Era de tarde, y aunque habíamos tenido el
día libre ambos, él se la había pasado todo este tiempo desde bien temprano en
la mañana encerrado en el estudio de la casa.
Sakura podía ser un tanto obstinado a veces
en cuanto a lo musical se refería. Y como estaba seguro de que probablemente hasta
un par de horas más no saldría de allí, preparé unos tés helados junto a
algunas galletas para ir a hacerle compañía.
No me molestaba en realidad, para nada. Sí
era cierto que quizá se me antojaba mirar alguna película juntos, hablar de
alguna tontería, o salir a hacer algo, pero… tampoco me aburría la idea de
quedarme allí en una esquina viéndolo ensayar.
Sonaba tonto, pero realmente no me
molestaba en lo absoluto:
-Te traje té si quieres- le dije sentándome
en el sofá detrás de él cuando el sonido cesó.
-Ahora voy-
Se secó la cara con la toalla en su nuca y
de inmediato volvió a tomar las baquetas. No había pista que seguir, le encantaba
ensayar a su ritmo siguiendo patrones que poco a poco formaba en su cabeza,
pero estaba tan concentrado en lo que hacía que apenas si se notaba era
improvisado.
Siempre había sido muy bueno haciéndolo.
Recargué uno de mis codos sobre una de mis
piernas, apoyé el mentón sobre la mano, y en esa posición me dediqué a
observarlo tocar.
.
.
.
-¿Es
necesario que te voltees a mí cada vez que la canción dice “I love you”?
¿Puedes acaso ser más obvio Hideto?- frunció el entrecejo mirándome con
reproche. Hice puchero.
-No
puedo evitarlo- bufé.
-Si
alguien comienza a sospechar estamos jodidos, y va a ser tu entera culpa- rodé
los ojos.
-A
veces odio que seas el batero, que estés atrás mío hace que nunca pueda verte a
menos que sea obvio y vaya a buscarte-
-No
es mi culpa-
-Ya
sé, pero no deja de ser injusto. Tú puedes verme en todo momento y eso es
presión extra- rió estruendoso.
-¿Te
pone nervioso?- le hice burla.
-Obvio
que sí, luego te andas burlando si hago algo mal. También quiero poder burlarme-
.
.
.
Aquel recuerdo asaltó mi mente por un
momento robándome una sonrisa.
En esos años me quejaba mucho de que nunca
era capaz de verlo en el escenario libremente como hacía con Ken o Tetsu, ni de
acercarme de forma juguetona o lo que fuese por miedo de que se nos notara
mucho lo que los otros dos consideraban obvio. Nos pedían tener mayor cuidado y
juro que lo entendía, pero aún así me molestaba.
Ponía de excusa que quería poner presión o
burlarme de sus expresiones también. Sin embargo, el motivo verdadero era que
me encantaba verlo tocar. Por más cursi o adulador que suene, Sakura siempre
había tenido ese “algo” que lo hacía diferente a cualquier otro batero que
hubiese conocido.
Había “algo” en él que admiraba de forma especial y aún
después de tantos años no lograba descifrarlo del todo.
Por eso ahora me daba el lujo de admirarlo
cuanto pudiese.
Porque cada vez que tenía la oportunidad me
gustaba sentarme a observarlo y buscar ese “algo” que tanto me hacía preferirlo
por sobre otros:
-Oye- sin darme cuenta lo tenía dado vuelta
mirando hacia mí- ¿Te sientes bien? Se te cae la baba-
-Ya-chan- fruncí el entrecejo pero
instantáneamente reí.
-Pásame el té- le extendí- ¡Mm, está muy
bueno!-
-Es el de arándanos que trajiste ayer-
-No confiaba en la vieja que me los vendió,
ahora me siento mal, pobre anciana- reí- ¿En qué te distrajiste?- pensé un
segundo. Si le decía todo lo que había pasado por mi mente alimentaría a la
bestia, nadie quería eso.
-Bueno… me acordé de algo mientras te veía-
me miró para que prosiguiera- ¿Te acuerdas de cuando insistía en que tu
posición como batero era injusta?-
-Ah, pero eso fue hace muchos años Hide-
-Jaja… si…- me sentí algo apenado de
decirle.
Porque sí, jamás le había dicho el
verdadero motivo de ello.
Respiré hondo armándome de valor:
-Mm… sabes, es lindo verte tocar…- alzó una
ceja curioso.
-No entiendo- desvié la mirada. Sentí los
nervios aparecer.
-Eso… que es lindo verte tocar… nunca me
molestó que seas batero ni nada de eso, lo que me molestaba era… no poder
verte-
-Sí sé eso-
-¿Sí lo sabes?- lo miré con sorpresa.
