martes, 6 de noviembre de 2018

One Shot: Huellas de un niño


HYDE




Su llanto desgarrador me despertó de golpe, llevaba tantas noches sin conciliar el sueño que respondía en forma automática a todo lo que giraba a mi alrededor. Todo parecía, de cierta forma, irreal. Salí de la cama sin abrir del todo los ojos y solo en ropa interior siguiendo el camino del llanto hasta llegar a su cuna.

-          ¿Qué pasa Akira? Hoy es nuestra primera noche solos, no te portes mal por favor… – le pedí mientras levantaba su pequeño cuerpecito y lo arrullaba en mi pecho aunque no dejaba de llorar, al contrarió, propinó otro llanto de aquellos que ensordecen. – ¿Tienes hambre? Claro que debes tener hambre, después de todo eres mi hijo y yo siempre tengo hambre. – le hablaba mientras caminaba hasta la cocina. Sabía que no me podía entender, pero en algún momento lo haría, ¿no?

Recalenté la leche que había dejado la niñera. Tenía un papel que decía: “calentarla a baño maría” lo que me hizo pensar que la niñera era cristiana.

-          ¿Querrá que bendiga la leche con un ave maría?

Saque del microondas la leche y me aseguré de que no estuviera demasiado caliente, luego le di el biberón. Akira de inmediato comenzó a beberla mientras cerraba los ojos. Me senté en el sofá lentamente en frente de la mesa de centro, donde en ella descansaba una hoja simple, blanca, con un par de letras en un vocabulario soberbio. Su título me escupía en la cara; “Acuerdo de divorcio”.

Suspiré.

-          Al parecer seremos solo los dos. – le comenté mientras abría sus ojos y me observaba con curiosidad. – Tú mamá no nos quiere, aunque a ti en algún momento te querrá… o eso quiero creer. – de pronto Akira dio un salto, algo ahogado, lo enderece y di golpes en su espalda. – No sé mucho de bebés, pero prometo esforzarme – le dije.

Lo arrullé y como no parecía querer más leche, comencé a intentar hacerlo dormir… sin embargo fallé, me dormí antes yo.


El teléfono sonó.
Abrí a regañadientes los ojos encontrándome con la carita de Akira pegada a mí ambos acostados en el espacioso sofá, él estaba dormido, por lo que me removí de la forma más cuidadosa que pude para no despertarlo con el movimiento antes de que lo hiciera el sonido del teléfono.

-          ¿Diga? – susurré.

-          Hola… - la voz de Sakura me paralizó.

-          Hola- mi estómago se apretó de golpe sintiendo una presión en la espalda, tal vez a causa de la culpa.

-          Tenemos que hablar… Megumi estuvo en mi casa anoche y le contó todo a mi esposa. 

Me quedé helado.

-          Mierda… ¿Qué te dijo ella?

-          Nada.

-          ¿Cómo que nada?

-          Nada, tomó sus cosas y se fue… Hide necesitamos hablar, ¿podemos vernos?
-          Sí, pero tendrías que venir tú porque yo estoy con Akira.

-          Déjaselo encargado a tu niñera hombre, no podemos vernos en tu departamento.
-          Si quieres hablar, tendrás que venir – le insistí algo molesto y colgando la llamada.

Respiré profundo. Miré al bebé unos segundos y luego observé el ambiente como pidiendo respuestas a la nada, hasta que las hice en voz alta.

-          ¿Cómo pude cagarla hasta el fondo de esta manera?

Me acurruqué junto a Akira en el sofá con la mente en blanco sintiéndome miserable varios minutos, hasta que las piernas se me agarrotaron y necesité cambiar de posición. Luego repetí el proceso.

Akira se veía lindo dormido, se parecía tanto a mí que me asustaba, era como si mis fotos de bebé se hubieran personificado.

La puerta sonó y supe de inmediato que debía ser él. Respiré profundo varias veces, dejé a Akira en el sofá y fui a abrir, estaba seguro de que no me sentía lo suficientemente fuerte como para discutir otra vez.

En cuanto abrí, entro hablando con un tono alto.

-          Megumi fue hasta mi casa, con fotos ¡Con fotos Hide! Esa loca nos siguió o envió a alguien a seguirnos. Mi matrimonio se acabó. – se desplomó en el sofá junto a Akira que se removió hasta casi despertar por el movimiento.

