~ Sakura
Me quedé en silencio mientras intentaba concentrarme en el aroma de
Hide. Desde que dormía con él, no despertaba a mitad de la noche, algo muy
inusual en mí. Sus brazos se abrazaron a mí sacándome una sonrisa en medio de
la oscuridad… me sentía querido cuando él me tocaba, más precisamente,
afortunado. Me quedé quieto mientras más
de su olor me nublaba la mente, él era muy cuidadoso en torno a su cabello,
usaba más cremas y aceites de los que yo recordaba usaban las mujeres en mi
casa. De pronto sentí la mano de Hide intentando tocar mi abdomen por debajo
del pijama, entonces hice un esfuerzo para que no notara que estaba despierto,
seguro de que si se estaba atreviendo con su timidez a hacer aquello era porque
estaba seguro de que yo dormía. Me aguanté las ganas de soltar una risita y me
concentré con todos mi sentidos en sus dedos que tocaban con suavidad
cuidadosamente mi piel, recorriendo un camino hasta mi ombligo. Bajó un poco
más lentamente y debí concentrarme en respirar correctamente para no ser
descubierto, pero entonces Hide cesó sus caricias haciéndome sentir un poco decepcionado.
-
Eres tímido hasta cuando crees que nadie te ve. – le reclamé, escuchando el reproche
despechado en mi propio tono. Él se quedó congelado, posiblemente sorprendido,
haciéndome sonreír por haberlo descubierto. Permaneció quieto, podía sentir sus
músculos tensos, entonces decidí abrazarlo para calmarlo, también besé su
frente. Rozar su piel me reconfortaba de una manera extraña.
-
No te mortifiques – le pedí – Me gustó – confesé sin pudor producto de la
excitación que me había causado su toque – Hubiera deseado que no te detuvieras
– debí recordarme a mi mismo que con Hide debía tener cuidado y controlarme, pero
con la cercanía que teníamos me era tan difícil, más aun con la idea instalada
en mi mente de que él me deseaba tanto como yo a él.
Intenté calmarme un poco y decidí concentrarme en la respiración suya. Él,
incómodo, se acomodó en varias oportunidades hasta que finalmente pareció
decidirse por mirar al tejado, había más luz en la habitación por la luna
llena. Sentí como respirar se le hacía dificultoso, me pregunté si se sentía
igual de excitado que yo. Decidí intentar algo.
Dejé mi mano acomodarse sobre su estómago rozando los dedos la suya de la
misma forma en que lo había hecho él. Acaricié sus dedos y jugueteé con ellos
unos momentos antes de dejarla quieta. Lo escuché suspirar, como si se quejara
de la vida. Supe que esa era el momento perfecto. Me moví hasta quedar muy
cerca de él, rocé mis labios con sus mejillas y él giró para besarme, no dudó,
dejó su lengua buscar la mía en cuanto sintió el tacto de mis labios sobre los
suyos. La confianza que estaba tomando sólo aumentaba mi fascinación con
respecto a él, quería enseñarle tantas cosas… quería ser testigo de sus
primeras veces. Me alejé al comienzo intentando controlarme, pero en cuanto el
frío llegó a mis labios volví a buscar su boca, se sentía de maravilla besarlo.
Poco a poco subí la intensidad con la que mi lengua buscaba más de la suya,
pero debí alejarme al recordar que él estaba girando su cuello y probablemente
ya se sintiera incómodo por la postura, pero con todas mis ansias por continuar
busqué seguir de alguna forma y acaricié con mis dedos su abdomen por debajo de
su mano, deslizándolo con un roce muy suave y bajando cada vez más, tal cual lo
había intentado él. Besé su cuello con los labios y luego rocé la lengua en él,
el olor de su piel me hacía perderme un poco más. Bajé mi mano, metiéndola
debajo de la ropa, sintiendo por debajo de su ombligo un par de bellos que me
indicaban que estaba en el camino correcto, pero entonces él me detuvo,
sosteniendo mi mano con suavidad.
-
Hide… déjame tocarte – le pedí con la voz ronca, dejándole notar que estaba
excitado y diciéndome a mi mismo que dejara los regaños culposos, porque el que
Hide me excitaba, era un hecho. – no te
haré daño, lo prometo.
Recordé que lo que me había confesado, sabía que no se había tocado a sí
mismo como yo pretendía hacerlo en ese instante y podía hacerme la idea de lo
vergonzoso que le resultaba, aún más siendo como era él. De pronto soltó mi
mano.
-
¿Es un sí? – pregunté divertido intentando esconder mi sorpresa. El
asintió.
Dentro de mí algo se derritió, la ternura que me daba con cada gesto era
incalculable.
Metí la mano por debajo de su pantalón de pijama, teniendo dificultad con
poder tocarlo por lo ajustado del elástico, mis dedos curiosos sintieron sus bellos
pequeños adornar la zona. Froté la palma de mi mano con su entrepierna, dándome
cuenta que no solo estaba erecto si no también húmedo, el hecho de que unos
simples roces y besos conmigo le causaran aquello me hizo notar cuanto debía
gustarle. La idea me derretía y me excitaba enormemente.
-
Ya estabas listo… ¿Puedes hacerme un favor?
-
¿Mm? – respondió con un tono avergonzado.
-
Quítate el pantalón y la ropa interior, ¿sí? – intenté que mi voz sonará lo
más convincente que podía, pero él no respondió de inmediato, y con el pasar de
los segundos lo sentí temblar de los nervios – Hide… tranquilo, estas
temblando… Está bien, si no quieres no pasa nada – comencé a retirar la mano,
pero en cuanto terminé de hacerlo él se quitó todo de un tirón dando pequeñas
patadas con sus pies para quitárselo por
completo. Luego suspiró con exasperación, podía sentir sus nervios reflejados
en los míos. Decidí darle una opción para que se calmara más, temía que no lo
disfrutara si continuaba preocupado – Si quieres que me detenga, solo toca mi
mano. – asintió, en cuanto lo oí dejé a mi mano recorrerlo con tranquilidad,
desde hace mucho que tenía ganas de poder tocarle con confianza.
Mis dedos acariciaron sus muslos y rocé las yemas de mis
dedos por sus testículos, no podía decir en la oscuridad como eran exactamente
pero si me sentí impresionado de que la textura de su piel fuera tan suave en
todo su cuerpo, incluyendo esa zona. Subí mis dedos por la base de su erección
que cada vez se pegaba más a su ombligo, hasta que llegué a la punta y la
presioné un poco entre los dedos, él dio un saltito pequeño, realmente parecía
que jamás se había tocado. Reí, me parecía tan pequeño y voluble…
- Tranquilo, todo está bien, confía en mí.
Ensalivé mis dedos y para lubricarle toda la zona, hice un anillo con mis ellos
bajándolo por su entrepierna. Subí y bajé varias veces mientras lubricaba,
logrando que se hiciera más fácil el movimiento con la humedad. Me detuve en la
punta y presioné más, sabiendo que era una zona más sensible.
-
Mm… – fue el primer sonido que se le escapó, escuché como estampó su mano
en su boca para callarse por ello.
-
No me quites el placer de escucharte… por favor… - él se quedó tenso, pero en la penumbra divisé
su mano volviendo a acomodarse a uno de los costados. En mi interior estaba
feliz de que me hiciera caso, escucharlo era un privilegio que no quería
perderme.
Comencé a masturbarlo con ganas con mi mano, marcando un ritmo constante,
me concentré en su respiración y en los pequeños temblores de su cuerpo. Definitivamente
jamás lo había hecho, se notaba que luchaba por controlarse pero la sensación
le era nueva. Estaba tan excitado sintiéndolo temblar y escuchando los sonidos
que intentaba esconder mordiéndose el labio en la oscuridad que podía sentir mi
propia erección pegada a mi vientre. Aceleré el ritmo porque quería escucharlo gemir.
-
Mm… - habían pasado varios minutos desde que había quitado mi atención en
la punta de su erección, deduje que era el momento preciso para una caricia.
