miércoles, 12 de septiembre de 2018

Capitulo 12: Bajo el agua

Capituli cabello con cierta concentración en su expresión, yo suspiré, pensé en disculparme con la vergüenzCapitulo 12: Bajo el ag
 ~ Sakura  


Cuando abrí los ojos de inmediato la punzada de resaca se hizo presente.
-       Mierda –escuché mi voz ronca. Me enderecé en la cama dándome cuenta que estaba apoyado en el pecho de alguien, subí la mirada, y me encontré con el rosto dormido de Hide y su cabello suelto esparcido por toda la almohada.

“¿Porque lo estaba abrazando? Tal vez… me picaba su cabello en la cara… ¿Por qué estaba durmiendo conmigo mejor dicho?”. Primera noche y habíamos dormido juntos,  ¿por qué? ¿Qué me esperaría para después? Mi imaginación comenzó a volar. Para mi enorme sorpresa me encontré anhelando escenarios imposibles.

“Basta Yasunori, contrólate. Hide es un chico y a ti no te gustan los chicos…o no te gustaban los chicos”.

-       Mierda Hide… - susurré solo para mí - ¿Qué me has hecho?

Se removió un poco cuando yo me levanté pero salí con lentitud logrando no despertarlo.

Me miré las piernas desnudas; “¿Dormí con él solo en ropa interior?”, una idea descabellada se me formó en la cabeza…

“¿Y… si nosotros… habíamos?”

-       Mierda, mierda, mierda – dije de forma silenciosa. Me acerqué a él en la cama y lo destapé con cuidado, quería asegurarme de que llevaba ropa interior también, por suerte así fue. Suspiré. Debía controlar cuanto bebiera estando cerca de él, me conocía lo suficiente como para saber que podría despertar sin problemas con nada; ni ropas ni recuerdos. Lo miré dormir unos segundos… ¿Por qué tenía que ser tan femenino? Ni siquiera mi novia era tan femenina como él.

Tomé un pantalón de la maleta y salí con suavidad de la habitación, al cerrar la puerta con cuidado me topé con Samurai observándome fijamente.

-       ¿Qué miras? – le dije despacio, sus ojos tenían sospecha – No hicimos nada – le expliqué – creo…

-       Miau – respondió.

Bufé riéndome de mí mismo.

-       ¿Sabes Samurái? No sé que es más absurdo, que yo te dé explicaciones o que crea que me estas contestando.

-       Miau – repitió en un tono ronco estirándose, luego se fue hacía el baño, donde también estaba su baño.

Bajé hasta la cocina para calentar un poco de leche, al poco rato llegó Samurái a acompañarme maullando sonoramente.

-       Tranquilo amigo, no puedo darte leche, te dará diarrea. No importa qué aparezca en televisión, no es sano darle leche a los gatos. No seas influenciable.

Busqué la latita de alimento y le dejé un poco. Encontré la libreta en la sala y la puse en la bandeja, subí los tazones con leche, avena y un par de frutas picadas. Volví al piso de arriba dejando la bandeja en medio del pasillo para correr al baño a orinar. Me vi en el espejo y me lavé el rostro varias veces con agua fría para intentar quitarme las ojeras de la resaca. También me lavé los dientes, no quería que Hide conociera mi parte más sucia.

En cuanto entré en la habitación sin mayores preocupaciones por no hacer ruido, Hide abrió los ojos, se removió, luego se los frotó con los puños. Otro gesto que tenía en común con un niño.

-       Mmm… - se quejó mientras se volteaba volviendo a dormir.

-       Oye… despierta, traje algo parecido a un desayuno pero es que tengo tanta hambre que no me quise esmerar más.

-       Mm… - se tapó el rostro con un brazo.

-       Despierta… - de pronto se destapó rápidamente y me miró confundido; miró a su alrededor, luego volvió a mirarme a mí, pero en algún momento pareció entenderlo todo y se tranquilizó visiblemente. - Parece que te acuerdas mejor que yo de lo que pasó anoche. – su rostro se volvió rojo. – Ya estas con la pena…  mejor come – acomodé la bandeja sobre sus piernas sentándome en frente de él. Ambos comimos en silencio unos minutos, noté lo roja que estaban sus manos donde las rascaba… su piel parecía muy sensible. - Tú piel es muy blanca… me recuerdas a alguien… - me miró con curiosidad – A Michael Jackson – le salió una carcajada cuando comprendió mi broma. – Me gusta escucharte reír… - susurré más para mí que para él.