-          Pues lo siento mucho pero habla más despacio que el niño está durmiendo, y te recuerdo que si estoy solo con él es porque mi matrimonió también se acabó.

-          Si pero Hide, tu matrimonio nunca estuvo bien, en cambio mi relación era estable. Además… tú me buscaste, no creo que puedas quejarte por lo que sucedió.

-          Ah y tú si puedes quejarte, porque la culpa es mía y tu solo la pobre victima que no quiso acostarse conmigo pero lo hizo. ¿Por qué? ¿Por lástima?

Nos miramos a los ojos unos instantes. Estaba tan molesto por su falta de tacto y por la facilidad con la que me culpaba, era el reflejo de mi culpa, todo se dirigía a mí y la poca fuerza con la que contaba para resistirme a lo que sentía.

Suspiré intentando no ahogarme en angustia, me senté poniendo una mano en mi pecho adolorido. Mis ojos estaban húmedos.

-          Lo siento… - le dije sin mirarlo, observando un punto fijo en la nada. – No debí dejar que esto pasara…

-          Hide… - se sentó frente a mí, opacando mi punto ciego. – No resolveremos nada con disculpas. Además… no es solo tu culpa, no fue lo que quise decir, no estoy pensando – dijo sin estar demasiado convencido.

-          Me culpas Sakura, lo veo en tus ojos, en el tono que usas, estás molesto conmigo.
-          No… - susurró.

-          Deja de mentir, siquiera dímelo de frente, dime que me culpas por destruir la familia que tanto querías. Dime que me odias y estará todo claro entre nosotros al menos – lo miré con desesperación. Durante toda nuestra historia jamás habíamos sido claros en nada, esperar una aclaración era algo inusual. Sakura era un hombre de pocas palabras.

-          No seas idiota Hide. 

-          Ah, ahora soy idiota.

-          Esta conversación no nos llevará a nada… No debí venir, definitivamente no resolveremos nada juntos.

-          ¿Y qué quieres resolver? ¿Quieres que hable con tu esposa y le diga que todo es mentira o que prácticamente te violé? Porque si no es eso, no entiendo a que vienes. – me miró con los ojos sorprendidos y enfadados.

-          Me conoces muy poco si crees que te pediría algo así.

-          Por favor Sakura jamás me dices nada, jamás me aclaras nada, no sé a qué vienes, no sé porque en primer lugar accediste a vernos, a…

Lo miré esperando una respuesta, pero el silencio se pronunció.

¿Es que de verdad le era tan difícil decirme qué quería de mí?

Finalmente le dije:

-          Creo que debes irte Sakura. – su mirada frustrada me hizo sentir más culpa. Ahora era yo quien no se esforzaba por entenderlo, aquello era lo que reprochaban sus ojos.

Se volteó y camino hasta la puerta, la abrió y yo me mordí la lengua,  estaba por reventar en llanto.

Tres, dos… conté para aguantar lo necesario hasta que se fuera, pero no se fue. Se quedó allí de pie.

-          Vine porque pensé que nos podríamos acompañar ya que estamos viviendo algo similar… - dijo sin voltear.

-          No es algo similar Sakura, yo tengo un bebé al que no sé cómo cuidar solo.

-          Pero no estás solo…  - susurró, casi no estuve seguro de poder oírlo.

-          No, no, vete – le supliqué – No puedo tener algo a medias ahora Sakura, no puedo repetir lo que me llevó a… - de pronto volteó hasta mí.

-          ¿Qué no te das cuenta de lo que te estoy diciendo?  - lo miré sin comprender – te quiero… pero de verdad te quiero. Y aunque sé que nunca te lo dije, siempre te quise… - tragó saliva intentando destapar visiblemente algún nudo en su garganta. Mi estomago se contrajo y el tumulto de emociones fue difícil de descifrar, no lograba procesar bien sus palabras – me he arrepentido incansablemente de todo lo que pasó… te he extrañado cada noche… - cuando susurró la última palabra un par de lágrimas se le escaparon al cerrar los ojos como si todo aquello fuera un lamento. – cuando desapareciste, cuando no quise volverte a ver… cuando nos vimos y nos ignoramos y como se retomó la amistad, en cada momento me maldecía a mi mismo por no intentar recuperarte pero es que parecía que no tenía sentido. Intenté hacer mi vida pero… no puedo decir que lo logré, incluso si no hubieras vuelto de la forma en que volviste, siempre… estuviste presente en mi mente. Sé que no soy lo que necesitas pero llevo muchos años planteándome cómo ser para no estorbar en tu vida y no repetir los mismos errores. Ahora, esto que sucedió, no puedo dejar de verlo como una oportunidad para hacer las cosas como debí desde un principio… No vine a pedirte que me ayudes a recuperar mi matrimonio, sí es estoy molesto por como sucedió todo, con tanto dolor de por medio que era completamente innecesario y que Megumi provocó por sus celos pero… quería decirte que… Ya está, eso se acabó.

