lunes, 10 de junio de 2019

Matices - Capítulo 26: Palabras



Sakura




-          De verdad no sé qué es lo que estás haciendo, ¿te molestaría decírmelo? – Tetsu, mi amigo, me regañaba caminando de un lado para otro en mi departamento.

-          Intento llevar mi vida como lo hacía antes de ir a Osaka y conocerlo… eso es lo que hago.

-          Estas escapando de lo que sientes por ese chico. Estas intentando refugiarte en las promesas que le hiciste a Akane.  Sakura, ¡piensa en Akane! La estas engañando – suspiré. Llevaba escapando de él varios días, había intentado ignorar a Tetsu con sus insistentes llamadas, pero un día simplemente apareció en mi departamento junto con Den, otro amigo de los bares que solíamos recurrir. Por el rostro comprensivo y el silencio de Den, él sabía mi historia.

-          Es complicado… renunciar a Akane es como renunciar al futuro que siempre quise para mí… Todos mis planes de una familia, de nietos para mi madre… Toda la estabilidad y calma que siempre he añorado para mi vida privada va de la mano con Akane, en cambio… si optara por arriesgarme con Hide… nada es seguro. – permanecí sentado en el sofá observando la lata de cerveza vacía en la mesa de centro, intentando ignorar la mirada de Den en el sofá de en frente. Sabía que Tetsu estaba enfadado y por ello estaba de pie.

-          Sakura, es tu decisión, pero como amigo estoy obligado a decirte que estás siendo egoísta y si sigues así, solo conseguirás que Hyde te odie y que Akane no te perdone. Porque no importa cuánto quieras forzar tu relación por el peso de los años que llevas con Akane, tú no la quieres. Encima tienes sentimientos por otra persona, a quien estás dejando por tus miedos… ¿Qué hay de los sentimientos de este chico? ¿Has pensado en él? – claro que lo había hecho. Sabía muy bien que yo no era capaz de hacerlo feliz.

-          Ya basta Tetsu, he tenido un día agotador viajando de aquí hasta Osaka y luego otra vez hasta acá para ayudar a los chicos a mudarse… - me excusé para que dejará de presionarme - Además ¿Qué no lo ves? – elevé la voz sin pensar – Tampoco sé que hacer al respecto, sólo sé que no puedo causarle daño a Akane dejándola… No puedo…

Suspiró exhausto.

Sabía que me estaba comportando como un cobarde, pero me sentía en un camino sin salida, no cumplir mis promesas afectaba a mi propia integridad.

-          No has preguntado por qué Den vino conmigo hoy. – dijo de pronto haciendo que Den y yo lo miráramos, luego observé a Den con los ojos.

-          ¿Den necesita una razón para venir aquí? ¿Desde cuándo? – Tetsu colocó los ojos en blanco cabreado conmigo por alguna razón.

-          Perdónalo Den, Sakura no deja de mirarse el ombligo últimamente. – él no respondió, permanecía concentrado, con un rostro afectado como nunca lo había visto, sólo entonces le tomé el peso a las palabras de Tetsu. Desde que había vuelto a Tokio no lo había visto o al menos él no había asistido a nuestras usuales reuniones. ¿Por qué?

-          Haz estado desaparecido.

-          ¡Por fin! – aplaudió Tetsu – Den ha estado desaparecido al igual que Ryo, Sakura. – otro de nuestros amigos – La razón  de ello y la razón por la que le pedí que viniera es algo que tienen que hablar ustedes, así que si me perdonan, yo iré a tomar aire fuera. Lo necesito.

-          No entiendo porqué estás tan enfadado – le dije sincero mirándolo dirigirse a la puerta.

-          Me frustra tu cobardía –me dijo mirándome a los ojos antes de cerrar la puerta.

-          Esto realmente lo altera – me quejé con Den, no recordaba algún otro momento en que Tetsu se molestara conmigo. Observé a Den sobándose las manos nervioso. 

– Tú escupe qué te pasa. – alzó una ceja en mi dirección – No creas que por estas inclinaciones homosexuales te trataré con delicadeza – se rió y yo también.

-          De hecho es justamente por eso por lo que Tetsu me pidió venir. – me puse de pie y tomé dos cervezas más de la nevera, le tendí una y abrí la mía.

-          Te escucho.

-          Bueno… la razón por la que desaparecí… junto con Ryo… - en el momento en que lo nombró noté que claramente ambos no estaban en mis recuerdos de las últimas reuniones, pero estaba tan sumergido en mis propias preocupaciones que no había dado en ese hecho. – Tetsu nos vio… besándonos.  - sin querer la cerveza se me escapó por la nariz. – Arg, Sakura, que asco…

Me puse de pie y fui hasta por servilletas a la cocina, luego volví corriendo y me puse en frente de él, aún de pie sin sentarme

-          ¿Qué fue lo que dijiste? – él suspiró y bajó la mirada, yo continuaba aún asombrado. Sabía que se llevaban muy bien, pero a ambos los conocía de años atrás y habíamos compartido bastante como para no percatarme de que existía algo entre ellos. - ¿Desde cuándo que…?

-          Desde hace un par de meses… - no me miraba. Me senté.

-          Den… lo lamento por mi reacción es sólo que… jamás se me pasó por la cabeza…
-          Tampoco a mí que tú… - me reí fuerte, nervioso.

-          ¿Quién lo diría, eh? ¿Qué tenían las vacunas de nuestra generación para homosexualizarnos? – Den rió más tranquilo.

-          Idiota…

-          Tranquilo amigo, nadie te está juzgando, cambia esa cara…

-          Lo sé – tomó un sorbo de cerveza – Pero tal como para ti es incómodo, también lo es para mí. Desaparecimos por vergüenza, ni Ryo ni yo queríamos tener que enfrentarnos a Tetsu o a ustedes, pero entonces lo encontramos por casualidad y sólo nos dijo: “ustedes y Sakura me están ignorando por la misma razón”, entonces lo escuchamos y nos contó tu historia.

-          Qué bueno es para guardar secretos. – me quejé sin molestia.

-          Él está realmente comprometido con esto…

-          ¿A qué te refieres? – lo miré sin entender.

-          A que está intentando con mucha fuerza ayudar como puede. También lo hace con nosotros… prometió no contarle nada al resto… - eso realmente no me sorprendía, al contrario, me había sorprendido que Tetsu le hubiera contado a ellos lo que me ocurría a mí – Creyó que sería bueno ayudarnos mutuamente – prosiguió respondiendo a mis pensamientos -  Y si me permites opinar con respecto a tu situación… - me miró esperando autorización, asentí – No creo que tengas opción Sakura, si realmente lo quieres, sólo estas cavando tu propia tumba casándote con Akane. – cerré los ojos con pesar – Sólo piénsalo, te casas con ella, le haces daño a él, el tiempo transcurrirá y probablemente él encontrará a alguien que sí se atreva a quererlo… y tu tendrás que verlo y callarte tus sentimientos, tal vez tus celos. Tendrás que llegar a casa para dormir con una mujer a la que no quieres y tal vez hasta te amarres más a ella con hijos. ¿Qué tipo de estabilidad es esa? Ni siquiera podríamos llamarle conformismo, es más un sacrificio que pareces dispuesto a hacer por Akane, pero tampoco es el caso. – dejó la cerveza en la mesa y se enderezó para darle más seriedad a su respuesta - No le estás haciendo un favor a Akane si eso es lo que piensas, le estas quitando la oportunidad de encontrar a alguien que realmente la quiera y eso Sakura, no tiene perdón. No cuando se hace a conciencia. – tragué saliva. – Ella se enfadará, sí, claro que lo hará, pero con el tiempo te superará, encontrará a alguien más y probablemente también deseé tu felicidad.

