✾ HYDE ✾
Su llanto desgarrador me
despertó de golpe, llevaba tantas noches sin conciliar el sueño que respondía
en forma automática a todo lo que giraba a mi alrededor. Todo parecía, de
cierta forma, irreal. Salí de la cama sin abrir del todo los ojos y solo en
ropa interior siguiendo el camino del llanto hasta llegar a su cuna.
-
¿Qué
pasa Akira? Hoy es nuestra primera noche solos, no te portes mal por favor… – le
pedí mientras levantaba su pequeño cuerpecito y lo arrullaba en mi pecho aunque
no dejaba de llorar, al contrarió, propinó otro llanto de aquellos que
ensordecen. – ¿Tienes hambre? Claro que debes tener hambre, después de todo
eres mi hijo y yo siempre tengo hambre. – le hablaba mientras caminaba hasta la
cocina. Sabía que no me podía entender, pero en algún momento lo haría, ¿no?
Recalenté la leche que había
dejado la niñera. Tenía un papel que decía: “calentarla a baño maría” lo que me
hizo pensar que la niñera era cristiana.
-
¿Querrá
que bendiga la leche con un ave maría?
Saque del microondas la leche
y me aseguré de que no estuviera demasiado caliente, luego le di el biberón.
Akira de inmediato comenzó a beberla mientras cerraba los ojos. Me senté en el
sofá lentamente en frente de la mesa de centro, donde en ella descansaba una
hoja simple, blanca, con un par de letras en un vocabulario soberbio. Su título
me escupía en la cara; “Acuerdo de divorcio”.
Suspiré.
-
Al
parecer seremos solo los dos. – le comenté mientras abría sus ojos y me
observaba con curiosidad. – Tú mamá no nos quiere, aunque a ti en algún momento
te querrá… o eso quiero creer. – de pronto Akira dio un salto, algo ahogado, lo
enderece y di golpes en su espalda. – No sé mucho de bebés, pero prometo
esforzarme – le dije.
Lo arrullé y como no parecía
querer más leche, comencé a intentar hacerlo dormir… sin embargo fallé, me
dormí antes yo.
El teléfono sonó.
Abrí a regañadientes los ojos
encontrándome con la carita de Akira pegada a mí ambos acostados en el
espacioso sofá, él estaba dormido, por lo que me removí de la forma más
cuidadosa que pude para no despertarlo con el movimiento antes de que lo
hiciera el sonido del teléfono.
-
¿Diga?
– susurré.
-
Hola…
- la voz de Sakura me paralizó.
-
Hola-
mi estómago se apretó de golpe sintiendo una presión en la espalda, tal vez a
causa de la culpa.
-
Tenemos
que hablar… Megumi estuvo en mi casa anoche y le contó todo a mi esposa.
Me quedé helado.
-
Mierda…
¿Qué te dijo ella?
-
Nada.
-
¿Cómo
que nada?
-
Nada,
tomó sus cosas y se fue… Hide necesitamos hablar, ¿podemos vernos?
-
Sí,
pero tendrías que venir tú porque yo estoy con Akira.
-
Déjaselo
encargado a tu niñera hombre, no podemos vernos en tu departamento.
-
Si
quieres hablar, tendrás que venir – le insistí algo molesto y colgando la
llamada.
Respiré profundo. Miré al
bebé unos segundos y luego observé el ambiente como pidiendo respuestas a la
nada, hasta que las hice en voz alta.
-
¿Cómo
pude cagarla hasta el fondo de esta manera?
Me acurruqué junto
a Akira en el sofá con la mente en blanco sintiéndome miserable varios minutos,
hasta que las piernas se me agarrotaron y necesité cambiar de posición. Luego
repetí el proceso.
Akira se veía
lindo dormido, se parecía tanto a mí que me asustaba, era como si mis fotos de
bebé se hubieran personificado.
La puerta sonó y
supe de inmediato que debía ser él. Respiré profundo varias veces, dejé a Akira
en el sofá y fui a abrir, estaba seguro de que no me sentía lo suficientemente
fuerte como para discutir otra vez.
En cuanto abrí, entro
hablando con un tono alto.
-
Megumi
fue hasta mi casa, con fotos ¡Con fotos Hide! Esa loca nos siguió o envió a
alguien a seguirnos. Mi matrimonio se acabó. – se desplomó en el sofá junto a
Akira que se removió hasta casi despertar por el movimiento.
