domingo, 10 de septiembre de 2017

AUTÉNTICO - Capítulo 17: Cenizas


~ Hyde


La luz de la mañana comenzaba a atravesar las cortinas.

Mis ojos pesaban, me sentía aturdido a causa del sueño, y aun así, los pensamientos no dejaban gritar en mi mente.

¿Qué está bien y qué está mal? Había aceptado una situación que me parecía cómoda, pero… mi corazón seguía sintiéndose tan… pesado. Como si cargara una piedra amarrada a sus arterias.

Sentía una confusión de aquellas que sólo eran dignas de novelas. Me estiré en la cama, la cual se sentía demasiado vacía al sólo tenerme a mí allí.

Sakura insistió en dormir en el sofá. Al parecer quería estar solo para analizar lo sucedido, para arrepentirse tal vez. Solo sé que decidió estar solo y que no durmió mucho más que yo, sentí sus pasos y su presencia caminar por los pasillos, además de preparar un sin número de cafés durante la noche. No estaba seguro de que nuestro plan de ayudarnos mutuamente sirviera si seguíamos manteniéndonos separados, pero… ¿Permanecer juntos ayudaba? O ¿Es que sólo la gran química que existía entre nosotros opacaba un poco de aquellos sentimientos?

Hice un gesto exasperado, ¡Ya no quería pensar más! Mi cabeza no dejaba de analizar y procesar información, y aunque lo hacía de forma lenta a causa del sueño, se negaba a dejar ir aquellos pensamientos.

Mi corazón se sentía frustrado y algo asfixiado, tener a Sakura cerca sólo alborotaba mis emociones…   ¿Qué era él para mí? Sentía que lo apreciaba, tal vez más de lo que yo mismo notaba, sin embargo… mi afecto por Kaz era demasiado fuerte para comparar siquiera, o tal vez se debía a que el dolor de su pérdida, su falta y su negación a mi cariño, era demasiado reciente.

“Ya basta” me dije cerrando los ojos.

Debía obligarme a dormir o me arrepentiría durante el día si continuaba con aquel retardo por falta de descanso.        

Comencé a contar para dejarme ir por el sueño, sin rendirme, conté mis respiraciones, pero a pesar de llevar 422 nada parecía hacer efecto. Entonces decidí levantarme, pero dudé antes de salir de la habitación.

Antes de que por la noche anterior nos despidiéramos… Sakura se acercó a mí, pensé que me besaría y cerré los ojos, sin embargo aquello no ocurrió, él se alejó y sólo susurro “buenas noches” dándome la espalda. No dije nada… pero me sentí avergonzado. No quería pensar al respecto, ya era suficiente con todo lo que había en mi cabeza.

Suspiré, realmente era una situación difícil... me sentía solo, incluso estando en su casa.

Recorrí el pasillo hasta la sala de estar, arrastrando el pantalón de pijama que Sakura me había ofrecido. En cuanto estuve allí mis ojos lo buscaron, hasta que dieron con un bulto en la alfombra. Un bulto grande, de cabello negro y cachetes un poco inflados.

Lo observé bien con algo de gracia mientras roncaba, parecía que se había caído del sofá mientras dormía. Me acerqué y me acurruqué junto a él en la alfombra.
Olía a cigarro y café,  su boca estaba entre abierta y su cabellera se mantenía pegada a su frente por un poco de sudor. Sus pies estaban descalzos, vestía la ropa oscura del día anterior, siempre negra. Sus parpados parecían estar descansando de forma pacífica.

No podía dejar de observarlo, al igual que Kaz, Sakura me trasmitía mucha paz, la diferencia era que este último, sólo lo hacía dormido, despierto era un arma de destrucción masiva que despistadamente rara vez notaba qué rompía.

Mientras lo observé dormir, recordé el por qué todo había surgido entre nosotros… él era probablemente la persona más significativa que había existido en mi vida… apareció en el momento preciso en que la vida tomo un giro y comenzó a parecer perfecta para todos, menos para mí. Sakura llegó con su discurso poético y único, a colocar preguntas en mi cabeza y me salvó de caer en la superficialidad que se estaba formando alrededor de mi vida en aquella época.

El siempre fue ligeramente diferente ante los desconocidos, e infinitamente diferente para todos quienes llegaban a tener una simple conversación con él. Sakura tuvo una enseñanza muy tradicionalista en la búsqueda de su identidad, aprendió y se formó con bases muy sólidas sobre la vida, sobre la música y sobre como quería vivir su estilo de vida. Aquello que yo consideré una cualidad nos llevó en innumerables ocasiones a tener debates en la banda sobre decisiones que debían tomarse rápido, y aunque muchos staff odiaban aquella actitud de Sakura, a mi nunca dejó de parecerme inteligente. Incluso con los años, permanecieron en mi mente recuerdos sobre aquellas discusiones en que él nos hacía notar de forma indirecta que todo lo que hacíamos no era buscando aprender o informarnos sobre algo, sino que simplemente buscábamos tener razón, cuando lograba que nos percatáramos de ello,  encendía un cigarro y se sentaba al fondo de la habitación acomodando sus pies en algún asiento, en señal de “mi trabajo está hecho”, aquellas actitudes en forma de recuerdos siempre me sacaban sonrisas.

