jueves, 2 de noviembre de 2017

- Memorias en la Piel - Capítulo 5: Pareja


Hide me contó acerca de sus anécdotas del último viaje y yo le comenté sobre algunas estupideces graciosas en mi gira también. Nos fuimos cantando juntos varias canciones que encontramos en la radio prácticamente gritando sin vergüenza de quienes pudieran oírnos. Me reí tanto que luego de un rato mi rostro dolía.

Nos acercamos a nuestra casa cuando ya estaba oscureciendo, aun así divisé los cerros característicos de la zona que se apreciaban solo como figuras oscuras. Hace años él compró un terreno en medio del campo a las afueras de la ciudad, y con el tiempo fuimos convirtiendo ese pequeño espacio verde con muros altos en nuestro mundo privado. Habíamos construido una casa pequeña de madera con dos pisos, con los lujos necesarios para relajarnos. Pintamos nosotros mismos el lugar y yo me encargué de plantar un gran jardín que poco a poco creció cada vez más. Teníamos una alberca frente a una pajarera... donde muchas veces me imaginé envejeciendo ahí; hasta que un día noté que efectivamente, así estaba sucediendo. 

En cuanto llegamos fuera del portón el cuidador del lugar nos abrió, Hide bajó del auto para saludarlo.

-          Hola Rei, ¿Todo ha ido bien? – le preguntó al anciano quien vivía junto a su esposa, igual de mayor, a las afueras del terreno. Hide les pagaba por cuidar el lugar y mantenerlo limpio. 

-          Sí señor, nada de novedades. Que disfrute su estadía.- respondió con una gran sonrisa. Él volvió a subir al auto para adentrarnos en el campo. Dejé bajar la ventana para ofrecerle un saludo lejano al anciano y luego para sentir el fresco, de inmediato llegó a mí el olor a las flores… 

-          En estas fechas los tulipanes te llenan de alergia.- dije. 

-          Si… por suerte están plantados lejos de la casa. ¿Viste que tan altos están los árboles? Los que plantaste el año pasado están por las nubes.

-          Porque los plante yo. – ambos reímos. – Eres tú el que no logras mantener nada con vida – arrugó la nariz como respuesta. 

Estacionó el auto en frente de la casa y nos bajamos, de inmediato el frío atacó. 

-          Mierda, abre la puerta rápido, yo bajo las maletas y los bolsos - abrió la puerta y yo entré corriendo con las cosas, pero adentro la verdad no estaba mucho más caliente. 

-          Encenderé la chimenea, tú ve a preparar el baño. – su voz sonó temblorosa a causa del frio. 

-          ¿Quieres bañarte? – 

-          No, pero apestas a vómito. – soltó. 

-          ¿De verdad? – me olí a mí mismo sin poder identificar más olores que el del detergente de mi ropa.- ¿Por qué no me dijiste nada? 

-          Porque no quería hablar acerca de ti durmiendo con Tazawa, ¿Ahora puedes ir a llenar la maldita bañera? – lo miré con algo de lástima, no quería que discutiéramos y sentía que Hide realmente estaba afectado por ello… Parte de mí no lo culpaba. 

-          Bien, pero sube a bañarte conmigo.

-          En un minuto. – me respondió mientras elegía la leña para encender el fuego.

Subí al baño y olí el aroma a limpio, definitivamente los ancianos hacían un buen trabajo manteniendo todo perfecto. Encendí las luces de la habitación, la cama estaba en el mismo lugar de la última vez que habíamos estado allí, hacía casi 4 meses. Mi vida podría ser perfecta escondido en ese pequeño lugar, pero por desgracia estar solo allí no era nada gratificante, por lo que huía a mi propio espacio cada vez que Hide no estaba. Abrí el grifo del agua caliente y comencé a desnudarme mientras el jacuzzi se llenaba, mi mente se inundó de pensamientos de anhelo de que ese momento se alargara… Unos brazos me rodearon desde atrás y sentí sus labios besar mi espalda. 



-           Lo siento… no quiero discutir, no tengas esa expresión de tristeza… no diré nada más sobre Tazawa… - susurró escondiendo su rostro en mi espalda aun abrazándome. 

-           Está bien comprendo, tranquilo. 

-           Mm… - murmuró. Hide comenzó a acariciar mi cuerpo desnudo con sus manos de a poco, primero mi pecho y mi estómago, luego mis piernas, tocó mi entrepierna pero no por mucho, dirigió sus manos a la parte baja de mi espalda para continuar besando y acariciando hasta que… sentí sus manos juguetear con mi trasero.

-           ¿Qué haces? – le pregunté algo asustado.

-           Abre las piernas. – susurró en un tono excitado. Tragué saliva, dude un poco pero lo hice… lo hice porque a pesar de que me asustaba lo que sospechaba que haría, confiaba en él.

