~ Hyde
La luz de la mañana comenzaba a atravesar las cortinas.
Mis ojos pesaban, me sentía aturdido a causa del sueño, y aun así, los
pensamientos no dejaban gritar en mi mente.
¿Qué está bien y qué está mal? Había aceptado una situación que me parecía
cómoda, pero… mi corazón seguía sintiéndose tan… pesado. Como si cargara una
piedra amarrada a sus arterias.
Sentía una confusión de aquellas que sólo eran dignas de novelas. Me estiré
en la cama, la cual se sentía demasiado vacía al sólo tenerme a mí allí.
Sakura insistió en dormir en el sofá. Al parecer quería estar solo para
analizar lo sucedido, para arrepentirse tal vez. Solo sé que decidió estar solo
y que no durmió mucho más que yo, sentí sus pasos y su presencia caminar por
los pasillos, además de preparar un sin número de cafés durante la noche. No
estaba seguro de que nuestro plan de ayudarnos mutuamente sirviera si seguíamos
manteniéndonos separados, pero… ¿Permanecer juntos ayudaba? O ¿Es que sólo la
gran química que existía entre nosotros opacaba un poco de aquellos sentimientos?
Hice un gesto exasperado, ¡Ya no quería pensar más! Mi cabeza no dejaba de
analizar y procesar información, y aunque lo hacía de forma lenta a causa del
sueño, se negaba a dejar ir aquellos pensamientos.
Mi corazón se sentía frustrado y algo asfixiado, tener a Sakura cerca sólo
alborotaba mis emociones… ¿Qué era él
para mí? Sentía que lo apreciaba, tal vez más de lo que yo mismo notaba, sin
embargo… mi afecto por Kaz era demasiado fuerte para comparar siquiera, o tal
vez se debía a que el dolor de su pérdida, su falta y su negación a mi cariño,
era demasiado reciente.
“Ya basta” me dije cerrando los ojos.
Debía obligarme a dormir o me arrepentiría durante el día si continuaba con
aquel retardo por falta de descanso.
Comencé a contar para dejarme ir por el sueño, sin rendirme, conté mis
respiraciones, pero a pesar de llevar 422 nada parecía hacer efecto. Entonces
decidí levantarme, pero dudé antes de salir de la habitación.
Antes de que por la noche anterior nos despidiéramos… Sakura se acercó a
mí, pensé que me besaría y cerré los ojos, sin embargo aquello no ocurrió, él
se alejó y sólo susurro “buenas noches” dándome la espalda. No dije nada… pero
me sentí avergonzado. No quería pensar al respecto, ya era suficiente con todo
lo que había en mi cabeza.
Suspiré, realmente era una situación difícil... me sentía solo, incluso
estando en su casa.
Recorrí el pasillo hasta la sala de estar, arrastrando el pantalón de
pijama que Sakura me había ofrecido. En cuanto estuve allí mis ojos lo
buscaron, hasta que dieron con un bulto en la alfombra. Un bulto grande, de
cabello negro y cachetes un poco inflados.
Lo observé bien con algo de gracia mientras roncaba, parecía que se había
caído del sofá mientras dormía. Me acerqué y me acurruqué junto a él en la
alfombra.
Olía a cigarro y café, su boca
estaba entre abierta y su cabellera se mantenía pegada a su frente por un poco
de sudor. Sus pies estaban descalzos, vestía la ropa oscura del día anterior,
siempre negra. Sus parpados parecían estar descansando de forma pacífica.
No podía dejar de observarlo, al igual que Kaz, Sakura me trasmitía mucha
paz, la diferencia era que este último, sólo lo hacía dormido, despierto era un
arma de destrucción masiva que despistadamente rara vez notaba qué rompía.
Mientras lo observé dormir, recordé el por qué todo había surgido entre
nosotros… él era probablemente
la persona más significativa que había existido en mi vida… apareció en el
momento preciso en que la vida tomo un giro y comenzó a parecer perfecta para
todos, menos para mí. Sakura llegó con su discurso poético y único, a colocar
preguntas en mi cabeza y me salvó de caer en la superficialidad que se estaba
formando alrededor de mi vida en aquella época.
El siempre fue
ligeramente diferente ante los desconocidos, e infinitamente diferente para
todos quienes llegaban a tener una simple conversación con él. Sakura tuvo una
enseñanza muy tradicionalista en la búsqueda de su identidad, aprendió y se formó
con bases muy sólidas sobre la vida, sobre la música y sobre como quería vivir
su estilo de vida. Aquello que yo consideré una cualidad nos llevó en
innumerables ocasiones a tener debates en la banda sobre decisiones que debían
tomarse rápido, y aunque muchos staff odiaban aquella actitud de Sakura, a mi
nunca dejó de parecerme inteligente. Incluso con los años, permanecieron en mi
mente recuerdos sobre aquellas discusiones en que él nos hacía notar de forma
indirecta que todo lo que hacíamos no era buscando aprender o informarnos sobre
algo, sino que simplemente buscábamos tener razón, cuando lograba que nos
percatáramos de ello, encendía un
cigarro y se sentaba al fondo de la habitación acomodando sus pies en algún
asiento, en señal de “mi trabajo está hecho”, aquellas actitudes en forma de
recuerdos siempre me sacaban sonrisas.
