Desperté
al sentir un remezón que hizo mi cuerpo saltar de forma escandalosa, pero no me
alarmé como las primeras ciento ochenta veces en que el avión se sacudió por la turbulencia. Miré a mi amiga junto a mí llevaba los audífonos puestos y
los ojos cerrados de forma forzada.
-
Oye Fede, ¿vas bien? – le pregunté preocupada la vez
anterior en que dimos un salto grande ella terminó vomitando junto a mí.
Pareció no escucharme por la música. Iba a tocar su mano para que notara que le
había hablado pero pensé que sería mejor así, que se distrajera lo más posible, pues aún
nos quedaban un par de horas de vuelo.
Debíamos haber llegado a Tokyo hace al menos 5
horas, pero un retraso en el avión con posterior revisión técnica cambió todos
nuestros planes. Llegaríamos directamente al hotel a dejar nuestras
pertenencias y sin descansar correríamos hacia el evento por él cual tomamos
esa porquería de avión.
Me acomodé para continuar durmiendo, sin embargo, la imagen de
la persona a quien soñaba ver se vino a mi mente; ¿Cuántos años llevaba
queriéndolo a la distancia? Digo, realmente distancia, mi país quedaba tan
lejos del suyo que estaba completamente segura de que él ni siquiera conocería
más que el nombre.
Llevaba años añorando verlo de frente, me preguntaba
si realmente sería como lo imaginaba, si su persona sería tan carismática en la
vida real como parecía serlo a través de las cámaras. Quería saber cómo
caminaba, cómo olía, qué se sentía escuchar su voz de forma directa... pero siquiera sabía si lograríamos tener la oportunidad de acercarnos a él. Observe
la carpeta que estaba junto a mi asiento, allí llevaba un par de presentes que
con esperanzas quería entregar en sus manos… Tenía miedo de que la visita no
fuera como lo esperaba y que no lográramos tener más contacto que el de publico
frente a un escenario.
-
Oye, ¿Por qué llevas esa cara? ¿vas a vomitar también?
– me preguntó Fede tocando mi mano, se había quitado los audífonos.
-
No, solo estoy asustada…- confesé.
-
¿Por la turbulencia?
-
No tarada, es que solo estaremos tres días aquí, bueno
casi dos prácticamente por el retraso del avión, tal vez no logremos nada, tal
vez no lo veamos de cerca o ni siquiera pueda darles el presente… - aquello me
asustaba tanto que mi estómago comenzó a doler por los nervios.
-
Oye, hagamos un plan.
-
¿Ah? ¿Cómo secuestrarlo o algo así?
-
¿Y la tarada soy yo? Eso nos podría resultar en
nuestras tierras, pero no aquí. Me refiero a que nos propongamos que si tenemos
la oportunidad de entregarle el presente, como sea, aunque tengamos que correr
tras su auto hasta que por lástima o suerte de un semáforo logremos dar con él,
lo hagamos. Nada de límites, el objetivo es entregarle el presente y tocar su
mano o hacer un maldito contacto visual, pero no nos iremos sin intentarlo. Nada de nervios, necesitamos convicción ahora. - su mirada era de seguridad, tragué saliva
de impresión.
-
Dios… incluso si planearas el secuestro me
convencerías. - ambas reímos. – Pero tienes razón, haremos lo posible por estar
frente a él aunque sea un segundo.
Asentí para mi misma y traté de calmarme. Afortunadamente para mí, los remesones y
saltos por la turbulencia continuaron y no me permitieron sentir miedo por mis
preocupaciones de fan, solo miedo por mi vida y que el maldito avión cayera en
cualquier momento. Mi amiga volvió a vomitar, sentí
algo de lástima por haberla arrastrado a aquel viaje. Su amor por mi artista
favorito había nacido a partir de mí, pero yo sabía exactamente que si me
estaba acompañando no era por otra razón más que ser mi compañía, y lo estaba
pasando mal en aquel vuelo.
-
Lo siento - le dije en cuanto estuvo de vuelta con el
rostro pálido.
-
¿Por qué?
-
Por traerte.
-
Estúpida, me has hablado de ese hombre por al menos 7
años todos los días y a cada rato, eso me hizo quererlo. Yo también quería
venir.
-
Eso suena a un amor forzado - volvimos a reír. Me
sentí agradecida y me dije a mi misma que no era correcto sentirme inconforme,
al contrario, iba a probablemente el único concierto de él que vería en toda mi
vida, acompañada de mi mejor amiga y eso era más que suficiente para estar
feliz.