Con la mano abierta la masajeé logrando el primer gemido fuerte, que me causó
un escalofrió de placer. – Aaaaah… - con toda la intención de poder escucharlo
más fuerte, me acomode en su cuello y lamí un poco de la piel de aquella zona –
Ooh… - Hide acarició mi cabello,
enredando sus dedos en él, pero en cuanto dibuje un par de círculos en su
cuello presionó su mano en puño jalándome un poco el cabello, para mi sorpresa,
su respuesta sorpresiva me excito más. Continué con mi tarea masturbándolo con
el mismo ritmo pero a ratos deteniéndome a acariciar la punta de su entrepierna,
en ningún momento logró controlar sus saltitos ni sus temblores, también
levantaba los hombros al sentir cosquillas cuando mi lengua acariciaba su
cuello, su piel era muy suave y olí siempre a limpio. - Mmm…
Aumenté el ritmo y cambie mi posición para poder lamer su lóbulo de su
oreja, sentí sus piernas temblar bastante, algo que a mí no me solía ocurrir,
imaginé que el por qué era que Hide se estaba aguantando lo que sería su primer
orgasmo. Aumenté el ritmo intentando retar su voluntad, para que se dejara ir
con confianza, pero en cuanto sus temblores aumentaron se asustó tanto que tocó
mi mano pidiéndome parar.
Me quedé inmóvil y decepcionado mientras lo escuchaba respirar con
dificultad.
-
¿Duele? – pregunté intentando sonar convincente para seguir, quería ser por
quien tuviera tu primera experiencia, aunque fuera de esa manera, quería
escucharlo terminar. Negó con la voz como respuesta - ¿Molesta? – volvió a
negar. Intenté convencerlo más directamente – Hide… confía en mí, todo lo que
te pueda suceder, me sucede también a mí cuando lo hago, pasa nada… no tengas
vergüenza por favor… - besé su mejilla sonrojada, la sentí sumamente cálida, a
temperatura perfecta. - ¿Confías en mí? – susurré cerca de su oído, él tardo
unos segundos y yo comencé a retirarme, si no quería seguir no tenía más
alternativa que simplemente dejarlo, pero cuando me disponía hacerlo me
sorprendió tomando mi mano, envolviendo con la suya y moviéndola sobre su
erección como lo había estado haciendo yo. Sonreí abiertamente en medio de la
oscuridad y busqué besarlo como agradecimiento, lo besé con fuerza y retiré las
sabanas para que cuando el momento llegara no las mojara demasiado. Entonces
retomé mi tarea. Ensalivé mi mano y volví a masturbarlo con el ritmo que
llevaba unos instantes atrás, constante, provocándole y haciéndole subir el
calor, pero esta vez lo besé mientras sus gemidos se ahogaban en mi boca,
cuando me alejé de él para besar su cuello, soltó un aliviado quejido que hizo eco
en la habitación.
-
Aaahh… - su abdomen tembló al igual que sus muslos, sabía que en cualquier
momento lo podría escuchar acabar – Aaah… - me acerqué a su oído y le mordí la
oreja antes de susurrarle despacio:
-
Déjalo ir Hide… déjalo ir… - en cuanto terminé de hablar sentí su espalda
inclinarse dándole la bienvenida al primer orgasmo.
-
Aahhh… aaah…. Aaah… - los gemidos temblorosos acompañados del liquido que
se derramaba en mi mano fueron el culmine del momento, para mi sorpresa, Hide
se derramó por largo rato, haciéndome feliz sin saberlo, por lo excitado que se
había puesto por unos simples toques míos. No solté su entrepierna de inmediato,
bajé el ritmo prolongadamente y rocé con los dedos la punta antes de despedirme
del todo. Hide dio un salto a causa de la sensibilidad de la zona.
Él estaba quieto, inmóvil, solo supe que estaba vivo
porque respiraba agitadamente aún, el calor que explayaba de él era tanto que
lo sentía solo con estar cerca.
-
Gracias… - le susurré sintiéndome feliz por lo que había logrado en él,
prácticamente me sentía orgulloso. Era más bien un sueño cumplido haber podido
escucharlo en aquella situación. Con mi mano acaricie sus rostros para buscar
sus labios y así poder besarlo, él me devolvió el beso prácticamente
adormilado. Me acomodé junto a él y lo abracé, luego solo lo tapé con la sábana.
Comencé a relajarme junto con él, y cuando estaba seguro
de que ya estaba camino a un sueño profundo, se removió, haciéndome encender la
luz para saber que necesitaba. Lo vi intentando alcanzar la libreta pero cerró
los ojos cuando le molestó la luz.
-
¿Estás bien? – asintió - ¿quieres esto? – asintió con los ojos más cerrados
que abiertos, se la di, sintiéndome curioso de su acción impulsiva. Su rostro
estaba muy ruborizado, tanto que había tomado un color ligeramente rojo hasta
las orejas, me parecía un detalle bonito de su cuerpo, tenía una cara de
extasiado que me hizo sonreír.
“¿Quieres que yo lo haga?”
-
Oh… Eh, está bien Hide… solo descansa, tus ojos se cierran solos…
“Pero… ¿puedo?”, le sonreí, ¿él quería? La idea hizo que mi entrepierna
doliera más por la falta de atención.
-
¿Quieres tocarme? – se rió pero asintió mordiéndose el labio, me era tan
irresistible que cerré los ojos con fuerza y me escondí en el calor de su
cuello, debía controlarme o terminaría por abalanzarme sobre él. Rocé mi lengua
por su cuello - Me encantaría, pero ahora estas muy cansado… puedo esperar.
“¿Puedo preguntar algo?”, volvió a escribir.
-
Sabes que puedes.
“¿Tú te tocas así?”
Me reí.
-
Sí… aunque como te toque en un inicio, con los dedos así – le mostré los
dedos formando un anillo – Solo me lo han hecho, al menos a mí me gustó… por
eso se me ocurrió probarlo en ti… pero lo demás… es algo que hago yo… Ehm, ¿te
desagrado algo? – negó – entonces… ¿todo
está bien? – asintió
“¿Fui muy exagerado?”
¿De verdad le preocupaba aquello? ¿Que no era obvio que estaba más que
encantado?
-
No… por momentos no sabía si realmente te estaba gustando lo que hacía,
entonces oí tu respiración que me indicó que si…. Pero casi no hiciste ruido
Hide… no te preocupes de eso conmigo… está todo bien, no me preocupan esas
cosas… solo quería que te gustara.
“Me gustó.”
-
Me alegro mucho de que así fuera… - levanté el rostro para observarlo, él
intentó no poner su mirada en los míos – Te estoy empezando a querer Hide –
entonces si me miró – Y perdóname si la situación no es la mejor o si aún no es
buen momento para confesártelo, solo… quería que supieras que es por eso que
todo de ti me gusta tanto. Confía más en mí, ¿sí?
Miró en mis ojos un par de segundos, parecía emocionado,
luego pestañó un par de veces y asintió. Se removió hasta lograr abrazarme,
luego tomó mi mano y colocó una expresión extraña que divisé en la oscuridad.
-
¿Qué sucede?
“Tu mano esta pegajosa”,
me reí fuerte
-
También lo está tu… - me tapó la boca con la mano y se rió. Lo mordí suave.
-
Auh
-
¿Bésame? – me sonrió tímido pero luego me besó. Su lengua pareció querer
darme las gracias, yo envolví su rostro con la mano limpia y luego solo lo deje
acomodarse en mi pecho, en donde acaricié sus cabellos largos hasta que el
silencio nos llevó a dormir. No estuve seguro de quien se rindió primero, pero
al menos yo dormí plácidamente con él sobre mi pecho.
En cuanto desperté vi a Hide dormido a mi lado, tenía el brazo sujetando
su cabeza y una mano entre las piernas, su entrepierna desnuda rozaba su mano.
Le miré el cuerpo desnudo un rato antes de salir de la cama, después de todo en
la noche no había podido mirarlo. Realmente tenía la piel muy blanca, casi
traslucida en algunas zonas, tenía un cuerpo bonito y femenino.
Tomé un baño y preparé el desayunó, Hide bajó con el cabello disparado
en varias direcciones y la pijama puesta, tenía los ojos medio cerrados.
-
Qué lindo – le
dije mientras le servía un poco de té para el desayuno – Come con confianza, es
para ti. – él me sonrió y cuando estaba por dar el primer mordisco el teléfono
sonó. Colocó mala cara y fue a contestar la llamada, arrastrando los pies con
pereza.
Lo observé curioso cuando miró en mi dirección y me indicó con el dedo
que la llamada era para mí, apuntando el teléfono con un gesto infantil.
-
¿Ken otra vez, no? – asintió divertido.
-
Amor, creo que
esta dependencia tuya no le hace bien a nuestra relación – le dije a Ken en
cuanto tomé el teléfono haciendo reír a Hide, del otro lado oí suspirar a mi
amigo.
-
Si, ya estoy
celoso de Hyde – se quejó- No lo hagas empeorar, mis sentimientos son
susceptibles, Yasunori… me lástima que no te des cuenta.
