~Sakura
-
De verdad no sé qué es lo que estás haciendo, ¿te
molestaría decírmelo? – Tetsu, mi amigo, me regañaba caminando de un lado para
otro en mi departamento.
-
Intento llevar mi vida como lo hacía antes de ir a
Osaka y conocerlo… eso es lo que hago.
-
Estas escapando de lo que sientes por ese chico. Estas
intentando refugiarte en las promesas que le hiciste a Akane. Sakura, ¡piensa en Akane! La estas engañando –
suspiré. Llevaba escapando de él varios días, había intentado ignorar a Tetsu
con sus insistentes llamadas, pero un día simplemente apareció en mi
departamento junto con Den, otro amigo de los bares que solíamos recurrir. Por
el rostro comprensivo y el silencio de Den, él sabía mi historia.
-
Es complicado… renunciar a Akane es como renunciar al
futuro que siempre quise para mí… Todos mis planes de una familia, de nietos
para mi madre… Toda la estabilidad y calma que siempre he añorado para mi vida
privada va de la mano con Akane, en cambio… si optara por arriesgarme con Hide…
nada es seguro. – permanecí sentado en el sofá observando la lata de cerveza vacía
en la mesa de centro, intentando ignorar la mirada de Den en el sofá de en
frente. Sabía que Tetsu estaba enfadado y por ello estaba de pie.
-
Sakura, es tu decisión, pero como amigo estoy obligado
a decirte que estás siendo egoísta y si sigues así, solo conseguirás que Hyde
te odie y que Akane no te perdone. Porque no importa cuánto quieras forzar tu
relación por el peso de los años que llevas con Akane, tú no la quieres. Encima
tienes sentimientos por otra persona, a quien estás dejando por tus miedos… ¿Qué
hay de los sentimientos de este chico? ¿Has pensado en él? – claro que lo había
hecho. Sabía muy bien que yo no era capaz de hacerlo feliz.
-
Ya basta Tetsu, he tenido un día agotador viajando de
aquí hasta Osaka y luego otra vez hasta acá para ayudar a los chicos a mudarse…
- me excusé para que dejará de presionarme - Además ¿Qué no lo ves? – elevé la
voz sin pensar – Tampoco sé que hacer al respecto, sólo sé que no puedo causarle
daño a Akane dejándola… No puedo…
Suspiró exhausto.
Sabía que me estaba comportando como un
cobarde, pero me sentía en un camino sin salida, no cumplir mis promesas afectaba
a mi propia integridad.
-
No has preguntado por qué Den vino conmigo hoy. – dijo
de pronto haciendo que Den y yo lo miráramos, luego observé a Den con los ojos.
-
¿Den necesita una razón para venir aquí? ¿Desde
cuándo? – Tetsu colocó los ojos en blanco cabreado conmigo por alguna razón.
-
Perdónalo Den, Sakura no deja de mirarse el ombligo
últimamente. – él no respondió, permanecía concentrado, con un rostro afectado
como nunca lo había visto, sólo entonces le tomé el peso a las palabras de
Tetsu. Desde que había vuelto a Tokio no lo había visto o al menos él no había
asistido a nuestras usuales reuniones. ¿Por qué?
-
Haz estado desaparecido.
-
¡Por fin! – aplaudió Tetsu – Den ha estado
desaparecido al igual que Ryo, Sakura. – otro de nuestros amigos – La
razón de ello y la razón por la que le
pedí que viniera es algo que tienen que hablar ustedes, así que si me perdonan,
yo iré a tomar aire fuera. Lo necesito.
-
No entiendo porqué estás tan enfadado – le dije
sincero mirándolo dirigirse a la puerta.
-
Me frustra tu cobardía –me dijo mirándome a los ojos
antes de cerrar la puerta.
-
Esto realmente lo altera – me quejé con Den, no recordaba
algún otro momento en que Tetsu se molestara conmigo. Observé a Den sobándose
las manos nervioso.
– Tú escupe qué te pasa. – alzó una ceja en mi dirección – No creas que por estas inclinaciones homosexuales te trataré con delicadeza – se rió y yo también.
– Tú escupe qué te pasa. – alzó una ceja en mi dirección – No creas que por estas inclinaciones homosexuales te trataré con delicadeza – se rió y yo también.
-
De hecho es justamente por eso por lo que Tetsu me
pidió venir. – me puse de pie y tomé dos cervezas más de la nevera, le tendí
una y abrí la mía.
-
Te escucho.
-
Bueno… la razón por la que desaparecí… junto con Ryo…
- en el momento en que lo nombró noté que claramente ambos no estaban en mis
recuerdos de las últimas reuniones, pero estaba tan sumergido en mis propias
preocupaciones que no había dado en ese hecho. – Tetsu nos vio… besándonos. - sin querer la cerveza se me escapó por la
nariz. – Arg, Sakura, que asco…
Me puse de pie y fui hasta por servilletas
a la cocina, luego volví corriendo y me puse en frente de él, aún de pie sin
sentarme
-
¿Qué fue lo que dijiste? – él suspiró y bajó la mirada,
yo continuaba aún asombrado. Sabía que se llevaban muy bien, pero a ambos los
conocía de años atrás y habíamos compartido bastante como para no percatarme de
que existía algo entre ellos. - ¿Desde cuándo que…?
-
Desde hace un par de meses… - no me miraba. Me senté.
-
Den… lo lamento por mi reacción es sólo que… jamás se
me pasó por la cabeza…
-
Tampoco a mí que tú… - me reí fuerte, nervioso.
-
¿Quién lo diría, eh? ¿Qué tenían las vacunas de
nuestra generación para homosexualizarnos? – Den rió más tranquilo.
-
Idiota…
-
Tranquilo amigo, nadie te está juzgando, cambia esa
cara…
-
Lo sé – tomó un sorbo de cerveza – Pero tal como para
ti es incómodo, también lo es para mí. Desaparecimos por vergüenza, ni Ryo ni
yo queríamos tener que enfrentarnos a Tetsu o a ustedes, pero entonces lo
encontramos por casualidad y sólo nos dijo: “ustedes y Sakura me están
ignorando por la misma razón”, entonces lo escuchamos y nos contó tu historia.
-
Qué bueno es para guardar secretos. – me quejé sin
molestia.
-
Él está realmente comprometido con esto…
-
¿A qué te refieres? – lo miré sin entender.
-
A que está intentando con mucha fuerza ayudar como
puede. También lo hace con nosotros… prometió no contarle nada al resto… - eso realmente
no me sorprendía, al contrario, me había sorprendido que Tetsu le hubiera
contado a ellos lo que me ocurría a mí – Creyó que sería bueno ayudarnos
mutuamente – prosiguió respondiendo a mis pensamientos - Y si me permites opinar con respecto a tu
situación… - me miró esperando autorización, asentí – No creo que tengas opción
Sakura, si realmente lo quieres, sólo estas cavando tu propia tumba casándote
con Akane. – cerré los ojos con pesar – Sólo piénsalo, te casas con ella, le
haces daño a él, el tiempo transcurrirá y probablemente él encontrará a alguien
que sí se atreva a quererlo… y tu tendrás que verlo y callarte tus sentimientos,
tal vez tus celos. Tendrás que llegar a casa para dormir con una mujer a la que
no quieres y tal vez hasta te amarres más a ella con hijos. ¿Qué tipo de
estabilidad es esa? Ni siquiera podríamos llamarle conformismo, es más un
sacrificio que pareces dispuesto a hacer por Akane, pero tampoco es el caso. –
dejó la cerveza en la mesa y se enderezó para darle más seriedad a su respuesta
- No le estás haciendo un favor a Akane si eso es lo que piensas, le estas
quitando la oportunidad de encontrar a alguien que realmente la quiera y eso
Sakura, no tiene perdón. No cuando se hace a conciencia. – tragué saliva. – Ella
se enfadará, sí, claro que lo hará, pero con el tiempo te superará, encontrará
a alguien más y probablemente también deseé tu felicidad.