Lo miré totalmente en blanco.

Y de forma ridícula comencé a llorar con cierta risa histérica acompañando el momento. Sus palabras me causaban demasiada angustia y al mismo tiempo era imposible para mi creerlas.

-          Hide… - su tono preocupado me hizo ver que parecía un loco.

-          ¿Sabes? – intenté explicar mientras calmaba las lágrimas con esfuerzo – yo me pase años esperándote, esperando una llamada, una visita o tal vez solo una señal de vida, pero desapareciste, me hiciste creer que nuestra historia no tuvo ninguna importancia. Luego… cuando creí que había logrado ignorar tu recuerdo apareciste, y de forma idiota corrí a ti… pero me apartaste… - mi voz se rompió sin quererlo y al  escucharme a mí mismo, solo incrementaron mis ganas de llorar – me demostraste que realmente no significaba nada, ni siquiera me permitiste una conversación o que te explicara porque en aquel instante no pude estar para ti. Entonces te volviste a ir y cuando por fin logré una estabilidad apareciste nuevamente llevándotela contigo. En solo dos veces que nos vimos no dijiste nada y otra vez volvieron las preguntas. ¿Qué soy? Y ahora, ¿tuviste que esperar a que todo se fuera a la mierda para venir a mi casa a decirme que me quieres? Llevo años tragándome los vacios de lo que nunca fuimos y ¿esperas que con un te quiero todo se borre?  - Me miró impactado unos segundos. Carcajeó y agachó la cabeza.- Ay no, por favor no me digas que estoy dramatizando – le rogué con enfado.

-          No. Es decir…  tu elección de palabras no deja de ser dramática pero… no, no espero resolver nada con decirte lo que siento, solo…

-          ¿Solo?

-          No digas que estas solo, porque no lo estás. – bufé – escúchame necio. Si tu quisieras, podemos vivir juntos, cuidar los dos de Akira, volver a… entrelazar nuestras vidas… - lo miré atónito.

Aquello era lo que estaba esperando hace años, ¿no? Porque tenía un sabor muy distinto al que imaginaba.

De pronto una voz comenzó a hacerse presente y el contexto poco a poco comenzó a desaparecer…

-          Hide, Tierra llamando a Hide- la voz de Sakura me despabiló lentamente y me removí hasta que desperté algo confundido.  Estaba en mi habitación, en mi cama, en mis conocidas sábanas enterrando la cabeza en mi almohada.

-          ¿Qué pasa? – lo miré algo enfadado aún con sueño. Él estaba solo con ropa interior y el cabello mojado goteando.

-          Ups, despertaste de mal genio – se recostó y se acercó lentamente a mí. Esperé un beso en la mejilla, pero al contrario, me mordió.

-          ¡Yaa-chan! – le grité adolorido mientras me acariciaba la mejilla adolorida.

-          Despierta, que tenemos menos de una hora para llegar a la escuela de Akira. Báñate y yo prepararé el desayuno – lo miré enfadado. Escondí la cara en la almohada y me volví a recostar para dormir, entonces él me destapó y me mordió una nalga desnuda.

-          ¡Aaaarg Sakuraaaa! – tomé la almohada para lanzársela pero él ya había salido corriendo por la habitación. - ¡Idiota! – le grité desde la habitación.

-          ¡Levántate o volveré por la otra! – me gritó como respuesta desde la cocina.

Reí divertido por la situación, ¿se podía ser más bruto?

Me metí en la ducha dejando el agua caliente caer por mi cabello unos instantes mientras me relaja y recordaba el sueño…

Qué extraño se sentía soñar recuerdos importantes.