-
Entiendo cariño,
dime como puedo arreglarlo – pedí en tono de suplica, refiriéndome al porqué de
su llamada.
-
Ven a
visitarme hoy, el departamento nuevo es aburrido si estoy solo.
-
No puedo hoy –
suspiré - ¿Qué la vecina no te dio una oportunidad?
-
Creo que más
bien la asusté…
-
¿Qué carajos
le dijiste? – me reí imaginando cualquier cosa de él.
-
No estoy
seguro, pero creo que me expresé demás con referencia a sus ubres.
-
¿Ubres?
-
Es que tienes
que verlos Sakura, esos no son pechos. – me reí fuerte – Ven hoy por favor –
suplicó, casi podía ver el puchero dibujado en su boca.
-
No puedo
Ken-chan, tengo un compromiso. – Hide se recostó en la alfombra con Samurai y
comenzó a pasar su nariz por su barriga, la escena me enterneció.
-
Entonces dile
a Hyde que venga.
-
Es con él con
quien saldré – le expliqué algo avergonzado.
-
Ah… ya se
arreglaron entonces.
-
¿Ah?
-
Noté ayer que
estaban molestos… bueno, cualquiera que los hubiera visto se hubiera dado
cuenta la verdad.
-
Ah… si, ya…
solucionamos ese tema.
-
No hagas
sufrir al enano Sakura, o Tet-chan te golpeará – no supe que contestar, por mi
silencio Ken-chan continuó hablando – Entonces mañana vengan en la tarde por favor, intentaré tener todo decente y compraré algo de comida,
podríamos beber tequila…
-
Podríamos–
agregué conforme a su idea aún sintiéndome incómodo por su comentario.
-
Bien, hasta
mañana.
-
Hasta mañana –
colgué el teléfono – Hide, ¿puedo llamar…? – el asintió e hizo un gesto con la
mano para quitarle importancia, realmente veía en sus ojos que me pedía no
preguntarle y solo hacerlo.
Busqué en la agenda de mi cartera un número y lo marqué. Se tardaron en
contestar pero finalmente lo hizo su secretaria.
-
¿Diga? – la
voz de la mujer se me hizo familiar.
-
Hola, busco a
Sr. Oishi – Hide me miró extrañado y yo alcancé su pie desde mi lado para
hacerle cosquillas, dio un salto indignado pero sonriente.
-
Él se
encuentra en Tokio en este momento, ¿quiere que lo comunique con su oficina
allá?
-
Si por favor
-
Bien, espere
un momento. – volví a hacer cosquillas en uno de los pies de Hide y este
finalmente se puso de pie y me atacó haciendo lo mismo en mi barriga,
haciéndome reír fuerte.
-
¿Diga?
-
Espera, espera
– le pedí indicándole con el dedo que me habían contestado, él se detuvo con
una mirada juguetona y una sonrisa maliciosa en los labios. – Oishi, soy
Sakura.
-
Lo noté. Supongo que no me decías a mí que esperara –
noté cierto recelo en su voz.
-
No… oye,
necesito que me consigas una sala de estudio para ensayar las canciones nuevas.
-
¿En tus días
de descanso?
-
Soy el único
que no se sabe las canciones Oishi… - suspiró – Con una habitación estaré bien,
no puedo hacerlo en casa de Hide o el gato se morirá de un infarto.
-
Dile Hyde
demonios… Sakura- no le presté atención
y me quedé en silencio esperando que volviera a hablar, mientras estiré la mano
para robarle una caricia en los labios a Hide, que aún me sonreía. – Bien, para
mañana por la mañana, ve al estudio en donde grabamos y pregunta por cual te
reservaré ahora, tendrás disponible desde primera hora hasta el medio día.
-
Gracias – le
respondí lo más sincero que pude o al menos intenté no sonar agresivo como
solía sucederme cuando hablaba con él.
-
Sakura… ¿Has
hablado con tu novia? – la pregunta me pilló por sorpresa, realmente fue como
una patada en el estómago.
-
¿Eso te
importa? – respondí secamente olvidando todo intento de sonar respetuoso o
agradecido.
-
Ella ha estado
viniendo a la oficina a preguntar por ti, precisamente por cómo te encuentras o
si tenemos algún número telefónico en donde contactarte… Akane, dijo que se
llamaba. - respiré con dificultad para
controlarme, ella no sabía nada de mí desde hace varios días, pero que fuera a
preguntar por mí me molestaba y al mismo tiempo me preocupaba.
-
La llamaré,
gracias por el mensaje – le respondí cortante sin querer agregar nada.
-
De nada. – dijo
antes de colgar.
-
Que agradable
– comenté mientras devolvía el teléfono a su lugar. Hide me miraba curioso y
sostenía mi mano contra su rostro, sus ojos tiernos no entendían nada de la
culpa que yo sentía, era tan ajeno a mis complicaciones… – Te ves muy bonito
hoy – le dije sin pensar, él pinchó mi abdomen con un dedo y yo reí, no era tan
cosquilloso en esa zona como él. – Mañana por la mañana iré al estudio a
ensayar, no te invitaré porque necesitaré concentrarme y tu eres una gran
distracción para mí – tomé sus manos y lo acerqué a mí. Intenté hablarle
mirándolo a los ojos, pero su mirada se escapaba de mí, tenía un puchero en los
labios – Ya me verás tocar… no pongas esa cara – de pronto me soltó las manos y
me rodeó el cuello con los brazos, me dio un beso suave que respondí y me
abrazó. Se rió nervioso y yo también como respuesta a su risa, me sentía tan
estúpidamente feliz que evitaba pensar en ello o me avergonzaría de mi mismo.
-
Hide, ya es tarde,
movámonos o no llegaremos a tiempo al cine, imagino que habrán filas – asintió.
“Tomaré un baño antes”
Me reí recordando lo sudado que estaba la noche anterior.
Bajó con el pelo sujetado en una coleta, los rizos suaves peinados a la
perfección le daban un aspecto más femenino aún. Llevaba una cazadora de cuero
ajustada pero debajo denotaba el cuello de un blazer de lana color blanco, a
Hide le gustaba el color blanco. Yo simplemente llevaba una casaca impermeable
larga, color negro. Ni siquiera recordaba haberme peinado.
-
¿Qué haces? –
le pregunté cuando lo vi meter en su mochila municiones como para diez
personas. Tomó la libreta y escribió algo rápido, la dejó sobre el sofá y luego
siguió en su tarea, concentrado.
“Me gusta comer en el cine”
-
Pero… ¿Tanto?
“Si quieres te puedo dar un poco”
Me miró con una sonrisa divertida, me reí de su descaro. Amaba comer,
cualquiera podía darse cuenta de eso, le besé la sonrisa y le hice un poco de
cosquillas, en un par de segundos en que logró zafarse de mí se escapó en busca
de más comida. Lo miré divertido, yo solo llevaba dinero en un bolsillo, nada
más.
En cuanto llegamos al cine me impresionó la fila que había para el
estreno, esperar no era precisamente algo que destacar de mí. Hide me miraba
con una paleta en la mano, decir que parecía de dieciséis o diecisiete años por
su actitud, era exagerar.
-
Mm… ¿Seguro
que quieres ver la película? La fila de los boletos es enorme – me quejé
mirándolo. Él asintió, sonriendo, se le veía feliz, solo por ello desistí a
esperar. Delante de nosotros habían muchas parejas que caminaban de la mano,
escuché unos susurros provenir de mis espaldas y les presté atención para
entretenerme en algo.
-
¿Es un hombre
o una mujer? – le preguntaba la chica a su novio, volteé a mirarlos intrigado,
él observaba con mirada analítica a Hide.
-
No estoy muy
seguro… - le comentó el chico – Pero si fuera mujer sería muy linda
-
Y si no, tus
serias muy gay – le dijo ella riéndose. Suspiré y lo miré a él, ajeno a lo que
escuchaban mis oídos, miraba con atención el dibujo del poster publicitario de
la película, estaba impresionado por el dinosaurio en ella.
-
Es un
tiranosaurio rex – me miró con los ojos abiertos notablemente impresionado,
levanté los hombros restándole importancia – Te dije que me gustaban los
dinosaurios y que me sabía sus nombres – se le escapó una risa pequeña - ¿Te
estás riendo de mí? – se sacó la mochila y buscó su libreta en ella, la abrió y
escribió algo, me la dio mientras volvía a colocarse la mochila.