Cuando aterrizamos tuvimos menos de una hora para ir al hotel, que si bien quedaba muy lejos del aeropuerto, quedaba cerca del recinto del concierto.
Tendríamos tres oportunidades de verlo, o al menos eso calculábamos, pues la tercera sería cuestión de suerte.
1. La alfombra roja del festival. En donde se pasearían probablemente saludando junto a su banda y junto a otros músicos, o como era él, tal vez solo pasaría fugazmente trotando con la mirada plantada en el suelo. Rogaba verlo de cerca o solo verlo, y no confundirlo con cualquier ser caminante.
2. El concierto. Habíamos conseguido entrada preferencial por cuestión de suerte y dedicación, algo así como esperar la venta de las entradas de forma permanente en la página oficial, actualizando la pagina durante cuatro días. Nos habíamos turnado junto a Fede, y en cuanto una necesitaba dormir o comer la otra continuaba vigilando.
3. La salida del recinto. Esta si era cuestión de suerte. Planeábamos esperar lo necesario para verlo cuando finalizara su concierto. En cuanto su turno del festival acabara saldríamos corriendo a la salida a buscarlo y tal vez así lograríamos tomarle la mano unos segundos, aunque era más seguro que aquello no sucediera... no perdíamos las esperanzas.
Me tardé un poco en decidir que ropa colocarme, opté por una blusa un poco elegante y pantalones cómodos, de todas formas hacía frío e iría con chaqueta. Guardé mi pequeño regalo en una carpeta y la coloqué en un bolsillo interior de mi campera.
Nos costó un poco comunicarnos con el chofer del taxi en el que nos fuimos al evento, sin embargo el pareció feliz con el dinero que le entregamos.
- Bien, ya sabes cual es el plan, si puedes, en el momento que sea, corres hacía él.- Fede me susurraba parte de su plan que involucraba saltar rejillas, dar un par de golpes e incluso arriesgarnos a que nos sacaran del lugar donde estuviéramos. Estuve de acuerdo, solo por no querer irme de allí con la sensación de no haberlo intentado. Sabía que la mayoría de las japonesas que estaban allí jamás lo habían tenido cerca y eso que compartían el mismo aire. Yo no quería ser prudente, quería conocerlo.
A empujones asesinos avanzamos haciendo respetar nuestro puesto VIP que habían absorbido hasta el último rastro de nuestros ahorros. El show comenzó, un delgado y bastante feo animador presentaba a los músicos que se asomaban por la alfombra roja. Las rejillas estaban bastante cerca como para verlos a todos y por suerte quedamos en frente sin japoneses altos tapando nuestra vista. La reja era bastante baja llegándome al abdomen y fácilmente podía saltarla, pero culturalmente la gente que me rodeaba consideraba incorrecto intentar algo por el estilo y ni si quiera cargaban su peso en la rejilla, para evitar que esta se cayera. La mayoría de las chicas a mi alrededor gritaba con voz chillona por los desguezados niños que caminaban por la alfombra roja saludando encantados a su publico. No sabía quienes eran.
Los minutos comenzaban a avanzar y más y más desguezados pasaban por la alfombra, hasta que un par de músicos conocidos para mí se hicieron presentes. Ellos, ya con mucho más tiempo en el ámbito de la música y festivales como aquellos, se mostraron más bien tímidos, sin saludar de forma exasperada y más bien acercándose a tocar las manos de quienes las estiraban para saludarles.
- Ojalá él haga lo mismo.- dijo Fede preocupada y algo aburrida. - Se me estan durmiendo las piernas.
- Sientate un rato.
- ¿Estás loca? Sé que las japos son poco agresivas, pero te aseguro que si aparece algún famosillo que las enloquezca me pisarán igual.
- Bueee... ¡Fede! ¡Es él! ¡Él viene ahí! - No volteé a mirar a mi amiga en cuanto noté que el nada desguezado japones que caminaba junto a otros tres y estaba por subir la escalera de enfrente era precisamente él; mi Sakura, el baterista que había admirado desde hace tantos años. Olvidé completamente el contexto que me rodeaba, como si no hubiera habido gente y solo pudiera enfocarme en su persona caminando algo tensa bajo el foco de las cámaras. Como había creído, con la mirada baja, pero lento y a paso firme junto a sus compañeros de banda.
