jueves, 6 de julio de 2017

Por Primera Vez

Por primera vez pude sentir que mi cuerpo no podía responder al desorden que era mi mente en ese instante.

En un principio sentí miedo, sus manos acorralando mis caderas en contra de las suyas y su lengua explorando con ansiedad mi boca. El sabor de sus besos, ese beso, profundo e intenso, casi tratando de dejarme sin aliento.

Pero, me dejé llevar pues no era nada desagradable, y la verdad, es que esperaba en silencio que algo así sucediera con él.
Nunca antes había probado besar a alguien de mi mismo sexo, porque nunca sentí la curiosidad necesaria para llevarlo a cabo. Sin embargo, aquí estoy, dejando que todos mis sentidos despierten a las nuevas sensaciones que con rapidez van sacudiendo mi cuerpo.

Entre la pared y él, no estoy seguro de lo que debo hacer. Solamente sé que sus manos recorren con delicadeza mi espalda y que mis labios desean que él vuelva a besarlos y morderlos como lo está haciendo ahora.

Pronto su rodilla presiona levemente entre mis piernas, no logro contener un gemido ahogado por su boca. Y nuevamente presiona esa zona un poco más fuerte sonriendo al escuchar mis pequeños gemidos. Por inercia paso mis brazos por sus hombros tratando de sujetarme para no caer al suelo, su lengua saborea con gusto el interior de mi boca y sus manos expertas acarician con certeza mi pecho por debajo de la camisa.

Sin darme cuenta voy deslizando mis dedos por su chaqueta y poco a poco ésta va cayendo hasta dar con el suelo, y así continúan hasta dar con los botones de su camisa de seda que con sensualidad logran descubrir su piel tan blanca como la mía.

Él detuvo sus besos para mirarme a los ojos con determinación y algo que pude ver con total claridad, pasión, el miedo me invadió nuevamente y sólo pude contener dentro de mi pecho las ganas de Salir corriendo, ya que “esto” estaba yendo demasiado lejos.

Sus largos y firmes dedos con rapidez desabrochaban mi camisa para luego sacarla con un atisbo de salvajismo de mi piel. Su boca va marcando con besos y leves mordidas mi cuello, mientras más gemidos van saliendo sin control de mi boca.

Una de sus manos acaricia mi pecho y la otra se hunde con fuerza en mi cintura, y cada vez sus dientes marcan con más lujuria mi piel, bajando hasta mi pecho, en donde aprovecha para llevarse a la boca mi tetilla izquierda. Succionando, lamiendo y mordiendo con claras intenciones, hasta endurecerla para continuar con la otra, repitiendo la tarea.

- Det- ent –e…Sa-sa...ku-ra... P-or… fa-vor… - Dije en un hilo de voz, enredando los dedos en su cabello.

- Te gusta… lo puedo sentir… - Respondió el subiendo con besos por mi cuello.

Con un beso profundo poseyó mi boca, sus brazos me rodearon con fuerza y me levantó. Me arrastró hacia la cama, sus manos me asieron por las caderas y su boca aún no se separaba de la mía hasta que mi cuerpo cayó en la suavidad del cobertor.

Se separó de mi cuerpo mientras me miraba con ansiedad, sus manos se encargaban de desabotonar su pantalón y luego bajar el cierre, liberándose de la incomodidad de los jeans. Y pude apreciar su pronunciada anatomía a través de la tela de la ropa interior. Se quitó los zapatos y calcetines, haciendo lo mismo conmigo, todo cayó al suelo alfombrado.

Se acercó a mí igual que un felino cazando a su presa, con precaución acechando a su víctima. Hasta que su cuerpo estuvo sobre el mío. Me besó en la mejilla, sus manos estaban ocupadas en desabrochar mi pantalón y deshacerse del cierre lo más rápido que pudiese. Agradecí en parte que hiciera aquello pues ya me molestaba sentirme atrapado en ellos.

Alzó sus brazos para tomar los míos dejándolos caer en su espalda, su lengua paseaba por la base de mi cuello y había comenzado a presionar mi entrepierna con la suya, generando un roce placentero para ambos pues sus gemidos llenaban mis oídos, que sólo lo escuchaban a él.

Se levantó otra vez, tirando de sus pantalones, hasta que estos dejaron su piel. Haciendo lo mismo conmigo, estando sobre mis caderas y tironeando con fuerza hasta arrancarlos. Mi rostro enrojeció al percatarme de que estaba semi desnudo frente a él, cerré los ojos con fuerza y él entonces tomó mi rostro entre sus manos.

- Eres hermoso Hide… - Dijo con sensualidad alcanzando mis labios.

Sus caderas no dejaban de moverse, presionando entre mis piernas, por un momento odié ser hombre, pues mis sentidos se volvían locos al percibir tal presión. Respiré profundo intentando controlarme, pero el instinto fue más fuerte, pues difícilmente podía controlar los gemidos producidos por las caricias que una de sus manos realizaba sobre mi ropa interior.