“Me da ternura imaginarte pequeño disfrazado de dinosaurio”
-
No recuerdo
haberme disfrazado alguna vez de uno… pero si mi habitación estaba rodeada de
dibujos de ellos.
“¿Algún día me muestras una foto de ti pequeño?”
-
Mmm… claro –
me mordí un poco la mejilla por dentro de la boca, causarle ternura a alguien
me causaba una sensación extraña y vergonzosa.
Cuando por fin pudimos comprar las entradas, Hide eligió el boleto que
traía comida y refresco, por lo que tuvimos que realizar otra fila más antes de
ir a la de la entrada de la sala.
-
Hide yo
realmente odio las filas – me quejaba una vez más, él se reía de mí – Creo que
no aprecias que me estoy esforzando por permanecer aquí.
-
¿Hide? – el
chico que atendía la zona de comida rápida me pareció familiar
-
Oh – La boca
de Hide hizo un sonido de impresión, luego él pareció reconocerlo y le sonrió.
-
Qué extraño
verte aquí, me hubieras dicho que venías y te hubiera conseguido entradas
gratis – por su voz logré recordarlo, era Pero, el baterista anterior a mí – Dame
tu boleto – Hide le dio el boleto y fue hasta la sección de malteadas para
elegir su refresco, pero vi al chico de cabello recortado colocar en nuestra
bandeja palomitas para dos personas.
-
Nosotros no
pedimos esto – le dije, él me guiñó el ojo.
-
Hide come
mucho – me explicó – Mejor que lleve comida de sobra o no se concentrará en la
película, además, es muy malo para ver películas - ¿ah sí? Por alguna razón su
comentario me causó celos, ¿tanto lo conocía? – Dime Hide, ¿qué refresco vas a
querer?
Hide eligió dos refresco distintos a pesar de que sabía que solo podía
elegir uno, él ex baterista no dudó y colocó ambos en la bandeja. Yo suspiré,
no sabía si Hide era descarado o simplemente estaba acostumbrado a que el otro
chico siempre actuara de esa forma.
-
Disfruten la
película – nos dijo mientras yo llevaba la bandeja llena de comida. Hice un
esfuerzo por sonreírle mientras Hide lo hacía abiertamente, mostrando todos los
dientes.
-
¿Crees que
nosotros nos vamos a comer todo esto? – le dije mientras nos acomodábamos
nuevamente en otra fila, esta vez para entrar a la sala. Él escribió aún
sonriente.
“¿Quién dijo que era para “nosotros”?
-
No creo que te
puedas comer todo tu solo – en cuanto terminé de hablar vi en su sonrisa que él
estaba seguro de que si podría.
“Puedo darte un poquito”
-
Que descarado
eres, ni siquiera lo pagaste.
“Consigue amigos que trabajen en comida rápida y jamás pasarás hambre”,
escribió haciéndome reír.
Rápidamente llego nuestro turno,
él chico del lugar revisó nuestros boletos y los timbró.
-
Solo puede entrar
con comida que compro aquí – amenazó en cuanto vio a Hide, él lo miró con los
ojos entrecerrados con sospechas y luego asintió con una sonrisa.
-
¡Ya déjalo
entrar Kuro! – le gritó Pero desde su lugar de trabajo, ¿se conocían todos?
-
Imagino que
traes esa mochila llena de comida, tú no cambias – le volvió a decir el chico
del cine, Hide abrió la boca indignado. Me reí. Lo tenían identificado.
-
Está bien – el
chico suspiró y nos entregó los boletos – Disfruten la película.
-
¿Lo conoces
también? – le pregunté en cuanto nos alejamos un poco. Hide tomó la libreta con
rapidez antes de entrar a la sala oscura y escribió.
“Es hermano de Pero”
-
Oh… - en cuanto entramos a la sala, vi el lugar
atestado de gente, las salas eran más pequeñas que la de los cines que yo solía
recurrir, sin embargo en el medio habían tres filas vacías. Yo solía sentarme más arriba, pero había dejado a Hide elegir los asientos y ahora entendía por
qué eligió esos.
Nos sentamos y acomodé la bandeja entre los dos, Hide acomodó la bandeja
sobre los brazos de los asientos y comenzó a sacar más comida de la mochila,
acomodando con detalle las cosas antes de comenzar a comer. Me reí de él, con
ganas, era una persona peculiar.
La película comenzó y comenzamos a comer, la verdad era que me
preocupaba que a Hide no le gustaran las películas de dinosaurios, pero
Jurassic Park resultó ser entretenida desde el comienzo. Hide estaba
concentradísimo, tanto que cada vez que lo miraba ni siquiera se daba cuenta.
En las partes de suspenso de la película, prefería mirar sus gestos que la
pantalla, abría la boca impresionado y hasta se tapaba los ojos del susto, su
actitud infantil era tan real que me hacía reír. Hubo una escena peculiar en la que
el dinosaurio llegaba hasta un hombre en el baño, Hide se rio tanto que tuvo
que limpiar lágrimas de sus ojos, para ese momento, ya no quedaba comida en la
bandeja. Tomé su mano y recosté mi cabeza en su hombro, él se tensó de
inmediato, pero luego solo recostó la suya sobre la mía y permanecimos así unos
momentos, podía sentir su cuerpo tensarse por completo en las escenas en que el
tiranosaurio rex casi se comía a los protagonistas. La verdad, es que me
divertí tanto por él como por la película.
-
Mmmgg – dijo
fuerte estirándose mientras la gente salía de la sala y él se estiraba en el
asiento, también palpaba su estómago ligeramente hinchado por todo lo que
comió.
-
Que cómodo te
ves – me sonrió y acercó su rostro hasta mí para rozar su nariz con la mía, le
sonreí con dulzura y algo de vergüenza, afortunadamente aún estaba oscura la
sala.
En cuanto salimos ya era tarde, no estaban sus amigos a la
salida y el tampoco pareció buscarlos, lo que calmó un poco mis celos.
En cuanto salimos Hide tomó su libreta para llevarla consigo en la mano,
al rato me escribió:
“Vámonos caminando a casa, no estamos tan lejos y podemos comprar
cervezas por el camino”.
-
Claro… el
centro de este lugar no tiene mucho movimiento, en Tokio sales de un lugar para
entrar en otro y así puedes estar toda la noche paseándote.
“Me gusta que sea tranquilo aquí”.
-
A mí también –
le confesé, tomé su mano en cuanto nos pusimos en marcha. No le hablé más en el
camino y él tampoco escribió, su compañía me daba cierta paz de la que carecía
estando solo.
Compró de mis cervezas preferidas llevando consigo cierta sonrisa que
descifré como un “ya te conozco”, y solo pude sonreírle de vuela.
Cuando llegamos a casa me sentía un poco cansado como resultado de una
película larga, era increíble como eso podía gastar gran parte del día.
Mientras Hide ordenaba un par de cosas en la cocina y subía a su
habitación, llamé a Akane desde el teléfono. Me dolía el estomago de solo
pensar que le inventaría como excusa por no llamarla antes, pero para mi
sorpresa todo eso fue innecesario, ella no contestó mis llamadas a pesar de que
insistí tres veces.
“Bueno, lo intenté”, me dije a mí mismo.
Me senté en el patio en la hamaca que había comprado recientemente, y en
un par de minutos más llegó Hide a hacerme compañía, observamos en silencio las
estrellas que comenzaban a asomarse en el cielo con fuerza en la oscuridad de
la poca alumbrada ciudad. Hide parecía pensativo. Abrí las cervezas y le tendí una a él, que
estaba mirando fijamente la luna. Se dio cuenta que lo observaba y escribió:
“Me gusta mirar el cielo”.
-
A mí también, es algo que podría hacer toda la noche… me gustan las
estrellas… siempre me pregunto cuando las miro; ¿cuántas de ellas estarán
muertas? – Hide mi miró curioso e interesado – Las estrellas mueren, explotan y
otras nacen al mismo tiempo, suceden muchas cosas en ellas… - le expliqué - Si
ves una supernova, la luz se demora setenta mil años en llegar hasta aquí, así
que tal vez muchas de las estrellas que estamos mirando murieron hace muchos
años y solo no estamos enterados aún. – Hide abrió mucho la boca, parecía
horrorizado.
“¿Entonces se están muriendo las estrellas?”.
-
Si… pero descuida, mientras algunas mueren otras nacen. – su boca formó una
“O” de impresión que me hizo reír.
“Te gusta mucho este tema”.
Asentí, Hide era muy observador.
-
En casa tengo un telescopio, cuando recibí mi primer sueldo por trabajar de
staff fue lo primero que compré – confesé avergonzado.
