Decidí embriagarme antes de dirigirme a la casa de Gackt-chan, iba a ir lo
más anestesiado posible para luego no recordar nada.
No me perdonaría a mi mismo aquello, aunque la persona más importante para
mí me lo perdonara, las huellas que Gackt dejaría en mi piel, jamás me dejarían
del todo.
No estaba psicológicamente preparado para lo que venía.
Gackt había cedido a esconder y negar todo lo que había sucedido, con la
condición de que yo estuviera una noche con él, esa noche.
El me quería a mí. Aunque fuera una vez.
También había prometido que sería nuestro secreto.
Pero aquello no me importaba, mi piel me recordaría que había sido suyo una
noche y aquello me pesaría siempre.
Bebí una botella de vino completa,
estando seguro que eso sería suficiente para borrarme por unas cuantas horas,
llamé un taxi y con dificultad caminé hacía él cuando éste llego.
Camino a casa de Gackt intenté distraerme con el paisaje que me ofrecía el
largo camino hasta su casa, pero estaba tan nervioso, que solo quería que el
día acabara rápido y con él toda aquella situación. Apreté mis manos con los
nervios consumiéndome.
Estaba tan nervioso, que el efecto del alcohol pareció evaporarse y yo
estaba más alerta que nunca. Quería llorar.
Al llegar a la casa, le pedí al taxi esperar un par de horas prometiéndole
una cantidad exagerada de dinero, quería tener un seguro de huída para no tener
que permanecer allí más tiempo del necesario.
Mientras me bajaba del taxi y caminaba hasta la puerta de la casa, sentí
mis piernas temblar, estaba demasiado asustado.
“¿Esto sería abuso no?” Pensaba mientras caminaba hacia él. Tal vez debí
decirle a J lo que Gackt quería a cambio, en vez de sólo decirle que él iba a
ayudarnos. Pero ya era demasiado tarde. Toqué el timbre.
“Cálmate, solo serán unos minutos y nos marcharemos” le repetí una y otra
vez a mi mente.
La puerta se abrió y tras ella el cuerpo alto de Gackt, desnudo con tan
solo una toalla cubriéndole.
Tragué saliva. Bien, esto sería más rápido de lo que creí.
-
Pasa y quítate la ropa, estoy demasiado ansioso para una charla previa. –
susurró ronco, al parecer ya excitado. Pero había algo raro en él, su voz
sonaba algo arrastrada y parecía que le costaba mantener el equilibrio.
-
Vaya, pensé que al menos eras más cariñoso.-le dije en broma junto con una
carcajada amarga, en verdad me aliviaba que no tuviera que soportar demasiadas
caricias previas.
El desapareció, mientras yo me quitaba la ropa, observé mis manos un
segundo... no me sentía para nada
excitado para tener sexo… al
contrario sentía frío y no sólo físicamente.
Cuando me quedaba tan solo la ropa interior puesta apareció Gackt
tambaleándose y afirmándose para mantener el equilibrio. Ahora lo comprendía,
estaba nuevamente ebrio.
Sentí miedo.
El era más bien violento al estar ebrio.
Pasó junto a mí y se sentó en el gran sofá. Palmeó el lugar junto a él,
indicándome que me sentara allí. Obedecí.
Me sentía más delgado de lo normal, más débil, más pequeño.
En cuanto mi cuerpo estuvo a su alcance comenzó a besar mi cuello y mis
hombros, sus manos acariciaron mi estomago y mi entrepierna, sus besos eran
sonoros y babosos, yo suspiré, sentía que su toque dolía.
Quitó la toalla que le cubría de un tirón, mientras me acostaba y se
acomodaba entre mis piernas para continuar besándome, observé su entrepierna y
me espanté.
¿Qué rayos tenía ahí?
Parecían perforaciones… se veía horroroso, dolería, por dios que dolería.
-
Cierra los ojos, quiero que disfrutes…- susurró ebrio y algo juguetón
mordiendo mi piel mientras dejaba un camino de besos en dirección a mi pecho.
Hice lo que indicó, cerré los ojos.
“Imagina que no es Gackt, imagina que son las manos de él… él, que tanto
quieres, no Gackt…” me dije, sin embargo era difícil hacer aquello, el olor que
emanaba del cuerpo de Gackt era distinto, la textura de sus labios era muy
diferente, la forma de besar ni siquiera se asemejaba y la entrepierna que
rosaba a ratos mi piel se sentía extraña.
Mientras Gackt besaba mi estomago se quedo quieto, por bastantes segundos,
sentía de la misma forma sus manos quietas sobre mi cuerpo, abrí mis ojos
extrañado y observé el cuerpo de Gackt cargando su peso sobre el mío.
-
¿Qué… que pasa? – Pregunte nervioso.
Los segundos pasaron, no hubo respuesta.
-
¿Gackt-chan? – pregunté alarmado - ¿Estás muerto?- volví a preguntar ahora
más alarmado. Observé el cuerpo de Gackt que estaba sobre mí, se movía
ligeramente, al menos respiraba.
Me acomodé para observar su cabeza, su boca abierta y sus ojos cerrados me
indicaron que estaba dormido, por no decir en coma.
“No es posible” me dije a mi mismo riendo, feliz y aun sin creerlo.
Así que no pasaría nada esta noche… bien, estaba ebrio, al punto de caer en
coma, así que podía hacerle creer que sucedió algo.
Estaba seguro de que no lo recordaría.
Retiré su cuerpo con cuidado de no despertarlo y me vestí rápidamente.
Necesitaba reaccionar rápido para huir antes de que despertara.
Busqué un lápiz y una hoja y le dejé una nota antes de marcharme:
Gackt, espero que
recuerdes tus promesas.
1. Jamás le dirás a nadie sobre esto.
2. Jamás volverás a pedírmelo.
3. Jamás dirás nada sobre Sakura.
Gracias por la noche, no
estuvo tan mal…
Adiós.
Suspiré ya seguro en el taxi.
Aun estaba incrédulo, todo había acabado y no
había sucedió realmente demasiado….
“Que cerca estuve…” pensé recordando sus
besos por mi cuerpo, me sentí algo asqueado. Pero ya llegaría a casa y él
borraría con sus besos las huellas de Gackt.