lunes, 19 de junio de 2017

Blind Love

¿Cómo escribir una nueva canción, una nueva melodía? ¿De dónde puedo conseguir esas poéticas, expresivas palabras? Es como si nunca hubiese escrito una canción antes. Suspiré, mi mente está en blanco. ¿Qué clase de ropa le compraría a mi hijo? ¿Algo de temporada, clásico, atemporal? ¿De su tamaño actual o algo que le entrara luego? Qué comprarle a Megumi… Me detuve, mis cejas formaron un gesto pensativo. ¿Qué no le he comprado? Suspiré de nuevo, arrojando el lápiz en mi mano sin importancia sobre la mesa deseando que el nirvana viniese a mí. Me tiré hacia atrás sobre el suave respaldo de la silla; me irritaba no poder evitar las cosas.

-Oe-

Una voz, exuberante, suave y familiar voz; fruncí el entrecejo de nuevo, mis labios fruncidos.

-¡Oe!-

Más alto esta vez, seguido por los golpes abruptos de unos nudillos contra my mesa; mi antigua mesa inglesa. Miré hacia arriba, bien no exactamente hacia arriba, me enfoqué mirando a la persona frente a mí.

-Finalmente- rodó sus ojos apartando un mechón de cabello de su cara- Hola Haido, ¿me recuerdas?-
Su tono es sarcástico, reconozco el sarcasmo cuando me encuentro con él, si vuelve rodar sus ojos lo golpearé; me pregunto por qué lo dejé entrar en primer lugar.

-Sakura, ¿qué quieres?- pregunté, parpadeé irritado y luego hablé de nuevo- No, no, espera- agité mis manos como si quisiese borrarlo- De nuevo, no me digas lo que quieres, no estoy de humor- él sonrió y mis ojos se estrecharon. Conozco esa sonrisa; tenía algo bajo la manga y no era bueno.

-Levántate Haido- tomó mi muñeca en un intento por levantarme, pero permanecí pegado a la silla.

-¡Estoy ocupado!-

-Oh, ¡vamos!- dijo esta vez acariciándome los hombros y empujándome fuera de la habitación.

-¡Espera, estoy ocupado! ¿No lo ves?-

-Si claro, no mientras Haido, eres un horrible mentiroso, parpadeas cuando lo haces. ¡No estás ocupado, no estabas haciendo nada allí!- él me empujó y nos metió en otra habitación; un suave aroma a almizcle y vainilla llenó el aire, el olor de mi cuarto.

-Te lo dije, no estoy de humor- grité luchando contra su agarre. Conozco a Sakura, él solo piensa en sexo.

-Shh…- trató de persuadirme- Te ayudaré a relajarte-

-¡Estoy muy relajado, y no estoy de humor!- grité aún más fuerte amenazándolo con cada palabra que conocía hasta que él se sentó en la cama. Me ignoró completamente sentándose frente a mí con calma.

-Juguemos un pequeño juego Haido- metiendo su mano en el bolsillo de su chaqueta sacó una venda, haciéndola girar en su dedo índice.

Salté agarrándome al respaldo de la cama.

-¿Ahora te gusta el bondage? ¿Qué diablos pasa contigo? ¿Qué diablos pasa con este mundo? ¡Todo el mundo quiere algo de mí, y te lo dije, no estoy de humor!-

Sakura no dijo una palabra, solo rió mientras yo lo miraba esperando alguna clase de respuesta. Antes de que me diese cuenta, él se inclinó hacia adelante. Sentí sus manos por detrás de mi cabeza y luego el sonido de un nudo bien atado, supe que estaba hecho. No podía ver ni mierda.

En un instante alcancé el nudo, mi boca seca por la ansiedad, mis dedos inútilmente tirando de el. Sakura me detuvo sosteniendo mis brazos a los costados y yo luchando.

-¡Deja de moverte!- me reprendió.

