-
No me observes así sin
besarme. – dijo con voz coqueta, parecía estar jugando. Mordió sus labios
observando los míos a la distancia.
Lo miré impresionado… la timidez del
Hide que yo conocía no estaba allí. Tal vez la ebriedad le estaba pasando la
cuenta. Tal vez realmente no hubiera sido difícil para el chico rubio acostarse
con él si Hide estaba así de ebrio.
-
No me hagas besarte si
hueles a alcohol.- le dije intentando evitar demostrar cuanto quería realmente
besarlo, no debía hacer aquello.
-
Hum…- volvió a susurrar
cerrando los ojos esta vez. Rompiendo el contacto de nuestra mirada. Suspiró y
volteó la mirada.- ¿Esa es una pizzería? – Su tono casual no lograba ocultar
algo de su orgullo herido por mi respuesta. Pensé en cuantas personas le habían
negado un beso.
-
Si… a veces vengo por
las noches.
-
Bien, vamos a comer y a
beber.- dijo algo más alegre, aun ebrio pero esta vez logrando ponerse de pie
fuera del auto.
Entré tras
él al local, no sin antes tomar una gran bocanada de aire. Necesitaría fuerzas
para mantenerme tanto tiempo junto a él. Parte de mi sistema de defensa le
asustaba que yo pudiera volver a amar a Hide y nuevamente me viera enfrentado a
alejarme de él. Pero otra parte de mi quería un adiós real y no ese enredo de
silencios que tuvimos años atrás. Otra parte, tenía una esperanza mínima de que
Hide me quisiera aún como en aquellos años y tal vez poder retener algo de él
conmigo y así no perderlo nunca del todo. Lo que fuera, mi mente parecía
dividirse entre sí entregarse a las posibilidades o huir con la fatalidad de
mis emociones asustadas.
Hide se
sentó en la mesa más lejana y escondida, a pesar de que no había nadie, yo fui
directamente a hacer el pedido para evitar que alguien tomara nuestra orden y
vieran así a Hide, probablemente reconociéndolo. De la misma forma, le pedí a
la chica de la caja avisarme cuando la orden estuviera lista.
-
¿No atienden por mesa? –
preguntó Hide intrigado, ya sentado cómodamente, con una de sus manos
soportando el peso de su rostro.
-
No, yo no acostumbro
lugares refinados Hide. – le dije riendo mientras me sentaba.
-
Lo sé… - su voz sonaba
algo apagada, sus ojos se veían cansados.
-
¿Quieres irte? Podemos
llevar la pizza a mi departamento y comer allá, puedes descansar si quieres…
-
¿Ya quieres llevarme a
tu departamento?- me preguntó mientras hacía un gesto coqueto con sus
cejas. Idiota. Yo me reí, no podía
evitar hacerlo. De cierta manera, me sentía feliz. Asustado, nervioso, ansioso
pero feliz.
-
No soy necrofílico Hide.
-
¿Qué? – el me observó
sin entender, suspire. A Hide siempre había que explicarle las bromas.
-
Que pareces más muerto
que vivo, no pretendo violar a un muerto.
-
Hum… violar… - susurró ebrio concentrado y observando a la nada. Realmente su actitud
era muy coqueta cuando estaba bajo los efectos del alcohol.
-
¡Su orden esta lista
señor!- gritó la chica de la caja. Observé a Hyde que parecía está analizando
las moléculas del aire y me dirigí a buscar la pizza, hablarle cuando estaba
así de ebrio seria un desafío. Definitivamente no sería una charla constructiva
a no ser que me embriagara tanto como él.
Cuando llegué
a la mesa, partí los trozos de pizza y le di una a él junto con una bebida, por
acto reflejo él se sentó a devorar la pizza. “Sigue siendo el mismo” me volvía
a repetir, de alguna manera, desde que lo había visto me había centrado en
buscar huellas de lo que era el Hide de mis recuerdos.
-
¿Y qué tal Vamps? ¿Cómo
es el clima de la banda? – le pregunté intrigado, realmente quería saber cómo
era su entorno y así tal vez saber indirectamente como estaba realmente.