Sonreí, yo no podía ser tan optimista, pero si sentí mi mente reaccionar frente a sus palabras, ¿le estaba quitando a Akane la posibilidad de encontrar a alguien mejor? Tampoco podía hacerle aquello.

-          Ahora dime algo, ¿realmente te enamoraste? – preguntó de pronto, lo miré con los ojos un poco más abiertos por la sorpresa, hablar de aquellas palabras no era precisamente fácil. Arrugué la nariz y asentí, sin querer dar detalles, sólo eso podía hacer, asumir a regañadientes que pensaba más en él de lo que mi voluntad quería. Den rodeó la mesa y se sentó junto a mí, no volteé a mirarlo sólo lo escuché – Sakura, Tetsu y yo nos enteramos que el chico sufrió un ataque y Oishi lo recogió en muy malas condiciones, todos lo comentaban hoy – lo miré sorprendido, probablemente el mismo Oishi fuera quien dejó correr el rumor - ¿Cómo te sentiste con eso? – su pregunta me hizo sentir frio, recordé el momento en que Tetsuya me llamó para contarme lo sucedido y pedirme que lo acompañara, cómo me desesperé por verlo cuanto antes y asegurarme de que estaba bien, no quería volver a sentirme de aquella manera.

-          Nunca sentí tanta angustia antes, tenía pánico de que le hubiera sucedido algo peor…  - me apoyé en el respaldo del sillón con los ojos cerrados, permitiéndole a mi amigo verme sin la fachada de seguridad que solía llevar – Sentí culpa por no haber estado allí con él, por no haberlo defendido… por haber dejado que Oishi fuera quien lo cuidara… Oishi, que es la persona menos confiable en su entorno. Sobre todo me sentí asqueroso cuando me impidió tocarlo, me hizo sentir que lo había dañado… cada vez que pienso en eso… me duele el pecho. Nunca había tenido estos sentimientos y no sé cómo manejarlos, a ratos siento que sólo actuó sin pensar y yo no soy así…

-          ¿No eres así o más bien, él te hace ser un Sakura más… pasional? – lo miré insinuantemente, él me dio un golpe en el brazo – No hablo de sexo idiota, hablo de que tal vez su presencia te haga bajar la guardia y el Sakura que eres con él, es quien realmente eres. Sé que suena cursi, pero me sucedía lo mismo… me di cuenta de que soy otra persona cuando estoy con Ryo y eso es porque él me hace actuar como si no tuviera  que defenderme de nada y ese es un yo que no conocía y sólo existe cuando… estoy... con… él – dijo avergonzado las últimas palabras, cada vez bajando más el tono, lo miré enternecido.

-          Eso es lo más gay que he escuchado – ambos nos reímos fuerte.  – Por más que lo intento no logro hacerme la idea de ustedes dos…  - volví a recibir un golpe en el costado de su parte.

-          No nos imagines sucia rata – me reí.

-          Oye… - Den se recargó en el sofá al igual que yo, nos miramos a los ojos unos momentos. Tenía confianza en él, era un amigo de aquellos con los que podías discutir cualquier cosa, una persona de buenas intenciones, sencillamente inofensivo. – Hay algo que quiero saber y no me atreveré a preguntar cuando este Tetsu aquí.

-          ¿Qué es?

-          ¿Cómo es que ustedes…? - moví la mano intentando explicarme pero no lo logré, sin embargo la mente de alcantarilla de Den me entendió.

-          ¿Tú me estas preguntando a mí por sexo? – me reí avergonzado.

-          Nunca he estado con un hombre Den…

-          Tantas chicas que he escuchado hablar bien de tus dotes, y tu aquí, ansiando traseros masculinos – volví a reír – Pues no es muy diferente para quien la mete – comentó con ligereza – Pero para quien lo recibe si…

-          ¿Y qué haces tú? – me reí y lo miré sonriente, vi su cara colocarse de un rojo intenso.

-          Hijo de… te ríes de mí. – volteó su rostro mientras yo me reía fuerte. Sabía que por nada del mundo Ryo sería el pasivo.

-          Lo que quiero saber es precisamente lo que tú me puedes contestar – pregunté más serio – Imagino que debe ser doloroso… y eso es lo que quiero evitar… - de pronto un movimiento me hizo desviar la mirada, Tetsu nos miraba con los ojos muy abiertos desde la puerta. Me sonrojé de inmediato.

-          ¿Me fui diez minutos y ya están hablando de sexo? ¡Qué asquerosos son!  - su voz fingía falso horror, Den y yo reímos más nerviosos que divertidos – Sakurazawa, trae una cerveza para mí buen hombre, esto no me lo quiero perder.

-          No puede ser… - se quejó Den tapándose los ojos con una mano mientras yo iba a la nevera.

-          Tranquilo Den, que de todas formas imagino que él que se debe limpiar las rodillas después eres tú.

-          Tetsu… - lo regañé.

-          No es como ustedes creen…

-          ¿Ah? – Tetsu lo miró a los ojos desde el sofá de en frente, Den estaba muy incómodo. - ¿Me estás diciendo que Ryo es el pasivo?

-          No… pero…

-          ¿Pero?

-          Ten – le tendí la cerveza a Tetsu y en lo que la tomaba de mis manos le hice una mueca enfadada a escondidas de los ojos de Den. Él sin entender, simuló un “¿Qué?” con los labios, pero sin dejar salir la voz. ¿No se daba cuenta de la incomodidad de Den realmente?

-          Nuestra relación es más dinámica… 

-          ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué hacen el kamasutra? –  me ahogué con mi cerveza y comencé a toser. Entre las risas mías y las de Tetsu, Den comenzó a tener el rostro rojo. Temí que pasáramos el límite.

-          Que en una relación de hombre a mujer… suele ser la mujer la que se preocupa más por darle placer al hombre, ¿no? – asentimos, si bien no era algo con lo que me sintiera representado sabía que era lo usual. – Bueno, con Ryo es algo más… mutuo…

-          No estoy entendiendo – dijo Tetsu algo indignado, esperando más claridad. Yo suspiré.

-          Está diciendo que no es el único que tiene que limpiarse las rodillas. – le expliqué con un tono condescendiente, Tetsu colocó una mueca de asco.

-          Diablos, no sé cómo sentirme al respecto – dijo de pronto con la mirada pensativa, Den me miró y yo solté una risa.

-          Tendrás que tenerle paciencia – le pedí.

-          Sé que tú me entiendes – me dijo de pronto, haciéndome sentir incómodo – Aunque decirlo en voz alta hace que suene hasta grosero, la verdad no considero que lo sea… es sólo sexo en pareja, eso nunca ha sido algo “limpio” de todas maneras. Lo que pasa es que tú… – le dijo a Tetsu - Nunca has sido de los que consiente a sus parejas, está acostumbrado a que todo se lo hagan a él. Sakura no es tan egoísta por eso me debe entender.

-          ¿Por qué me atacas?  - se indignó el otro. Coloqué los ojos en blanco, yo quería saber otras cosas.

-          ¿Tienes algún consejo para que sea menos doloroso?

-          Carajos Sakura, que directo. – Tetsu estaba realmente divertido con la situación, le lancé un cojín en la cabeza, sólo se rió y se acostó con ella a lo largo del sofá mientras miraba a Den con atención, él por su lado intentó ignorarlo.

-          Hum, tienes que lubricar bastante… más de lo que puedes hacer con la saliva…

-          Oh… ¿Sakura tendrá que ir a comprar a esas tiendas que venden látigos y esas cosas? Eso quiero verlo… - puse mala cara. Den me observó y se puso de pie, fue hasta su mochila que descansaba junto al sofá y sacó un frasco que parecía ser crema. Tetsu y yo lo miramos.

