domingo, 26 de febrero de 2017

Ism

Hacia aproximadamente un mes que estando en USA lo único que hacía era trabajar y trabajar, rodeado de gente estresada 24hs y por ende estresándome yo también. Así que esa misma noche, aprovechando las horas nocturnas a solas con mi teléfono, decidí enviarle un mensaje a Sakura:

“-¿Estás?”- nada- “Hola”- esperé unos minutos más y nada- “¿Por qué apareces conectado si no estás? (_ ┳━┳”- suspiré molesto, hacía días que intentaba hablar con él pero nunca lo encontraba y mi esperanza de que estuviese desvelado se esfumaba.
 Al cabo de unos cuantos minutos más justo cuando estaba pensando en mandarlo al Diablo e irme a dormir, un mensaje suyo llegó:
-“Aquí estoy, ¿qué ocurre? ¿Por qué tanta urgencia?”-
-“¿Por qué tanta urgencia? Hace dos días te envié un mensaje peguntándote si podíamos hablar y siquiera lo has visto (T_T)”-
-“Oh, lo siento, he estado muy ocupado. ¿Estás bien? ¿Te parece si hablamos por videollamada mejor?”- sonreí involuntariamente.
-“Claro  ◉‿◉”-

Me frustraba estar lejos de Sakura tantos días y más me frustraba querer hablar con él y no ubicarlo. Aunque aún pensaba llenarlo de preguntas símil interrogatorio policial, ahora mi fastidio era más ligero:

-Hola- sonreí gratamente al verlo.
-¿Cómo estás?-
-Ahora bien-
-Que dramático-
-¿Qué tanto has estado haciendo que no tienes tiempo para mí?- hice puchero y él rió.
-Sesiones, ensayos, he salido, ya sabes… ¿tener una vida?- dijo burlón.
-Mientras yo estoy acá en USA pudriéndome, así no es justo-
-No me culpes- le saqué la lengua- Te veo cansado, ¿tienes ojeras o es la poca luz en la habitación?-
-Ambas,  me ha estado costando un poco dormir estos días-
-¿Me extrañas?- sonrió ladino.
-Mm… ahora no- reí- ¿cómo estás?-
-Yo sí te extraño- me abochorné- Estoy bien, cansado pero bien, ¿cuándo vuelves?-
-La próxima semana, probablemente el lunes esté de vuelta-
-¿Quieres hacer algo en especial?-
-Tener sexo- solté sin tapujos, él carcajeó.
-Eso es un hecho, pero hablo de salida-
-Ya veremos- suspiré- En serio necesito eso…- mascullé.
-¿Eso?-
-“Eso”- hice el gesto de las comillas con los dedos- Me desestresaría por completo-
-¿Y qué pasó con el galán del que te jactabas ser? ¿O no te ha cautivado ninguna mujer?- su pregunta me hizo ruido, lo miré curioso.
-¿En serio lo dices?-
-¿Por?-
-¿Tú has estado con alguien más estos días?- bajé la mirada, parte de aquello no me había gustado y junto a eso, si me respondía afirmativamente estaba casi seguro de que estallaría de celos.
-Hablamos de ti no de mí-
-¿Sí o no?- sin querer mi voz sonó severa y eso no pasó desapercibido para él.
- … no he estado con nadie, no lo he necesitado, pero sabes que si tu quieres yo no diré nada ¿verdad? Después de todo no es como si tuviese derecho, y viceversa- dijo eso último casi remarcándolo. Me sentí aliviado pero también muy estúpido.
-…- amagué a hablar pero las palabras no salían de mí.
-¿Si?-
-Nada-
-Dime-
-Ya es tarde y tengo sueño, me iré a dormir- frunció el entrecejo- Descansa tú también-
-Buenas noches- dijo seco.
-Buenas noches Ya-chan…-

Bien, Hyde.