-
Pues
lo siento mucho pero habla más despacio que el niño está durmiendo, y te
recuerdo que si estoy solo con él es porque mi matrimonió también se acabó.
-
Si
pero Hide, tu matrimonio nunca estuvo bien, en cambio mi relación era estable.
Además… tú me buscaste, no creo que puedas quejarte por lo que sucedió.
-
Ah
y tú si puedes quejarte, porque la culpa es mía y tu solo la pobre victima que
no quiso acostarse conmigo pero lo hizo. ¿Por qué? ¿Por lástima?
Nos miramos a los ojos unos
instantes. Estaba tan molesto por su falta de tacto y por la facilidad con la
que me culpaba, era el reflejo de mi culpa, todo se dirigía a mí y la poca
fuerza con la que contaba para resistirme a lo que sentía.
Suspiré intentando no
ahogarme en angustia, me senté poniendo una mano en mi pecho adolorido. Mis
ojos estaban húmedos.
-
Lo
siento… - le dije sin mirarlo, observando un punto fijo en la nada. – No debí
dejar que esto pasara…
-
Hide…
- se sentó frente a mí, opacando mi punto ciego. – No resolveremos nada con
disculpas. Además… no es solo tu culpa, no fue lo que quise decir, no estoy
pensando – dijo sin estar demasiado convencido.
-
Me
culpas Sakura, lo veo en tus ojos, en el tono que usas, estás molesto conmigo.
-
No…
- susurró.
-
Deja
de mentir, siquiera dímelo de frente, dime que me culpas por destruir la
familia que tanto querías. Dime que me odias y estará todo claro entre nosotros
al menos – lo miré con desesperación. Durante toda nuestra historia jamás
habíamos sido claros en nada, esperar una aclaración era algo inusual. Sakura
era un hombre de pocas palabras.
-
No
seas idiota Hide.
-
Ah,
ahora soy idiota.
-
Esta
conversación no nos llevará a nada… No debí venir, definitivamente no
resolveremos nada juntos.
-
¿Y
qué quieres resolver? ¿Quieres que hable con tu esposa y le diga que todo es
mentira o que prácticamente te violé? Porque si no es eso, no entiendo a que
vienes. – me miró con los ojos sorprendidos y enfadados.
-
Me
conoces muy poco si crees que te pediría algo así.
-
Por
favor Sakura jamás me dices nada, jamás me aclaras nada, no sé a qué vienes, no
sé porque en primer lugar accediste a vernos, a…
Lo miré esperando
una respuesta, pero el silencio se pronunció.
¿Es que de verdad
le era tan difícil decirme qué quería de mí?
Finalmente le dije:
-
Creo
que debes irte Sakura. – su mirada frustrada me hizo sentir más culpa. Ahora
era yo quien no se esforzaba por entenderlo, aquello era lo que reprochaban sus
ojos.
Se volteó y camino hasta la
puerta, la abrió y yo me mordí la lengua,
estaba por reventar en llanto.
Tres, dos… conté para
aguantar lo necesario hasta que se fuera, pero no se fue. Se quedó allí de pie.
-
Vine
porque pensé que nos podríamos acompañar ya que estamos viviendo algo similar…
- dijo sin voltear.
-
No
es algo similar Sakura, yo tengo un bebé al que no sé cómo cuidar solo.
-
Pero
no estás solo… - susurró, casi no estuve
seguro de poder oírlo.
-
No,
no, vete – le supliqué – No puedo tener algo a medias ahora Sakura, no puedo
repetir lo que me llevó a… - de pronto volteó hasta mí.
-
¿Qué
no te das cuenta de lo que te estoy diciendo?
- lo miré sin comprender – te quiero… pero de verdad te quiero. Y aunque
sé que nunca te lo dije, siempre te quise… - tragó saliva intentando destapar
visiblemente algún nudo en su garganta. Mi estomago se contrajo y el tumulto de
emociones fue difícil de descifrar, no lograba procesar bien sus palabras – me
he arrepentido incansablemente de todo lo que pasó… te he extrañado cada noche…
- cuando susurró la última palabra un par de lágrimas se le escaparon al cerrar
los ojos como si todo aquello fuera un lamento. – cuando desapareciste, cuando
no quise volverte a ver… cuando nos vimos y nos ignoramos y como se retomó la
amistad, en cada momento me maldecía a mi mismo por no intentar recuperarte
pero es que parecía que no tenía sentido. Intenté hacer mi vida pero… no puedo
decir que lo logré, incluso si no hubieras vuelto de la forma en que volviste,
siempre… estuviste presente en mi mente. Sé que no soy lo que necesitas pero
llevo muchos años planteándome cómo ser para no estorbar en tu vida y no
repetir los mismos errores. Ahora, esto que sucedió, no puedo dejar de verlo
como una oportunidad para hacer las cosas como debí desde un principio… No vine
a pedirte que me ayudes a recuperar mi matrimonio, sí es estoy molesto por como
sucedió todo, con tanto dolor de por medio que era completamente innecesario y
que Megumi provocó por sus celos pero… quería decirte que… Ya está, eso se
acabó.
