domingo, 28 de julio de 2019

Fan fiction Matices - Capítulo 27: Entrega


 Hyde




-           Ya está… La línea telefónica está conectada – asentí en su dirección. Observé a mi alrededor; mi nuevo departamento era perfecto, no era más espacioso que mi casa pero la única habitación y el balcón eran grandes, con ello era suficiente. Samurai también estaría feliz. Sentí a Sakura acercarse por mi espalda y antes de permitirme reaccionar, me envolvió en sus brazos apoyando su rostro en mi hombro. Cerré los ojos y suspiré realmente feliz por primera vez en mucho tiempo. - ¿Te gustó el departamento? – asentí y desde mi posición levanté una mano para acariciar su cabello. El olor de su cabello me encantaba. - ¿Quieres que me quede aquí la primera noche?

-          Mmm… - la verdad era que quería comenzar a desempacar y ordenar cuanto antes, pero no sabía cómo decirle aquello sin hacerlo sentir mal.

-          Dime que no sin tapujos, no ocurre nada si no quieres, pero llama si me necesitas. Dejé mi numero anotado junto al teléfono – sonreí - ¿Te parece si vamos a dejar el camión, hacemos algunas compras y luego vamos por Samurai? No me quedaré tranquilo sabiendo que tu nevera está vacía. – volví a asentir, entonces él me soltó y tomó su mochila sacando algo de ella. Me puse nervioso en cuanto noté que era – Creo que mejor dejaré esto aquí… – metió el lubricante en una caja – Me pone nervioso llevarlo conmigo.

Me reí fuerte.

Sakura se veía más ligero que la noche anterior, como si se hubiera quitado un gran peso… Me gustaba aún más que ayer. En cuanto salimos observé su cabello a la altura de sus hombros y su espalda ancha mientras bajaba la escalera del edificio, me parecía tan masculino que me resultaba difícil creer que le gustaran los hombres, más precisamente yo. De pronto se volteó y me sonrió.

-          No me mires así que no es prudente besarte en público. – me sonrojé y bajé más rápido la escalera dejándolo atrás. No, no quería que me besara en público, sería muy vergonzoso.

Nos subimos al camión y Sakura comenzó a manejar por las calles ya no tan desconocidas para mí.

Habíamos visitado una docena de departamentos durante la mañana, de los cuales había rechazado varios porque eran demasiado pequeños y otros porque eran demasiado grandes. Luego simplemente rechacé un par porque estaban muy lejos del de Sakura, aunque claro que él no sabía que aquella era una razón. Estaba emocionado, sentía que comenzaba una nueva vida.

-          ¿Deberíamos decirle a Ken y Tetsuya que puedes decir algunas palabras? – negué inmediatamente – Está bien… será nuestro secreto mientras. – Sakura era muy prudente para manejar, demasiado para mi gusto, me ponía ansioso su lentitud. Quité la libreta del bolsillo y le escribí para enfocar mi atención en otra cosa.

“¿Tu estas bien?”

-          Sonará egoísta pero me siento bien… muy bien.

Sonreí.

“Yo también me siento bien…”

Sonrió.

¿Estaba bien si estábamos tan felices? Sentía que no era real, que en cualquier momento todo caería porque yo nunca había sido tan feliz.

-          ¿Aún te duele la mejilla?

-          ¿Ah?

-          Por el golpe… ¿Aún duele? – negué con la cabeza – Al menos ya se deshinchó.

-          Akane es mala – logré decir mientras me tocaba la cara intentando averiguar si quedaba algo de hinchazón.

-          No lo es… solo estaba herida.

“Pero yo también lo estuve y no la ahorqué”, quise decir, pero debí recordarme que no solo porque podía hablar podría ir por allí diciendo todo lo que pensaba. Probablemente a él no le gustaría mi comentario.




Sakura cargó las bolsas con las compras mientras subíamos las escaleras al departamento de sus amigos.

Toqué la puerta un poco ansioso, necesitaba corroborar que Samurai estuviera bien. Tardaron varios segundos, sin embargo finalmente abrieron.

-          Hola… - nos dijo cuando nos abrió el chico de labios gruesos.

-          Den, ¿cómo se ha portado Samurai?

-          Eh… esto, mejor pasen. – nos hizo espacio para que entráramos. Lo miré algo preocupado, Samurai no solía portarse mal. En el sofá estaba el otro chico con el ceño fruncido, seguí la dirección en que miraba y vi a Samurai escondido debajo de una mesa.

-          ¿Pasó algo? – preguntó Sakura, yo caminé por la casa para ir en busca de mi gato, que en cuanto me vio caminó hasta mí levantando el lomo esperando caricias. El chico que estaba sentado en el sofá bufó.

-          Espero que pretendas pagarnos los daños – le dijo a Sakura.

-          ¿Qué daños?

-          Ryo no exageres – le pidió Den.

-          A la moral… y físicos también.

-          ¿Me vas a decir qué pasó?

-          Verás…

-          ¡Ryo! – lo frenó– Lo que sucede es que lo rasguñó, pero no pasó nada… solo está exagerando- los miré curioso, Samurai se veía feliz e incluso cómodo. El chico del sofá continuaba mirándolo con recelo.

-          ¿Por qué te rasguño? – le preguntó Sakura.

-          Supongo que porque me estaba moviendo.

-          ¿Dónde fue?

-          No… no importa… - susurró el chico algo incómodo. Sakura recorrió la sala con confianza y se acercó a mí, revisó a Samurai con la mirada y luego de asegurarse de que estaba bien, giró y le insistió a su amigo.

-          Dime donde te arañó.

-          No quieres saber – le dijo Den.

-          Si quiero.

-          Te vas a burlar – Sakura levantó las cejas a la espera –…en el pene. – respondió el chico del sofá, yo abrí la boca por la sorpresa y Sakura estalló de la risa. En frente de nosotros Den suspiró.

-          Espera… - intentó calmar las risas – Dijiste que… te arañó porque te estabas moviendo… ¿Estaban…? – los dos chicos se miraron incómodos, Sakura rió más fuerte y yo comprendí, me avergoncé por ellos.

-          Oye no sabes cómo duele un arañazo ahí, no te rías enfermo- le pidió el chico del sofá.

-          Samurai debe estar traumado.

-          Pues no lo parecía, estaba pegado mirándolo todo. Hasta creo que lo disfrutó… incluso en un momento…

-          ¡Ryo basta!

-          Den, pero si es Sakura…

-          Pero Sakura no quiere saber tanto detalle. – hablaron entre ellos, Sakura continuaba riendo, esta vez se limpiaba lagrimas de los ojos.

-          Bien, debemos irnos, creo que Samurai ha visto demasiada homosexualidad por hoy.

-          Si, llévatelo por favor. – el chico del sofá parecía tenerle miedo. Hice una pequeña reverencia de disculpa en su dirección y seguí a Sakura que caminaba hasta la puerta aún sacudiendo los hombros por su risa. El chico de labios grandes me tendió la jaula y dejé a Samurai dentro.

-          No te preocupes, se portó bien y comió normal – me dijo para tranquilizarme un poco, le sonreí. Algo en sus ojos me daba confianza.

-          Gracias  Den. ¡Nos vemos Ryo! – el chico del sofá levantó la mano sin ponernos demasiada atención. Aún cuando habíamos bajado las escaleras, Sakura no dejaba de reírse y de decirle a Samurai que era mucho mejor que cualquier perro que hubiera conocido. Me gustaba cuando le hablaba a Samurai, en el fondo estaba seguro de que Sakura también sentía que él lo comprendía.



Abrí la jaula en cuanto llegamos.

“Bienvenido a tu nueva casa”, pensé animado mientras lo sacaba y me sentaba con él en el suelo, pero me miró enfadado, parecía resentido. Intenté acariciarlo pero me ignoró. Samurai era bipolar.

