domingo, 14 de abril de 2019

MATICES - Capítulo 21: Pasos


Hyde



Llegué a casa agotado y con gran dolor de estómago, por ello me arrojé a la cama con Samurai siguiendo mis pasos. Ni siquiera me quité la ropa, solo me metí debajo de las sábanas mientras me sujetaba el estómago apretando los ojos. Y me hubiera dormido en un par de minutos, si no hubiera sido porque después de varios días, por fin tenía un momento a solas.

Momento que necesitaba, sobre todo porque sí que tenía algo que pensar.

“Me gustas tú”, se repitió en mi cabeza, recordando el sonido de su voz en medio de la oscuridad. Me tapé la cara y me reí.

¿Por qué le gustaba? ¿Lo había dicho de verdad? Recordé el roce de su mano recorrer mi pecho y bajar hasta mi abdomen, entonces volví a reír dando un pequeño salto histérico. Podía ser ridículo, pero estaba solo, la verdad era que me sentía estúpidamente feliz y podía demostrarlo en la soledad de mi habitación.

“Él también me gusta”, pensé, sorprendiéndome de la claridad de mis sentimientos hacía él. Quería tocarlo, quería abrazarlo, quería tomar su mano. Me gustaba mucho. Pero de pronto la emoción que sentía se opacó por inseguridad. ¿Y si se arrepintió? ¿Por eso no había querido volver a casa?

Me quedé allí tendido sintiendo tanta emoción como angustia… sobre todo al recordar lo que él pensaba sobre las relaciones entre hombres…

“No Hideto… no te adelantes, tal vez sí se quedó porque necesitaba grabar…”, tragué saliva nervioso. Golpeé mi cabeza con mis puños en pequeños golpecitos: “saca esos pensamientos, sácalos”, me supliqué en un intento de volver a estar feliz, pero no lo logré.


Desperté por una pata peluda golpeando mi frente, una, dos, tres veces. Abrí los ojos con pereza y vi sobre mi pecho a Samurai indignado. Volvió a pegarme con la pata, pero esta vez en la nariz. Lo miré confundido. ¿Por qué me despertaba? Nunca lo hacía… Tal vez tenía hambre… entonces recordé que la noche anterior al llegar enfermo no le había servido más comida.

-       Oh…– salió por mi boca al recordarlo, lo miré con cierta desesperación queriendo pedirle disculpas.

“Mierda, debe tener mucha hambre”, me apresuré en bajar la escalera aún con la ropa del día anterior puesta a servirle una lata de comida húmeda, la cual él atacó.

“Ay perdóname Samurai, no sé dónde tengo la cabeza”, suspiré mientras lo miraba, me di cuenta de que me sentía bien del estómago a comparación al dolor de la noche anterior. Pensé en volver a la cama ya que era muy temprano, pero preferí hacer la limpieza que no hacía desde que había llegado Sakura.

En cuanto terminé de realizar los deberes, ordené mi habitación y con confianza entre en la de él buscando la ropa sucia para lavarla. Me costó encontrarla, ya que la mantenía en una bolsa debajo de la cama. Me pregunté si era para esconderla de mí. Intenté no mirar su ropa interior pero no pude evitar hacerlo…

“Así que es esta talla…”, pensé antes de poner detergente y suavizante en la lavadora para luego encenderla. Tomé un baño y luego cociné para que Sakura comiera en cuanto llegara a casa.

El teléfono sonó de repente. Raro… nadie llamaba más que Tetsuya, tal vez habría tenido algún inconveniente.

Levanté el teléfono colocándolo en mi oreja sin decir nada.