-Digo, por algo volteabas cada dos segundos
hacia mí-
-Ah, sí, pero no me refiero a eso…-
-¿Entonces?- no respondí- Ay Hide, pareces
una niña confesándose a por primera vez-
-Más o menos…- susurré.
-Dilo-
-… que te admiro- miró sin decir nada- ¿Me
escuchaste?-
-Sí-
-¿Y entonces?- fruncí el entrecejo e hice
puchero.
Me sostuvo la mirada unos pocos segundos,
sin decir más se dio la vuelta. Mis sentimientos se vieron un poco heridos.
Tomó las baquetas nuevamente comenzando a
tocar de forma suave, pausada…:
-¿Lo dices en serio?- apenas lo oí.
-Claro que sí, ¿crees que diría algo tan
cursi al voleo?- se mantuvo en silencio.
Dejé que unos segundos se escaparan antes
de ponerme de pie y acercarme a él por detrás, con ambos brazos lo rodeé
pasándolos por sus hombros, abrazándolo ligera pero cariñosamente.
A veces… odiaba que fuese tan inseguro de
sí mismo aunque no lo pareciese:
-¿Recuerdas en aquel entonces cuántas
vueltas le di a Furuton antes de elegirlo como baterista, o a Arly?- reí bajito
apoyando mi mejilla sobre su cabeza- …es complicado elegir a otro en cuanto
tienes al perfecto justo a tu lado, pero no se puede- eso último lo dije con
algo de tristeza- Siempre he intentado buscar a alguien que me hiciese sentir
siquiera un poco de lo que sentía cuando tocábamos juntos, sin embargo… ni yo
sé qué es eso que tienes que tanto admiro- reí más animado.
Sakura seguía en silencio escuchando lo que
fuese a decirle. Me intrigaba qué estuviese pensando al respecto:
-Mírame- le pedí.
-No-
-¿Por qué no?- deshice la posición
mirándolo con preocupación.
-Porque estoy que me muero internamente de
la vergüenza y no voy a ser objeto de burla solo porque me atacaste con la
guardia baja- se llevó una mano a la cara cubriéndose.
-¿Ah, tienes vergüenza?- dije divertido. No
respondió.
Volví a abrazarlo esperando a que él
decidiese hablar, pero como parecía no tener intención de hacerlo, decidí
aprovechar que ya me había desinhibido al respecto:
-Por eso no me molesta que te encierres
todo el día a ensayar, no mientras yo pueda venir aquí y observarte tanto como
quiera-
-¿No que te daba pena decirlo? Ya calla,
muero…- exageró.
-Ya me desinhibí- reí- No mueras, que aún
necesito saber tu magia grandulón- le di un beso en la nuca- Ew, estás todo
sudado-
-¿Qué esperabas?-
Se repuso de la batería secándose con la
toalla una última vez, luego se dirigió a la puerta:
-Iré a bañarme-
Siquiera me miró.
Sonreí enternecido viéndolo salir del
estudio.
.
.
.
-¿Puedo entrar?- golpeé la puerta del baño.
-Pasa-
Entré sonriendo, tenía los ojos cerrados y
la cabeza apoyada en el borde de la bañera:
-¿Puedo bañarme contigo?-
-¿Qué clase de pregunta es esa?-
Me quité todo lo que llevaba encima en un
segundo:
-Hazme lugar- separó las piernas para que
me sentara entre ellas, pero lo empujé hacia adelante con las manos para que me
dejara lugar donde sentarme detrás de él, cambiando de posiciones.
-¿Por qué?-
-Porque se me antoja mimarte-
-Oh…no me quejo- se acomodó tirándose hacia
atrás sobre mi pecho dejándose hacer.
-¿Ya se te fue la vergüenza?-
-Más o menos…-
-¿Y por qué?, en todo caso debía sentirla
yo- peiné su cabello con mis dedos.
-Ya sabes cómo soy- dijo hastiado incluso
él de sí mismo, cosa que me hizo gracia- Pero no tienes derecho a decirme nada
porque eres igual o peor- reclamó.
Apoyé mis labios en su hombro donde esparcí
unos cuantos besos por allí, su cuello y su mejilla:
-No diré nada, solo que muy a pesar de lo
que tu pienses sigues siendo mi favorito- junté mi mejilla con la suya.
-Tonto…- las frotó de forma infantil.
Deshizo el roce de nuestras mejillas
inclinando su cabeza hacia adelante:
-¿Qué ocurre?-
-Eso que dijiste… que intentas buscar a
alguien que te haga sentir un poco de lo que yo te hacía sentir en el
escenario…- pausó- También siempre me ha ocurrido contigo- me sorprendí.