-          Déjalo, debe estar confundido porque el lugar le es extraño – asentí, esperaba que Samurai no se estresara demasiado. - ¿Me dejas hacer una llamada?

-          Si – respondí sin mirarlo aún preocupado, él marcó en el teléfono y se sentó en el sofá. Con su brazo me alcanzó enredando su mano en mi cabello dándome un masaje sorpresivo. Tuve un escalofrío relajante.

-          ¿Mamá? – lo escuché decir en cuanto contestaron su llamada, su tono al hablar con su madre cambiaba mucho, podías sentir el cariño en la voz – Si, no te preocupes, mañana iré a verte… ah, no, no iré con Akane, no creo que tengas… que volver a verla– le puse más atención aún sin mirarlo, sus dedos seguían acariciando mi nuca – No hay nada que contar, es como te digo, solo no sabrás más de ella… Terminamos – se escuchó un grito de alegría del otro lado de la llamada y entonces si volteé a mirarlo, ¿en serio le parecía tan desagradable aquella chica a su madre? Me preocupé. ¿Qué me esperaba a mí? Sakura suspiró -  Está bien, nos vemos ahí – colgó el teléfono y se acercó a mí sentándose a mi lado.

-          ¿Estás bien? – le pregunté por su rostro molesto.

-          ¿Has pensado en cómo le dirás a tu madre que tenemos una relación? – entendí su preocupación, levanté los hombros.

-          No me importa – le dije sincero, él me sonrió con tristeza.

-          A mi sí…  si me importa qué dirán mis padres… - miró el suelo – Tal vez no debería, ¿no? – suspiró. De pronto tocaron la puerta, ambos nos miramos sorprendidos. Me puse de pie y abrí sin pensarlo.

-          ¡Hyde! – gritaron Ken y Tetsu al mismo tiempo.

-          ¿Qué hacen aquí? – preguntó Sakura asomándose por la puerta.

-          Tú qué haces aquí – le preguntó Ken-chan.

-          Ayudé a Hide con la mudanza – respondió sin dudar.

-          ¿Podemos pasar? – me preguntó Tet-chan, asentí y me hice a un lado para darles paso a mi nuevo departamento.

-          ¿Cómo llegaron aquí? – Sakura parecía algo triste, su voz no sonaba como siempre. Me pregunté que tanto le afectaba lo de sus padres…

-          Estábamos esperando que Hyde llegara al departamento así que preocupados le preguntamos a Oishi qué les había sucedo – explicó Ken –  Ustedes sanguijuelas no nos avisaron de nada – nos juzgó con la mirada y Tetsuya continuó hablando.

-          Oishi nos contó que Hyde había optado por comprar un departamento y nos dio la dirección que le dejaron. ¡Así que vinimos a celebrar! Trajimos cervezas y vino. – levantó la bolsa que tenía en la mano y nos sonrió. Suspiré. A ellos solo les interesaba celebrar.




No hacía falta analizarlos demasiado para saber que todos estaban ebrios. Sakura era el único que no daba vergüenza ajena al caminar, sin embargo también arrastraba las palabras al hablar.

-          Ken-chan te vas a pegar el sida si sigues así – le dijo Tetsuya.

-          Yo uso condón – dijo orgulloso. Sakura se rió.

-          Eres un niño precoz.

-          Arg, no entiendo porqué se quejan- volvió a llenarse el tazón con vino- ¿Por qué estámos bebiendo en esto?

-          Porque Hyde aún no desempaca las copas, te lo hemos dicho tres veces ya maldito ebrio.

-          No me maldigas… yo te quiero… - se pegó al brazo de Tetsu.

-          El asunto es que este chico precoz no me deja dormir con sus alaridos y los de sus chicas por las noches. No sé si les paga por solo gritar pero carajo que hace ruido, me está volviendo loco. He pensado en ir a lanzarles agua caliente a las cinco de la madrugada para que aprendan la lección.

-          Que sádico – le dijo Ken a Tetsu por su comentario, Sakura me miraba un poco apenado, luego pareció pensativo y le dijo a Tetsuya.

-          ¿Y si te vas a vivir a mi departamento? – yo lo miré impresionado – No es la gran cosa pero puedes dormir sin ruidos molestos… Además, yo no creo que este muchas noches allí…

-          ¿Ah? ¿Por qué no? – preguntó Ken - ¿La vida de casado?

-          Algo así… Pretendo darle tiempo a mi relación y eso no involucra mi departamento – dijo sin vergüenza, yo inconscientemente me ruboricé.

-          Sakura… ¿de verdad no te molestaría que viva contigo? – le negó con la cabeza.

-          Por supuesto que no. Además, de los cuatro eres el más cuidadoso y quisquilloso, no es como si viviera con Ken que probablemente convertiríamos el departamento en un motel, un basural o un cementerio. – reí fuerte y todos me miraron. Tetsu me sonrió y no pude entender por qué en un primer momento.

-          Muchas gracias… no me lo pensaré dos veces, sí acepto – Sakura sonrió. – Te ves feliz Hide – me dijo de pronto – Algo diferente a lo usual… - ¿diferente? – Me gusta.

Volví a ruborizarme.

-          Oigan, ¿por qué no vamos a recorrer un poco el lugar? Hay muchas cajas aquí, ni siquiera se puede estar cómodo.

-          Ken-chan no seas tan grosero – le regañó Tetsuya.

-          Creo que es buena idea… salgamos un rato. – Sakura se puso de pie y me tendió la mano para ayudarme a pararme, lo hice sin dudar y solo cuando estuve de pie y lo miré sonriente noté los ojos de Tetsuya sobre mí. Me puse nervioso de inmediato. Esperaba que no se percatara de nada.

Sakura y Ken se complementaban incluso ebrios. Los dos corrieron por varias calles haciendo que Tetsuya y yo los siguiéramos, yo al final, me costó alcanzarlos pero ellos ni se inmutaron, estaban entretenidos jugando en unos columpios del parque más cercano. Incluso subieron por un resbalin y se lanzaron de pie.

-          Ridículos – se quejó conmigo Tetsuya, pero terminó subiéndose a los columpios y luchando contra Ken sobre quien llegaba más alto. Ken por poco se gira por completo. Sakura me tomó la mano y me llevó hasta el resbalin.

-          Sube – me dijo animado, lo miré dudoso, no era bueno manteniendo el equilibrio. – Vamos, no me gusta que solo te quedes mirando, sé que puedes. – le puse mala cara, yo disfrutaba observando. Pero entonces él subió antes de mí y me tendió la mano. – Es un resbalin para niños Hide, no es tan alto. – se mantuvo de pie en lo alto del juego y lo miré sin saber que hacer – Nos lanzaremos de pie, el calzado se resbala también, piensa que vas en una tabla de surf. – temblé mientras me sostenía con los pies, él me espero, tenía buen equilibrio o al menos eso parecía, entonces me arrastró con él y no supe cómo frenar cuando estábamos por llegar al suelo… terminé estampado sobre él que cayó al suelo por el choque de mi cuerpo. No me pude contener y me reí muy fuerte. En unos pocos segundos la risa de Ken-chan que nos observaba desde los columpios acompañó la mía. Cuando nos paramos, fuimos hasta los columpios donde estaban los chicos, encendimos unos cigarrillos y comenzaron a charlar, yo escuchaba. De pronto en frente de nosotros apareció un grupo de chicas, Ken-chan de inmediato comenzó a analizarlas y a elegir su favorita, Sakura lo ignoró pero entonces una de ellas se nos acercó.

-          Hola… - saludó la favorita de Ken que fue el primero en acercarse como si necesitara hacerlo para responderle, pero entonces ella lo ignoró y se dirigió a Sakura – Por casualidad, ¿tienes fuego para encender el cigarrillo?

