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Hyde
Sujeté
la libreta con la mano temblando y sin mirarlo a los ojos, me sentía apenado.
¿Cuándo le había confesado eso a alguien? O mejor dicho, ¿cuándo alguien
realmente me habían hecho sentir especial como él? La simple idea de admitirlo
me hacía arder las mejillas. Quise morderme las manos de nervios.
Pasaron los incómodos
segundos, no miré a Sakura y él no dijo nada… los segundos aún transcurrían y
yo comencé a contarlos.
Diecisiete,
dieciocho, diecinueve…
-
Iré a dejar esto a la cocina y
vuelvo. – por la impresión de su respuesta
lo miré sin pensar, ¿no diría nada a mi confesión? Fue entonces que noté sus
mejillas igual de rojas que las mías. ¿Le había molestado? Iba a escribir una
disculpa cuando Sakura salió con la bandeja en la mano y cerró la puerta tras
de él. Supe que se había quedado parado tras la puerta ya que pasaron varios
segundos antes de que le escuchara bajar las escaleras. Miré a Samurai nervioso, sintiendo que me
acusaba con la mirada.
“Aaaash, ¿qué le
dije?”, me pregunté a mi mismo incrédulo mientras releía la libreta. Lo había
incomodado, tanto que ni siquiera había respondido… definitivamente lo que
sentía no era correspondido. Me recosté bajo las sábanas inundado de vergüenza
y apagué la luz, si Sakura volvía no quería mirarlo a la cara.
“Bien, cálmate, contrólate,
esto no volverá a pasar”. Me propuse jamás volverlo a incomodar con mis
enredados sentimientos que solo le estorbaban; a él y a mí.
“Mañana debemos
componer, necesito poner toda mi atención en eso”, hablaba conmigo mismo cuando
escuché los pasos de él subir las escaleras. Me tapé la cara con las sábanas fingiendo
dormir, pero a medida que los pasos se acercaban, mis nervios incrementaban. Necesitaba
rascarme las manos.
Tocaron la puerta dos
veces. No respondí, aún así se abrió.
-
Hide, ¿duermes ya? - traté de respirar de forma acompasada para
no levantar sospechas. - ¿Hide? – lo escuché suspirar finalmente cerrando la
puerta. Escuché sus pasos hasta su habitación, donde cerró la puerta y no volví
a oír nada por más que me esforcé en hacerlo.
Me
volteé en la cama para abrazar a Samurai que se acomodaba junto a mí. Lo miré
pidiéndole disculpas.
“Lo
siento samurai, estoy feliz porque regresaste a casa sano y salvo, pero por
otros motivos también me siento triste… Quiero cosas que no puedo tener”, le
dije en mi mente. De pronto comenzó a ronronear como cada vez que yo me sentía
inquieto, él con sus sonidos me daba calma hasta llevarme al sueño.
Estaba de pie en un
cuarto oscuro, similar a una oficina. No podía moverme, o eso creía. Una
silueta de un hombre grande, alto y robusto se acercaba hasta a mí y comenzaba
a tocarme. Quería que se detuviera porque estaba siendo brusco y tocaba donde
no debía. Comencé a llorar. Besó mis labios con violencia haciendo que su barba
raspara mis mejillas.
-
Esa carita de niña inocente me excita
– su voz, lo reconocí de inmediato, era Oishi. Metió sus manos por debajo de mi
ropa causándome repulsión.
“No me toques, no me
toques, no me toques”, se repetía en mi mente. Intenté sacudir mi cuerpo pero
no podía mover ni un solo musculo.
-
¡Hide! – la voz de Sakura apareció en
medio de la oscuridad comenzando a alejarla poco a poco - ¡Estas soñando,
despierta ya! - ¿Soñando?
Abrí
los ojos con dificultad encontrándome con otra oscuridad, pero esta vez una
familiar, estaba en mi cuarto. La silueta que tenía en frente también me era
fácil de reconocer y no me asustaba, su voz llegó hasta mis oídos otra vez. Me
abrazó.
-
Tranquilo, solo era un mal sueño, ya
pasó todo. – me quedé quieto en sus brazos. – Shhh… todo está bien… - me liberó
suavemente de su abrazo y me toqué la cara, estaba húmeda y no me sentía sudado
así que supe que eran lágrimas. Lo miré a él curioso, ¿me había escuchado decir
algo? – Aún no me podía dormir cuando te escuché hacer sonidos algo extraños… noté
que sollozabas así que entré y te vi dormido gimoteando… y llorando… Nunca
había visto a alguien tener pesadillas como en las películas. – agregó para
bajarle el perfil a la situación. Me alejé un poco de él para encender la
lamparita. Quise de inmediato volver a sus brazos, me sentía asustado, pero me
avergonzaba volver a acercarme.