Me sentía conforme con todo lo que había sucedido con mi vida después de aquello, aunque lo previo fue una secuencia de tristezas y situaciones que me llevaban a un sube y baja de emociones, sin embargo todo lo posterior fue rodeado por la calidez de la familia que formamos.

Cuando salí de la ducha me encontré con Sakura abotonándose una camisa.

-          ¿Usarás corbata? – le pregunté mientras buscaba mi ropa y lo miraba de reojo lucir camisa con ropa interior, entonces mis ojos se detuvieron en una mancha roja en sus piernas –  ¿Otra vez te has comenzado a rascar de noche? – Aquello lo hacía cuando estaba ansioso.

-          Mm… pero esta vez no fue tanto, no te preocupes. ¿Crees que debería usar corbata? No me gusta mucho la idea…

-          Solo será por esta vez. – busqué en los cajones y rodeé la cama para ayudarle a ajustarla. Cuando estaba cerca de él sintiendo su respiración en mi rostro, me llenaba de una nostalgia algo tonta.

-          ¿Qué pasa? – me preguntó ligeramente sorprendido.

-          Nada… solo me siento estúpidamente feliz. – intenté sonreír entonces noté lo borrosa de mi mirada. ¿Lloraría solo porque sí?

-          Hide, ¿qué sucede? – me rodeó con los brazos acercándome a él en un suave abrazo. Mis brazos lo apretaron con anhelo – Debes guardar lágrimas para la premiación de Akira tonto…

-          Soñé con el día que todo comenzó, cuando fuiste a mi departamento a decirme que me querías… Me siento agradecido de todo lo que ha ocurrido después… agradecido de ti – susurré enterrando mi rostro en su pecho sin atreverme a mirarlo.  
Habían sucedido tantas cosas. Tantos problemas, tantos viajes, discusiones, momentos de apoyo incondicional y contención… Sakura había sido un pilar en la vida de Akira y en la mía. Sentía felicidad por tenerlo entre mis brazos.

Una de sus manos enredó sus dedos en mi cabello para acariciarlo suavemente mientras la otra se quedó en mi espalda. Pude sentir cuando apoyó su rostro en mi frente y besó lo que pudo de mi cabello.

-          Hoy estas muy emocional

-          No arruines mi momento diciendo que soy dramático

-          Siempre lo eres, pero en esto no eres el único que se siente agradecido…

-          ¿De verdad? – no pude evitar preguntar en tono de sorpresa. Sakura no era bueno para hablar de sus sentimientos, y no iba a desperdiciar la oportunidad para que soltara un par de palabras. Asintió lentamente.

-          Con nadie más podría haber sido tan feliz- lo abracé aun más fuerte. – Hide llegaremos tarde, aún debemos desayunar.

-          No… quedémonos así un momento, comeremos algo luego…

-          Tan hostigoso. – reclamó con la voz cargada en afecto. Mientras lo abrazaba lo arrastré hasta la cama cayendo sobre él. - ¿Qué haces? – se rió. Levanté el rostro con los ojos llorosos y sonriéndole, él me secó las lágrimas con una mano.

-          Solo quiero besarte unos momentos. –colocó una expresión dudosa.

-          Mmm… acepto – dijo antes de dirigir su boca hacia la mía y besarme de forma dulce, masajeando mi lengua con la suya lentamente. Me gustaba cerrar los ojos en nuestros besos y concentrarme en el sonido y las sensaciones, aunque tal vez era algo común para muchos… me perdía en mi mente sabiendo que era Sakura quien me besaba.

Me alejé un poco de él para tomar aire.

-          Antes… pensaba que viviría toda una vida de arrepentimientos por no poder retenerte conmigo - evité mirarlo a los ojos hasta que me mordió la nariz. - ¡Deja de morderme! – me quejé entre risas.

-          No quiero verte llorar. Estoy contigo, no soy la gran cosa pero estoy contigo y no me iré. – me dio un beso rápido – ahora basta de lágrimas, tenemos que comer e ir a sentirnos orgullosos de nuestro hijo.

Lo miré sorprendido, era la primera vez que lo escuchaba decir “nuestro hijo” con convicción. Se puso de pie y me jaló hasta la cocina.

Había preparado una ensalada de frutas con leche de almendras.