Sonreí, yo no podía ser tan optimista,
pero si sentí mi mente reaccionar frente a sus palabras, ¿le estaba quitando a
Akane la posibilidad de encontrar a alguien mejor? Tampoco podía hacerle
aquello.
-
Ahora dime algo, ¿realmente te enamoraste? – preguntó
de pronto, lo miré con los ojos un poco más abiertos por la sorpresa, hablar de
aquellas palabras no era precisamente fácil. Arrugué la nariz y asentí, sin
querer dar detalles, sólo eso podía hacer, asumir a regañadientes que pensaba
más en él de lo que mi voluntad quería. Den rodeó la mesa y se sentó junto a
mí, no volteé a mirarlo sólo lo escuché – Sakura, Tetsu y yo nos enteramos que
el chico sufrió un ataque y Oishi lo recogió en muy malas condiciones, todos lo
comentaban hoy – lo miré sorprendido, probablemente el mismo Oishi fuera quien
dejó correr el rumor - ¿Cómo te sentiste con eso? – su pregunta me hizo sentir
frio, recordé el momento en que Tetsuya me llamó para contarme lo sucedido y
pedirme que lo acompañara, cómo me desesperé por verlo cuanto antes y
asegurarme de que estaba bien, no quería volver a sentirme de aquella manera.
-
Nunca sentí tanta angustia antes, tenía pánico de que
le hubiera sucedido algo peor… - me
apoyé en el respaldo del sillón con los ojos cerrados, permitiéndole a mi amigo
verme sin la fachada de seguridad que solía llevar – Sentí culpa por no haber
estado allí con él, por no haberlo defendido… por haber dejado que Oishi fuera
quien lo cuidara… Oishi, que es la persona menos confiable en su entorno. Sobre
todo me sentí asqueroso cuando me impidió tocarlo, me hizo sentir que lo había
dañado… cada vez que pienso en eso… me duele el pecho. Nunca había tenido estos
sentimientos y no sé cómo manejarlos, a ratos siento que sólo actuó sin pensar
y yo no soy así…
-
¿No eres así o más bien, él te hace ser un Sakura más…
pasional? – lo miré insinuantemente, él me dio un golpe en el brazo – No hablo
de sexo idiota, hablo de que tal vez su presencia te haga bajar la guardia y el
Sakura que eres con él, es quien realmente eres. Sé que suena cursi, pero me
sucedía lo mismo… me di cuenta de que soy otra persona cuando estoy con Ryo y
eso es porque él me hace actuar como si no tuviera que defenderme de nada y ese es un yo que no
conocía y sólo existe cuando… estoy... con… él – dijo avergonzado las últimas
palabras, cada vez bajando más el tono, lo miré enternecido.
-
Eso es lo más gay que he escuchado – ambos nos reímos
fuerte. – Por más que lo intento no
logro hacerme la idea de ustedes dos… -
volví a recibir un golpe en el costado de su parte.
-
No nos imagines sucia rata – me reí.
-
Oye… - Den se recargó en el sofá al igual que yo, nos
miramos a los ojos unos momentos. Tenía confianza en él, era un amigo de
aquellos con los que podías discutir cualquier cosa, una persona de buenas
intenciones, sencillamente inofensivo. – Hay algo que quiero saber y no me
atreveré a preguntar cuando este Tetsu aquí.
-
¿Qué es?
-
¿Cómo es que ustedes…? - moví la mano intentando
explicarme pero no lo logré, sin embargo la mente de alcantarilla de Den me
entendió.
-
¿Tú me estas preguntando a mí por sexo? – me reí
avergonzado.
-
Nunca he estado con un hombre Den…
-
Tantas chicas que he escuchado hablar bien de tus
dotes, y tu aquí, ansiando traseros masculinos – volví a reír – Pues no es muy
diferente para quien la mete – comentó con ligereza – Pero para quien lo recibe
si…
-
¿Y qué haces tú? – me reí y lo miré sonriente, vi su
cara colocarse de un rojo intenso.
-
Hijo de… te ríes de mí. – volteó su rostro mientras yo
me reía fuerte. Sabía que por nada del mundo Ryo sería el pasivo.
-
Lo que quiero saber es precisamente lo que tú me
puedes contestar – pregunté más serio – Imagino que debe ser doloroso… y eso es
lo que quiero evitar… - de pronto un movimiento me hizo desviar la mirada,
Tetsu nos miraba con los ojos muy abiertos desde la puerta. Me sonrojé de
inmediato.
-
¿Me fui diez minutos y ya están hablando de sexo? ¡Qué
asquerosos son! - su voz fingía falso horror,
Den y yo reímos más nerviosos que divertidos – Sakurazawa, trae una cerveza
para mí buen hombre, esto no me lo quiero perder.
-
No puede ser… - se quejó Den tapándose los ojos con
una mano mientras yo iba a la nevera.
-
Tranquilo Den, que de todas formas imagino que él que
se debe limpiar las rodillas después eres tú.
-
Tetsu… - lo regañé.
-
No es como ustedes creen…
-
¿Ah? – Tetsu lo miró a los ojos desde el sofá de en
frente, Den estaba muy incómodo. - ¿Me estás diciendo que Ryo es el pasivo?
-
No… pero…
-
¿Pero?
-
Ten – le tendí la cerveza a Tetsu y en lo que la
tomaba de mis manos le hice una mueca enfadada a escondidas de los ojos de Den.
Él sin entender, simuló un “¿Qué?” con los labios, pero sin dejar salir la voz.
¿No se daba cuenta de la incomodidad de Den realmente?
-
Nuestra relación es más dinámica…
-
¿Qué quiere decir eso? ¿Qué hacen el kamasutra? – me ahogué con mi cerveza y comencé a toser.
Entre las risas mías y las de Tetsu, Den comenzó a tener el rostro rojo. Temí
que pasáramos el límite.
-
Que en una relación de hombre a mujer… suele ser la
mujer la que se preocupa más por darle placer al hombre, ¿no? – asentimos, si
bien no era algo con lo que me sintiera representado sabía que era lo usual. –
Bueno, con Ryo es algo más… mutuo…
-
No estoy entendiendo – dijo Tetsu algo indignado,
esperando más claridad. Yo suspiré.
-
Está diciendo que no es el único que tiene que
limpiarse las rodillas. – le expliqué con un tono condescendiente, Tetsu colocó
una mueca de asco.
-
Diablos, no sé cómo sentirme al respecto – dijo de
pronto con la mirada pensativa, Den me miró y yo solté una risa.
-
Tendrás que tenerle paciencia – le pedí.
-
Sé que tú me entiendes – me dijo de pronto, haciéndome
sentir incómodo – Aunque decirlo en voz alta hace que suene hasta grosero, la
verdad no considero que lo sea… es sólo sexo en pareja, eso nunca ha sido algo
“limpio” de todas maneras. Lo que pasa es que tú… – le dijo a Tetsu - Nunca has
sido de los que consiente a sus parejas, está acostumbrado a que todo se lo
hagan a él. Sakura no es tan egoísta por eso me debe entender.
-
¿Por qué me atacas?
- se indignó el otro. Coloqué los ojos en blanco, yo quería saber otras
cosas.
-
¿Tienes algún consejo para que sea menos doloroso?
-
Carajos Sakura, que directo. – Tetsu estaba realmente
divertido con la situación, le lancé un cojín en la cabeza, sólo se rió y se
acostó con ella a lo largo del sofá mientras miraba a Den con atención, él por
su lado intentó ignorarlo.
-
Hum, tienes que lubricar bastante… más de lo que
puedes hacer con la saliva…
-
Oh… ¿Sakura tendrá que ir a comprar a esas tiendas que
venden látigos y esas cosas? Eso quiero verlo… - puse mala cara. Den me observó
y se puso de pie, fue hasta su mochila que descansaba junto al sofá y sacó un
frasco que parecía ser crema. Tetsu y yo lo miramos.