Incluso sentí mi corazón latir con fuerza:
-¿En serio?-
-Aunque lo atribuyo a los sentimientos que
hay entre nosotros- rápidamente saltó a la defensiva, porque él no podía decir
una palabra linda sin acompañarla con dos feas.
-Ya…- rodé los ojos entre divertido y
molesto.
-Sin embargo… recuerdo que parte de esa
sensación la tenía incluso antes de que fuésemos algo siquiera…- su voz se
hacía más pequeñita a medida que completaba la frase.
Entonces de imprevisto se dio la vuelta,
sentándose sobre sus piernas y mirándome fijamente a los ojos intentando no
titubear:
-Siendo honesto, si tuviese que buscar el
factor decisivo por el cual me uní a L’Arc definitivamente ese sería el haberte
escuchado-
Parpadeé varias veces sin poder salir de mi
sorpresa.
Pocas, muy pocas veces había escuchado a
Sakura decirme algo de este porte sin cagarla de entremedio para no quedar como
un “idiota”, según él. Pero esta vez se veía diferente, realmente se veía
decidido con lo que decía, sosteniéndome la mirada de la forma en que lo hacía:
-Di algo, no te quedes así- un sutil rubor
apareció en sus mejillas.
-Es que… estás frente a mí hablando serio y
desnudo… no sé si reír o llorar de emoción-
-Eres un estúpido- carcajeé.
Me apoyé sobre mis rodillas también y me
acerqué a él. Lo abracé de frente, queriendo sentir todo el roce de nuestros
cuerpos de la forma más cálida y pura posible:
-También te admiro…- susurró cerca de mi
oído lo suficientemente alto como para que pudiese oírle- Y no solo como
músico-
-Qué dices- oculté mi rostro entre su
cuello.
-Digo que te amo Hide- una de sus manos
acarició mi cabello apenas me sintió sollozar.
¿Por qué lloraba si lo que me estaba
diciendo era hermoso?
Tan tonto…
Me despegué de él lo necesario para poder
pasar de su cuello a sus labios. Lo besé despacio apreciando poco a poco ese
cariño:
-Llorón…- limpió mis lágrimas con su
pulgar.
-Es tu culpa-
.
.
.
De alguna manera se las ingenió para que
terminásemos en esta situación:
-¿No sería mejor ir a la cama?- sugerí con
voz suave entre besos.
-Después habrá que volver a ducharnos y
será doble trabajo… Además, hace mucho no lo hacemos aquí- sonó entusiasmado.
Sus manos acariciaban mis costados con
delicadeza pasando por mi cadera y siguiendo por mis piernas para luego volver
a subir. Por culpa de las sensaciones que me producía y dejarme llevar, terminé
sentado sobre sus piernas, mirando desde mi posición como sus labios se
paseaban por mí pecho:
-Me haces cosquillas- reí bajito. Los rozó
por mi vientre hasta llegar a uno de mis pezones donde en vez de pasar sus
labios pasó la punta de su lengua.
Cuando quería podía ser muy bueno con las
caricias… al parecer estaba en mi día de suerte.
Enredé mis manos en su cabello acercándolo
más mí:
-Parece que ambos nos sentimos
especialmente cariñosos hoy- masculló descansado su cabeza en el hueco entre mi
cuello y hombro.
-Hay que aprovecharlo en tanto se pue-…- di
un sobresalto cuando sus manos pasaron peligrosamente por mi trasero
sujetándolo con algo de fuerza - Ey, avisa- rió.
Juntó su boca con la mía besándome algo más
demandante, buscando enredar nuestras lenguas en un beso baboso para distraerme
de lo que vendría, como si no conociese sus intenciones:
-¿Es muy incómodo?- uno de sus dedos se
abrió paso en mí.
-Mm…
un poco- me quejé. En ese instante aferré su cabeza más a mi pecho, ¿por qué
teníamos que estar en esa posición tan vergonzosa?
Lo metió y sacó unas cuantas veces y poco a
poco fue introduciendo el resto:
-Ya… - me sentí apenado de lo afectada que
estaba mi voz- Puedes seguir…-
-¿Seguro? Luego te quejas de que soy bruto-
-Lo eres-
Lo empujé ligeramente hacia atrás
apoyándolo contra la bañera para besarlo, en tanto teníamos los ojos cerrados
tomé su miembro para meterlo dentro de mí. Un gemido ronco escapó de su
garganta escurriéndose por nuestros labios.