-¡Entonces quítame esta mierda! ¿Qué clase de juego enfermo es este?- pateé tratando de pegarle, digo, espero haberle pegado.

-Haido, relájate o saldré de la habitación- dijo arrastrando las palabras. Puedo imaginarlo con los brazos cruzados, tranquilo, probablemente sonriendo.

-¡Entonces deshaz esto, desgraciado! Deshaz esto o yo…- me detuve repentinamente asustado. La habitación estaba tranquila, sin sonido alguno. Volví mis manos al nudo intentando desatarlo, no sirvió, parece que solo lo estoy atando más fuerte. Intenté sacarlo pero dolió, demasiado ajustado incluso para moverlo- ¿Sakura?- llamé. Cuidadosamente estiré la mano tratando de agarrar algo en esta oscuridad- ¿Sa-Sakura?- me moví hacia adelante un poco sin atreverme a bajar de la cama en caso de chocar o caer sobre algo- Por favor, di algo… sé que estás ahí… ¿me ayudas a desatar esto, por favor?-

Esperé, la única respuesta que obtuve fue el silencio que me hacía eco.  En un momento repentino de pánico me precipité hacia adelante tropezando fuera de la cama, no era bueno estar atrapado en esta oscuridad; estaba perdido, asustado. Podía sentir las lágrimas en mis ojos mientras un sollozo ahogado escapaba de mis labios. Cual fuese el juego que Sakura estuviese jugando, hice una nota mental para estrangularlo cuando lo encontrara… digo, si lo encuentro. ¿Él debería aún estar aquí cierto? Él no podría haberme dejado e irse en serio. ¿Qué se suponía que hiciese?- ¡Sakura!- grité sintiéndome perdido; el pánico en mí crecía con cada segundo- ¡¡Sakura!!- llamé de nuevo torpemente marcando mi camino alrededor con mis manos y mis brazos guiándome. De pronto sentí que mi pié se atoró, y antes de que pudiese hacer algo, ya había perdido el equilibrio.

Me preparé para la caída, pero nunca llegó, en cambio sentí un fuerte agarre en mi brazo sosteniéndome con firmeza. Jadeé inmediatamente estirando mis manos hacia adelante, agarrando con fuerza el material de la camisa de esa persona.

-¿Sakura?-

-Te tengo- dijo estabilizándome, guidándome de nuevo hacia la cama.

-No te atrevas a salir de esta habitación- apreté mi agarre de él, mi voz tembló, estaba asustado. Dios, estaba muy asustado.

-No iré a ningún lado- su voz sonaba calmada, plácida, como una suave brisa después de la tormenta- Cálmate Haido…- se soltó de mi agarré. Jadeé volviendo a estirar mis manos- Shh… estoy aquí, quiero que me sientas-

-¿Q-qué?-

-Que me sientas, vamos-

Dudoso, estiré mis brazos lentamente, con cuidado. Puse mis manos en su rostro acariciando su mentón, dejando que mis dedos recorriesen la forma de su mandíbula y sus mejillas, sus altos y definidos huesos de las mejillas. Y entonces de pronto todo estaba claro, podía verlo perfectamente. Puse un dedo en sus labios, jugando con los bordes de su sonrisa. Casi instintivamente me incliné hacia adelante hasta que pude sentir mi respiración caliente y húmeda sobre sus labios. Solo un poco más cerca, fruncí mis labios sin llegar a besarlo. Dibujé una temblorosa respiración, mis manos aún acariciaban su rostro.

-Ah… - las lágrimas que contenía ahora caían libremente haciendo que me asfixiase detrás de la venda- Creo, que me enamoré de nuevo-

Sakura me jaló para apoyarme en su hombro, lloré y me sostuve mientras él meticulosamente desataba la venda. No me moví cuando la quitó, siquiera abrí los ojos; su imagen aún ardía en mi mente, fuerte y muy brillante. Él ahogó una risa y besó mi cabello acariciando mi espalda con cariño. 
Tal vez podría perdonarlo.