-          Claro – le respondió Sakura sin siquiera impresionarse por el gesto de la chica que se lo devoraba con la mirada. Si tuviera que definir exactamente como me sentía en ese momento, diría que me quemaba por dentro, era una especie de acidez que comenzaba en el ombligo y subía hasta mi cerebro. Sakura sostuvo en sus manos el encendedor mientras la chica lo provocaba con los ojos, chupando el cigarro mientras lo encendía. Luego le sonrió y lanzó el humo con suavidad a su cara, Sakura ni siquiera se arrugó. - ¿Son de por aquí? – preguntó en plural, pero solo lo miraba a él.

-          No realmente – le respondió sin sonreírle, más desinteresado. En mi fuero interno lo agradecí pero quería que le dijera que estaba ocupado.

-          ¿Tú eres de por aquí? – intentó llamar su atención Ken-chan, sin embargo ella solo le negó con la cabeza sin detenerse un segundo en él, estaba embobada por Sakura.

-          Bueno, espero nos volvamos a ver…

-          Claro – le respondió sin darle importancia, la chica se fue caminando y moviendo el trasero provocativamente.

-          Pareciera que se le va a caer – pensé en voz alta mientras la miraba. Sakura se rió de mi comentario pero en cuanto volteé, vi a Ken que me observaba con los ojos como platos. Tetsuya también.

-          Oh – me tapé la boca espantado. Si mi idea era esperar a que avanzara más en ello antes de decírselo, lo había arruinado. Miré a Sakura pidiendo ayuda, pero este me observaba algo apenado y sonriente.

-          Hyde… - dijo Tetsuya con una voz muy rara - ¿Esa fue su voz? – le preguntó a Ken.

-          Si… creo que fue su voz. ¿Lo fue? – le preguntó a Sakura, este asintió riéndose un poco.

-          Entonces… si puedes hablar – Tetsuya no sonaba convencido, asentí, pero realmente no pude contestar con mi voz, los nervios no ayudaban.

-          Di algo más – pidió Ken.

-          No lo presionen – les pidió Sakura – Solo ha dicho un par de palabras sueltas nada más, le cuesta y creo que es más fácil que las diga cuando no se da cuenta o no se siente presionado, así que creo que lo mejor será evitar todo esto.

-          Espera, espera, ¿tú sabías? – Ken le preguntó de forma acusatoria.

-          Desde ayer.

-          Ya… Enano, ahora que puedes hablar iremos a conquistar chicas juntos, eres de esos que dan ternura así que probablemente nos vaya bien como equipo – Sakura se rió fuerte y también Tetsuya, sin embargo este último colocó una mano en mi hombro y dijo seriamente.

-          Me alegro mucho de que puedas hablar, aunque sea de a poco, imagino que este es un gran paso.


Lograron con bastante esfuerzo cambiar el tema, pero mi mente permaneció lejos de ellos pensando en que había hablado… ¿Qué cambiaría? ¿Y si no les agradaba lo que tuviera que decir? Me sentí inseguro. Los chicos se despidieron sin invadir mi metro cuadrado, entonces noté qué Sakura también se despedía. Le supliqué con los ojos en un mensaje silencioso.

-          Ah… me quedaré un rato más, se supone que vine a ayudar con la mudanza… Nos veremos luego.

-          Claro… - tetsuya le sonrió – Mañana hablaremos sobre el cambio de departamento.

-          ¿Cambio de qué? – pregunto Ken. Tetsuya colocó los ojos en blanco – Vamos Ken, te lo repetiré por quinta vez por el camino. – ambos se despidieron moviendo las manos y nosotros también, luego subimos al departamento.

En cuanto entramos, recogí las tazas y el desastre que habíamos dejado. Quise ordenar las cajas también pero no sabía por dónde comenzar.

-          Entonces… ¿quieres que me quede esta noche? – susurró desde mi espalda. Sus manos se posaron en mi cadera y sentí su respiración en mi oído, estaba comenzando a disfrutar el nerviosismo que me causaba su cercanía. Era distinto al nerviosismo usual, más excitante. Asentí. Besó mi cuello y subió sus manos por mis caderas. Inconscientemente me giré para besarlo. – Mm… - su garganta ronroneaba como Samurai cuando disfrutaba de los besos, me gustaba. Me guió a empujones suaves por la sala pero tropezamos varias veces con cajas, ambos reíamos entre besos hasta que finalmente logramos llegar a la habitación.

Concentrado me besó con algo de fuerza empujándome hacía la cama y haciéndome recostar por debajo de su cuerpo. Sin poder pensar demasiado me alarmé y busqué escapar de su abrazo, impulsándome hacía arriba y empujándolo levemente con la mano.

-          ¿Qué sucede? – me preguntó en cuanto se percató.

-          No quiero… - logré decirle sin mirarlo, él se puso de pie y me dejo escapar. Me fui al baño sin mirarlo.

-          Hide… - le escuché la voz sorprendida por mi reacción.

En cuanto llegué al baño me lavé el rostro. ¿Por qué me daba tanto miedo? Me abracé a mí mismo.

Si sabía la razón; temía no hacerlo bien o que a él no le gustara mi inexperiencia, y sobre todo, temía que en ese momento decidiera que no le gustaran los hombres. Sentía mucho peso sobre la situación y otro miedo latente era que mi cuerpo no le gustara. Me quedé encerrado alrededor de media hora intentando calmarme, para cuando salí Sakura ya estaba acostado en la cama dándome la espalda.

Me senté en la cama esperando que me dijera algo pero no parecía dormir, más bien lo sentí molesto. Me quité los pantalones y me coloqué una playera grande que usaba para dormir, sin pantalones me metí me metí a la cama. Sentí sus pies fríos y sus piernas desnudas bajo las sábanas y traté de calentarle sus pies con los míos. Él no reaccionó de ninguna forma. Apagué la luz de la lámpara.

Lo escuché suspirar, supe que no dormía y probablemente estuviera molesto, sentí culpa.

-          Sakura… - le llamé sintiéndome triste.

-          ¿Mm? – quise hablar más pero al hacer un esfuerzo consiente me era más difícil. Me quedé callado y aquello hizo que se girara hacía mí. - ¿Qué sucede? – su voz en susurro me producía escalofríos, yo no tenía la voz tan ronca como la suya.

-          A… ¿abrázame? – logré pedir, necesitaba saber que no estaba enfadado. Se acercó a mí y colocó su brazo sobre mí por debajo de las colchas, parecía dudoso en tocarme, aquello me hizo mal. – Lo lamento… - simplemente las palabras me salieron.

-          No entiendo por qué reaccionaste de esa manera…

-          Lo lamento… - le repetí volteándome para abrazarle por debajo de las sábanas, sentir su cuerpo cerca me hacía sentir mucho mejor, aunque aún sus pies estaban fríos así que los enredé con los míos. – Yo… arg – me frustré.

-          Tranquilo, cada vez hablas más, lo estás haciendo muy bien…

-          Mm… - el ambiente se había tornado triste para ambos.

-          Hide…

-          ¿Mm?

-          No te voy a presionar, pero… no huyas de esa manera, solo… no lo sé, dame una señal cuando quieras que me detenga.

-          ¿Cómo… qué?

-          No sé, pellízcame – se me salió una carcajada y él también rió aligerando el ambiente – Solo… no huyas de esa manera, yo no quiero… hacerte daño – susurró con voz más bajita probablemente avergonzado.
















4 meses después…




-          La permanente te quedó realmente bien. - me dijo Ken-chan mientras toqueteaba mi cabello.

-          No me toques con tus manos sucias, esta recién arreglado… - le reclamé, de repente con ambas manos me despeinó.

-          Arg, a veces extraño cuando no hablabas. – Tetsu a nuestro lado se rió mientras la mitad de su atención la tenían los atuendos que colgaban en fila en el camarín. A un extremo, estaba Sakura con la baqueta en la boca sentado mientras revisaba probablemente unas letras. Me costaba no ir hasta él a molestarlo o solo sentarme en sus piernas y pedirle un poco de atención, a veces me desesperaba que los momentos a solas tardaran demasiado por culpa del trabajo.