Lo miré totalmente
en blanco.
Y de forma
ridícula comencé a llorar con cierta risa histérica acompañando el momento. Sus
palabras me causaban demasiada angustia y al mismo tiempo era imposible para mi
creerlas.
-
Hide…
- su tono preocupado me hizo ver que parecía un loco.
-
¿Sabes?
– intenté explicar mientras calmaba las lágrimas con esfuerzo – yo me pase años
esperándote, esperando una llamada, una visita o tal vez solo una señal de
vida, pero desapareciste, me hiciste creer que nuestra historia no tuvo ninguna
importancia. Luego… cuando creí que había logrado ignorar tu recuerdo apareciste,
y de forma idiota corrí a ti… pero me apartaste… - mi voz se rompió sin
quererlo y al escucharme a mí mismo,
solo incrementaron mis ganas de llorar – me demostraste que realmente no
significaba nada, ni siquiera me permitiste una conversación o que te explicara
porque en aquel instante no pude estar para ti. Entonces te volviste a ir y
cuando por fin logré una estabilidad apareciste nuevamente llevándotela
contigo. En solo dos veces que nos vimos no dijiste nada y otra vez volvieron
las preguntas. ¿Qué soy? Y ahora, ¿tuviste que esperar a que todo se fuera a la
mierda para venir a mi casa a decirme que me quieres? Llevo años tragándome los
vacios de lo que nunca fuimos y ¿esperas que con un te quiero todo se borre? - Me miró impactado unos segundos. Carcajeó y
agachó la cabeza.- Ay no, por favor no me digas que estoy dramatizando – le
rogué con enfado.
-
No.
Es decir… tu elección de palabras no
deja de ser dramática pero… no, no espero resolver nada con decirte lo que
siento, solo…
-
¿Solo?
-
No
digas que estas solo, porque no lo estás. – bufé – escúchame necio. Si tu
quisieras, podemos vivir juntos, cuidar los dos de Akira, volver a… entrelazar
nuestras vidas… - lo miré atónito.
Aquello era lo que
estaba esperando hace años, ¿no? Porque tenía un sabor muy distinto al que imaginaba.
De pronto una voz
comenzó a hacerse presente y el contexto poco a poco comenzó a desaparecer…
-
Hide,
Tierra llamando a Hide- la voz de Sakura me despabiló lentamente y me removí
hasta que desperté algo confundido. Estaba en mi habitación, en mi cama, en mis
conocidas sábanas enterrando la cabeza en mi almohada.
-
¿Qué
pasa? – lo miré algo enfadado aún con sueño. Él estaba solo con ropa interior y
el cabello mojado goteando.
-
Ups,
despertaste de mal genio – se recostó y se acercó lentamente a mí. Esperé un
beso en la mejilla, pero al contrario, me mordió.
-
¡Yaa-chan!
– le grité adolorido mientras me acariciaba la mejilla adolorida.
-
Despierta,
que tenemos menos de una hora para llegar a la escuela de Akira. Báñate y yo
prepararé el desayuno – lo miré enfadado. Escondí la cara en la almohada y me
volví a recostar para dormir, entonces él me destapó y me mordió una nalga
desnuda.
-
¡Aaaarg
Sakuraaaa! – tomé la almohada para lanzársela pero él ya había salido corriendo
por la habitación. - ¡Idiota! – le grité desde la habitación.
-
¡Levántate
o volveré por la otra! – me gritó como respuesta desde la cocina.
Reí divertido por
la situación, ¿se podía ser más bruto?
Me metí en la
ducha dejando el agua caliente caer por mi cabello unos instantes mientras me
relaja y recordaba el sueño…
Qué extraño se sentía
soñar recuerdos importantes.