-No tienes por qué estar siempre por delante de todo Haido… a veces está bien solo, ¿ir con la corriente?-

Sollocé y volteé a mirarlo.

-¿Y ahora qué, eres filósofo?-

Él rió de nuevo, una hermosa risa. Tomó mi mentón para besarme.

-Puedes relajarte cuando estás conmigo. Es una de las razones por las que no soy tu amante-
Nos besamos de nuevo, un beso largo, suave. Cerré mis ojos y él cerró los suyos también. Pude sentir sus pestañas sobre las mías haciéndome cosquillas. Pero él estaba tan cerca de mí, la frescura de su aroma podía envolverme. Siento que he caído de nuevo y no puedo detenerme. Tal vez es verdad, a veces nuestra vista puede cegarnos, pero cuando ves con el corazón, todo se hace mucho más claro. 

Por: faded_poetry
Fuente: LiveJournal

Capítulo 15: MIRADAS


~ Sakura

En muchos momentos de mi vida, me enfrenté a los recuerdos que gatillaban una profunda angustia en mí.

Aquella imagen de los ojos heridos de él cuando buscaba alejarlo de mí… siempre volvía a mi cabeza. Fueron muchos años de esfuerzos y distracciones los que me llevaron a despejar un poco mi mente de aquella constante tortura del recuerdo de alejar a una persona a quien quieres a un nivel que te consume a ti mismo.

Hoy, después de todos esos momentos, de todos esos años, de toda aquella lucha, aquellos ojos heridos solo aparecían en mis sueños.

Llevaba mucho tiempo sin aquellas noches de insomnio que me torturaban de arrepentimiento.

Las situaciones que me llevaron a separar mi vida de la de Hyde, son difíciles de precisar, incluso fue difícil para mí mismo tener consciencia de aquello y claridad de que decisiones tomar.

Cuando se enfrenta a una gran desesperación como efecto de un descontento que te pudre hasta la médula, el cual no puedes solucionar sin arruinar la vida de personas a quienes aprecias, se busca adormecer un poco la vida y si eres débil, aquello te consume por completo.
Y aquello avanza, se explaya, alcanza niveles inimaginables, ya no se conforma con consumir tu vida, tus sentimientos, tus pensamientos y tu dignidad… consume la vida de quienes te rodean, sus sentimientos, sus pensamientos y a veces, si aquella persona te ama más que a sí mismo, también entrega su dignidad.  Cuando la situación se descontrola y te explota en la cara, todos, absolutamente todos salen heridos. Aquello lo aprendí, dolorosamente me enfrenté a las consecuencias y me vi obligado a aislarme sin poder ayudar a mis preciados amigos, mientras estos recogían los trozos de lo que fue nuestra amistad y nuestra banda.

Durante nuestros comienzos, la banda significó la consolidación de una familia de talentos, de una amistad profunda, de trabajo persistente,  grandes momentos felices, muchas conversaciones sobre la vida y sus mil significados; y por sobre todo, la culminación de una calidad musical que nos alimento y nos permitió sentir una conformidad temporal con nuestras metas. Pero aquello no duró demasiado, en el proceso, la banda creció aislándose de los objetivos que yo tenía propuestos en la música y mi descontento no hizo nada más que aumentar hasta hacerse completamente notorio. Cuando mi desmotivación no podía ser más grande, recurrí al aturdimiento mediante sustancias y tras perderme en ellas, tuve momentos de locura tan incontrolados que sé que asuste en incontable ocasiones a quien más amaba.

Mis creencias en aquellos tiempos eran drásticas y todo aquello que necesitaba estaba enfocado en ellas, en establecer mis gustos y preferencias como motor de mi vida y, entre todo el tumulto de sucesos me enamoré de quien menos lo esperaba. Me reproché en reiteradas ocasiones aquello, pero nunca fui capaz de negarme el hecho de que lo quería tanto, lo atesoraba como nunca atesoré a nadie y en mis intentos de serle fiel a mis inmaduras creencias de aquellos tiempos, lo herí una y otra, y otra vez.

