~ 1997
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Ya-chan,
Hay tantos
secretos que quisiera confesar, tantas palabras que me ahogan.
Estoy
cansado de sonreír, de asentir, estoy cansado de callar.
Quisiera
simplemente admitir frente a todos que nuestra historia fue real, que sufrí,
que te ame.
Tal vez,
esto nunca llegue a ti.
Tal vez, te
niegues a leerlo.
Sé que nos
rechazaremos cuando volvamos a vernos, sé que esto se acabo para siempre. Sé
que soy un imbécil por rogar con todas mis fuerzas, que aun me quieras junto a
ti.
La vida nos
tendió una trampa, nos hizo conocernos para amarnos y luego solo separarnos,
como si fuera posible guardar tantos sentimientos sin morir en el intento.
Me entregue
por completo a ti, sé que en este momento tengo más de ti que tú mismo. Sé que tu corazón quedo
conmigo, sé que me extrañas, sé que
debes haber llorado lagrimas tan grandes como tu dolor, dimensiono cuanto debe
doler… no quiero imaginarte perdido en este momento…
Perdóname
por no estar junto a ti. Perdóname por dejar que me alejaran. Perdóname por
estar consciente de todo y auto cegarme para sentirme menos culpable por
dejarte marchar frente a todas esas adversidades que se iban contra ti.
No tengo la
valentía de buscarte después de tantas semanas y tantos meses, sé que en
cualquier momento llegara tu carta de renuncia a la banda, sé que me debes
odiar, que debes sentirte frustrado, solo… Ya-chan, perdóname… sé que estas
palabras ya no deben significar nada, pero por favor… solo… perdóname.
No quiero
continuar este camino sin ti, sé que debo hacerlo, sé que son mis sueños. Sé
que sabes que esto continuara sin ti y sé que sobreviviremos.
Simplemente… no soy capaz de despedirme, no
puedo solo guardarte en mi corazón como un recuerdo, no puedo dejarte ir… no
quiero que me dejes ir, aun siento que te pertenezco y tengo miedo de nunca
pertenecer a otro lugar más que a tus brazos.
Lo siento
tanto… me siento tan perdido, te necesito… no te marches de mi vida, por favor,
no te desaparezcas para siempre…
Hide.
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La carta
tembló en mis manos.
“No debí
leer” me regañe a mi mismo mientras limpiaba mis lagrimas.
No pude
evitar contar las veces en que “sé” se repetía en la cursilería que Hide
escribió. Después de 5 meses sin saber nada de él, estas eran sus primeras
noticias. Y si había algo de lo que yo estaba seguro, era que él realmente no
sabía nada.
“Predecible”
pensé algo enfadado pero con ternura ante el recuerdo de a quien había amado
más que a nadie en esta vida.
Encendí un
cigarrillo y en cuanto lo coloque en mis labios, el próximo destino del
encendedor fue la carta de Hide, vi arder lentamente todos sus “sé” al mismo
tiempo en que sentí mis lagrimas caer lentamente a medida en que sus peticiones
se consumían por el fuego.
No podía
odiar a Hide, no podía enfadarme con él… no cuando significaba tanto para mí,
no cuando sus ojos ingenuos no eran capaces de mentir, no cuando era honesto.
Odiar a Hide por mis errores, era estúpido. Pero si
estaba molesto, molesto porque permitió que la situación lo apartara por
completo de mi, permitió que nos
alejaran al punto en que ya ni siquiera sabía que sentía por mi y luego de
cuestionármelo durante todas esas noches de todas esas semanas, la carta no era
más que una confirmación de lo que yo creí. El da por hecho que esto se acabara
y… no es el único.
Había considerado ya minuciosamente las opciones. Yo no podía permitirme quedarme en la banda, como tampoco me lo permitiría la productora. Mi vida continuaría como si nunca hubiera pertenecido a L'Arc~en~Ciel, pero posiblemente con aun más dificultades.
Mi vida volvería al vacio que
era… sin Hide.
Me resultaba difícil asumir que
mi vida profesional como músico se acababa, que mis sueños se estancarían y que
la persona a quien más amaba debía alejarse de mí para cumplir sus metas, me
sentía grotesco, sucio y dañino. Había lastimado con mis acciones a mis amigos,
había puesto en peligro la posibilidad de que la banda continuara su curso
hacia la fama, había apartado de mi a Hide.