-
Kaz… - dijo con la boca
llena de comida.- Kaz me recuerda a ti.- me observó a los ojos, con la boca
llena de comida, esperando mi reacción. ¿A mí? Eso no me lo esperaba… Me sentía
muy distinto a Kaz. En todo. Aunque no lo conocía demasiado, solo podía juzgar
su personalidad.
-
¿Te acuestas con Kaz? –
fue lo primero en lo que pensé. Por
alguna razón mi pregunta fue en un tono alto y la chica de la caja de la
pizzería junto a una compañera dirigieron su mirada a nosotros, Hide lo notó y
de inmediato se volteó para que no vieran su rostro.
-
¿¡QUE!? – dijo alterado,
asustado y algo avergonzado.
-
Dijiste que se parecía a
mi… por más que lo pienso no logro encontrar similitudes así que fue lo primero
en lo que pensé. Así que te acuestas con él…- observé sus reacciones… Hide
estaba sonrojado. Realmente quería saber si aquello era cierto.
-
¡Claro que no! ¿Cómo me
preguntas eso? – dijo tragando con dificultad. Bebió algo de bebida y continuó
dirigiéndome una mirada de recelo.
-
Sigo creyendo que te
acuestas con él… por algo tienes esa mirada. Hasta parece que estás nervioso.-
Yo me reía de él, era difícil no hacerlo.
-
Sólo estoy avergonzado
idiota… además Kaz tiene familia, él ni siquiera comparte conmigo si no es
necesario, deja de… decir que me acuesto con él. – esta vez su voz sonaba ofendida.
-
Ya… pero no te hagas el
ofendido, todos hablan de lo fácil que es pasar una noche contigo.- le comenté
casi con inocencia.
-
¿Qué? ¿Me estas
reclamando algo? – Dejó su trozo de pizza en la bandeja, con expresión
indignada, realmente le habían molestado mis palabras.
-
¿Por qué reaccionas así?
¿Te ofende llevarte chicas o chicos a la cama?- Yo continué comiendo.
-
No es eso… pero el tono
en que lo dices realmente no me gusta Ya-chan. – Vaya… aun me llama Ya-chan. La
mirada de Hide tenía un brillo que fácilmente se podía interpretar como dolido.
-
Escuchas lo que quieres
escuchar. Yo sólo digo lo que escuché.
-
¿Por qué estás diciendo
estas cosas? ¿Qué sabes tú?
-
Sé que en el baño hablan
de ti como si fueran llegar y llevarte a la cama; y aquello me enfureció.- le
solté con sinceridad ante su enfado. Lo miré a los ojos, ambos estábamos
enfadados, pero algo cambio en su mirada.
Aun estaba ebrio, pero pareció analizar un poco lo que había dicho y solo
se quedo en silencio.
-
¿Celos? – Hide escogía
esconder el enfado en coqueteo. Tal vez eso lo aplicaba a todo, como una forma
de evitar causar líos.
Me lo pensé un segundo, negar el hecho de que me molestaba que alguien más
lo tocara con libertad y hablara de él con propiedad me enfermaba era ridículo,
pero no eran solamente celos, era enojo, preocupación por que un idiota lo
dañara, preocupación por lo que lo llevaría a prestar su cama a alguien
distinto todas las noches. ¿Cómo se sentiría después de que los extraños se
fueran por las mañanas? ¿Cómo se sentiría las noches que duerme solo?
Exactamente ello me enojaba, saber que hacía algo tan banal como caer en el
sexo casual para tapar un poco la soledad.
-
Sólo no quiero que te
dañen Hide. – mis palabras sonaron más sinceras de lo que quise. Fácilmente él vería
a través de mí. Agradecí que estuviera borracho, tal vez ni siquiera las
entendería.
Él suspiró y
continuó comiendo, esta vez más lento. Podía ver como un pozo hondo de
pensamientos se formaba en su mente, sus ojos estaban perdidos en sus propias
deducciones. Comencé a comer y a beber, disfrutando un rato junto a él… antes
de que me diera cuenta le solté un par de bromas, anécdotas e historias.
Compartimos análisis sobre la vida, el universo y leyes físicas.
Olvidamos
los años perdidos en solo unos minutos mientras comíamos y sin darnos cuenta
ambos estábamos un poco ebrios al amanecer.