“¿Y has visto cometas o meteoritos?”.
-
Hum… no es tan fácil ver cometas… pasan cada demasiados años y para ver
meteoritos no necesitas un telescopio – me miró confundido.
“No sé mucho de esto”, admitió con una risa, sentí que me pedía con los
ojos una explicación, aunque parte de mí estaba segura de que lo que quería era
analizarme mientras le hablaba del tema.
-
El cometa es una bola de hielo. Los asteroides son piedras que orbitan
entre Marte y Júpiter. Y los meteoros son estos mismos asteroides que se
escapan, cuando entran en nuestra atmosfera se llaman meteoros y cuando están
aterrizados, es decir en la tierra, se llaman meteoritos. – entrecerró los ojos
procesando la información.
“Me sorprendes Sakurazawa”, escribió fingiendo una mirada seria, me reí.
“Eres inteligente”, me mostró la libreta sin mirarme, sintiéndose un poco
apenado y de paso yo también por el cumplido.
-
Papá insistió mucho en que yo estudiara algo… - le comenté - Era bueno en
la escuela a pesar de que no solía estudiar en casa, me bastaba con la atención
de la clase para tener buenas calificaciones. Papá lo sabía y me pidió hasta el
cansancio que fuera a la universidad pero… no soy bueno con las cosas que se me
imponen… con ni una de ellas, suelo poner mucha resistencia… ya te darás
cuenta. Es realmente una característica detestable de mi personalidad para
algunos, en lo que respecta a mí, es de las que agradezco tener.
“¿Por qué?”.
-
Porque si no fuera firme en negarme a las situaciones que detesto hacer,
perdería mucho de mí mismo y quizás quién sería al final del camino… Quiero
reconocerme a mi mismo cuando eso suceda. – me miró sorprendido pero finalmente
me sonrió, era una sonrisa dulce, nada de crítica. – Esto…
-
¿Mm?
-
Quiero preguntarte algo… ¿Puedo? – asintió, dude unos segundos, pero
finalmente lo pregunté - ¿Por qué no puedes hablar Hide?- él me miró con los
ojos muy abiertos, luego de unos segundos suspiró con pesar – Está bien, no debí preguntar… -
sonrió para mí con algo de tristeza y comenzó a escribir, por sus facciones
intuí que no sería una historia ligera.
“La señora que conoces como mi madre, realmente no lo es”.
-
Ya veo, ¿pero… conoces a tu verdadera madre? ¿Ella existe?
“Existió”.
-
Oh… ella está… - él asintió, algo dentro de mí se revolvió – Lo siento
Hide…
“No te preocupes, ha pasado mucho tiempo”
-
¿La conociste? – asintió – ¿Puedo preguntar cómo era?
“Era una mujer joven, pero siempre estaba triste… recuerdo su voz, era muy
bonita”
-
Imagino que sí, tú también eres bonito – bajó la mirada con una sonrisa, me
gustaba saber que incluso teniendo aquella mirada triste podía hacerlo sonreír
tímidamente - ¿Sabes por qué estaba triste?
“A mamá mis abuelos la corrieron de casa porque quedó embarazada, luego mi
padre no se hizo responsable y solo desapareció, ella quedó sola viviendo en la
calle… Conoció a un sujeto que no era mi padre, pero le ofreció alojamiento y
con el tiempo comenzaron una relación, él se convirtió en mi padrastro.”
Cuando me mostró el libro su ceño cambió, estaba un poco acongojado, al
terminar de leer noté que aún no contestaba mi pregunta y él lo sabía, solo me
evaluaba para saber si podía continuar, pero yo realmente quería saber, por lo
que lo miré a la espera de que continuara. Volteó la hoja y continuó
escribiendo.
“Mi padrastro era mucho mayor que mamá y no la quería, ni a ella ni a mí,
detestaba a los niños. En realidad lo que detestaba era el ruido y yo hacía
mucho ruido. Si lloraba me golpeaba, si hablaba me golpeaba, si hacía algún
ruido fuerte al jugar o al lavarme las manos o tan solo al caminar iba por mí y
me golpeaba hasta que se cansaba. También golpeaba a mamá si hacía ruido, por
eso ella estaba triste”.
Lo vi suspirar con pesadez antes de mostrarme la libreta.
En cuanto terminé de leer quedé espantado y lo miré con horror y mucha
rabia. No supe que decir pero él continuó escribiendo, por lo que solo esperé
en silencio y mirando cómo sus ojos batallaban con la humedad que amenazaba con
salir. Pestañaba con rapidez intentando disimularlo.
“Un día nos quedamos solos y mamá tomó un baño conmigo, me hacía cosquillas
y yo reía con fuerza cuando él llegó y no nos dimos cuenta… él fue hasta el
baño para darme una golpiza pero mamá me defendió y lo lastimó con lo que
encontró, entonces él se enfadó mucho…”
Lo vi bajar la mirada y tragar saliva con dificultad, al parecer no podía
continuar escribiendo.
-
Tranquilo está bien… no tienes que forzarte a contármelo… - él me miró,
respiró profundo y agregó un par de palabras más a la hoja antes de
mostrármela.
“La ahogó en frente de mí”.
Leí todo con toda la rapidez de la que fui capaz mientras el shock me
consumía, pero en cuanto leí lo último, no pude evitar imaginar a un pequeño
Hide observando la escena con una mirada tan llena de dolor que me hizo sentir
frio en el pecho. Lo miré intentando contener mis ojos por la escena en mi
mente y lo abracé.
-
No sé qué decir… - no medí la fuerza en mi abrazo hasta que Hide hizo un
pequeño sonido de dolor – Oh, disculpa – lo solté y lo miré a los ojos
realmente apenado pero él me sonreía, sus ojos se veían mejor que los míos.
“Es primera vez que le digo esto a alguien”.
Me miró sonriente y luego volvió a escribir:
“Se siente bien”
-
Desahogarse siempre ayuda… - fue lo único que fui capaz de decir, aún tenía
una duda pero no quería insistir con el tema que ya parecía cerrado.
“¿Qué pasa?”
-
No es nada…
“Dime”
Suspiré, sentía que me leía.
-
La mujer que todos conocemos como tu madre… ¿Quién es realmente?
“La vecina. Ella fue quien encontró el cuerpo de mamá, sabía toda nuestra
historia y cuidó de mí cuando mi padrastro fue a la cárcel”.
-
Oh… - cuando leí eso, muchas cosas cuadraron en mí, como si su declaración
le diera el punto final a la historia y pudiera contemplarla desde fuera con
mayor facilidad. – Ahora entiendo porque prefieres no hablar y porque no te
gusta el ruido… ¿Pero puedes hacerlo no? – negó con la cabeza.
“La última vez que hablé fue antes de que mamá muriera, me provocaba pánico
escuchar mi voz… desde entonces simplemente no puedo hacerlo.”
-
Ya veo… pero puedes cantar… - analicé en voz alta.
“Cuando nos quedábamos solos con mamá, cantábamos… cantábamos mucho, nunca
dejé de cantar junto a ella…”
En mi mente comencé a divisar explicaciones, lo más cuerdo que concluí fue
que Hide tenía un bloqueo y a partir de sus recuerdos, evitaba todas las
situaciones que pudieran provocarle sensaciones negativas, como el ruido o
hablar, mientras que el cantar no representaba un mal recuerdo para él… Pensé
en que era curioso que su voz pareciera ser su amiga y su enemiga.
Lo vi mirar la luna con gesto triste y busqué ideas en mi cabeza para
sacarlo de sus pensamientos.
-
¿Sabes? Uno
creería que la luna es algo que solo nosotros tenemos el privilegio de ver,
pero no es el caso – me miró intrigado - Saturno tiene muchas lunas, una en
especial es como la Tierra, tiene la misma atmósfera prácticamente, su nombre
es Titán. Aunque todo lo que se sabe de ella es que tiene mares de un liquido
que no es agua, más bien es metano… - inclinó su cabeza hacia un lado sin
entender del todo – El metano es un combustible, en Holanda al
menos así lo usan… ¿Sabes de donde lo obtienen? – negó con la cabeza – De los
gases de las vacas – abrió la boca asqueado – Si, es verdad, en Holanda hay más
vacas que autos así que colocan un tubo en el recto de las vacas y guardan todo
el metano que producen, luego usan eso para hacer funcionar el aire acondicionado
– Hide estalló de la risa probablemente imaginando toda la situación, paraba a
momentos me miraba dudoso y volvía a reír. Lo besé, no pude impedírmelo a mí
mismo, me gustaba tanto verlo feliz, que quería besar su sonrisa. Él me
devolvió el beso envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
-
Mm… - el
gemido que salió de su garganta me impresionó y a la vez lo atesoré, si confiaba en
mí por lo que había ocurrido en la noche, me hacía sentir agradecido, intenté
sacarle otro gemido colocando mis manos en sus muslos y subiendo en ellos
marcando mis uñas en una caricia – Mm…
Sonreí y él rió, escondió su rostro en mi cuello.
