-
¡Yo debo conducir! –
gritó sumamente ebrio a las 7 de la mañana, mientras se arrastraba a mi auto.
-
No, no lo harás.- le
respondí en tono enfadado y con palabras inentendibles, yo tenía la vista
nublada y las piernas dormidas, me arrastré tras de él.
Ni uno de los dos lograba caminar y nos aferrábamos a las murallas para
llegar a mi auto estacionado fuera de la pizzería. Parecía realmente una
carrera en cámara lenta protagonizada por un par de tortugas lerdas.
-
¡Lo haré! – Ésta vez
reía, la situación le divertía.
-
¡Que no! – volví a
gritarle yo, escuchaba las risas de las chicas de la pizzería. Que espectáculo
era el que estábamos dando.
-
¡Tu estás muy ebrio para
manejar! – Ambos nos acercábamos al auto, me esforcé por llegar antes que él.
-
¡No estoy más ebrio que
tú! – Le dije cuando ya había logrado tocar parte del auto y lo rodeaba con
toda la rapidez que podía, para llegar así a la puerta del conductor antes que
él.
-
Claro que sí. ¡Estás tan
ebrio que no te diste cuenta que las llaves del auto las tengo yo! – Observé a
Hide unos segundos mientras éste se alejaba de mí, observé su mano con unas
llaves colgando entre sus dedos y aunque llevaban su característico llavero con
ellas, revisé mis bolsillos para comprobar si realmente eran mis llaves.
Lo eran.
-
¿En qué momento…? – Hide
reía, completamente borracho, dispuesto a correr junto con esas llaves si no lo
dejaba manejar mi auto. Y no lo haría, si mi auto resultaba herido, debía ser
sólo por culpa mía. – ¡Ven aquí con esas llaves enano ladrón! – Me arrastré en
dirección a Hide, de la misma forma él se arrastro huyendo de mí, ambos
aferrándonos al auto, corriendo en círculos alrededor de él.
-
¡Yo debo manejar! - Hide realmente reía tontamente como un
niño.
-
¡No lo harás! – La
verdad es que yo también reía como uno…
Luego de dar
unas 6 vueltas alrededor del auto, Hide notó que podía simplemente entrar en el
con las llaves, observé en sus ojos que se había percatado de ello y comenzó
rápidamente a intentar abrir la puerta con ellas. Para mi suerte, estaba tan
ebrio, que iba a resultar casi tan difícil para el dar con el agujero de las
llaves, como iba a resultar difícil para mí arrastrarme hasta él.
Gracias a
las fuerzas del universo, yo llegué primero.
-
¡Te atrapé! ¡Dame esas
llaves! – Comencé a forcejear con Hide buscando las llaves entre sus manos
escurridizas en puño. - ¡Dámelas!
-
¡Que no! Yo voy a
manejar – contestó el testarudo. Durante unos segundos, continuamos forcejeando
entre gritos y como la consecuencia más humillante de la ebriedad, nuestros
pies se enredaron y ambos caímos al suelo a un extremo de la calle. Por inercia
recurrí a las cosquillas para recuperar mis llaves, Hide comenzó a reír como
histérico y en menos de cinco segundos tuve las llaves en mi poder.
Los dos reíamos por nuestra guerra, estábamos acostados en la calle
descansando, ninguno sabia como ponerse de pie realmente. La risa de Hide era
fuerte y contagiosa.
-
¡Eso no es justo! Tú no sientes
cosquillas. – me reclamó recostándose aun más cerca de mí. Su cabeza estaba
apoyada en mi hombro y su mano rodeaba mi estomago.
-
Hay que usar las
debilidades del enemigo. – Le respondí tomando la mano que estaba en mi
estomago y palpándola en expresión de “pésame” ya que él había perdido la
batalla. Cerré mis ojos, disfrutando de
la alegría del momento… de tenerlo abrazándome inconscientemente, de estar
recostados, ambos libres de preocupaciones.
-
Oh… si ese es el caso… -
susurró despacio. Pero no dijo nada más.
-
¿Si ese es el caso? –
pregunté abriendo los ojos y girando mi rostro para observarlo curioso, pero en
cuanto lo hice, sus labios depositaron un pequeño, suave y rápido beso con
sabor a licor en mi boca.
Me quedé petrificado.
Hide me observó a los ojos medio segundo y luego observó las llaves que
estaban en mi mano, pude ver que realmente pensó en tomarlas pero en lugar de
eso sólo suspiro nerviosamente.