-
Ten esto, lo compré hoy está nuevo… No es gratis,
deberás pagármelo, pero al menos te ahorraras el entrar a comprar a esos
lugares…
-
¿Esto qué es? – leí el frasco, decía “lubricante anal”.
No sé qué cara coloqué que Tetsu y Den comenzaron a reír.
-
Ese es el mundo en el que acabas de entrar, Sakura. –
Tetsu continuaba riéndose.
-
Bienvenido al lado oscuro – dijo Den volviendo a tomar
su posición.
-
Y bien oscuro…
-
Ya cállense – les pedí – ¿Esto cómo se usa?
-
De la misma manera en la que lubricas con la saliva
pero puedes colocar más, la zona es seca… por lo que es necesario usar
bastante… sobre todo si el chico nunca antes lo ha hecho. Colócalo en tus dedos
y luego…
-
¡Aaaaaaaaaaaaaaaah! – gritó Tetsu para no escuchar. Di
un salto del susto y por ello volví a lanzarle un cojín.
-
Luego explora – prefirió decir, yo sólo asentí con
bastante miedo al imaginarme el momento, si es que ocurría – Lo otro que debes
considerar es la posición.
-
¡Aaaaaaaaaaaaaaaah!
-
En general le
va a ser doloroso de todas maneras, así que tú piensa en cualquiera que no lo
estreche demás.
-
¿De perrito? – intervino Tetsu
-
Si, puede ser esa.
-
Ow Sakura, de perrito, perrito, perrito – repitió
moviendo la lengua de manera insinuante. Me cambie al sofá de en frente, busqué el cojín y comencé a golpearlo
repetidas veces sin mucha fuerza.
-
Cállate Tetsu, maldito degenerado.
-
¡Me ataca el perro! ¡Perrito sentado, sentado! –
gritaba mientras lo golpeaba una y otra vez. Den tomó el otro cojín y comenzó a
golpearlo también - ¡No! ¡Ayuuuuda!
-
¡Cállate que los vecinos llamaran a la policía! –
alcancé a decirle antes de que Den riendo le colocara la almohada en la cara
para callarlo.
Por la tarde me quedé solo tendido en la
cama observando el lubricante que Den me había dado, opté por meterlo en la
mochila por miedo a que alguna visita inesperada pudiera verlo. No me lograba
calmar, no dejaba de pensar en él, no sentía la mente mucho más clara pero sí
mis emociones, reconocía que era lo que sentía, el problema era qué acciones
debía tomar al respecto.
-
No vale la pena torturarme tanto si no sé si él aún
está dispuesto a… quererme… - suspiré. Luego pensé en Akane, pero Den tenía
razón, yo no le hacía un favor amarrándola a mí.
Necesitaba saber la respuesta de Hide, o
al menos necesitaba saber si aún tenía interés en mí.
Aunque se supone que debía ir por él para
ayudarlo a mudarse al día siguiente, pensé en que sería de más ayuda si lo
ayudaba a empacar, o al menos eso me dije como excusa para poder tener una
respuesta lo antes posible, sabía que de lo contrario no dormiría por la noche.
Tomé mi mochila y me metí en el camión. Como en todos mis impulsos, no me
permití analizar. Simplemente coloqué música bastante fuerte y conduje por la
carretera mientras mi cabeza no dejaba de planear qué le diría, aunque nada
sonaba bien en mi mente, mucho menos cuando lo repetía en voz alta.
-
Sólo espero no ponerme tan nervioso que no pueda
controlarme – me supliqué a mi mismo siendo consciente de mi falta de control
cuando estaba con él. Luego recordé su
actitud conmigo cuando estaba en casa de Oishi lastimado – Probablemente ni
siquiera me quiera escuchar.
El viaje que usualmente era largo, no se
sintió de aquella manera mientras pensaba y analizaba cuestiones en mi cabeza.
La carretera con pocos automóviles por la hora aligeró más aún el viaje. A
pesar de un par de dificultades en donde di un par de vueltas perdido por las
afuera de la ciudad, llegué a las calles familiares cercanas a la casa de Hide
alrededor de las ocho de la noche.
Me bajé del camión con prisa a dos calles
de su casa, sin darme tiempo para arrepentimientos, debía dejar el camión
estacionado allí para que no molestara en la estrecha calle camino a su casa.
Caminé con algo de prisa, cuando para mi sorpresa me encontré de frente con el
ex baterista de la banda, Pero.
-
¿Llevas prisa? – me preguntó mirándome con curiosidad.
Su voz sonaba diferente a como la recordaba, nada de agradable, más bien… seca.
-
Si, ¿necesitas algo?
-
Si, sólo te quitaré un momento. Supongo que podemos
caminar a casa de Hide juntos, asumo que hacia allá vas. – asentí, no me daba
buena espina él, pero sabía que era a causa de mis celos y de su actitud en ese
momento diferente conmigo a la que le había visto con Hide. – Tengo que
llevarle esta ropa a él, nos bañamos juntos en el lago hace algunos días y debí
prestarle ropa luego de eso – levantó los hombros restándole importancia al
asunto, pero su relato hizo que mi estómago se apretara.
-
¿Qué relación tienes con él? – mi tono sonó más
agresivo de lo que quise.
-
Somos buenos amigos. – respondió de inmediato
caminando a pasos calmados y firmes, me costó llevarle el ritmo con mi ansiedad
– Sé que eres un buen baterista, he escuchado a los chicos hablar sobre ti –
levanté una ceja, adulaciones era lo que menos me esperaba en ese momento – Pero
no porque seas bueno para la banda eres bueno para Hide.
-
Tu opinión no es algo que me quite el sueño – le dije
relajado metiendo mis manos en mis bolsillos, él estaba serio, se notaba que
era un chico más maduro, tampoco pretendía alterarse con la discusión y eso era
notorio para mí.
-
Yo sé que le gustas, y tampoco es muy difícil saber
que también él te importa – fruncí el ceño, casi no lo conocía, me preocupaba
lo obvio que estaba siendo - Pero aquel día en que lo vi mal no fue difícil darme
cuenta que tú eras la razón, así que te voy a pedir un favor… ahora que te veo
y pareces no ser un tipo tan irracional como creí en un comienzo, te pido que
consideres que Hide no confía fácilmente en la gente, pero por algún motivo
confió en ti, así que espero que puedas hacerte cargo de ello. – su voz firme
me hizo responder su mirada. ¿Qué le podía decir? ¿Qué estaba intentando lidiar
con ello? Parte de mí notó un aprecio sobre protector en él hacía Hide, que no
me permitía ver con agrado a Pero. De pronto soltó una carcajada amarga, - Iré
a dejarle esto, espera tu turno. – dijo antes de caminar lo que faltaba de
cuadra con prisa y acercarse a la puerta de Hide, lo miré algo confundido.
“Mi turno”, suspiré a medida que me
colocaba nervioso, esperaría a que él se fuera por miedo a que Hide no quisiera
hablar conmigo y se escapara de mí refugiándose en su visita.
Caminé lentamente hasta la casa, lo vi en
la puerta sonriéndole a Pero, llevaba aquel suéter blanco enorme que le cubría
hasta casi las rodillas, y de pronto lo vi jalar a Pero hasta él y lo abrazó con
fuerza. Se me apretó el estómago. Una apuñalada de celos y un revolcón de
emociones desagradables me sorprendieron a mí mismo, me quedé de pie
observándolos y me negué a avanzar más, de todas maneras ya había entrado
dentro de su visual, podía verme en cualquier momento. Respiré profundamente
intentando controlar las dudas, temí con fuerza que yo ya no le interesara. ¿Qué
haría si ese fuera el caso? Lo peor es que sentía que lo merecía. Le sonrió
cuando se alejó, no pude ver la expresión de Pero, sin embargo sólo viendo su
silueta intuí que no le sorprendía el abrazo,
me sentía tan celoso que debí encender un cigarrillo para distraerme un
poco y despegar la mirada o temía sólo aparecer entre ellos para separarlos
estúpidamente, pensé en que no soportaría ver más de ello… si ellos tuvieran
realmente una relación o simplemente Hide la tuviera con otra persona, no sería
capaz de ignorarlo. Movió la mano y lo despidió, Pero se alejó de él y se giró
hacia mí con una mirada vacía, luego miró a Hide y se fue caminando lentamente
y volviendo a mirarlo a él un par de veces más. Cuando despegué la vista del
chico con melena, noté que Hide ya me había visto. Sus ojos pasaron de la sorpresa a la
curiosidad, yo dudé de si acercarme, me sentí patético. De pronto la idea de
disculparme no me pareció tan simple.