Independiente de la
situación y el contexto en que nos encontrábamos, sentía gratitud por ese bulto
de cachetes graciosos. Y lo quería, porque lo conocía y me conocía, porque nos
aceptábamos y nos habríamos cuidado bajo cualquier circunstancia si nos lo
pedíamos. Por aquello, lo quería. Era lo único claro.
Me decidí a
preparar el desayuno, definitivamente aquello no era típico en mí y tras un
intento de copiar un par de recetas demasiado complicadas en la televisión,
pedí comida a domicilio.
El repartidor tocó el
timbre 3 veces de forma exagerada, lo que despertó a Sakura, recibí la comida y
no le di propina por su agresiva forma de llegar. Sakura se puso de pie
mientras yo acomodaba la comida en la mesa frente al televisor… por alguna
razón, nadie dijo nada, el silencio nos acompañó y me sentí como en aquellas
tardes en que tomaba el té con mi abuela, en la paz de su jardín.
Por ello, serví un
poco de té.
-
¿Desde cuándo bebes té en la
mañana? - ambos nos sentamos en el
suelo, frente a la pequeña mesa de centro.
-
Bueno… van a ser las 12 del día. No
suelo hacerlo, sólo se me antojó y recuerdo que a ti te gustaba beber té. – Noté
que me observaba con una mirada bastante profunda, que me hizo ruborizar.
-
No desayuno desde hace años. – dijo
con una sonrisa al mirar la comida.
-
¿Por qué? – le pregunté extrañado.
-
Perdí la costumbre. – dijo en un
tono que le restaba importancia.
-
Ya veo… ¿tu novia tampoco desayuna
entonces?
-
Ella suele estar de viaje y si no,
trabaja desde muy temprano, nunca estoy despierto cuando se va.
-
Y ti no te gusta comer solo…
-
Mm…- asintió. Yo sabía bien eso, en
el pasado… aunque le hubiera dejado la cena preparada, no comía si estaba solo…
cuando nuestra relación se acabó y debió vivir solo, bajo rápidamente de peso,
aquello me preocupó mucho más cuando deje de verlo…- Oye no me mires así… estoy
bien, he estado bien.
Le
sonreí… ¿Siempre había sido entre nosotros? El podía leer tan fácilmente mis
preocupaciones?
-
¿Sabes? – su voz sonó suave...-
Cuando nos alejamos por última vez… solía recordarte al desayunar… y aunque al
comienzo me aferre a esos recuerdos, con el tiempo debí evitarlo para dejarle
ir, así que muchas costumbres en mí… cambiaron.
-
Sabes bien por qué.
-
No, no lo sé, entiendo lo que
sucedió, entiendo que iba a ser difícil mantener una relación en que ambos
tuviéramos objetivos distintos, entiendo que habrían distancias grandes,
entiendo que el peligro de ser vistos juntos en ese momento, eso lo entiendo
bien, ¿Por qué? ¿Por qué renunciaste? – apreté mis puños. No quería llorar,
aunque sentía las lágrimas allí, no quería.
-
¿Es que todo lo que dijiste te
parece poco?
-
¡Claro que sí! – le respondí con un
tono que delataba mi pronto estallido de lagrimas.
-
Hyde… - susurró sin voltearse a
mirarme, cerró sus ojos con pesar.
-
Está bien, no tienes que darme
explicaciones ahora, sólo… es que siempre quise entenderlo… jamás hubieron
respuestas…
-
Sabía que si permanecíamos juntos,
se te metería en la cabeza que no seguirías la banda sin mí, te conocía y en
ese tiempo eras muy arrebatado e insistente… todos en la agencia me querían de
fuera desde antes y no quería… que cayeras conmigo.- Continuo con la misma
expresión de preocupación y sus ojos cerrados, lo que me permitió llorar sin
ser visto.
-
Maldito egoísta, hubiera estado
feliz de caer contigo si hubiera sido el caso…
-
¿Y crees que yo hubiera podido con
esa culpa?
-
Sakura…- Tapé mi rostro con mis
manos. El no sabía todo lo que yo había sufrido, todo lo que lo esperé, cuanto
deseé que apareciera y todos los años en que me abrazaba a mi mismo imaginando
sus brazos…
-
No hablemos más de esto. – Se puso
de pie, frotando sus mejillas con el dorso de ambas manos, sólo en ese momento
noté sus lagrimas.
-
Solo respóndeme algo.