-
A diferencia de ti, no
aprovecharé la debilidad del enemigo. Puedes manejar tu auto, me siento muy mal
para manejar de todas formas… - susurró tan rápido que me costó entenderle. - ¿Puedes ponerte de píe? Creo que yo no…- Estaba nervioso, sus ojos evitaban
volver a observarme, yo aun estaba ahí petrificado.
¿Qué se
supone que debía decir? Aquello realmente había sido un impulso y él parecía
arrepentido. Guardé los sentimientos y las reacciones emocionales en una caja
que abriría cuando ya no estuviera en su compañía, y me propuse ignorar lo que
acababa de ocurrir. De lo contrario esta reunión de amigos tendría un pronto
final y yo… realmente no quería dejarlo ir aún.
Carraspeé en
un intento de hacerme volver al mundo real e intenté ponerme de píe, luego de
dos intentos que hicieron reír a Hide logré hacerlo, sentía las mejillas arder.
“Ridículo, No tienes 20 años” me decía a
mi mismo mientras hacía lo posible por acompasar un poco las secuelas de su
beso.
Cuando
estuve de píe, le ayudé a ponerse de pie a él. Pero el toque de su mano
realmente se sentía extraño, incomodo, nervioso, ambos intentábamos esconder
nuestras reacciones.
Entramos al
auto y antes de que me pusiera en marcha, Hide presionó los botones de la radio
buscando llenar el ambiente de música, sin embargo y a pesar de que la música
que encontró en una radio mañanera era del gusto de ambos, el ambiente continuo
incómodo.
Decir que
estábamos nerviosos, era poco.
Me concentré
en el camino para que mis sesos no fueran comidos por mis nervios, Hide por su
parte observó la ciudad apoyado en la ventana y no habló en ningún momento,
como tampoco me observó durante el trayecto.
Luego de un
par de dificultades, malos reflejos y un par de movimientos zigzag por la
carretera, logramos llegar al edificio en donde yo vivía. Estacioné el auto y
al finalizar la difícil tarea, solté el volante en conjunto con un
suspiro. Sólo entonces Hide me observó.
-
Ya-chan… ¿Dónde estamos?
-
¿Qué? Yo vivo aquí… - le
dije sin comprender a que se refería.
-
Si, intuyo que si… pero,
¿Por qué no me llevaste a mi casa?
Oh.
Buena pregunta.
-
Sólo… no pensé en ello.-
contesté sinceramente. – Pero… si quieres irte ya puedo llevarte…- le susurré
despacio, sin ánimos de dejarlo ir realmente. Hide me observó y pestañeó
rápidamente.
-
No… está bien… me
quedaré un poco más….- susurró algo indeciso. Yo intenté leer sus ojos,
realmente no quería que se quedara si no era lo que quería.
-
¿De verdad quieres
quedarte? – sin intención mi voz sonó anhelante, estaba seguro que mis ojos
rogaban que dijera que sí.
Hide abrió un poco los ojos con impresión... me moría por saber que ideas
pasaban por su mente. Él tragó saliva y sólo negó con su cabeza. Al comienzo
creí que no quería quedarse y me dispuse a encender el motor del auto
nuevamente, pero entonces Hide hablo.
-
Yo… me sorprende que aun
intentes leer mi mirada, me siento desnudo cuando estoy contigo, eso me produce
una constante sensación de nervios y dolor de estomago.
-
¿Dolor de estomago?
¿Estás incomodo con mi presencia? – Aquello no me lo esperaba, mi voz sonó
dolida.
-
Claro que no… solo… me
asusta que veas algo en mis ojos que no te agrade… - Nos observamos unos
segundos, sentí que Hide me apreciaba lo suficiente para que mi opinión sobre
él le fuera importante. No dije nada en aquel instante, estaba sumergido en mis
sueños anhelantes. – Bien, muéstrame tu departamento.- dijo sonriendo nervioso
y saliendo rápidamente del auto, para esperarme fuera de él.
Yo reaccioné de forma lenta… todo me resultaba demasiado difícil de
digerir.
Toda la
situación de alguna manera ocurrió sin que yo me percatara de que realmente
estaba sucediendo.
Tanto fue
así, que olvide el gran desastre que había en mi departamento producto de
semanas de eternas ganas de no hacer nada más que dedicarme a mi música.