-          Que sano. – comenté impresionado

-          Cuando llegue Akira supongo que pediremos pizza, por eso no quise preparar algo pesado o comenzarías con tu; “he comido demasiadas masas, carbohidratos y ustedes no se dan cuenta de mi sacrificio y bla, bla, bla”, así que siéntate y come sin quejas.

Carcajeé empezando a comer, a Sakura nada lo alteraba más que mis quejas de comida. Pero como era un día especial no pensaba arruinarlo todo con ello.
Nos terminamos de vestir y Sakura se peinó, me reí para mí mismo porque nunca lo veía arreglarse tanto. Era de las primeras veces que iba a una actividad de Akira a la escuela, estaba nervioso aunque no lo dijera.

Camino a la escuela lo vi preocupado pero no se quejo ni comentó nada. La profesora de Akira sospechaba de mi relación con Sakura por las pocas veces en que había ido a buscarlo a la escuela y por las otras que Akira había dibujado inocentemente a su familia con dos padres. Habíamos hecho de todo para evitar que la profesora se enterara, incluso habíamos tenido que hablar con Akira para que considerara a nuestra familia como un secreto. Tenía un chofer que lo llevaba a la escuela, y para las actividades en que se necesitaba la participación de la madre, Akira se quedaba en casa o nos íbamos todos de paseo. Cuando yo viajaba dentro del país solía llevarlo conmigo los fines de semana, pero cuando iba fuera Sakura se ocupaba de él, dejándolo en las noches al cuidado de su hermana. Jamás habíamos discutido por quien lo cuidaba, Sakura lo sentía como una responsabilidad, sin embargo habíamos tenido un par de peleas por mi falta de tiempo.

-          Llegamos – dijo nervioso mientras estacionaba fuera de la escuela.

-          Tranquilo, no habrán inconvenientes.

-          Serás tú el que esté a su lado a todo momento, ¿no? Subirlo al escenario y todo eso…

-          Sakura la maestra hará todo eso, tú cálmate y si sucede algo y te acercas tú, no pasa nada.

-          Eso lo dices ahora, pero que pasara cuando la orientadora te cite otra vez para hablar de su “núcleo familiar”.

-          Ash, ya vamos. – bajé del auto sin querer darle mucha vuelta al asunto.

A medida que caminábamos a la escuela observaba como Sakura se alejaba ligeramente de mí para que pareciera que no llegamos juntos.

-          ¡Papá! – vi a Akira correr hacía mi con su pequeña túnica de egresado de primaria. Me abrazó y luego hizo su característico saludo con Sakura que consistía en un nudo de dedos que ni yo lograba hacer, también lo abrazó. – La maestra dijo que tus asientos estarán al frente, por la segunda fila para que puedan subir a abrazarme cuando reciba mi premio y tomarnos una foto todos juntos – Sakura de inmediato frunció el ceño.

-          Está bien, pero tú ve a formarte que esto ya debe estar por comenzar.

-          ¡Ahora me regañas porque vengo a saludarte, si ustedes llegaron tarde! – reclamó.
-          No reclames por todo que te harás viejo – le dijo Sakura – ve, nosotros te observaremos desde nuestros puestos.

-          Está bien… - se dio la vuelta y se fue corriendo en dirección a su salón de clases.

-          Hide… - Sakura me miró dudoso.

-          Si te debes subir conmigo, te subirás.

-          Pero…

-          Si no vas a tener que explicarle a Akira el por qué no lo hiciste, y eso no lo olvidará por el resto de su vida. – sin intención mi tono sonó critico.

-          ¿Tú crees que a mí me importa lo que puedan pensar? No me importaría si eso no arriesgara la forma en que trataran a Akira aquí. Es un niño demasiado sano para tener que lidiar con las consecuencias de nuestras opciones. No me preocupo por mí, me preocupo por él. – su tono serio me dejó claro que estaba molesto. Caminó por delante de mí buscando nuestros asientos y se sentó sin decir ni una sola palabra con el ceño aún fruncido.

Suspiré. Era primera vez que ambos estábamos juntos en una actividad de Akira y había pensando que sería un momento feliz, pero también había olvidado los “inconvenientes” de tener un sistema de vida no avalado por los demás.