-
Me gusta escucharte así – le confesé, él movió
sus brazos y manteniendo la cabeza gacha desabotonó mi pantalón. Me quedé
helado por la sorpresa. – Si quieres que esté igual que anoche… tendrás
que besarme mucho… - le pedí, él rió nuevamente nervioso y con los ojos
cerrados buscó mi boca. Lo besé masajeando su lengua con la mía y acomodando
mis piernas para que pudiera tocar con más libertad. Sí… quería que me tocara.
-
Mm... – su
garganta sonó mientras continuaba besándome, su lengua esta vez logró tener más
control que la mía y metió su mano dentro de mi pantalón y de la ropa interior
de una sola vez. Alejé mi boca de la suya para respirar.
-
Aaah… -
mantuve los ojos cerrados sintiendo el poder de su mirada sobre mi rostro, él
besó mi mentón y sus dedos presionaron con suavidad la punta de mi erección –
mm…
De pronto escuchamos la puerta, haciéndonos a ambos despertar del sueño
en que nos habíamos metido. Me miró dudoso y yo también lo miré así a él, vi en
sus ojos que realmente pensó en continuar lo nuestro y simplemente no abrir la
puerta.
-
Ve…
continuaremos luego… - lo animé, infló la mejilla y fue hasta la puerta. Me
puse de pie y abroché mi pantalón, luego toqué mi mejilla… también estaba
caliente.
-
Hola Hyde –
escuché la voz de Oishi, por lo que fui de inmediato hasta la sala, pero me
congelé en medio del camino cuando una voz familiar llegó hasta mí.
-
¿Esta Sakura
aquí? Soy Akane, su novia.
Mierda. Mierda. Mierda.
Caminé más rápido hasta ella y cuando sus ojos se toparon con los míos,
vi en ella toda la emoción que yo había sentido hace un rato atrás con Hide, en
el patio.
-
¡Yasunori! –
se lanzó sobre mí. Hide me miró con los ojos muy abiertos y yo a él igual de
confundido, de reojo observé a Oishi sonreír a gusto.
-
Como la vi tan
angustiada preguntando por ti en la oficina decidí traerla por hoy, sin embargo
como ustedes no deben tener muchas distracciones le compré un boleto de bus para que
vuelva a su casa mañana por la tarde. Espero que al menos puedan estar juntos
esta noche y que el reencuentro les sea agradable a ambos – Oishi dio su
discurso previamente preparado, no pude decirle nada, quería ahorcarlo.
-
Muchas gracias
– le dijo a Akane, la miré de pies a cabeza, llevaba su atuendo preferido y el
cabello recogido en una trenza, probablemente le había pedido a su hermana que
la peinara y quizás cuanto debió suplicar para que su madre la dejara viajar
hasta Osaka con un desconocido solo por verme a mí.
Hide tragó saliva y se alejó de nosotros poco a poco, sin expresiones en
su cara, nos dio la espalda y subió por las escaleras. Oishi no lo notó hasta
que ya estaba arriba y lo buscó con la mirada.
-
¿Algo más? –
le dije.
-
No, ya no los
molesto, ella debe venir cansada… ¿Y Hyde?
-
También
cansado, debió irse a dormir al ver que la visita no era para él.
Akane estaba tan contenta por estar allí que simplemente no respondió
mis preguntas ni mis regaños, Hide bajó y nos encontró a ambos allí.
-
Hola Hide,
gracias por cuidar de Sakura en tu casa – Akane hizo una reverencia respetuosa
hacia él dejándome anonadado. Hide me miró a mí, con la misma expresión. No le
respondió de ninguna manera, solo tomó a Samurai y volvió a subir por las
escaleras, se le veía descolocado e incómodo. - ¿Se molestó?
-
Le molestan
las visitas – dije sin pensar.
-
Ah... ¿le
molestaría prestarme su ducha? Fue un viaje largo en auto…
-
Ya qué… -
suspiré. – Oye… no vuelvas a acercarte a Oishi, ese tipo es peligroso.
-
Lo sé, pero si
no hubiera sido por él, ni siquiera sabría qué estás vivo. Pero lo noté en su
mirada, no te preocupes.
-
Con mayor
razón, no te expongas de esa manera.
-
Ya dime donde
está la ducha, no me regañes más…
Suspiré y la lleve hasta el segundo piso, Hide estaba encerrado en su
habitación.
En cuanto Akane se metió a bañar intenté llamar a la puerta pero no
contestó, escribí en un papel lo que quería decirle, por miedo a que Akane
escuchara y lo lancé por debajo de la puerta. No tuve respuesta a pesar de que
la esperé.
Me quedé sentado en la cama mientras me miraba los pies descalzos.
¿Por qué justo ahora?
¿Por qué?
Mierda.
Aunque intentaba meterme en la cabeza de que tal vez había aparecido en el
momento preciso para detener algo que amenazaba con colocar en un camino
irreversible mi vida, no podía dejar de sentir que solo había aparecido a
joderlo todo.
De pronto entró en mi habitación, llevando el cabello mojado después de
la ducha, no cerró la puerta.
-
¿Crees que tu amigo me preste su secadora?
-
No lo sé – respondí sincero, no quería pedirle nada a Hide, no había salido
de su habitación en mucho rato.
-
¿Se la pedirás tú o debo ir yo?
-
Solo sécate el cabello con la toalla maldita sea, no lo molestes. – me
acosté en la cama dándole la espalda. Sabía que estaba siendo estúpido, pero
simplemente no tenía la opción de cambiar de actitud sintiéndome tan cabreado
mentalmente.
De pronto sentí la puerta abrirse de la habitación de Hide, me volteé
rápidamente para verlo aparecer en la puerta de la mía. Llevaba en su mano la
secadora para el cabello y la tendió en dirección de Akane, tenía una expresión
seria, notoriamente deprimida. Llevaba el cabello suelto y la pijama puesta. No
me miró en ningún momento.
-
Gracias… - le susurró Akane tan sorprendida como yo, él se volteó y se fue
a su habitación, cerrando la puerta con fuerza.
Estuve seguro de haber entendido su mensaje, nos estaba escuchando.
Ella se secó el cabello mientras yo aprovechaba el sonido de la secadora para soltar un par de insultos en tanto me volvía a acomodar en la cama dándole la espalda, la verdad era que quería salir huyendo de ahí.
Ella se secó el cabello mientras yo aprovechaba el sonido de la secadora para soltar un par de insultos en tanto me volvía a acomodar en la cama dándole la espalda, la verdad era que quería salir huyendo de ahí.
-
¿Le llevo de vuelta su secadora? – me preguntó con un tono tímido,
probablemente algo asustada de mi reacción.
-
No, solo déjala en la mesa del pasillo, no lo vayas a molestar.
-
Te preocupas mucho por él… - dijo mientras salía para dejarla fuera, luego entró y cerró la puerta de la habitación y entonces por primera vez desde que llegó
sentí que nos habíamos quedado solos. – Yasunori…
-
¿Mm? – sentí su cuerpo sentarse en la cama pero no volteé a mirarla.
-
No estás feliz de verme, ¿verdad? – su tono triste me llegó como una
puñalada por la espalda. – Yo he pensado mucho en ti… sé que no te gusta que te
moleste mientras trabajas y por eso pensé mucho en si venir o no, pero ese
señor, el manager de la banda, dijo que me extrañabas entonces… - volteé a
mirarla.
-
¿Él te dijo eso?
-
Si… dijo que hablabas de mí… yo pensaba en darte tu espacio pero en cuanto
él me dijo que me extrañabas, sentí feo solo… dejarte sentir eso… Además no
sabía si no podías llamarme porque no lo habías hecho… ahora me doy cuenta que
tal vez… - su voz tembló – Solo no me querías cerca de ninguna manera.
No quería hacerla llorar.
Las palabras de Tetsu resonaron en mi cabeza. ¿De verdad solía ser tan
egoísta con ella? Me senté en la cama y la abracé.
