Hacia aproximadamente un mes que estando en
USA lo único que hacía era trabajar y trabajar, rodeado de gente estresada 24hs
y por ende estresándome yo también. Así que esa misma noche, aprovechando las
horas nocturnas a solas con mi teléfono, decidí enviarle un mensaje a Sakura:
“-¿Estás?”- nada- “Hola”- esperé unos
minutos más y nada- “¿Por qué apareces conectado si no estás? (╯ಠ_ಠ)╯︵ ┳━┳”- suspiré molesto, hacía días que
intentaba hablar con él pero nunca lo encontraba y mi esperanza de que estuviese
desvelado se esfumaba.
Al
cabo de unos cuantos minutos más justo cuando estaba pensando en mandarlo al
Diablo e irme a dormir, un mensaje suyo llegó:
-“Aquí estoy, ¿qué ocurre? ¿Por qué tanta
urgencia?”-
-“¿Por qué tanta urgencia? Hace dos días te
envié un mensaje peguntándote si podíamos hablar y siquiera lo has visto (T_T)”-
-“Oh, lo siento, he estado muy ocupado.
¿Estás bien? ¿Te parece si hablamos por videollamada mejor?”- sonreí involuntariamente.
-“Claro ◉‿◉”-
Me frustraba estar lejos de Sakura tantos días
y más me frustraba querer hablar con él y no ubicarlo. Aunque aún pensaba
llenarlo de preguntas símil interrogatorio policial, ahora mi fastidio era más
ligero:
-Hola- sonreí
gratamente al verlo.
-¿Cómo estás?-
-Ahora bien-
-Que dramático-
-¿Qué tanto has
estado haciendo que no tienes tiempo para mí?- hice puchero y él rió.
-Sesiones,
ensayos, he salido, ya sabes… ¿tener una vida?- dijo burlón.
-Mientras yo
estoy acá en USA pudriéndome, así no es justo-
-No me culpes- le
saqué la lengua- Te veo cansado, ¿tienes ojeras o es la poca luz en la
habitación?-
-Ambas, me ha estado costando un poco dormir estos
días-
-¿Me extrañas?-
sonrió ladino.
-Mm… ahora no-
reí- ¿cómo estás?-
-Yo sí te
extraño- me abochorné- Estoy bien, cansado pero bien, ¿cuándo vuelves?-
-La próxima
semana, probablemente el lunes esté de vuelta-
-¿Quieres hacer
algo en especial?-
-Tener sexo-
solté sin tapujos, él carcajeó.
-Eso es un hecho,
pero hablo de salida-
-Ya veremos-
suspiré- En serio necesito eso…- mascullé.
-¿Eso?-
-“Eso”- hice el
gesto de las comillas con los dedos- Me desestresaría por completo-
-¿Y qué pasó con
el galán del que te jactabas ser? ¿O no te ha cautivado ninguna mujer?- su
pregunta me hizo ruido, lo miré curioso.
-¿En serio lo
dices?-
-¿Por?-
-¿Tú has estado
con alguien más estos días?- bajé la mirada, parte de aquello no me había
gustado y junto a eso, si me respondía afirmativamente estaba casi seguro de
que estallaría de celos.
-Hablamos de ti
no de mí-
-¿Sí o no?- sin
querer mi voz sonó severa y eso no pasó desapercibido para él.
- … no he estado
con nadie, no lo he necesitado, pero sabes que si tu quieres yo no diré nada
¿verdad? Después de todo no es como si tuviese derecho, y viceversa- dijo eso
último casi remarcándolo. Me sentí aliviado pero también muy estúpido.
-…- amagué a
hablar pero las palabras no salían de mí.
-¿Si?-
-Nada-
-Dime-
-Ya es tarde y
tengo sueño, me iré a dormir- frunció el entrecejo- Descansa tú también-
-Buenas noches-
dijo seco.
-Buenas noches
Ya-chan…-
Bien, Hyde.