Independiente de la situación y el contexto en que nos encontrábamos, sentía gratitud por ese bulto de cachetes graciosos. Y lo quería, porque lo conocía y me conocía, porque nos aceptábamos y nos habríamos cuidado bajo cualquier circunstancia si nos lo pedíamos. Por aquello, lo quería. Era lo único claro.

Me decidí a preparar el desayuno, definitivamente aquello no era típico en mí y tras un intento de copiar un par de recetas demasiado complicadas en la televisión, pedí comida a domicilio.

El repartidor tocó el timbre 3 veces de forma exagerada, lo que despertó a Sakura, recibí la comida y no le di propina por su agresiva forma de llegar. Sakura se puso de pie mientras yo acomodaba la comida en la mesa frente al televisor… por alguna razón, nadie dijo nada, el silencio nos acompañó y me sentí como en aquellas tardes en que tomaba el té con mi abuela, en la paz  de su jardín.

Por ello, serví un poco de té. 

-          ¿Desde cuándo bebes té en la mañana?  - ambos nos sentamos en el suelo, frente a la pequeña mesa de centro.

-          Bueno… van a ser las 12 del día. No suelo hacerlo, sólo se me antojó y recuerdo que a ti te gustaba beber té. – Noté que me observaba con una mirada bastante profunda, que me hizo ruborizar.

-          No desayuno desde hace años. – dijo con una sonrisa al mirar la comida.

-          ¿Por qué? – le pregunté extrañado.

-          Perdí la costumbre. – dijo en un tono que le restaba importancia.

-          Ya veo… ¿tu novia tampoco desayuna entonces?

-          Ella suele estar de viaje y si no, trabaja desde muy temprano, nunca estoy despierto cuando se va.

-           Y ti no te gusta comer solo…

-          Mm…- asintió. Yo sabía bien eso, en el pasado… aunque le hubiera dejado la cena preparada, no comía si estaba solo… cuando nuestra relación se acabó y debió vivir solo, bajo rápidamente de peso, aquello me preocupó mucho más cuando deje de verlo…- Oye no me mires así… estoy bien, he estado bien.

Le sonreí… ¿Siempre había sido entre nosotros? El podía leer tan fácilmente mis preocupaciones?

-          ¿Sabes? – su voz sonó suave...- Cuando nos alejamos por última vez… solía recordarte al desayunar… y aunque al comienzo me aferre a esos recuerdos, con el tiempo debí evitarlo para dejarle ir, así que muchas costumbres en mí… cambiaron. 

-          Ya veo… ¿Por qué? – pregunté sin pensar. Algo en mí comenzó a nacer, una quemazón grande en el pecho que subía hasta mi garganta. - ¿Por qué te fuiste?

-          Sabes bien por qué.

-          No, no lo sé, entiendo lo que sucedió, entiendo que iba a ser difícil mantener una relación en que ambos tuviéramos objetivos distintos, entiendo que habrían distancias grandes, entiendo que el peligro de ser vistos juntos en ese momento, eso lo entiendo bien, ¿Por qué? ¿Por qué renunciaste? – apreté mis puños. No quería llorar, aunque sentía las lágrimas allí, no quería.

-          ¿Es que todo lo que dijiste te parece poco?

-          ¡Claro que sí! – le respondí con un tono que delataba mi pronto estallido de lagrimas.

-          Hyde… - susurró sin voltearse a mirarme, cerró sus ojos con pesar.

-          Está bien, no tienes que darme explicaciones ahora, sólo… es que siempre quise entenderlo… jamás hubieron respuestas…

-          Sabía que si permanecíamos juntos, se te metería en la cabeza que no seguirías la banda sin mí, te conocía y en ese tiempo eras muy arrebatado e insistente… todos en la agencia me querían de fuera desde antes y no quería… que cayeras conmigo.- Continuo con la misma expresión de preocupación y sus ojos cerrados, lo que me permitió llorar sin ser visto.

-          Maldito egoísta, hubiera estado feliz de caer contigo si hubiera sido el caso…

-          ¿Y crees que yo hubiera podido con esa culpa?

-          Sakura…- Tapé mi rostro con mis manos. El no sabía todo lo que yo había sufrido, todo lo que lo esperé, cuanto deseé que apareciera y todos los años en que me abrazaba a mi mismo imaginando sus brazos…

-          No hablemos más de esto. – Se puso de pie, frotando sus mejillas con el dorso de ambas manos, sólo en ese momento noté sus lagrimas.

