martes, 7 de noviembre de 2017

EXTRA Memorias en la Piel: Raíces



Narrado por Hyde
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               
-              Vístanse aquí ustedes dos, no toda la ropa es de sus tallas así que espero puedan encontrar algo adecuado. – Nos dijo la estilista de la revista encargada de aquella sesión fotográfica. Cerró la puerta al irse dejándonos a Sakura y a mí solos, en aquella pequeña habitación llena de ropa.

Observé a Sakura unos segundos, quien me observaba también a mí inquieto; desvié la mirada sonrojándome un poco bajo sus ojos. Hacía meses que existía una especie de química extraña entre los dos… desde allí que los juegos entre nosotros a veces eran más significativos de lo que parecían entre bromas. Me preocupaba que sus palabras tuvieran una importancia para mí algo exagerada. Me preocupaba que lo miraba de forma distinta, que lo sentía especial y que me sentía especial junto a él.

-              Bien… a desvestirnos supongo. – dijo tomando la iniciativa y quitándose la playera. Ya había visto su torso muchas veces… en muchos lugares, pero jamás estando solos y sintiendo lo que sentía… Que ridículo me percibía. Como una colegiala que escribía cartas de amor en un diario secreto para un compañero precoz y con espinillas, que apenas si sabía afeitarse.  Así de inmaduro me sentía, así de idiota, así de… virgen. – ¿Qué color usarás?

-              Ehh… supongo que blanco, como siempre.

-              Entonces yo negro, como siempre- reí.

-              No seas cínico, no es como si usaras otro color.

-              Oye, tal vez tengo una razón para ello…- me dijo con una sonrisa pícara, que interrumpió el movimiento con él que planeaba quitarme la playera. Me quedé quieto bajo su mirada,  patético y avergonzado de mostrar mi pecho desnudo… nada de musculoso como el de él… nada de masculino.

-              ¿A sí? ¿Cómocuál? – lo vi desabrochar el botón de su pantalón y bajarlo junto a su ropa interior de un solo tirón. Para burlar mi atención de sus intimidades, me distraje mirando su muñeca.

-              Tal vez quiero ser el Yang de tu Yin.- susurró entre risas coquetas pero no le tomé atención.

-              ¿Qué es lo que tienes ahí? – le dije apuntando su muñeca que descansaba en su cadera, pero él siguió el camino errado de lo que apuntaba mi dedo y miro en su… Luego se sonrojó un poco antes de preguntar…

-              ¿Un pene?  

-              Idiota no,   lo que brilla en…- Sakura miró en mi dirección y sin quererlo terminé por mirar su entrepierna y tartamudeé.

-              Es mi pene Hide.

-              ¡En tu muñeca! – le grité avergonzado, pero entonces el idiota tomo su pene entre sus manos.

-              Te digo Hide que es mi pene. – Dijo antes de reír fuerte. Yo solo pude acompañar sus risas de forma avergonzada. ¿Cómo es que siempre me hacía ese tipo de bromas?  - Es una pulsera de cobre, me lo dio una ex novia, simbolizaba “fortaleza” o algo así me dijo, nunca me la quito… pero es por costumbre.- agregó con tono preocupado.

-              Ya veo… ¿Has tenido muchas relaciones largas? – Me decidí a mantener conversaciones triviales  para lograr desnudarme y vestirme sin que mis nervios y mi vergüenza ante su mirada se apoderaran de mí.

-              No, tengo un problema y es que mis sentimientos no son precisamente duraderos. – Auch. Bien, no era una conversación muy trivial. – Nunca he sentido que puedo querer a alguien para toda la vida así que… tampoco lo intento. -  Lo vi colocarse la ropa interior nueva que nos habían dado. - ¿Por qué tendremos que colocarnos ropa interior nueva? ¿No confían en que la usual este limpia?

-              Supongo que es para prevenir accidentes- le dije algo divertido esta vez. Me escondí detrás de una mesa y me quité la ropa interior también.

-              Oye, ¿Por qué te escondes? No es justo que solo tú me veas – dijo en tono entre molestia y broma, entonces comenzó a caminar hacía mi llevando solo la ropa interior nueva. Yo estaba completamente desnudo. – Déjame mirarte también.

-              ¿Qué? ¿Qué haces? Aléjate- me apresuré en ponerme de pie sin aún lograr vestir mi entrepierna y comencé a rodar la mesa, tapándome lo que pudiera con mis pequeñas manos huyendo de él.

-              ¡Ven aquí, déjame verte!