La maestra dio comienzo a la premiación, muchos niños comenzaron a subirse al escenario. Hubieron actos culturales, poéticos, musicales y un montón de discursos se hicieron presente mientras mi estomago comenzaba a crujir de hambre. Sakura estaba comenzando a dormirse pero en ningún momento me dijo algo, todo lo contrario, mantuvo cierta distancia y aún así, noté como un par de miradas prejuiciosas nos estudiaban. Teníamos los ojos de las maestras y los apoderados sobre nosotros. Ya todos a nuestro alrededor nos habían reconocido, y eso me puso aun más nervioso.

-          Sakura… - le susurré cuando llamaron al curso de Akira para subirse al escenario.

-          Dime

-          No creo que Akira se quede por mucho más tiempo en esta escuela, deberíamos considerar cambiarlo a una que perfeccione las cosas que le gustan… - comenté
-          Eso tendríamos que hablarlo con él, no le gustará la idea.

-          Pero lo agradecerá en el futuro.

-          No sé Hide, tal vez nos culpe… hablemos de esto en casa…

De pronto la maestra tomó a Akira de la mano caminando junto a él hasta el micrófono.

-          Ahora premiaremos a quien se ha destacado de innumerables formas artísticas durante todo su proceso escolar en este recinto. Por su responsabilidad y compromiso, recibe nuestro premio a la figura artística, Akira Takarai. – Sakura y yo nos pusimos de pie para hablar fuerte, él silbó de forma muy escandalosa y por un leve momento, el orgullo nos hizo olvidar el contexto. Nos sonreímos de forma visible y sin siquiera pensarlo Sakura fue junto a mí para tomarnos una foto con nuestro hijo.

Nos acercamos y ambos lo abrazamos. Akira reía emocionado y nervioso por la atención de tanta gente. Nos acomodamos con Akira en medio sonriendo para la fotografía.

-          Akira, ¿Te gustaría decir agradecer a alguien por tu premio? – le preguntó la maestra, sentí como el sudor frio me caía por el cuello. Sakura me miró nervioso de reojo, no podíamos detenerlo si decía que sí. Y dijo que sí.

Luego de asentir en respuesta y sonreírnos a nosotros, la maestra acomodó el micrófono a su pequeña estatura, aquello heredado de mí.

-          Solo quería decir que tengo una familia que me quiere y eso es lo más importante para mí. –volteó rápidamente para abrazar a Sakura. Lo miré enternecido... Akira era tan emocional como yo.

Le sonreímos a la maestra y bajamos del escenario con nuestro hijo en brazos, ignorando de forma consiente la mirada de los demás.

-          Quiero irme a casa… - dijo Akira en cuanto nos sentamos de vuelta en nuestros puestos pero con él.

-          Pero aún no termina la premiación…

-          No importa, me quiero ir a casa – sus ojos llorosos me preocuparon.

-          ¿Qué pasa? ¿Alguien te dijo algo malo? – le pregunté inquieto. Sakura me miró y en sus ojos vi el reflejo de mi preocupación. – Esta bien, vámonos a casa, de todas formas me muero de hambre.

-          Tú siempre tienes hambre – me dijo un poco menos afectado. Le sonreí sin dejar de sentirme preocupado.

Durante toda su vida lo habíamos sobreprotegido estando pendiente de cada una de sus relaciones de amistad y de sus amigos, de sus inquietudes, de sus gustos y de su personalidad. Akira había sido el foco de nuestra atención desde que comenzamos a vivir juntos.
















SAKURA






Tenía a Akira en los brazos cuando nos subimos al auto, sentía que necesitaba de un poco de piel antes de sentarse solo atrás.
Lo abracé fuerte.

-          Akira – le llamo Hide mientras conducía - ¿Vamos a comer algo? Tú decides el restaurante, o tal vez prefieres pedir algo a domicilio.

-          No tengo hambre – le respondió, con Hide nos miramos realmente alarmados.

-          ¿Cómo que no tienes hambre? – le exigió saber Hide - ¿Dónde está ese ADN Takarai?

-          Creo que me parezco más a Sakura – dijo de repente. Me reí para mí mismo. ¿Él sabía que no tenía mi adn, no?

-          Akira, vamos, podemos comer lo que quieras. ¿Qué tal un helado gigante?

-          Me duele la garganta – dijo en tono cansado – creo que me resfriaré, vamos a casa.

-          Puedo prepararte tu platillo de ramen favorito – le sugerí – volteé a mirarlo pero él no respondió, tenía una mirada triste y me sentí angustiado. – Hide…  - lo miré diciéndole con los ojos que algo no estaba bien, él me devolvió la mirada, estaba de acuerdo conmigo.