-           Oye…- Lo escuché ensalivar sus dedos. Cerré los ojos.- Oye… 

-           Dime 

-           Cuidado con lo que haces…       

-           Mm… confía en mí. - susurró en cuanto uno de sus húmedos dedos entró en mí. Abrí la boca en medio de una mueca de dolor.

-           Mierda… no sigas… 

-           Es algo incómodo, pero solo al comienzo. – Movió su dedo hacia fuera y lo volvió a meter, di un pequeño salto cuando volví a sentir dolor. – Quédate quieto y concéntrate en la sensación. 

Le hice caso, me quede quieto sujetándome del lavado, cuando dejó entrar un dedo más y sin quererlo un pequeño quejido se me escapo. Reí avergonzado. 

-           Está bien… - susurró de forma de tranquilizadora.

-           Es muy vergonzoso- admití.

-           Sé que lo es… ¿Quieres seguir?

-           No oliendo a vomito… - Hide rio.

-           Ven, te bañaré…- tomó mis manos y en cuanto me enderecé sentí un pequeño ardor en el trasero. Que incomodo era aquello… imaginé cuanto debía dolerle a él después de…- ¿Ayúdame a quitarme la ropa? – me volteé lentamente sintiendo calor en las mejillas, y sin mirarlo a los ojos. Dirigí mis manos directamente a la bragueta de su pantalón, mientras desabrochaba, sus manos apretaron mis mejillas. 

- Ya déjame- le dije riendo algo avergonzado por la situación. Le bajé los pantalones y él con un movimiento de cadera parecido a un baile los hizo deslizarse entre sus piernas hasta que cayeron sobre sus pies y se los quitó de una patada. Le quité el suéter y la playera juntos mientras él estiraba sus brazos para dejarme desnudarlo, en cuanto vi toda su piel, me permití besar su cuello, el hueco perfecto de su clavícula siempre me pareció atractivo.

-          Mmm… cuando estamos lejos sueño con sentir tus besos en el cuello...- susurró inclinando su rostro hacía atrás, dándome más alcance.

-          Entonces calla y disfruta…- mascullé en mi tono usual.

-          Delicado que eres- susurró en tono fingidamente molesto. Lo mordí - ¡Oye! 

-          Ya báñame, que estás hablando tanto.

Riéndonos nos sentamos en el jacuzzi uno al lado del otro, besándonos y abrazándonos hasta que Hide se cansó de besarme y se sentó sobre mí.

-          Cierra los ojos- Tomó un poco de agua con un jarrón y lo vertió sobre mi cabeza. Siempre que me bañaba me recordaba a mi infancia, cuando hacía berrinche por evitar de todas las formas posibles un baño.  Acarició mi cabello mientras continuaba vertiendo agua, escuche cuando untó algo en su mano y entonces sentí el olor a shampoo.  Lavó mi cabello con paciencia, de forma delicada con sus pequeños dedos. Me relajé. – Ahora acondicionador a ver si logro que te peines.  – solo sonreí. Permanecí con los ojos cerrados mientras continuaba masajeando mi cabello y lo enjuagaba. – Ahora sí, voy a quitarte ese olor asqueroso.

Reí por sus celos en cuanto comenzó a pasar por mi pecho la esponja con jabón. Sentí cosquillas por la suavidad con la que me lavaba, pareció dejar la esponja y continuar el trabajo con las manos. Frotó la palma de sus manos con mis brazos, por alguna extraña razón aquello me gustaba. Volvió a mi pecho y sentí la humedad de su lengua acariciar mi pezón derecho.

- Mm.

- ¿Te gusta? 

- Mm. – mordí mi labio, me rehusé a contestar. Hyde chupó más fuerte.

- Contéstame- dijo demandante.

- Si… -  no abrí ojos. 

- Adoro la forma en que tus mejillas se inflan cuando hablas señor cachetes.- Sonreí. Sentí su nariz acariciar la mía y luego besarme, entreabrí los ojos para mirarlo a él con los ojos cerrados besándome concentradamente, sujetando mi rostro con sus dos manos, levantando ligeramente su trasero como cada vez que se excitaba.  Acaricié su espalda mientras lo besaba. – Mmm… prométeme que nunca tocarás a nadie más así…

- Hide… - Me alejé rompiendo el beso con algo de brusquedad.

- Solo… promételo. – nos miramos a los ojos con los labios brillosos. 

- Lo prometo. – Mientras lo miraba no pude evitar sentirme culpable, admitía que gran parte de sus inseguridades esta vez eran por situaciones que yo pude evitar. 

Él sonrió. 

El brillo en sus ojos lo conocía bien, era la típica mirada de un niño travieso.

Mirándome a los ojos tomó mi entrepierna y la comenzó a masturbar.