Cuando pude ver aquello, cuando todo explotó, cuando me aleje y lo reflexione, lo vi claramente… su vida debía continuar sin mí, y pese a todos mis dolores y mis anhelos de él, lo alejé, dañándolo nuevamente en el camino.  Recordaba sus ojos en reiterados momentos, sus ojos entreabiertos al besar, sus ojos al dormir, sus miradas significativas al decir que me quería, sus ojos al llorar, sus ojos cuando se enfadaba, sus miradas al hacer berrinches infantiles, sus ojos al reír… de todos aquellos recuerdos, el más presente eran sus ojos dolidos cuando me suplicaba que lo volviera a querer, cuando yo le mentía de la peor manera posible, intentando convencerlo de que no habían sentimientos en mí para él, cuando en aquellos tiempos, mis noches sólo las protagonizaban mis anhelos de sus abrazos al dormir. Fueron años de trabajo persistente, para superar mis propias acciones, años en los cuales mi vida se ordenó y cuando todo estaba bajo control y aquello solo era un recuerdo que aparecía en un sueño cada muchas noches, el volvió a mí.



Despedí a Michelle levantando mi mano desde la distancia de la cama sin siquiera mirarla, sus viajes de negocios me irritaban,  odiaba estar 24 horas sin ella, y ella lo sabía. No dijo nada para no incentivar una posible discusión a pocos minutos de que su taxi llegara a buscarla. Solo se fue, sin decir adiós.

Continué en la cama hasta altas horas de la tarde, hasta que me decidí por realizar las labores del hogar en su ausencia.  Limpié la cocina y me dispuse a ordenar las habitaciones, pero cuando iba de camino, al cruzar el pasillo, el teléfono sonó.

-          ¿Sí? -  pregunté con un tono aburrido al levantar la bocina del teléfono, esperé la respuesta de quien llamara, pero sólo se escucho un incomodo  silencio.- ¿Si?  ¿Hay alguien ahí? – Me senté en el sofá de junto extrañado por el hecho de que fuera una broma telefónica, pero entonces algo se escucho, parecía un sollozo.

-          Yaa-chan… - Al reconocer su voz en el primer instante, sentí como si hubiera recibido una violenta patada en el estomago.

Su voz… aquella voz era de él… habían pasado años desde la última vez que le había escuchado hablar, muchos más desde la última vez que me había llamado por aquel nombre.
Hide… algo en mi pecho se sintió pesar.

Las reacciones físicas por el asombro no me dejaron hablar, por lo que mi respuesta fue de un silencio que duro al menos 15 segundos, antes de que me dispusiera a decir algo.

-          Hide… - balbuceé.-  ¿Ocurre algo? ¿Estás bien? – Mi mente comenzó a funcionar a toda prisa pensando en las posibilidades del por qué él me llamaba después de tantos años, lo contrario a mi corazón que pareció haberse detenido  desde que escuchó el tono de su voz.

-          Yaa-chan yo… estoy bien… - ¿Qué? ¿Cómo podía decir eso en semejante tono de angustia? – Yo…

-          ¿Hideto donde estas? – Le pregunté, queriendo reaccionar rápido, si me llamaba, necesitaba algo, si aquello era tan importante como para hacerlo hablar en semejante tono de angustia, debía reaccionar rápido para calmar aquel dolor palpable desde la línea telefónica.

-          En  las escaleras al templo Kurosawa… pero…

-          Bien, iré hacia allá, espérame.  – Esperé un par de segundos antes de colgar la llamada, él no dijo nada por lo que considere que lo más probable era que él quisiera que yo fuera a él, o tal vez… lo necesitaba.