-
¿Quieres que duerma contigo? – lo miré
sonrojado – Después de todo ya hemos dormido juntos- me ruboricé y rasqué mis
dedos, pero él tomó mis manos y las separó – Deja de hacer eso, te rompes la
piel y casi no te queda donde lastimarte de tanto que te rascas. – bajé la
mirada mirando sus manos que no me soltaron. – Dime, ¿quieres que duerma
contigo? No pasa nada si no quieres, solo te lo ofrezco porque pareces asustado
y… tal vez la compañía te calme - tomé la libreta que estaba junto a la cama para
responderle.
“Si…
gracias”
-
Está bien, hazme espacio
entonces.
Dejé
la luz encendida y me moví para darle un espacio, aunque era bastante grande,
me acerqué mucho a él antes de que terminara de acomodarse. Tenía muchas ganas
de abrazarlo pero ya que no me atrevía al menos quería estar cerca.
La presencia de
Sakura me atraía demasiado, era consciente de que me comportaba de forma
notoria buscando su compañía, pero no podía resistirme si él me proponía estar
más tiempo cerca de mí.
Se acomodó tan cerca de mí como yo de él, su
mano se posó sobre la frazada a la altura de mi estómago y se apoyó en la misma
almohada, dejando que nuestras cabezas se tocaran. Lo sentí tan cerca que oía
sin esfuerzos su respiración. También lo
oí tragar saliva incómodamente. Durante unos momentos me quede inmóvil
observando su brazo, llevaba una playera sin mangas por lo que podía ver
libremente sus músculos y su piel, tenía pocos vellos y la forma de sus manos
me gustaba.
-
¿Te gustaría contarme que soñaste? –
preguntó, de inmediato negué con la cabeza. Él solo suspiró – Sé que es mucho
pedir, más porque nos conocemos hace poco pero… me gustaría que confiaras en
mí. O al menos… me gustaría que supieras que puedes confiar en mí. – Asentí, ya
que no sabía de qué otra forma responder. Me removí hasta liberar mis manos de
debajo de las frazadas ya que el contacto con Sakura me daba un poco de calor,
pero no supe donde dejar mis manos sin tocarlo. Así fue que terminé rozando su
mano, aunque él no la quitó. – Está
bien, pon tu brazo sobre el mío, no pasará nada si me tocas. – su voz ronca me
indicó que tenía sueño. Volteé el rostro para mirarlo, llevándome la sorpresa
de que estaba demasiado cerca, dos centímetros más y mi nariz lo hubiera
tocado. Me giré nuevamente con rapidez con mi rostro algo sonrojado por la
cercanía. Él se rio bajito.
-
¿Quieres dormir? – pensé en
contestarle que sí, más que nada porque podía sentir el cansancio de su voz,
pero estaba tan despierto y alerta por su proximidad que preferí ser sincero y
negué con la cabeza. Él se estiró hasta dar con la libreta y dármela. - ¿Qué te
preocupa?
-
“La grabación…” - mentí, intentando
olvidar mi sueño.
– Mmm… esto… ¿Te gustaría que te contará un
cuento? Como se hace con los niños – reí, sin embargo asentí, me llamaba la
atención que historia elegiría. – Mmm… bien, déjame pensar… No sé cuentos y
asumo que no te gustaría uno infantil tampoco, así que no se me dará bien
inventarme uno… - sonreí por su preocupación – Ya sé que puedo usar… - su voz
sonó entusiasmada, me giré con cuidado para verle un poco el rostro. – Pero te
advierto que las historias que me gustan a mi no suelen ser del gusto de la
mayoría, date por advertido. – asentí – Bueno, esta historia es de la mitología
griega, ¿conoces algunos nombres de los dioses? – me quedé pensando, solo el
nombre de “Zeus” llegó a mi mente… En general solo sabía que existían dioses
para todo; la belleza, el agua, el trueno, hasta el vino. Preferí asentir. –
Bien, estate atento, que suelen ser algo complicadas de interpretar - carraspeó
la garganta comenzando su relato.