Se mordió el labio.

¿Por qué a pesar de la costumbre que representaba para mí verlo comportarse así, aún su actitud y el más pequeño detalle me continuaba excitando tanto? Estaba seguro de que con nadie podrían revivir esas emociones. 

-          Te quiero…- dijo ronco luego de que su lengua acarició sus labios.

-           También… ah… yo…- continuo su trabajo de forma lenta pero presionando con la fuerza exacta, su otra mano acarició mis testículos. – aah…

De a poco me incliné hacia él de forma inconsciente mientras continuaba moviendo su mano de forma lenta sobre mi erección. Sentí sus labios estamparse con los míos de forma brusca, incluso dolorosa, pero me mantuve firme devolviéndole el beso hasta que mordió mi labio con fuerza.

-          Mmm… tranquilo… - le pedí alejándome un poco mientras me chupaba mi labio de forma resentida. 

-          Lo siento - se alejó algo apenado mirándome a los ojos con una disculpa - Estoy algo desesperado por escucharte gemir.

-          Oye… si vas a hacer aquello al menos trátame con delicadeza – le bromeé. La verdad era que me moría de miedo, el típico miedo al dolor y los tabúes...

-          Prometo no hacerte daño. – Me dijo con una mirada traviesa, tragué saliva. 

¿Alguna vez me contemplé haciendo aquello? No, la verdad es que no, jamás se me pasó por la cabeza más que cuando intentaba ser empático con él y comprenderlo cuando sufría algún malestar post sexo anal. Pero jamás me excitó la idea de ser el pasivo entre los dos.

Mientras lo contemplaba a los ojos nervioso, el desvió la mirada y tomó el shampoo, vertió algo en su mano y comenzó a lavarse el cabello de forma rápida.

-          ¿Alguna vez pensaste que me gustaría hacértelo? – me preguntó mientras se enjuagaba el cabello. Dejó de mirarme a los ojos y bajo la mirada, de a poco sus mejillas se ruborizaron. 

-          Si, me pregunté en qué momento se definieron los papeles y si te gustaría probar algunas cosas, pero eso siempre fue cuando no estábamos juntos y francamente cuando nos veíamos nunca lo recordé. – A medida que hablaba comencé a jugar con las burbujas del jacuzzi para distraerme y no verlo a los ojos. Nunca fuimos buenos para hablar de forma sincera mientras estaba la luz encendida. Éramos un par de idiotas en muchos sentidos, la comunicación era uno de ellos.

-          Desde hace muchos años que comencé a soñarlo… pero jamás me atreví a pedírtelo y no tengo quejas… cuando estábamos juntos siempre me sentí satisfecho… - ahora éramos un par de adultos idiotas que llevaban casi 20 años de relación y no eran capaces de mirarse a los ojos al confesarnos de aquella forma.

-          Entonces… llevas años queriéndolo… - Aquello me sorprendía, y de cierta forma me molestaba. ¿Él no estaba disfrutando lo suficiente? Aunque dijera que no tenía quejas, ¿Cómo creerlo si dice que nunca se atrevió a preguntarlo? Es decir que si estaba en su cabeza ese deseo en aquellos momentos…

-          Sakura, no coloques esa expresión. Solo es una idea que me atrae intentar aunque sea una vez, si te niegas a hacerlo no ocurre nada. A mi… me gusta… como lo hacemos usualmente…- Lo miré, estaba rojo nuevamente. Me sentí igual.

No respondí y soplé burbujas mientras él se colocaba jabón en el cuerpo, decidí darle una mano.

Tomé la esponja entre mis manos y comencé a pasearla por su espalda, observé sus alas… Me acerqué a besarlas. Suspiré y apoyé mi frente allí mismo.

-          Haría lo que se te antojara idiota. 

-          Mmm… ¿Por qué solo cedes en el tema del sexo? 

-          ¿Ah?

-          Eres egoísta en todo lo demás menos en el sexo.

-          ¡Oye! ¿De qué te quejas ahora? – Ya más compuesto comencé a lavar su cuerpo con la esponja, cuanto adoraba su piel. 

-          Jamás me dejas elegir la comida, ni el vino, jamás me dejas llevarte con amigos, jamás compartes conmigo más que si estamos solos, jamás cedes, pero en esto… ni un solo reclamo… estaba preparado para un gran no.  – Me reí.

-          No me gustan todas las comidas, a ti sí. El vino de todas formas siempre lo eliges tú. Detesto a tus amigos más que a mi ex suegra y te detesto a ti en compañía de tus amigos también porque te vuelves un idiota, pero si estás conmigo solo… entonces me gustas.

-          ¡Auch! ¿Así que no te gusto en compañía de amigos o lo dices por celos?