- ¡Maldita sea, ni siquiera se acerca a la gente! - rabeó mi amiga.
Caminaron un poco más llegando frente de mí. Era mucho más alto de lo que esperaba, su cabello estaba aún más largo de lo que creía, llevaba un abrigo negro cubriéndole sus grandes brazos y espalda y le llegaba casi a las rodillas, para mi sorpresa el pantalón era un jeans azul. - ¡Sakura! ¡Sakura! - gritaba mi amiga intentando que él volteara, lo teníamos muy cerca, si yo saltaba la reja podría abrazarlo, pero habían dos guardias que se habían puesto en frente de nosotras cuando nos vieron tan emocionadas gritando.
Por alguna extraña razón ninguna de las chicas que nos rodeaba gritaba, solo sonreían y los miraban con aprecio, pero nadie con entusiasmo ni intentaban tocarlos. Yo estiré todo lo que pude mi brazo y solo rocé parte de la espalda del bajista que estaba junto a él.
El animador los anunció mientras saludaban, entonces Sakura volteó hacia donde nosotras estábamos. Pensé en estirar mi regalo hacía él para que lo viera, sin embargo estaba en mi bolsillo y en el proceso en que intenté quitarme la carpeta y sacar mi presente a la luz, él ya había volteado nuevamente hacía el otro lado.
- ¡No! ¡Maldita sea... no!
- ¡Sakura! ¡Sakura! - insistía Fede.- Somos las únicas pendejas gritando aquí y no voltea a mirarnos, está tan viejo que se quedo sordo o ¿qué? - A medida que él se alejaba y entraba al recinto del evento, quedando fuera del alcance de nuestra vista, los guardias que estaban en frente de nosotras se retiraban. No lo perdí de vista, continué viendo su espalda mientras se alejaba. Quería llorar.
- Tranquila... pensaremos en algo. - me consolaba mi amiga.
Miré la espalda de Sakura en todo momento mientras contuve las lágrimas estando consciente de mis ojos llorosos. Entonces lo vi dar un par de pasos hacía atrás y colocar su pie en alto, concentrándose en atar sus zapatos con cero glamour.
Miré a Fede.
No había guardias, saltar la reja era posible, lo que no sabía y me preocupoó en aquel segundo es que la distancia era larga y tal vez me detuvieran antes de que yo lograra llegar a él.
- Los guardias están lejos, tú puedes, pero debes hacerlo ahora. ¡Ve! - me gritó Fede, continué dudando de si ir o no hasta que lo vi subir el otro pie para atar su zapato, entonces me decidí. Tenía que intentarlo.
- Lo haré. - Sujeté la carpeta en una mano y salté la reja con más esfuerzo del que esperaba hacer; "maldita condición física", pensé mientras corría por la alfombra,siguiendo directamente el camino que me llevaba hasta él. Corrí lo más rápido que pude sintiendo una subida de adrenalina y miedo crecer en mí mientras las piernas me dolían, tal vez por el esfuerzo que jamás hacía. Escuché voces y gritos detrás de mí, me seguían. Solo nos separaba un metro, Sakura no me había visto acercarme a él y terminando de atar sus zapatos se puso de pie, y cuando estaba por dar un paso adelante, sin calcular mi velocidad, me estampé en su espalda, abrazando fuertemente a la altura de su cintura.
No pude traducir que decían los gritos de quienes me jalaban lejos de él con bastante fuerza pellizcando mis brazos e intentando separarme de su espalda. Él volteó como pudo a mirarme sorprendido.
Mi conocimiento de japonés era bastante pobre. Desde la lejanía de mi cama, cuando leía kanjis con mi diccionario en la mano, no era difícil de traducir, y viendo entrevistas de él, aunque modulara mal, lograba entenderlo. Sin embargo los dialectos que había escuchado desde que habíamos llegado estaban a un nivel que desconocía. Por miedo a que no me entendiera opté por hablar en ingles.
- I'm sorry... I have a gift for you... - le grité muy fuerte estando segura de que todos se habían enterado de que le llevaba un presente.
No sabía como dárselo. Estaba segura de que en cuanto lo soltara me jalarían lejos sin darme oportunidad de dárselo, así que opté por poner mi tenacidad en juego. Lo abracé nuevamente plantando la cara en su espalda y sosteniendo firmemente la carpeta en mi mano estrechándola en su estomago mientras lo abrazaba. No me soltaría de él por más que dolieran los pellizcos.