-       Hola Hyde… - su voz sonaba como a un gemido, él obviamente sabía que yo no respondería – Tengo un problema, aún me siento muy mal, por lo que le pedí a Ken-chan que te acompañara hoy, como yo estoy enfermo… peor que ayer. Ken y Sakura estaban muy cansados, aún les faltaba un poco por terminar… - dijo con pesar - Pero hoy no habrá estudio… culpé al pastel de Oishi así que él se disculpó y lo entendió… Hoy, intenta descansar también ¿sí? Ken-chan te verá a las 9 en el parque que esta frente a tu trabajo, le expliqué todo así que va enterado y dispuesto a actuar. Espero que todo salga bien… - suspiró de forma extraña, creí que tendría dolor – Colgaré. Buen día. – observé en silencio el teléfono. ¿Sería muy extraño para él hablar con alguien que no responde? Se debe sentir como hablar solo tal vez… De pronto me puse triste, no quería que Sakura sintiera eso… pero yo no podía pensar siquiera en hablar. La idea me ponía nervioso.

Me preparé a salir. Dejé el plato de Samurai lleno de comida nuevamente e intenté darle mimos, era primera vez que se quedaba tanto tiempo solo, necesitaba recompensarlo. Cuando me iba de casa, tomé la carpeta que necesitaba, pero antes de irme noté lo peculiar de la situación, el silencio se sentía extraño…

Salí de casa queriendo ver a Sakura.

“¿Y si voy al estudio a verlo antes de ir con Ken-chan?”, me pregunté, “Aunque tal vez él ya hubiera vuelto a casa y nos cruzaríamos en los buses…”, suspiré. Lo mejor sería esperar para verlo. El recuerdo de su voz diciendo; “me gustas tú” volvió a mi mente sacándome una sonrisa antes de cerrar la puerta al salir.




Vi a Ken-chan a la distancia, estaba sentado en medio del jardín del parque. Tenía una grabadora en la mano y parecía hablar con alguien, pero estaba solo… Me acerqué en silencio, curioso de qué hacía.

-       Ken-san, me permite llamarlo así, ¿no?... Por supuesto… Bueno Ken-san, debo preguntar por esto, ¿Cómo va el álbum de L’arc en Ciel? – se rio con falsa modestia – No puedo adelantar nada sobre eso… ¿Pero alguna pista si quiera?... Es que mi equipo no me lo permite, pero puedo decir que estará como todo lo que hago yo; intenso. – volvió a reír, yo me quede parado detrás de él sin entender que estaba haciendo – ¿Usted ha compuesto la música de varias de las canciones nuevas, no es así?... Como siempre – se respondió – ¿Qué lo inspira Ken-san?... La vida me inspira; la mía, la de mis cercanos, las vidas de mis fans… ¿Y cuando se lanzará el nuevo álbum?... eso aún está en conversaciones, pero creemos que dentro de dos meses ya estará terremoteando el mercado local… - cuando entendí que estaba entrevistándose así mismo tan concentradamente se me escapó una risotada fuerte - Y cree que… Ah, mierda, ¿qué haces ahí escondido? – pegó un salto poniéndose de pie y mirándome indignado. Levanté los hombros, ¿qué le iba a decir? – Ay enano, olvido que eres tan silencioso… ¿Escuchaste algo de lo que dije? – negué con la cabeza riendo – Duende mentiroso. Arg, mejor entremos.

Continúe riéndome mientras caminamos y él me empujo sin fuerza, como un regaño, mientras me miraba avergonzado.

-       Tenía que hacer algo para no quedarme dormido mientras te esperaba – se excusó - ¿Sabes? Avanzamos mucho en las grabaciones anoche con Sakura, ¡ese sujeto es increíble! Además de que hablamos sobre todo, sobre sus amistades en Tokio, sobre su familia, mujeres – dijo antes de golpearme en el hombro de forma insinuante. ¿Hablaron sobre mujeres? Imaginé cuantas debieron pasar por la vida de Sakura y sentí como si algo me picara en el pecho. – Creo que nos hemos hecho amigos, muy buenos amigos. Ya quiero volver a verlo – rió fuerte – Que homosexual soné.

Llegamos a la oficina donde trabajaba, al parecer mi jefe aún no había llegado. Tomé un papel y comencé a hacer el diseño y las pancartas para el live que habíamos planeado para promocionar previamente el disco. Lo hice lo más rápido que pude mientras Ken-chan me observaba desde la puerta, vigilando por si llegaba alguien.