Sabía que nadie más que yo debía
cargar con aquella culpa, pero no podía evitar sentir rencor por todos los que
lo alejaron de mi sin darnos la posibilidad de un adiós.
Necesite en innumerables
ocasiones sus abrazos, una mirada o solo una palabra de Hide. Solo un gesto
hubiera bastado para darme las esperanzas y los ánimos necesarios para detener
la avalancha de soledad que me comía tan continuamente.
Pero estuve solo.
Completamente solo.
No habían amigos a quienes
acudir, no podía preocupar de más a mi madre, no podía permitirme ser visto con
nadie, yo era un peligro, yo era escoria.
Durante semanas me deje derrumbar
constantemente en los brazos del alcohol. Durante semanas le dedique cada
segundo de mi mente a Hide. Pensé en nosotros, en nuestra
relación.
Todos estamos solos en la vida,
nadie llega a conocernos realmente, cada uno decide que mostrar, que ser… que controlar de sí mismo para entregarle lo
mejor o lo peor de si a alguien. Es una regla general sociológica, pero eso no
se aplicaba a nosotros. La ley física
que nos guiaba era la naturalidad, Hide
no fingió conmigo, sus ojos no le permitían mentir, él siempre fue
transparente. De la misma manera yo me mostré frente a él, desnudo en todos los
sentidos de la palabra y él me había aceptado, me había amado y protegido a su
manera.
Nunca creí en que las personas
somos mitades que buscan a quien sea su complemento, pero debo admitir que
cuando Hide tomaba mi mano, ambos estábamos completos dándonos un poco de sí
mismos a cada uno. Nunca hubo guerra de poder entre
nosotros, ambos nos abnegamos el derecho de poseer al otro, nos pertenecíamos a
un nivel tan alto, que nada nos hacía dudar de los sentimientos que
compartíamos.
Le pertenecí a Hideto, por completo.
Por las noches me permití
soñarlo, acariciarlo en mi mente, recordaba su olor, su tacto, su calidez…
entonces me despertaba abrazando la almohada y llorando desconsoladamente por
la frustración que me causaba no tenerlo conmigo. Lo necesite, como nunca necesite
de algo o de alguien. Pero todo aquello debía acabar,
mi martirio personal me estaba consumiendo, tal y como el fuego consumió
aquellos “sé” de Hide, “sé” que debía decirse para engañarse a sí mismo, y creer
que al menos quedaba algo de mí en su memoria. Pero se equivocaba, Hide guardo
en su mente un Sakura que ya no existía.
Los días continuaron,
escribí mi carta de renuncia para la banda, aunque ya lo había anunciado
públicamente, faltaba la formalidad, lo que haría de Yukihiro el baterista
oficial.
Esperaba que Yukihiro se llevara bien con los
chicos, esperaba que alguien más arrastrara a Ken por las noches a su hotel,
esperaba que alguien más frenara a Tetsuya con sus ataques de histeria y por
sobre todo, esperaba que alguien pudiera brindarle una sonrisa de confianza a
Hide.
Sentir que
al menos les haría falta, era un consuelo que acariciaba dulcemente el dolor de
mi partida, el abandono de mis sueños, mi banda, mis amigos y mi Hide.
- ¡Ya basta ya de tanto
dramatismo!- Volvía a auto regañarme en voz
alta, no tener compañía me hacia hablar solo, cada día estaba más cerca de la
locura.
~ 1998
Los días
continuaban avanzando, las calles estaban empapeladas de noticias del regreso
de L'Arc~en~Ciel y su
nuevo baterista, durante una noche fui a
caminar y a observar cuidadosamente las tiendas de discos desde una distancia
considerable. Observaba a las fans de L’arc
comprar discos, hablar sobre la banda quien sabe que cosas y reír observando las fotografías en donde aun estaba yo.
Suspiraba y me retiraba silenciosamente.
Debía marcharme de la ciudad, debía dejar atrás todas las noticias de L'Arc~en~Ciel si
quería salvar algo de mí y mi integridad.
Llegue a casa con la misión de empacar rápidamente,
contacte a mi madre y le dije que volvería a Nerima para pasar un tiempo
juntos, ella se alegro, como siempre.
Mientras empacaba bebí un par de cervezas, un poco de
vino y finalmente recurrí al whisky… solo quería dormir un poco las emociones
del día.