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Luego de aquella pequeña discrepancia con
Sakura, el tiempo pareció volverse en mi contra y los días se hicieron
insoportablemente eternos. Cuando por fin llegó el sábado, último día de estadía
en USA, me sentí morir del cansancio al subir al avión. “Por favor quiero
cerrar los ojos y aparecer en Japón… en casa, junto a él”, me dije a mí mismo
apretando los ojos con fuerza como si algo me doliese. En realidad todo dolía.
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-Creí que
vendrías por mí…- mascullé desilusionado al llegar al aeropuerto y no verlo una
vez bajé del avión.
-Era mi idea pero
surgió algo de improviso y me retrasó, ¿estás ahí?-
-Sí, recién
llego-
-¿Aún quieres que
vaya o prefieres nos veamos en tu casa?- dudé, realmente me había dolido que no
fuese a esperarme.
-Aún quiero que
vengas-
-…allí voy
entonces-
Corté.
Lo sabía, claro que sabía que me estaba
comportando como un idiota y por pequeñeces pero algo en mí me impulsaba a
hacerlo y esa misma razón me impedía detenerme. ¿Qué buscaba? Parecía un niño
sediento de atención por parte de sus padres, o en este caso, una persona
desesperada por la atención de su “pareja”…
Sí, eso quería, atención de Sakura.
Me senté a
esperarlo y unos diez minutos a reloj transcurrieron:
-¡Hideto!-
automáticamente levante la vista para toparme con sus ojos apenas su voz llegó
a mis oídos. Lo saludé moviendo la mano y sonriendo ligeramente pero muy feliz
de verlo- ¿Te ayudo?- tomó mi valija.
-Gracias-
-Vine en taxi,
nos está esperando afuera-
La verdad era que estar tanto tiempo solo no
me gustaba para nada y mucho menos me agradaba estar tanto tiempo separado de
él. Aunque teníamos nuestra relación de común acuerdo, muchas veces se me
olvidaba lo bien delimitada que habíamos dejado las cosas entre nosotros, era
en esos momentos en los cuales luego de darme la cara contra la pared volvía a
la realidad.
Una realidad en la cual él no me pertenecía,
no era mío:
-Te estoy
hablando y no me estás escuchando- movió su mano frente a mis ojos, mi atención
se había esfumado por completo mirando las calles a través de la ventana del
auto.
-Estoy
agotadísimo y parece que el jet-lag me pasará factura esta vez- bostecé-
¿Decías?-
-Decía que
podíamos ir a comer donde quisieses pero tal parece que me costará hacer que te
muevas de tu casa una vez lleguemos, así que… ¿qué quieres cenar?- sonreí.
-Lo que quieras
está bien, hoy no me quejo, mi única pretensión será que esté delicioso-
-Hecho- estiró
una de sus manos hasta mi cabello acariciándolo con la punta de sus dedos,
proporcionándome una cálida y suave caricia haciendo que cerrase los ojos placenteramente.
Al
llegar al edificio subimos las escaleras con pesadez, al menos de mi parte:
-Parece que te
tendré que cargar a ti también- bromeó.
-No, yo puedo,
con que cargues la valija me basta- reí. Sacó su juego de llaves y abrió.
Posteriormente a cerrar la puerta principal,
sin decir palabra más o palabra menos ni sopesar si era o no el momento
oportuno, rodeé su cuello con mis brazos y me abalancé a sus labios.
Ah… cómo había deseado besarlo, incluso me
costó horrores contener las ganas cuando apareció frente a mis ojos en el
aeropuerto y luego en el viaje en taxi. Lo besé como si hubiese esperado por
ello durante toda mi vida, quizá con más desesperación de la que me habría
gustado que se percibiese:
-Mm…- jadeó sin
separarse de mí. Mi estómago se estrujó dulcemente al sentir cierto ímpetu de
su parte también.
Tras largos segundos quizá minutos de
disfrutarnos mutuamente sin siquiera movernos de la entrada de la casa, nos
separamos lo suficiente como para tomar aire y recuperar el aliento:
-¿Si?- apoyó su
frente sobre la mía sonriendo casi victorioso.