-       ¡Hyde viene alguien! ¡Apresúrate! - ¿Qué? Aún me faltaba pintarlo… - Ah no, no, no era nadie, me confundí. – lo miré con odio. Él se rio. – Solo era una pequeña venganza por espiarme en el parque.

Ken-chan era un niño vengativo.

Si mis cálculos no fallaban, mi jefe siempre llegaba veinte minutos tarde después de que el contador del lugar abría la oficina e iba a comprar un café, usualmente se encontraban y se quedaban fumando afuera, así que tenía entre treinta o cuarenta minutos.  Había avanzado bastante lo que sería él ultimo afiche impreso por nosotros, por lo que le había dedicado trabajo al diseño. Cuando terminé comencé a imprimir. Ya estaba todo listo, solo quedaba rezar para que no llegara nadie mientras.

-       ¿Sabes Hyde? Tengo la sensación de que a Sakura le gustas – dijo de pronto, me volteé a mirarlo con los ojos muy abiertos. – No te lo aseguro, pero, estaba tan preocupado por ti… hasta me pidió tu número para llamarte y saber cómo seguías del estómago. Lo vi meditarlo luego en el teléfono y finalmente no te llamó. No sé… siento que está dedicándote demasiada atención, así que sé bueno con él- lo miré y asentí, Ken a veces era muy perceptivo – Él es una buena persona, aunque tiene un carácter muy fuerte, parece tener todos los principios muy claros… es muy seguro de si mismo, me cuesta creer que no sea mayor que nosotros. Tal vez en Tokio todos maduren antes… - lo miré pensativo, tenía razón, Sakura tenía un aire muy distinto a nosotros.

-       Mierda, Hyde ahora si viene alguien – ¿Qué? Oh no, aún faltaban una docena de impresiones. – Viene para acá. ¿Qué hacemos? – de pronto se me ocurrió una idea, tomé la carta que llevaba en la carpeta y salí de la oficina cerrando la puerta detrás de mí. Vi a mi jefe de frente a mí.

-       Hola Hideto, ¿Trajiste un amigo? – saludó a Ken-chan estirando la mano hacía él.

-       Hola, mi nombre es Ken, somos amigos… he venido a acompañar a Hyde, digo a Hideto. – tomé la carta y la estiré hacia mi jefe. El leyó lo que decía el sobre.

-       ¿Carta de renuncia? Pero… ¿por qué? – le sonreí intentando disculparme con la mirada. Llevaba ya casi un año trabajando allí, mi jefe había sido muy paciente conmigo, sentía que le debía mis más profundos agradecimientos, pero no podía continuar allí si quería dedicarme a la música.

-       Yo hablaré por él – dijo Ken con algo de nervios – Lo que sucede es que… es que… - lo miré confundido, ¿por qué le costaba decir la verdad? – La madre de Hyde, digo de Hideto, tiene una enfermedad terminal - ¿Qué? Abrí la boca al mirarlo. ¿Qué mierda estaba diciendo? – Y la familia de Hideto se mudará a Tokio para seguir un tratamiento junto a ella.

-       ¿Enferma? – repitió sorprendido mi jefe, pero yo estaba igual – Oh… lo lamento mucho Hideto – intenté colocar una cara triste, pero creo que no me resultó del todo – Entiendo… Entonces no me queda de otra que aceptar tu renuncia… ¿Cuándo te irás?

-       Hoy – dijo Ken.

-       ¿Qué? Pero… ¿Terminaste los diseños de los guantes de la empresa China? – asentí - ¿Y el encargo de la señora Rita? – asentí – Oh, ¿no quedan pendientes? – negué con la cabeza – En ese caso… vaya, yo me había acostumbrado a trabajar contigo. Te deseo suerte, mucha suerte, por favor pasa a despedirte antes de irte. – Le sonreí con aprecio y él me devolvió la sonrisa. Luego solo se fue a su oficina, miré a Ken ofendido en cuanto mi jefe desapareció.