Por un par de años y tal vez más que eso, Hide insistió en comunicarse conmigo, pero yo siempre me rehusaba.  Había decidido expulsarlo de mi vida, y tenerlo a pedazos de vez en cuando seria como arrancar poco a poco cada vez más de mí. Había sufrido infinidades por dejarle ir, para que hiciera su carrera sin mí causándole problemas, me había perdido a mi mismo en su ausencia y luego de dejarme perder en el alcohol por muchos años, Michelle me recogió como a un perro callejero al que cuidó y ahora la amaba con devoción. Pero como asumo que sucede con todo perro, el amor por el primer amo siempre condiciona la entrega por alguien más.

En mi combate por la superación de Hide, me negué a verlo por televisión, me retiraba de cualquier lugar en donde se oyera su música y evitaba a toda costa hablar sobre él. El  era mi punto débil.

Aun hoy, mis sentimientos por Hide estaban mezclados con mis viejos pesares oscuros, mis miedos de aquella época en que no me permitía surgir del dolor y mi rabia e impotencia por todo lo ocurrido al salir de la que fue mi banda. Todo aquello parecía estar guardado en el mismo cajón bajo la misma llave, pero parecía que los recuerdos de Hide se escabullían por entre los espacios y volvían nuevamente a mí, sacudiendo mi remordimiento con cada matiz de su personalidad.

En los primeros años sin él, me había prometido a mi mismo evitar todo encuentro, evitar la recaída, incluso evitaba a toda costa pensar en él… sólo al transcurrir los años y a medida que mi relación con Michelle se consolidó, me permití preguntarme a mí mismo sobre que quedaba de mis sentimientos por él. Pero la respuesta siempre fue de difícil acceso y debido a la enormidad con que mis anhelos se mostraban cuando le recordaba, decidí ignorar todo con tal de distraerme hasta que los sentimientos disminuyeran a tal grado que se hicieran invisibles.

Pero no estaba seguro de que aquello hubiera funcionado.

Sus ojos aún en mis sueños, producían algo en mí, aunque no quisiera admitir que era más que remordimiento, estaba consciente de que gran parte de mi sentido protector aun se hacía presente con su presencia, su nombre y en este caso… su voz.

¿De qué manera iba a actuar cuando lo tuviera en frente? ¿Qué iba a decir? Comencé a sentirme nervioso a medida en que mi auto comenzaba a marchar en su búsqueda.

Durante el camino mantuve mi mente en pensamientos más sanos, evitando la crisis propia, me enfoqué en las razones que podrían haber hecho que Hide me llamara de aquella manera… definitivamente con los años no había hecho amigos a quienes recurrir.

Al llegar al parque posterior al templo, detuve mi auto y me aproximé por las escaleras, el templo constaba con 3 escaleras de acceso y tendría que buscar a Hide por todas ellas.

Mientras caminaba en su búsqueda un sentimiento de necesidad comenzó a surgir de mi, mi instinto me decía que debía encontrarlo rápido, que él no estaba bien, sentí todo mi cuerpo reaccionar ante un llamado de Hide, casi de manera esquizofrénica podría decir que escuchaba sus llamados en mi mente. Comencé a correr en su búsqueda, hasta que en la última de las escaleras encontré dos muchachas gritando frente a un bulto pequeño.
 “Hide”.

Lo reconocí de inmediato.

Corrí hacia él e ignorando a ambas chicas, tomé su cabeza entre mis manos.

-          ¿Hide? ¿Hide? ¿Estás bien? ¿Hide? ¡Despierta! – Hide parecía desmayado. - ¿Qué fue lo que le ocurrió? – pregunté a las chicas.

-          No lo sabemos, él se arrastro aquí desde el teléfono público y luego simplemente se acomodo y parecía dormir… – La chica estaba nerviosa, preocupada y tenía una mirada curiosa, probablemente nos habría reconocido a ambos.