-
No llores… - ella me rodeó el cuerpo
con rapidez y me abrazó con fuerza, del fondo de su pecho brotaron un par de
sollozos de aquellos que dolían escuchar. Suspiré. ¿Por qué tenía que hacerle
eso a ella? Yo realmente la quería, tal vez no de la manera que debía pero
siempre le había tenido un profundo cariño.
-
Ya no me quieres… - susurró con seguridad.
-
Claro que te quiero niña tonta… es solo que han ocurrido muchas cosas aquí…
- ella no me creyó, continuó llorando y solo pude acariciar su espalda y besar
su frente. El aroma familiar me trajo un poco de nostalgia.
Akane era una chica bonita, siempre mis amigos la
adulaban y me consta que varios se acercaron a ella con intenciones mayores,
pero jamás tuve que intervenir, ella se presentaba como mi novia orgullosa y yo
sinceramente ya no entendía por qué. ¿Por qué aún me quería?
-
Hace mucho no me abrazabas así…
-
Recuéstate, que me duele la espalda – me quejé, ella se rió un poco.
-
Siempre lo arruinas – nos recostamos abrazados y la cubrí con las mantas,
el tacto de la piel de Akane no me causaba rechazo, todo lo contrario, sentía
que me conocía demasiado bien y aquello me gustaba. La confusión en mi cabeza
se acrecentó. ¿Qué sentía por ella? La idea de que fuera una simple amistad era
ridícula, me gustaba Akane. Acaricié su cabello para consolarla un poco más.
-
¿Has estado bien? - pregunté.
-
¿La verdad? – asentí, ella acarició mi barbilla con la punta de sus dedos,
luego acomodó su rostro entre mi cuello y mi pecho, yo continué acariciando su
cabello un poco húmedo. – Nunca me sentí tan deprimida en mi vida – rió con
amargura – Te extrañé tanto…
-
Es que no mantienes la mente ocupada, vives de vaga – le di un beso en la
frente para que supiera que estaba bromeando, ella estaba acostumbrada a esas
respuestas, estuve seguro de que había sonreído.
-
He pensando tanto en ti que estoy segura de que mis neuronas están
cabreadas de ti… Te quiero Yasunori… - suspiré.
-
También te quiero mi niña tonta.
-
¿Por qué siento que estás molesto?
-
No estoy molesto contigo si eso es lo que preguntas.
-
¿Entonces? – ¿Qué le decía? No podía contarle. Los segundos pasaban y yo
continuaba sin poder decir nada – Está bien… no quiero estropear esto, no
contestes si no quieres. No digo que no preguntaré mañana, pero por hoy está
bien. – cerré los ojos con pesar, ¿podría explicarle algo? Lo dudaba, realmente
lo dudaba. De pronto la sentí removerse, me destapó hasta que se sentó sobre
mí.
-
¿Qué haces? – le pregunté sorprendido por el movimiento rápido, se inclinó
hacía mi y antes de besarme susurró con cariño.
-
Déjame quererte un momento… - tuve que contestar el beso, debí hacerlo, si
tan solo no hubiera usado esas palabras me hubiera podido zafar pero la culpa
no me dejó. Nunca había dimensionado el daño que le causaría a Akane hasta ese
preciso momento y no quería hacerlo, no podía, me odiaría infinitamente a mi
mismo por ello. Se apartó de mis labios para besar mi cuello y mi meter sus
manos frías debajo de mi ropa.
-
Akane no… - le pedí con todo el cariño del que fui capaz en un susurro.
-
Sé que están frías, lo siento.
-
No es eso – tomé sus manos y las sujeté con las mías – Aquí se escucha todo
y realmente no quiero que Hide nos escuche.
-
No es que él no sepa que hacen las parejas que llevan mucho sin verse…
-
Lo sé pero no es agradable para nadie…
-
No haré ruido, lo prometo – me interrumpió y me besó, pero esta vez escapé.
-
Akane en serio no… por favor cariño entiende – insistí.
-
Pero Yasunori, tengo muchas ganas… - su voz coqueta y dolida me hicieron
suspirar.
-
Te tocaré yo si quieres… - ella se quedó quieta probablemente pensándolo.
-
¿No quieres tú?
-
De verdad no quiero que él escuche – ella levantó su pierna y volvió a
recostarse en la cama.
-
Está bien, aunque no entiendo que tanta diferencia hay en esto, porque mi
respiración, la cama, el rocé o mi boca sonarán igual. – me acomodé junto a
ella, en la misma posición que había estado con Hide la noche anterior. Le mentí
para hacerla sentir mejor.
-
La diferencia es que yo no me podría controlar. – le susurré en el oído,
metí mi mano al interior de su ropa interior y acaricie con la punta de sus
dedos su zona más sensible haciendo que diera un pequeño saltito por el placer.
Ya estaba, situación resuelta.
Preparamos el desayuno y Akane tuvo un especial empeño en preparar algo
para Hide, sin embargo Él no apareció hasta que estábamos terminando de comer.
Bajó con la mirada baja, llevaba una camiseta color azul, le quedaba grande,
pero los pantalones ajustados que llevaba por debajo lo hacían lucir bien. Se
sentó sin mirarnos.
-
Te prepararé el desayuno – le dijo Akane, sus ojos se posaron en ella sin
mucha expresión, tenía la mirada perdida. Imaginé la noche que había pasado y
algo en mí me mordió la conciencia. Akane le dejó el desayuno en la mesa y él se lo agradeció con una sonrisa, no parecía impresionado, la verdad parecía que
no le importaba mucho, tampoco comió con muchas ganas como era lo usual en él.
-
Tengo que ir a ensayar hoy – dije mientras me terminaba de comer una
botana, Hide permaneció con la mirada baja sin tomarme atención.
-
Oh, adoro verte tocar…
-
Y yo necesito privacidad para ensayar – le respondí cortante.
-
Que malo eres… bueno, me quedare aquí entonces… supongo… – miró a Hide para
pedir su aprobación, él levantó los brazos restándole importancia, yo realmente
me preocupé, ¿Akane y él juntos en la misma habitación? Eso prometía violencia.
-
Vendrás conmigo – le ordené.
-
Ya no quiero, además a Hide parece no molestarle que me quede aquí.- lo
miré a él a la espera de alguna señal, pero no me miró, nunca me miró. Suspiré.
-
No puedes abusar de Hide, Akane.
-
Si vive contigo ya debe estar acostumbrado al abuso amor. – la miré con los
ojos bien abiertos, no solía llamarme así en público ni con amigos cerca… “no
Akane no ahora, menos con él aquí” le supliqué con la mirada. Hide escribió
algo con la libreta, se puso de pie y subió las escaleras, tomando a Samurai en
sus brazos. Tomé la libreta sintiéndome culpable esta vez por él.
“Gracias por la comida.
Si, puede quedarse”
Suspiré nuevamente, claro que él no le negaría su casa. No sería propio de él.
-
Prométeme que no lo vas a molestar – le pedí mientras tomaba mi abrigo
listo para salir.
-
Lo prometo Yasunori, no seas tan exagerado… ¿tan insoportable es tu
compañero que tienes tanto cuidado con él?
-
Simplemente sé que no le gustan las visitas – suspiré, realmente no quería
dejarlo solo con ella. – Te vendré a buscar por la tarde, iremos a conocer el
departamento de Ken-chan.
-
¿De quién?
-
Ya lo conocerás.
-
¿No quieres pasar tiempo a solas conmigo? Podrías llevarme a conocer la
ciudad…
-
Podría, pero tenía planes antes de que llegaras sin avisar.
Salí de casa sin decirle nada más, el aire frio golpeó mi rostro y lo agradecí, necesitaba despertar de
esa pesadilla.
Me fui todo el camino pensando en el desastre que era mi vida, hasta que
llegué al estudio y me senté en la batería, ese fue el momento preciso para
olvidarlo todo.
Tocar la batería me ayudaba a borrarme, desaparecía tocando, nada importaba
más que la coordinación, podía entender a la gente que amaba el deporte, en mi
caso nada me limpiaba más la mente que la batería. No puedo decir que realmente
ensayé, a pesar de que escuché en reiteradas ocasiones la pista y la transcribí
para poder hacer de ellas algo mejor en un concierto a futuro, la verdad es que
al momento de tocar, improvisé cualquier cosa. Finalmente terminé sin memorizar
nada y se me acabó el tiempo.
Terminé sudado por completo, pero mucho más calmado.
Cuando llegué a casa de Hide, Akane estaba en la sala principal revisando
unos cajones.