Me sentía conforme
con todo lo que había sucedido con mi vida después de aquello, aunque lo previo
fue una secuencia de tristezas y situaciones que me llevaban a un sube y baja
de emociones, sin embargo todo lo posterior fue rodeado por la calidez de la familia
que formamos.
Cuando salí de la ducha me
encontré con Sakura abotonándose una camisa.
-
¿Usarás
corbata? – le pregunté mientras buscaba mi ropa y lo miraba de reojo lucir
camisa con ropa interior, entonces mis ojos se detuvieron en una mancha roja en
sus piernas – ¿Otra vez te has comenzado
a rascar de noche? – Aquello lo hacía cuando estaba ansioso.
-
Mm…
pero esta vez no fue tanto, no te preocupes. ¿Crees que debería usar corbata?
No me gusta mucho la idea…
-
Solo
será por esta vez. – busqué en los cajones y rodeé la cama para ayudarle a
ajustarla. Cuando estaba cerca de él sintiendo su respiración en mi rostro, me
llenaba de una nostalgia algo tonta.
-
¿Qué
pasa? – me preguntó ligeramente sorprendido.
-
Nada…
solo me siento estúpidamente feliz. – intenté sonreír entonces noté lo borrosa
de mi mirada. ¿Lloraría solo porque sí?
-
Hide,
¿qué sucede? – me rodeó con los brazos acercándome a él en un suave abrazo. Mis
brazos lo apretaron con anhelo – Debes guardar lágrimas para la premiación de
Akira tonto…
-
Soñé
con el día que todo comenzó, cuando fuiste a mi departamento a decirme que me
querías… Me siento agradecido de todo lo que ha ocurrido después… agradecido de
ti – susurré enterrando mi rostro en su pecho sin atreverme a mirarlo.
Habían sucedido
tantas cosas. Tantos problemas, tantos viajes, discusiones, momentos de apoyo
incondicional y contención… Sakura había sido un pilar en la vida de Akira y en
la mía. Sentía felicidad por tenerlo entre mis brazos.
Una de sus manos
enredó sus dedos en mi cabello para acariciarlo suavemente mientras la otra se
quedó en mi espalda. Pude sentir cuando apoyó su rostro en mi frente y besó lo
que pudo de mi cabello.
-
Hoy
estas muy emocional
-
No
arruines mi momento diciendo que soy dramático
-
Siempre
lo eres, pero en esto no eres el único que se siente agradecido…
-
¿De
verdad? – no pude evitar preguntar en tono de sorpresa. Sakura no era bueno
para hablar de sus sentimientos, y no iba a desperdiciar la oportunidad para
que soltara un par de palabras. Asintió lentamente.
-
Con
nadie más podría haber sido tan feliz- lo abracé aun más fuerte. – Hide
llegaremos tarde, aún debemos desayunar.
-
No…
quedémonos así un momento, comeremos algo luego…
-
Tan
hostigoso. – reclamó con la voz cargada en afecto. Mientras lo abrazaba lo
arrastré hasta la cama cayendo sobre él. - ¿Qué haces? – se rió. Levanté el
rostro con los ojos llorosos y sonriéndole, él me secó las lágrimas con una
mano.
-
Solo
quiero besarte unos momentos. –colocó una expresión dudosa.
-
Mmm…
acepto – dijo antes de dirigir su boca hacia la mía y besarme de forma dulce,
masajeando mi lengua con la suya lentamente. Me gustaba cerrar los ojos en
nuestros besos y concentrarme en el sonido y las sensaciones, aunque tal vez
era algo común para muchos… me perdía en mi mente sabiendo que era Sakura quien
me besaba.
Me alejé un poco
de él para tomar aire.
-
Antes…
pensaba que viviría toda una vida de arrepentimientos por no poder retenerte
conmigo - evité mirarlo a los ojos hasta que me mordió la nariz. - ¡Deja de
morderme! – me quejé entre risas.
-
No
quiero verte llorar. Estoy contigo, no soy la gran cosa pero estoy contigo y no
me iré. – me dio un beso rápido – ahora basta de lágrimas, tenemos que comer e
ir a sentirnos orgullosos de nuestro hijo.
Lo miré sorprendido,
era la primera vez que lo escuchaba decir “nuestro hijo” con convicción. Se
puso de pie y me jaló hasta la cocina.
Había preparado
una ensalada de frutas con leche de almendras.
-
Que
sano. – comenté impresionado
-
Cuando
llegue Akira supongo que pediremos pizza, por eso no quise preparar algo pesado
o comenzarías con tu; “he comido demasiadas masas, carbohidratos y ustedes no
se dan cuenta de mi sacrificio y bla, bla, bla”, así que siéntate y come sin
quejas.