-          Ten esto, lo compré hoy está nuevo… No es gratis, deberás pagármelo, pero al menos te ahorraras el entrar a comprar a esos lugares…

-          ¿Esto qué es? – leí el frasco, decía “lubricante anal”. No sé qué cara coloqué que Tetsu y Den comenzaron a reír.

-          Ese es el mundo en el que acabas de entrar, Sakura. – Tetsu continuaba riéndose.
-          Bienvenido al lado oscuro – dijo Den volviendo a tomar su posición.

-          Y bien oscuro…

-          Ya cállense – les pedí – ¿Esto cómo se usa?

-          De la misma manera en la que lubricas con la saliva pero puedes colocar más, la zona es seca… por lo que es necesario usar bastante… sobre todo si el chico nunca antes lo ha hecho. Colócalo en tus dedos y luego…

-          ¡Aaaaaaaaaaaaaaaah! – gritó Tetsu para no escuchar. Di un salto del susto y por ello volví a lanzarle un cojín.

-          Luego explora – prefirió decir, yo sólo asentí con bastante miedo al imaginarme el momento, si es que ocurría – Lo otro que debes considerar es la posición.

-          ¡Aaaaaaaaaaaaaaaah! 

-          Tetsu cállate – le pedí riendo - ¿Cuál crees que es mejor?

-          En general  le va a ser doloroso de todas maneras, así que tú piensa en cualquiera que no lo estreche demás.

-          ¿De perrito? – intervino Tetsu

-          Si, puede ser esa.

-          Ow Sakura, de perrito, perrito, perrito – repitió moviendo la lengua de manera insinuante. Me cambie al sofá de en  frente, busqué el cojín y comencé a golpearlo repetidas veces sin mucha fuerza.

-          Cállate Tetsu, maldito degenerado.

-          ¡Me ataca el perro! ¡Perrito sentado, sentado! – gritaba mientras lo golpeaba una y otra vez. Den tomó el otro cojín y comenzó a golpearlo también - ¡No! ¡Ayuuuuda!

-          ¡Cállate que los vecinos llamaran a la policía! – alcancé a decirle antes de que Den riendo le colocara la almohada en la cara para callarlo.



Por la tarde me quedé solo tendido en la cama observando el lubricante que Den me había dado, opté por meterlo en la mochila por miedo a que alguna visita inesperada pudiera verlo. No me lograba calmar, no dejaba de pensar en él, no sentía la mente mucho más clara pero sí mis emociones, reconocía que era lo que sentía, el problema era qué acciones debía tomar al respecto.

-          No vale la pena torturarme tanto si no sé si él aún está dispuesto a… quererme… - suspiré. Luego pensé en Akane, pero Den tenía razón, yo no le hacía un favor amarrándola a mí.

Necesitaba saber la respuesta de Hide, o al menos necesitaba saber si aún tenía interés en mí.

Aunque se supone que debía ir por él para ayudarlo a mudarse al día siguiente, pensé en que sería de más ayuda si lo ayudaba a empacar, o al menos eso me dije como excusa para poder tener una respuesta lo antes posible, sabía que de lo contrario no dormiría por la noche. Tomé mi mochila y me metí en el camión. Como en todos mis impulsos, no me permití analizar. Simplemente coloqué música bastante fuerte y conduje por la carretera mientras mi cabeza no dejaba de planear qué le diría, aunque nada sonaba bien en mi mente, mucho menos cuando lo repetía en voz alta.

-          Sólo espero no ponerme tan nervioso que no pueda controlarme – me supliqué a mi mismo siendo consciente de mi falta de control cuando estaba con él.  Luego recordé su actitud conmigo cuando estaba en casa de Oishi lastimado – Probablemente ni siquiera me quiera escuchar.

El viaje que usualmente era largo, no se sintió de aquella manera mientras pensaba y analizaba cuestiones en mi cabeza. La carretera con pocos automóviles por la hora aligeró más aún el viaje. A pesar de un par de dificultades en donde di un par de vueltas perdido por las afuera de la ciudad, llegué a las calles familiares cercanas a la casa de Hide alrededor de las ocho de la noche.

Me bajé del camión con prisa a dos calles de su casa, sin darme tiempo para arrepentimientos, debía dejar el camión estacionado allí para que no molestara en la estrecha calle camino a su casa. Caminé con algo de prisa, cuando para mi sorpresa me encontré de frente con el ex baterista de la banda, Pero.

-          ¿Llevas prisa? – me preguntó mirándome con curiosidad. Su voz sonaba diferente a como la recordaba, nada de agradable, más bien… seca.

-          Si, ¿necesitas algo?

-          Si, sólo te quitaré un momento. Supongo que podemos caminar a casa de Hide juntos, asumo que hacia allá vas. – asentí, no me daba buena espina él, pero sabía que era a causa de mis celos y de su actitud en ese momento diferente conmigo a la que le había visto con Hide. – Tengo que llevarle esta ropa a él, nos bañamos juntos en el lago hace algunos días y debí prestarle ropa luego de eso – levantó los hombros restándole importancia al asunto, pero su relato hizo que mi estómago se apretara.

-          ¿Qué relación tienes con él? – mi tono sonó más agresivo de lo que quise.

-          Somos buenos amigos. – respondió de inmediato caminando a pasos calmados y firmes, me costó llevarle el ritmo con mi ansiedad – Sé que eres un buen baterista, he escuchado a los chicos hablar sobre ti – levanté una ceja, adulaciones era lo que menos me esperaba en ese momento – Pero no porque seas bueno para la banda eres bueno para Hide.

-          Tu opinión no es algo que me quite el sueño – le dije relajado metiendo mis manos en mis bolsillos, él estaba serio, se notaba que era un chico más maduro, tampoco pretendía alterarse con la discusión y eso era notorio para mí.

-          Yo sé que le gustas, y tampoco es muy difícil saber que también él te importa – fruncí el ceño, casi no lo conocía, me preocupaba lo obvio que estaba siendo - Pero aquel día en que lo vi mal no fue difícil darme cuenta que tú eras la razón, así que te voy a pedir un favor… ahora que te veo y pareces no ser un tipo tan irracional como creí en un comienzo, te pido que consideres que Hide no confía fácilmente en la gente, pero por algún motivo confió en ti, así que espero que puedas hacerte cargo de ello. – su voz firme me hizo responder su mirada. ¿Qué le podía decir? ¿Qué estaba intentando lidiar con ello? Parte de mí notó un aprecio sobre protector en él hacía Hide, que no me permitía ver con agrado a Pero. De pronto soltó una carcajada amarga, - Iré a dejarle esto, espera tu turno. – dijo antes de caminar lo que faltaba de cuadra con prisa y acercarse a la puerta de Hide, lo miré algo confundido.

“Mi turno”, suspiré a medida que me colocaba nervioso, esperaría a que él se fuera por miedo a que Hide no quisiera hablar conmigo y se escapara de mí refugiándose en su visita.

Caminé lentamente hasta la casa, lo vi en la puerta sonriéndole a Pero, llevaba aquel suéter blanco enorme que le cubría hasta casi las rodillas, y de pronto lo vi jalar a Pero hasta él y lo abrazó con fuerza. Se me apretó el estómago. Una apuñalada de celos y un revolcón de emociones desagradables me sorprendieron a mí mismo, me quedé de pie observándolos y me negué a avanzar más, de todas maneras ya había entrado dentro de su visual, podía verme en cualquier momento. Respiré profundamente intentando controlar las dudas, temí con fuerza que yo ya no le interesara. ¿Qué haría si ese fuera el caso? Lo peor es que sentía que lo merecía. Le sonrió cuando se alejó, no pude ver la expresión de Pero, sin embargo sólo viendo su silueta intuí que no le sorprendía el abrazo,  me sentía tan celoso que debí encender un cigarrillo para distraerme un poco y despegar la mirada o temía sólo aparecer entre ellos para separarlos estúpidamente, pensé en que no soportaría ver más de ello… si ellos tuvieran realmente una relación o simplemente Hide la tuviera con otra persona, no sería capaz de ignorarlo. Movió la mano y lo despidió, Pero se alejó de él y se giró hacia mí con una mirada vacía, luego miró a Hide y se fue caminando lentamente y volviendo a mirarlo a él un par de veces más. Cuando despegué la vista del chico con melena, noté que Hide ya me había visto.  Sus ojos pasaron de la sorpresa a la curiosidad, yo dudé de si acercarme, me sentí patético. De pronto la idea de disculparme no me pareció tan simple.