-          Solo respóndeme algo.

-          No Hide…

-          Sólo dime si te arrepientes… - lo miré a los ojos, estaba seguro que mi expresión era tan dolida como la de él.

-          Si…- susurro despacio, nuevamente cerrando los ojos con pesar. Lo vi presionar sus puños y volvió a tapar su rostro… esta vez comenzó a llorar mientras sus hombros temblaban. Lo mire sorprendido, había estallado… ¿Cuándo fue la última vez que lo vi llorar? Una vez que discutimos, pero solo habían sido dos o tres lagrimas, esto no era igual…

-          Ven.- le pedí, estirando los brazos desde mi posición, él camino hasta mí y recostó su rostro en mis piernas, aun tapando su rostro, aun con sus hombros temblorosos.- Shhhh… estoy aquí, no llores más… - acaricié su cabello y busqué alejar sus manos de su rostro, pero él no me lo permitió.

Sólo me quede allí, susurrándole que todo estaría bien, seguro de que sus lagrimas eran pesares del pasado y no actuales. Se abrazó a mí y permaneció quieto hasta que se calmó. No dejé de mirarlo en ningún momento, me regañé a mí mismo, por sentir ternura al verlo llorar, pero no podía evitarlo, Sakura era muy rudo y desastroso en muchas cosas y en otras… era sincero, ingenuo y tierno. Me gustaba, aun parecía el mismo.

-          Lo siento… - susurró con un gesto de disculpa…

-          Está bien… uno jamás debería disculparse por llorar… - Sakura se levantó y se detuvo frente a mí, quedando su rostro frente al mío. Se acercó lentamente, y junto su nariz con la mía. Sentí su aliento rozarme… y nuevamente el corazón pesado.

Cerró los ojos y acercó sus labios a mí, contemplé con los ojos abiertos como se acercaba a besarme, ésta vez, mis manos tomaron sus mejillas para profundizar el beso. Aun así, no fue tan largo como quise en aquel momento…  En cuanto separó sus labios de los míos, un sonido baboso y suave se nos escapo de entre los labios, no pude evitar sonreír.  Lo miré a los ojos, sus ojos hinchados y sus mejillas algo acaloradas, me hicieron querer protegerlo. Lo abracé.

-          Esta vez, no importa que suceda, si terminamos esto o lo que sea, no puedes decir adiós para siempre, no puedes desaparecer.

-          Hide…- su voz sonaba dudosa

-          Promételo. – hubo un silencio.- ¡Promételo!

-          Está bien… - nos miramos a los ojos un poco, calmándonos… o al menos eso sentí. – Esto está demasiado tenso, veamos una película ¿Te parece?

Asentí, cualquier distracción sería bienvenida.

Sakura sirvió más té y unas galletas que había comprado y estaban cerca de caducar. Eligió una película que estaba comenzando en la televisión, gran parte del día se hizo agradable mientras la vimos una y discutíamos lo que nos fascinaba de ella, esta trataba de un astronauta, que en un viaje a orbita se  había perdido en el universo y moriría allí definitivamente, sin embargo, había encontrado la forma de comunicarse con su hija a través de otras dimensiones que él lograba cruzar desde su punto en órbita.

-          ¿A quién buscarías para comunicarte en medio de la nada? – Me preguntó con la boca casi llena de comida.- ¿Si tan sólo lograras encontrar las coordinadas perfectas para atravesar una dimensión, pero sólo tienes una posibilidad de comunicación, con quien sería?

-          En este momento…- le respondí mascando de la misma manera. Como un cerdo hambriento con la boca llena. – Contigo. – El se volteó a observarme.- No tengo muchas más opciones, mantengo distancia con mis padres y mi familia en general, mis amigos más cercanos sólo suelo verlos una vez por año y aunque los aprecio no son exactamente prioritarios de forma afectiva. En otro momento tal vez hubiera elegido a alguna pareja, algún amor… pero si hablamos de ahora, o de cualquier momento en que no tuviera una prioridad, te buscaría a ti.

-          ¿Por qué? – dijo de pronto. Lo miré asombrado, la respuesta me parecía demasiado obvia.

-          Porque eres la persona más significativa en mis historia Yaa-chan.- le dije antes de darle otro mordisco a mi galleta, restándole importancia a mis palabras con aquel gesto. El continuaba contemplándome. Luego dirigió su atención nuevamente a la película.

Cuando la película finalizó me dijo que debía ir a trabajar en el estudio, por lo que yo me quedaría solo por unas cuantas horas…

Antes de marchar, me sugirió que leyera un par de libros que estaban en su habitación, luego se marchó, despidiéndose de mí, con una pequeña caricia en mi cabello.