-No necesito
decir nada ¿no?- aún no despegaba mis brazos de su cuello.
-Mm… siento que
me lo debes- reí divertido por su atrevimiento, si yo hubiese sido el dijese
aquello sin dudarlo se habría ofendido.
-Eres un niño
malcriado- mordí su labio inferior sutilmente- Te extrañé…- nuestros ojos se
encontraron en esos escasos milisegundos previos al siguiente beso- Demasiado-
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Sus besos, su tacto, su calor, su voz, ¡¿cómo
podía ser que lo hubiese extrañado tanto?! Ya no me interesaba estar cansado,
hambriento o adolorido; lo único que quería era que me hiciese suyo y entonces…
todo estaría bien nuevamente.
De camino a la habitación me deshice de su
remera y él hizo lo mismo con mis prendas, sorprendentemente dejándome tomar
las riendas de la situación:
-¿Hoy estás de
buenas?-
-¿Por?- se sentó
al filo de la cama y me ubiqué aún de pie entre sus piernas. Suavemente
recorrió mi vientre y cadera con sus dos manos. Aquella posición un tanto
sumisa me excitaba.
-Siempre quieres
ser el que lleva la marcha pero ¿ahora?- peiné su cabello hacia atrás desde
ambos lados de su rostro y con cierta brusquedad tiré de ellos obligándolo a
mirarme a los ojos.
-Por si no te has
dado cuenta, eres tú el apresurado aquí- sonrió ladino- No es que yo esté
bondadoso sino que me excita ver la urgencia que tienes por hacerlo- me sonrojé
inevitablemente.
Sin ánimos de seguirle el juego verbal opté
por hacerlo callar adueñándome de su boca nuevamente. Poco a poco pasé a sus
mejillas, su mentón, su cuello, sus hombros, su pecho:
-Para que no
pienses que eres el único…- tomó una de mis manos y sin pudor alguno la colocó
sobre su notable erección- También te necesito- mordí mi labio inferior
sutilmente.
Bajé el cierre de su pantalón con premura para
luego meter mi mano bajo su ropa interior:
-Dios…- rió-
Estás demasiado duro y grande-
-¿Qué es esa cara
de horror?- tragué grueso- Seré cuidadoso-
-Más te vale…-
mascullé arrodillándome frente a él aún ubicado entre sus piernas.
Sakura adoraba que le hiciese sexo oral y
especialmente poder observar cada una de mis expresiones.
Pasé la punta de mi lengua por el largo de su
miembro hasta llegar al glande, desde el inicio del acto hasta el final
procuraba apreciar cada una de sus expresiones así como él hacía conmigo,
disfrutándonos hasta en lo más mínimo sin derrochar nada, grabando en mis
retinas cada una de sus expresiones de placer a medida que mi lengua húmeda
recorría su miembro:
-Ah…- enredó sus
dedos en mi cabello.
Suavemente procuré rozarlo con mis dientes al
momento de meterlo por completo en mi boca. Poco le duraron las ganas de cederme
el poder, pues no tardé en sentir aquella mano sujeta a mi cabello guiarme. Momentáneamente
lo observé sin dejar la labor; a pesar de que no parecía haber perdido la
compostura, su boca ligeramente entreabierta y la forma atenta en que me miraba
me indicaron que estaba haciéndolo bien. Sin olvidar la presión que ejercía con
su mano buscando meterse en mi boca más y más:
-…ya…- balbuceó.
Me detuvo y me atrajo contra sí besándome
desesperadamente, ¿podía existir algo más excitante que el sabor de nuestras
bocas fundiéndose con aquel ligero agror del líquido pre-seminal?:
-Qué extraño que
no te viniste- con un ágil movimiento me dejó debajo de él.
-No hay chiste
así- reí.