Aunque yo era quien estaba encima, Sakura
seguía siendo quien tenía el ritmo de la situación, realmente le gustaba ser el
dominante. Sujetaba firmemente mis muslos y cadera con ambas manos pero sin
lastimarme:
-Hm…- suspiré sintiendo todo su miembro
dentro mío- Me resbalo, sujétame fuerte-
-Agárrate de los bordes- negué
efusivamente- No seas así, ¿vale más tu orgullo que tu vida?- rió.
-Mucho- pero instantemente el muy maldito
se movió con fuerza- ¡Ah!- se me escapó un fuerte gemido. Rió.
-Ahí fue tu orgullo-
-¡Ya-chan!- me quejé.
Tomó mi rostro con una de sus manos
buscándome para poder besarme nuevamente.
A pesar de llevar años juntos y saber que
él adora ver mi rostro en estas circunstancias, aún una parte de mí se niega a
ello:
-Déjame verte… ¿sí?- ¿de dónde salía ese
tono tan dulce?
-Eres un manipulador- me quejé.
Pero accedí. Después de todo a este punto
no había nada en mí que ya no hubiese visto.
Cuando me repuse fijó sus ojos en mí de
lleno haciéndome sentir apenado, pero él se veía serio. Llevó una de sus manos
hasta mi mejilla acariciándola, bajándola por mi cuerpo:
-Me encantas…- musitó.
Y mi corazón dio un vuelco.
Su voz ronca, su mirada, la situación y
esas palabras, quería morir de la vergüenza. Pero la felicidad también me
invadía:
-Estás muy rojo- pareció preocuparse.
-Déjame idiota - volví a besarlo- Sigamos-
sugerí tímidamente.
Sin dar más vueltas comenzó a moverse con
más consistencia.
A medida que continuábamos la necesidad
crecía y con ella demandábamos más rapidez en nuestros movimientos, una que la
posición no nos permitía. Comenzábamos a hastiarnos:
-Te… dije de ir a la cama… ah…-
-Date la vuelta-
-¿Qué?- no me dio tiempo a reaccionar por
mí mismo.
-En cuatro será más rápido y efectivo-
-¿No podemos solo ir a la cama a hacerlo
normalmente?-
-¿En cuatro no es normal?-
-Deja de decir eso- me quejé. Nuevamente
volví a acceder aunque no sin antes resoplar.
Me aferré con fuerza a los bordes de la
bañera y alcé un poco la cadera, lo bueno era que en esa posición al menos no
podía ver mi rostro:
-Más arriba- alzó más mi cadera.
-Oye- sin esperar volvió a meterse dentro
de mí, muy profundo- ¡Ah… ten cuidado… hm…!- besó mi nuca.
-Así se siente mejor…- balbuceó.
Ahora las embestidas no solo eran más
rápidas sino que también más profundas y certeras. Mi autocontrol se estaba
yendo a la mierda:
-Gime un poco más bajo… te escucharán los
vecinos…- rió.
-Si pudiera… ah… lo… hm… haría… ¡ah,
espera!- me alarmé cuando una sacudida me recorrió de golpe.
-¿Ahí?- sé que sonreía victorioso aunque no
pudiese verlo. Volvió a hacerlo.
-¡Espera… que mi piernas no aguantan! ¡Ah!-
me mordí el labio sujetándome de la bañera como si mi vida dependiese de ello.
Por supuesto no iba a detenerse, no era tan
bueno. Pero si tenía que ser sincero del todo tampoco quería que lo hiciera, solo
que necesitaba acomodarme. Sentía el orgasmo tan cerca que pronto ya no me
importó más estar incómodo o correr peligro de resbalarme y romperme la frente:
-¡Ah… cariño… más rápido…!- gritaba, era
consciente de que gritaba a esta altura.
La urgencia de sus embestidas me indicó que
él también estaba cerca de acabar.
Sujetó uno de mis brazos haciéndome cambiar
de posición nuevamente, quedando sentado sobre sus piernas pero dándole la
espalda y tomó mi miembro para masturbarlo en tanto yo me seguía moviendo.
Me derramé sobre su mano, él dentro de mí.
.
.
.
-Ya no estamos para esto…- quedé exhausto
tirado a un lado de la bañera con los brazos extendidos hacia afuera. Apenas
acabábamos de volver a llenar la tina para esta vez sí bañarnos.
-Habla por ti, yo estoy listo para la
segunda ronda- lo miré con mala cara.
-No-
-Gastas mucha energía gritando- rió.
-¿Y de quién es la culpa?- gruñí apenado.
Se acercó a mi lado para darme un beso seco, algo aniñado.
-Por suerte mía- sonrió triunfal.