En cuanto me quede solo, me di un baño  y ordené un poco el departamento.

Me coloqué una nueva pijama de él y decidí ponerme en contacto con mi manager, para que cancelara mis planeaciones cercanas, él insistió en preguntarme si estaba bien, donde estaba, con quién y cuándo volvería a trabajar. Como mi respuesta fue un silencio el término por disculparse antes de que yo le diera algún sermón.

 Me paseé por la biblioteca de Sakura y leí algunos títulos. Nada llamaba mi atención, comencé a pensar en las dimensiones nombradas en la película… ¿Existían?, entre los libros vi “LA BIBLIA” ocupando un gran lugar entre los libros, opacando los demás con el color de sus letras. ¿Qué diría una religión tan conservadora como la cristiana sobre eso? “Dios en su infinidad puede crear mil mundos en uno solo” me dije a mi mismo, imitando en forma de burla una posible respuesta de algún viejo sacerdote. ¿Por qué tantas personas eran cristianas? En mi país la idea resultaba ridícula, existía la visión de que las personas con religiones eran ignorantes que buscaban convencerse de algo, para disminuir el esfuerzo mental. Sin embargo… incluso en la mayor de las ignorancias, todos los humanos somos receptivos en algún nivel, es decir que todos en algún momento sufrimos de preguntas sin respuestas. La biblia no podría con todas las respuestas, incluso en su fantasía inmensa de la que oí hablar muchas veces.

En mi cabeza apareció una pequeña crítica al camino que estaban tomando mis pensamientos, no era bueno criticar lo que no se conocía. Además, pocas culturas están tan alejadas a la religión como la Japonesa, entonces quise intentar comprender; la historia, los símbolos, la significación y el sentido que tenía ese libro de letras brillantes, ¿Qué lo hacía tan grande como para opacar las preguntas?

Aquella fue la primera, de varias tardes, en que mientras leía divertido, bebía café y comía y comía, dibujé el comienzo de lo que me parecía una perfecta portada, para el futuro disco. Aunque la idea de que alguien más lo hiciera, me atraía mucho más, el bosquejo me ayudaría con el enfoque que quería para el álbum.

Fue una larga tarde.









~ Sakura

-          Oye, ¿Vamos a beber? – Escuché la voz de Aki preguntar a mis espaldas. Yo aun tenía los audífonos puestos con la música ligeramente alta, aun así lo había escuchado. Lo vi de reojo pero lo ignoré. Él al parecer, estaba seguro de que no lo había oído y se acercó a mi lentamente, escondiéndose tras la mesa de trabajo para que no fuera visto por mí en el reflejo. El idiota creyó que no lo había visto. Entonces dió un salto en mi dirección cuando estuvo más cerca y tocó mis hombros con sus manos de un golpe, buscando asustarme.

Yo no reaccioné.

Me quedé inmóvil. Luego giré el rostro en su dirección con mis ojos en blanco y una mueca fea.

-          ¡AAAH! ¿Qué rayos? ¿Estas zombie o qué? – dijo gritando luego de dar un pequeño salto. Me reí de que el asustado fuera él. - ¿Cómo me haces eso? Idiota…

-          Ya deja de quejarte.- le dije riéndome aun de él, quité mis audífonos y los dejé sobre la computadora. Aun no terminaba con los detalles de producción, sin embargo era demasiado tarde y no parecía que mi imaginación fuera a recibir alguna iluminación en esos momentos.- Bien, vamos a beber algo, pero debo volver temprano a casa.

-          ¿Eh? ¿Desde cuándo Michelle te reclama por salir conmigo?- Lo observé. El era un buen amigo pero no quería contarle demasiado sobre ello…

-          No es eso, sólo que tengo que terminar esto si o si mañana, y necesito descansar para lograrlo.- mi argumento, mitad sincero, mitad excusa lo dejó intrigado un par de instantes, luego sólo sonrió, no me creyó.

Caminamos en un inusual silencio hasta el bar de la esquina.

Ambos hicimos nuestros pedidos, y luego la música nos motivo a hablar.

-          Cuando yo era pequeño esa banda tenía tan solo tres canciones buenas, pero sonaban todo el día…

-          Suele ocurrir, las industrias no saben cómo realmente hacer publicidad sin dañar la música.- le respondí.

-          Aunque si escuchas el ritmo, es pegajoso, está diseñado para eso, para durar solo un tiempo en la mente de alguien y  ser olvidada supongo. No es precisamente una gran composición.

-          El conjunto entre la letra y la música no va a la par…- el rió mientras asentía estando de acuerdo a mi acotación.

-          ¿Sabes? Cuando escuche L’arc en Ciel por primera vez, aquello fue lo que más me impacto… el sonido junto a la letra, aunque no era precisamente una letra que expresara un mensaje claro, parecía más que nada… esconder un secreto, así que sólo debías cobijarte en la melodía para suponer de que trataba realmente la canción. 