Tomé el pequeño cuerpo de Hide en brazos y sin decirles ni una sola palabra a las chicas, me lo llevé a mi auto.

Lo acomodé en el asiento y buscando escapar rápidamente de allí conduje hasta mi casa.  ¿Qué demonios sucedió? Hice todo lo posible por mantener mi mente en blanco durante el camino a casa, al llegar lo cargué y lo arrastré directamente hacia mi cama, recostándolo con cuidado, evitando los roces innecesarios.

Fue tan sólo allí que me permití pensar un poco en todo. 

Observé su rostro unos instantes… sus pómulos finos, sus labios perfectos,  aquel rostro por el que cualquier mujer vendería el alma, aquel cuerpo pequeño que pedía protección… contemplé sus manos que parecían estar algo rojas, las toqué y note lo frío que estaba… luego de unos momentos de indecisión me acerqué a quitarle la ropa para abrirgarlo con una pijama más cálida.

Cuidadosamente quité sus zapatos, sus calcetines, sus pantalones, su chaqueta y finalmente su playera, mis manos nerviosas temblaban y continuamente evitaba a toda costa tocar de más… sentía mi cuerpo reaccionar de manera extraña al tacto con su piel.

Busqué una pijama abrigada y lo vestí. Reí por lo grande que parecía quedarle,  pero al menos así estaría más cálido. 

Me acosté junto a él unos minutos casi por inercia. Y lo contemplé.

A pesar de estar dormido, sus gestos no parecían estar relajados, su expresión era de preocupación, dolor, angustia.  Por un leve momento su labio tembló, luego se hizo hacia un lado para acomodarse y continuar durmiendo.

Aquello me despreocupó un poco, debía dejarlo descansar.

Me coloqué de píe dejándolo allí dormido y aunque me costó alejarme de él, debía hacerlo si no quería actuar de alguna manera impulsiva mientras lo observaba dormir, como en aquellos años…                     

Mi reacción era extraña, podía sentir mi nerviosismo en mis manos que temblaban a ratos por la cercanía después de tantos años.

“Oh vamos Yasunori Sakurazawa, no debes permitirte caer otra vez” me dije a mi mismo, definitivamente no debía permitírmelo. Debía controlarme. 

Me serví una taza de té para relajarme un poco al sentir el calor cayendo por mi garganta, necesitaba pensar…

Tenía a Hyde en mi  departamento, en mi casa, en mi cama.

Algo había sucedido, pero a pesar de estar afectado, físicamente  parecía estar bien. Pero de todas formas estaba preocupado… ¿Qué ocurrió? ¿Quién lo dañó así?

Me pregunté a mi mismo qué haría por él… ayudarlo es algo que ni siquiera era dudable… no podía negarle ayuda, menos aun si lo había visto así… pero ¿Qué estaría dispuesto a hacer para ayudarlo?

Sin darme cuenta mis dudas cambiaron, y comencé a preguntarme otro tipo de cosas… preguntas que llevaba años evitando.

¿Qué sucedería si volviera a enamorarme de Hyde? Aquello era tan fácil como respirar, debía colocar todas mis fuerzas en no caer ante el impulso que me habían provocado sus labios cuando lo observé dormir.

Me torturaba pensar en la posibilidad de dañar de alguna forma a Michelle por tener a Hyde en nuestra cama, pero ¿Qué podía hacer?  Tenía tantas ganas de protegerlo de la forma que fuera posible, como tenía ganas de evitarle un mal rato a Michelle.  

Tal vez si estaría dispuesto a hacer más de lo lógico por Hyde.

 Definitivamente me enfrentaba al momento exacto en que mi pasado tocaba mi presente.

Escuché un sollozo a la distancia.

Me puse de pie y caminé a la habitación para corroborar si Hide había despertado.

Cuando entré, su pequeño cuerpo estaba en posición fetal, con ambas manos presionando su pecho como si algo le doliera… ¿estaba enfermo? La imagen me parecía brutal, era realmente como verle la cara a la angustia.