-       ¿Qué? – moví las manos queriendo preguntar lo mismo “¿Qué?” – Si le hubiera dicho que renunciarías para intentar ser un músico famoso, ¿crees que te hubiera dejado ir solo así? – lo miré desconfiando, tenía un buen punto, pero no era necesario ser tan dramático – Además, tu madre de verdad esta enferma, no fue tan mentira tampoco. Ya, ve a ver las impresiones, yo me quedo aquí mientras. Pero apresúrate que estoy cansado.

Suspiré.

Ese Ken-chan… las cosas jamás eran simples con él.

Tomé las impresiones listas y en una caja coloqué todas mis pertenencias, que eran pocas, luego salimos y fui hasta donde mi jefe para despedirme. Le había llevado una colección de tés originales chinos como regalo de despedida. Sabia que él amaba el té. Finalmente, me fui saliendo con cierta sensación de gratuidad y satisfacción.

-       Bien, todo salió bien, pero como renunciaste no tienes derecho al último pago… Aunque considerando la cantidad de veces que hemos usado su impresora para los afiches con tinta de color, deberías darte por pagado – me reí, era verdad.

Ken se despidió de mí con una cara de cansancio que daba lástima, yo me apresuré en tomar un bus, tenía otro lugar donde ir antes de casa.

Sabía donde estaría ella a esa hora, conocía su rutina como la palma de mi mano. La conocía a ella mejor que a mí mismo. Me bajé cerca del lago en donde solía ir a alimentar a las aves, caminé un poco y mientras bajaba por le sendero la vi sentada con una sonrisa, en tal vez la única hora del día en que se sentía en paz. Se volteó y me sonrió.

-       Te estaba esperando, te tardaste. – me senté junto a ella y la abracé. Olor a mamá. - ¿Ya no estas enfadado conmigo? – le hice un gesto con los dedos para darle a entender que sí, pero solo un poquito. – Yo solo estoy preocupada, como tú no me dices nada, no tengo más que acudir a otros para enterarme. Y no me gustó nada de lo que me enteré. ¿Hablaste con el chico? – me senté en sus piernas observándola desde allí, ella acarició mi cabello. No respondí, ni siquiera con la mirada, no quería hacerlo, no porque no lo hubiera hecho si no que simplemente no quería escucharla juzgándolo. Sakura no lo merecía. – Me dijeron los chicos que… - levanté una ceja, mirándola dudosa. – El señor Oishi me dijo cómo era y Tetsuya me lo confirmó – se explicó. Yo tragué saliva, ¿mamá hablando con Oishi? – Tu manager se preocupa mucho por ti, dijo que tu eres muy influenciable y por lo que te conozco lo sé, él cree que ese chico puede llevarte por malos pasos ahora que tendrás que enfrentarte a muchas cosas… - me volteé para no mirarla, me enfadaba. ¿Con tanta facilidad le creyó a ese sujeto? – Hideto mírame. – no lo hice – Hide, ese chico no te dirá si realmente las usa, pero quiero que al menos tú me prometas que no las usarás. Si me dices eso, yo confiaré en ti.

Volteé a mirarla y levanté una mano para acariciarle el rostro, era mi forma de pedirle que se quedara tranquila.

Me sonrió, y aunque no la vi mucho más tranquila, dejó el tema de lado y solo acarició mi cabello por varios minutos más. Siempre había sido sobreprotectora a su manera, a la distancia que requería mi silencio, pero siempre estaba ahí.





En cuanto llegué a casa saludé a Samurai y busqué a Sakura, pero no había rastros de él en el primer piso. Lo busqué escaleras arriba y tampoco estaba en su habitación. Fue entonces que entré a la mía y lo vi durmiendo en mi cama. Estaba acurrucado, tapado con uno de mis abrigos, pero solo le tapaba parte de los hombros.

Suspiré pensando; “este hombre no se cuida”. Busqué una colcha gruesa y lo tapé buscando protegerlo del frio.  Me recosté junto a él con cuidado de no despertarlo. Lo miré dormir tranquilamente.