-
Sé que no quieres verme… - le susurré en cuanto estuve
lo suficientemente cerca como para que me escuchara – pero… yo… necesito… - lo
miré complicado, él mantenía su mirada fija en mí, sus ojos solían tener una
expresión distinta cuando se posaban en mí o tal vez mi ego así lo sentía. Él
suspiró visiblemente y abrió la puerta permitiéndome entrar, pasé junto a su
pequeño cuerpo y entré en la ya tan conocida casa.
Sin percatarme choqué con un par de cajas
porque mis nervios me impidieron prestarle atención al suelo, pero estaba tan
concentrado que no miré si había roto algo. Sólo podía mirarlo a él.
Sus ojos curiosos y preocupados me
hicieron notar que debía lucir fatal, suspiré para intentar sacar lo que debía
decir pero no salió. Disculparme era tan poco usual en mí que no sabía cómo hacerlo
cuando me observaban tan detenidamente como Hide lo hacía.
-
Bien yo… - suspiré, recordé su abrazo con Pero y
aquello me dio la fuerza, de solo pensar en que podría repetirse incontables
veces si al menos no me disculpaba fue suficiente – Necesito pedirte una
disculpa por todo lo que ha pasado – solté de golpe, observé una caja
detenidamente para evitar sus ojos, sin querer mi voz perdió volumen a medida
que reconocía mis errores – Por alejarme, por… dejarte… Yo… he intentado
ignorar mis sentimientos por ti y ser feliz con Akane, realmente lo intenté
pero… es como si fuera incapaz de ser yo mismo con nadie más que contigo, añoro
tu compañía más que la de nadie… Te extraño Hide… te extraño mucho – cerré los
ojos al admitir lo último. Jamás había necesitado de nadie, en ningún sentido,
pero lo necesitaba a él. Tragándome la vergüenza me atreví a mirarlo y lo vi
negar, lo último que me faltaba era que no me creyera – Hide… - le pedí en una
súplica, él se alejó de mí de forma instintiva, su rechazó dolió. – Tampoco sé qué
es lo que hago… - intenté explicarle para que me comprendiera, intentando ser
sincero y que notara que mis palabras eran ciertas – Desde que te conocí que me
he sentido así, me equivoco a cada momento, es como si no importa qué haga o qué
decida, siempre te lastimaré a ti o a los demás… he vivido con ese sentimiento
desde que te conocí y desde que… - tragué saliva, ya estaba, lo diría y me
marcharía de allí con el corazón herido, pero debía decirlo – Me enamoré de ti.
Mi voz en susurro hizo que sus ojos se
plantaran en mí, curiosos y exigentes. Entendí qué preguntaba con la mirada.
-
Si… eso dije… - le sonreí apenado, incluso en ese
momento en que no me creía, sentía que la conexión entre los dos era
palpable. No hacían falta sus palabras, estuve
seguro de que tampoco las mías. La mirada de Hide cambió, estuve seguro de que
me creyó cuando vi aquellos ojos aceptar mis palabras con anhelo. Me acerqué a
él y tomé sus manos sin atreverme a mirarlo a los ojos, si me rechazaba no
quería saberlo, necesitaba un poco de su tacto y sentirlo cerca aunque fueran
un par de segundos, observé sus labios e impulsivamente lo acerqué sin pensar.
No supe si cerré los ojos en el momento o antes, pero saboreé su aliento un par
de segundos antes de besarlo con una delicadeza que desconocía de mi mismo, a
pesar de que mi beso fue suave, sentí la conexión entre los dos como si algo me
empujara hacía él y estuve seguro de que era mutuo en el instante en que Hide
tomó mi rostro y profundizó el beso, exigiéndome hacerme cargo de mis palabras,
y en resumen, quererlo. Sentí su lengua ser insistente en las caricias, no
permitiéndome tomar el rumbo del beso. En mitad de mi lucha por ello me quedé
sin aire y necesite alejarme un poco, cuando abrí los ojos el sonreía levemente,
me sentí mareado tal vez por la falta de aire, parte de mí cuerpo estaba
asustado por la dependencia que sentía hacía Hide, el concepto de amor que
siempre defendí tembló en mi subconsciente y quise alejarme un poco para
aclarar mis ideas. Me sentía un poco ahogado.
-
Yo, creo que… debo irme – volteé hacía la puerta
sintiéndome aún mareado. Caminé lento y algo dudoso por miedo a caer, abrí la
puerta con dificultad agradeciendo el aire frio que me impactó en el rostro.
-
Sakura… – me llamó de repente, me petrifiqué. Dudé de
si realmente lo había escuchado o me lo había imaginado, pero su voz se había
grabado en mi mente con bastante fuerza, era la primera vez que la oía de
aquella manera y sobre todo, diciendo mi nombre. Volteé a mirarlo sorprendido y
con la boca abierta, él no entendió el por qué hasta que de pronto se dio
cuenta y se tapó la boca de golpe.
-
Hide… hablaste… - su ojos estaban realmente asustados
y parecían estar aún más alarmados a medida que procesaba lo que había hecho –
Oye… está bien, tranquilo –aún sin creer lo que estaba sucediendo, debía
tranquilizarlo, olvidé que necesitaba aire y cerré la puerta para acercarme a
él. Iba a colocar mi mano en su hombro pero la aparto con los ojos asustadizos,
como si fuera un pequeño gatito. Me dio la espalda y subió con prisa a su
habitación, escuché la puerta cerrarse.
Me quedé allí,
sin saber qué hacer y sin terminar de entender qué estaba sucediendo;
“¿Por qué ahora?” me pregunté, queriendo escuchar la respuesta de Hide, aunque
probablemente él se preguntara lo mismo.
Sin pensar mucho más, subí las escaleras con Samurai
siguiendo mis pasos.
Abrí la puerta de un tirón, no iba a golpear y lo vi
en la cama escribiendo frenético en una libreta al parecer nueva, mientras la
única luz en la habitación era la de la lámpara junto a la cama, temblaba, como
si estuviera realmente asustado. La visual me generó bastante angustia. ¿Cómo
tranquilizarlo? Parte de mi mente me dijo que su reacción era por haberse
escuchado, que le tenía miedo a su propia voz, por lo que me propuse con toda
la fuerza de la que fui capaz ignorar el enorme hecho de que le había escuchado
la voz para quitarle importancia a su miedo.
Se puso de pie y me mostró lo que había escrito, sus
manos temblaban por lo que debí concentrarme para leer.
“No te creas tan importante porque dije tu nombre”, noté sus palabras escritas con rabia y también
las lágrimas en sus ojos, volvió a escribir tembloroso.
“¿No que te ibas?”, lo miré en cuanto leí su pregunta,
su postura y las lágrimas que amenazaban con escapársele me hicieron notar que
se estaba protegiendo. Miré en sus ojos lo dañado que se sentía por mis
actitudes y mis acciones, me lamenté.
No volvería a hacerlo pasar por aquello, de sólo
pensar en su voz diciendo mi nombre tenía ganas de sonreír como idiota, sabía
que jamás había tenido ese sentimiento por nadie y ya había dimensionado el
nivel de este, no podía con él.