No entendí muy bien que era lo que estaba pasando, mi vista se estaba nublanda, ya que mi cuerpo sufría los efectos de las caricias pasionales que estaba recibiendo.

Mi cuerpo se estremeció al percibir que él me despojaba de la última pieza de ropa. Sus manos atraviesan mis muslos y mi baja espalda. Sólo podía ver sus ojos clavados en los míos mientras él se quitaba su propia ropa interior.

Contuve la respiración un segundo, el apreciar su excitación contra la mía, rozándose. En verdad parecía que mi sangre estaba hirviendo, nunca me había sentido de este modo con nadie, ni quiera con ninguna chica.

Mis dedos se hundían en su espalda por inercia, entonces era atacado por besos en el pecho, bajando hasta mi abdomen para detenerse en mi ombligo, en donde paseó su lengua regodeándose con mi piel. Luego empuño la mano en mi erección y subió hasta mis labios mordiéndolos suavemente al tiempo que movía la mano de arriba abajo con mediana intensidad.

Pasó un momento antes de que sintiera como si mi vientre contuviera algún líquido hirviendo, tratando de salir de forma deseperada, mis manos tiraron con fuerza su cabello, ahora más largo. Escuché un quejido de su parte, y se detuvo justo antes de que mi cuerpo sucumbiera al placer.

No pude reaccionar antes de que él me acomodara debajo debajo de su cuerpo, una de sus manos se acercó a mi boca. Pasó un dedo sobre mis labios y abrí la boca sin pensarlo, uno de sus dedos entró cauteloso en ella.

- Por favor, lámelos… - Dijo con sensualidad en mi oído.

Sólo obedecí, estaba como poseído por algo que me hacía actuar como él quería.

Sus dedos estuvieron por algunos instantes aún en mi boca, hasta que él decidió retirarlos. Pronto una de sus rodillas apartaba mis piernas que estaban juntas, por una fracción de lucidez me resistí, pero luego, su boca estaba sobre la mía y sentí como uno de sus dedos se introducía en mi interior.

Despacio dentro de mí se movía, tras algunos de mis quejidos él continuó con más intensidad. Era extraño sentir que había un intruso dentro de mi cuerpo, luego se sumó otro, que se movía más rápido acostumbrándome al ritmo.

Sentía sus dedos penetrándome, me dolía y a la vez el calor de mi cuerpo iba aumentando, según la pasión que ofrecían. Retiró sus dedos de modo sorpresivo, acomodándome de nuevo en la cama. Sostuvo mis caderas para alzarlas un poco, respiré profundo imaginando lo que ocurriría.

El tiempo se detuvo y un fuerte grito brotó desde mi garganta, un dolor punzante y profundo se posaba dentro de mí. Algunas lágrimas emergieron de mis ojos cerrados con fuerza. Creí que me había partido en dos. Mi cuerpo temblaba, mi corazón latía rápido dentro de mi pecho y solamente escuchaba a lo lejos la respiración de él en mi oído.

Mis uñas se había clavado en su espalda, cuando empezó lentamente a moverse dentro de mí. Me besaba en los labios, las mejillas, el cuello, acariciaba los costados de mi abdomen tratando de calmarme.

No sentía todavía lo que estaba sucediendo era placentero hasta que sus embestidas fueron acelerándose y mis labios eran mordidos con suavidad.

Mis piernas se enrollaron en su cintura, cada embestida era más profunda, por lo que mis dientes se apresuraban a marcar uno de sus hombros. Sus gemidos me descontrolaban, me envolvían concentrándome en el placer que invadía completamente mi ser.

Una, dos, tres embestidas bastaron para que me rindiera ante el éxtasis del orgasmo. Mi mente se enfocaba en la satisfacción que él había provocado en mi a pesar del dolor que se había apoderado de mi cuerpo al principio.

Estaba ido todavía cuando sentí que él gritaba en mi oído, su esencia invadía en mi interior, y agradecí en ese segundo pues después de todo había calmado mucho la sensación de dolor.

Contuve mis quejidos cuando el se retiró de mi interior con sutileza. Estaba completamente agotado y adolorido, con dificultad percibí sus suaves besos en mi mentón y mis labios. Pude darme cuenta de que él había posado mi cabeza en su pecho mientras que él nos tapaba con el cobertor color vino.

- Déjame estar contigo… déjame estar a tu lado cada noche desde ahora… - Dijo con una voz serena y sugerente, acariciando el lóbulo de mi oreja.
- Oye… - Respondí dudando.
- Sé que quieres - Dijo él con cariño besando mi frente, asegurándose de que yo estuviera bien abrigado.
- Esta bien... sí... Ya-chan. 




FIN~



Créditos a Lady_Freak
Adaptado por Hydeist Cheri
Publicado originalmente en blog New Colors, 2011.