De todas las palabras que intercambiaron los guardias y él, comprendí que querían llevarme a un lugar apartado, también se preguntaban en qué idioma hablarme, pero nadie hablaba ingles allí, así que no sabían como hacerlo. Uno de ellos, probablemente el jefe, reclamó sobre lo imprudente que eran los extranjeros, mientras tanto yo respiré el aroma de Sakura. En su abrigo al menos, el aroma era a detergente.
Optaron por llevarme a un camarín, Sakura caminó conmigo pegada a su espalda mientras dos guardias lo acompañaban mirándome en todo momento. Revisaron mis bolsillos en múltiples ocasiones incluyendo los traseros, pero no, no quité la cara de la espalda de Sakura. Temía que cualquier movimiento permitiera que hicieran algún ataque ninja y me separaran de él. Incluso intentaron hacerme cosquillas con sus sucias manos, pero evité reaccionar ahogando una risa eufórica en el abrigo. A medida que avanzábamos por un camino que me pareció bastante largo, mis pies chocaron muchas veces con los de él, intenté tener cuidado para no lastimarlo y él pareció hacer lo mismo.
Escuché muchos susurros y a los guardias decir entre ellos que debían evitar las cámaras, ya que lo que yo había hecho les traería muchos problemas. Sentí algo de lastima por ellos, no quería que por mis actos alguien se viera en dificultades, pero ya había avanzado demasiado para soltar a Sakura allí.
Repetí en voz alta ; "I'm sorry..." muchas veces, sabía que él estaba escuchándome, podía hasta escuchar el sonido de mis zapatos.
Entramos en una habitación pequeña con un pared de espejos más un sofá en un extremo y una pequeña mesa con botanas en el centro, no me atreví a contemplar mucho más, solo vi lo suficiente para comprender que estábamos en un camarín.
- ... sorry... - volví a decir sintiendo culpa de haberle complicado tal vez su entrada al lugar.
- It's okay. - respondió girando un poco la cabeza hacía mi. - Sentí que el corazón se me iba a paralizar. Eran las primeras palabras que él decía además de asentir a los guardias, y eran dedicadas a mí. Sentí mucha culpa por los problemas que estaba causando, pero me repetí que era necesario para entregar mi presente y presioné un poco más fuerte mis brazos que lo rodeaban, evitando lastimarlo, solo haciéndole sentir mi afecto y al mismo tiempo miedo de que me apartaran de él.
Desde mi posición el cuerpo de Sakura se sentía muy fornido, nada como lo imaginé, después de todo siempre decía no hacer ejercicio y parecía como si se esforzara en salir mal en fotografías. Además de siempre aparecer agachado en las fotografías, lo que lo hacía ver algo gordo. Sin embargo, la realidad estaba alejada de eso... su espalda era tal vez tres veces la mía pero era delgado, lo sentía en los brazos que lo rodeaban, sus músculos los podía sentir cuando hundía mi cara en su espalda.
Los guardias volvieron a revisarme esta vez metiendo sus sucias manos dentro de mi pantalón para asegurarse de que no portara armas o bombas tal vez. Dí un salto llena de un sentimiento desagradable por sus toques pero no solté a Sakura. Contemplé su rostro en el espejo que miraba justamente el reflejo de lo que estaba sucediendo, su mirada la pude interpretar como compasión hacia mí.
Levantó su mano pidiéndoles a los guardias que se detuvieran y salieran del lugar. Contuve la respiración, escuchar su voz de forma personal no era precisamente lo que imaginé, era mucho más masculina, mucho más ronca y clara que las palabras no moduladas que solía decir en programas. También su tono era algo... dulce.
Los guardias abandonaron el lugar y no estuve segura de qué hacer cuando estuvimos solos. Sakura colocó una de sus manos encima de la mía que estaba a la altura de su ombligo y la acarició. Quise gritar, pero me quede petrificada.
- Do you speak english? - preguntó con dificultad. Quise reír por su mal acento, entonces quise hacérselo más fácil.
- Habló un poco de japones, tal vez mi acento es fatal, pero creo que podremos entendernos un poco...- susurré en su idioma desde su espalda modulando con cuidado y estando segura de que las palabras que decía eran las correctas. Incluso sentí que tanto esfuerzo de años estudiando el idioma me había permitido decir aquello cuando los nervios nublaban mis pensamientos.