-          Ken-chan, ven a elegir tu atuendo. Hyde, ¿ya elegiste el tuyo?

-          Si…

-          ¿Una camisa de Sakura otra vez? – preguntó Ken. - Ya pareces la novia – comentó en broma, le hice mala cara.

“Si supieras…”, pensé.

-          No, esta vez usaré una túnica.

-          ¿Una qué? – preguntó Tetsu.

-          Una túnica, un vestido blanco largo… ya verán que genial se ve.

Sakura estaba concentrado en lo suyo, no nos puso atención. De todas maneras todos sabíamos que él no necesitaba elegir atuendo, era firme en su decisión de vestirse con ropa negra y usualmente elegía dentro de las mismas opciones. Era tan firme con ello que hacía a los staff estresarse, pero aunque todos se enfadaran, a mi me divertía. Fui hasta él y me senté cerca, me miró de reojo y sonrió. Una sonrisa pequeña, fugaz.

-          ¿Por qué siempre colocas la baqueta en tu boca?

-          Para mantener la boca ocupada – respondió soltándola y guiñándome un ojo. Le puse mala cara, había sido una pregunta tonta. Cada vez que podía me hacía bromas de ese tipo. – Por cierto, ese cabello te luce muy bien. – le sonreí tímido con miedo a que los demás vieran mi sonrisa estúpida.

Oishi entro en la habitación cortando nuestra conversación y avisándonos que era hora de comenzar el concierto.





Bajé del escenario sintiéndome mareado por la adrenalina. En el pasillo el staff nos aplaudió mientras caminábamos en dirección al camarín, sentí las risas felices de Sakura y Ken a mi espalda, me palpitaba fuerte el corazón, pocas veces me sentía tan satisfecho.

Me quité la túnica en cuanto entré quedando desnudo hacía arriba, sentí el seguro de la puerta cerrarse y me volteé rápido sin entender el por qué. Sakura caminó lento hacía mi mirando mis labios, no dijo nada cuando en la soledad del camarín tomó mi rostro entre sus largos dedos y me besó con cierta presión por parte de su lengua.

-          Mm… - se me escapó al sentir las uñas de sus manos bajar por mi cuerpo, recorriendo mi espalda hasta acomodarse en mi cintura marcando mi silueta al subir y bajar. Le abracé el cuello y sentí su melena hacer cosquillas en la piel desnuda de mis brazos. Me empujó a pasos cortos hasta quedar contra la pared, continué besándolo completamente perdido en sus roces hasta que sus dedos bajaron hasta el botón de mi pantalón, solo allí deshice mi abrazo y le pellizqué el hombro.

-          Auch – se quejó soltándome y sobando con un puchero en los labios su hombro. Lo miré apenado, él solo me sonrió devolviéndome la mirada con un gesto similar. Al bajar la mirada noté el bulto en su entrepierna.

-          ¿Cómo explicarás eso cuando lo demás entren?

-          Fácil, la excitación del concierto. – me reí, él se quitó la playera de cuero ajustada – Soy un hombre con bastante testosterona – dijo haciendo alarde de su erección con un tono que no parecía divertido.

Solo podía suspirar con cierta culpabilidad… A pesar de que le había dicho que tendríamos sexo en cuanto fuera mío, aún no era capaz de atreverme a ello. Las razones seguían siendo las mismas.

-          Ya es tarde, ¿por qué no vamos a casa? Necesito una ducha fría. – continuó en el mismo tono.

-          ¿Seguro? Probablemente quieran festejar… - no respondió, parecía estar de mal humor, nuevamente porque lo había rechazado. Había aprendido algo de Sakura con respecto a su carácter; cuando se molestaba siempre lo hacía notar de forma directa, lo decía o su actitud dejaba en claro que no estaba de acuerdo. Sin embargo cuando algo le hería como mi rechazo, solo se aislaba, se callaba y se apresuraba en tumbarse a dormir.

-          De todas maneras deberías quedarte a festejar si quieres – dijo luego de unos minutos, me coloqué otra playera mientras y un suéter abrigado – Dormiré en mi departamento hoy, así que no tienes que marcharte conmigo.

-          Yaa-chan… - susurré en tono de queja.

-          No te preocupes por mí, solo no tengo ganas de festejar… además, Tetsu debe verme dormir allí de vez en cuando. – aunque intentaba sonar animado no me convencía. De pronto golpearon la puerta y él se puso de pie para abrir. Ken entró reclamando.

-          ¿Por qué se encierran?

-          Ah, lo lamento, me quería desvestir y temía que alguna chica del staff fuera víctima de mi testosterona. – le dijo sin pudor alguno, abrí la boca por su poca vergüenza. Ken-chan miró su entrepierna sin entender del todo, entonces cambió la cara.

-          ¿No me digas que eso te pasó por el concierto? – Sakura asintió – Vaya Sakura, necesitas un desahogo urgente… - ¿Cómo podían hablar con semejante tranquilidad de ello? – En la fiesta elige y llévate alguna chica a tu departamento.

-          Oh no te preocupes, tengo planeado ver a una en mi departamento ahora, así que no me quedaré a la fiesta. - ¿Qué? Lo miré sin entender nada. ¿Planeaba verse con alguien?

-          Yo iré con Sakura – dije sin pensar, celoso de la simple idea de que viera a alguien más.

-          Ey enano, dale privacidad. ¿Qué no ves como está? – apuntó a su entrepierna.

-          Está bien, pasaré a dejarte a tu departamento antes de ir al mío. – me dijo, Ken-chan suspiró negando con la cabeza mientras me miraba. Lo ignoré y tomé mis cosas.

Seguí a Sakura, quien tuvo que dar varias explicaciones del por qué no se quedaría a festejar a medida que avanzábamos hasta la salida. A mí nadie me preguntó nada, sabían que era apático. Cuando llegamos a su auto y me subí podía jurar que él se reía un poco, al menos su ánimo estaba mejor.

-          ¿Por qué tienes esa cara? – me preguntó con voz inocente.

-          ¿A qué chica verás? – pregunté en la voz en un tono elevado, él soltó una carcajada fuerte, lo que me hizo enojar más. Siempre se reía de mí.

-          Ay Hide… claro que no veré a nadie, solo lo dije porque no quiero quedarme a festejar. – yo seguía enojado observándolo desconfiando – Eres muy tonto si te crees todo lo que escuchas, además, yo no he visto chicas desde que estamos juntos. A veces olvido lo ingenuo que eres.

Me crucé de brazos y no dije una palabra más por un rato mientras él conducía por las calles de la ciudad, de pronto me sentí nuevamente preocupado por lo que había ocurrido. Llevaba meses postergándolo, era obvio que cada vez le resultaba más difícil a Sakura controlarse, ya no se conformaba con un par de toques o unos besos, y tampoco se reía cuando lo alejaba, aunque agradecía en mi fuero interno que tampoco se enfadaba conmigo ni me gritaba, aún así, consideraba peor hacerlo sentir rechazado.

-          Lo lamento… - le susurré mirando por la ventana, ya faltaba poco para llegar a casa. Permanecí con los brazos cruzados y el cabello me cubrió el rostro. No podía verme.

-          Yo lo lamento, no logro controlar mi temperamento. – estacionó fuera del edificio – Pero… Hide, ¿puedes decirme por qué? ¿Por qué no quieres? Hace unos meses estaba seguro que la situación sucedería tarde o temprano, pero ya no lo sé… huyes de mí como si no quisieras tocarme ni permitir que te toque un poco… Ni siquiera me dejas besarte por mucho tiempo…

-          No es que no quiera… es solo que…

-          ¿Qué?

-          ¿Y si no te gusto? – lo miré buscando que me comprendiera, sabía que lo haría pero no estaba seguro de si sería suficiente para aliviar su molestar. Suspiró.