Me acerqué a Hide ignorando su postura y sus manos que
quisieron empujarme con debilidad, tomé su rostro y lo besé, de la misma manera
en que lo había besado junto a la puerta, hasta quedarme sin aire. No me separé
de sus labios, no podía, lo quería, y afortunadamente él respondió de la misma
manera, con necesidad. Sin darme cuenta lo empujé lentamente mientras recargaba
mi cuerpo en él, caímos a la cama con suavidad y solo ahí me alejé un poco de
él y me escondí en su cuello mientras recobraba el aliento. Podía ver su pecho
agitado y cuando aún creí que estaba molesto, sentí sus dedos enredarse en mi
cabello, dando un par de caricias amables, cerré los ojos.
-
Sé que soy un desastre, pero... ¿te quedarías conmigo? – susurré con la
voz más dulce que pude, necesitaba un sí de su parte. Levanté el rostro para
observar sus ojos, estaba impresionado por mi pregunta, tenía huellas de lágrimas
en las pestañas. Lentamente se sentó haciendo que yo me sentara junto a él,
tomó la libreta.
“¿A qué te refieres con “quedarme contigo”?”,
escribió.
Carraspeé, ¿debía ser más claro?
-
A que… esto… - explicar lo que quería era realmente difícil y vergonzoso
– A que me cuides y me permitas cuidarte… - susurré sin mirarlo.
“¿Cómo una pareja?”
Leí un par de veces la pregunta, era exactamente lo
que quería. Tenerlo para mí, pero no me había atrevido a preguntar aquello… no
me sentía capaz ni creía merecer un sí de su parte; “pareja” sonaba demasiado
estable para lo que creía merecer.
Él al ver mi duda, escribió:
“¿Te refieres a cuidarnos como amigos?”
-
No, no… a cuidarnos como una pareja – acepté con algo de miedo en la
voz. “Por favor no me rechaces”, supliqué en mi mente.
“¿Y Akane? ¿Y tu matrimonio?”
Vi su rostro preocupado y al mismo tiempo exigente, ya
no se guardaba sus miedos, me los reclamaba. Sonreí con algo tristeza y retiré
un mechón de cabello que le cubría la boca y lo ordené detrás de su oreja.
-
Se acabó en el momento en que decidí venir aquí. Se acabó… no puedo
mantener más aquella mentira, ni tú ni ella lo merecen… He sido un imbécil… -
agaché el rostro, no sabía si volver a disculparme. En cuanto levanté el rostro,
Hide estampó con fuerza sus labios en los míos jalándome hacía atrás,
recostándose sobre mí y dejándome bastante sorprendido con ello.
Su lengua suave recorrió el interior de mi boca con
desesperación mientras se sentaba sobre mí con una pierna a cada lado, por
instinto mis manos se colocaron en su cintura mientras el beso continuaba y
pedía más. Debí alejarme un poco para tomar aire, pero Hide me besó las
mejillas y se quedó inmóvil, escondiendo el rostro en mi pecho. Intenté
calmarme respirando profundamente, pero la sorpresa y el éxtasis que me invadió
cuando sentí el roce de su cuerpo era difícil de controlar.
-
Sakura - su voz suave me hizo buscar su rostro escondido, sonreí. Su voz
era diferente a como me la había imaginado, aún así sonaba infantil, suave y
nada femenina, me gustaba.
-
¿Si?
-
Sakura – volvió a repetir abrazándose a mi cintura con cierto anhelo. Al
parecer no le era fácil usar otras palabras, acaricié su cabello como él lo
había hecho conmigo. Nos quedamos allí quietos.
-
Gracias… por decir mi nombre – susurré bajito sintiendo más dulzura de
la usual en su compañía, él estiró la mano y escribió algo en la libreta aún
escondiendo su rostro como podía, nuevamente me la mostró escondiendo sus ojos
detrás de ella.
“Sí, quiero cuidarte y quiero que me cuides.”
Le sonreí y él me devolvió la sonrisa.
Me incliné, le quité la libreta y lo besé, ya no me
contendría, ya no quería. Enredé mis dedos en su cabellera y comencé a recorrer
su boca con mi lengua, luego sus labios y continué depositando besos suaves en
su rostro, en ambas mejillas, en su frente y la punta de su nariz mientras lo
sentí sonreír, luego bajé a su mentón. Lo miré sintiéndome extasiado por el
olor de su piel, sus mejillas sonrojadas me recordaron lo que se sentía estar
con él, aquella ternura que me despertaba y me hacía querer cuidarlo hasta de
mí mismo.
Volví a besarlo, esta vez con un poco de fuerza,
recostándolo por debajo de mí, besé su cuello y sus hombros.
-
Mm… - se le escapó – Sakura – volvió a decir, haciéndome mirarlo a los
ojos.
-
¿Sí? – él me miró fijamente pestañando con un poco de timidez, sus
mejillas ardían en calor. Colocó su mano en el botón de mi pantalón y luego me
miró, esperando mi consentimiento, decir que estaba sorprendido era quedarse
corto, pero me hacía feliz sentirlo sincronizado a mí - ¿Quieres… tocarme?
Asintió lentamente, apretando los labios nervioso.
Ahogué una carcajada.
“Maldita sea, claro que puedes”, pensé con alegría en
mi mente, recordando todas las veces en que imaginé el roce de sus manos sobre
mí.
-
Claro que puedes… - resumí para él, pero no quería moverme de donde
estaba, volví a besarlo desde mi posición. Me devolvió el beso de buenas ganas,
pero ansioso por tocarme, me empujó hasta quedar sobre mí y no separó sus
labios de los míos mientras una de sus manos se metía por debajo de mi playera.
Me contuve de cualquier cosa que quisiera decir por culpa de la excitación que
sentía, me avergonzaba que me viera afectado con tan poco. Subió la mano por mi
abdomen hasta llegar a mi pecho y tocar un poco allí, le dio especial atención
a acariciar mis pezones por debajo de la ropa, lo que no pasó desapercibido
para mí, probablemente le gustara el tacto en ellos. Levantó mi playera
indicando que quería que me la quitara, lo hice sonriente observándolo a cada
segundo. Al deslizar su mano para bajar por mi piel me causó cosquillas
haciéndome dar un pequeño saltito, sentí la vibración de su risa en mi boca. No
solía dar ese poder sobre mí, a pesar de que me gustaba que me tocasen, pero me
solía invadir más de lo que me agradaba, sin embargo mi confianza en Hide y su
disfrute de él al hacerlo me hacía disfrutar de una manera que desconocía. Me
gustaba ser observador de sus descubrimientos y sus primeras veces.
Desabrochó el botón de mi pantalón y bajó la bragueta
mirándome a los ojos, sus manos temblaban levemente pero veía en él que
intentaba contener sus nervios. En cuanto abrió mi pantalón fue consciente de
mi erección, abrió un poco la boca de la sorpresa, sonreí. Afortunadamente si
había algo de mi cuerpo que me causara seguridad, era justamente aquella zona.
Tragó saliva mientras sus dedos tímidos tocaban sobre la ropa, parecía no saber
cómo continuar.
-
¿Puedo quitarme la ropa? Me aprieta – dije de forma juguetona en un tono
ronco por la excitación, él asintió. Levanté un poco la cadera y me bajé los
pantalones junto con los calzoncillos, Hide los tiró por mis piernas hasta
quitarlos por completo junto a mis calcetines. Se quedó mirando fijamente mi
entrepierna, sin darse cuenta mordió su labio, haciéndome excitarme aún más.
¿Cómo podía parecer tan inocente aún en aquella situación?
Sus dedos titubearon sobre la zona, la suave luz de la
lámpara me permitieron apreciar cada uno de sus gestos mientras me tocaba, y abrió
ligeramente su boca mientras respiraba concentrado observando probablemente
pensando en qué hacer. Se mordió el
labio una vez más mientras tomó mi entrepierna con su pequeña mano, parecía sorprendido
por la dureza. Sólo allí una parte de mí me dijo que debía avergonzarme por
excitarme tanto si a penas me tocaba, pero la ignoré. Valía la pena mostrar los
efectos que tenía en mí si la paga era ver su rostro en aquel instante.
