lunes, 15 de abril de 2019

Roentgen Stories

First Story: Evergreen

 Dormir se le había hecho más adictivo desde aquel momento.

 Entre sus cercanos siempre había sido catalogado como; “La bella durmiente” a modo de broma, alegando el afán del vocalista por dormir cuantas horas pudiese y donde fuese, pero nunca había sido tan tentador quedarse en la cama de por vida.

 Nunca había sido tan difícil abrir los ojos y pensar; “hoy tengo ganas de…”.

 Era como si las sábanas lo aprisionasen, como si el colchón lo absorbiese y no fuese buena idea hacer algo para librarse de esa “prisión”.

 Alguna vez escuchó que a eso lo llaman depresión.

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Para ese entonces había decidido que necesitaba un descanso de L’Arc. Le urgía darle rienda suelta a sus ideas, esas que no podía o no llegaba a concretar con los otros chicos. Pero él y sus compañeros sabían que eso no era lo único que necesitaba.

 Su cabeza, mente y cuerpo pedían tiempo y distancia para poder comenzar de cero. Aunque el tiempo hubiese pasado con rapidez, Hyde sentía que se había estancado en aquella brecha.

 Más de una vez Ken le reprochó lo sensible que estaba a cualquier comentario, Tetsuya de lo disperso y Yukihiro… él solo no opinaba, notaba lo perdido que se sentía el vocalista de a momentos, la cantidad de veces que volteaba a ver a la batería como si no recordase que ahora era él quien ocupaba ese lugar… como si le costase figurarlo.

 Y lo entendía, sabía que era así, sin embargo también notaba el esfuerzo de Hyde por aceptarlo.

 El ánimo le duraba lo que un suspiro, el sentido del humor ya no era el mismo. No importaba cuánto quisiese disimularlo todos sabían que algo le pasaba. Más allá de toda sospecha, los únicos que realmente sabían qué pasaba eran Tetsuya y Ken:

- Estoy llegando, siento la tardanza-

 Era penoso que todas las mañanas tuviese que llamar a alguno de sus compañeros (sus otros compañeros) porque se quedaba dormido o porque le costaba “arrancar”. Era el jefe y estaba dando la peor de las imágenes, a esa altura ya no había disculpa que valiese.

 El lugar de trabajo era su lugar, o al menos así deseaba sentirlo:

- Lo siento, buenas tardes- entró apresurado haciéndoles una reverencia a todos a modo de disculpa.
No obstante, lo ajeno que se sentía a todo era extremo, tanto que no lograba ubicarse, no lograba hallarse.

Deseaba día tras día volver a asentarse, estaba lleno de ideas para todo pero grande era la falta de ganas para concretarlas.

 Le costaba horrores aceptarlo, se negaba rotundamente a siquiera pensarlo pero… aunque él no quisiese era más que evidente el cambio en su persona.

 Estaba deprimido, no había más ciencia que eso.

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- Eras el último que faltaba que se diese cuenta Haidee- bromeó el guitarrista mientras se encendía un cigarrillo.
- Se siente del asco. Me siento del asco- dio un largo trago a su cerveza.

 Encontrarse cada tanto con Ken lo ayudaba a descargarse. El humor fresco y la comprensibilidad del guitarrista para con él eran quizá lo que lo mantenía cuerdo aún y se lo agradecía infinitamente. Así mismo, Ken también era aquello que, de alguna forma u otra, los mantenía unidos…:

- ¿Cómo está?- dejó caer su mentón sobre mano, recargando los codos sobre la mesa.
- Eres masoquista- rió divertido.

 Para bien o para mal.

 En un principio Kitamura le había dicho que necesitaba olvidarse de todo, hacer borrón y cuenta nueva para comenzar de cero. Y sí, sabía que si no lo hacía se le haría complicado seguir… pero así lo prefirió.

 Borrar todos esos hermosos recuerdos sería matar a una parte de sí mismo, algo que no se permitiría. Porque más allá de todo, los buenos y malos momentos habían ayudado a que él se siguiese formando como persona. Sakura le había enseñado cientos de cosas que no quería dejar en el simple olvido:

- ¿No te ha preguntado por mí?- interrogó soltando una risilla. Aunque en el interior se moría por saber si el batero aún se acordaba de él, no quería sonar tan desesperado.

 Aunque así fuese. Aunque por dentro muriese por volver a verlo a la cara.

 Sintió la mirada de Ken sobre él e intentó no corresponder, sabía que lo regañaría.

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 Durante las noches se le había hecho costumbre quedarse despierto más tiempo del debido, otra de las causas por las cuales se le hacía más complicado despertarse. En esas horas intentaba componer, escribía sus pensamientos en cuanto papel encontrase con el fin de luego unirlos en alguna canción o tocaba notas buscando una melodía que se asemejara a lo que aparecía en sus pensamientos. Ya cuando estaba bien adentrada la noche y sentía que la mente empezaba a traicionarlo, optaba por irse a dormir con el objetivo de conciliar el sueño entre recuerdos… aquellos recuerdos preciados.

  En sus sueños nada cambiaba, quizá por eso todas las mañanas se rehusaba a querer volver a la cotidianidad.                   

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 Una buena mañana aquella idea absurda se le metió en la cabeza, se aferró a su subconsciente y, por más intento que hizo, no pudo ignorarla o dejarla pasar:

-Ken-chan, quiero hablar, ya mismo-

 Así el guitarrista se enojase con él, se lo negase o se quejase, lo conseguiría de algún modo.

 Lo citó en el bar de siempre para los próximos veinte minutos. Tomó sus cosas y una vez alistado salió rumbo al lugar. Estaba más que decidido.

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-Quiero que sea mi invitado especial-

 Los ojos de Ken se abrieron en desmedida:

-¿Estás bromeando?- su tono sonaba agresivo, estaba notablemente enojado- ¡No me metas en tus cosas, yo no voy a ayudarte!-
-Sabía que te negarías a eso. No te preocupes, tengo otras formas de contactarlo, solo quería comentarte la idea-
-¿Otras formas?-
-Sé que Furuton a veces sale con él, podría preguntarle si tiene su número- el guitarrista no podía creerlo.
- Agh, por favor Hyde, piénsalo bien- se llevó las manos a la cara- ¿Por qué tan obstinado tienes que ser?-
-Lo siento necesito volver a verlo… siento que si no lo hago nunca voy a poder estar en paz conmigo mismo-

 Se quedaron en silencio.

 Hyde tenía planeado empezar un tour con su proyecto solista en pocos meses y en una de esas presentaciones quería que el batero se presentara como invitado especial.

 Era una excusa barata sí, pero lo necesitaba con todas sus fuerzas.

 Se sentía increíblemente nervioso con solo pensarlo; ¿estaría diferente?, ¿aceptaría?, ¿cómo sería si se encontraran?, ¿qué se dirían?

 Y lo que más le preocupaba… ¿seguiría pensando en él?:

-Está bien, te ayudaré- miró a su amigo sorprendido- Si Furuton es su amigo está más que claro que vas a conseguir el contacto, así que en vez de eso prefiero ser yo quien lo haga. Hablaré con él, ¿qué quieres que le diga?-

 Tartamudeó:

-A-ah…- pensó un instante- Quiero hablar con él por teléfono, dile que lo llamaré en la semana- Ken suspiró.
-Te paso su número…-

 Además de sentirse nervioso una parte de él estaba alegre por ello. Era el momento.