El resto del camino continúo en silencio, intenté mirarlo por el espejo retrovisor pero no podía descifrar su expresión seria. Yo tenía cierta conexión con él que incluso para Hide era difícil de comprender, como pasaba más tiempo con él había mucha más complicidad entre nosotros, además yo era mucho más relajado en su educación e intentaba inculcarle otros valores mientras que Hide se estresaba por sus calificaciones. Otro punto por él cual era más cercano a mí es que yo cocinaba y Hide no y… por una cuestión de genética Akira comía el doble de un niño de su edad.

Cuando llegamos a casa él bajo del auto primero y se fue a su habitación, fui detrás de él.

-          Yaa-chan – me llamó Hide– déjalo un momento… luego hablaremos con él.

-          ¿Qué crees que fue lo que le pasó? –levantó los hombros y se acercó a mí, envolviéndome con los brazos.

-          No lo sé, pero me puedo hacer una idea.

-          ¿Cuál idea? ¿Crees que se avergonzó de nosotros? – pregunté herido por mi propia pregunta. Hide se separó de mi pecho para observarme con repoche escrito en los ojos.

-          ¿Qué acaso no escuchaste lo que dijo en el micrófono? – lo recordé, cierto… no, no se avergonzaba. – Tú te avergüenzas de nosotros más que él. – escupió antes de soltarme y entrar en la casa. Lo quedé mirando en blanco.

-          ¿Y ahora que hice para que reaccionarás así? – le pregunté mientras entraba pero cerró la puerta dejándome fuera. Suspiré. – Lo que me faltaba.

Encendí un cigarrillo sentándome fuera de casa un momento.

Cerré los ojos, y me pegué a un recuerdo de muchos años atrás.


-          Sa… ku… ra – le repetía al bebé que decía papá sin problemas.

-          ¿Por qué le enseñas a decirte Sakura? ¿estaría mal que te dijera papá? – Hide servía la papilla mientras yo intentaba enseñarle mi nombre a Akira. Ya podía articular palabras aunque no tuvieran sentido.

-          No… pero… si dijera papá ambos miraríamos y eso no sería cómodo, no me importa ser Sakura para él. Así no le creamos un problema de identidad y todas esas cosas que dice la gente…

-          ¿Crees que sea dañino para él que tenga a dos figuras masculinas de padres? – Hide se sentó junto a mí mientras revolvía la papilla para enfriarla.

-          No… no creo que sea dañino, pero la gente que nos rodea si lo es. Eso me preocupa, que la carga social lo lastime…

-          Pero nadie tiene por qué saberlo Sakura

-          Pero no puedes pedirle a un niño que no hable de su familia sin sentirse diferente…

-          Oye, ya tomamos la decisión de ser sus padres, del resto ya nos haremos cargo cuando sea el momento. – Akira decía chá-chá mientras nosotros hablábamos hasta que de pronto hizo un sonido parecido a “ababa” en el mismo tono en que yo le pronuncia Sa-ku-ra y ambos lo miramos.

-          SA-KU-RA – le repetí.

-          Sería más fácil si le enseñas algo más corto. Akira, di “Yaa-chan”

-          Ya chá – repitió. Con Hide nos miramos con los ojos como platos y este estalló de la risa.

-          Oye no Akira, estábamos intentando con Sakura, ¡Yaa-chan no es un nombre que inspire respeto!

-          Ya chá – repitió y yo suspiré lleno de amor por él.

Apagué el cigarro entrando en la casa enternecido por aquel recuerdo, me dirigí directamente a la habitación de Akira. Golpeé la puerta dos veces, pero no respondió. Entonces abrí.

Estaba tendido con los ojos cerrados en la cama.

-          Sé que no estás dormido – le dije mientras me agachaba junto a la cama, quedando mi mirada a su altura.

Abrió los ojos lentamente.

-          Hola – me dijo.

-          Hola – le respondí- ¿Quieres contarme que pasó?  - negó con la cabeza – ¿Por favor? Estamos preocupados…

-          Lo sé… pero si papá se entera se enfadará.

-          Yo pensaré como decirle para que reaccione bien – le prometí, él me miró dudoso - ¿Te dijeron algo? – intenté adivinar.