-
Muévela así… - le susurré guiándolo, colocando mi mano sobre la suya con
firmeza para que presionara con confianza mi erección, sentí sus dedos
intentándolo solo y debí cerrar los ojos, no era tan hábil pero la visual era
más que suficiente. Comenzó a masturbarme imitando mis movimientos, presionando
con fuerza de arriba hacia abajo, cubrí mi rostro con mis brazos mientras lo
sentía juguetear. Con la otra mano acarició mis testículos y no fui muy
consciente del momento en que incliné las caderas perdido en sus caricias.
Aprendía rápido. Presionó con más fuerza haciéndome reaccionar al ritmo
constante que no detuvo – Mm…
El ritmo constante hizo que mi cuerpo se tensara,
cerré las manos en puño mientras aún me cubría la cara con los brazos, entonces
el calor me invadió de golpe cuando se metió mi entrepierna a la boca para
chupar con fuerza.
-
Mierda – destapé mi rostro y lo miré sorprendido, él no paró a pesar de
haberme escuchado, tampoco abrió los ojos para mirarme, el cabello le caía por
ambos lados del rostro mientras su boca envolvía mi erección, sentí mis
mejillas acaloradas y no pude dejar de mirarlo. Permanecí medio sentado para no
perderme detalle de su trabajo en mí.
Abrió los ojos para observar su objetivo intentando
escapar de mi mirada, lamió con la punta de la lengua desde la base hasta la
punta, mientras su otra mano acariciaba mi abdomen, sus dedos tiernos tocaban
con cierta ternura los vellos del lugar como si cada una de sus manos tuviera
un punto de concentración distinto. Sabía que le picaba la curiosidad el tacto,
pero no me imaginé disfrutar tanto de aquel detalle.
Sentí la humedad propia mientras Hide alternaba sus
lamidas con pequeños roces de su boca, como si besara con la comisura de los
labios la textura exterior de mi entrepierna. Para ser alguien que no sabía
nada sobre sexo, me tenía aturdido.
Volvió a introducirlo en su boca hasta el fondo de su
garganta y volví a recostarme en la cama, esta vez sin cubrirme el rosto a
sabiendas que no me quedaba mucho por terminar, podía sentir la tensión en los
músculos de mis piernas a medida que el chupaba con fuerza una y otra y otra
vez.
-
Aaaaah…
Chupó con fuerza la punta de mi erección y volvió a
embestirme con la boca, haciendo que me arqueara hacía él nuevamente. Levanté
el rostro para mirarlo y noté que me observaba, sus ojos destellaban un brillo
diferente por la excitación, lamió la punta con sus ojos en los míos. Yo apreté
los dientes.
Aceleró el ritmo concentrándose nuevamente en su
tarea, me sentí temblar, la verdad era que no solía descontrolarme tanto ni el
sexo mismo, mis propias reacciones me impresionaban. Jamás imaginé que la experiencia
con un hombre me sería tan distinta. Hide empujó cada vez más hondo en su
garganta, saboreando con fuertes lamidas cuando llegaba a la punta de mi
erección, sabía que sólo era cuestión de segundos para perderme del todo.
-
Hide… detente si no quieres que acabe en tu boca… - jadeé avergonzado de
mi tono de voz. Él sonreía con mi erección en su boca, y volvió a embestir. Eso
es todo, entendí el mensaje.
Cerré los ojos perdiéndome a medida que continuaba avanzando,
mis manos se fueron a su cabello e inconscientemente lo guíe en el ritmo que
necesitaba, el gimió causando una vibración en mi entrepierna y fue aquello lo
que me hizo llegar al límite arqueándome hacía él.
-
Aaaaah… - me quedé inmóvil mientras el líquido salía de mí,
sorprendiéndome a mi mismo por la cantidad. Lo observé como pude mientras los
temblores me invadían, se lo tragó rápidamente y lamió lo poco que quedó de él
y que había caído sobre mi muslo. Antes de soltarme del todo dio una última
lamida en la punta rozando los dientes, triunfante con una pequeña sonrisa.
Lo miré anonadado mientras la respiración acelerada y
el sonido de mis propios latidos resonaban en mis oídos. Se removió
acomodándose hasta recostarse junto a mí y observarme divertido.
Lo miré con ojos dulces, lo quería.
Colocó la palma de su mano en mi mejilla, de forma
curiosa.
-
También me ruborizo – admití divertido mientras le leía los ojos. Se
acercó para besarme pero me alejé en cuanto mi lengua acarició la suya – Mmg,
mi sabor no es muy agradable.
Él se rió y tomó la libreta que estaba a los pies de
la cama.
“Es un manjar de los dioses”.
Leí dos veces, estando seguro de que había aumentado
el rubor en mis mejillas.
-
¡Hide! – me reí avergonzado, él también rió fuerte. Se abrazó a mi
cuerpo desnudo mientras aún reía, podía sentirlo aliviado y podía sentirme a mi
mismo feliz. Su dedo jugueteó con los músculos de mi abdomen hasta llegar a los
vellos debajo de mi ombligo, los acarició. Volvió a levantarse y escribió algo
dejándolo allí sin mostrármelo, por lo que yo tomé la libreta ya con la
respiración más recuperada.
“Tu cuerpo es perfecto”, decía.
-
No lo es… - respondí sincero – Pero agradezco que te guste.
Me sonrió.
Nos quedamos por largos minutos en la cama hasta que
el frio me hizo recoger mis ropas, le insistí en que se lavara las manos y los
dientes aunque el divertido se negaba, disfrutaba avergonzarme tanto como a mí
me divertía hacerlo con él. Era reconfortante verlo actuar con más confianza en
mi compañía.
-
¿Y si pedimos comida a domicilio? – le pregunté mientras lo ayudaba a
empacar los adornos de las paredes, asintió. - ¿Qué te gustaría pedir?
Escribió:
“Curry”.
-
Curry entonces. – fui hasta la nevera en donde Hide tenía anotado un
sinfín de números telefónicos entre ellos varios papeles con propaganda de comida
a domicilio, me pregunté si realmente habría llamado alguna vez, porque no
lograba entender cómo habría hecho el pedido sin hablar – No entiendo para qué
tienes tantos números – le reclamé mientras elegía a cuál llamar en frente del
teléfono - ¿Alguna recomendación? – pregunté, él dejó lo que hacía ordenando
cajas y revisó los números, eligió uno de ellos, el restaurante tenía un dibujo
de un tarro de arroz feliz. – Original – dije, él me observó curioso - ¿Cómo es
que llamas para pedir comida?
“Pero lo hacía” escribió levantando los hombros para
restarle importancia.
-
Ah – no dije nada más, mis celos pellizcaron. Marqué el número sin
mirarlo.
“¿Estas molesto?”, pareció dudar de si mostrarme la
libreta o no, negué con la cabeza fingiendo concentración en la llamada.
Mientras realizaba el pedido Hide me miraba con
atención, apoyaba su rostro en su mano, sus labios jugueteaban haciendo gestos
y expresiones para hacerme reír, me llamaba profundamente la atención como
aquellos detalles infantiles que usualmente me parecerían molestos en alguien,
me sacaban sonrisas.
Cuando corté la llamada volví a mi trabajo ordenando
los adornos en las cajas. Hide me observó ladeando la cabeza, escribió algo y
me lanzó la libreta, ésta cayó a mi lado y se abrió en la hoja que tenía el
lápiz sujetándola.
“¿Por qué te molesta que hable de Pero?”
-
No me molesta – mentí, él soltó una carcajada – Está bien… si, me
molesta. No me simpatiza – caminó hasta mí y se sentó en mi regazo abrazándome
como un especie de consuelo.
