tensé. No sabía si sería capaz de soportar
como alguien lo forzaba, incluso si hubiera sido un desconocido, me hubiera
causado esa sensación, pero no lo era… era alguien sumamente especial para mis
recuerdos y estaba junto a una persona que a viva voz nunca ocultó cuanto le
deseaba.
Continué viéndole ebrio…
algo en mí estaba sumamente triste de verle así…
Siempre quise con todas mis
fuerzas que él pudiera mantenerse feliz, estable, despierto mientras estuviera
lejos de mí. Pero a la lejanía no lo sentía feliz.
Se puso de pie con
dificultad, su cabello negro largo ocultaba un poco su rostro ebrio, no podía
ver sus ojos, sin embargo algo en su postura me hizo creer que estaba llorando.
Pude diferenciar una
palabra con su voz ebria.
“Suéltame”
Le dijo un par de veces a
Gackt quien intentó soltarle sólo cuando estuvo de seguro de que Hide podría
mantenerse en pie.
En cuanto Hide se volteo me
observó, sus ojos rojos, a sólo segundos
de estallar en lágrimas. Conocía esa parte de él.
Tapaba su rostro, se
escondía y se agachaba en posición fetal, tapando su boca para esconder los
sonidos que los sollozos podrían dejar escapar cuando dejara salir de él sus
mil razones para ser infeliz. Así era años atrás.
Me volvió a observar con
duda y confusión, parecía no entender
que hacía yo allí, sin embargo pareció descartar el pensamiento del análisis y
solo me observó con añoranza.
Sentí el corazón
contraerse, sabía que él quería llorar y sus ojos me pedían a gritos
esconderle, brindarle un consuelo, oscuridad para dejarse llevar.
Sin pensarlo demasiado, me
dirigí hacia el y sonriéndole a sus anfitriones rodeé sus hombros con mi brazo,
como amigos que tienen una gran confianza y le dije en voz alta, para
asegurarme de ser escuchado sin mayores sospechas.
-
¡Han pasado muchos años! – casi le grité con euforia.
Hide sólo agachó la cabeza y entendiendo mi plan de escape caminó junto a mí,
dejándose llevar por mi paso y mi brazo que le empujaba hacia un escondite.
Como no conocía demasiado
el lugar, solo pude entrar en una pequeña habitación que parecía un camarín
desocupado.
Palpé el muro del camarín
en busca de la luz pero en cuanto encontré el interruptor ésta no encendió.
Hide alumbró con un
encendedor y se acercó a una lámpara de luz baja que estaba en una pequeña mesa
frente al espejo. Definitivamente era un camarín, él los conocía mucho mejor
que yo.
Sentó su pequeño cuerpo en
un sofá que estaba al lado oscuro de la habitación, yo sólo podía observarlo,
no sabía cómo reaccionar… ¿Estaba bien que estuviéramos así? ¿Solos? ¿Frágiles?
Hide abrazó su propio
cuerpo y adoptando una posición fetal comenzó a dejar las lágrimas salir.
Haciéndole justicia a mis recuerdos, habían pasado 20 años pero aun lloraba de
la misma forma. Aun tenía razones para estallar, para odiar, para odiarse… algo
en mí sintió que tal vez ninguno de los dos era tan distinto a nuestros
recuerdos…
Yo seguía siendo el idiota
torpe que no sabía cómo reaccionar cuando le veía llorar, pero estaba seguro
con todas mis fuerzas que odiaba el hecho de que lo hiciera y me dolía a mí,
aunque solo pudiera percibir un pequeño atisbo de sus razones para sentirse de
aquella forma.
Caminé hacía él lentamente
y me senté en el sofá un poco lejos.
Observé mis manos antes de
pensar en dirigirlas a su cuerpo.
Mis manos sucias tocarían
su ropa blanca. Así me había sentido
siempre junto a él. Como el negro que manchaba el blanco, como la experiencia
que arruinaba la ingenuidad de Hide. Aunque sabía que la persona que tenía
frente a mí en aquellos momentos ya no era tan ingenuo, seguía siendo
perfectamente él.
-
Sakura…- susurró levantando su rostro un poco,
permitiéndome ver sus ojos ahogados en lagrimas. - ¿Me… abrazas? – preguntó en
un susurro, con voz sumamente dolida, que sólo hacía juego con su mirada.
Parecía avergonzado y a pesar de estar algo sonrojado su boca hizo un puchero.