-
Cuenta la leyenda que hace muchos años
un Rey poderoso tuvo tres hijas. Las tres eran bellas, pero la belleza de la
más pequeña era sobrehumana, tanto que de todas partes del mundo llegaban
personas al reino para poder admirarla. Su nombre era Psique. Bien… Como algo común
entre el género femenino, cuando ocurren estas cosas es normal que entren los
celos en la historia, en esta también, pero no de parte de las hermanas de
Psique ni de otra mujer del reino, sino que, de parte de la misma diosa de la
belleza y el amor, Afrodita. Parece ser que la diosa estaba celosa porque todos
los hombres le ponían más atención a Psique, así que le pidió a su hijo Eros
que pusiera en marcha su malvado plan, ¿Sabes quién es Eros? – negué – En la
mitología romana, Eros es Cupido, ¿ahora sí? – abrí la boca por la impresión,
claro que sabía quién era Cupido. Asentí. -
El plan malvado de Afrodita consistía en que Eros debía flechar a Psique
para que se enamorara del hombre más feo que pudiese existir. Bien, hablemos un
poco de Psique ahora… Psique no era feliz, su belleza era tanta que nadie se
atrevía a acercarse, todos se consideraban inferiores a ella y a su padre, el
Rey, le preocupaba ese problema. Tal era su desesperación que decidió
consultarlo al oráculo, ¿entiendes la importancia del oráculo para la mitología,
no? – Recordaba que el oráculo era un señor que poseía poderes para saber el
futuro, así que asentí, alegrándome de no quedar de ignorante del todo – Fue a
consultar por el destino de su hija pequeña, pero el oráculo le dijo: “Psique se
casará en la cumbre de una montaña con un monstruo venido de otro mundo”. Si…
así de mala suerte… y como nadie cuestionaba las predicciones del oráculo, el
padre triste tuvo que aceptar el destino de su hija, por lo tanto la llevaron a
la cima de la montaña más cercana del reino y llorando… la abandonaron. – lo
miré con horror, el continuó – Psique se encontraba sola, triste y con frío, y
cuando estaba a punto de morir en la soledad apareció Céfiro – lo miré con
duda, esta vez sí quedaría de ignorante – Céfiro es el dios del viento, y se le
considera el más suave, un dios bueno, mensajero de la primavera… Bien, pues
Céfiro se encontró con Psique que estaba prácticamente dormida, por lo tanto
decidió elevarla por los aires y llevarla a un lugar algo diferente… Cuando
Psique despertó, se encontró en medio de un jardín y a su lado había un palacio
enorme y hermoso que le pareció mágico, tal era su impresión y curiosidad que
de inmediato se acercó para entrar, entonces para su sorpresa los sirvientes le
revelaron que el palacio le pertenecía a ella y que estaban ahí para servirle. Ese
día transcurrió de sorpresa en sorpresa, no obstante, cuando se hizo de noche,
en medio de la oscuridad apareció alguien a su lado. Psique de inmediato pensó
que se trataba de aquel marido que el Oráculo había predicho, aquel monstruo y
horrible persona, sin embargo, sorprendiéndose nuevamente, se encontró con un
hombre de voz suave y amable que la hacía sentirse cómoda. No le llegó a ver la
cara, además este chico le advirtió que si algún día llegaba a verle la cara,
le perdería para siempre. Y así transcurrieron las semanas, Psique permanecía
en el palacio durante el día y durante la noche en plena oscuridad se reunía
con su marido y así eran felices… pero llegó un punto en que Psique estaba
cansada de la rutina y la curiosidad empezó a surgir en su cabeza, realmente lo
que quería era ver a su marido y para eso, se le ocurrió un plan.
Psique
escondió una lámpara, y durante la noche, mientras el marido dormía la encendió,
la acercó al rostro de él. Totalmente atónita se encontró con algo distinto a
lo que creyó, su esposo era un hombre que poseía una enorme belleza y tal era
la emoción de Psique por su descubrimiento que le tembló la mano que sostenía
la lámpara dejando caer una gota de aceite hirviendo sobre el cuerpo de su
amado. El hombre al sentirse quemado adolorido se despertó furioso, y cumpliendo
con su amenaza, huyó para no volver jamás.
Paradojas;
este joven de gran belleza resultó ser Eros, o más conocido como Cupido. Sí, el
hijo de Afrodita, que no llevo a cabo el plan de su madre y ahora te diré por
qué… Resulta que cuando estaba a punto de lanzar la fecha para que Psique se
enamorara de un ser feo, por accidente se lastimó flechándose así mismo, así
que se enamoró de Psique y Céfiro, sabiendo aquello, cuando la vio muriendo
sola no se le ocurrió nada mejor que llevarla hasta el palacio de Eros para
dejarla ahí y que él decidiera qué hacer.