- Oh... acento latino... - asentí sorprendida. - Estas temblando, ¿Por qué no.... me sueltas y te sientas? - Su voz sonaba muy amigable, incluso dulce, pero tenía miedo. Incluso si me sacaban de allí de un tirón, en cuanto lo soltara tiraría la carpeta y le gritaría que es para él. Suspiré, preparada para hacer aquello comencé a soltarlo dudosa y con algo de miedo. - Descuida. - susurró en cuanto vio mis brazos retirarse lentamente. Fnalmente quedaron ambos a cada costado de mí, aún tenía la carpeta en mi mano y pensé que podría arrojarla a la mesa de centro si alguien entraba en la habitación. Sakura volteó a mirarme agachándose hasta quedar a mi altura. - Bien... ¿Cómo te llamas?
-Esto... Elena. - Abrió los ojos un poco sorprendido.
- Elena, ¿Qué es lo que quieres de mí? - me miró directamente a los ojos. Creí entonces en todas las veces que leí sobre lo potente de su mirada.
- Yo... quería darte un presente... - sostuve la carpeta contra mi pecho dudando un par de segundos y luego solo la dirigí hacía él. Mis manos temblaban, él lo notó.
- Oh... gracias... - se enderezó mientras abría la carpeta. Respiré hondo, si pensé en darle el regalo jamás creí que lo abriría frente a mí, ¿Qué cara se supone que debía colocar? Solo me mordí el labio intentando controlar los nervios que me querían hacer chillar. - Oh es un dibujo... de mí. - Fueron las primeras palabras que dijo antes de sentarse a observar con cuidado los detalles del dibujo. Me había tomado casi una semana en dibujar precisamente cada detalle con lápiz de tinta blanco sobre las delicada hoja negra. Era un paisaje, con él en medio, con su característica mirada. No llevaba camisa en mi dibujo, solo sus ajustados pantalones de cuero tan comunes de los años 90, le rodeaban diseños de la flor que él solía dibujar, más naturaleza, más patrones, no había espacio sin dibujo en aquella hoja negra y el pareció querer distinguir todo en tan solo un par de segundos. - Vaya... es realmente... hermoso.
Continuó mirando el dibujo de forma concentrada y pareció marearse, pestaño un par de veces.
- ¿Estás bien? - Me pregunté a mi misma si sería prudente tratarlo sin las formalidades japonesas. Pero el pareció no prestarle atención a mi nada intencional error.
- Si... solo, me deslumbré. - Lo miré con la incognita en la mirada, él no pareció notar mi duda ante su elección de palabras. - ¿Tienes hambre Elena?
Sonrió de forma casual, el ambiente se torno cada vez menos tenso.
- Oh no, estoy bien así. - En cuanto le respondí me arrepentí, tal vez una respuesta positiva hubiera habilitado mi posibilidad de compartir más tiempo junto a él.
- ¿Quieres una cerveza entonces? - insistió.
- Si. - ¿No había comida nada y ahora bebería una cerveza?
"Ay no, me emborracharé y no recordaré nada después..." me lamenté.
- Acompáñame entonces. - Volvió a guardar el dibujo dentro de la carpeta y tomó mi mano conduciéndome hasta la puerta. En cuanto la abrió saltaron los guardias directamente hacía mi. - No caballeros, es mi invitada ahora.
Los guardias se miraron entre sí y estuve segura de que con la misma expresión de sorpresa con que yo los miré a ellos.
Sakura me condujo por un pasillo bastante largo con una alfombra roja bajo mis pies, comencé a notar que cada puerta tenía un papel pegado en ella, solo leí dos para notar que era la zona de camarines de las bandas.
De pronto tomó una llave y abrió una con el nombre de su banda escrita en ella, sin embargo cuando entramos no había nadie.
- Sientate, con confianza. - Dijo en cuanto me jaló hacía dentro específicamente hacía el centro, donde había un gran sofá de color crema, en frente una mesa, y al rededor bolsas, bolsos y ropa tirada por allí, además de evidencia de que algo con vida había estado alimentándose allí.
- ¿Por qué no hay nadie?
- Todos los chicos conocen a gente aquí, si ya comieron debieron ir a saludar, yo me he retrasado en la vida social hoy supongo. - dijo al parecer sin ánimos de ofender.