-          ¿Escuchabas L’arc en Ciel?

-          ¿Quién no escuchaba L’arc en Ciel en esos años? La radio y la televisión te obligaban, estaban por todos lados…

-          Si… supongo que fue una buena publicidad…

-          Fue un atropello de todo lo que existía en ese momento.- Aki siempre se había mostrado sincero a la hora de hablar de cualquier tema, sin embargo, su tonó un poco crítico me  impresionó, era la primera vez que lo escuchaba invalidar una banda… específicamente, esa, banda.

-          ¿A qué te refieres con atropello?

-          Creo que la banda en un comienzo,  era sólo una más entre muchas, pero entonces Oishi vío a Hyde, se enamoró de él y quiso darle gloria.

-          Oh vamos Aki, no vas a desacreditar el talento de Hyde por las calenturas de quien fue nuestro manager.

-          No lo desacredito, Hyde tiene talento, pero estoy convencido de que si hubieran tenido cualquier otro manager con menos poder que él, y que además no se hubiera follado al vocalista, jamás hubieran surgido.

-          ¿Qué mierda es lo que te sucede? -  Lo miré impresionado, indignado y claramente enfadado.- Hyde jamás se acostó con Oishi, no digo que él no lo hubiera intentado, pero eso no sucedió.

-          La banda se hizo buena cuando tu entraste en ella, el trabajo musical es notable desde entonces, pero antes claro que no lo era, cuando las primeras oportunidades de surgir se les aparecieron, solo fue por el merito de la cara bonita de Hyde.- Aki intentaba mantener un gesto tranquilo, claramente aquella teoría estaba implantada en su cabeza desde hace mucho.

-          Vaya Aki eres un envidioso, no lo esperaba de ti buen amigo.

-          No lo soy, no quiero la fama que ellos tienen, pero creo que es bueno tener claro como algunas cosas suceden… - el mesero llegó con nuestro pedido y luego de llenar nuestras copas se retiro lentamente, sólo entonces le conteste:

-          Hyde no se acostó con Oishi.- Sin darme cuenta, soné un poco celoso y refunfuñado.
-          No creo que tú sepas si se acostaron o no, no creo que Hyde jamás lo admita, pero Oishi siempre hizo alarde de aquello.

-          ¡Maldita sea Aki! Te digo que eso no fue así.

-          ¿Y que sabes tú si llegaste a la banda unos años después?

-          Porque yo desvirgine a Hyde. – le escupí en la cara. Aki se quedó boquiabierto y yo suspiré, ya estaba hecho. Había hablado de más.

-          Entonces… aquello era cierto… ustedes realmente tenían una relación…- Sus ojos en ningún momento volvieron a la normalidad, yo volví a suspirar a pesar de su impresión, no quería tener que contarle toda la historia, mucho menos relatar algo complicado como eso, hasta la situación actual.

Bebí mi copa rápidamente y me puse de pie.

-          Lo siento amigo pero ya debo irme a casa.

-          No, no, te sientas y me explicas esto.- Me enfadé, de forma consciente, sabía que era la única manera de poder irme luego del lugar, sin tener que contar historias mentirosas que luego no recordaría y me delatarían.

-          No Aki, esta noche has dicho demasiadas idioteces y no tengo ganas para escuchar más sobre ello, en otra ocasión será.

-          Pero Sakura…

Me marché. Parte de mí, estaba realmente enfadada… pero no porque Aki creyera eso, supuse que muchos debían pensar como él, no importaba que él viera a Hyde en un altar de fama por Oishi, lo que me molestaba era que creyera que había conseguido eso, a cambio de sexo. Hyde no era así, en la intimidad siempre fue tranquilo, tímido y cauteloso, quería protegerlo, de todo, de todos.

En cuanto entre en casa y cerré la puerta lo escuche vomitar.

“Oh no… “

Vomitó una vez, dos veces, tres… y  en una cuarta vez pareció que no salió nada.
Me quite los zapatos y me dirigí hacia el baño corriendo, parándome frente la puerta, dudando de si abrir...

-          ¿Hide? – pregunté desde el otro lado de la puerta.

-          No entres. – grito desde dentro, luego lo escuché nuevamente vomitar.

-          Oye… ¿Estás bien? – Él no respondió. Luego de unos segundos se escuchó nuevamente una arcada y luego el vomito…- Hide… voy a entrar.

-          No, no, lavaré mis dientes y saldré.

Me quedé esperando alguna palabra más de su parte, pero no dijo nada. Luego sólo escuche el agua del fregadero.

Suspiré .