-          Me frustra que no valores mis sentimientos por ti. Puedo entender que te cause miedo, pero no que la razón sea que no confías en que mis sentimientos son reales.

-          Lo siento… es solo que… – intenté ser sincero, pero hablar de ello en voz alta era difícil, más para mí - temo que la experiencia no sea comparable con las que ya has tenido y…

-          No he tenido experiencias con hombres Hide, no hay comparación. Estoy desde cero contigo.

-          Si pero puedes preferir las relaciones con mujeres luego de probar… temo que no lo prefieras – evité mirarlo a los ojos, sabía que estaba molesto.

-          No espero que la primera vez sea el mejor sexo de mi vida, no creas que soy tan imbécil para no haber pensando al respecto. Baja del auto Hide, nos veremos mañana. – lo miré sintiéndome peor, me estaba echando. – Baja Hide.
-          No. Quiero que te quedes a dormir esta noche…

-          Hide, debo ir de vez en cuando a mi departamento, Tetsuya debe pensar que vivo de fiesta en fiesta porque jamás me ve allí. El otro día me dijo que creía que él era la razón por la que no volvía por las noches…  - me aburría oírlo excusarse.
-          Ya-chan no quiero dormir solo, te extraño cuando no estás. – hice un puchero y lo miré, él aún tenía los ojos tristes. Suspiró.

-          Está bien… me quedaré. – no esperó a oír mi respuesta y salió del auto. Lo seguí nuevamente, aún la atmosfera se sentía extraña. Entró a mi departamento sintiéndose como en su casa, porque ya lo era, y fue directamente al baño ignorando los saludos desesperados de Samurai.

-          Ven aquí pequeño… – lo llamé con los dedos y él corrió hasta mí, lo tomé en brazos – No molestes a Sakura, hoy tiene malas pulgas.


Preparé sashimi para la cena mientras Sakura se daba un baño, hice un esfuerzo porque la comida fuera perfecta, sin embargo en cuanto terminé de cocinar Sakura ya se había acostado a dormir.

-          ¿Ya estas dormido? – susurré desde la puerta de la habitación a oscuras, no respondió. Volví a la cocina arrastrando los pies. – No importa… – me dije en voz alta – Me comeré los dos platos.








Me di un baño sintiéndome lleno. Solía sentir que el agua se llevaba todo lo malo y aquello me subía el ánimo, además el fuerte olor del tratamiento en el cabello me tenía algo mareado, necesitaba consolarlo con un poco de shampoo.

Mientras el agua corría por mi cuerpo me observé unos instantes… ¿Qué me frenaba? Me lo pregunté varias veces sin encontrar una respuesta que no fuera el miedo a que a él no le gustara. Aunque había dicho que no tenía expectativa de la primera vez, seguía sintiéndome asustado. Entonces llegué a una conclusión que tuvo más sentido para mí: temía entregarme por completo a él. Ya sentía que mi corazón le pertenecía, que tenía un poder enorme sobre mí y toda mi atención… pero que mi cuerpo le perteneciese me haría completamente suyo… y aquello me asustaba.

Temía perderme en él.

-          Pero confío en él… - me respondí. Si, lo hacía. Confiaba más en él que en mi mismo. Tomé aire. Tal vez había llegado la hora de soltar las pocas cadenas que me quedaban y me impedían quererlo con libertad.

Me lavé los dientes con violencia sintiéndome muy nervioso, no sabía si podría atreverme o si Sakura simplemente no quisiera intentarlo por estar molesto. Salí del baño completamente desnudo dejando el lubricante en la mesita y me metí en la cama, en mi lugar usual a la orilla derecha. Respiré profundo intentando calmarme.

“Tú puedes, inténtalo”, me rasqué las manos con las sábanas y cerré los ojos con fuerza. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Qué me rechazara? Solo tendría un poco de lo que él había sufrido esos meses en incontables veces por mis miedos.

Me acerqué a él, su respiración no sonaba profunda entonces estuve seguro de que no dormía. Busqué su mano en la oscuridad por debajo de las sábanas hasta que la encontré, y en cuanto la tomé, entrelazó sus dedos con los míos, por lo que confirme que no dormía. Me acerqué más a él. Llevaba pantalones y una playera, solté su mano para acomodarme sobre él y a tientas palpé buscando su rostro.

-          ¿Qué haces? – susurró divertido al sentirme cachetearlo con suavidad.


-          Solo quiero besarte… - movió su brazo para darme acceso más directo a su rostro, en ello tocó mi espalda.


-          Hide, hace frio para que te acuestes así… - incluso molesto se preocupaba por mí. En cuanto encontré sus labios con las puntas de mis dedos los acaricié y luego lo besé. Al comienzo solo fue un beso leve que se intensificó a medida que su lengua me recordaba lo que era confiar ciegamente en él. Llevaba meses sin besarlo de aquella manera, con tanta calidez y sin límites. Se apartó un poco de mí pero no se lo permití por mucho, y tomando una bocanada de valentía dejé que mis manos incursionaran en su cuerpo. Sentía que lo tocaba por primera vez. – Hide… ¿Qué haces? – susurró con voz suave cuando sintió mi mano debajo de su playera, luego la moví para meterla dentro de su pantalón. – Hide…


-          ¿Mm? 


-          No hagas esto si luego me vas a detener… - su voz me pareció una súplica.


-          No pienso detenerte esta vez – quería que mi voz sonara seductora, pero por el contrario, sonaba cargada de miedo. Toda una traición de parte de mi propio cuerpo.


-          Hide… - su voz insegura me llamó la atención.


-          ¿Acaso no quieres? – detuve mi mano.


-          Sabes que sí, pero no quiero que sea por la discusión que tuvimos hace un rato, no quiero sentir que obtengo esto de ti por presionarte.


-          Oh… pero no es esa la razón. Digamos que… aclaré algunas cosas conmigo mismo.

-          ¿Cómo qué? 


-          ¿En serio tienes ganas de hablar cuando yo quiero otra cosa? – pregunté divertido. Él se estiró hasta encender la lámpara dejándome medio ciego.


-          Sobre esto sí. Oye… no traes ropa – dijo al mirarme, me cubrí avergonzado. 


-          Apaga la luz… - le supliqué.


-          No, vamos a hablar ahora y si vamos a hacerlo luego… necesito verte. 


-          Pero Ya-chan…- me cubrí y lo observé con las mejillas infladas por el disgusto. El pinchó con un dedo una de ellas.


-          Dime… ¿Qué cambió? – susurró en un tono bajito, la voz de Sakura hablando con ternura solía darme ganas de sonreír. - ¿Qué pasa? – preguntó cuando notó el debate de mis labios.


-          Nada solo… creo que noté qué sucede conmigo… 


-          ¿Y es…? – me acurruqué junto a él escondiendo el rostro bajo su cuello, inmediatamente me arropó con las colchas tapándome por completo, el calor que emanaba su cuerpo era sobrecogedor en mi piel desnuda.


-          Me protejo un poco… supongo- permaneció en silencio esperando a que prosiguiera – Me da miedo entregarme a ti, esa es la verdad, siento que no quedará nada de mí que no te pertenezca luego. ¿Sueno como una mujer, no? – se rió de forma silenciosa, solo sentí su cuerpo dar pequeños saltitos propios de su risa. 


-          Si… pero no es tan raro que pienses de esa manera… Si te soy sincero siento algo similar, pero no influye en ello si tenemos o no sexo. Sé que mis sentimientos por ti son fuertes… porque ya siento que… te… pertenezco… - su voz se hizo más bajita a medida que avanzaba su oración. Sonreí. 


-          Te quiero… - le susurré – Y precisamente me di cuenta de que confío en ti más de lo que tal vez confío en mí… por eso, ahora que lo sé y que me di cuenta de cuál era mi miedo, creo que ya es el momento de… - comencé a tartamudear.