- Lo siento... solo quería entregar mi presente... vine desde Argentina solo para intentar verte en persona y entregártelo... y... lo siento... - La verdad era que me consumían más los nervios por estar en frente de él que la culpa.
- Descuida, entregaste tu presente y a mi me gustó, te aseguro que estará en mi casa en un lugar donde todos puedan verlo, yo diré que lo hiciste tú. - Se movió por la habitación diciendo aquellas palabras, sin mirarme, lo que agradecí porque estuve segura de que mis ojos estaban llenos de lagrimas de emoción. Respiré hondo para controlarme y entonces el abrió una pequeña nevera tomándo dos cervezas, la abrió y me la dio.
- Gracias... - respondí tímidamente, incluso desconocí mi voz. - No pensé que serías tan lindo con una fan... - le miré pero pareció algo indignado. Quise arreglar mis palabras - Es decir, sé que eres lindo con ellas, pero no al extremo de invitarles algo para beber...
-Ah, ¿Qué otra opción tengo? Prácticamente te pegaste a mí hasta lograr entrar al recinto. O dejaba que te sacaran a la fuerza y terminaras en cualquier lugar menos en el concierto, o te invitaba algo y así puedo pedirle personalmente a algún staff que te lleve a tu asiento; segura y con ambos brazos funcionando.
- ¿Brazos? - no pude evitar preguntar.
- Si, la vez pasada que una chica se me arrojó, los guardias le rompieron ambos brazos. Desde allí que si puedo cuidar un poco la integridad de mis fans, lo hago.- dijo lo último levantando los hombros, restándole importancia nuevamente a sus palabras en lo que me pareció un discurso tierno.
- Ouch... entonces gracias por salvar mis extremidades...
Se rió ante mi respuesta y tomó un plato que estaba en uno de los escritorios para llevarlo hacía mi, eran botanas de las típicas para acompañar un trago. Mi estómago lo agradecía, a pesar de los nervios que me bloqueaban la hambruna, la cerveza no era bienvenida con el estómago vacío.
Mientras estaba de pie comenzó a quitarse el abrigo, de forma instintiva tragué saliva. Luego comenzó a desabotonarse la camisa, mostrando una playera sin mangas que llevaba por debajo dejando relucir los músculos de sus brazos.
"Woh", pensé siendo consciente de que lo miraba de forma babosa.
- ¿Piensas mirarme así mientras me desvisto? - me preguntó claramente divertido.
- ¿Y qué se supone que debo hacer mientras te desvistes? - pregunté en tono inocente, parte de mí realmente creyó que aquello tendría un resultado erótico.
- ¿Qué te parece voltearte? - río mientras me preguntaba algo nervioso, y yo respondí de la misma forma con una risa tonta antes de voltearme y darle la espalda.
Los segundos pasaron y escuché la cremallera abrirse para luego ser acompañado del sonido de tela deslizándose. Realmente era un hombre muy ruidoso, hasta pude distinguir cuándo quitó la agujetas de sus zapatos.
Yo estaba concentrada en los sonidos, cuando de pronto un pantalón cayó sobre mi cabeza.
Di un salto.
- ¡Oye! - le regañé riendo, sintiendo el alma satisfecha al notar un atisbo pequeño de confianza entre él y yo.
- Es mi camarín, puedo hacer lo que yo quiera. - continuó risueño - Ya puedes voltearte. - Me di vuelta lentamente y lo ví con la típica ropa que utilizaba para sus conciertos, y no llevaba zapatos. Sabía tambien que aquella era su costumbre. - Termina tu cerveza Elena, no me queda mucho tiempo.
Así lo hice. Mientras él estiraba sus músculos yo bebía, realmente no tenía sed ni disfrutaba de la cerveza, pero por cortesía no quería admitir que no quería más.
Finalmente un miembro de su staff llegó a decirle que solo quedaban 10 minutos y ya debía bajar a su lugar, entonces Sakura le pidió acompañarme hasta mi asiento.
Como despedida y con el staff presente, moví mis labios en un silencio "gracias" que él respondió con un asentimiento, acompañado de una gran y linda sonrisa.
Otra vez quise llorar, quise abrazarlo también, pero sentí que no era apropiado con el staff allí. Además ya había sobreabusado de la situación por lo que me resigné a alejar los ojos de su mirada y seguir al staff fuera del camarin, lejos de él, de ese pasillo y en frente entonces del escenario, en mi puesto en el concierto.