-              Maldita sea Sakura, no bromees así, déjame vestirme tranquilo, ¿Qué es lo que te pasa? – le gritaba mientras corría. El reía mientras me perseguía.

-              Mira que pequeño trasero es ese…- decía entre risas.

-              ¡Ya maldita sea, déjame! – sin darme cuenta mis ojos se llenaron de lágrimas, tal vez fue por la vergüenza. No quería que me viera, no quería que pensará nada feo de mi cuerpo.

De pronto me alcanzó, abrazándome fuertemente por mi cintura desde la espalda.

-              Te atrapé. – dijo triunfador. Sus manos me aprisionaron de forma firme, intenté soltarme más avergonzado que nunca.

-              ¡Suéltame! ¿¡A que mierda juegas!? – intenté limpiarme las lágrimas antes de que él las viera, pero estaba tan nervioso que mi mano tembló y él lo notó.

-              A atraparte... -  susurró despacio - ¿Por qué lloras?

-              ¡Porque pareciera que me acosas y me pones nervioso!  - ¿Por qué lloraba? Además de vergüenza porque me viera, tenía miedo de que lo que viera no le gustara. Que idiota me comportaba.

-              Calma… todo está bien… - uno de sus brazos se soltó de mi cintura y acarició mi cabello. – No te asustes… todo está bien – a medida que susurraba y repetía que todo estaba bien, comencé a calmarme y el ambiente se tornó algo cómodo… A pesar de que estábamos los dos allí, ridículamente desnudos y abrazados.

-              ¿Por qué siempre me molestas o me haces bromas así? – le pregunté con un puchero en los labios. Apoyó su rostro en mi hombro y me tensé. A pesar de lo que había soñado con estar cerca de él, su piel desnuda rozando la mía sobrepasaba los límites de mi imaginación.

-              Porque siempre tienes toda mi atención – susurró antes de reír de forma suave y besar mi mejilla.

Me sonrojé.

Respiré hondo y me armé de valor para preguntarle.

-              No sé porque dices esas cosas… ¿Qué esperas de mí Sakura? ¿Qué me gustes? ¿Ser una conquista más para ti?

-              ¿Ah? Claro que no… ¿Quién sabe si tal vez estos juegos terminan por unirnos para siempre?

-              Que cursi resultaste ser – le escupí de forma amargada. ¿No podía simplemente haber respondido qué pretendía?

-              Si… no me avergüenza serlo contigo, tal vez porque eres más vergonzoso que yo.- Se movió un poco y se acercó, sentí parte de su cuerpo desnudo rozar mi trasero y di un salto enorme.- Oh, lo siento… ¿Te suelto?

-              Mmm… está bien… no, no me sueltes.

Sentí un pequeño ruido a lo lejos; “miu” “miu” “miu”, de pronto el contexto de mi recuerdo se hizo borroso. Sentí la luz de la mañana entrando a través de mis parpados y cuando fui consciente de ello, el sueño ya se había ido por completo.

Quise volver a él aunque sabía cómo continuaba aquel recuerdo, lo quería vívido en mí, aunque fuera en forma de sueño, quería volverlo a sentir... pero los pequeños maullidos no cesaban y terminé por despertar del todo.

Abrí los ojos y lo primero que divisé fue el cabello negro enredado de Sakura bajo mi cuello, el grandote se había dormido abrazado a mí.

Me enternecí al mirarlo.

-              Ahora no puedes decir que tus sentimientos no son duraderos- susurré muy despacio y me acerqué para besar su frente cada vez con menos cabello. Sonreí. Estábamos viejos, ambos muy distintos a como nos conocimos, pero las marcas de la edad en él me parecían adorables. Lo quería tanto como la primera que dimensioné cuanto lo quería.

Mi Sakura.

Con mi nariz acaricié un poco de su cabello sintiendo el fuerte olor a shampoo.

-              Mmmm…- se quejó entre sueños.

Me reí despacio y continúe mirándolo hasta que nuevamente escuché aquellos ruidos.

“Miu” “Miu” “Miu”

-              ¿Qué rayos?  - Me moví con cuidado de no despertarlo y me coloqué la bata para salir en búsqueda de los maullidos. Antes de cerrar la puerta suavemente volví a mirarlo dormir no pudiendo evitar sentirme conforme con aquel momento, como cada vez que la vida me permitía estar junto a él y cuidarlo a mi manera, aunque fueran pocos días o pocas horas, aunque no fuera el tiempo suficiente... lo valía.