Carcajeé empezando
a comer, a Sakura nada lo alteraba más que mis quejas de comida. Pero como era
un día especial no pensaba arruinarlo todo con ello.
Nos terminamos de
vestir y Sakura se peinó, me reí para mí mismo porque nunca lo veía arreglarse
tanto. Era de las primeras veces que iba a una actividad de Akira a la escuela,
estaba nervioso aunque no lo dijera.
Camino a la
escuela lo vi preocupado pero no se quejo ni comentó nada. La profesora de
Akira sospechaba de mi relación con Sakura por las pocas veces en que había ido
a buscarlo a la escuela y por las otras que Akira había dibujado inocentemente
a su familia con dos padres. Habíamos hecho de todo para evitar que la
profesora se enterara, incluso habíamos tenido que hablar con Akira para que
considerara a nuestra familia como un secreto. Tenía un chofer que lo llevaba a
la escuela, y para las actividades en que se necesitaba la participación de la
madre, Akira se quedaba en casa o nos íbamos todos de paseo. Cuando yo viajaba
dentro del país solía llevarlo conmigo los fines de semana, pero cuando iba
fuera Sakura se ocupaba de él, dejándolo en las noches al cuidado de su
hermana. Jamás habíamos discutido por quien lo cuidaba, Sakura lo sentía como
una responsabilidad, sin embargo habíamos tenido un par de peleas por mi falta
de tiempo.
-
Llegamos
– dijo nervioso mientras estacionaba fuera de la escuela.
-
Tranquilo,
no habrán inconvenientes.
-
Serás
tú el que esté a su lado a todo momento, ¿no? Subirlo al escenario y todo eso…
-
Sakura
la maestra hará todo eso, tú cálmate y si sucede algo y te acercas tú, no pasa
nada.
-
Eso
lo dices ahora, pero que pasara cuando la orientadora te cite otra vez para
hablar de su “núcleo familiar”.
-
Ash,
ya vamos. – bajé del auto sin querer darle mucha vuelta al asunto.
A medida que caminábamos a la
escuela observaba como Sakura se alejaba ligeramente de mí para que pareciera
que no llegamos juntos.
-
¡Papá!
– vi a Akira correr hacía mi con su pequeña túnica de egresado de primaria. Me
abrazó y luego hizo su característico saludo con Sakura que consistía en un
nudo de dedos que ni yo lograba hacer, también lo abrazó. – La maestra dijo que
tus asientos estarán al frente, por la segunda fila para que puedan subir a
abrazarme cuando reciba mi premio y tomarnos una foto todos juntos – Sakura de
inmediato frunció el ceño.
-
Está
bien, pero tú ve a formarte que esto ya debe estar por comenzar.
-
¡Ahora
me regañas porque vengo a saludarte, si ustedes llegaron tarde! – reclamó.
-
No
reclames por todo que te harás viejo – le dijo Sakura – ve, nosotros te
observaremos desde nuestros puestos.
-
Está
bien… - se dio la vuelta y se fue corriendo en dirección a su salón de clases.
-
Hide…
- Sakura me miró dudoso.
-
Si
te debes subir conmigo, te subirás.
-
Pero…
-
Si
no vas a tener que explicarle a Akira el por qué no lo hiciste, y eso no lo
olvidará por el resto de su vida. – sin intención mi tono sonó critico.
-
¿Tú
crees que a mí me importa lo que puedan pensar? No me importaría si eso no
arriesgara la forma en que trataran a Akira aquí. Es un niño demasiado sano
para tener que lidiar con las consecuencias de nuestras opciones. No me
preocupo por mí, me preocupo por él. – su tono serio me dejó claro que estaba
molesto. Caminó por delante de mí buscando nuestros asientos y se sentó sin
decir ni una sola palabra con el ceño aún fruncido.
Suspiré. Era
primera vez que ambos estábamos juntos en una actividad de Akira y había
pensando que sería un momento feliz, pero también había olvidado los “inconvenientes”
de tener un sistema de vida no avalado por los demás.