-
Claro… - le respondí en el mismo tono bajo. Me acerque más a él y lo rodeé con mis
brazos, hice un poco de fuerza para atraer su cuerpo hacía mí, haciéndole notar
con mi posición que podía apoyarse en mí… y no sólo físicamente.
Al comienzo Hide sólo apoyó
su cabeza en mi hombro, pero luego se acomodó arrodillándose y abrazándome él a
mí por sobre los hombros, con fuerza. Sus hombros se sacudían y luego le
seguían los pequeños sonidos que proporcionaban los sollozos, a ratos dejaba
escapar un poco de su voz rota quejandosé por el dolor en el pecho que no era capaz
de calmar por llorar… yo sólo me limite a acariciar su cabello, palmear su
espalda y presionarlo más hacia mí, buscando exprimir su tristeza, buscando
casi con desesperación calmarlo de algún modo.... a medida que escuchaba sus
lamentos comencé a sentir unas fuertes ganas de llorar y presa del momento y la
fuerza que hacía para sostenerlo, dejé las lagrimas fluir junto a las de él.
Con los minutos, ambos
sollozábamos.
Así avanzo el tiempo… ambos
abrazados,
Ambos destruidos
emocionalmente… ¿Es que no habíamos aprendido nada en 20 años? Realmente en
aquel momento estuve seguro que el tiempo se había detenido en alguno de
aquellos momentos en que tocábamos fondos juntos.
Hide cambió su pose,
sentándose sobre mis piernas y escondiendo su rostro en mi cuello.
Me permití gozar del aroma
de su cabello con los ojos cerrados, ninguno podíamos vernos los rostros en
aquella posición. La espalda de Hide continuó dando pequeños saltos a causa de
los ecos de sus sollozos, pero cada vez eran menos. Su mano acarició mi cuello
durante unos momentos… momentos en que mi piel se erizó bajo su tacto.
El suspiró, un poco después
suspiré yo y el rió.
-
Aquí estamos otra vez…- dijo él haciendo alusión a sus
recuerdos, no tan distintos de los míos.
-
Me da la sensación de que no hemos aprendido nada.- le
dije riendo amargamente, el también rió de la misma forma.
-
Aun estamos algo vacios… - susurró bajando su mano desde
mi cuello hasta mi pecho, ahora dibujando pequeños círculos invisibles con
ella. En ese momento sentí su aliento en mi cuello.
-
¿Te sientes vacio? – no pude evitar preguntarle aquello…
-
A veces… ¿tú no?
-
A veces.- dije sinceramente.
Lo oí suspirar nuevamente.
Su mano continuó
acariciando mi pecho y con la intención devolverle el tacto, con la mano que
permanecía descansando en su pierna,
acaricié su muslo.
Permanecimos
así y poco a poco el ambiente se tornó distinto, aun algo triste pero esta vez
había más matices, los sentimientos y la sensibilidad nos permitieron ser
otros, tal vez, con la guardia más baja.
Los dedos de Hide dejaron de acariciar
suavemente mi pecho y reemplazó el tacto por su mano, frotando mi piel de
arriba hacia abajo, no con demasiada presión pero si lo suficiente para tener
un efecto en mí.
Cerré
los ojos sintiendo el tacto, sin permitirme a mí mismo pensar, sólo quería
sentirlo, también sentí que el necesitaba aquello.
Ese simple
tacto me excitó hasta el punto en que mi pantalón comenzó a incomodar y
conforme la sensación se hacía más grande, más estaba seguro de que Hide podía
notarlo.
Hide dio
un pequeño salto en cuanto sintió mi entrepierna en un punto preciso de su
cuerpo, yo reí un poco por su exagerada reacción, él se acomodó, abriendo sus
piernas y rodeándome con ellas, sentado sobre
mí.
Por
primera vez nos miramos a los ojos luego de llorar, ambos un poco avergonzados
por nuestros parpados hinchados. Nos sonreímos, cómplices… aún.
Hide
tomó mis mejillas con sus manos y acercó su rostro al mío, yo cerré los ojos a
la espera del tacto de sus labios.
Quería
besarlo, sentí el aliento a licor y era lo que menos importaba, sólo aumentaban
aun más mis ganas de besarlo.
Y
agradecí como nunca la sensación de sentir sus labios en los míos.
Coloqué
mis manos en su cintura y moldeé su silueta con ellas, mientras su lengua
húmeda marcaba un ritmo suave en nuestros sonoros besos.