-          Sé que no quieres verme… - le susurré en cuanto estuve lo suficientemente cerca como para que me escuchara – pero… yo… necesito… - lo miré complicado, él mantenía su mirada fija en mí, sus ojos solían tener una expresión distinta cuando se posaban en mí o tal vez mi ego así lo sentía. Él suspiró visiblemente y abrió la puerta permitiéndome entrar, pasé junto a su pequeño cuerpo y entré en la ya tan conocida casa.

Sin percatarme choqué con un par de cajas porque mis nervios me impidieron prestarle atención al suelo, pero estaba tan concentrado que no miré si había roto algo. Sólo podía mirarlo a él.

Sus ojos curiosos y preocupados me hicieron notar que debía lucir fatal, suspiré para intentar sacar lo que debía decir pero no salió. Disculparme era tan poco usual en mí que no sabía cómo hacerlo cuando me observaban tan detenidamente como Hide lo hacía.

-          Bien yo… - suspiré, recordé su abrazo con Pero y aquello me dio la fuerza, de solo pensar en que podría repetirse incontables veces si al menos no me disculpaba fue suficiente – Necesito pedirte una disculpa por todo lo que ha pasado – solté de golpe, observé una caja detenidamente para evitar sus ojos, sin querer mi voz perdió volumen a medida que reconocía mis errores – Por alejarme, por… dejarte… Yo… he intentado ignorar mis sentimientos por ti y ser feliz con Akane, realmente lo intenté pero… es como si fuera incapaz de ser yo mismo con nadie más que contigo, añoro tu compañía más que la de nadie… Te extraño Hide… te extraño mucho – cerré los ojos al admitir lo último. Jamás había necesitado de nadie, en ningún sentido, pero lo necesitaba a él. Tragándome la vergüenza me atreví a mirarlo y lo vi negar, lo último que me faltaba era que no me creyera – Hide… - le pedí en una súplica, él se alejó de mí de forma instintiva, su rechazó dolió. – Tampoco sé qué es lo que hago… - intenté explicarle para que me comprendiera, intentando ser sincero y que notara que mis palabras eran ciertas – Desde que te conocí que me he sentido así, me equivoco a cada momento, es como si no importa qué haga o qué decida, siempre te lastimaré a ti o a los demás… he vivido con ese sentimiento desde que te conocí y desde que… - tragué saliva, ya estaba, lo diría y me marcharía de allí con el corazón herido, pero debía decirlo – Me enamoré de ti.

Mi voz en susurro hizo que sus ojos se plantaran en mí, curiosos y exigentes. Entendí qué preguntaba con la mirada.

-          Si… eso dije… - le sonreí apenado, incluso en ese momento en que no me creía, sentía que la conexión entre los dos era palpable.  No hacían falta sus palabras, estuve seguro de que tampoco las mías. La mirada de Hide cambió, estuve seguro de que me creyó cuando vi aquellos ojos aceptar mis palabras con anhelo. Me acerqué a él y tomé sus manos sin atreverme a mirarlo a los ojos, si me rechazaba no quería saberlo, necesitaba un poco de su tacto y sentirlo cerca aunque fueran un par de segundos, observé sus labios e impulsivamente lo acerqué sin pensar. No supe si cerré los ojos en el momento o antes, pero saboreé su aliento un par de segundos antes de besarlo con una delicadeza que desconocía de mi mismo, a pesar de que mi beso fue suave, sentí la conexión entre los dos como si algo me empujara hacía él y estuve seguro de que era mutuo en el instante en que Hide tomó mi rostro y profundizó el beso, exigiéndome hacerme cargo de mis palabras, y en resumen, quererlo. Sentí su lengua ser insistente en las caricias, no permitiéndome tomar el rumbo del beso. En mitad de mi lucha por ello me quedé sin aire y necesite alejarme un poco, cuando abrí los ojos el sonreía levemente, me sentí mareado tal vez por la falta de aire, parte de mí cuerpo estaba asustado por la dependencia que sentía hacía Hide, el concepto de amor que siempre defendí tembló en mi subconsciente y quise alejarme un poco para aclarar mis ideas. Me sentía un poco ahogado.

-          Yo, creo que… debo irme – volteé hacía la puerta sintiéndome aún mareado. Caminé lento y algo dudoso por miedo a caer, abrí la puerta con dificultad agradeciendo el aire frio que me impactó en el rostro.

-          Sakura… – me llamó de repente, me petrifiqué. Dudé de si realmente lo había escuchado o me lo había imaginado, pero su voz se había grabado en mi mente con bastante fuerza, era la primera vez que la oía de aquella manera y sobre todo, diciendo mi nombre. Volteé a mirarlo sorprendido y con la boca abierta, él no entendió el por qué hasta que de pronto se dio cuenta y se tapó la boca de golpe.

-          Hide… hablaste… - su ojos estaban realmente asustados y parecían estar aún más alarmados a medida que procesaba lo que había hecho – Oye… está bien, tranquilo –aún sin creer lo que estaba sucediendo, debía tranquilizarlo, olvidé que necesitaba aire y cerré la puerta para acercarme a él. Iba a colocar mi mano en su hombro pero la aparto con los ojos asustadizos, como si fuera un pequeño gatito. Me dio la espalda y subió con prisa a su habitación, escuché la puerta cerrarse.
Me quedé allí,  sin saber qué hacer y sin terminar de entender qué estaba sucediendo; “¿Por qué ahora?” me pregunté, queriendo escuchar la respuesta de Hide, aunque probablemente él se preguntara lo mismo.

Sin pensar mucho más, subí las escaleras con Samurai siguiendo mis pasos.

Abrí la puerta de un tirón, no iba a golpear y lo vi en la cama escribiendo frenético en una libreta al parecer nueva, mientras la única luz en la habitación era la de la lámpara junto a la cama, temblaba, como si estuviera realmente asustado. La visual me generó bastante angustia. ¿Cómo tranquilizarlo? Parte de mi mente me dijo que su reacción era por haberse escuchado, que le tenía miedo a su propia voz, por lo que me propuse con toda la fuerza de la que fui capaz ignorar el enorme hecho de que le había escuchado la voz para quitarle importancia a su miedo.

Se puso de pie y me mostró lo que había escrito, sus manos temblaban por lo que debí concentrarme para leer.

“No te creas tan importante porque dije tu nombre”,  noté sus palabras escritas con rabia y también las lágrimas en sus ojos, volvió a escribir tembloroso.

“¿No que te ibas?”, lo miré en cuanto leí su pregunta, su postura y las lágrimas que amenazaban con escapársele me hicieron notar que se estaba protegiendo. Miré en sus ojos lo dañado que se sentía por mis actitudes y mis acciones, me lamenté.
No volvería a hacerlo pasar por aquello, de sólo pensar en su voz diciendo mi nombre tenía ganas de sonreír como idiota, sabía que jamás había tenido ese sentimiento por nadie y ya había dimensionado el nivel de este, no podía con él.