-          Hide… - susurré mientras me sentaba en la cama, fue tan sólo allí que noté que él estaba dormido y lloraba en sueños.  – Hide… - intenté despertarlo… él se removió.  Se medio sentó en la cama y las lagrimas comenzaron a brotar… verlo así dolía. “Mi pequeño… ¿Qué te han hecho?” me pregunté a mismo… - Hide me estas asustando… ¿Qué fue lo que ocurrió?

Hide se quedó quieto observando con la mirada en la nada y sus lágrimas comenzaron a caer.
Los sollozos sacudieron sus delgados hombros mientras yo le rodeaba con un brazo dudoso la espalda y así reconfortarlo un poco con un medio abrazo.

 Evité pensar en lo que me producía tocarlo de aquella forma, no quería ser egoísta y encerrarme en mis pensamientos cuando mi atención estaba enfocada en su angustia.

 Sin siquiera pensar y yo sabía que aquello era cierto, volteó su cuerpo  para abrazarme en un fuerte y necesitado abrazo.  Entonces se sacudió más fuerte con sollozos, y yo rodeé su cintura y lo abracé fuerte contra mí.

“Aquí estoy” pensé.

“Aquí estoy”… dijo mi mente queriendo con todas mis intenciones reconfortarlo como me fuera posible.











~ Hyde

No importaba cuanto me abrigaran las cobijas de la cama el frío venia desde mi interior, sentía congelado el corazón.

“Imposible, no me lo creo, no me permito creer si quiera que esto esté pasando.” Me repetía incansablemente, no lo comprendía, no lógraba procesar, asumir o digerir si quiera. ¿Qué había pasado?

En mi ausencia Kaz tuvo que haberse dado cuenta de que ya no me amaba. No podía haber ocurrido otra cosa, ya no me amaba, ya no lo suficiente para poder mantener sus promesas por lo menos. No esperó por mí. No me seguirá amando. El ya no estará conmigo.

No era posible que nuevamente me viera enfrentado a su ausencia, pero esta vez era diferente porque podía oler el final de mi historia con Kaz acercarse cada vez más. Y sentir aquello me dolía hasta el aturdimiento.

¿Qué hice esta vez? ¿Qué hay de malo en mí? ¿Por qué no soy suficiente para él?

Me deje romper por la ola de dolor que arremetía una y otra vez, sentí mis lagrimas resbalar sin parar por mis mejillas.

-          Hide…- me llamó Sakura, que estaba a los pies de la cama en la que él me había recostado.- Hide me estas asustando… ¿Qué fue lo que ocurrió?

Yo no respondí. ¿Qué le diría?

Aun continuaba llorando, no podía controlarme y cuando menos lo esperaba, Sakura se acerco y con un brazo rodeo mi espalda, y sin pensarlo, me arrojé hacía el, abrazándolo, necesitaba ese maldito abrazo.

Lo abracé fuerte y como parte de un momento de desahogo por la muestra de afecto comencé a llorar más y más fuerte, entonces Sakura rodeó mi cintura con sus brazos y me sentó en sus piernas, colocándome de la manera sobre protectora que mi memoria recordaba tan bien.

Llevaba años sin ver el rostro de Sakura y siempre añoré decirle en su cara que no se preocupara por mí, que yo estaba bien, que había superado el dolor de su falta y todo lo que vino después, sin embargo ahí estaba viendo su rostro por primera vez en años y yo estaba destruido, quebrado y completamente perdido en mi propio dolor. Y ni siquiera podía explicarle el porqué, yo tampoco comprendía que había hecho mal para que Kaz me dejara de amar.