Quise dejar de hablar y me incliné para besarlo con un poco de fuerza hasta posicionarme sobre él. Si bien no pretendía ser intenso, no fue el resultado que obtuve y terminé siendo consciente de que le había lastimado los labios. Me alejé de él y me reí.

-          Perdona. – se rió también pero no dijo nada. Volví a besarlo y sentí sus dedos posicionarse en mi cadera, dejé que mis labios le recorrieran el contorno del mentón cuando de pronto lo sentí bostezar, pero lo ignoré pretendiendo continuar. Sin embargo noté que no estaba en la misma sintonía que yo, me pregunté si estaría bien insistir pero me encontré con que no sabía cómo encenderlo, ni siquiera sabía qué le gustaba, poco a poco mi libido bajó también. - Creo que no va a funcionar, ¿no? 


-          Eso parece… 


-          ¿No tienes ganas? 


-          Mm… creo que… estoy cansado… y también un poco nervioso – me miró con ojos culpables. Me reí de mi mismo sintiéndome ridículo. 


-          Ya… -  “te lo mereces”, me dijo mi yo interior lastimado mientras yo me volvía a recostar, pero en cuanto me acomodé los brazos de Sakura me rodearon la espalda desnuda. Suspiré de forma pesada.


-          Sin planificarlo. – dijo en tono de promesa. Lo entendí, aunque si me sentía algo ofendido, lo comprendí aún más cuando comenzó a roncar con los labios pegados a mi cuello. Sabía que estaba exhausto.











Desperté sintiéndome descansado pero aún estaba oscuro.

Observé el despertador y encendí la lámpara, eran las 5 de la mañana.

“Esto sí que es madrugar” pensé, a mi lado Sakura dormía con cierta molestia dibujada en sus cejas. Suspiré con un sentimiento extraño. Destapé mi cuerpo para levantarme y sentí una ola de frio atacarme, me vestí con rapidez con un pijama y salí del cuarto intentando no hacer ruido. Luego solo me lancé en el sofá y encendí un cigarrillo sin si quiera encender la luz de la sala.

-          ¿Qué pasó hoy? – me pregunté sintiendo un poco de vergüenza al recordar que no había funcionado. Pensé en la epifanía que había tenido en la ducha y sin darme cuenta el hilo de mis pensamientos se dirigió a Sakura. ¿Era normal querer tanto a otra persona? ¿Estaba bien? Durante todos aquellos meses Sakura se había convertido en mi compañero las veinticuatro horas del día, y se la pasaba haciéndome reír, me había dado mi espacio y también fue paciente con mi falta de capacidad para hablar… jamás se quejó. Solía pasarme las noches escuchándolo leer en voz alta o solo analizando un poco de su mente tan distinta a las demás. Era confuso a veces, le costaba darse a entender, pero me gustaba aún más cuando lo intentaba y desvariaba en ideas profundas mientras movía frenético las manos. Jamás había confiado tanto en alguien como lo hacía en él, mis deseos de cuidarlo eran tan fuertes como el sentimiento de protección que sentía a su lado. De alguna manera me ahogaban mis propios sentimientos.

Apagué lo que quedaba del cigarro y me devolví a la habitación con una fuerte necesidad de abrazarlo.  Entré en la cama sintiéndola aún tibia y  en cuanto lo toqué con mis manos un poco más frías que la temperatura de su piel, despertó. Me maldije a mí mismo, sabía lo que le costaba quedarse dormido.

-          Mm… - se acercó a mí para recibir mi abrazo somnoliento pegando su rostro a mi pecho, estando recostado un poco más abajo- ¿Te levantaste? 


-          Si… - le contesté divertido por su manera de hablar arrastrando las palabras por el sueño.


-          ¿Pasa algo? Suenas raro… 


-          Y tu adormilado – le dije con cariño – Descansa… 


-          No, estoy bien…- bostezo, yo me reí – En serio, solo estoy despertando lentamente. 


-          Intenta volver a dormir, solo quería abrazarte un poco – él metió su rostro debajo de mi cuello y besé su frente sin pensarlo demasiado, lo que lo alarmó.


-          Dime que sucede – su voz sonó más seria. Suspiré.


-          Solo pensaba en que me asusta quererte tanto. – levantó su rostro hasta que pudo mirar en mis ojos. A pesar de la oscuridad, podía ver sus pestañas moviéndose en mi dirección. – Hablo de… - me avergonzaba admitirlo.


-          ¿Dependencia? – asentí – También lo he sentido… pero luego noto que no es así, no me necesitas para nada de lo que haces en tu día ni yo a ti, solo extrañaría que no estuvieras porque tu compañía me reconforta y estoy seguro de que sientes lo mismo. 


-          Me sobrevaloras… 


-          No Hide… pero si sintieras la necesidad de mantenerme contigo. ¿Crees que me habrías negado el sexo por tanto tiempo? Cualquiera que sintiera la desesperación por mantener a otra persona cerca, intentaría mantenerlo… satisfecho.


-          Entiendo lo que dices… pero… - me callé.


-          ¿Pero? – lo abracé con fuerza, y aunque en un momento no dije nada, el dulzor del aroma de su shampoo me reconforto un poco para hablar.


-          No puedo pensar en estar lejos de ti, la simple idea me… desespera. 


-          Siento lo mismo– me susurró muy bajito haciéndome abrazarlo con más fuerza, llevaba mucho que no me expresaba con palabras sus sentimientos – Pero sigo sin pensar que eso sea dependencia, solo es… 


-          ¿Mm? 


-          Nada… - me reí despacio.


-          ¿Ibas a decir amor?


-          No te rías de mí… - me pidió también con una risa, no pude evitar voltear mi rostro para besar su mejilla, pero el adivinó mis intenciones y volteó el rostro para besarme los labios. – Mm… acabas de fumar… - asentí.  – No pienses demasiado en ello, después de todo no pretendo alejarme de ti. 


-          Eso espero – volví a besarlo, esta vez su lengua acarició la mía con cierta suavidad que no se detuvo por un instante que se me hizo eterno. Me sentí excitado como cada vez en que me besaba de aquella manera, pero las veces anteriores me contenía, esta vez debí recordarme que ya no tenía que hacerlo y pegué mi cuerpo al de él haciendo cierta presión. Sakura lo notó e hizo lo mismo, continuó besándome hasta acomodarse sobre mí, entre mis piernas. Se separó de mis labios y tomé una bocanada de aire escandalosa.


-          Eso me pilló desprevenido – le dije sin aire. No dejó de besarme, bajó sus labios rozándome con las comisura de ellos el cuello, tuve un escalofrió y no pude evitar reírme, él se alejó un poco de mí dudoso.


-          ¿Cosquillas? – asentí como respuesta, rió bajito antes de volver a dedicarse a mis labios.

Me besó con delicadeza y cierta presión, enredé mis dedos en su cabello y lo jalé con fuerza hacía mí. Mordió mi labio inferior y sus manos se enredaron por debajo de mi playera hasta subir a mis pectorales, tocó y presionó mis pezones.
 Detuve el beso y lo abracé para esconder mi rostro.

-          Hm.... – dejé que mis manos le acariciaran con libertad la espalda y sus musculosos antebrazos. 


-          No te escondas de mí – susurró con la voz suave y ronca. ¿Podía solo una voz hacerte sentir tanto? Me sentía ridículamente avergonzado de que así fuera.  Dejé que viera mi rostro en la suave luz del amanecer que se comenzaba a asomar, me sonrió y mordió mi nariz. Me reí. Volvió a tomar mis labios mientras le sonreía, esta vez sus manos bajaron a mi cadera y recorrieron el camino bajando por mis muslos hasta tomar mis rodillas y levantarlas para que le rodeara las piernas.


-          Mm… - gemí en sus labios, me negué a abrir los ojos, lo dejé tomar el control mientras mis manos tímidamente le recorrían una y otra vez la piel de su espalda. En un determinado momento, entre besos, tomó mi rostro y se detuvo, cuando lo miré nos unía un hilo de saliva que rompió con un dedo.