-          Lo digo porque te colocas idiota, influenciable, borracho, el payaso y uno bastante malo. Me aburren esos ambientes más aún con los nenitos que te cuidan- él rio – No es divertido.

-          Lo es, a pesar de que no lo admitas, sé que te dan celos Daigo y Yasu.

-          Me molesta cualquier persona que te trate con propiedad, más aún si tú lo permites. Incluso si no fuera así, son solo un par de niños borrachos, no me atrae compartir con ellos.

-          ¿Y yo que soy entonces?

-          Un viejo borracho. Un viejo pedófilo, inmaduro y borracho- mi tonó sonó molesto mientras le enjuagaba el jabón; si, sonaba celoso. – Ya terminé, salgamos de aquí. - Puse un pie fuera y tomé una toalla, dejándolo atrás.

-          Oye – rio - ¿Por qué te enojas? ¡Vuelve aquí!

Lo dejé solo en el baño y me fui a la habitación. Una vez terminé de secarme me metí desnudo en la cama. 

Acomodé mi cabello mojado y le di la espalda al baño de la habitación.

Quedé algo resentido pensando por un par de minutos si realmente estaba celoso… la verdad me sentía celoso, pero no dejaba de decirme a mí mismo que era ridículo.

-          Oye… - sentí un peso en la cama y luego las sabanas moverse, en un par de segundos su cuerpo húmedo estaba abrazando al mío. - ¿Desde cuándo te dan celos? – preguntó.  Sus manos comenzaron a pasearse en mi abdomen y rozó la parte de atrás de mi cuello con la punta de su lengua, dándome escalofríos.

-          No hagas eso…- le pedí, pero lo repitió- Desde que preferías ir a verlos a ellos que pasar la noche conmigo. – Volteé mi rostro para mirarlo antes de que volviera a causarme otro escalofrío con su lengua. No volteé mi cuerpo, solo mi rostro, y él se levantó un poco para besar mis labios desde esa posición.

-          Sabes que a veces prefiero que tengamos nuestros espacios. Yo tampoco reclamo cuando Aki te emborracha y prefieres quedarte a dormir con él o con quien sabe quién…

-          ¿Qué insinúas señor histeria? 

-          Que eres mío y creo que así te sientes también, entonces… intento confiar en ti, tú inténtalo también- volvió a besarme. Esta vez su beso se profundizó a pesar de la incomodidad de la posición, se lo devolví de buenas ganas. De pronto sentí sus manos tocar nuevamente mi trasero. Me tensé. Al parecer él estaba decidido a intentarlo.

-          No puedo creer que me digas eso luego del ataque que te dio con Tazawa- le susurré entre risas mientras aún tenía sus labios sobre lo míos. Mordí su labio inferior-    Si soy tuyo, y tu mío.     

-          Mmm… nos pertenecemos – besó mi mejilla, volteé hacia el frente sintiendo sus dedos centrarse en mi trasero, acariciando y apretando de a poco- ¿Estás seguro de que quieres intentarlo? – su voz sonaba sumamente excitada.

-          Solo hazlo… no preguntes más- Lo escuché ensalivando sus dedos, su mano húmeda recorrió la línea de mi trasero y mediante movimientos circulares entró. Salté y como reacción, mi mano se dirigió a sujetar la suya para evitar que continuara. Ambos nos quedamos inmóviles- ¡Ah! Aah... Duele.

-          Sakura si a penas lo he dejado entrar un centímetro… 

-          Pero es que tú eres demasiado bruto, no te das cuenta de que me duele…

-          Claro que no… estoy poniendo atención a todos los detalles, tal vez falta humedad… mmm… acuéstate boca abajo. 

-          ¿Qué? ¿Qué vas a hacer? 

-          Solo acuéstate boca abajo cobarde. – suspiré.

-          Arg, si ya estamos en esto – dije para mí mismo dándome ánimos.

Él se movió permitiéndome acostarme hacia abajo en medio de la cama… sentí algo de vergüenza de inmediato cuando prácticamente le cedía mi trasero. Se acostó sobre mí. Besó mi cuello desde atrás y bajo por mi espalda depositando besos suaves mientras sus manos frotaban en movimientos lentos mis brazos.

Comencé a disfrutar del tacto.

-          Te deseo…- susurró.

-          Mmm… también yo…

Continúo bajando con besos hasta que llegó a la altura de mi trasero y abrió mis piernas con sus manos, levantó un poco mi trasero… Sentí mis mejillas acalorarse de golpe.

Su lengua lamió de bajo hacía arriba. Aguanté la respiración.

Dios… ¿En qué momento cedí a eso? 

Su lengua formó círculos ensalivando todo a su paso y buscando llegar más profundo. Una de mis piernas tembló. 

-          ¿Te gusta? Sé sincero- me pidió.