-
No Hide…
-
Sólo dime si te arrepientes… - lo
miré a los ojos, estaba seguro que mi expresión era tan dolida como la de él.
-
Si…- susurro despacio, nuevamente
cerrando los ojos con pesar. Lo vi presionar sus puños y volvió a tapar su
rostro… esta vez comenzó a llorar mientras sus hombros temblaban. Lo mire
sorprendido, había estallado… ¿Cuándo fue la última vez que lo vi llorar? Una
vez que discutimos, pero solo habían sido dos o tres lagrimas, esto no era
igual…
-
Ven.- le pedí, estirando los brazos
desde mi posición, él camino hasta mí y recostó su rostro en mis piernas, aun
tapando su rostro, aun con sus hombros temblorosos.- Shhhh… estoy aquí, no
llores más… - acaricié su cabello y busqué alejar sus manos de su rostro, pero
él no me lo permitió.
Sólo
me quede allí, susurrándole que todo estaría bien, seguro de que sus lagrimas
eran pesares del pasado y no actuales. Se abrazó a mí y permaneció quieto hasta
que se calmó. No dejé de mirarlo en ningún momento, me regañé a mí mismo, por
sentir ternura al verlo llorar, pero no podía evitarlo, Sakura era muy rudo y
desastroso en muchas cosas y en otras… era sincero, ingenuo y tierno. Me
gustaba, aun parecía el mismo.
-
Lo siento… - susurró con un gesto de
disculpa…
-
Está bien… uno jamás debería
disculparse por llorar… - Sakura se levantó y se detuvo frente a mí, quedando
su rostro frente al mío. Se acercó lentamente, y junto su nariz con la mía.
Sentí su aliento rozarme… y nuevamente el corazón pesado.
Cerró
los ojos y acercó sus labios a mí, contemplé con los ojos abiertos como se
acercaba a besarme, ésta vez, mis manos tomaron sus mejillas para profundizar
el beso. Aun así, no fue tan largo como quise en aquel momento… En cuanto separó sus labios de los míos, un
sonido baboso y suave se nos escapo de entre los labios, no pude evitar sonreír. Lo miré a los ojos, sus ojos hinchados y sus
mejillas algo acaloradas, me hicieron querer protegerlo. Lo abracé.
-
Esta vez, no importa que suceda, si
terminamos esto o lo que sea, no puedes decir adiós para siempre, no puedes
desaparecer.
-
Hide…- su voz sonaba dudosa
-
Promételo. – hubo un silencio.-
¡Promételo!
-
Está bien… - nos miramos a los ojos
un poco, calmándonos… o al menos eso sentí. – Esto está demasiado tenso, veamos
una película ¿Te parece?
Asentí, cualquier
distracción sería bienvenida.
Sakura sirvió más
té y unas galletas que había comprado y estaban cerca de caducar. Eligió una
película que estaba comenzando en la televisión, gran parte del día se hizo
agradable mientras la vimos una y discutíamos lo que nos fascinaba de ella,
esta trataba de un astronauta, que en un viaje a orbita se había perdido en el universo y moriría allí
definitivamente, sin embargo, había encontrado la forma de comunicarse con su
hija a través de otras dimensiones que él lograba cruzar desde su punto en
órbita.
-
¿A quién buscarías para comunicarte
en medio de la nada? – Me preguntó con la boca casi llena de comida.- ¿Si tan sólo
lograras encontrar las coordinadas perfectas para atravesar una dimensión, pero
sólo tienes una posibilidad de comunicación, con quien sería?
-
En este momento…- le respondí
mascando de la misma manera. Como un cerdo hambriento con la boca llena. –
Contigo. – El se volteó a observarme.- No tengo muchas más opciones, mantengo
distancia con mis padres y mi familia en general, mis amigos más cercanos sólo suelo
verlos una vez por año y aunque los aprecio no son exactamente prioritarios de
forma afectiva. En otro momento tal vez hubiera elegido a alguna pareja, algún
amor… pero si hablamos de ahora, o de cualquier momento en que no tuviera una
prioridad, te buscaría a ti.
-
¿Por qué? – dijo de pronto. Lo miré
asombrado, la respuesta me parecía demasiado obvia.
-
Porque eres la persona más
significativa en mis historia Yaa-chan.- le dije antes de darle otro mordisco a
mi galleta, restándole importancia a mis palabras con aquel gesto. El
continuaba contemplándome. Luego dirigió su atención nuevamente a la película.
Cuando la película
finalizó me dijo que debía ir a trabajar en el estudio, por lo que yo me
quedaría solo por unas cuantas horas…
Antes de marchar,
me sugirió que leyera un par de libros que estaban en su habitación, luego se marchó,
despidiéndose de mí, con una pequeña caricia en mi cabello.
En cuanto me quede
solo, me di un baño y ordené un poco el
departamento.