Caí rendido en la cama
y con lágrimas en los ojos me permití soñar por decisión propia, una
última vez con el tacto de Hide…
-
¿Qué es todo esto? ¿Por qué todo
está en cajas? – su voz estaba en un nivel bastante alto, parecía molesto.
-
¡Porque me voy! Me canse de verte
en cada calle, en cada esquina, en cada pequeño lugar de esta maldita ciudad.-
le grite desde la cama, observe sus ojos desde la lejanía, me observaban
grandes, curiosos, divertidos, dolidos… el Hide de mis sueños siempre tenía una
mirada triste… desde aquella carta.
-
Levántate maldito borracho.- su
rostro dibujaba una sonrisa falsa.
-
Ven y acuéstate conmigo, no me
dejes dormir profundamente aun…- le implore en un susurro que estaba seguro que
escuchaba. Se inmovilizo antes mis palabras, parecía sorprendido, observo las
cajas, la cama y todo a su alrededor, luego a mí. Su labio tembló, reconocí
aquel gesto… dolor contraído. - ¿Qué sucede? No debes llorar, debes venir aquí
y consolarme a mí. – mi voz sonaba estúpida a causa del alcohol… “borracho
hasta en sueños”.
-
Estas delgado y apestas… además,
¿consolarte? ¿Quién rayos crees que soy? ¿A caso crees que he venido a
masturbarte?
-
Ya comienzas con tus babosadas, solo ven aquí
y acuéstate a mi lado.- le dije entrecerrando los ojos, me costaba observarlo y
prefería ignorar sus palabras que solo no permitían tenerlo más cerca. – Ven…-
le pedí estirando mi mano hacia él.
-
Ya-chan está muy borracho. –
susurro sonriente a medida en que tomaba mi mano y se recostaba junto a mí.
-
¿Por qué sucedió todo esto Hide?
– pregunte buscando un poco de comprensión, sus ojos me indicaron que le dolía
tanto como a mí no comprender el por qué. Acaricio mi mejilla y me beso
lentamente, sentí su tibia lengua rozar la mía y entre los delicados sonidos de
nuestros besos me abrazo.
Nos abrazamos y permanecimos así durante un par de
minutos.
Sentí como el sueño profundo me absorbía y por miedo a
perder aquel tacto nuevamente, aunque fuera en sueños comencé a llorar, como lo
hacía cada noche. Un último llanto.
-
Ya-chan… - susurro su voz
dolida…- Ya-chan perdóname… Lo siento tanto… me siento tan perdido, te
necesito… no te marches de mi vida, por favor, no te desaparezcas para siempre…
- repitió el Hide de mis sueños las palabras de aquella carta, entonces yo
desperté.
Nuevamente con la almohada entre mis brazos, un fuerte
dolor de cabeza y mi cara mojada por las lagrimas.
Suspire mientras sollozaba. Me había permitido un último
sueño, pero precisamente en el, Hide repetía aquellas dolorosas palabras… “no
te marches de mi vida”.
Tres meses
más pasaron, la compañía de mi madre y
mis amigos de infancia en un sector alejado de la moda usual de Tokio, me
ayudaron a estabilizar un poco mi mente y mi corazón.
Un día recibí
la visita de Ken, mi madre estaba encantada de tenerlo en casa y yo admito que
estaba agradecido de volverlo a ver. Me decidí
de entrégale una carta para Hide en respuesta de la anterior, estaba seguro de
que esas palabras eran las correctas y que aquel momento también lo era.
Me despedí
de Ken aquel día, con el corazón dolido por la intriga de una respuesta de Hide, pero feliz de tener de vuelta a un gran
amigo... Ken volvería.
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Buenos días
Hide,
He decidido
responder con sinceridad. Ignorare todos mis planes de escabullirme del dolor.
Quiero que
sepas exactamente qué es lo que siento. No respondí antes, porque creo que
tampoco yo lo sabía. Pero tienes que
saber antes de mi confesión, que he planeado alejarme de ti, que lo he
intentado, que he caído y recaído en ti nuevamente. Y que hoy me rindo y guardo
la esperanza de que estas palabras lleguen a ti a tiempo.