-          ¿Quieres…? – asentí sin pensarlo - ¿Estás seguro? –volví a asentir.


-          ¿Y tú? – se rió


-          ¿Me preguntas si estoy seguro? – asentí – Dame tu mano – tomó mi mano y la llevó hasta su entrepierna, que parecía luchar para escapar de su ropa interior. Me reí de nervios – No sabes cuánto me gustas.

Quise pedirle que no dijera esas cosas, pero la verdad era que sí quería escucharlas.

-          Bésame mucho, ¿sí? – le pedí sintiendo el calor en las mejillas, él me sonrió y volvió a besarme. Esta vez entre besos nos quitamos la ropa, toda ella. Lo toqué tanto que estaba seguro parecía desesperado a sus ojos, pero no me importaba, realmente me había controlado por demasiado tiempo y lo que más tenía era ganas de sentir su piel desnuda en mis manos, toda ella.


-          Aah… - se le escapó cuando lamí su cuello. Volví a besarlo, pero esta vez él se alejó de mis labios para continuar deslizándolos por mi mentón, bajando por mi cuello y mi pecho, me miró a los ojos antes de acariciar mis pezones con su lengua.


-          Mm... – llevé una de mis manos con el puño apretado hasta mi boca y mordí el dorso de ella, si iba a gemir, necesitaría algo qué morder para contenerme. Chupó el otro pezón divertido con los pequeños saltitos que daba mi cuerpo, sus manos eran diestras en masturbar mi entrepierna con una de ellas y con la otra presionar el pezón que su boca no lamía, sentí un leve temblor en mis muslos – Mm… - bajó más con sus labios esta vez deteniéndose en mi ombligo para besarlo, me reí por las cosquillas – Noo…  - le pedí mientras él reía, luego bajó más y contuve la respiración.

-          Estás igual que yo – comentó.

“No hay nada que temer, tomaste un baño hace un rato”, me recordé avergonzado al notar que tenía el rostro junto a mi entrepierna, sin previo aviso se la metió a la boca.

-          Aah… - sentí el sonido de su boca ensalivar la zona y volvió a lamer. Lo miré sin saber qué hacer con mis manos, él me observó con una sonrisa.


-          Con confianza… – me pidió, tomó una de mis manos y la colocó sobre su cabello, luego cerró los ojos y volvió a meterla en su boca, esta vez chupando con cierta presión que me hizo soltar un quejido fuera de control.


-          ¡Ah! Mmm… – automáticamente ambas manos fueron hasta su cabello y lo apreté intentando no ser demasiado brusco, pero poco me podía controlar, él comenzó a embestirme con su boca. No podía mirarlo, jamás me lo había imaginado de aquella manera, ni podía creerme que su boca se sintiera tan bien, era húmedo, su boca caliente y sus labios suaves, una combinación perfecta. Comencé a mover las caderas en busca de más, entonces él se detuvo para hablar.


-          No pensé que disfrutaría tanto de esto… - me susurró desde abajo – La visual es mucho más atractiva de lo que…


-          ¡Sshh! Ven aquí – avergonzado lo jalé del cabello hacía mí y le estampé un beso un poco brusco.


-          Ey – reí.


-          Hablas demasiado.


-          Pero no había… – volví a besarlo – Mmg… - “sí, quiero escuchar más de eso”, pensé sin atreverme a decírselo.


-          Ya-chan… 


-          ¿Mm?


-          Hazlo…


-          No seas ansioso Hide, no he esperado tanto para no detenerme a disfrutar esto.

Abrió mis piernas y se sentó de rodillas en la cama, estiró el brazo para tomar el lubricante.

-          ¿No estará vencido esto? – me reí.


-          No creo…


-          No, no lo está, pero solo le queda un mes para vencer, tendremos que acabárnoslo todo.


-          ¡Ya-chan! – colocó un poco en sus manos y lo olió, lo miré curioso.  Se rió de sí mismo al ver que yo lo observaba. También lo sentí nervioso. Dirigió su mano a mi entrepierna y esparció un poco del lubricante allí masturbándome con delicadeza, me tapé los ojos con el brazo, nervioso disfrutando de sus toques mientras mi rostro estaba a su vista. De pronto sentí sus dedos entrar en aquella zona, me cubrí el rostro con ambas manos y abrí más las piernas, de inmediato el calor subió a mi rostro y los nervios hicieron lo suyo conmigo.


-          Tranquilo… si te tensas podría doler y no quiero que eso suceda. Hide… 


-          ¿Mm?


-          Mírame. 


-          No.


-          Mírame.


-          No. – de pronto se quedó callado y quieto, quité mis brazos de mi rostro para mirarlo.


-          Yo tampoco sé muy bien cómo hacerlo…  así que por favor, déjame mirarte. – suspiré y asentí avergonzado. Lo vi concentrado colocando más lubricante en sus manos y palpándolo en mi entrada, era muy extraño sentir sus manos en aquella zona, un contacto más intimo de lo que creí que pudiera sentir. 


-          Meteré los dedos – avisó. Asentí haciendo un esfuerzo por no cubrirme el rostro, evité mirarlo.


-          Mm... – dejé salir cuando sentí sus dedos hacerse un espacio. Presioné las sábanas, si bien no era doloroso, era un poco molesto. Sakura quitó los dedos para volver a colocar más lubricante en ellos y repetir el acto, esta vez los dejó dentro y los movió un poco – Ah...


-          ¿Duele? – negué con la cabeza. Entonces empezó a moverlos dentro.


-          Mm... 


-          Relájate… - me pidió, pero era difícil hacerlo con sus ojos clavados en mí.  De pronto comenzó a moverlos dentro en un ritmo constante y las sensaciones comenzaron a hacerse presentes, toda mi atención se concentro en aquella zona.


-          Ah… - cerré los ojos cuando se sintió bien y mordí mi labio, entonces Sakura se acomodó y tomó su erección para dejarla entrar en mí. Lo miré a la espera, nervioso y algo asustado.  – Si no cabe toda no la fuerces – le pedí de forma estúpida, él sonrió aguantando la risa. – Aah… - cuando entró sentí la diferencia de tamaño y textura con sus dedos, debí abrir más las piernas y aproveché de abrazarme a él. Su boca se pegó en mi oído.


-          Aaah… - su gemido me hizo caer en lo que estaba sucediendo, de pronto fui consciente de que me estaba haciendo el amor y eso me hizo inmensamente feliz, quitándome los nervios.


-          Muévete Ya-chan.


-          ¿Ya? 


-          Si…- permanecí abrazado a él cuando comenzó a moverse lentamente, su respiración en mí oído me hizo concentrarme del todo en él y en lo que me hacía sentir.


-          Aah… - pegó su frente a la mía y me besó un poco mientras se esforzaba por contenerse, lo podía sentir en sus músculos tensos. Frunció el ceño y yo simplemente no pude dejar de mirarlo. La ola de calor me hizo sudar un poco, y le acaricié las mejillas con ambas manos mientras lo sentía entrar y salir en un vaivén que apresuraba cada vez más su ritmo. 


-          Mmg… aaah… - aunque intentaba morder mi labio para evitar los gemidos, se escapaban, incluso cuando intentaba callarlo entre besos. Sakura pegó sus ojos en los míos, nunca sentí su mirada más intensa que en aquel momento, estuve seguro de que comprendí sus sentimientos a la perfección y quise decirle más cosas de las que podía explicar con simples palabras.

El sonido de nuestros cuerpos se hizo presente y Sakura escondió el rostro en mi cuello. Sus gemidos llegaban a mis oídos provocándome escalofríos, enredé mis manos en su cabello y lo guié hasta mi boca para besarlo a ratos.

-          Oh… - vi su rostro concentrado en las sensaciones y comencé a moverme intentando que acelerara el ritmo, sabía que él lo necesitaba y yo lo quería más.