Me acerqué a Hide ignorando su postura y sus manos que quisieron empujarme con debilidad, tomé su rostro y lo besé, de la misma manera en que lo había besado junto a la puerta, hasta quedarme sin aire. No me separé de sus labios, no podía, lo quería, y afortunadamente él respondió de la misma manera, con necesidad. Sin darme cuenta lo empujé lentamente mientras recargaba mi cuerpo en él, caímos a la cama con suavidad y solo ahí me alejé un poco de él y me escondí en su cuello mientras recobraba el aliento. Podía ver su pecho agitado y cuando aún creí que estaba molesto, sentí sus dedos enredarse en mi cabello, dando un par de caricias amables, cerré los ojos.

-          Sé que soy un desastre, pero... ¿te quedarías conmigo? – susurré con la voz más dulce que pude, necesitaba un sí de su parte. Levanté el rostro para observar sus ojos, estaba impresionado por mi pregunta, tenía huellas de lágrimas en las pestañas. Lentamente se sentó haciendo que yo me sentara junto a él, tomó la libreta.

“¿A qué te refieres con “quedarme contigo”?”, escribió.

Carraspeé, ¿debía ser más claro?

-          A que… esto… - explicar lo que quería era realmente difícil y vergonzoso – A que me cuides y me permitas cuidarte… - susurré sin mirarlo.

“¿Cómo una pareja?”

Leí un par de veces la pregunta, era exactamente lo que quería. Tenerlo para mí, pero no me había atrevido a preguntar aquello… no me sentía capaz ni creía merecer un sí de su parte; “pareja” sonaba demasiado estable para lo que creía merecer.

Él al ver mi duda, escribió:

“¿Te refieres a cuidarnos como amigos?”

-          No, no… a cuidarnos como una pareja – acepté con algo de miedo en la voz. “Por favor no me rechaces”, supliqué en mi mente.

“¿Y Akane? ¿Y tu matrimonio?”

Vi su rostro preocupado y al mismo tiempo exigente, ya no se guardaba sus miedos, me los reclamaba. Sonreí con algo tristeza y retiré un mechón de cabello que le cubría la boca y lo ordené detrás de su oreja.

-          Se acabó en el momento en que decidí venir aquí. Se acabó… no puedo mantener más aquella mentira, ni tú ni ella lo merecen… He sido un imbécil… - agaché el rostro, no sabía si volver a disculparme. En cuanto levanté el rostro, Hide estampó con fuerza sus labios en los míos jalándome hacía atrás, recostándose sobre mí y dejándome bastante sorprendido con ello.

Su lengua suave recorrió el interior de mi boca con desesperación mientras se sentaba sobre mí con una pierna a cada lado, por instinto mis manos se colocaron en su cintura mientras el beso continuaba y pedía más. Debí alejarme un poco para tomar aire, pero Hide me besó las mejillas y se quedó inmóvil, escondiendo el rostro en mi pecho. Intenté calmarme respirando profundamente, pero la sorpresa y el éxtasis que me invadió cuando sentí el roce de su cuerpo era difícil de controlar.

-          Sakura - su voz suave me hizo buscar su rostro escondido, sonreí. Su voz era diferente a como me la había imaginado, aún así sonaba infantil, suave y nada femenina,  me gustaba.

-          ¿Si?

-          Sakura – volvió a repetir abrazándose a mi cintura con cierto anhelo. Al parecer no le era fácil usar otras palabras, acaricié su cabello como él lo había hecho conmigo. Nos quedamos allí quietos.

-          Gracias… por decir mi nombre – susurré bajito sintiendo más dulzura de la usual en su compañía, él estiró la mano y escribió algo en la libreta aún escondiendo su rostro como podía, nuevamente me la mostró escondiendo sus ojos detrás de ella.

“Sí, quiero cuidarte y quiero que me cuides.”

Le sonreí y él me devolvió la sonrisa.

Me incliné, le quité la libreta y lo besé, ya no me contendría, ya no quería. Enredé mis dedos en su cabellera y comencé a recorrer su boca con mi lengua, luego sus labios y continué depositando besos suaves en su rostro, en ambas mejillas, en su frente y la punta de su nariz mientras lo sentí sonreír, luego bajé a su mentón. Lo miré sintiéndome extasiado por el olor de su piel, sus mejillas sonrojadas me recordaron lo que se sentía estar con él, aquella ternura que me despertaba y me hacía querer cuidarlo hasta de mí mismo.

Volví a besarlo, esta vez con un poco de fuerza, recostándolo por debajo de mí, besé su cuello y sus hombros.

-          Mm… - se le escapó – Sakura – volvió a decir, haciéndome mirarlo a los ojos.

-          ¿Sí? – él me miró fijamente pestañando con un poco de timidez, sus mejillas ardían en calor. Colocó su mano en el botón de mi pantalón y luego me miró, esperando mi consentimiento, decir que estaba sorprendido era quedarse corto, pero me hacía feliz sentirlo sincronizado a mí - ¿Quieres… tocarme?

Asintió lentamente, apretando los labios nervioso.

Ahogué una carcajada.

“Maldita sea, claro que puedes”, pensé con alegría en mi mente, recordando todas las veces en que imaginé el roce de sus manos sobre mí.

-          Claro que puedes… - resumí para él, pero no quería moverme de donde estaba, volví a besarlo desde mi posición. Me devolvió el beso de buenas ganas, pero ansioso por tocarme, me empujó hasta quedar sobre mí y no separó sus labios de los míos mientras una de sus manos se metía por debajo de mi playera. Me contuve de cualquier cosa que quisiera decir por culpa de la excitación que sentía, me avergonzaba que me viera afectado con tan poco. Subió la mano por mi abdomen hasta llegar a mi pecho y tocar un poco allí, le dio especial atención a acariciar mis pezones por debajo de la ropa, lo que no pasó desapercibido para mí, probablemente le gustara el tacto en ellos. Levantó mi playera indicando que quería que me la quitara, lo hice sonriente observándolo a cada segundo. Al deslizar su mano para bajar por mi piel me causó cosquillas haciéndome dar un pequeño saltito, sentí la vibración de su risa en mi boca. No solía dar ese poder sobre mí, a pesar de que me gustaba que me tocasen, pero me solía invadir más de lo que me agradaba, sin embargo mi confianza en Hide y su disfrute de él al hacerlo me hacía disfrutar de una manera que desconocía. Me gustaba ser observador de sus descubrimientos y sus primeras veces.

Desabrochó el botón de mi pantalón y bajó la bragueta mirándome a los ojos, sus manos temblaban levemente pero veía en él que intentaba contener sus nervios. En cuanto abrió mi pantalón fue consciente de mi erección, abrió un poco la boca de la sorpresa, sonreí. Afortunadamente si había algo de mi cuerpo que me causara seguridad, era justamente aquella zona. Tragó saliva mientras sus dedos tímidos tocaban sobre la ropa, parecía no saber cómo continuar.

-          ¿Puedo quitarme la ropa? Me aprieta – dije de forma juguetona en un tono ronco por la excitación, él asintió. Levanté un poco la cadera y me bajé los pantalones junto con los calzoncillos, Hide los tiró por mis piernas hasta quitarlos por completo junto a mis calcetines. Se quedó mirando fijamente mi entrepierna, sin darse cuenta mordió su labio, haciéndome excitarme aún más. ¿Cómo podía parecer tan inocente aún en aquella situación?

Sus dedos titubearon sobre la zona, la suave luz de la lámpara me permitieron apreciar cada uno de sus gestos mientras me tocaba, y abrió ligeramente su boca mientras respiraba concentrado observando probablemente pensando en qué hacer.  Se mordió el labio una vez más mientras tomó mi entrepierna con su pequeña mano, parecía sorprendido por la dureza. Sólo allí una parte de mí me dijo que debía avergonzarme por excitarme tanto si a penas me tocaba, pero la ignoré. Valía la pena mostrar los efectos que tenía en mí si la paga era ver su rostro en aquel instante.