Los minutos transcurrieron y me acurruqué junto a él tocando un poco su cuerpo para robarle calor, cuando me estaba por dormir, lo sentí removerse y lo vi abrir los ojos con dificultad.

-       Hola… - me saludó con voz ronca en cuanto me vio – Mmm… me quedé dormido… - se rascó los ojos y bostezó – Lo siento por usar tu cama, estaba acariciando a Samurai cuando debí dormirme.  – levanté los hombros en su dirección restándole importancia al asunto, la verdad era que nada me molestaba menos que él se sintiera en confianza en mi casa.

De pronto suspiró pesadamente volviendo a cerrar los ojos.

Estiré la mano para tomar la libreta de la mesita junto a la cama y así poder escribir:

“Te ves un poco… deprimido”

-       Mm… - no tenía ánimos de contestar. Por alguna razón en los momentos en que estábamos sumamente cerca me sentía en confianza y me di el lujo de estirar mi dedo para quitar un mechón de cabello de su frente. Él me observó a los ojos con una sonrisa en el rostro, una bastante gentil que me hizo temblar el estómago.

“¿No me quieres contar que ocurre?”

-       No sabría cómo… - su rostro denotaba angustia y aquello me preocupó. ¿Había pasado algo con Oishi? ¿Se había arrepentido de lo que me había dicho?

“Con palabras”

Suspiró estirando su dedo para tocar la punta de mi nariz.

-       ¿Por qué quieres saber? – su pregunta me pilló volando bajo. Noté que nunca le había escrito de forma tan directa mis sentimientos por él, o al menos no le había hecho saber con letras que me gustaba como lo había hecho él con palabras y su voz que aún sonaba en mi cabeza.

“Porque me importas y desde ayer que estas pensativo”, le mostré el cuaderno sin querer mirarlo. ¿Por qué reconocer sentimientos tenía que ser tan vergonzoso?

-       Eres muy perceptivo… - volvió a suspirar, realmente parecía que no quería contarme lo que le ocurría. Aunque parte de mi decía que no debía insistir, la parte insegura llenaba mi cabeza de dudas.

“¿Te arrepientes de lo que me dijiste la otra noche?”

Dejé la libreta en su estómago y me acomodé escondiendo el rostro entre mis brazos. Por un segundo noté que no quería saber la respuesta si aquella era una posibilidad, le temía.
Sakura se quedó en silencio, no vi cuando leyó la pregunta y no estuve seguro de si lo había hecho hasta que entonces habló.

-       No me arrepiento. Lo que te dije es la verdad.  – suspiró, entonces levanté el rostro para mirarlo y convencerme de que decía la verdad – Pero no puedo negar que me genera culpa…

Culpa…

Culpa…

“¿Es malo que sintamos esto?”, le pregunté, queriendo realmente saber la respuesta.

Sakura observó la libreta y luego mi rostro, habló mirándome a los ojos.

-       ¿Yo también te gusto? – preguntó en un susurro mientras se dibujó una leve sonrisa en su rostro. ¿De verdad tenía que preguntarlo? ¿No era obvio? Asentí, sosteniéndole la mirada mientras las mejillas me picaban. Él se mordió el labio cuando respondí. 

“Mierda me gusta tanto” gritó mi subconsciente, haciéndome difícil la concentración.

-       No es malo… es solo que… - lo esperé a que continuara hablando, pero no lo hizo. Comencé a sentirme triste y él de alguna manera pareció leerlo en mis ojos. – Lo siento, es que nunca me había sentido así con respecto a un hombre… tal vez te sea absurdo para ti, pero, tengo que considerar algunas cosas. Principalmente mi relación con Akane. Si me siento de esta manera, es porque todo me es confuso y no siento la libertad para quererte como me gustaría… por lo demás, es un hecho que también eres importante para mí.