Me coloqué una
nueva pijama de él y decidí ponerme en contacto con mi manager, para que
cancelara mis planeaciones cercanas, él insistió en preguntarme si estaba bien,
donde estaba, con quién y cuándo volvería a trabajar. Como mi respuesta fue un
silencio el término por disculparse antes de que yo le diera algún sermón.
Me paseé por la biblioteca de Sakura y leí
algunos títulos. Nada llamaba mi atención, comencé a pensar en las dimensiones
nombradas en la película… ¿Existían?, entre los libros vi “LA BIBLIA” ocupando
un gran lugar entre los libros, opacando los demás con el color de sus letras.
¿Qué diría una religión tan conservadora como la cristiana sobre eso? “Dios en
su infinidad puede crear mil mundos en uno solo” me dije a mi mismo, imitando
en forma de burla una posible respuesta de algún viejo sacerdote. ¿Por qué
tantas personas eran cristianas? En mi país la idea resultaba ridícula, existía
la visión de que las personas con religiones eran ignorantes que buscaban
convencerse de algo, para disminuir el esfuerzo mental. Sin embargo… incluso en
la mayor de las ignorancias, todos los humanos somos receptivos en algún nivel,
es decir que todos en algún momento sufrimos de preguntas sin respuestas. La
biblia no podría con todas las respuestas, incluso en su fantasía inmensa de la
que oí hablar muchas veces.
En mi cabeza
apareció una pequeña crítica al camino que estaban tomando mis pensamientos, no
era bueno criticar lo que no se conocía. Además, pocas culturas están tan
alejadas a la religión como la Japonesa, entonces quise intentar comprender; la
historia, los símbolos, la significación y el sentido que tenía ese libro de
letras brillantes, ¿Qué lo hacía tan grande como para opacar las preguntas?
Aquella fue la
primera, de varias tardes, en que mientras leía divertido, bebía café y comía y
comía, dibujé el comienzo de lo que me parecía una perfecta portada, para el
futuro disco. Aunque la idea de que alguien más lo hiciera, me atraía mucho
más, el bosquejo me ayudaría con el enfoque que quería para el álbum.
Fue una larga tarde.
~ Sakura
-
Oye, ¿Vamos a beber? – Escuché la voz de Aki preguntar a
mis espaldas. Yo aun tenía los audífonos puestos con la música ligeramente
alta, aun así lo había escuchado. Lo vi de reojo pero lo ignoré. Él al parecer,
estaba seguro de que no lo había oído y se acercó a mi lentamente,
escondiéndose tras la mesa de trabajo para que no fuera visto por mí en el
reflejo. El idiota creyó que no lo había visto. Entonces dió un salto en mi
dirección cuando estuvo más cerca y tocó mis hombros con sus manos de un golpe,
buscando asustarme.
Yo no
reaccioné.
Me quedé
inmóvil. Luego giré el rostro en su dirección con mis ojos en blanco y una
mueca fea.
-
¡AAAH! ¿Qué rayos? ¿Estas zombie o qué? – dijo gritando
luego de dar un pequeño salto. Me reí de que el asustado fuera él. - ¿Cómo me
haces eso? Idiota…
-
Ya deja de quejarte.- le dije riéndome aun de él, quité
mis audífonos y los dejé sobre la computadora. Aun no terminaba con los
detalles de producción, sin embargo era demasiado tarde y no parecía que mi
imaginación fuera a recibir alguna iluminación en esos momentos.- Bien, vamos a
beber algo, pero debo volver temprano a casa.
-
¿Eh? ¿Desde cuándo Michelle te reclama por salir
conmigo?- Lo observé. El era un buen amigo pero no quería contarle demasiado
sobre ello…
-
No es eso, sólo que tengo que terminar esto si o si
mañana, y necesito descansar para lograrlo.- mi argumento, mitad sincero, mitad
excusa lo dejó intrigado un par de instantes, luego sólo sonrió, no me creyó.
Caminamos en un inusual
silencio hasta el bar de la esquina.
Ambos hicimos nuestros
pedidos, y luego la música nos motivo a hablar.
-
Cuando yo era pequeño esa banda tenía tan solo tres
canciones buenas, pero sonaban todo el día…
-
Suele ocurrir, las industrias no saben cómo realmente
hacer publicidad sin dañar la música.- le respondí.
-
Aunque si escuchas el ritmo, es pegajoso, está diseñado
para eso, para durar solo un tiempo en la mente de alguien y ser olvidada supongo. No es precisamente una
gran composición.
-
El conjunto entre la letra y la música no va a la par…-
el rió mientras asentía estando de acuerdo a mi acotación.
-
¿Sabes? Cuando escuche L’arc en Ciel por primera vez,
aquello fue lo que más me impacto… el sonido junto a la letra, aunque no era
precisamente una letra que expresara un mensaje claro, parecía más que nada…
esconder un secreto, así que sólo debías cobijarte en la melodía para suponer
de que trataba realmente la canción.