Si pudieras
verte a través de mis ojos entenderías porque tus palabras siempre han
significado menos que tus miradas, tu expresividad siempre me conmovió, siempre
he estado agradecido con la vida por haber tenido el privilegio de cuidar de
ti, aunque fueran solo un par de años, fueron los años más importantes de mi
vida.
No sabes cuánto me has cambiado, cuanto quisiera que nunca perdieras la
fe en ti. Y aunque sé que no necesitas de mí para cuidarte, quisiera poder
abrazarte y compartir tus miedos nuevamente, quisiera volver a ti y remendar
todo el dolor que he causado.
No quiero
dejarte marchar, me niego a hacerlo si tu aun sientes que algo de ti me
pertenece.
Sé que vas a
seguir tus sueños, sé que podemos sobrevivir, no es necesario hablar al
respecto. Pero quiero
apoyarte en ello, me rehusó a perderte, me rehusó a dejarte ir. Me rehusó a
observarte desde la distancia nuevamente.
En las
adversidades y sin arrepentimientos, quiero estar junto a ti.
Sakura.
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~ 1999
Han pasado
dos años, mi vida ha retornado, he vuelto a dedicarme a la música en proyectos
que prometen buena calidad musical, las fans que me conocieron por L’arc, me
siguen aun. Hasta sabía algunos de sus nombres y me sentía agradecido de
ellas.
No sabía
nada de Hide, desde su primera y última carta, nunca pregunte a Ken si
realmente hizo entrega de la carta que yo le di, si su respuesta era afirmativa
eso podía destruirme, aunque los años hubieran pasado, mantuve durante mucho
tiempo las esperanzas.
Organizamos
un concierto con Zigzo mi nueva banda, en Osaka. Una noche de primavera en que el tiempo
estaba especialmente cálido pero no
caluroso.
El concierto
iba bien, la pasión de siempre, la misma emoción por mis venas con cada
canción, mis movimiento usuales, el
mismo sentir que me brindaba la batería cada vez que la tocaba, solo hacía
falta perderme en los sonidos, concentrarme en la música para sentir que la
vida valía la pena. Poco a poco la
música tranquilizaba mi corazón y lo sanaba. Observe el público un par
de ocasiones, solo veía manos agitarse y saltar, pero cuando el show acabo y me
acerque al micrófono para dar las gracias
yo mismo a mis fans, lo vi. Hide estaba en el balcón del recinto, muy
lejos del escenario, pero indiscutiblemente era él.
Yo lo reconocería en cualquier lugar del
mundo.
Me quede
plasmado, petrificado allí de pie. El sonrió. Noto que lo vi. Lanzo un beso.
Mi estomago
se contrajo.
“No es
posible”… pensé.
En un par de
segundo volvió mi alma al cuerpo, di las gracias y baje del escenario, algo
confundido y aun aterrado. “¿A que vino? ¿Qué quiere? ¿Le habrá gustado la
música?”
-
Señor, alguien quiere verlo.-
dijo uno de los chicos del staff solo un par de minutos luego de bajar del escenario.
Indudablemente se debía
referir a él, nunca recibo visitas.
Asentí para que el chico del staff lo dejara entrar.
Durante un par de segundos mi cabeza se lleno de
pensamientos, pero quise despejarme de todos ellos, yo no solía ser una persona
complicada y me negaba a entregarme a aquel sentimiento.
Entonces él
entro con sus anteojos puestos, no me permitiría leer sus ojos.
No
importaba, sus expresiones serian suficiente.
-
Hola…- Oh… su voz… por fin podía escucharla
directamente con mis oídos…
-
Hola Hide…- dije con un tono alegre, por
fin podía tenerlo frente a mí.
-
Ya-chan.- dijo sonriendo, su tono
sonaba como un reconocimiento a mi persona. “Si mi chico bonito, aquí estoy”
quise decirle… sentí en ese momento que él quería muchas cosas, cosas que no me
hubiera detenido a dárselas en otros tiempos - Ha sido un buen show.
-
Me alegra que te gustara.
-
Me gusto, claro que si…- dijo más
para sí mismo. – Eres el mejor baterista que conozco.
-
No exageres… eso no es cierto.-
le dije a medida en que me sentaba y lo invitaba a sentarse. – ¿Quieres una
cerveza?
-
Claro.
Retire de la
caja sobre la mesa un par de cervezas y abrí ambas, luego coloque una enfrente a
él y el la tomo con ambas manos, parecía algo decaído… algo le preocupaba,
podía verlo en su postura.