-
¿Qué estás haciendo? – le pregunté molesto en cuanto entré.
-
Esto… - miró a los dos lados y tomó un dibujo – Es solo que me enamoré de
sus dibujos y estaba buscando si habían más… Como me dijiste que no lo
molestara no le quise preguntar directamente…
-
Deja eso allí Akane, no te entrometas en sus cosas, menos toques sus
dibujos puedes ensuciarlos.
-
Yasunori… él descuidado eres tú. ¿A qué te refieres con eso de que puedo
ensuciarlo? – le quité todo de las manos e intenté acomodarlos como estaban
antes, aunque no recordaba exactamente el cómo.
-
Akane, por favor, no toques nada. – la miré sintiéndome cansado.
-
Está bien… - obedeció, dejándome sorprendido nuevamente con su respuesta al
igual que la noche anterior. ¿No habría pelea? – No tocaré nada.
-
Bien, me bañaré y luego saldremos.
-
Está bien… - su tono triste me frustró. Al parecer mis enredos no hacían
feliz a nadie.
Me di un baño rápidamente y lavé los dientes con violencia, en cuanto
terminé de vestirme fui hasta la habitación de Hide para invitarlo a salir con
nosotros, aunque por su rostro de la mañana estaba seguro de la respuesta.
Toqué la puerta pero no abrió. Volví a tocarla y esperé pero nuevamente
solo había silencio, me inquieté y abrí
yo la puerta, topándome con él sentado en la cama, sosteniendo a Samurai en los
brazos.
-
Ah, lo siento como no abriste me preocupé. – me miró enfadado – Esto…
iremos al departamento de Ken-chan, ¿Vendrás? – negó con la cabeza sin mirarme
esta vez. – Ah… esto… Hide…
Se giró y me dio la espalda, entendí que no quería hablar conmigo, entonces
cerré la puerta y lo dejé solo. Bajé las escaleras sintiéndome triste. ¿Qué más
podía pedirle? Entendía su reacción.
Por el camino Akane me contó lo que había hecho esas semanas, su visita a
mi casa, sus salidas con amigas, sus comidas familiares.
-
…pero en general, me he sentido sola sin ti – observé las calles, estábamos
en la indicada - ¿Me estas escuchando?
-
Claro que sí, solo no sabía si habías terminado de hablar.
-
Pues si alguien te dice que se ha sentido sola sin ti, ¿como esperas que
siga la oración? Olvidaba lo bruto que
eres.
-
Ese debe ser el edificio.
-
¡Yasunori! ¿Por qué me ignoras?
-
Akane, estoy agotado, solo no estoy emocional, ¿ya? No siempre puedo solo
ser cariñoso, no siempre estoy de humor para eso, confórmate con que no estoy
siendo grosero, ¿sí?
-
Pero anoche…
-
Anoche si estaba emocional – la miré, ella hacía un puchero, lo peor que
podía hacer era mirarla, tanta culpa me bañaba en ese momento. Recordaba las
palabras de mi amigo, ¿en serio siempre la traté tan mal? Maldito Tetsu, sus palabras se habían grabado en mí.
-
Bien, vamos a la casa de tu bendito amigo, más vale que tenga comida para
que valga la visita.
Toqué la puerta del departamento.
Ken abrió llevando solo calzoncillos.
-
¡Ah, mierda, no venías solo! – me reí fuerte, Akane se rió también.
-
Ella está acostumbrada, tengo amigos peores…
-
Pasen, pasen, iré a vestirme.
El departamento estaba hecho un desastre, cajas por todos lados, y basura
por todos lados.
-
¿Es tu hermana? – preguntó en voz alta desde alguna habitación.
-
Soy su novia – respondió Akane con un tono orgulloso, le sonreí como pude.
-
Oh… la novia, que lástima – dijo mientras apareció ya vestido – Eres muy
atractiva pero a las novias de los amigos no se les puede tocar… - Akane le
sonrió coqueta, siempre lo hacía, pero nunca me nacían celos de ello.
-
A las hermanas tampoco – le gruñí.
-
Oye… esa no es ley universal, estoy seguro que no.
Para mi sorpresa Akane y Ken-chan resultaron llevarse bastante bien, bebimos
cerveza mientras jugamos a las cartas, charlaron sobre gustos personales, ella
conocía bastantes bandas de Rock norteamericanas y también tocaba guitarra. Por
lo que me sentí excluido desde temprano.
Pensé unos segundos en Hide… me debía odiar… las circunstancias en las que
estábamos cuando Akane llegó… ¿Qué haría con él? Lo quería, definitivamente lo
quería… Recordé sus ojos enfadados y el momento en que me dio la espalda, la
posibilidad de haberlo herido me causaba mucho daño.
-
¡S- A- K- U – R –A! – gritó Ken enfatizando cada letra.
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¿Ah?
-
Despierta, te estamos preguntando qué película quieres ver.
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Ah… eh, la que quieran
-
Pff… te dije que no le preguntaras, su opinión definitivamente no cambiará
el mundo. – Akane soltó irónica, Ken rió.
-
Bien, esta, se llama el silencio de los inocentes.
-
He escuchado de ella pero no la he visto, Yasunori, ¿tú la viste no?
-
Si… pero no me importa volverla a ver.
-
Bien, esa entonces – Ken colocó el
VHS y se sentó junto con Akane, ambos en la misma posición en la
alfombra mientras que yo en el sofá. Llevar a Akane allí había sido una buena
idea, al menos tendría un momento grato, aunque no fuera conmigo.
-
Yasunori despierta… Yasunori, me tengo que ir… por favor abre los ojos o
voy a perder el bus y vas a tener que soportarme otro día aquí.
Me rasqué los ojos mientras la mirada confundido, luego
caí en lo que había dicho.
-
¿Ah? ¿Cuánto dormí?
-
Como dos horas, la película completa la verdad – dijo Ken.
-
Lo lamento… - él me miró con algo de lástima en la mirada.
-
Ya tenemos que irnos o no llegaré a tiempo para tomar mi bus…
-
Si…
Tomé mi abrigo y me despedí de Ken-chan, ella también lo
hizo dándole un apretón de manos. Ken la miró divertido y de forma coqueta. Si, Akane
era una mujer bonita a los ojos de él como a los de todos mis amigos. Cuando me
acerqué a la puerta Akane salió primero y luego yo, pero mi amigo me habló
desde la puerta antes de cerrarla.
-
Oye… - Ken me llamó.
-
¿Qué sucede?
-
Cuando te quedaste dormido hablé un poco con ella… Sakura, yo jamás me
entrometería si alguien no me lo pidiera pero ya que ella lo hizo… está
enamorada de ti, creo que merece que seas más claro con ella.
-
No puedo ser claro con ella si ni yo tengo claras las cosas - le solté sin pensar, sin darle importancia a cuánto sabía él - pero aunque
ella te pidiera que te entrometieras yo no lo he hecho Ken-chan, así que
preferiría que no volviéramos a hablar de esto.
-
¿Por qué estas a la defensiva? ¿Tan incómodo te tiene su visita? Porque al
menos para mí está claro que no la has disfrutado, y creo que ella también lo
tiene claro.
-
Tengo que irme. – cerré yo la puerta diciéndole adiós a todos sus
comentarios, si, estaba molesto, no con él, conmigo mismo, porque tenía razón.
-
Ese es mi bus… - volteó a mirarme – No tienes que casarte conmigo en cuanto
vuelvas a casa, olvida tu promesa, sé que me dirás que un hombre debe
mantenerse firme en sus convicciones y todas esas cosas pero Yasunori… de
verdad no tienes qué hacerlo, no debes
presionarte a ti mismo, podemos continuar de esta forma, yo siempre he sido
feliz siendo tu novia – me acerqué a ella y la callé con un beso.
El primer beso que le daba queriendo dárselo realmente,
la besé con ganas, como si fuera la última vez en que lo hacía, despidiéndome
de aquella boca y aquella forma de besar
tan conocida para mí.
-
Nos vemos en Tokio – le susurré en cuanto me aparte de ella, le vi los ojos
llorosos, emocionados, como si hubiera alejado todos sus miedos con aquel beso,
y aunque lo razonable considerando la situación no era hacer aquello, era exactamente
lo que quise hacer. Dejar de causarle dolor de alguna manera.
Ella volteó varias veces a mirarme mientras caminaba hacia el bus, me
sonreía y luego continuaba caminando, hasta que finalmente subió.
Me quedé allí mirándola mientras el bus se iba, hasta que finalmente se
perdió en el camino.