-          Muévela así… - le susurré guiándolo, colocando mi mano sobre la suya con firmeza para que presionara con confianza mi erección, sentí sus dedos intentándolo solo y debí cerrar los ojos, no era tan hábil pero la visual era más que suficiente. Comenzó a masturbarme imitando mis movimientos, presionando con fuerza de arriba hacia abajo, cubrí mi rostro con mis brazos mientras lo sentía juguetear. Con la otra mano acarició mis testículos y no fui muy consciente del momento en que incliné las caderas perdido en sus caricias. Aprendía rápido. Presionó con más fuerza haciéndome reaccionar al ritmo constante que no detuvo – Mm…

El ritmo constante hizo que mi cuerpo se tensara, cerré las manos en puño mientras aún me cubría la cara con los brazos, entonces el calor me invadió de golpe cuando se metió mi entrepierna a la boca para chupar con fuerza.

-          Mierda – destapé mi rostro y lo miré sorprendido, él no paró a pesar de haberme escuchado, tampoco abrió los ojos para mirarme, el cabello le caía por ambos lados del rostro mientras su boca envolvía mi erección, sentí mis mejillas acaloradas y no pude dejar de mirarlo. Permanecí medio sentado para no perderme detalle de su trabajo en mí.

Abrió los ojos para observar su objetivo intentando escapar de mi mirada, lamió con la punta de la lengua desde la base hasta la punta, mientras su otra mano acariciaba mi abdomen, sus dedos tiernos tocaban con cierta ternura los vellos del lugar como si cada una de sus manos tuviera un punto de concentración distinto. Sabía que le picaba la curiosidad el tacto, pero no me imaginé disfrutar tanto de aquel detalle.

Sentí la humedad propia mientras Hide alternaba sus lamidas con pequeños roces de su boca, como si besara con la comisura de los labios la textura exterior de mi entrepierna. Para ser alguien que no sabía nada sobre sexo, me tenía aturdido.

Volvió a introducirlo en su boca hasta el fondo de su garganta y volví a recostarme en la cama, esta vez sin cubrirme el rosto a sabiendas que no me quedaba mucho por terminar, podía sentir la tensión en los músculos de mis piernas a medida que el chupaba con fuerza una y otra y otra vez.

-          Aaaaah…

Chupó con fuerza la punta de mi erección y volvió a embestirme con la boca, haciendo que me arqueara hacía él nuevamente. Levanté el rostro para mirarlo y noté que me observaba, sus ojos destellaban un brillo diferente por la excitación, lamió la punta con sus ojos en los míos. Yo apreté los dientes.

Aceleró el ritmo concentrándose nuevamente en su tarea, me sentí temblar, la verdad era que no solía descontrolarme tanto ni el sexo mismo, mis propias reacciones me impresionaban. Jamás imaginé que la experiencia con un hombre me sería tan distinta. Hide empujó cada vez más hondo en su garganta, saboreando con fuertes lamidas cuando llegaba a la punta de mi erección, sabía que sólo era cuestión de segundos para perderme del todo.

-          Hide… detente si no quieres que acabe en tu boca… - jadeé avergonzado de mi tono de voz. Él sonreía con mi erección en su boca, y volvió a embestir. Eso es todo, entendí el mensaje.

Cerré los ojos perdiéndome a medida que continuaba avanzando, mis manos se fueron a su cabello e inconscientemente lo guíe en el ritmo que necesitaba, el gimió causando una vibración en mi entrepierna y fue aquello lo que me hizo llegar al límite arqueándome hacía él.

-          Aaaaah… - me quedé inmóvil mientras el líquido salía de mí, sorprendiéndome a mi mismo por la cantidad. Lo observé como pude mientras los temblores me invadían, se lo tragó rápidamente y lamió lo poco que quedó de él y que había caído sobre mi muslo. Antes de soltarme del todo dio una última lamida en la punta rozando los dientes, triunfante con una pequeña sonrisa.

Lo miré anonadado mientras la respiración acelerada y el sonido de mis propios latidos resonaban en mis oídos. Se removió acomodándose hasta recostarse junto a mí y observarme divertido.

Lo miré con ojos dulces, lo quería.

Colocó la palma de su mano en mi mejilla, de forma curiosa.

-          También me ruborizo – admití divertido mientras le leía los ojos. Se acercó para besarme pero me alejé en cuanto mi lengua acarició la suya – Mmg, mi sabor no es muy agradable.

Él se rió y tomó la libreta que estaba a los pies de la cama.

“Es un manjar de los dioses”.

Leí dos veces, estando seguro de que había aumentado el rubor en mis mejillas.

-          ¡Hide! – me reí avergonzado, él también rió fuerte. Se abrazó a mi cuerpo desnudo mientras aún reía, podía sentirlo aliviado y podía sentirme a mi mismo feliz. Su dedo jugueteó con los músculos de mi abdomen hasta llegar a los vellos debajo de mi ombligo, los acarició. Volvió a levantarse y escribió algo dejándolo allí sin mostrármelo, por lo que yo tomé la libreta ya con la respiración más recuperada.

“Tu cuerpo es perfecto”, decía.

-          No lo es… - respondí sincero – Pero agradezco que te guste.
Me sonrió.





Nos quedamos por largos minutos en la cama hasta que el frio me hizo recoger mis ropas, le insistí en que se lavara las manos y los dientes aunque el divertido se negaba, disfrutaba avergonzarme tanto como a mí me divertía hacerlo con él. Era reconfortante verlo actuar con más confianza en mi compañía.

-          ¿Y si pedimos comida a domicilio? – le pregunté mientras lo ayudaba a empacar los adornos de las paredes, asintió. - ¿Qué te gustaría pedir?

Escribió:
“Curry”.

-          Curry entonces. – fui hasta la nevera en donde Hide tenía anotado un sinfín de números telefónicos entre ellos varios papeles con propaganda de comida a domicilio, me pregunté si realmente habría llamado alguna vez, porque no lograba entender cómo habría hecho el pedido sin hablar – No entiendo para qué tienes tantos números – le reclamé mientras elegía a cuál llamar en frente del teléfono - ¿Alguna recomendación? – pregunté, él dejó lo que hacía ordenando cajas y revisó los números, eligió uno de ellos, el restaurante tenía un dibujo de un tarro de arroz feliz. – Original – dije, él me observó curioso - ¿Cómo es que llamas para pedir comida?

“Pero lo hacía” escribió levantando los hombros para restarle importancia.

-          Ah – no dije nada más, mis celos pellizcaron. Marqué el número sin mirarlo.

“¿Estas molesto?”, pareció dudar de si mostrarme la libreta o no, negué con la cabeza fingiendo concentración en la llamada.

Mientras realizaba el pedido Hide me miraba con atención, apoyaba su rostro en su mano, sus labios jugueteaban haciendo gestos y expresiones para hacerme reír, me llamaba profundamente la atención como aquellos detalles infantiles que usualmente me parecerían molestos en alguien, me sacaban sonrisas.

Cuando corté la llamada volví a mi trabajo ordenando los adornos en las cajas. Hide me observó ladeando la cabeza, escribió algo y me lanzó la libreta, ésta cayó a mi lado y se abrió en la hoja que tenía el lápiz sujetándola.

“¿Por qué te molesta que hable de Pero?”

-          No me molesta – mentí, él soltó una carcajada – Está bien… si, me molesta. No me simpatiza – caminó hasta mí y se sentó en mi regazo abrazándome como un especie de consuelo.