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 Luego de aquella pequeña discrepancia con Sakura, el tiempo pareció volverse en mi contra y los días se hicieron insoportablemente eternos. Cuando por fin llegó el sábado, último día de estadía en USA, me sentí morir del cansancio al subir al avión. “Por favor quiero cerrar los ojos y aparecer en Japón… en casa, junto a él”, me dije a mí mismo apretando los ojos con fuerza como si algo me doliese. En realidad todo dolía.

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-Creí que vendrías por mí…- mascullé desilusionado al llegar al aeropuerto y no verlo una vez bajé del avión.
-Era mi idea pero surgió algo de improviso y me retrasó, ¿estás ahí?-
-Sí, recién llego-
-¿Aún quieres que vaya o prefieres nos veamos en tu casa?- dudé, realmente me había dolido que no fuese a esperarme.
-Aún quiero que vengas-
-…allí voy entonces-

 Corté.
 Lo sabía, claro que sabía que me estaba comportando como un idiota y por pequeñeces pero algo en mí me impulsaba a hacerlo y esa misma razón me impedía detenerme. ¿Qué buscaba? Parecía un niño sediento de atención por parte de sus padres, o en este caso, una persona desesperada por la atención de su “pareja”…
 Sí, eso quería, atención de Sakura.
Me senté a esperarlo y unos diez minutos a reloj transcurrieron:

-¡Hideto!- automáticamente levante la vista para toparme con sus ojos apenas su voz llegó a mis oídos. Lo saludé moviendo la mano y sonriendo ligeramente pero muy feliz de verlo- ¿Te ayudo?- tomó mi valija.
-Gracias-
-Vine en taxi, nos está esperando afuera-

 La verdad era que estar tanto tiempo solo no me gustaba para nada y mucho menos me agradaba estar tanto tiempo separado de él. Aunque teníamos nuestra relación de común acuerdo, muchas veces se me olvidaba lo bien delimitada que habíamos dejado las cosas entre nosotros, era en esos momentos en los cuales luego de darme la cara contra la pared volvía a la realidad.
 Una realidad en la cual él no me pertenecía, no era mío:

-Te estoy hablando y no me estás escuchando- movió su mano frente a mis ojos, mi atención se había esfumado por completo mirando las calles a través de la ventana del auto.
-Estoy agotadísimo y parece que el jet-lag me pasará factura esta vez- bostecé- ¿Decías?-
-Decía que podíamos ir a comer donde quisieses pero tal parece que me costará hacer que te muevas de tu casa una vez lleguemos, así que… ¿qué quieres cenar?- sonreí.
-Lo que quieras está bien, hoy no me quejo, mi única pretensión será que esté delicioso-
-Hecho- estiró una de sus manos hasta mi cabello acariciándolo con la punta de sus dedos, proporcionándome una cálida y suave caricia haciendo que cerrase los ojos placenteramente.

Al llegar al edificio subimos las escaleras con pesadez, al menos de mi parte:

-Parece que te tendré que cargar a ti también- bromeó.
-No, yo puedo, con que cargues la valija me basta- reí. Sacó su juego de llaves y abrió.

 Posteriormente a cerrar la puerta principal, sin decir palabra más o palabra menos ni sopesar si era o no el momento oportuno, rodeé su cuello con mis brazos y me abalancé a sus labios.
 Ah… cómo había deseado besarlo, incluso me costó horrores contener las ganas cuando apareció frente a mis ojos en el aeropuerto y luego en el viaje en taxi. Lo besé como si hubiese esperado por ello durante toda mi vida, quizá con más desesperación de la que me habría gustado que se percibiese:

-Mm…- jadeó sin separarse de mí. Mi estómago se estrujó dulcemente al sentir cierto ímpetu de su parte también.