Sonrió un
poco, estaba tenso… lo observe detalladamente de manera cuidadosa para que no
lo notara, sus labios, su nariz, su cuello, parecía más delgado, cabizbajo y
aun así, era hermoso, sus rasgos finos envidiados por la mejor de las modelos, lo
hacían el hombre más hermoso, él que alguna vez fue mío.
Tenerlo en
frente sin poder besarlo, me generaba angustia… sus labios, sus facciones, sus
expresiones… todo él. Era el Hide de mis recuerdos. En su voz ya no estaba el
mismo atisbo de inocencia que era fácil descubrir en su tono, algo había
cambiado en él. Podía imaginar las historias detrás de ello, quería saberlo,
quería conocer todo por lo que él había atravesado, al igual que yo, imaginé
que había una historia dolorosa detrás.
-
¿Eres feliz? – pregunto de
pronto. ¿Qué pregunta era esa? ¿Si era
feliz? Claro que no, no lo era. No sin él… pero no era algo que diría en voz
alta a tan solo minutos de vernos por primera vez después de tantos años,
confesar aquello requería al menos una cerveza más. Algo en su rostro demostró que
se sentía incomodo. No quería ignorar su pregunta, pero debíamos cambiar el
tema para guiarnos por caminos más seguros si no queríamos escapar antes de
tiempo.
-
La música trae felicidad, aunque
solo dure un momento. La cerveza también.- agregue, el sonrió. Bien… ya paso lo
peor.
-
Me gusta más el vino.
-
Me gusta más beber contigo.- le
dije sonriendo, coqueteándole un poco, tal como salía hacerlo cuando
compartíamos un trago antes.
-
Hum… me gusta más beberlo de ti.- "Oh. Juguemos entonces." Pensé.
-
Me gusta beber lo que sale de ti.
– dije en el momento en que termine mi cerveza.
-
¡Ya-chan! – grito algo apenado,
yo reí por su reacción. – ¿Como dices eso?
-
Te estás ruborizando…
-
¡Claro que no! – yo reí más. Tan
dulce.
Apareció uno de los chicos del staff en la sala nuevamente, esta vez dando
aviso a que debíamos retirarnos del lugar. Espere a que todos se fueran, si bien un par de personas miraron con curiosidad
a Hide. Nadie dijo nada.
-
Ven a casa conmigo, podemos beber
algo y luego le pediré a un taxi que te deje en tu casa. – Agregue al taxi para
darle algo de confianza en mí. Pero noté
lo innecesario que fue, ya que antes de terminar la frase, el ya se había
puesto de pie para seguirme.
Caminamos en
silencio, Hide permaneció serio con su semblante preocupado.
“¿Este será un adiós?”
“¿Necesitara algo de mí?” Mi mente no dejaba de crear teorías con respecto a su
visita, fuera lo que fuera yo no diría que no a Hide y estaba seguro de eso.
Subimos al
auto y él se quito sus gafas. Por fin.
El camino
también fue silencioso, comencé a sentir una atmósfera extraña durante el
camino, mi respiración se sentía agitada y comencé a excitarme solo con la
presencia de Hide en el auto. El estar solos tenía efectos en mí. Siempre los
tuvo con anterioridad pero nunca había sido de esta manera, inconsciente.
Sentí
la respiración de Hide de la misma manera, este observaba hacia el exterior,
escondiendo su rostro. Pero sus manos estaban en puño sobre sus piernas y podía
ver como su pantalón apretaba su entrepierna, al igual que el mío.
Estacione el
auto fuera de casa y antes de retirar las llaves para invitarlo a bajar sus
manos fueron directamente hacia mi cara para acercarla a la de él y darme un
fuerte beso, ansioso, apasionado, doloroso.
-
Ahh… - deje escapar de mis labios
en cuanto Hide me permitió respirar. Sus manos acariciaban mis piernas y el
besaba mi cuello. Sus labios suaves se sentían exquisitos en mi piel… mejor que
en los sueños y que en todos los recuerdos. Mordió. – Cuidado… ansioso…
-
Hum… - levanto su rostro y esta
vez fui yo quien lo beso vorazmente, mordí su labio y mis manos buscaron tocar
por debajo de su ropa, en cuanto toque su piel, la excitación me nublo la
cabeza. Ya nada más importaba, solo Hide, solo él y su cuerpo que deseaba hacer
mío. – Aaah… aun no… entremos… aquí no… - susurro a duras penas mientras mis
manos acariciaban sus caderas.