La maestra dio comienzo a la
premiación, muchos niños comenzaron a subirse al escenario. Hubieron actos
culturales, poéticos, musicales y un montón de discursos se hicieron presente
mientras mi estomago comenzaba a crujir de hambre. Sakura estaba comenzando a
dormirse pero en ningún momento me dijo algo, todo lo contrario, mantuvo cierta
distancia y aún así, noté como un par de miradas prejuiciosas nos estudiaban. Teníamos
los ojos de las maestras y los apoderados sobre nosotros. Ya todos a nuestro
alrededor nos habían reconocido, y eso me puso aun más nervioso.
-
Sakura…
- le susurré cuando llamaron al curso de Akira para subirse al escenario.
-
Dime
-
No
creo que Akira se quede por mucho más tiempo en esta escuela, deberíamos
considerar cambiarlo a una que perfeccione las cosas que le gustan… - comenté
-
Eso
tendríamos que hablarlo con él, no le gustará la idea.
-
Pero
lo agradecerá en el futuro.
-
No
sé Hide, tal vez nos culpe… hablemos de esto en casa…
De pronto la maestra tomó a
Akira de la mano caminando junto a él hasta el micrófono.
-
Ahora
premiaremos a quien se ha destacado de innumerables formas artísticas durante
todo su proceso escolar en este recinto. Por su responsabilidad y compromiso,
recibe nuestro premio a la figura artística, Akira Takarai. – Sakura y yo nos
pusimos de pie para hablar fuerte, él silbó de forma muy escandalosa y por un
leve momento, el orgullo nos hizo olvidar el contexto. Nos sonreímos de forma
visible y sin siquiera pensarlo Sakura fue junto a mí para tomarnos una foto
con nuestro hijo.
Nos acercamos y ambos lo
abrazamos. Akira reía emocionado y nervioso por la atención de tanta gente. Nos
acomodamos con Akira en medio sonriendo para la fotografía.
-
Akira,
¿Te gustaría decir agradecer a alguien por tu premio? – le preguntó la maestra,
sentí como el sudor frio me caía por el cuello. Sakura me miró nervioso de
reojo, no podíamos detenerlo si decía que sí. Y dijo que sí.
Luego de asentir
en respuesta y sonreírnos a nosotros, la maestra acomodó el micrófono a su
pequeña estatura, aquello heredado de mí.
-
Solo
quería decir que tengo una familia que me quiere y eso es lo más importante
para mí. –volteó rápidamente para abrazar a Sakura. Lo miré enternecido...
Akira era tan emocional como yo.
Le sonreímos a la
maestra y bajamos del escenario con nuestro hijo en brazos, ignorando de forma
consiente la mirada de los demás.
-
Quiero
irme a casa… - dijo Akira en cuanto nos sentamos de vuelta en nuestros puestos
pero con él.
-
Pero
aún no termina la premiación…
-
No
importa, me quiero ir a casa – sus ojos llorosos me preocuparon.
-
¿Qué
pasa? ¿Alguien te dijo algo malo? – le pregunté inquieto. Sakura me miró y en
sus ojos vi el reflejo de mi preocupación. – Esta bien, vámonos a casa, de
todas formas me muero de hambre.
-
Tú
siempre tienes hambre – me dijo un poco menos afectado. Le sonreí sin dejar de
sentirme preocupado.
Durante toda su vida
lo habíamos sobreprotegido estando pendiente de cada una de sus relaciones de
amistad y de sus amigos, de sus inquietudes, de sus gustos y de su
personalidad. Akira había sido el foco de nuestra atención desde que comenzamos
a vivir juntos.
✾ SAKURA ✾
Tenía a Akira en los brazos
cuando nos subimos al auto, sentía que necesitaba de un poco de piel antes de
sentarse solo atrás.
Lo abracé fuerte.
-
Akira
– le llamo Hide mientras conducía - ¿Vamos a comer algo? Tú decides el
restaurante, o tal vez prefieres pedir algo a domicilio.
-
No
tengo hambre – le respondió, con Hide nos miramos realmente alarmados.
-
¿Cómo
que no tienes hambre? – le exigió saber Hide - ¿Dónde está ese ADN Takarai?
-
Creo
que me parezco más a Sakura – dijo de repente. Me reí para mí mismo. ¿Él sabía
que no tenía mi adn, no?
-
Akira,
vamos, podemos comer lo que quieras. ¿Qué tal un helado gigante?
-
Me
duele la garganta – dijo en tono cansado – creo que me resfriaré, vamos a casa.
-
Puedo
prepararte tu platillo de ramen favorito – le sugerí – volteé a mirarlo pero él
no respondió, tenía una mirada triste y me sentí angustiado. – Hide… - lo miré diciéndole con los ojos que algo no
estaba bien, él me devolvió la mirada, estaba de acuerdo conmigo.