Se ocupó de llenar cada rincón de piel al
descubierto con sus besos mientras se deshacía del resto de la ropa que quedaba
en ambos. Besó, mordió y succionó incluso dejando algunas marcas:
-Más te vale que
ninguna sea en un lugar visible Yasunori…- advertí entre jadeos, poco me
preocupaba en ese momento a decir verdad.
Nos acomodamos bien sobre la cama, yo aún
tendido de espaldas, él se ubicó entre mis piernas:
-Lo prometiste-
-Lo sé- acarició
el largo de mis piernas hasta llegar a los muslos- Solo relájate- volvió a
besarme.
Aprovechando la distracción se dispuso a
dilatarme. Mi cuerpo reaccionó de inmediato apenas sentí uno de sus dedos
querer abrirse paso en mí, temía que por culpa de haber hecho nada en todo el
mes ahora…:
-Tranquilo-
susurró. Mordí mi labio inferior, si bien sentí molestia, no fue tanto como
temía.
Llevó su boca a mi pecho donde mordió unas
cuantas veces con gentileza produciéndome escalofríos seguidos de algunos
jadeos que me arrancó cuando su lengua pasó por mis pezones. Las sensaciones
eran cada vez más placenteras y la molestia se había desvanecido:
-Aah…- gemí una
vez metió el tercer dedo- Mm…- mi espalda se arqueaba por el placer causado.
-Dime cuando-
-¿Y si… Ah…-
enredé mis dedos en su cabello con algo de fuerza- Me vengo solo con tus dedos?
Mm…-
-Te castigaré- reí.
-Ya, soy todo
tuyo-
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Lo único que se escuchaba en aquel apartamento
eran gemidos y el choque de nuestros cuerpos.
Nuestras bocas, pieles, esencias, voces, todo
de nosotros se fundían en uno solo; era el momento perfecto por el que había
estado esperando tantos días. De pronto, sin proponérmelo, aquella interrogante
que había dejado al olvido en el minuto que nos dispusimos a entregarnos al
deseo se respondió por sí sola:
-Ah ah…- me
aferré a sus brazos con ambas manos, dejando mis dedos impresos en su piel en
pos de descargar de alguna forma todo el deseo.
Esa necesidad que había nacido en mí tan
egoísta y mundana era la de querer saberlo mío por completo. Esto quería, ser
objeto de su anhelo no solo en la cama, sino en cada aspecto de su vida:
-Bésame- mascullé
buscando sus labios.
-Mm…- ahogó un
suspiro en mi boca.
Instintivamente clavé mis uñas en sus brazos y
espalda numerosas veces, mordí sus labios y con voracidad apresé su cadera con
mis piernas incentivándolo a que me penetrase más profundo.
Mi ser lo reclamaba.
Me tomó con fuerza volteándome, alzando mi
cadera de forma que pudiese volver a penetrarme con más fuerza, más profundo, provocando
que de mi garganta escapase un gemido estrepitoso:
-Más bajo, ¿qué
dirán tus vecinos?- bromeó en un murmullo cerca de mi oído.
Se inclinó sobre mí permitiéndome sentir el
roce de su pecho contra mi espalda a medida que me penetraba. Mis manos se
sujetaron con desesperación a las sábanas, por alguna razón, llámese
abstinencia, sensibilidad del momento o lo que fuera, el contacto de su cuerpo
en ese preciso instante me enloquecía:
-Ah… Ya-chan, me
vengo…- dije sin pronunciar muy alto, pues lo afectada que salía mi voz me
apenaba- ¡Aaah!-
-Hazlo con gusto-
masculló depositando un beso en mi nuca, sujetando mi miembro para masturbarme.
Por la forma en que me derrame en su mano
parecía que no lo hubiese hecho en meses lo cual dejaba en total evidencia la
falta que me hacía. Mis oídos estaban colmados de los sonidos frenéticos de
nuestras respiraciones y latidos:
-¿Qué haces?- lo
miré de reojo instantáneamente cuando sentí que salió de adentro mío.