-          Si… 

-          Bien… - sentí su tono animado. Luego volvió a atacar, manteniendo mis caderas levantadas con sus brazos y hundiendo su lengua en mí, lo sentía recorrer todo, de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, hacia los lados… abrió un poco mis trasero con una de sus manos, separando con lo que creí que eran los dedos y entonces sentí su lengua llegar demasiado profundo.

-          Aaaah… no…- negué para mí mismo de vergüenza al notar que no podía controlar los gemidos. – Mmmm…

-           Que sabroso eres amor…- su voz dentro de aquel punto se sintió extraño.

-          Ah… idiota, no digas nada…

-          ¿Quieres que continúe?

-          ¡Hide! 

-          Respóndeme- dijo antes de volver a lamer de todas formas.

-          Aaaah! Si… sigue…

Continuó su tarea por varios minutos más, entrando y sacando la lengua. Inconscientemente comencé a mover el trasero al compás de sus movimientos.

-          Mmm… Hide… - mordí la almohada sintiéndome incapaz de callarme. Se sentía distinto al mismo proceso usual, era mucho más intenso, mucho más descontrolado. – Aaah… 

-          ¿Estás listo? – su voz sonaba agitada.

-          Hazlo.

Se removió un poco y sentí la dureza de su erección rozarme la zona trasera. Luego más saliva sonó, posiblemente buscando humedecerla también.

-          Levanta un poco el trasero Sakura y abre las piernas lo más que puedas. – Hice lo que me dijo. Y por primera vez en mi vida me sentí abierto. 

Posicionó su erección y de a poco la dejó entrar en mí. 

Sentí como la carne se abrió, me levanté inclinándome hacia arriba a causa del dolor.

-          Aaaaaaah…. Aaaah…. 

-          Sshhh…- susurró él, sin dejar de entrar en mí- Ya está… tranquilo, ya está.

-          Mierda… es doloroso… 

-          Espera un poco, te acostumbraras a la sensación- Comenzó a besarme la espalda un par de segundos mientras yo presioné las sabanas con mis dos manos. Algo en aquella zona comenzaba a sentirse bien. Sentí ansiedad por sentir más de aquella sensación.

-           Ya… muévete… - comenzó a moverse lento, de afuera hacia adentro, sacando su entrepierna por completo antes de volverla a meter, repitiendo el proceso doloroso. Quise más rapidez y comencé a mover las caderas cuando estaba dentro.

-          ¿Quieres más rápido?- pregunto captando el mensaje.

-          Si… 

-          A la orden.

La dejó entrar nuevamente, esta vez comenzó a moverse sin permitirle salir de dentro de mí, me sentía sumamente lubricado con su saliva y no dolía más que la presión muscular. Aquel punto que se sentía bien comenzó a expandirse acrecentando las sensaciones y el sonido de los choques de nuestros cuerpos se hicieron presentes.

-          Aaaah… mmhh…- me impresioné de mis mismos quejidos.

-          Mm… Sakura… me gusta escucharte así... aah…

-          Se siente bien… no pares…

-          Aah… también se siente bien, aah…tu cuerpo de esta aah… forma…

-          Maldito…mm cállate…- ambos reímos mientras sentía sus movimientos acelerarse. Mis piernas comenzaron a temblar más y Hide cambió la posición levantando una de ellas permitiéndome inclinar el cuerpo hacia un lado. Continúo moviéndose. No quise voltear a mirarlo, mis mejillas ardían de vergüenza- Aaaah, ¡mierda! Aaah…

Hide mantuvo el cuerpo de pie mientras me envestía, busqué esconder mi rostro de su mirada.

-          Déjame mirarte disfrutar… - me pidió.

-          No…

-          Ven… - saco su erección de mi cuerpo y me estiró los brazos, de inmediato supuse que quería que lo hiciéramos de frente.

-          No, no, no, no, no… aléjate - le pedí riendo avergonzado mientras intentaba acomodarse sobre mí. Terminé cediendo a su abrazo aun riéndome y es que por más que me avergonzaba en aquel momento, lo quería más que nunca. Acercó su rostro y me besó, cerré los ojos y sentí una gota de sudor recorrer mi frente.

Mantuve los ojos cerrados.

-          Te quiero Sakura. – Me reí avergonzado, en una especia de llanto y risa. Tapé mi rostro con mis brazos, es que realmente jamás pensé verme tan femenino para alguien, jamás me atrajo la idea y por lo vergonzoso que lo estaba sintiendo dudaba en aquel momento que eso se volviera a repetir, aunque lo disfrutara en el fondo. – Déjame mirarte.

-          No.

-          Oye, Sakura…- sus manos hicieron cosquillas en mi estómago.

-          Eres un maldito, no quiero mirarte. 

-          Está bien, deja allí tus brazos entonces, haré que los bajes.