Bien,
continuemos con la chica. Psique tras quedarse sola en el palacio se dedicó a
caminar por el mundo sobreviviendo como podía. Afrodita estaba tan molesta de
verle libre que la encerró en su propio palacio, donde la atormento e incluso
la hizo descender hasta el infierno como mensajera para recoger un frasco que
no debía abrir bajo ningún motivo. Pero una vez más la curiosidad pudo con
Psique, y esta quedó atrapada en un profundo sueño, como la bella durmiente. Mientras
tanto Eros era incapaz de olvidarla, estaba enamorado y cuando supo que estaba atrapada
en un profundo sueño en el infierno, bajó a buscarla, ¿Quieres saber como la
despertó? – asentí – Pues con un flechazo. ¿Qué más podía hacer si es Cupido? –
me reí, había pensado que diría un beso. - Consiguió despertarla y además hizo
que ella se enamorara de él para siempre. Tal era su amor por ella, que Eros la
llevó al Olimpo y le pidió al poderoso Zeus que le permitiera casarse con ella,
aunque fuera mortal. Zeus se compadeció de Eros otorgándole la inmortalidad a
Psique, luego el mismo Eros apaciguó la furia de su madre y al cabo de unos
días se realizó el casamiento, que duraría toda la eternidad. – cuando él se
quedó en silencio me quedé pensando un instante, me pareció una historia
bastante curiosa, pero si tenía algún sentido oculto no lograba imaginarme cual
podría ser. Recordaba que en la escuela mi profesor siempre decía que estas
historias eran creadas para entregar un mensaje, sin embargo no lograba dar con
el.
-
Bueno… hay muchas cosas que puedes
analizar con esta historia. Lo fácil viene con el nombre de la chica, Psique,
que lógicamente representa a la mente. – Me moví hasta acomodarme de costado,
aunque estábamos demasiado cerca quería darle más atención a lo que me
explicaba mirándolo. – Te diré cuales son mis interpretaciones, aunque claro,
son mías, no quiere decir que sean las correctas. Primero; que las mujeres
utilizan más su mente en el proceso del enamoramiento, mientras que él hombre
su fuerza erótica y que la mujer tiende más a idealizar el amor hacia un
hombre, mientras que el hombre tiende a observar las cualidades físicas que le
despierta el instinto. La mujer se enamora y entrega el cuerpo por amor, en
cambio el hombre entrega el cuerpo instintivamente y en la entrega desarrolla
el amor, las circunstancias de las vidas y las decisiones que tomen son las que
deciden si su enamoramiento se convertirá en amor. Al comienzo a Psique no le
importó como era Eros, sino que por cómo se sentía en su compañía se enamoró de
él, pero Eros si conocía a Psique y el flechazo casualmente es cuando la
conoce… Además todo apunta a haber un proceso desde el enamoramiento al amor
verdadero, Psique que es la mente/espíritu es secuestrada por el amor, siente
que todo es perfecto, pero después entra en otra fase, donde nada es tan
perfecto como parecía y realizando acciones que el otro había pedido no llevar
a cabo, finalmente consigue que él huya de ella. La relación se vuelve
complicada y se da cuenta que debe realizar sacrificios por el amor verdadero,
lo logra y se concreta… También tiene algo con respecto a ser conscientes de
los defectos del otro y aun así amarse. Ahora también vemos lo caótico del
mensaje de los celos… o tal vez el mensaje era que las suegras desde siempre
han sido peligrosas – dijo antes de reírse fuerte, uniéndome a su risa más por
su alegría contagiosa que la broma. - ¿Tú qué piensas? – tomé mi libreta para
escribir el único análisis al que había podido llegar, aunque fuera básico comparado
con razonamiento de Sakura, que se notaba había reflexionado bastante de la
historia, o al menos la había leído con profundidad.
“Poseer
belleza no te da felicidad”, le mostré lo que había escrito. Lo leyó con ganas
y sonrió. A pesar de verse animado, sentí que se había decepcionado por lo
común de mi reflexión, así que me esforcé un poco más, pero tenía más dudas que
respuestas.
“¿Por
qué Cupido se esconde en vez de mostrarle quién es?”
-
Ah, eso es porque Eros temía que si lo
veía lo admirase como a un dios en vez de amarlo como a un igual.
Por
más que pensé, solo conseguí escribir algo simple.
“¡El
amor vence todos los obstáculos!”, se lo mostré algo apenado, él sonrió cuando
lo leyó.
-
Si… la razón por la que me gusta esta
historia, a pesar de la cursilería, es porque es un reflejo del amor terrenal.
En general, la mitología tiende a parecer demasiado mágica, con sirenas,
eternidades y ese tipo de cosas como premisas, pero esta es una historia
simple, que entrega mensajes simples sobre el amor.
Lo
miré durante unos minutos y no pude evitar la pregunta.