Me concentré en los sonidos, en el pequeño
silencio que se formaba entre besos, en los murmullos poco sonoros que Hide
intentaba ocultar, en su respiración cada vez más acelerada, en el sonido de
nuestra ropa al rozarse...
Metí
ambas manos bajo su playera y la levanté un poco para tocarlo, pero noté su
piel fría bajo la ropa y de inmediato devolví la playera a su posición. Me
quité el abrigo mientras nos besábamos y Hide estando seguro de que mi intención
era desnudarme, desabrochó mi pantalón
mientras aun me besaba con los ojos cerrados. Yo reí por su ansiedad,
había ido directo a mi bragueta.
No
pensaba frenarlo… negarme cuánto quería aquello era ridículo.
En
cuanto quité mi abrigo, envolví a Hide con él. Entonces el abrió los ojos.
-
¿Eh? ¿Qué haces? – preguntó confundido y sonrojado,
mientras aun mantenía en sus labios un hilo de saliva que nos conectaba a
ambos.
-
Estas helado. No
te desnudaré más de lo necesario…- le susurré sintiéndome idiota y buscando no
ofenderlo por tratarle de forma tan delicada.
Busqué mi bragueta y asegurándome de que estuviera completamente abierta me
bajé el pantalón y la ropa interior en un solo movimiento, quedando con las
prendas a la altura de las rodillas, Hide pestañeó sin comprender del todo. Luego hizo un
puchero.
Yo sólo le sonreí, en ese momento, ya mas tranquilo y consciente sentí lo
fría que estaban sus manos, no quería desnudarlo de aquella manera…
-
Con permiso.- le dije sonriendo cuando mis manos se
dirigieron directamente a su pantalón y lo baje junto a su ropa interior. No
quise observarlo demasiado en aquel momento o creí que podria incomodarlo, Hide
aveces respondia de forma timida en los momentos menos oportunos.
Por ello, levanté la mirada y busque sus labios, buscando volver al momento
anterior.
Lo besé
con algo de brusquedad, como solía hacerlo en aquel tiempo, pero mi ansiedad no
me permitía controlarme de buena forma.
Hide se
liberó de su pantalón en su totalidad mientras nos besábamos, y yo lo envolví
aun más con mi abrigo, que permitía que ambos quedáramos cubiertos totalmente.
Hide, que permanecía sentado sobre mí, de frente, besandomé, comenzó a moverse
suavemente como si estuviéramos haciéndolo en aquel momento… se movía lento y
suave, a ratos más rápido, pero siempre manteniendo presión entre nuestras
entrepiernas. Comenzamos a jadear entre besos, ambos sumamente excitados, con
algo de sudor rodeándonos a pesar del frio.
Hide
tomó con su mano fría ambas erecciones y comenzó a frotarlas directamente. Una
práctica que en nuestros años jóvenes hacíamos muy poco y que muy rara vez
hacía él. La timidez había quedado un poco atrás, o tal vez la excitación ya le
había nublado la razón, como a mí.
Sentí
como masturbaba con cuidado de bajar y subir ambas erecciones a la vez.
-
Aaaah…- deje escapar con los ojos cerrados… dejarlo jugar
me podía llevar a terminar antes de tiempo… no quería aquello así que busqué
sus labios, para hacerle sentir mi ansiedad.
-
Ya… si…- susurró en medio de nuestra comunicación a
toques.- Mételo…
Sonreí sintiéndome triunfador en mi tarea por hacerle saber que lo
necesitaba.
Me llevé los dedos a mi boca y los ensalivé, luego los dirigí a su entrada
entre sus piernas y los dejé entrar despacio…
-
Mmmh… con cuidado…- susurró con una mueca.
-
¿Duele?
-
No… sólo… ha pasado mucho… - confesó avergonzado.
Sonreí ante ello… tal vez yo no era el único que había tenido a Hide de esa
manera, pero estaba seguro de que al menos no habían muchos más que yo.
Continué dilatando con saliva mientras lo besaba, llegando cada vez más
adentro, hasta que estuve seguro de que Hide ya disfrutaba de la sensación sin
incomodidades ni vergüenzas.
Entonces
posicioné mi erección y él se alejó de mis labios.
Mirar
nuestros rostros en el momento preciso en que entraba por primera vez, era
nuestro ritual en aquella época.
Hide mordió
su labio a la espera, y bajó lentamente hacia mi erección mientras mi mano la
sujetaba y el permitía que entrara poco a poco con su movimiento.
-
Aaah…- dejó salir
con una mueca de dolor y placer, su boca abierta y sus músculos faciales
visiblemente contraídos.