Le agradecí y de inmediato busqué a Fede, no me costó demasiado localizarla, pocas japonesas tenían la contextura con tantas curvas como mi amiga.
- ¡Fede! - le grité antes de correr a abrazarla mientras lloraba desconsoladamente. ¿Por qué lloraba? La verdad era que estaba sintiendo una felicidad avasalladora, que parecía impactar con mi equilibrio emocional derrumbándolo una y otra vez. Sentí que no solo lloré por el alivió de salir viva y por la felicidad de conocerlo, si no que se sumaron lagrimas amargas de recuerdos de discusiones, desilusiones y un par de dolores. Todo salió allí en ese momento.
- Oye, ¿Qué te hicieron, por qué lloras así? - Fede estaba sorprendida y parecía no saber qué hacer, así que intenté reponerme luego de unos minutos de lágrimas sin interrupción.
- Nada... yo... - iba a continuar hablando, pero las luces se apagaron y la música comenzó.
Ví a Fede mover la boca preguntando algo pero no la entendí, tras varios intentos en que no logramos escucharnos, nos dimos por vencidas y volteamos a dirigir la atención al escenario, donde solo un par de segundos después aparecieron dos bateros en el escenario como parte de una colaboración a la cual harían publicidad. Más personas subieron al escenario, por supuesto la banda completa, guitarristas, bajistas, dos vocales tanto de la banda de Sakura como otro ajeno que no conocía... pero mi atención en ningún momento fue para ellos, mis ojos estaban en Sakura, de forma permanente durante toda la presentación.
Toda, ni un segundo le perdí la vista.
Estaba vislumbrada, me sentía como en un sueño y sin percatarme si quiera, comencé a llorar otra vez, solo fui consciente de ello cuando mi nariz comenzó a causarme molestias.
Dejé las lagrimas fluir mientras una sonrisa se me dibujaba en la cara.
No habría otro momento como ese, no disfrutaría nunca de la forma tan precisa como lo estaba haciendo en aquel segundo. Mis pies se movían siguiendo el ritmo de Sakura, persiguiendo el final que sabía vendría. No dejaba de sorprenderme cuanto me gustaba aquel hombre que parecía ser tan serio y cauteloso en el escenario, tan apasionado y al mismo tiempo bobo al momento de hablar... y dulce, al menos yo si estaba segura de que lo era, lo había visto con mis propios ojos.
Finalmente moví mis brazos imitándolo a él satisfecha con mi coordinación perfecta a la distancia, fue entonces en que aplaudí con los brazos por sobre mis hombros que ví sus ojos posados en mí, guiñándome un ojo... o eso creí.
Se levantó, abrazó a su compañero batero y despidiendosé con la mano en alto abandonó el escenario, no llevaba zapatos.
- ¿Estoy soñando o guiñó un ojo hacía acá? - le pregunté a Fede en cuanto la música sesó.
- ¿Qué? ¿Quién?
- Dah, Sakura, ¿Quién más?
- Ah, disculpa, olvidé que habían casi cincuenta chinos en el escenario y solo miras a uno. Pues no lo vi, no sé, yo miraba a los otros cincuenta.
- Maldita sea, me quedaré con la duda. - hice un puchero, realmente creí que me lo había imaginado. Con tanta emoción vivida en aquel día no sería tan raro una mala jugada de la mente después de todo.
- Pues esperemoslo a la salida, si te guiña otra vez lo veremos las dos.
Me reí de ella y la volví a abrazar.
Quería ir a esperar a Sakura para verlo salir pero temía que mi nivel de acosadora terminara por alarmarlo. Sin embargo Fede me convenció, así que si teníamos suerte lo podría ver por una ultima vez.
- ¡Así que recibió tu dibujo y le gusto! - concluyó mi amiga mientras terminaba de contarle toda la anécdota vivida con Sakura y los guardias.
Fuera del recinto, frente a los estacionamientos, realmente no habían muchas personas ya que el show continuaba dentro, pero como nosotras habíamos ido a verlo específicamente a él, poco nos importaba ver el resto del show.
Comencé a sentir frío y algo agotada por las emociones por lo que me senté en el suelo. Fede se quedó al pendiente de posibles bateros sensuales que aparecieran en busca de sus autos.
Ella no paraba de hablar preguntando cual sería el auto de Sakura, si se iría solo, dónde viviría y si se tomaría la molestia de darme atención otra vez. Hablaba tan rápido que pronto comenzó a marearme.