Habia pensado en invitarlo a ir a beber unas cervezas y a caminar por la ciudad, pero al parecer habría que recurrir al Plan B. Quité mi chaqueta mientras lo esperaba, tal vez debía cocinar algo apropiado para un estomago lastimado y buscar una buena película. Quería consentirlo…

Hide salió del baño con aspecto enfermo y deshidratado, le costaba hasta ponerse de pie y cubría su estomago con sus manos.

-          Bienvenido a casa… - susurró débilmente. – Creo que me enferme un poco… lo siento.

Lo observé un poco preocupado, nos quedamos mirándonos a los ojos unos segundos antes de que el dijera:

-          Estoy bien, sólo debí comer algo que me hizo mal… me recostaré un rato.

-           Si… Tal vez es tu sistema nervioso afectado por tus emociones…

-          Tal vez…

-          Ve a la cama.- le ordené, el sólo asintió y corrió a la habitación.

Sonreí al recordar que solía mostrar actitudes infantiles años atrás, cada vez que estaba enfermo.

Me dirigí a la cocina y prepare un “caldo para enfermos” o así al menos le llamaba a mi madre. También un poco de agua de arroz para hidratar.

Hide era muy ansioso, por ello solía sentir hambre de forma regular, aunque intentaba comer pocas veces al día, con la cantidad de comida que se tragaba en esas horas, se alimentaba por todo un ejército. Aun así era muy delgado. Según él, debía cuidarse ya que al ser bajo de estatura le era fácil engordar. Así que su auto castigo más común para cuando estaba inconforme consigo mismo, era pasar horas de hambre. En ocasiones era muy duro consigo mismo, pero rara vez lo era con otros. Le tenía infinito aprecio a aquella característica de él.

En cuanto el caldo para enfermos estuvo listo,  decidí dejar que se enfriara un poco mientras tomaba un baño.

En la tina no pude evitar pensar en que estaba haciendo de mi vida en aquel momento,  mientras estaba en el trabajo y lejos de casa pensé en que tener a Hide en mi hogar y alejar a Michelle era un error. Pero al estar en casa, no lo sentía así, al contrario, me sentía inmensamente feliz de que Hide estuviera ahí.  Habían pasado ya todo un día… temía que antes de que lo notara, la cuenta regresiva de Michelle acabara.

En cuanto a Hide… Lo quería… siempre lo había querido, siempre había añorado su compañía, siempre lo extrañé. Pero apareció en un momento en que mi vida parecía haber logrado un equilibrio y había desarmado todo… y ya no quería ese equilibrio de vuelta, lo quería a él, con todo el desorden que quisiera causar.

En cuanto salí de la bañera, fui a mi habitación sólo con la bata puesta.

Allí estaba él.

Durmiendo con un gesto de incomodidad, sus manos en su estomago y algo de sudor en su frente.

Se veía enfermo. Me acosté junto a él, intentando que mi cabello mojado no lo tocara.
La noche anterior, yo había dormido en el sofá, cediéndole mi cama… pero moría de ganas por verlo dormir y analizarlo, habían tantas cosas en él que habían cambiado, sus facciones definitivamente eran más masculinas, su boca tenía una curva nueva, tal vez por la edad. Un par de arrugas junto a sus grandes ojos y aun así, parecía una muñeca.

Luego de unos minutos él se removió y despertó.

-          No me veas, me veo enfermo.- dijo adormilado tapando su rostro.

-          Siempre te ves así. – le respondí, el me observó entrecerrando los ojos molesto. Luego hizo un puchero.

-          Envidioso, sólo porque soy guapo. – me reí.

-          Hum… si lo eres.- le reconocí y le di un pequeño beso.

-          ¡Ey no! Que he estado vomitando cerdo.- esta vez parecía avergonzado.

-          ¿En serio? ¡Déjame saborear! –  Le dije con tono entusiasmado y tomé sus manos para que me permitiera besarlo otra vez, el de inmediato observó a un lado, alejando sus labios de mi.

-          ¡No, no, no! ¡Suéltame! ¡Cerdo!  ¡No eres un panda, eres un cerdo! –gritaba entre risas. Definitivamente estaba muy débil, no me costó demasiado alcanzar sus labios y besarle otra vez.

-          Mmm… que gran sabor.

-          ¡No puedo creerlo! – exclamó avergonzado, tapó su rostro con sus manos y yo solo me reí por su reacción.

-          Don barriga adolorida, siéntese en la cama que traeré para usted caldo para enfermos.

-          ¿Eh? ¿Tú receta familiar? – Preguntó sonriente, yo asentí. –  Es lindo estar enfermo si estás aquí…

Estaba por ir a la cocina cuando él dijo aquellas palabras, volví a arrojarme sobre él. Quería sentir sus labios nuevamente.

Lo di un beso rápido.

-          Cerdo.- volvió a decir. – Te aprecio mucho cerdo.- confesó. Luego me abrazó. Devolví su abrazo con la misma intensidad.