-
¿Escuchabas L’arc en Ciel?
-
¿Quién no escuchaba L’arc en Ciel en esos años? La radio
y la televisión te obligaban, estaban por todos lados…
-
Si… supongo que fue una buena publicidad…
-
Fue un atropello de todo lo que existía en ese momento.-
Aki siempre se había mostrado sincero a la hora de hablar de cualquier tema,
sin embargo, su tonó un poco crítico me
impresionó, era la primera vez que lo escuchaba invalidar una banda…
específicamente, esa, banda.
-
¿A qué te refieres con atropello?
-
Creo que la banda en un comienzo, era sólo una más entre muchas, pero entonces
Oishi vío a Hyde, se enamoró de él y quiso darle gloria.
-
Oh vamos Aki, no vas a desacreditar el talento de Hyde
por las calenturas de quien fue nuestro manager.
-
No lo desacredito, Hyde tiene talento, pero estoy
convencido de que si hubieran tenido cualquier otro manager con menos poder que
él, y que además no se hubiera follado al vocalista, jamás hubieran surgido.
-
¿Qué mierda es lo que te sucede? - Lo miré impresionado, indignado y claramente
enfadado.- Hyde jamás se acostó con Oishi, no digo que él no lo hubiera
intentado, pero eso no sucedió.
-
La banda se hizo buena cuando tu entraste en ella, el
trabajo musical es notable desde entonces, pero antes claro que no lo era,
cuando las primeras oportunidades de surgir se les aparecieron, solo fue por el
merito de la cara bonita de Hyde.- Aki intentaba mantener un gesto tranquilo,
claramente aquella teoría estaba implantada en su cabeza desde hace mucho.
-
Vaya Aki eres un envidioso, no lo esperaba de ti buen
amigo.
-
No lo soy, no quiero la fama que ellos tienen, pero creo
que es bueno tener claro como algunas cosas suceden… - el mesero llegó con
nuestro pedido y luego de llenar nuestras copas se retiro lentamente, sólo entonces
le conteste:
-
Hyde no se acostó con Oishi.- Sin darme cuenta, soné un
poco celoso y refunfuñado.
-
No creo que tú sepas si se acostaron o no, no creo que
Hyde jamás lo admita, pero Oishi siempre hizo alarde de aquello.
-
¡Maldita sea Aki! Te digo que eso no fue así.
-
¿Y que sabes tú si llegaste a la banda unos años después?
-
Porque yo desvirgine a Hyde. – le escupí en la cara. Aki
se quedó boquiabierto y yo suspiré, ya estaba hecho. Había hablado de más.
-
Entonces… aquello era cierto… ustedes realmente tenían
una relación…- Sus ojos en ningún momento volvieron a la normalidad, yo volví a
suspirar a pesar de su impresión, no quería tener que contarle toda la
historia, mucho menos relatar algo complicado como eso, hasta la situación
actual.
Bebí mi copa rápidamente y
me puse de pie.
-
Lo siento amigo pero ya debo irme a casa.
-
No, no, te sientas y me explicas esto.- Me enfadé, de
forma consciente, sabía que era la única manera de poder irme luego del lugar,
sin tener que contar historias mentirosas que luego no recordaría y me
delatarían.
-
No Aki, esta noche has dicho demasiadas idioteces y no
tengo ganas para escuchar más sobre ello, en otra ocasión será.
-
Pero Sakura…
Me marché. Parte de mí,
estaba realmente enfadada… pero no porque Aki creyera eso, supuse que muchos
debían pensar como él, no importaba que él viera a Hyde en un altar de fama por
Oishi, lo que me molestaba era que creyera que había conseguido eso, a cambio
de sexo. Hyde no era así, en la intimidad siempre fue tranquilo, tímido y
cauteloso, quería protegerlo, de todo, de todos.
En cuanto entre en casa y
cerré la puerta lo escuche vomitar.
“Oh no… “
Vomitó una vez, dos veces,
tres… y en una cuarta vez pareció que no
salió nada.
Me quite los zapatos y me
dirigí hacia el baño corriendo, parándome frente la puerta, dudando de si
abrir...
-
¿Hide? – pregunté desde el otro lado de la puerta.
-
No entres. – grito desde dentro, luego lo escuché nuevamente
vomitar.
-
Oye… ¿Estás bien? – Él no respondió. Luego de unos
segundos se escuchó nuevamente una arcada y luego el vomito…- Hide… voy a
entrar.
-
No, no, lavaré mis dientes y saldré.
Me quedé esperando alguna
palabra más de su parte, pero no dijo nada. Luego sólo escuche el agua del
fregadero.
Suspiré .
Habia pensado en invitarlo
a ir a beber unas cervezas y a caminar por la ciudad, pero al parecer habría que
recurrir al Plan B. Quité mi chaqueta mientras lo esperaba, tal vez debía
cocinar algo apropiado para un estomago lastimado y buscar una buena película.