“¿Has
sentido ese amor alguna vez?” – Sakura hizo un gesto apenado cuando leyó. Me
mordí el labio de los nervios que sentí al reconocer conscientemente lo
atractivo que me parecía.
-
No - suspiró – Aunque… - se quedó
callado unos segundos, dudoso. Escribí algo para incentivarlo.
“Confía
en mí”, sonrió mirándome a los ojos luego de leer.
-
La única relación duradera que he
tenido es con mi novia… Sin embargo, durante un tiempo tuvimos una “relación
libre” donde la idea era que ambos consideráramos la opción de explorar un poco
más con otras personas. Tanto ella como yo sostuvimos relaciones con otras
personas y… aunque mi idea no era enamorarme de nadie, lo único que conseguí en
aquella circunstancia fue apreciar aun más lo que sentía por mi novia, ya que
todo lo demás con todas las otras mujeres que conocí siempre fue… simple sexo.
Tal vez con un poquito de consideración, pero nada más que eso. Entonces mi
experiencia más profunda con respecto al amor es con ella… No podría definirlo
como algo que me haga feliz en todos los ámbitos de mi vida, pero si ha sido
una compañera leal.
Me
miró pensativo.
-
¿Qué? Dime qué piensas, con confianza…
“Tu definición de
ella es como si hablaras de una amiga”.
-
Lo sé… - su gesto triste me hizo
inmediatamente arrepentirme de lo que había escrito.
“No somos culpables
de lo que siente el corazón”, intenté consolarlo.
-
Lo sé, pero… creo que me ha faltado
valentía para tomar la decisión correcta.
Imaginé
a que se refería a alejarla, podía hacerme una idea del gran cariño que debía
sentir por ella si se esforzaba tanto en no herirla diciéndole que no la amaba
como ella pensaba.
“¿Le temes a estar
sin ella?”, lo miré a los ojos sintiéndome entrometido, me ruboricé.
-
No… le temo a que ella esté sin mí… Eso
suena horrible, tal vez la subestimo… pero no quiero pensar en el daño que
podría provocarle que yo me alejara de ella.
“¿No
quieres ese peso en tu conciencia entonces?”
-
Es más que eso Hide… la quiero,
realmente es la compañera de vida ideal para alguien con mis planes, pero lo
que siento con ella no califica como un amor apasionado y profundo… Aunque no
tengo con qué compararlo supongo… ¿Tú? ¿Has tenido novia alguna vez?
Me mordí el interior
de mi mejilla, no me gustaba hablar de mí.
“No, nada que contar.”
-
¿Nunca te ha gustado alguien? – La
pregunta me incomodó, pero evite quedar en vergüenza con un resumen:
“Nunca
he tenido una relación amorosa”
-
¿Nunca has dado un beso? – preguntó
curioso. Me ruboricé.
“Eso
si…”
-
¿De verdad? Cuéntame.
“Fue
baboso”, reímos fuerte al unísono.
-
A veces lo son, pero ¿quién fue?
“Una
compañera de escuela… estábamos en una fiesta de grado y solo se acercó y me
besó”
-
¿Y tú no la detuviste?
“No
reaccioné hasta que estuve muy babeado”, Sakura volvió a reírse.
-
Tal vez la chica estaba enamorada de
ti, eres muy atractivo – susurró con los ojos semi cerrados, visiblemente
adormilado. Lo miré unos segundos, ¿de verdad pensaba eso de mí? Me costó
creerlo.
“No es verdad…”
-
No seas inseguro, tienes una cara que
muchas chicas quisieran tener y además tú cantas genial – ruborizado continúe
protestando a sus halagos.
“Pero
soy un chico”
-
Bueno si quisieras verte masculino, lo
conseguirías y serías más atractivo. – lo miré a los ojos para ver si decía la
verdad, pero solo conseguí apenarme. Quise retribuirle un poco de sus halagos.
“Tú
también eres atractivo”, dudé de si mostrárselo, pero finalmente lo hice sin
atreverme a mirarlo.
-
Gracias… - susurró despacio, tan
despacio que no estuve seguro de si lo oí.
“Pensé
otras cosas sobre el cuento…” le escribí cambiado el tema.
-
¿Ah sí? – su voz era extremadamente
adormilada, comencé a escribir lo que se me había ocurrido, pero para cuando
terminé Sakura ya estaba dormido. Muy cerca de mí. A escondidas, como él no me
miraba, me acomodé muy cerca a la altura de su pecho y sin atreverme a
abrazarlo, solo me apoye en él… sintiendo su olor.
Moví los labios como
si las palabras me salieran.
“Creo
que me gustas”, quise decir, pero solo hubo silencio en mi boca.