-          Yo también te aprecio.- le susurré mientras lo abrazaba y escondía el rostro en su cuello.

-          Tu respiración me causa cosquillas.- dijo entre risas pequeñas. No respondí. Sus brazos me envolvieron. - ¿Qué te molesta?

-          ¿A qué te refieres?

-          Tienes el ceño fruncido desde que llegaste, estas incomodo con algo… ¿Qué es? – “Vaya…qué Perceptivo” pensé sorprendido.

-          No es nada, no te preocupes.

-          ¿Quieres que me vaya a casa? – su tono sonó neutro, levante el rostro y lo observé impresionado. ¿Cómo llego a esa conclusión? ¿Parecía que quería sacarlo de casa?

-          No… no, claro que no… no pienses eso.

-          Está bien si eso quieres, no es como si me echaras a la calle…

-          Sé que tienes opciones, pero te quiero aquí, no he pensado en pedirte que te vayas…- Aquello era verdad, no se me había pasado por la cabeza decirle “Vete” ni hacérselo pensar.

-          Pues deberías.

-          ¿Tú quieres irte?

-          No, no quiero, pero temo que pierdas a esa chica de pechos grandes si me tienes demasiado tiempo aquí.

Suspiré… también temía perderla

-          Pensaré en algo… tú no te preocupes.- Volví a esconder el rostro en su cuello.

-          ¿Por qué quieres que permanezca aquí? ¿Es sólo caridad?

-          No hablemos de eso… - susurré. Sabía que debía tranquilizar sus pensamientos, pero realmente no sabía si desahogarme con él precisamente era lo mejor.

-          Sakura, necesito saberlo… 

-          ¿Qué quieres saber? – pregunté estando seguro que le dificultaría formular la pregunta, y así fue, hubo un silencio antes de que volviera a hablar, con la voz un poco temerosa.

-          ¿Por qué me quieres contigo?

-          Porque hueles a vomito y eso me gusta.

-          ¡Yaa-chan! Ash, dime la verdad…- suplicó.

-          Bien, no lo sé, me siento feliz contigo aquí, desde un comienzo me sentí feliz de verte y por eso quise retenerte junto a mí, para cerciorarme de que estuvieras bien y con ello calmarme a mí mismo.

-          ¿Feliz? No pareces feliz… pareces incomodo.

-          No estoy acostumbrado a sentirme confundido Hide… a no saber qué es lo correcto, no sé qué decisión tomar y eso me deprime un poco… pero aunque existan esos sentimientos, no quiere decir que opaquen lo demás…

-          Yo también estoy confundido y feliz de que estés junto a mí… por favor… no continúes durmiendo en el sofá… duerme conmigo.

Volví a observar su rostro que parecía preocupado.

-          Está bien, dormiré contigo, ahora acomódate, traeré comida sana para tu estomago enfermo.

Sonrió… esa sonrisa,  nada podía cautivarme como ella.

Llegué con la sopa para enfermos y yo mismo lo alimente con la cuchara, besé los restos de sopa que caían de su boca cuando mi mal equilibrio lo ensuciaba.

-          Eres realmente un cerdo… - dijo, tomé su mano, algo en mí, me pedía a gritos cuidarlo, consentirlo, mostrarle mi cariño, él parecía recibirlo de buena forma y las caricias acumuladas de años, buscaban escapar.

En cuanto terminó la sopa, me recosté junto a él y dando pequeñas caricias en su estomago, para relajarlo,  lo contemplé dormir nuevamente. Luego me dormí yo.


En sueños me sentía excitado, contemplaba a Hide desnudarse… la primera vez que lo veía desnudo, se mostraba coqueto e intentaba fingir seguridad mientras se desvestía y se tocaba delicadamente frente a mis ojos… pero el sonrojo que intentaba ocultar bajo su largo cabello no pasaba desapercibido.

Todos eran recuerdos… cuando besé su piel desnuda por primera vez, el primer gemido de placer que le escuché, luego tapó su boca y cerró sus ojos, besé la mano que tapaba su boca en aquella oportunidad, no le permitiría avergonzarse. Bajo una luz tenue me desnudó con manos temblorosas, mordió mi labio y me susurró “Soy tuyo desde mucho antes de que me besarás por primera vez”.  El sueño me permitió disfrutar de sus murmullos eróticos como si los escuchara nuevamente por primera vez… recordaba sus gestos avergonzados, cuando los sonidos del sexo se nos salían de control… recordé lo difícil que fue para él, tomar el valor de tomar su erección y masturbarse frente a mis ojos.

Me removí un poco entre las sabanas, incomodo al sentir un peso en mi brazo, pero no me propuse despertar hasta que sentí algo acariciar mi entrepierna bajo mi ropa.

Abrí los ojos en dos segundos.