-          Aaah… - al sentirme moverme hacía él comenzó a embestir con fuerza y rapidez, el sonido del choque de nuestros cuerpos volvió a inundar el lugar pero esta vez con más fuerza, mis piernas temblaban un poco y acurruqué su rostro entre mis manos mientras me embestía implacablemente, esta vez con su frente pegada a mi nuevamente.


-          Hide… - dijo antes de volver a besarme, yo comencé a perder el control.


-          Ah… - me zafé de su beso para gemir, me faltaba la respiración y mis mejillas cada vez subían más de tono, lo sabía porque me sentía como en un horno.- Aah… ah…

Por morbosidad incliné el rostro para observar sus embestidas cuando Sakura levantó un poco su cuerpo. Él me miró divertido mientras yo era incapaz de cerrar la boca.

-          ¿Te gusta? – me preguntó de repente con la voz extasiada y ronca.


-          Mucho… – fui capaz de balbucear mientras mi cuerpo se movía debajo del suyo, no me quedaba vergüenza en ese instante. – Aah… - incliné mi espalda cuando una corriente eléctrica me cruzó la espina dorsal, tenía demasiado calor en aquella zona. Sakura enderezó su cuerpo y levantando un poco mis piernas las sostuvo mientras arrodillado continuó embistiendo sin detenerse ni un solo segundo.


-          Aah… - mis oídos se acostumbraron al sonido de su cuerpo chocando con el mío al mismo ritmo, sin bajar, sin subir. Mis piernas reaccionaban por si solas. De pronto tomó mis manos y me levantó quitando su erección de mi interior.


-          ¿Qué-…? – había comenzado a preguntar, pero no pasó mucho antes de que me girara, cediéndole la totalidad de mi entrada. Una posición que me dejaba más expuesto de lo que me hubiera acomodado, pero no quería parar, necesitaba seguir – No te detengas – supliqué mientras se acomodaba detrás de mí, entró nuevamente. – Mmmg… – sentí sus uñas arañar con suavidad mi espalda, de pronto me dio una nalgada. Me reí y volteé a mirarlo, estaba divirtiéndose a costa mía. 


-          Pídemelo de nuevo – dijo con una voz que hizo temblar mi excitación.


-          No te detengas – volví a suplicar, antes de que pudiera tomar aire posicionó sus manos en mis caderas y comenzó a moverlas contra su erección, las embestidas retomaron el mismo frenesí que unos instantes atrás, me sujeté como pude de la cama – Aah… aaah… aaah…. – vi las gotas de sudor resbalar por mi nariz y los temblores llegaron pero aún más fuertes, también los gemidos de Sakura. Decir que sentía la conexión era quedarse corto. 


-          Aaah… - el calor comenzó a subir de manera incontrolable, los gemidos también comenzaron a salir más altos, Sakura lo notó y aceleró un poco el ritmo gimiendo un poco más alto aunque más ronco que yo. No noté cuando todo ocurrió, simplemente fui consciente de que ocurrió - ¡Aah! – el líquido escapó de mi erección mientras el orgasmo me consumía y en cuanto sentí que terminaba con los temblores, el cuerpo de Sakura se apoyó en el mío sin dejar de moverse.


-          Aaaah… - entonces supe que había terminado también, el calor que sentía allí provenía de lo que había dejado en mí. En cuanto pudo se alejó un poco cayendo de lado a la cama, ambos respirábamos agitados, como si hubiéramos corrido una maratón. Me limpié con la mano un poco del sudor de mi rostro y sin poder moverme mucho me arrastré hasta su lado. 


-          Yasunori… - le dije con dificultad. 


-          Dime – respondió de la misma manera mientras desenredaba las sábanas para cubrirnos a ambos solo con ellas.


-          Me haces feliz – me reí al final de la frase por mi propia cursilería, pero para mi sorpresa, él apoyó su rostro en mi cabello y me susurró al oído.


-          Te amo… - también se rió de sí mismo, abrí los ojos parar mirarlo, se veía algo avergonzado. Lo abracé con un poco de emoción y caí rendido en el sueño mientras sus brazos me acunaban.















Me costó despertar, fue de aquellas ocasiones en que podías escuchar todo a tu alrededor pero los ojos no respondían y tampoco el cuerpo. Luego de varios intentos mi mente logró despertar. Me estiré y busque a tientas la silueta de Sakura a mi lado, pero no la encontré. Desperté del todo cuando noté que no estaba.


-          ¿Yaa-chan? – lo llamé con un tono un poco alto pensando en que tal vez estaría en el baño. Me senté para observar a mi alrededor – Ah, mierda… – toda la zona baja del cuerpo me ardía y sentía las piernas entumecidas.  Con el ceño fruncido a causa del dolor me levanté insultando una y otra vez mientras me vestía con solo un pantalón. – Sakura, ¿dónde estás? – volví a llamarlo, coloqué los ojos en blanco impaciente por su respuesta, pensé que tal vez estaría en el sofá con los audífonos puestos.


Salí de la habitación y lo busqué con la mirada, noté que no estaba en la sala, luego arrastré con dolor los pies hasta la cocina, tampoco estaba.



-          ¿Se fue? – pensé en voz alta con pánico. Mientras revisaba el balcón mis ojos se tornaron llorosos, lo único en que podía pensar era en que se había dado cuenta que lo nuestro no era para él. Se me escapó un sollozo y me tapé la boca para callarlo – Calma, calma… - me dije, entonces la puerta sonó. Prácticamente corrí a verificar si era él.


-          Despertaste – me dijo con una sonrisa, tenía el cabello húmedo, probablemente se había bañado hace tan solo unos minutos – Compré el desayuno y te traje un antiinflamatorio, aunque no estaba seguro de que traer… ¿Cómo te sientes? – revisó la bolsa mostrándome el medicamento mientras yo estaba plantado a unos pasos de él, se me escapó otro sollozo. - ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Duele mucho? – en sus ojos vi que realmente no se le pasaba por la mente todo en lo que yo acababa de pensar. Me lancé en sus brazos mientras hacía lo posible por no hacer un drama, aunque las lágrimas salían sin control. En aquellos segundos, había saboreado todos los miedos que me habían martillado esos meses. Podía sentir la perplejidad de Sakura al palpar mi espalda.


-          Pensé que te habías ido… – balbuceé mientras pegaba mi cara a su casaca.


-          ¿Eh? ¿A dónde? 


-          De aquí… - se quedo en silencio, se me escapó un sollozo más, entonces él me alejó sosteniendo mi rostro en ambas manos.


-          Hide, escúchame bien – me obligó a mirarlo a los ojos, su mirada me quemaba cuando se enfadaba y podía notar que lo estaba – Yo no te voy a dejar, entiéndelo maldita sea… - lo miré fruncir el ceño mientras me miraba – Te amo, ¿lo entiendes? – abrí la boca sin notarlo, le costaba tanto decirlo que cada vez que sucedía sentía escalofríos. Me limpié las lágrimas mientras él dejo descansar los brazos a cada lado de mi hombro. Asentí. Lo entendía, sí lo entendía.


-          Te haré enfadar más seguido, haber si me lo repites – logré balbucear aún con la garganta cerrada a causa del llanto.


-          Tonto – me abrazó con fuerza y lo abracé de vuelta. Inhalé su aroma, era todo lo que necesitaba, y aunque mi propia necesidad me asustaba, la verdad era que no sabía controlarla. 


-          Todo estará bien si te quedas conmigo – susurré para mí mismo, aunque estuve seguro que lo escuchó. Acarició mi cabello.


-          También siento lo mismo. – susurró luego de dos minutos. – Todo estará bien si estamos juntos.

Sakura también tenía miedos que enfrentar y yo lo sabía. Al menos me sentía mejor sabiendo que mi compañía le consolaría tanto como la suya lo hacía con mi corazón.