Por primera vez me sentí cansado de controlar mis impulsos, sentía que mi cabeza me pedía gritar cosas que no me atrevía a realizar y una de ellas era acercarme cada vez más a él, al menos hasta saciar un poco mis ansias de conocerlo por completo.

Levanté la mirada encontrándome con sus ojos pegados en los míos, su forma de mirarme me pareció profunda y curiosa, ¿qué buscaba en mí? Los segundos pasaron y aunque no quería romper el contacto me incomodé.

-       Come Hide… - él sonrió llevándose un trozo de manzana a la boca. De pronto tomó la libreta para escribir y me la mostró.

“¿Dormiste bien?”

-       Aah… Sí. Esto… ¿por qué dormimos juntos? – lo miré confundido y preocupado, él no levantó la mirada ni antes ni después de escribir. Me puse nervioso.

“Tú me rogaste que durmiera contigo”

-       ¿Qué? ¿De verdad? …soy un desvergonzado – dije con sorpresa intentando ocultar mi pena. – Lo siento - escribió:

“Dormí bien…”

-       Oh, en ese caso no lo siento tanto… - sonrió tímido. Unas ganas enormes me nacieron de acariciar su mejilla colorada, lo miré con aprecio y aunque era consciente de la atención que le daban mis ojos, no pude desviar la mirada. Él continuó escondiendo la suya cohibido hasta la medula. Lentamente tomó la avena comiéndola de forma incomoda alternando con un par de frutas, yo no podía dejar de mirarlo y sabía que lo notaba, pero no parecía tener interés en saber por qué.

Ni yo sabía el por qué. Solo podía concentrarme en las inexplicables ganas que tenía de tocar su rostro, sobre todo sus labios… me parecía tan atractivo con aquella cara de sueño que la atracción me puso inquieto.

-       Ah, iré a tomar un baño, recuerda que tenemos que ir de compras así que… vístete luego de comer, ¿sí? – tartamudeé nervioso, asintió mirándome curioso. Sentí sus ojos cuando corrí fuera de la habitación algo agitado.

Caminé hasta el baño abriendo el agua fría de la ducha, me metí antes de terminar de quitarme toda la ropa.

-       ¡Mierda! - chillé cuando el agua fría me tocó la espalda, pero eso me tranquilizaría. Jamás me había sentido atraído por un hombre, me costaba reconocer que mi atracción se me fuera de las manos hasta el punto de inquietarme el cuerpo.  – Já… – me reí por no atreverme a admitir siquiera para mí mismo que me estaba excitando con solo verlo.

Permanecí bajo del agua fría varios minutos hasta que comencé a congelarme, solo entonces cambié la temperatura y aunque había estado seguro de que había bajado mi inquietud, solo bastaron dos minutos de agua caliente para que un recuerdo de los labios de Hide me removieran por completo.

“Tendré que hacer algo al respecto”, pensé seriamente. Cogí un poco de shampoo lavándome el cabello, luego dejé que la espuma me recorriera el cuerpo, cerré los ojos y tomé mi erección. No controlé mis pensamientos; imaginé que el lugar de mi mano lo ocupaba la suya.  Imaginé sus ojos inocentones mirando directamente en los míos mientras lo hacía, observaba sus labios en mi mente sintiendo que eso me excitaba más. Intenté controlar mi respiración para no delatarme, estaba seguro de que la casa estaba en silencio como siempre y el agua de la ducha sería el único sonido adornando el lugar, no quería sumarle mis quejidos, eso espantaría a Hide. Me mordí la lengua y avancé en mi acto silencioso apresurando el ritmo hasta que el calor comenzó a subir hasta mi rostro. Me apoyé en un costado victima de la excitación del momento, mi respiración se aceleró y abrí la boca dejando escapar los suspiros a medida que sentía el orgasmo acercarse. De pronto la puerta sonó, dí un salto enorme dejando todo y moví la cortina un poco para ver qué pasaba. Allí vi a Hide, parado en la puerta, con aquellos ojos que hace tan solo unos minutos atrás me había imaginado. Me miraba curioso, estuve seguro de que mi cara estaba demasiado ruborizada para ser solo el calor de la ducha. Me avergoncé.