Lo miré a los ojos unos segundos, parecía decir la verdad, parecía que realmente yo era importante para él. Mi estómago hizo un caos con ello. Parte de mí comenzó a comprenderlo un poco… él tenía una novia esperándolo en Tokio, una con la que tenía planes serios. También recordaba aquella conversación en la que de una u otra manera, me hizo notar que su pensamiento sobre las relaciones entre hombres era bastante triste.

-       Te ves lindo cuando analizas. – lo miré avergonzado. Me había quedado pegado unos segundos observando un punto fijo en frente de su mirada. De pronto solté una risa nerviosa y volví a esconder el rostro, pero esta vez en su pecho. Él también se rio y estiró el brazo para permitirme acomodarme allí. – Lo siento… no quiero ponerte triste con mis conflictos, son solo míos y los resolveré de alguna manera. No hablemos más de ello, no te preocupes por eso – de pronto su voz pareció más animada, quería decirle que no eran solo suyos que, si yo los causaba, lo cual me hacía enormemente feliz, yo quería ayudarle de alguna manera. Pero considerando su cambio de actitud no quise volver al tema.


“¿Te gustaría ir al cine conmigo?”,  le pregunté plantándole la libreta en la cara. Él se rio por mi notable intento de cambiar el tema.

-       ¿Quieres ver alguna película en especial?

“Si, la lista de Schindler”

-       ¿Esa no es la película sobre judíos? – asentí – Mmm… me gustan las películas históricas, pero no pensé que sería una buena elección para una salida contigo – rio un poco al final de la frase.

“No es como si no me hubieras visto llorar de todas formas” 

-       Yo también lloro en el cine a veces – ambos reímos – De hecho, creo que es donde más he llorado… también hay una película norteamericana que estrenaron hace poco y quiero ver, se llama Jurassic Park.

“Dinosaurios”

-       Si… de pequeño amaba los dinosaurios, de hecho, creo saberme el nombre de la mayoría. Tengo una colección de figuras de distintos tipos, y de pequeño mi mamá debió pintar mi habitación con pequeños dinosaurios para que yo fuera feliz – me reí yo, la idea de un Sakura pequeño feliz por unos simples dibujos me pareció adorable.

Apoyé mi rostro en mi mano quedando un poco más arriba de él, me gustaba observarlo. Mi estomago se apretaba de los nervios. ¿Por qué me tenía que gustar tanto? Su rostro un poco adormilado me parecía aún más bonito.  De pronto se quedó mirándome fijamente, ni uno de los dos apartó la mirada, pero leí en sus ojos que pareció tomar la decisión sobre algo, lo miré con curiosidad. Entonces por solo medio segundo miró mis labios y mis manos comenzaron a picar.

“No creo que…”, comencé a pensar cuando inesperadamente él se inclinó en un movimiento rápido y suavemente depositó un beso corto en mis labios. Un beso rápido, demasiado rápido para mi gusto. Lo miré a los ojos impresionado y avergonzado.

“¡Sakura me besó!”, grité en mi mente, y entonces agaché la cara enterrándola entre mi brazo y su hombro. Estábamos demasiado cerca, pero temía que viera lo roja que debía estar mi cara.

Se rio un poco, suave, con tranquilidad.

-       Lo siento, tenía tiempo queriendo hacerlo – confesó, yo continué sin levantar el rostro. – Eres más tímido que cualquier chica que haya conocido… tiene su encanto. - ¿Encanto? – También eres más bonito que cualquier chica que conozco… - levanté la mirada para verlo, estaba demasiado cerca de mi rostro, aún sentía las mejillas rojas. Observé sus labios, me gustaban, eran delgados con una forma bonita. ¿Podía yo también besarlo? No me atrevía. Él bostezó – Aún tengo mucho sueño…


Se recostó nuevamente con los ojos cerrados, sintiéndose notablemente tranquilo. Me acerqué en un impulso, ni se percató de que me moví, y lo pude saber porque cuando sentí el tacto de sus labios en los míos, se tensó. Mi beso fue un poco menos corto que el suyo, pero también sonó suave. Me sentí muy avergonzado cuando me alejé de él mirándolo a los ojos, entonces él se volvió a inclinar y me volvió a besar con una sonrisa. Otro beso corto que me llenaba de felicidad. Soltó una carcajada pero no entendí por qué, solo apreté mis manos que estaban sobre su pecho, lo miré confuso y nervioso desde mi posición sobre él. De pronto tomó mis mejillas con ambas manos volviendo a inclinar su rostro, acercando el mío al suyo de la misma forma… fue cuando realmente me besó.