- Elena creo... que es él. ¡Mierda... Elena aquí viene! - chilló de forma apresurada, me costó entenderla ya que me sentía en un estado de trance. Intenté ponerme de pie rápidamente pero en mi mejor intentó me caí. Terminé de rodillas en el cemento. - Maldita sea Elena, la opción es correr no gatear, ¡Elena levántate que se irá! - seguía insistiendo.
- Ayudame y deja de gritar - le pedí con debilidad, entonces una mano que definitivamente no era de Fede se estiró hacía mí para que yo la sostuviera. La tomé sin pensarlo y me levanté con bastante esfuerzo. Entonces lo vi, frente a mí, muy cerca. - Sakura... - susurré, fui incapaz de procesar información por la sorpresa.
- Te ves pálida, ¿necesitas que te lleve a algún hotel? - preguntó con gesto preocupado, llevaba bajo su brazo mi carpeta.
- Si... por favor... - susurré. Tomó mi mano y me dirigió hacía su auto, Fede me siguió y la observé con un gesto de impaciencia, sin embargo ella estaba en shock, sus ojos parecían querer escaparse de su cara y su boca podía perfectamente haber atraído moscas.
Sakura me arrastró de la mano hasta que llegamos a su auto, estaba tan sumergida en el momento que no noté nada más del auto que el color, un plateado reluciente. Me abrió la puerta para sentarme de copiloto junto a él, luego le abrió la puerta a Fede y finalmente se dirigió al asiento del conductor,dejando sus cosas en el asiento de atrás antes de arrancar el coche.
Le preguntó a Fede por el nombre del hotel y ella respondió de forma automática, incluso para mí su voz sonó extraña. Sonreí, conocía aquella sensación. Los nervios de estar cerca de él esta vez no me consumían tanto.
No hablamos durante el camino, ni Fede, ni Sakura, ni yo.
Lo contemplé mientras mi respiración se acompasaba de a poco, sentía que me faltaba azúcar o tal vez una pizza.
Miré sus manos al volante... la imagen de él conduciendo por alguna razón jamás había venido a mi mente, pero estaba feliz de verla en vivo. Observé sus gestos concentrados al manejar, se veía como un niño haciendo su tarea de matemáticas, me parecía un hombre de casi 50 años con un aura muy ligera.
Finalmente llegamos al hotel y el abrió la puerta del auto para que yo saliera, un gesto que no esperaba de un japonés, sin embargo pensé que lo más provable era que se tratara de que me veía como una discapacitada apunto de desmayarse.
Me puse de pie ya más recompuesta y preparada para despedirme con un asentamiento de cabeza lo miré con los ojos llenos de lagrimas; él se acerco y me abrazó.
Su olor, su tacto, su calor, la fuerza de sus brazos al sostenerme y el roce de su respiración en mi frente agrandaron mi nudo en la garganta.
- Gracias - le dije con la peor voz que me había escuchado jamás.
- Gracias a tí, a veces olvidó que desde mi puesto atrás del escenario puedo atraer un par de corazones apasionados - susurró. Quise responder, quise decirle de todas las personas que lo admiraban en los países que él ni siquiera debía saber que existían. Quise decirle que no son solo "un par" si no que miles, pero de verdad fui incapaz de formular palabra alguna por la emoción y solo pude limpiar las lágrimas que estaban cada vez más rebeldes.
Me observó con aquella sonrisa que usaba para quitarle importancia a las palabras. Se quitó una pulsera que llevaba; era grande, robusta, tenía un dragón de plata. Abrió la palma de mi mano y la cerró con la pulsera dentro de ella.
- Hasta siempre. - fue lo último que dijo antes voltear para subirse a su auto y alejarse de nosotras. Fede había permanecido escondida detrás de mí, solo entonces apareció para abrazarme y llorar conmigo. Nunca agradecí tanto su amistad ni sus abrazos como en aquel momento en que las emociones me habían desbordado.
- Espero que el regreso a casa no sea lleno de turbulencia otra vez, porque esta vez estoy segura de que vomitaría mi estomago.
- Espero que no. - le dije con una sonrisa. Estaba especialmente feliz llevando una pulsera con un dragón de plata puesta en mi muñeca izquierda y observando por la ventana lo que sería el adiós a un Japón que me brindó el momento exacto en que la vida me enseñaba que las emociones existían para hacer de los sueños, las razones para vivir.