-
Mmmh… - se me escapó a mí, mientras observaba su rostro y
me deleitaba con la sensación de por fin, tenerle.
En cuanto
mi erección topo fondo Hide cerró los ojos
y manteniendo la boca abierta se acomodo colocando ambos brazos
alrededor de mi cuello e impulsándose hacia arriba con sus piernas para volver
a bajar lentamente y sentir mi erección volver a entrar en él.
Repitió
el acto una y otra vez, una y otra vez…
Cuando
mi excitación subió lo suficiente para hacer sudar mi pecho y mi cuello, Hide
comenzó a moverse de verdad, con más rapidez, me besaba a ratos, me acariciaba
ambas mejillas, apoyaba su rostro en el mío, nos volvíamos a besar, besábamos
nuestras mejillas, nuestros cuellos, besé sus pezones y el los míos, nuestros
labios no abandonaron la piel ajena en ningún momento durante el frenesí.
Cuando
sentí que no podía más, tome las caderas de Hide y comencé a embestir contra él
sin ser delicado. Dejándome llevar, buscando el orgasmo que sentía crecer y
estaba seguro por los altos gemidos de él, que alcanzaríamos juntos el final.
Me
esforcé por mantener el ritmo sin dejarme ir… pero a medida que me
descontrolaba por las sensaciones comencé a temblar y a balbucear. La vergüenza
me atacaría cuando recordara aquel momento.
-
Aah…. Aahh… Yaa…chaan… mmh…aaa-aah…- Hide permanecía con
la boca abierta y el ceño fruncido profundamente, su rostro estaba
completamente sonrojado al igual que muchas partes de su piel por mis mordidas,
aquella imagen solo me perdía más.
-
Por favor… Hide… déjate ir… - le supliqué con angustia
clara en mi voz.
Hide se concentró en ello, cerró sus ojos fuerte y comenzó a moverse junto
a mí, rápido, desatado, ansioso. En cuestión de minutos eternos para mí, su
cuerpo se contrajo y comenzó a temblar, continué embistiendo contra él hasta
que sentí como dio un salto y posterior a ello se humedeció tanto su zona
trasera como la delantera.
-
Mmmmgggg…. Oooh…
Hide me
abrazó para dejar su peso descansar sobre mí, lo envolví en el abrigo y lo
mantuve cerca de mí.
La
humedad de mi cuerpo más la suya no le harían bien al frió que podría contraer
su piel, pero ya era tarde para arrepentimientos.
Permanecimos
en paz, con nuestras mentes llenas de complejos pensamientos a medida que todo
volvía a la normalidad.
Luego
del orgasmo, todo se hace más claro y tal vez más adormecido, se siente algo de
culpa y en algunas ocasiones arrepentimiento.
-
Gracias… - susurró.
Permanecí
en silencio sin saber que responder.
-
Hide…- Le dije en tono de explicación mientras buscaba
las palabras precisas.
-
Shh…No tienes que decir nada, te necesitaba… y… - susurró
con voz apenas audible.
-
Estaré para ti siempre que… me necesites… de la forma que
sea.
-
Tú también acude a mí… por favor… para lo que sea…- Suspiró y me presionó fuerte entre sus
brazos.
-
Lo haré. – Le respondí.
El me besó en la mejilla y entonces se alejó con una sonrisa en los labios.
Se vistió y se colocó mi abrigo; y me dio el suyo.
-
¿Qué? ¿No esperas que me coloque esa ropa? ¿Crees que tengo
diez años? – Hide me observó con los ojos como platos, impresionado, confundido
y ofendido.
-
¿A qué te refieres? – preguntó refunfuñando.
-
A que ni con diez años de edad tu ropa me quedaría. – Le
dije riendo. – Pero vete con mi abrigo, de todas formas he de ir a casa, por
favor no bebas más.
-
Estaré bien.- susurró en un tono alegre.
Hide caminó hasta la puerta, volteó antes de abrir.
-
Hasta pronto. – dijo antes de regalarme una gran sonrisa.
-
Hasta pronto.- le dije aun desde el sofá.
Entonces Hide salió llevándose con él gran parte de la atmosfera que nos
consumía.
Sonreí.
Aquello nos lo debíamos.
Tal vez, quién sabe, tal vez le haga saber cuándo lo necesite.
Agradecimientos,
por el dibujo a UniPandaHamster
por la paciencia a Koe-chan.
por el dibujo a UniPandaHamster
por la paciencia a Koe-chan.