-
Sakura – susurró, cerré los ojos, disfrutaba tanto escucharlo – Sakura –
dijo de nuevo mientras su dedo acarició el dorso mi mano que descansaba en su
pierna. – Sakura celoso. – dijo de pronto, me quedé quieto preguntándome si lo
había escuchado bien. Solté una risa fuerte.
-
No sé si alegrarme porque estás hablando cada vez más conmigo o
indignarme porque eso sea lo primero que dices luego de mi nombre. – él se rió
también y me abrazó fuerte. Apoyé el rostro en su cabello.
-
Me gusta mucho tu voz – le confesé. Lo escuché soltar aire por la nariz
y abrazarme con más fuerza. – Me encantaría permanecer contigo de esta manera,
pero no creo que terminemos esta noche de empacar todo si continuamos… - me
besó, pillándome de sorpresa, luego se alejó de mis labios con cierta suavidad,
lo miré mientras un hilo de saliva nos unía los labios. Se puso de pie y caminó
hasta la caja en donde estaba y comenzó nuevamente a trabajar en ello,
fingiendo un desprecio exagerado, me reí.
Suspiré sintiéndome estúpido. El timbre sonó y como
era el más cercano a la puerta yo abrí.
-
¿Encargó curry?
-
Ah, sí. Hide, ¿podrías darme la billetera de la mochila? – le pedí ya
que tenía la mochila a su lado, me la tendió y tomé el dinero.
-
¿Me puedo quedar con el cambio? – me dijo el chico con una sonrisa, me
reí. ¿Qué descaro era ese? El cambio era bastante.
-
Está bien – me sentí solidario.
-
Muchas gracias señor. – vi a Hide entrecerrarle los ojos antes de que yo
le cerrara la puerta.
-
No rabees con el chico, hoy estoy de buen humor así que el dinero es lo
de menos. - fui hasta la cocina y comencé a preparar la mesa para que
comiéramos, en eso aparece a mis espaldas traía una mirada algo confundida -
¿Qué tienes? – me mostró lo que llevaba en las manos, lo había tomado de mi
mochila – Mierda – me quejé en cuanto vi el lubricante.
“Qué imbécil, ¿cómo pude olvidar que estaba en la
mochila?”, me regañé a mi mismo mientras lo miraba apenado.
-
No es lo que estas pensando, no vine con la intención de usarlo la
verdad… sólo lo metí en la mochila por miedo a que alguien lo viera en mi
departamento – alzó la ceja, esperaba más explicación que esa, suspiré incómodo
y me senté en la mesa, él hizo lo mismo – Estuve hablando con un amigo… sobre
relaciones con hombres y… - abrió la boca sorprendido, me reí avergonzado – En
serio lo hice, no sé mucho sobre el tema y… ni siquiera sé bien cómo usar eso –
confesé aún riendo más por nervios que diversión – Pero él me lo dio… dijo que
era necesario para… que no… doliera – Hide se ruborizó de golpe y lo dejó sobre
la mesa. – No lo dejes ahí, no es aderezo para el curry, además ¿qué pasaría si
alguien llega de sorpresa? Esa cosa tiene escrita con letras enormes
“L-U-B-R-I-C-A-N-T-E” y como si quedaran dudas para qué es, dice “A-N-A-L” con
colores fosforescentes. – Hide se rió con ganas de mí. Se puso de pie y lo
llevó consigo, serví la comida mientras. Me sentía un poco nervioso por ser
descubierto y se me notaba en un pequeño temblor de las manos.
“¿Por qué lo puse en mi mochila?”, me dije a mí mismo.
Hide volvió con la libreta en la mano.
“¿De verdad piensas usar eso conmigo?”, había escrito,
le mire el rostro mientras me mostraba la libreta, estaba sonrojado.
-
Ah… bueno… no es que viniera con esa intención si a eso te refieres,
pero si tú quisieras… cuando quisieras… - tartamudeé. Siempre me había
comportado con seguridad en los temas referentes al sexo, sin embargo me sentía
inexperto.
Él volvió a escribir, el rubor desaparecía poco a poco.
“Cuando seas sólo mío”, escribió, lo miré comprensivo.
Le sonreí.
-
Descuida… - bajé la mirada sintiendo algo de tristeza por lo que diría –
Sé muy bien que ya no puedo insistir en ponerle peso a una caja vacía sin
esperar que ésta jamás se rompa.
“Que analogía más rara”
Me reí.
-
Lo sé… Come Hide, se enfriará. –se llevó el primer bocadillo a la boca y
cerró los ojos con gusto, pensé en lo tonto que debían escucharse mis
pensamientos sobre lo lindo que se veía comiendo.
Nos
quedamos empacando hasta las 2 y media de la madrugada, Hide separó todo en
cajas diferentes, sus cosas del baño no podían combinarse con las de la sala,
ni las de su habitación con las de la cocina. Seguir su orden fue difícil pero
luego de una estresante jornada lo logramos, cargamos el camión y quedó la casa
vacía con la excepción de la cama de Hide y un par de cosas del gato Samurái.
Me
quité la ropa antes de meterme en la cama, Hide me observó curioso.
-
Ya me has visto desnudo así que supongo que no te importará.
Se rió y negó con la cabeza, él si había dejado su
pijama a mano.
No teníamos la lámpara de junto así que nos quedamos a
oscuras en cuanto apagó el interruptor de la luz, las sábanas frías me causaron
escalofrió, Hide se rió y yo me abracé a él.
-
Abrígame – le pedí, me tendió los brazos y me escondí entre ellos – Me
gusta que estés risueño. – sentí sus manos acariciar mi cabello y suspiró.
-
Sakura… - me quede quieto a la espera de si decía algo más, pero a pesar
de que sentí que lo intentaba abriendo la boca, no salió su voz.
-
No te estreses con ello… sólo conseguirás frustrarte… estoy muy feliz de
que hayas dicho tus primeras palabras después de tanto tiempo conmigo y que sea
mi nombre… me hace muy feliz la verdad – levanté el rostro y le besé la mejilla
– Pero deja que esto avance poco a poco… no hay prisas, incluso si no pudieras
decir nada más, mis sentimientos no cambiaran, nada cambiará. – de pronto sus
brazos me envolvieron con fuerza, sentí que me decía que me quería a su lado,
aunque me sentí pretencioso estaba seguro de que ello quería. – Lamento todo lo
que ha sucedido… - no dejó de sostenerme fuerte contra él – Prometo comenzar a
desenredar esto en cuanto volvamos a Tokio, sin errores – asintió con una voz
tan vulnerable que no pude evitar devolver su abrazo con la misma presión que
él me sostenía.
Al día siguiente desperté abrazado a él, exactamente
en la misma posición en la que lo había abrazado hasta dormirme, me observaba
con una sonrisa, la melena despeinada, y su cuerpo pegado al mío, la diferencia
era que yo estaba desnudo, imaginé que por ello Hide me había tapado hasta el
cuello. Me sentía tan cómodo que no quise despertar del todo, en cuanto lo vi,
le sonreí y volví a cerrar los ojos. Sentí sus labios besar mi frente y me
volví a dormir.
Un escalofrió me recorrió la espalda al destaparme
dormido, abrí los ojos por la sensación y noté que me sentía descansado del
todo, observé por la ventana el sol y pensé en que probablemente ya fuera medio
día por lo que me apresuré. No había señales de Hide en la habitación.
Me vestí y bajé, lo encontré sentado en la mesa
bebiendo café y acariciando a Samurai.
-
¿Qué hora es? – me indicó con los dedos de la mano que eran las diez de
la mañana. Comencé a prepararme un café también – Ah… pensé que era más tarde… hay
mucho sol hoy – asintió – Hide… esto… ¿Te quedarás con los chicos, no? – tomó
la libreta y escribió sin prisa. Yo lo observé de pie esperando que el agua
hirviera.
“Me compraré un departamento, planeo buscar uno en
cuanto lleguemos a Tokio”
-
¿Comprarás? -asintió sin intenciones de dar más detalles – Puedo
ayudarte, ¿quieres algo pequeño o algo espacioso?