Miré primero su mano, allí, bajo mi ropa interior, tomando con delicadeza mi entrepierna, luego vi su rostro, ojos grandes por la impresión, posiblemente de verme despierto, y una risita retenida entre los labios.

-          Juro que toqué por curiosidad.

-          ¿Qué? – le pregunté, levantándome lentamente un poco con los brazos, pero él no quitó su mano de allí.

-          Me impresionó que se levantaran las sabanas, quería comprobar si estabas tan excitado como parecía, ¿Qué soñabas? Hasta sudas, babeaste y dijiste un par de cosas…

Me sonrojé.

-          Quita tu mano de allí pervertido….

-          ¡Te sonrojaste! Ahora dime, ¿Con quién soñabas? – Quitó su mano de allí y yo me volteé en la cama, dándole la espalda  y escondiendo mi rostro. Me sentía avergonzado.- Oh vamos, dime…
-           Ya vuélvete a dormir…
-          Ya es de día, y estoy bien despierto, y por lo que veo tu amigo también lo está. Ahora dime… ¿A quién sueles decirle que sus pezones son receptivos? Tu voz sonó con mucho aprecio en ese momento, ¿Acaso, por eso te gusta la chica de los pechos grandes?

-          Ya cállate!

-          Oh espera… a mí también me lo decías… ¿Es algo que te calienta?

-          Hide por favor… silencio… que intento dormir…

-          Me quedo callado si me dices con quien soñabas. – Sentí uno de sus brazos rodearme bajo las sábanas… ese tacto, me era tan dulce…

-          Contigo, ahora déjame dormir.- Confesé con voz hundida en vergüenza.

Hide no dijo nada, se quedo callado, por fín.

Pensé que tal vez lo había asustado.






~ Hyde


Había despertado varias veces durante la noche, no porque mi estomago se sintiera enfermo, si no que mi cabeza se sentía ahogada… tuve que levantarme y acomodarme junto a una ventana abierta unos minutos.

El aire frio, me limpiaba algunos pensamientos. Me sentía extraño compartiendo la cama con otra persona, que no era cualquier persona, si no que él único hombre por quien sentía una atracción tan grande como con Kaz. Sakura me había besado libremente, como si no hubiera problema en ello, como si él no tuviera a una mujer de grandes pechos esperando por su decisión, y como si yo no tuviera el corazón destrozado por la partida de un amor. El era simple, impulsivo, libre a su forma… aquello me gustaba más, todo junto a él se sentía ligero. Pero había otro problema y es que cuando lo tenía tan cerca, realmente me despertaba en todos los sentidos y me hacía querer más… no explícitamente caricias, si no que yo quería verlo disfrutar de mí… aquello era extraño. Me hacía sentir que aun quería a Sakura… y me sentía mal por tener sentimientos por él y por Kaz.

La luz del día me despabiló mientras estaba frente a la ventana, tal vez lograría dormir un poco más a pesar de la salida del sol… me dirigí a la habitación y con cuidado me recosté junto a Sakura, muy cerca, queriendo apoyar mi cabeza en uno de sus brazos estirados. Entonces, algo llamó mi atención.

Había un bulto que levantaba las sabanas.

-          mm…  tócate, no tengas verguen…za -  susurró su voz ronca adormilada.
Lo miré impresionado y con una risa contenida.

“¿Sueños eróticos? Ya veo por qué no quería dormir conmigo….” pensé mordiendo mi labio para no reír fuerte.

-          Tus pezones son tan receptivos… si… así me gusta…

Esta vez tuve que tapar mi boca para no dejar ir una carcajada.

Levanté un poco la sabana para ver la magnitud de su erección, efectivamente se veía imponente… mis dedos picaron, quería tocar y saber que tan duro estaba.
Lo miré dormir sudado y con la boca media abierta, tal vez no despertaría si lo tocara… entonces metí mi mano bajo su ropa interior y moví los dedos delicadamente sobre su erección, sin querer presionar demasiado. Estaba duro.

Algo en mí se encendió también.

Sakura hizo un sonido, algo parecido al de un ahogo, entonces supe que estaba despierto.

Lo miré aun mordiendo mi labio para no reír. Su cara era un poema.

Parecía como si estaba por tener el mejor orgasmo de su vida. Se sonrojó.

¿Cuándo fue la última vez lo vi sonrojarse?

No estaba seguro, pero si estaba seguro de una cosa y es que tocar su entrepierna encendió un deseo que no sentía hace años, no el mismo que sentía por Kaz, algo más bien oculto hasta para mí durante años… me impresionó ser consciente de lo que deseaba… quería que ese hombre de cabello largo y erección prominente, me poseyera y me hiciera gritar de placer… como antes… como en los tiempos en que el cariño no frenaba la rudeza sexual que siempre lo caracterizó para mí.