-No me puse
condón…-
-Da igual- hundí
mi cara en la almohada muerto de vergüenza- Córrete dentro-
Aquella petición me costaría la dignidad, pero
poco me importaba. Por suerte, lejos de acotar algo simplemente obedeció.
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-Tengo hambre…- quise romper el hielo.
Nos quedamos en completo silencio acostados,
siquiera volvimos a mirarnos luego de terminar, temía que dijese algo al
respecto:
-Yo igual,
¿quieres cenar ya?- se acercó a mí para abrazarme.
-¡Sí!- sonreí y
él sonrió conmigo, pero entonces el muy astuto…
-Bien, pero
primero me explicaras a qué se debe todo eso- mantuvo la sonrisa. Timador.
-¿Todo qué?-
-El enojo la otra
vez por teléfono, los caprichitos, esto- señaló los rasguños en sus brazos.
Tragué grueso.
-Solo… te
extrañé- balbuceé casi inaudible.
-Sí, ¿y la
verdad?- me miró un tanto más sombrío, serio.
Tras meditar una y otra vez durante varios
segundos la respuesta, llegué a la conclusión de que aunque intentase, no
podría ocultárselo por más tiempo y tampoco tenía caso hacerlo. Suspiré con
pesar:
-Te lo diré, pero
no quiero que te enojes ni… agh… te quiero- desvié la mirada haciéndome el
tonto.
-… yo también te
quiero, pero no entien-…-
-No te quiero de
“te quiero” sino te quiero de…- tomé aire-Te quiero para mí- un nudo se formó
en mi garganta, decir aquello era más doloroso de lo que parecía- Creo que
¿rompí la promesa?- mis ojos se aguaron e incluso una lágrima logró escurrirse
por mi mejilla.
Él no contestó, daba igual, yo sabía que no
diría nada porque… después de todo, no era como si pudiese hacer o decir algo
al respecto. Pero ahora mi mayor miedo era otro:
-Por favor, no
quiero que le des importancia a esto Ya-chan-
-¿Cómo no quieres
que lo haga? Hyde… si esto es así entonces creo que lo correcto sería que lo
dejásemos- se separó de mí y se sentó en la cama, dándome la espalda.
-Oye, no seas
así…- mi voz salió en un hilo por el llanto contenido- No puedes decidirlo tú
solo-
-… sabes que no
puedo hacer nada-
-Lo sé- pero
escucharlo de su boca dolía más.
-Hideto- volteó
mirándome a los ojos sopesando lo que diría, mas nunca salieron- Vamos a cenar
mejor-
Nuevamente en
silencio nos vestimos, y mientras él se dispuso a cocinar yo simplemente me
quedé en el living mirando la TV.
Me maldeciría por ello el resto de mis días.
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-¿Y? ¿Qué tal
está?-
-Delicioso-
sonreí tanto como mi humor me lo permitió.
¿Por qué tenía que ser tan tonto e impulsivo?
Solo pensar que la había jodido de tal forma me quitaba el apetito. No quería
que esa relación que teníamos se terminara, no por el sexo…:
-Temo que te
alejes o empieces a tratarme diferente- sollocé dejando los cubiertos a un
lado- Por favor hagamos de cuenta que esto no ocurrió- me observaba dolido,
sabía que odiaba que llorase y más si era por su causa.
De pronto y dejándome confundido, estiró su
cuchara hacia mí:
-Come- clavó sus
ojos en los míos- No me alejaré ni te trataré diferente, pero no puedo prometer
que nada cambiará. Solo… dame un tiempo para asimilarlo. Por ahora puedo
prometerte que no me alejaré-
Dudé.
Parece ser que estoy destinado a ser yo el
egoísta:
-Perdón, perdón…-
-El que debería
pedirte perdón soy yo. Pero al menos espero poder cuidar de ti hasta que
encuentres a quien de verdad te merezca-
Sonrió dulce, gentil.
Y fui tan egoísta que siquiera quise negarme a
aquello.