-          Los padres de mis compañeros me preguntaron si vivía con ustedes, les dije que sí. Entonces la maestra me dijo que eso no estaba bien, que eso no debía ser así y que ustedes eran unos… - me miró avergonzado, se me apretó el estómago de verlo así.

-          Puedes decirlo, no fueron tus palabras.

-          Pervertidos. – sin querer arrugué la cara de forma instintiva. Vi en los ojos de Akira, tan parecidos a los de Hide, que se arrepentía de haberlo dicho.

-          ¿Tú piensas que lo somos?

-          No, nunca pensaría algo así.

-          Está bien… - tomé la mano de Akira – Hijo, tú papá y yo nos queremos, si decidimos formar una familia fue porque nos sentimos capaces de entregarte todo lo que una puede darte, lo siento mucho si hay cosas que sé no podemos controlar… como estas.

-          Los padres de mis compañeros no se miran a los ojos como tú miras a papá o como papá te mira a ti.  – tragué saliva al escucharlo – No tienen que disculparse por eso. – Le sonreí emocionado.

-          Dame un abrazo. – se levantó un poco para pasar sus bracitos por alrededor de mi cuello.

-          Lo siento por no defenderlos… - me susurró con la voz rota cerca del oído, entonces rompió en llanto.

-          No… sh… no digas eso. Escuché lo que dijiste en el escenario, en el micrófono y al frente de todos, esa fue la mejor defensa Akira, no llores… - acaricié su cabello un momento hasta que lo sentí calmarse. – Hazme un lugar, me recostaré contigo un momento. No llores… - le volví a pedir mientras lo veía limpiarse los ojos.

-          Me gustaría ir a otra escuela... – dijo de pronto con la voz rota - siento que las maestras no son buenas personas.

-          ¿Te han dicho algo? ¿te han molestado?

-          No, pero si las he escuchado comentando entre ellas… Además, no tengo muchos amigos, me gustaría cambiar de escuela… ¿Crees que podrías decirle a papá? – me incliné hacia un costado para observarlo a los ojos.

-          Claro, y creo que le gustará la idea… pero, ¿estás seguro? ¿no extrañarás a tus compañeros?

-          Si… pero una vez papá dijo que si alguien no te causa admiración no es mucho lo que puede enseñar. – le sonreí.

-          No pensé que escucharas a tu papá.

-          A veces lo hago pero no se lo digas – me miró y sonrió. Me reí apoyándome en la almohada acomodado junto a él, sus brazos me rodearon.  – Dormiré una siesta… - me dijo.

-          Mmm… - le susurré yo más dormido que él.


Sentí unas manos acariciando mi cabello desenredándolo de forma cuidadosa. Abrí los ojos con dificultad encontrándome con la carita de Akira frente a la mía aún dormido, y al voltear vi a Hide agachado junto a la cama. Me dio un beso suave en la boca.

-          Les tomé fotografías dormidos, se veían adorables. – susurró.

-          Mm… - le comenté adormilado.

-          Levántate grandote, que ya has dormido mucho – su tono dulce me causaba más sueño. Me estiré y me incliné hacía él, acurrucándome sobre su brazo. - ¿Crees que Akira quiera que pidamos pizza?

-          No… yo cocinaré algo pero de todas formas podríamos pedir pastel para él.

-          Pastel… de chocolate como siempre… ¿Me dirás que pasó?

-          En la noche te contaré todo… - le dije mientras me levantaba con cuidado de no moverlo.

-          ¿En la noche? ¿En la cama quieres decir? – preguntó. Yo asentí - ¿Antes o después de…?  - al usar el tono insinuante susurró aún más despacio. Lo miré con picardía.
-          Después.

Ambos nos reímos algo avergonzados del coqueteo en frente de nuestro dormido hijo. Salimos de la habitación cerrando la puerta con cuidado y abracé a Hide por la espalda dándole un beso en la mejilla.

Akira tenía razón, no todas las parejas se miraban como nosotros.  Al igual que Hide, Akira tenía el don de ver aspectos sensibles en cuestiones cotidianas, aquello me había enamorado de Hide en un inicio y me enorgullecía verlo en Akira.

-          Oye – me susurró mientras volteaba el rostro para observarme un poco – Te quiero Yaa-chan.

Le besé en la frente, él sabía que aquella era mi forma silenciosa de responderle que yo más.