Permanecí con los brazos cubriéndome el rostro cuando levanto mis piernas muy alto y lo sentí entrar en mí con su cuerpo sobre él mío, de frente, cara a cara. Quería morir.

Me negué a hacer sonido alguno mientras se movía sobre mí, pero sentí aquella zona sensible estremecerse y una corriente eléctrica me recorrió toda la espalda, me incline hacia arriba y destape mi rostro sintiéndome sacudido de placer.

-          Aaah…. – Hide tomó mi entrepierna y comenzó a masturbarla también, en aquel momento lo miré a los ojos. La respiración nos faltaba a ambos mientras el sonido de las embestidas hacía eco en la habitación, ambos con el pecho sudado, las bocas abiertas, los labios nos temblaban y no pestañeábamos. Lo seguí mirando a los ojos mientras él me recorría con la mirada, observaba su erección entrando en mí, mi cuerpo siendo de él… la vergüenza se me ahogó entre las sensaciones que me causaba todo aquello.

Me sentí jodidamente pasivo.

En una parte de mi mente surgió la idea de disfrutarlo porque tal vez sería la última vez.

-          AAhhhh… Hide… Hide… - El movimiento de su mano estaba siendo sumamente rápido como reflejo de sus movimientos entrando en mí. Sentí que el final se acercaba y algo crecía tanto por delante como por detrás, comencé a respirar más agitadamente y mis piernas parecían convulsionar- Voy a…

-          Hazlo. 

Vi el semen salir de mi erección para ir a parar su pecho y al mismo tiempo sentí el punto sensible de mi trasero contraerse, no sé cómo me vi teniendo semejante orgasmo, ni recuerdo el sonido extraño que salió de mi boca, simplemente sé que en cuanto terminé me quede inmóvil mientras el cuerpo de Hide salía de mi interior para terminar fuera de mí masturbándose.

No me sentí lo suficientemente fuerte como para levantarme y masturbarlo yo mismo, quise decirle que terminara en mí como él me permitía hacerlo… pero sentí vergüenza de decir aquello en voz alta.

Solo lo vi acabar sobre mi pecho, observé sus rasgos al llegar al orgasmo, continuaba siendo la misma expresión de la primera vez… su respiración agitada sonaba más como un ahogo.

-          ¿Estás bien? – le pregunté mientras limpiaba el sudor de mi frente y trataba de calmar mi respiración.

-          Si… si…- respondió afectado- ¿tú?

-          Bien- afirmé. Sentía ardor y una abertura del tamaño de una pelota de tenis, pero nada demasiado doloroso como fue en un comienzo. Tal vez me arrepentiría al día siguiente, tal vez para siempre, pero no podía negar en aquel momento que lo había disfrutado.

Se acomodó sobre mí, abrazándome el abdomen y su cabeza descansando en mi pecho.

-          Eso fue… como un sueño… - susurró con la voz aún afectada.

-          No te acostumbres.

-          No… descuida, sé que tal vez nunca vuelva a suceder, pero debo destacar que ser el culpable de tus gemidos altos no tuvo precio. 

-          Ay cállate- le dije en tono de ruego y volteé la mirada en cuanto noté que levantaba su rostro para observarme. No quería mirarlo a los ojos.

-          Oye…

-          ¿Qué quieres? 

-          ¿Por qué te portas así? No es como si yo no fuera quien normalmente hace ese papel… ¿De qué te avergüenzas? – En mi mente se aparecieron mil ideas y respuestas, pero ninguna de ellas las podría decir en voz alta sin insultarlo ya que era su “papel” normalmente. Pero si, me sentía menos hombre… una barrera en mí de orgullo masculino murió en ese momento. Tal vez solo eran tabúes, pero aquello me tenía avergonzado. Temía que yo le fuera diferente ahora. Decidí desviar la respuesta por algo más fisiológico. 

-          Solo… es… difícil mostrarse tan… vulnerable…

-          ¿Vulnerable? 

-          Si… ya sabes… el descontrol… es mayor y no sé ni que expresiones hice… siento vergüenza de cómo me vi.

-          Pues… te veías atractivo, gozando, apretando esos cachetes que tienes- subió hasta la altura de mi cuerpo y comenzó a besar mi rostro, de inmediato mordió una de mis mejillas, una práctica usual de él post sexo.- Y hacías sonidos muy excitantes, deberías haberte visto… ¿Deberíamos grabar si esto pasa otra vez? - preguntó en tono sincero. 

-          ¿¡Qué!? ¡Claro que no! – mantuve el rostro escondido. Él se rio. Rara vez ocurrían estas situaciones en que él incomodo era yo.

-          Es broma… ya, recuéstate bien, quiero dormir un poco.

-          ¿No tienes hambre señor dominante? – me atreví a mirarlo a los ojos por primera vez, solo porque sentí más ligero el ambiente al realizarle al hablarle en tono de broma.