-          Me suplicaste que fuera por ti, te encontré desmayado, no has parado de llorar desde que te despertaste… dime algo Hide… déjame ayudarte, me llamaste y aquí estoy.- Dijo en voz baja y cálida, podía notar que estaba pensando bien en que decir. El rompió su abrazo lentamente y acomodó su rostro muy cerca del mío, mirándome con precaución, temía acercarse demasiado, temía como yo tomara su cercanía. Pero en unos segundos su mirada pareció decidirse y dejo la duda, entonces acaricio mis mejillas, limpiando mis lágrimas y luego acarició mi cabello. Un gesto muy propio de él en el pasado. – Estás a salvo… no te preocupes. – susurró tratando de brindarme consuelo.                                                                                                                                             
¿A salvo?

En ningún lugar del mundo estaré a salvo de mi necesidad por Kaz. Ni siquiera en aquella cama en que por tantos años anhelé estar.

No quería que Sakura tocara mi cabello, quería que fuera la mano de Kaz la que acariciara y consolara mi angustia. Pero había acudido a Sakura, porque era la única persona en el mundo que me había visto así de afectado, pero esta vez no era por él.

-          Ven, abrázame, si necesitas llorar puedes hacerlo. – susurró recostado cerca de mí. No lo pensé demasiado, quería permitirme llorar y recibir consuelo, en vez de ahogarme en llanto y angustia en mi soledad.

Abracé a Sakura y comencé a inundar mi mente con todo aquello que dolía, para dejarlo ir.
Kaz me había dejado. Kaz ya no me amaba lo suficiente para soportar estar conmigo. Kaz no estaría más… nunca más… para mí. Kaz…

No estoy seguro de cuantas horas estuve allí llorando, lo único que sé es que una crisis de pánico como la que tuve mientras esperaba a Sakura, me llevó de un fuerte desmayo a un sueño liberador.

No quería despertar jamás.





~ Kaz

No lograba concentrarme en la música, odiaba la voz de la chica que cantaba desde el otro lado de la cabina, odiaba la voz de todos quienes me rodeaban, odiaba lo que me rodeaba, me odiaba a mí, a mi personalidad, a mi mente, a mi cuerpo, mi piel, estaba furioso conmigo mismo aunque intentaba aparentar lo contrario.

Había estado enojado conmigo desde que Hyde se había marchado y aquello solo había crecido y solidificado hasta convertirse en un cuchillo clavándose cada vez más en mis entrañas.

Pero el nivel de furia ahora era peor.

Me había convencido, como un método de escape a la angustia de su falta, que lo mejor era dejarle ir… dejar que Hyde se marchará de mi vida,  con alguien mejor, con alguien que pudiera amarlo de una forma sana, que le permitiera volar sin cuestionar la dirección de sus alas. Yo no estaba capacitado para ser aquella persona, me había convertido en un idiota que tras sentirse inferior a quienes le rodeaban a Hyde, había acudido a otros brazos, a otro cuerpo, a otro aliento al cual besar, intentando consolar así, el vacío de Hyde. Además… lo había apartado.

Me había atrevido a ser el imbécil más grande, y alejarlo de una vez por todas.

Lo había acordado conmigo mismo, había ensayado cada palabra, había medido sus posibles reacciones y cuestionado sus posibles respuestas. Había pensado en todo, pero había ignorado mis sentimientos en el trascurso del suceso.

Había olvidado que su presencia me convertía vulnerable, y haberle escondido mis ojos cuando me pedía amor a gritos... había dolido, nunca olvidaría jamás cuánto había dolido.         

Ahora estaba seguro de que Hyde merecía alguien mucho mejor que yo, alguien que se atreviera a decirle de frente sus razones para huir, no un cobarde que se esconde tras malas palabras y malos tratos para justificar su falta de valentía para admitir sentimientos reales.

Estaba cada vez más claro que debía dejarle ir…

Pero ¿Qué sería de mí sin él?  ¿Cómo continuar….?

¿Cuánto podría fingir con Mika?

Mi cuerpo anheló como nunca un abrazo, de un pequeño cuerpo que cada vez se alejaba más de mí.