El resto del
camino continúo en silencio, intenté mirarlo por el espejo retrovisor pero no
podía descifrar su expresión seria. Yo tenía cierta conexión con él que incluso
para Hide era difícil de comprender, como pasaba más tiempo con él había mucha
más complicidad entre nosotros, además yo era mucho más relajado en su educación
e intentaba inculcarle otros valores mientras que Hide se estresaba por sus
calificaciones. Otro punto por él cual era más cercano a mí es que yo cocinaba
y Hide no y… por una cuestión de genética Akira comía el doble de un niño de su
edad.
Cuando llegamos a
casa él bajo del auto primero y se fue a su habitación, fui detrás de él.
-
Yaa-chan
– me llamó Hide– déjalo un momento… luego hablaremos con él.
-
¿Qué
crees que fue lo que le pasó? –levantó los hombros y se acercó a mí,
envolviéndome con los brazos.
-
No
lo sé, pero me puedo hacer una idea.
-
¿Cuál
idea? ¿Crees que se avergonzó de nosotros? – pregunté herido por mi propia
pregunta. Hide se separó de mi pecho para observarme con repoche escrito en los
ojos.
-
¿Qué
acaso no escuchaste lo que dijo en el micrófono? – lo recordé, cierto… no, no
se avergonzaba. – Tú te avergüenzas de nosotros más que él. – escupió antes de
soltarme y entrar en la casa. Lo quedé mirando en blanco.
-
¿Y
ahora que hice para que reaccionarás así? – le pregunté mientras entraba pero
cerró la puerta dejándome fuera. Suspiré. – Lo que me faltaba.
Encendí un cigarrillo sentándome
fuera de casa un momento.
Cerré los ojos, y me pegué a
un recuerdo de muchos años atrás.
-
Sa…
ku… ra – le repetía al bebé que decía papá sin problemas.
-
¿Por
qué le enseñas a decirte Sakura? ¿estaría mal que te dijera papá? – Hide servía
la papilla mientras yo intentaba enseñarle mi nombre a Akira. Ya podía
articular palabras aunque no tuvieran sentido.
-
No…
pero… si dijera papá ambos miraríamos y eso no sería cómodo, no me importa ser
Sakura para él. Así no le creamos un problema de identidad y todas esas cosas
que dice la gente…
-
¿Crees
que sea dañino para él que tenga a dos figuras masculinas de padres? – Hide se
sentó junto a mí mientras revolvía la papilla para enfriarla.
-
No…
no creo que sea dañino, pero la gente que nos rodea si lo es. Eso me preocupa,
que la carga social lo lastime…
-
Pero
nadie tiene por qué saberlo Sakura
-
Pero
no puedes pedirle a un niño que no hable de su familia sin sentirse diferente…
-
Oye,
ya tomamos la decisión de ser sus padres, del resto ya nos haremos cargo cuando
sea el momento. – Akira decía chá-chá mientras nosotros hablábamos hasta que de
pronto hizo un sonido parecido a “ababa” en el mismo tono en que yo le
pronuncia Sa-ku-ra y ambos lo miramos.
-
SA-KU-RA
– le repetí.
-
Sería
más fácil si le enseñas algo más corto. Akira, di “Yaa-chan”
-
Ya
chá – repitió. Con Hide nos miramos con los ojos como platos y este estalló de
la risa.
-
Oye
no Akira, estábamos intentando con Sakura, ¡Yaa-chan no es un nombre que
inspire respeto!
-
Ya
chá – repitió y yo suspiré lleno de amor por él.
Apagué el cigarro entrando en
la casa enternecido por aquel recuerdo, me dirigí directamente a la habitación
de Akira. Golpeé la puerta dos veces, pero no respondió. Entonces abrí.
Estaba tendido con los ojos
cerrados en la cama.
-
Sé
que no estás dormido – le dije mientras me agachaba junto a la cama, quedando
mi mirada a su altura.
Abrió los ojos
lentamente.
-
Hola
– me dijo.
-
Hola
– le respondí- ¿Quieres contarme que pasó?
- negó con la cabeza – ¿Por favor? Estamos preocupados…
-
Lo
sé… pero si papá se entera se enfadará.
-
Yo
pensaré como decirle para que reaccione bien – le prometí, él me miró dudoso -
¿Te dijeron algo? – intenté adivinar.