Quería consentirlo…
Hide salió del baño con
aspecto enfermo y deshidratado, le costaba hasta ponerse de pie y cubría su
estomago con sus manos.
-
Bienvenido a casa… - susurró débilmente. – Creo que me
enferme un poco… lo siento.
Lo observé un poco
preocupado, nos quedamos mirándonos a los ojos unos segundos antes de que el
dijera:
-
Estoy bien, sólo debí comer algo que me hizo mal… me
recostaré un rato.
-
Si… Tal vez es tu
sistema nervioso afectado por tus emociones…
-
Tal vez…
-
Ve a la cama.- le ordené, el sólo asintió y corrió a la
habitación.
Sonreí al recordar que
solía mostrar actitudes infantiles años atrás, cada vez que estaba enfermo.
Me dirigí a la cocina y
prepare un “caldo para enfermos” o así al menos le llamaba a mi madre. También
un poco de agua de arroz para hidratar.
Hide era muy ansioso, por
ello solía sentir hambre de forma regular, aunque intentaba comer pocas veces
al día, con la cantidad de comida que se tragaba en esas horas, se alimentaba
por todo un ejército. Aun así era muy delgado. Según él, debía cuidarse ya que
al ser bajo de estatura le era fácil engordar. Así que su auto castigo más
común para cuando estaba inconforme consigo mismo, era pasar horas de hambre.
En ocasiones era muy duro consigo mismo, pero rara vez lo era con otros. Le
tenía infinito aprecio a aquella característica de él.
En cuanto el caldo para
enfermos estuvo listo, decidí dejar que
se enfriara un poco mientras tomaba un baño.
En la tina no pude evitar
pensar en que estaba haciendo de mi vida en aquel momento, mientras estaba en el trabajo y lejos de casa
pensé en que tener a Hide en mi hogar y alejar a Michelle era un error. Pero al
estar en casa, no lo sentía así, al contrario, me sentía inmensamente feliz de
que Hide estuviera ahí. Habían pasado ya
todo un día… temía que antes de que lo notara, la cuenta regresiva de Michelle
acabara.
En cuanto a Hide… Lo quería…
siempre lo había querido, siempre había añorado su compañía, siempre lo
extrañé. Pero apareció en un momento en que mi vida parecía haber logrado un
equilibrio y había desarmado todo… y ya no quería ese equilibrio de vuelta, lo
quería a él, con todo el desorden que quisiera causar.
En cuanto salí de la
bañera, fui a mi habitación sólo con la bata puesta.
Allí estaba él.
Durmiendo con un gesto de
incomodidad, sus manos en su estomago y algo de sudor en su frente.
Se veía enfermo. Me acosté
junto a él, intentando que mi cabello mojado no lo tocara.
La noche anterior, yo había
dormido en el sofá, cediéndole mi cama… pero moría de ganas por verlo dormir y
analizarlo, habían tantas cosas en él que habían cambiado, sus facciones
definitivamente eran más masculinas, su boca tenía una curva nueva, tal vez por
la edad. Un par de arrugas junto a sus grandes ojos y aun así, parecía una
muñeca.
Luego de unos minutos él se
removió y despertó.
-
No me veas, me veo enfermo.- dijo adormilado tapando su
rostro.
-
Siempre te ves así. – le respondí, el me observó
entrecerrando los ojos molesto. Luego hizo un puchero.
-
Envidioso, sólo porque soy guapo. – me reí.
-
Hum… si lo eres.- le reconocí y le di un pequeño beso.
-
¡Ey no! Que he estado vomitando cerdo.- esta vez parecía
avergonzado.
-
¿En serio? ¡Déjame saborear! – Le dije con tono entusiasmado y tomé sus
manos para que me permitiera besarlo otra vez, el de inmediato observó a un
lado, alejando sus labios de mi.
-
¡No, no, no! ¡Suéltame! ¡Cerdo! ¡No eres un panda, eres un cerdo! –gritaba
entre risas. Definitivamente estaba muy débil, no me costó demasiado alcanzar
sus labios y besarle otra vez.
-
Mmm… que gran sabor.
-
¡No puedo creerlo! – exclamó avergonzado, tapó su rostro
con sus manos y yo solo me reí por su reacción.
-
Don barriga adolorida, siéntese en la cama que traeré
para usted caldo para enfermos.
-
¿Eh? ¿Tú receta familiar? – Preguntó sonriente, yo
asentí. – Es lindo estar enfermo si
estás aquí…
Estaba
por ir a la cocina cuando él dijo aquellas palabras, volví a arrojarme sobre
él. Quería sentir sus labios nuevamente.
Lo di un
beso rápido.
-
Cerdo.- volvió a decir. – Te aprecio mucho cerdo.-
confesó. Luego me abrazó. Devolví su abrazo con la misma intensidad.