-          Sakura – susurró, cerré los ojos, disfrutaba tanto escucharlo – Sakura – dijo de nuevo mientras su dedo acarició el dorso mi mano que descansaba en su pierna. – Sakura celoso. – dijo de pronto, me quedé quieto preguntándome si lo había escuchado bien. Solté una risa fuerte.

-          No sé si alegrarme porque estás hablando cada vez más conmigo o indignarme porque eso sea lo primero que dices luego de mi nombre. – él se rió también y me abrazó fuerte. Apoyé el rostro en su cabello.

-          Me gusta mucho tu voz – le confesé. Lo escuché soltar aire por la nariz y abrazarme con más fuerza. – Me encantaría permanecer contigo de esta manera, pero no creo que terminemos esta noche de empacar todo si continuamos… - me besó, pillándome de sorpresa, luego se alejó de mis labios con cierta suavidad, lo miré mientras un hilo de saliva nos unía los labios. Se puso de pie y caminó hasta la caja en donde estaba y comenzó nuevamente a trabajar en ello, fingiendo un desprecio exagerado, me reí.

Suspiré sintiéndome estúpido. El timbre sonó y como era el más cercano a la puerta yo abrí.

-          ¿Encargó curry?

-          Ah, sí. Hide, ¿podrías darme la billetera de la mochila? – le pedí ya que tenía la mochila a su lado, me la tendió y tomé el dinero.

-          ¿Me puedo quedar con el cambio? – me dijo el chico con una sonrisa, me reí. ¿Qué descaro era ese? El cambio era bastante.

-          Está bien – me sentí solidario.

-          Muchas gracias señor. – vi a Hide entrecerrarle los ojos antes de que yo le cerrara la puerta.

-          No rabees con el chico, hoy estoy de buen humor así que el dinero es lo de menos. - fui hasta la cocina y comencé a preparar la mesa para que comiéramos, en eso aparece a mis espaldas traía una mirada algo confundida - ¿Qué tienes? – me mostró lo que llevaba en las manos, lo había tomado de mi mochila – Mierda – me quejé en cuanto vi el lubricante.

“Qué imbécil, ¿cómo pude olvidar que estaba en la mochila?”, me regañé a mi mismo mientras lo miraba apenado.

-          No es lo que estas pensando, no vine con la intención de usarlo la verdad… sólo lo metí en la mochila por miedo a que alguien lo viera en mi departamento – alzó la ceja, esperaba más explicación que esa, suspiré incómodo y me senté en la mesa, él hizo lo mismo – Estuve hablando con un amigo… sobre relaciones con hombres y… - abrió la boca sorprendido, me reí avergonzado – En serio lo hice, no sé mucho sobre el tema y… ni siquiera sé bien cómo usar eso – confesé aún riendo más por nervios que diversión – Pero él me lo dio… dijo que era necesario para… que no… doliera – Hide se ruborizó de golpe y lo dejó sobre la mesa. – No lo dejes ahí, no es aderezo para el curry, además ¿qué pasaría si alguien llega de sorpresa? Esa cosa tiene escrita con letras enormes “L-U-B-R-I-C-A-N-T-E” y como si quedaran dudas para qué es, dice “A-N-A-L” con colores fosforescentes. – Hide se rió con ganas de mí. Se puso de pie y lo llevó consigo, serví la comida mientras. Me sentía un poco nervioso por ser descubierto y se me notaba en un pequeño temblor de las manos.

“¿Por qué lo puse en mi mochila?”, me dije a mí mismo. Hide volvió con la libreta en la mano.

“¿De verdad piensas usar eso conmigo?”, había escrito, le mire el rostro mientras me mostraba la libreta, estaba sonrojado.

-          Ah… bueno… no es que viniera con esa intención si a eso te refieres, pero si tú quisieras… cuando quisieras… - tartamudeé. Siempre me había comportado con seguridad en los temas referentes al sexo, sin embargo me sentía inexperto. 

Él volvió a escribir, el rubor desaparecía poco a poco.

“Cuando seas sólo mío”, escribió, lo miré comprensivo. Le sonreí.

-          Descuida… - bajé la mirada sintiendo algo de tristeza por lo que diría – Sé muy bien que ya no puedo insistir en ponerle peso a una caja vacía sin esperar que ésta jamás se rompa.

“Que analogía más rara”

Me reí.

-          Lo sé… Come Hide, se enfriará. –se llevó el primer bocadillo a la boca y cerró los ojos con gusto, pensé en lo tonto que debían escucharse mis pensamientos sobre lo lindo que se veía comiendo.


Nos quedamos empacando hasta las 2 y media de la madrugada, Hide separó todo en cajas diferentes, sus cosas del baño no podían combinarse con las de la sala, ni las de su habitación con las de la cocina. Seguir su orden fue difícil pero luego de una estresante jornada lo logramos, cargamos el camión y quedó la casa vacía con la excepción de la cama de Hide y un par de cosas del gato Samurái.

Me quité la ropa antes de meterme en la cama, Hide me observó curioso.

-          Ya me has visto desnudo así que supongo que no te importará.

Se rió y negó con la cabeza, él si había dejado su pijama a mano.

No teníamos la lámpara de junto así que nos quedamos a oscuras en cuanto apagó el interruptor de la luz, las sábanas frías me causaron escalofrió, Hide se rió y yo me abracé a él.

-          Abrígame – le pedí, me tendió los brazos y me escondí entre ellos – Me gusta que estés risueño. – sentí sus manos acariciar mi cabello y suspiró.

-          Sakura… - me quede quieto a la espera de si decía algo más, pero a pesar de que sentí que lo intentaba abriendo la boca, no salió su voz.

-          No te estreses con ello… sólo conseguirás frustrarte… estoy muy feliz de que hayas dicho tus primeras palabras después de tanto tiempo conmigo y que sea mi nombre… me hace muy feliz la verdad – levanté el rostro y le besé la mejilla – Pero deja que esto avance poco a poco… no hay prisas, incluso si no pudieras decir nada más, mis sentimientos no cambiaran, nada cambiará. – de pronto sus brazos me envolvieron con fuerza, sentí que me decía que me quería a su lado, aunque me sentí pretencioso estaba seguro de que ello quería. – Lamento todo lo que ha sucedido… - no dejó de sostenerme fuerte contra él – Prometo comenzar a desenredar esto en cuanto volvamos a Tokio, sin errores – asintió con una voz tan vulnerable que no pude evitar devolver su abrazo con la misma presión que él me sostenía.

Al día siguiente desperté abrazado a él, exactamente en la misma posición en la que lo había abrazado hasta dormirme, me observaba con una sonrisa, la melena despeinada, y su cuerpo pegado al mío, la diferencia era que yo estaba desnudo, imaginé que por ello Hide me había tapado hasta el cuello. Me sentía tan cómodo que no quise despertar del todo, en cuanto lo vi, le sonreí y volví a cerrar los ojos. Sentí sus labios besar mi frente y me volví a dormir.

Un escalofrió me recorrió la espalda al destaparme dormido, abrí los ojos por la sensación y noté que me sentía descansado del todo, observé por la ventana el sol y pensé en que probablemente ya fuera medio día por lo que me apresuré. No había señales de Hide en la habitación.

Me vestí y bajé, lo encontré sentado en la mesa bebiendo café y acariciando a Samurai.

-          ¿Qué hora es? – me indicó con los dedos de la mano que eran las diez de la mañana. Comencé a prepararme un café también – Ah… pensé que era más tarde… hay mucho sol hoy – asintió – Hide… esto… ¿Te quedarás con los chicos, no? – tomó la libreta y escribió sin prisa. Yo lo observé de pie esperando que el agua hirviera.

“Me compraré un departamento, planeo buscar uno en cuanto lleguemos a Tokio”

-          ¿Comprarás? -asintió sin intenciones de dar más detalles – Puedo ayudarte, ¿quieres algo pequeño o algo espacioso?