“Algo espacioso, pero no tan costoso”
-
Todos queremos eso supongo. – reímos los dos.
“Me preocupa donde dejar a Samurái mientras, temo que
Ken y Tetsuya no puedan cuidarlo.”
-
Ah… no te preocupes por eso, se me ocurre quien puede cuidarlo a la
perfección.
Ladeó la cabeza hacia un lado con curiosidad, pero no
le expliqué más, de todas maneras no los conocía.
Nos fuimos en cuanto terminamos el café, me sentía
feliz de tenerlo a mi lado y de tener claras las ideas como no sucedía de antes
de conocerlo. Sabía que hacer. Colocamos música en el trayecto y para su mala
suerte y la de Samurai que dormía en su cajita transportadora, me gustaban tanto
las canciones que colocaban en aquella radio que las canté todas. Se reía por
mi exageración o cuando fingía tener un micrófono en la mano, también hacía
gestos como si estuviera tocando la guitarra y la batería en el escenario. Cantó
varias conmigo y aunque no logré que se soltara tanto como yo, si lo vi bailar
un poco.
Decidimos detenernos primero en mi departamento para
ver las opciones de dónde y con quién se quedaría Samurai. Hide no recordaba
donde quedaba mi departamento así que me siguió en silencio, cuando llegamos a
la puerta lo miré de reojo, parecía observar todo con detalle.
-
Verdad que la última vez llegamos muy tarde y estabas borracho. – infló
su mejilla molesto por mi comentario, le sonreí, abrí la puerta y me quedé
helado cuando vi a Akane sentada en el sofá. Ella tuvo la misma reacción cuando
vio a Hide. Él me miró a mí con los ojos muy abiertos, asustados.
-
Llegaste – dijo sin gracia en la voz. Se puso de pie y se acomodó el
vestido luego camino hasta mí, vi sus intenciones dibujadas en su rostro,
quería marcar territorio. En cuanto intentó besarme volteé la mejilla, ella me
observó con sorpresa y yo con una disculpa en los ojos.
-
Akane, ven conmigo por favor.
-
Lo lamento, sé que no te gustan las expresiones de amor en frente de
alguien – me susurró, tomé su mano antes de que continuara y la jalé hasta la
habitación, en donde de un empujón la senté. Cerré la puerta y los ojos con
pesar por unos segundos.
“Tal vez me arrepienta el resto de mi vida por esto”,
pensé y luego la miré, “o tal vez no”.
-
Akane escucha… - me arrodillé para quedar a la altura de su rostro, me
observó con atención. Al principio se le veía divertida pero luego se tornó
seria cuando vio mi rostro – Yo…
-
No…
-
Akane escúchame – me tapó la boca con las manos y me las quité de forma
brusca, no quería que comenzara con sus juegos infantiles en aquella situación.
-
No
-
Escúchame.
-
No quiero. Dijiste que nos casaríamos, dijiste que tendríamos una
familia y que tu madre me aceptaría con el tiempo… - comenzó a llorar,
tomándome por sorpresa su correcta deducción – Lo prometiste…
-
Akane… - la miré un poco atónito, no podía entender como lo sabía.
-
A ti no te gustan los hombres sólo es una etapa, lo sé…
-
¿Cómo sabes de Hide y yo…? – me miró limpiándose las lágrimas - ¿Desde
hace cuánto lo sabes?
-
Desde que me quedé en su casa. – suspiré enfadado.
-
¿Por qué no me dijiste nada?
-
¿Y qué se supone que te iba a decir? ¿Preguntarte si eras homosexual
mientras teníamos sexo? – la miré fijamente, estaba molesto. El sentimiento
perfecto para que se hiciera más fácil para mí, pero no para ella.
-
Tú sabes que no hemos tenido sexo desde que lo conocí, supongo que te
diste cuenta de que cambié, ¿no? – se quedó callada mirándome, Akane tenía un
talento para discutir y vi en sus ojos que eso quería hacer, pero la situación
no lo ameritaba, por lo que decidí ser sincero – Sabes que no me gustas y aún
así te has quedado conmigo todo este tiempo. Es más, creo que lo sabes desde
hace mucho antes de que yo me fuera a Osaka, pero optaste por negártelo a ti
misma. Sabías que yo intentaría cumplir con la promesa que te hice de formar
una familia, porque me conoces bien, pero… ¿Qué no te importaba si yo te quería
realmente? – miró al suelo – Akane, alguien allá afuera te va a amar como te lo
mereces.
-
Yasunori, yo te amo a ti.
-
Pero yo no – vi sus ojos heridos asumir lo que estaba escuchando, solté
el aire como si llevara guardando aquello por demasiado tiempo – Yo no te amo y
no me casaré contigo Akane, no por Hide, por ti y por mí.
-
¿Esto es todo? ¿Terminaras todos los años de relación de esta manera?-
la voz apenas era entendible mientras se limpiaba las lágrimas que no dejaban
de caer, aunque mis brazos pidieron abrazarla y pedirle que me perdonara por
hacerla sufrir, me mantuve firme. - ¿Sólo porque quieres experimentar…?
-
Entiende, si termino esto es porque me está asfixiando, no quiero
acarrear una relación con alguien a quien no quiero y sé que tu tampoco quieres
dedicarle tu vida a alguien que no te quiere. Sé que al final de todo esto me
lo vas a agradecer. – me puse de pie y abrí la puerta, ella me miró confundida,
sabía que no podía creérselo.
-
Yasunori…
-
Te enviaré todo lo que haya de ti por aquí, no es necesario que vuelvas
a aparecer por este departamento.
-
¿Me borrarás de tu vida sólo así? – se puso de pie y caminó hasta mí,
con los ojos suplicantes, con aquello solía conseguir lo que quisiera de mí.
-
No me convencerás sólo porque esos ojos me dan lástima – abrió la boca
por mis palabras, sabía que lo que le había dicho la heriría por mucho tiempo,
pero también estaba seguro de que si no lo hacía en menos de dos días la
tendría nuevamente en la puerta pidiendo retomar la relación. Akane era orgullosa
pero también muy obstinada. Cerró la boca digiriendo mis palabras y en cuanto
iba a cruzar la puerta se volteó a mirarme, sentí que era una última mirada,
aunque fuera llena de odio hacía mí. Me dio la espalda con resignación y me
quedé allí parado sosteniéndome el pecho cuando estuve seguro
de que ya no me veía.
“Se acabó”, pensé. Acababa de cerrar la puerta a la
opción de vida que siempre quise en el pasado. De pronto un sonido fuerte llegó
a mis oídos, supe que Akane lo había abofeteado antes de si quiera salir por la
puerta y mirarlo.
Hide se sujetaba la mejilla con una mano, visiblemente
adolorido. Akane cerró de un portazo antes de que alcanzara a decirle algo, me
apresuré en ir hasta él.
-
Mierda, lo siento, no pensé que esto fuera a ocurrir… debí imaginarlo…
¿Estás bien? - le sostuve los brazos e
intenté mirarle el rostro pero no se lo destapaba – Hide déjame mirar, quita la
mano… - me miró a los ojos mientras yo analizaba su mejilla, estaba muy roja,
más que cuando solía sonrojarse. Vi sus ojos llorosos que miraban en los míos,
la visual me descompuso, se veía tan afectado que no supe reaccionar. – Lo
lamento… - le susurré mientras le acunaba la mejilla en mi mano, me dolía el
pecho mirar en sus ojos, no podía entender su reacción, cualquiera habría
estado enfadado.
-
¿De verdad…? - susurró con dificultad, todos mis sentidos se
concentraron en su voz - ¿De verdad… me
elegiste a mí?
Solté el airé ahogado.
-
Si… - sonreí tomándole el peso a mis palabras, sentí los ojos húmedos
por lo que debí pestañar un par de veces – Te quiero y te elijo a ti.