-
Yo también te aprecio.- le susurré mientras lo abrazaba y
escondía el rostro en su cuello.
-
Tu respiración me causa cosquillas.- dijo entre risas
pequeñas. No respondí. Sus brazos me envolvieron. - ¿Qué te molesta?
-
¿A qué te refieres?
-
Tienes el ceño fruncido desde que llegaste, estas
incomodo con algo… ¿Qué es? – “Vaya…qué Perceptivo” pensé sorprendido.
-
No es nada, no te preocupes.
-
¿Quieres que me vaya a casa? – su tono sonó neutro,
levante el rostro y lo observé impresionado. ¿Cómo llego a esa conclusión?
¿Parecía que quería sacarlo de casa?
-
No… no, claro que no… no pienses eso.
-
Está bien si eso quieres, no es como si me echaras a la
calle…
-
Sé que tienes opciones, pero te quiero aquí, no he
pensado en pedirte que te vayas…- Aquello era verdad, no se me había pasado por
la cabeza decirle “Vete” ni hacérselo pensar.
-
Pues deberías.
-
¿Tú quieres irte?
-
No, no quiero, pero temo que pierdas a esa chica de
pechos grandes si me tienes demasiado tiempo aquí.
Suspiré…
también temía perderla
-
Pensaré en algo… tú no te preocupes.- Volví a esconder el
rostro en su cuello.
-
¿Por qué quieres que permanezca aquí? ¿Es sólo caridad?
-
No hablemos de eso… - susurré. Sabía que debía
tranquilizar sus pensamientos, pero realmente no sabía si desahogarme con él
precisamente era lo mejor.
-
Sakura, necesito saberlo…
-
¿Qué quieres saber? – pregunté estando seguro que le
dificultaría formular la pregunta, y así fue, hubo un silencio antes de que
volviera a hablar, con la voz un poco temerosa.
-
¿Por qué me quieres contigo?
-
Porque hueles a vomito y eso me gusta.
-
¡Yaa-chan! Ash, dime la verdad…- suplicó.
-
Bien, no lo sé, me siento feliz contigo aquí, desde un
comienzo me sentí feliz de verte y por eso quise retenerte junto a mí, para
cerciorarme de que estuvieras bien y con ello calmarme a mí mismo.
-
¿Feliz? No pareces feliz… pareces incomodo.
-
No estoy acostumbrado a sentirme confundido Hide… a no
saber qué es lo correcto, no sé qué decisión tomar y eso me deprime un poco…
pero aunque existan esos sentimientos, no quiere decir que opaquen lo demás…
-
Yo también estoy confundido y feliz de que estés junto a
mí… por favor… no continúes durmiendo en el sofá… duerme conmigo.
Volví a observar su rostro
que parecía preocupado.
-
Está bien, dormiré contigo, ahora acomódate, traeré
comida sana para tu estomago enfermo.
Sonrió… esa sonrisa, nada podía cautivarme como ella.
Llegué con la sopa para
enfermos y yo mismo lo alimente con la cuchara, besé los restos de sopa que
caían de su boca cuando mi mal equilibrio lo ensuciaba.
-
Eres realmente un cerdo… - dijo, tomé su mano, algo en
mí, me pedía a gritos cuidarlo, consentirlo, mostrarle mi cariño, él parecía
recibirlo de buena forma y las caricias acumuladas de años, buscaban escapar.
En cuanto terminó la sopa,
me recosté junto a él y dando pequeñas caricias en su estomago, para
relajarlo, lo contemplé dormir
nuevamente. Luego me dormí yo.
En sueños me sentía
excitado, contemplaba a Hide desnudarse… la primera vez que lo veía desnudo, se
mostraba coqueto e intentaba fingir seguridad mientras se desvestía y se tocaba
delicadamente frente a mis ojos… pero el sonrojo que intentaba ocultar bajo su
largo cabello no pasaba desapercibido.
Todos eran recuerdos…
cuando besé su piel desnuda por primera vez, el primer gemido de placer que le escuché,
luego tapó su boca y cerró sus ojos, besé la mano que tapaba su boca en aquella
oportunidad, no le permitiría avergonzarse. Bajo una luz tenue me desnudó con
manos temblorosas, mordió mi labio y me susurró “Soy tuyo desde mucho antes de
que me besarás por primera vez”. El
sueño me permitió disfrutar de sus murmullos eróticos como si los escuchara
nuevamente por primera vez… recordaba sus gestos avergonzados, cuando los
sonidos del sexo se nos salían de control… recordé lo difícil que fue para él,
tomar el valor de tomar su erección y masturbarse frente a mis ojos.
Me removí un poco entre las
sabanas, incomodo al sentir un peso en mi brazo, pero no me propuse despertar
hasta que sentí algo acariciar mi entrepierna bajo mi ropa.
Abrí los ojos en dos
segundos.