-       Eh… ¿Qué pasa? – pregunté. Él levantó las toallas que llevaba en las manos sonriéndome un poco, las dejó sobre un mueble y caminó hacia atrás para salir sin voltearse, apretaba sus labios, no estaba seguro de si evitaba reír o solo no sabía qué cara colocar, pero sentía que si había comprendido la situación. Salió y cerró la puerta. – Mierda – dije cuando estuve solo, ya sin ganas de continuar.

Me sequé aún con las manos temblorosas por lo que había hecho, me sentía algo aturdido por no haber podido terminar el acto. Suspiré, ¿con que cara miraría a Hide?

Cerré los ojos simulando un llanto para mí mismo, ¿por qué me sentía así? Hace unas semanas atrás todo era perfecto, tranquilo, trasparente, jamás me cohibía con nada, jamás me inquietaba sintiendo que lo que hacía estaba mal… Hace unas semanas, cuando no conocía Hide, si un amigo me hubieran encontrado en esa situación solo hubiera sido divertido pero ahora me sentía avergonzado, y me sorprendía a mi mismo notar lo mucho que me molestaba pensar en Hide como un amigo. Jamás me había excitado un amigo.

Me miré las manos pensando unos minutos más… moría por recordar que había pasado la noche anterior aunque fuera como fue que llegué a dormir sobre su pecho. Me producía un revoltijo emocional pensar en eso… lo había tocado de una forma que me gustaba y ni siquiera lo recordaba. Esperaba al menos haberlo disfrutado.

Salí del baño y caminé por el pasillo hasta mi puerta, desde ahí pude ver a Hide cepillando su largo cabello tratando de rizarlo un poco con un palillo y una secadora.

Mi hermana hacía aquello, me hizo sonreír notar lo femenino que era… Tal vez aquella era la razón por la que me atraía, no estaba seguro pero el hecho era que realmente me atraía mucho.

Entré en la habitación y me vestí con la mente nublada. Necesitaba despejarme, necesitaba de mi batería o tal vez una escapada a Tokio con mis amigos… y tan pocos días llevaba allí.

Tocaron la puerta dos veces.

-       Pasa. – dije fuerte, abrió la puerta con Samurái en los brazos y la libreta que decía “Listo” – Yo ya casi… solo me secaré un poco el cabello – me senté en la cama quitando la toalla mojada de mi cabeza y busqué una seca, pero entonces Hide la tomó. Dejando a Samurái en el suelo se sentó junto a mí arrodillándose en la cama para quedar por sobre mi altura, entonces comenzó a secar mi cabello con la toalla. Me quedé quieto y tuve una pequeña sensación de nostalgia. – Gracias… - le susurré bajito, aún algo avergonzado de solo pensar que sabía lo que había hecho en el baño. – Hide… - susurré sin saber si podría escuchar hablando tan bajo.
-       ¿Mm? – murmuró. Volteé a mirarlo, me gustaba oír los pequeños matices de voz que a veces se le escapaban. Continuó secando mi cabello con cierta concentración en su expresión, yo suspiré, pensé en disculparme con la vergüenza comiéndome el rostro.

-       Esto… sobre lo que pasó en el baño… - volteé el rostro para no mirarlo – Lo siento… - él se quedo quieto, bajó la toalla y luego vi en frente de mi cara la libreta con algo escrito.

“¿De qué hablas?”

Lo miré, ¿de verdad no sabía?

-       … de… - busqué en sus ojos grandes si realmente no entendía, pero solo parecía curioso y algo confundido – De las toallas… que… no llevé y te molestaste en llevarlas… - tartamudeé, ¿es que de verdad no se había dado cuenta?

Escribió:
“No hay problema”

Sonreí aliviado y luego lo miré, sus ojos grandes continuaban curiosos.

Escribió:
“¿Qué pasa?”


-       Nada… ya vámonos. – me puse de pie mientras él aun me miraba sin entender – A comprar los muebles, vamos, te compraré un helado de camino. –sonrió saltando de la cama como un niño. Me gustaba verlo actuar de aquella forma.  Me gustaba, así de simple.