-
Demonios, quería hacerlo aquí. –
le gruñí, el rió.
-
¿Y el ansioso soy yo?
Bajamos del auto y entramos casi corriendo a casa, en
cuanto cerré la puerta guié a Hide a mi habitación, sin siquiera encender la
luz, de inmediato lo abracé y junte su cadera con la mía. Quería que supiera lo
que me causaba, que lo sintiera.
-
Mmmh... – Fue su respuesta al
sentirme. Lo despoje de sus ropas rápidamente y lo acorrale contra la pared a
medida que él me desnudaba a mí. – Tu piel… cuanto extrañaba tu piel…-
susurraba despacio en cuanto sus labios quedaban libres de besos. – En la cama…
por favor… - Obedecí, eso solo me
indicaba una cosa propia de él. Quería tocarme también y si lo necesitaba tanto
como yo, no podía negárselo.
Caímos sobre la cama con su cuerpo sobre el mío, beso mi
cuello y bajo por mi pecho besando lentamente, su lengua dejaba rastros de
saliva y sensaciones excitantes mientras sus uñas marcaban mi cuerpo como suyo
con pequeñas marcas de rasguños.
Bajo por mi abdomen suavemente saboreando cada
centímetro, me tensé. Llevaba mucho sin hacer aquello… Hide atrapo mi erección
con su boca y chupo delicadamente. Sin ansias, lentamente, suave y con
dedicación.
-
Aaah… Hide… - Ante mis quejidos
sus labios se depositaban suavemente en la punta de mi erección, dando besos
cariñosos, como agradecimientos a los quejidos que sabía que le gustaba escuchar.-
Mi Hide… aah…
Continuo su ágil tarea durante unos minutos, no acelero
en ningún momento, a pesar de que mi cuerpo si se tensaba en respuesta a su
lengua. Cuando sentí que ya no podía más decidí apartarlo.
-
Ven aquí. – Lo recosté por debajo
de mi cuerpo, esta vez posicionándome entre sus piernas y rozando mi erección
con la entrada de su trasero mientras besaba sus pezones y lo masturbaba.
Poco a poco deje entrar mi erección.
-
Ahh… no, bésame más… aun… Mmmhh...
– su cuerpo se tensaba a medida en que entraba más profundo en él. Clavaba sus
uñas en mi espalda con cuidado.
-
Tranquilo… te besare cada
centímetro… - Yo estaba perdido en su
cuerpo, ansioso de más. En ningún momento deje de besarlo y tocarlo.
-
No… no lo hagas rápido… mmh…
-
¿no?
-
No… quiero que… este momento… sea
eterno… aah…
Entendí a lo
que se refería.
Comencé a
moverme lentamente, besando y mordiendo suavemente su piel, reclamando
cada centímetro como mío.
Hicimos el
amor lentamente.
En la habitación
solo se podía escuchar el sonido de nuestros besos y a ratos un poco de la
humedad del choque entre nuestros cuerpos.
Nos
susurramos cuanto nos queríamos, lo mucho que nos gustábamos, cuanto nos
extrañamos y dijimos balbuceos entre jadeos.
Nos miramos a los ojos, nos besábamos a cada instante, nuestras manos se
entrelazaba a momentos y nuestras frentes sudaban juntas una sobre la otra.
La tensión
de nuestros cuerpos no dió para más luego de muchos minutos. Y decidí acelerar,
el también lo quería, abrió sus piernas para permitirme moverme con libertad.
Nuestros
movimientos rápidos fueron acompañados por gruñidos fuertes y quejidos altos, Hide se mostró más receptivo
que nunca, sus piernas temblaban y sus manos se movían de manera deliberada
buscando como reaccionar para contraer tantas sensaciones. Mordía su labio para no dejar escapar
quejidos tan altos, todo en él me resultaba excesivamente erótico.
Hide alcanzo
el clímax primero, ahogando un grito contra la almohada y tensándose completamente,
sus quejidos continuaron durante un par de segundos en lo que me pareció un
orgasmo largo y exquisito de presenciar, me excito tanto que en cuanto acabó su orgasmo me deje ir, permitiéndome perderme dentro de él.