-          Si pero tengo más urgencia por acomodarme contigo, dormir un par de minutos, hablar tal vez, solo mirarte, no lo sé… solo… Quedémonos en la cama un poco, ¿sí? – me pidió con un puchero. Le sonreí. Lo comprendía. 

Se puso de pie y tomó la toalla del suelo limpiándose unas gotas de semen, me lanzó otra de las toallas. Me limpie también mientras él arreglaba las colchas de la cama que habían terminado en el suelo. En cuanto terminó abrió la cajonera y me lanzó un suéter.

-          Hace frío- observé el suéter, era nuevo. Hide tenía manía con comprarme ropa. Me lo coloqué y él también un enorme suéter de color blanco, tres tallas más grande que él.

-          ¿Ese de dónde salió? 

-          Te lo compré el año pasado pero nunca lo usaste.

-          Es enorme, entiendo por qué. 

-          Bueno, más ropa para mí. - reí. Teníamos dos armarios, dos de él y uno mío, pero él prefería usar mi ropa para estar dentro de casa aunque le quedara enorme.

-           Apaga la luz- le pedí.

Permanecí medio sentado en la cama mientras me acomodaba el suéter, sintiendo la incomodidad en el trasero, me sentí más tranquilo con la casi nula luz que entraba desde la ventana.

Cuando vi la silueta de Hide acomodarse junto a mí, me acomodé cerca de él, encima de su rostro, apoyando el codo en el colchón y sujetando mi cabeza con mi mano. Su respiración rozó mi mejilla... coloqué la mano sobre su estómago acariciando un poco de la piel que anhelaba.

-          Sakura…- susurró en tono tierno, el tono usual de nuestras conversaciones nocturnas.

-          ¿Sí? – Pregunté, pero él no respondió, al contrario… pasaron un par de segundos y un suspiro reemplazó su respuesta- ¿Qué te molesta?

-          ¿Qué es lo que te avergüenza? Dime la verdad. 

-          Hide…

-          No, dímelo… no creo que sea por tus gestos o ese tipo de cosas, te recuerdo que te he visto vomitar, te he visto en el baño y…

-          Ya, ya, ya no sigas, entendí. 

-          Entonces ¿Qué es?

-          Bien, hum… como lo decirlo…

-          Con palabras, solo escúpelo.

-          Já! Te dejo estar 5 minutos al mando ¿Y ya me tienes de pasivo aguanta broncas?

-          Ay no seas tonto, solo quiero que seas sincero, que solo lo digas y ya, sin preocupaciones... - su tonó era suplicante.

-          Está bien, lo que sucede es que... – tragué saliva para sentir que tragaba el valor para decir las palabras en voz alta- Siempre he creído que no tengo en mí lo… suficiente para retenerte, no me deja de sorprender que hemos permanecido juntos por tantos años y que pareces estar bien conmigo, parezco gustarte… solo no entiendo por qué… Físicamente, no me mantengo de igual forma que tú, no hago ejercicio, no cuido mis comidas, no… hay nada en mí que sea atrayente para nadie más que para ti. Sin embargo… he llegado a creer, que la única posibilidad era que mi personalidad es lo que te retiene, lo que te gusta… lo que tal vez no sea la gran cosa te atrae de alguna forma…- volví a tragar saliva, pero sentí un nudo en la garganta, ¿Por qué ventilar inseguridades tenía que ser tan difícil? Estuve seguro de que mi voz se rompería en la siguiente frase y así fue varias veces – Me asusta que mi personalidad cambie por estas “pruebas”… que me veas diferente, que no tenga mayor  poder de atracción sobre ti, que… no tenga como retenerte…  - una lágrima llena de pesar se me escapó. Lloraba tan pocas veces en frente de él… detestaba hacerlo. Las inseguridades de la vejez y las crisis de la edad tenían un peso emocional alto, podía asegurar eso. 

-          Oye, no… no llores... ven aquí- Sus brazos me envolvieron y empujaron hacía él. Me recosté junto a su cuerpo y me permití dejar escapar un par de lágrimas más que estaban ahogándome un poco. – No tienes nada de que temer, mi atracción por ti va mucho más allá de los cambios de la edad, de lo que pueda pasar con tu cabello, tu piel, o tu personalidad, Sakura… tu personalidad ha cambiado mil veces desde que me comenzaste a gustar y cada vez que te conozco más, que profundizo en quien eres me encanto más… es tu mente la que me ata a ti, como eres… lo que haces de esta relación es lo más preciado para mí. No pienses ni por un segundo que no eres especial, que eres menos atractivo o menos interesante, porque te juro que nadie valora más quien eres que yo… Ya… no llores Sakura…- me quedé mudo frente a sus inusuales palabras. 