Miré primero su mano, allí,
bajo mi ropa interior, tomando con delicadeza mi entrepierna, luego vi su
rostro, ojos grandes por la impresión, posiblemente de verme despierto, y una
risita retenida entre los labios.
-
Juro que toqué por curiosidad.
-
¿Qué? – le pregunté, levantándome lentamente un poco con
los brazos, pero él no quitó su mano de allí.
-
Me impresionó que se levantaran las sabanas, quería
comprobar si estabas tan excitado como parecía, ¿Qué soñabas? Hasta sudas,
babeaste y dijiste un par de cosas…
Me
sonrojé.
-
Quita tu mano de allí pervertido….
-
¡Te sonrojaste! Ahora dime, ¿Con quién soñabas? – Quitó
su mano de allí y yo me volteé en la cama, dándole la espalda y escondiendo mi rostro. Me sentía avergonzado.-
Oh vamos, dime…
-
Ya vuélvete a
dormir…
-
Ya es de día, y estoy bien despierto, y por lo que veo tu
amigo también lo está. Ahora dime… ¿A quién sueles decirle que sus pezones son
receptivos? Tu voz sonó con mucho aprecio en ese momento, ¿Acaso, por eso te
gusta la chica de los pechos grandes?
-
Ya cállate!
-
Oh espera… a mí también me lo decías… ¿Es algo que te
calienta?
-
Hide por favor… silencio… que intento dormir…
-
Me quedo callado si me dices con quien soñabas. – Sentí
uno de sus brazos rodearme bajo las sábanas… ese tacto, me era tan dulce…
-
Contigo, ahora déjame dormir.- Confesé con voz hundida en
vergüenza.
Hide no dijo nada, se quedo
callado, por fín.
Pensé que tal vez lo había
asustado.
~ Hyde
Había despertado varias veces
durante la noche, no porque mi estomago se sintiera enfermo, si no que mi
cabeza se sentía ahogada… tuve que levantarme y acomodarme junto a una ventana
abierta unos minutos.
El aire frio, me limpiaba
algunos pensamientos. Me sentía extraño compartiendo la cama con otra persona,
que no era cualquier persona, si no que él único hombre por quien sentía una
atracción tan grande como con Kaz. Sakura me había besado libremente, como si
no hubiera problema en ello, como si él no tuviera a una mujer de grandes
pechos esperando por su decisión, y como si yo no tuviera el corazón destrozado
por la partida de un amor. El era simple, impulsivo, libre a su forma… aquello
me gustaba más, todo junto a él se sentía ligero. Pero había otro problema y es
que cuando lo tenía tan cerca, realmente me despertaba en todos los sentidos y
me hacía querer más… no explícitamente caricias, si no que yo quería verlo
disfrutar de mí… aquello era extraño. Me hacía sentir que aun quería a Sakura…
y me sentía mal por tener sentimientos por él y por Kaz.
La luz del día me despabiló
mientras estaba frente a la ventana, tal vez lograría dormir un poco más a
pesar de la salida del sol… me dirigí a la habitación y con cuidado me recosté
junto a Sakura, muy cerca, queriendo apoyar mi cabeza en uno de sus brazos estirados.
Entonces, algo llamó mi atención.
Había un bulto que
levantaba las sabanas.
-
mm… tócate, no
tengas verguen…za - susurró su voz ronca
adormilada.
Lo miré impresionado y con
una risa contenida.
“¿Sueños eróticos? Ya veo
por qué no quería dormir conmigo….” pensé mordiendo mi labio para no reír
fuerte.
-
Tus pezones son tan receptivos… si… así me gusta…
Esta vez tuve que tapar mi
boca para no dejar ir una carcajada.
Levanté un poco la sabana
para ver la magnitud de su erección, efectivamente se veía imponente… mis dedos
picaron, quería tocar y saber que tan duro estaba.
Lo miré dormir sudado y con
la boca media abierta, tal vez no despertaría si lo tocara… entonces metí mi
mano bajo su ropa interior y moví los dedos delicadamente sobre su erección,
sin querer presionar demasiado. Estaba duro.
Algo en mí se encendió
también.
Sakura hizo un sonido, algo
parecido al de un ahogo, entonces supe que estaba despierto.
Parecía como si estaba por
tener el mejor orgasmo de su vida. Se sonrojó.
¿Cuándo fue la última vez
lo vi sonrojarse?
No estaba seguro, pero si
estaba seguro de una cosa y es que tocar su entrepierna encendió un deseo que
no sentía hace años, no el mismo que sentía por Kaz, algo más bien oculto hasta
para mí durante años… me impresionó ser consciente de lo que deseaba… quería
que ese hombre de cabello largo y erección prominente, me poseyera y me hiciera
gritar de placer… como antes… como en los tiempos en que el cariño no frenaba
la rudeza sexual que siempre lo caracterizó para mí.