Nos
recostamos uno junto al otro, nos abrazábamos, ninguno parecía tener la
intención de alejarse lo más mínimo del otro. Escuchamos nuestras respiraciones
agitadas y nuestros corazones desbocados palpitando al unísono.
Yo lo amaba,
amaba a ese Hide que podía ser tierno, ingenuo e inocente, como amaba al Hide
inteligente, meticuloso, exigente y apasionado. Amaba su cuerpo, su
personalidad, sus sentimientos, todo él me parecía una admiración que
necesitaba de alguien que le cuidara y le quisiera a pesar de todo. Quería ser
esa persona, entre las miles de personas que lo amaban de la misma manera.
-
No sabes cómo extrañaba esto… -
susurro despacio en cuanto recuperó el aliento.
-
¿Estás aquí solo por el sexo? –
bromee. Aunque si quería saber exactamente porque estaba ahí.
-
Hablaba de este momento… post
coito.- Ambos reímos. – Aunque sí, estoy aquí por el sexo.
-
¿Siempre fue por el sexo no? –
pregunte riendo, el se unió a mis risas. Se sentía liberador poder bromear con
él. Sentirlo nuevamente tan cerca, tan mío y yo tan de él.
-
Hace un par de horas, entre un
montón de cartas de fans guardadas, encontré tu carta. - “¿Qué?” - No me observes así… no sé desde
cuando estuvo guardada en una caja entre un montón de cajas… pero hace un par de horas la encontré, tenia
tu letra y… - Pareció debatir entre un montón de palabras, finalmente levanto
los hombros desnudos y dijo - yo estoy aquí.
-
Hide…- No sabía que decir, había pasado mucho
tiempo ya desde aquellas palabras… aunque estaba seguro de que no me las
cuestionaba. Yo aun lo amaba, solo… era doloroso notar cuanto tiempo había
transcurrido.
-
Yo… - Hide escondió el rostro entre mi cuello y mi hombro.
Acaricie su cabello dándole ánimos para hablar si deseaba hacerlo. - Lo siento.
Lo siento. Lo siento… - comenzó a decir rápidamente a medida que su voz se
quebraba, sentí las lagrimas caer en mi cuello. La rapidez con la que explotó
en llanto me impresionó. Parecía que llevaba acumulando aquellas palabras
demasiado tiempo. – Perdóname... no sabes cómo ha sido… lo difícil que ha sido
soportar todo sin ti… me he caído y parado y me he vuelto a caer… me haces
falta, todo este tiempo me la has hecho… quisiera retroceder el tiempo, juro
que no cometería el mismo error… lo siento Ya-chan, lo siento, lo siento…
Me quede en silencio escuchando sus palabras, no procesaba
el nivel de dolor que Hide parecía haber experimentado. Al igual que yo… también
le hice falta, aun le dolía aquello, por eso estaba aquí.
Continuaba impresionado por la explosión emocional de él,
usualmente Hide era muy controlado. No reaccione, no sabía que decir.
-
En cuanto vi tu carta, no lo dude
un segundo… vine hacia ti, lo haría en cualquier minuto de mi vida, tras
cualquier circunstancia… ¿puedes perdonarme? Sé que lo que hice fue horrible… -
Algunas palabras sonaban más como balbuceos en su afectada voz, fue entonces
cuando note todo aquello, debía detener su lamento, era innecesario pedir
disculpas por mi error.
-
Shh… tranquilo Hide… tranquilo…
aquí estoy, no hay nada que perdonar… ya lo escribí en la carta…
-
¿Aun es posible? Después de todo
el dolor y todo este tiempo… ¿Aun es posible que me vuelvas a querer?
No pude evitar una carcajada… que irónico resultaba
todo aquello.
Hide no dimensionaba mis sentimientos.
-
Oye… aquí estoy, solo tienes que
venir a mí, solo tienes que buscarme, yo siempre estaré Hide… siempre.
-
Ya-chan. – dijo con una voz cargada
de sentimientos que parecían ser aliviadores.
El me
presionó más entre sus brazos y continuó así un par de horas hasta que por fin
se durmió en la oscuridad de mi habitación.
Lo observe
dormir, como siempre solía hacerlo… Mi dulce y bello Hide estaba de vuelta… por
fin, estaba aquí.