    Hide acarició parte de mi rostro mientras decía lo último, buscó a tientas mis mejillas para limpiarlas y en cuanto toco mis labios con sus dedos, acercó los suyos para besarme. No permití que fuera un beso corto, busqué su lengua para acariciarla y agradecerle sus palabras, me concentré tanto en el beso que ni fui consciente de cuando me monté sobre él sujetando sus piernas alrededor de mis caderas, él como siempre se dejó llevar. Continúe besándolo hasta que la falta de aire me agitó lo suficiente como para alejarme desesperado de sus labios.

-          Aah… casi muero asfixiado- me quejé entre risas y respiraciones agitadas. Él estaba bien, tenía mucho mejores pulmones que yo.  

-          Exagerado… bésame más… te extrañé- Sentí que el corazón me dio un vuelco. Solo cuando la oscuridad nos invadía y estábamos completamente solos nos permitíamos ser trasparentes, eran los momentos que protagonizaban mis mejores recuerdos.

-          También yo… - Me acerqué a su rostro buscando sus labios entre la oscuridad y luego de deslizarlos por su mejilla por fin los encontré, suaves, blandos, con la textura perfecta que mi mente había memorizado tan bien. Disfruté de los movimientos de su lengua buscando masajear la mía, sus piernas me aprisionaron más hacía él y un gemido se me escapo, haciendo vibrar nuestros labios. Ambos reímos por la sensación. Apoyé mi frente en su mentón. 

-          Siento que ha sido una noche de emociones -confesó- Aunque sea lo mismo que nos sucede todas las primeras noches.

-          Si… nada cambia… eso es lo único bueno de vernos cada varios meses, es que el primer día me siento tan feliz de verte que siento que la cara se me romperá de la sonrisa.

-          Tu sonrisa es preciosa. - el tono de voz en que lo susurró me causo escalofríos. 

-          Oye no digas cosas tan homosexuales, me haces ruborizar. – me quejé.  El rio.

-          Sakura…

-          ¿Mmm? – Esta vez yo me acomodé en su pecho. Inhalé su aroma.

-          ¿Te sientes inseguro… de esa forma en que lo describiste… Por cómo es nuestra relación? 

-          ¿A qué te refieres? 

-          A que si yo, por dejarte solo, ¿Crees que no te aprecio? 

-          Hum… no te culpes, creo que es más por una crisis de la edad en la que no me encuentre francamente atractivo. 

-          Pero lo eres, está oscuro, pero te juro que sé que esos cachetes están ahí y me excito- dijo de forma rápida. Me reí.

-          Eres un idiota.

-          Si, pero uno que se excita con tus cachetes.

-          Deja mis cachetes- le exigí cuando sus manos comenzaron a palpar mi rostro buscando mis mejillas- Mmm… ¿Puedo preguntar algo yo? 

-          ¿Qué sucede?

-          Puedo saber por qué no terminaste… hum… ¿Dentro? – escuché el tono de mi voz raro hasta para mí mismo. 

-          ¿Querías que lo hiciera? – sonó extrañado.

-          No es que la idea me cause algo… solo me sorprendió que no lo hicieras…

-          Es que si lo hacía, luego cuando fueras al baño te sentirías mal…

-          ¿Ah? ¿Cómo te sucedía a ti? – tuve un pequeño recuerdo de él enfermo del estómago en varias ocasiones en los primeros años de nuestra relación.

-          Si…- su voz sonó tímida.

-          ¿Aún te sucede?

-          Mm… cuando estamos juntos… suelo limpiarme de inmediato si es que no lo hacemos en el agua, por eso no me enfermo luego…

-          Ya veo… hum… gracias… - nuevamente me sentí avergonzado. Él lo notó.

-          Ven aquí cachetes avergonzados, dame más besos.

-          Humm…- Le di dos pequeños besos y sentí su sonrisa en ellos. Luego me acomodé junto a él. 

-          Quiero dormir…

-          ¿No quieres comer? 

-           No aún, si te levantas luego prepara algo, ¿sí? 

-          Está bien, descansa. 

-          También tú. – Me tapó hasta el cuello y nos acomodamos ambos, uno junto al otro. Estiré mi mano para acariciar su cabello unos momentos. Así los minutos trascurrieron y yo me concentré en el sonido de su respiración y el olor de su piel. Tal vez para nadie tendría sentido un momento en que a oscuras estén simplemente cerca de su pareja en silencio mientras se esté por dormir… pero para mí, era de los pocos momentos en que podía sentir que mi conexión con él rozaba la dependencia y al mismo tiempo estaba forjado en la autonomía de nuestras decisiones. Fuera complicado o no lo que teníamos, era invaluable para ambos. Y me sentí feliz de callar las dudas, confiaba en sus palabras más que en mis miedos.