“Algo espacioso, pero no tan costoso”

-          Todos queremos eso supongo. – reímos los dos.

“Me preocupa donde dejar a Samurái mientras, temo que Ken y Tetsuya no puedan cuidarlo.”

-          Ah… no te preocupes por eso, se me ocurre quien puede cuidarlo a la perfección.

Ladeó la cabeza hacia un lado con curiosidad, pero no le expliqué más, de todas maneras no los conocía.

Nos fuimos en cuanto terminamos el café, me sentía feliz de tenerlo a mi lado y de tener claras las ideas como no sucedía de antes de conocerlo. Sabía que hacer. Colocamos música en el trayecto y para su mala suerte y la de Samurai que dormía en su cajita transportadora, me gustaban tanto las canciones que colocaban en aquella radio que las canté todas. Se reía por mi exageración o cuando fingía tener un micrófono en la mano, también hacía gestos como si estuviera tocando la guitarra y la batería en el escenario. Cantó varias conmigo y aunque no logré que se soltara tanto como yo, si lo vi bailar un poco.

Decidimos detenernos primero en mi departamento para ver las opciones de dónde y con quién se quedaría Samurai. Hide no recordaba donde quedaba mi departamento así que me siguió en silencio, cuando llegamos a la puerta lo miré de reojo, parecía observar todo con detalle.

-          Verdad que la última vez llegamos muy tarde y estabas borracho. – infló su mejilla molesto por mi comentario, le sonreí, abrí la puerta y me quedé helado cuando vi a Akane sentada en el sofá. Ella tuvo la misma reacción cuando vio a Hide. Él me miró a mí con los ojos muy abiertos, asustados.

-          Llegaste – dijo sin gracia en la voz. Se puso de pie y se acomodó el vestido luego camino hasta mí, vi sus intenciones dibujadas en su rostro, quería marcar territorio. En cuanto intentó besarme volteé la mejilla, ella me observó con sorpresa y yo con una disculpa en los ojos.

-          Akane, ven conmigo por favor.

-          Lo lamento, sé que no te gustan las expresiones de amor en frente de alguien – me susurró, tomé su mano antes de que continuara y la jalé hasta la habitación, en donde de un empujón la senté. Cerré la puerta y los ojos con pesar por unos segundos.

“Tal vez me arrepienta el resto de mi vida por esto”, pensé y luego la miré, “o tal vez no”.

-          Akane escucha… - me arrodillé para quedar a la altura de su rostro, me observó con atención. Al principio se le veía divertida pero luego se tornó seria cuando vio mi rostro – Yo…

-          No…

-          Akane escúchame – me tapó la boca con las manos y me las quité de forma brusca, no quería que comenzara con sus juegos infantiles en aquella situación.

-          No

-          Escúchame.

-          No quiero. Dijiste que nos casaríamos, dijiste que tendríamos una familia y que tu madre me aceptaría con el tiempo… - comenzó a llorar, tomándome por sorpresa su correcta deducción – Lo prometiste…

-          Akane… - la miré un poco atónito, no podía entender como lo sabía.

-          A ti no te gustan los hombres sólo es una etapa, lo sé…

-          ¿Cómo sabes de Hide y yo…? – me miró limpiándose las lágrimas - ¿Desde hace cuánto lo sabes?

-          Desde que me quedé en su casa. – suspiré enfadado.

-          ¿Por qué no me dijiste nada?

-          ¿Y qué se supone que te iba a decir? ¿Preguntarte si eras homosexual mientras teníamos sexo? – la miré fijamente, estaba molesto. El sentimiento perfecto para que se hiciera más fácil para mí, pero no para ella.

-          Tú sabes que no hemos tenido sexo desde que lo conocí, supongo que te diste cuenta de que cambié, ¿no? – se quedó callada mirándome, Akane tenía un talento para discutir y vi en sus ojos que eso quería hacer, pero la situación no lo ameritaba, por lo que decidí ser sincero – Sabes que no me gustas y aún así te has quedado conmigo todo este tiempo. Es más, creo que lo sabes desde hace mucho antes de que yo me fuera a Osaka, pero optaste por negártelo a ti misma. Sabías que yo intentaría cumplir con la promesa que te hice de formar una familia, porque me conoces bien, pero… ¿Qué no te importaba si yo te quería realmente? – miró al suelo – Akane, alguien allá afuera te va a amar como te lo mereces.

-          Yasunori, yo te amo a ti.

-          Pero yo no – vi sus ojos heridos asumir lo que estaba escuchando, solté el aire como si llevara guardando aquello por demasiado tiempo – Yo no te amo y no me casaré contigo Akane, no por Hide, por ti y por mí.

-          ¿Esto es todo? ¿Terminaras todos los años de relación de esta manera?- la voz apenas era entendible mientras se limpiaba las lágrimas que no dejaban de caer, aunque mis brazos pidieron abrazarla y pedirle que me perdonara por hacerla sufrir, me mantuve firme. - ¿Sólo porque quieres experimentar…?

-          Entiende, si termino esto es porque me está asfixiando, no quiero acarrear una relación con alguien a quien no quiero y sé que tu tampoco quieres dedicarle tu vida a alguien que no te quiere. Sé que al final de todo esto me lo vas a agradecer. – me puse de pie y abrí la puerta, ella me miró confundida, sabía que no podía creérselo.

-          Yasunori…

-          Te enviaré todo lo que haya de ti por aquí, no es necesario que vuelvas a aparecer por este departamento.

-          ¿Me borrarás de tu vida sólo así? – se puso de pie y caminó hasta mí, con los ojos suplicantes, con aquello solía conseguir lo que quisiera de mí.

-          No me convencerás sólo porque esos ojos me dan lástima – abrió la boca por mis palabras, sabía que lo que le había dicho la heriría por mucho tiempo, pero también estaba seguro de que si no lo hacía en menos de dos días la tendría nuevamente en la puerta pidiendo retomar la relación. Akane era orgullosa pero también muy obstinada. Cerró la boca digiriendo mis palabras y en cuanto iba a cruzar la puerta se volteó a mirarme, sentí que era una última mirada, aunque fuera llena de odio hacía mí. Me dio la espalda con resignación y me quedé allí parado sosteniéndome el pecho cuando estuve seguro de que ya no me veía.

“Se acabó”, pensé. Acababa de cerrar la puerta a la opción de vida que siempre quise en el pasado. De pronto un sonido fuerte llegó a mis oídos, supe que Akane lo había abofeteado antes de si quiera salir por la puerta y mirarlo.

Hide se sujetaba la mejilla con una mano, visiblemente adolorido. Akane cerró de un portazo antes de que alcanzara a decirle algo, me apresuré en ir hasta él.

-          Mierda, lo siento, no pensé que esto fuera a ocurrir… debí imaginarlo… ¿Estás bien?  - le sostuve los brazos e intenté mirarle el rostro pero no se lo destapaba – Hide déjame mirar, quita la mano… - me miró a los ojos mientras yo analizaba su mejilla, estaba muy roja, más que cuando solía sonrojarse. Vi sus ojos llorosos que miraban en los míos, la visual me descompuso, se veía tan afectado que no supe reaccionar. – Lo lamento… - le susurré mientras le acunaba la mejilla en mi mano, me dolía el pecho mirar en sus ojos, no podía entender su reacción, cualquiera habría estado enfadado. 

-          ¿De verdad…? - susurró con dificultad, todos mis sentidos se concentraron en su voz -  ¿De verdad… me elegiste a mí?

Solté el airé ahogado.

-          Si… - sonreí tomándole el peso a mis palabras, sentí los ojos húmedos por lo que debí pestañar un par de veces – Te quiero y te elijo a ti.