-
Los
padres de mis compañeros me preguntaron si vivía con ustedes, les dije que sí.
Entonces la maestra me dijo que eso no estaba bien, que eso no debía ser así y
que ustedes eran unos… - me miró avergonzado, se me apretó el estómago de verlo
así.
-
Puedes
decirlo, no fueron tus palabras.
-
Pervertidos.
– sin querer arrugué la cara de forma instintiva. Vi en los ojos de Akira, tan
parecidos a los de Hide, que se arrepentía de haberlo dicho.
-
¿Tú
piensas que lo somos?
-
No,
nunca pensaría algo así.
-
Está
bien… - tomé la mano de Akira – Hijo, tú papá y yo nos queremos, si decidimos
formar una familia fue porque nos sentimos capaces de entregarte todo lo que
una puede darte, lo siento mucho si hay cosas que sé no podemos controlar… como
estas.
-
Los
padres de mis compañeros no se miran a los ojos como tú miras a papá o como
papá te mira a ti. – tragué saliva al
escucharlo – No tienen que disculparse por eso. – Le sonreí emocionado.
-
Dame
un abrazo. – se levantó un poco para pasar sus bracitos por alrededor de mi
cuello.
-
Lo
siento por no defenderlos… - me susurró con la voz rota cerca del oído,
entonces rompió en llanto.
-
No…
sh… no digas eso. Escuché lo que dijiste en el escenario, en el micrófono y al
frente de todos, esa fue la mejor defensa Akira, no llores… - acaricié su
cabello un momento hasta que lo sentí calmarse. – Hazme un lugar, me recostaré
contigo un momento. No llores… - le volví a pedir mientras lo veía limpiarse
los ojos.
-
Me
gustaría ir a otra escuela... – dijo de pronto con la voz rota - siento que las
maestras no son buenas personas.
-
¿Te
han dicho algo? ¿te han molestado?
-
No,
pero si las he escuchado comentando entre ellas… Además, no tengo muchos
amigos, me gustaría cambiar de escuela… ¿Crees que podrías decirle a papá? – me
incliné hacia un costado para observarlo a los ojos.
-
Claro,
y creo que le gustará la idea… pero, ¿estás seguro? ¿no extrañarás a tus
compañeros?
-
Si…
pero una vez papá dijo que si alguien no te causa admiración no es mucho lo que
puede enseñar. – le sonreí.
-
No
pensé que escucharas a tu papá.
-
A
veces lo hago pero no se lo digas – me miró y sonrió. Me reí apoyándome en la
almohada acomodado junto a él, sus brazos me rodearon. – Dormiré una siesta… - me dijo.
-
Mmm…
- le susurré yo más dormido que él.
Sentí unas manos acariciando
mi cabello desenredándolo de forma cuidadosa. Abrí los ojos con dificultad
encontrándome con la carita de Akira frente a la mía aún dormido, y al voltear
vi a Hide agachado junto a la cama. Me dio un beso suave en la boca.
-
Les
tomé fotografías dormidos, se veían adorables. – susurró.
-
Mm…
- le comenté adormilado.
-
Levántate
grandote, que ya has dormido mucho – su tono dulce me causaba más sueño. Me
estiré y me incliné hacía él, acurrucándome sobre su brazo. - ¿Crees que Akira
quiera que pidamos pizza?
-
No…
yo cocinaré algo pero de todas formas podríamos pedir pastel para él.
-
Pastel…
de chocolate como siempre… ¿Me dirás que pasó?
-
En
la noche te contaré todo… - le dije mientras me levantaba con cuidado de no
moverlo.
-
¿En
la noche? ¿En la cama quieres decir? – preguntó. Yo asentí - ¿Antes o después
de…? - al usar el tono insinuante
susurró aún más despacio. Lo miré con picardía.
-
Después.
Ambos nos reímos algo
avergonzados del coqueteo en frente de nuestro dormido hijo. Salimos de la
habitación cerrando la puerta con cuidado y abracé a Hide por la espalda dándole
un beso en la mejilla.
Akira tenía razón,
no todas las parejas se miraban como nosotros.
Al igual que Hide, Akira tenía el don de ver aspectos sensibles en
cuestiones cotidianas, aquello me había enamorado de Hide en un inicio y me
enorgullecía verlo en Akira.
-
Oye
– me susurró mientras volteaba el rostro para observarme un poco – Te quiero
Yaa-chan.
Le besé en la
frente, él sabía que aquella era mi forma silenciosa de responderle que yo más.