Me quedé congelado en un comienzo, no supe como devolvérselo. Sus labios atraparon suavemente la comisura de mi labio inferior primero, luego besó suavemente mi boca un poco abierta e introdujo su lengua masajeando la mía en un movimiento lento. Abrí los ojos pero él tenía los suyos cerrados, por lo que los volví a cerrar disfrutando la sensación y al mismo tiempo preguntándome que debía hacer para responder, pero me concentré tanto en su lengua que mi respuesta tardía llegó cuando él se separó de mí lentamente y mis labios pegados a los suyos parecieron sufrir cuando los soltó del todo. Lo miré sonrojado, quería más. Me incliné sobre él sin permitir que se separara de mí. No sabía cómo besarlo de aquella manera pero quería hacerlo, así que intenté imitarlo. Dejé que mi lengua masajeara la suya lentamente, sentía una sensación de escalofríos recorrerme cuando la textura húmeda de su lengua rozaba la mía en cada movimiento, la verdad fue que dejé de pensar, me deje sentir como nunca lo había hecho. Actué por instinto. Lo besé por mucho tiempo buscando más de su boca, sus labios se sentían tan suaves, me tenían inmerso en un mundo que definitivamente no se sentía como mi casa, mi habitación o mi cama… pero entonces lo sentí retroceder sin permitirme sellar mi beso. Su boca escapó de la mía. Lo miré indignado. ¿Había hecho algo mal?

-       Dame un segundo… para respirar – soltó agitado.

-       Oh… - se me escapó… ¿casi lo había matado?

-       Tienes mejores pulmones que yo… - sus ojos parecían disculparse mientras intentaba respirar profundo teniendo mi cuerpo sobre el suyo. Me alejé de él sintiendo la cara arder por el calor. No aguanté y me rasqué las mejillas con fuerza.

-       Ey… - se sentó también y tomó mis manos – No te rasques así… te romperás la piel… - me regañó – Además tienes las uñas largas… deberías cortarlas aunque se ven lindas, te he visto rascarte la piel mientras duermes, sería mejor que las cortaras para evitar dañarte – a pesar de que entendía lo que decía, no lograba procesarlo bien, me sentía algo aturdido y no dejaba de pensar en las sensaciones de los besos… los nervios hacían que mi cara picara más. – Hide… ¿me estás escuchando? – lo miré, su boca era pequeña, levanté una mano para tocar con uno de mis dedos sus labios… continuaban húmedos. Él busco entrelazar los dedos de la mano que aún sostenía, la acomodé permitiéndole hacerlo. – … de verdad me gustas… - susurró mirándome a los ojos, me mordí el labio, quería decirle que a mí también… pero la mejor forma de explicárselo fue volviendo a besarlo, esta vez me medí, solo un pequeño roce de mi lengua y me separé de él, chupando su labio inferior antes de soltarlo del todo. Lo miré, él continuaba con los ojos cerrados, entonces besé su frente y lo abracé.

“Me gustas mucho Sakura”, pensé frustrado por no poder decírselo más que en una libreta.
Él devolvió mi abrazo de forma lenta, me presionó con fuerza contra su cuerpo. Nos quedamos así un par de minutos, luego retiró sus brazos lentamente y yo los míos. Acerqué mi rostro al de él nuevamente rozando mi nariz con la suya varias veces. Se rio.

-       Niño juguetón – me dijo con una sonrisa. De pronto un ruido llegó a mis oídos. – Oh, lo siento, parece que tengo hambre… - me reí abrazándolo fuerte, sintiendo que mi corazón estaba realmente conectado con el de él, algo que me ocurría por primera vez.



























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