 Tras largos segundos quizá minutos de disfrutarnos mutuamente sin siquiera movernos de la entrada de la casa, nos separamos lo suficiente como para tomar aire y recuperar el aliento:

-¿Si?- apoyó su frente sobre la mía sonriendo casi victorioso.
-No necesito decir nada ¿no?- aún no despegaba mis brazos de su cuello.
-Mm… siento que me lo debes- reí divertido por su atrevimiento, si yo hubiese sido el dijese aquello sin dudarlo se habría ofendido.
-Eres un niño malcriado- mordí su labio inferior sutilmente- Te extrañé…- nuestros ojos se encontraron en esos escasos milisegundos previos al siguiente beso- Demasiado-

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 Sus besos, su tacto, su calor, su voz, ¡¿cómo podía ser que lo hubiese extrañado tanto?! Ya no me interesaba estar cansado, hambriento o adolorido; lo único que quería era que me hiciese suyo y entonces… todo estaría bien nuevamente.
 De camino a la habitación me deshice de su remera y él hizo lo mismo con mis prendas, sorprendentemente dejándome tomar las riendas de la situación:

-¿Hoy estás de buenas?-
-¿Por?- se sentó al filo de la cama y me ubiqué aún de pie entre sus piernas. Suavemente recorrió mi vientre y cadera con sus dos manos. Aquella posición un tanto sumisa me excitaba.
-Siempre quieres ser el que lleva la marcha pero ¿ahora?- peiné su cabello hacia atrás desde ambos lados de su rostro y con cierta brusquedad tiré de ellos obligándolo a mirarme a los ojos.
-Por si no te has dado cuenta, eres tú el apresurado aquí- sonrió ladino- No es que yo esté bondadoso sino que me excita ver la urgencia que tienes por hacerlo- me sonrojé inevitablemente.

 Sin ánimos de seguirle el juego verbal opté por hacerlo callar adueñándome de su boca nuevamente. Poco a poco pasé a sus mejillas, su mentón, su cuello, sus hombros, su pecho:

-Para que no pienses que eres el único…- tomó una de mis manos y sin pudor alguno la colocó sobre su notable erección- También te necesito- mordí mi labio inferior sutilmente.

 Bajé el cierre de su pantalón con premura para luego meter mi mano bajo su ropa interior:

-Dios…- rió- Estás demasiado duro y grande-
-¿Qué es esa cara de horror?- tragué grueso- Seré cuidadoso-
-Más te vale…- mascullé arrodillándome frente a él aún ubicado entre sus piernas.

 Sakura adoraba que le hiciese sexo oral y especialmente poder observar cada una de mis expresiones.
 Pasé la punta de mi lengua por el largo de su miembro hasta llegar al glande, desde el inicio del acto hasta el final procuraba apreciar cada una de sus expresiones así como él hacía conmigo, disfrutándonos hasta en lo más mínimo sin derrochar nada, grabando en mis retinas cada una de sus expresiones de placer a medida que mi lengua húmeda recorría su miembro:

-Ah…- enredó sus dedos en mi cabello.

 Suavemente procuré rozarlo con mis dientes al momento de meterlo por completo en mi boca. Poco le duraron las ganas de cederme el poder, pues no tardé en sentir aquella mano sujeta a mi cabello guiarme. Momentáneamente lo observé sin dejar la labor; a pesar de que no parecía haber perdido la compostura, su boca ligeramente entreabierta y la forma atenta en que me miraba me indicaron que estaba haciéndolo bien. Sin olvidar la presión que ejercía con su mano buscando meterse en mi boca más y más:

-…ya…- balbuceó.

 Me detuvo y me atrajo contra sí besándome desesperadamente, ¿podía existir algo más excitante que el sabor de nuestras bocas fundiéndose con aquel ligero agror del líquido pre-seminal?:

-Qué extraño que no te viniste- con un ágil movimiento me dejó debajo de él.
-No hay chiste así- reí.

 Se ocupó de llenar cada rincón de piel al descubierto con sus besos mientras se deshacía del resto de la ropa que quedaba en ambos. Besó, mordió y succionó incluso dejando algunas marcas:

-Más te vale que ninguna sea en un lugar visible Yasunori…- advertí entre jadeos, poco me preocupaba en ese momento a decir verdad.           
 Nos acomodamos bien sobre la cama, yo aún tendido de espaldas, él se ubicó entre mis piernas:

-Lo prometiste-
-Lo sé- acarició el largo de mis piernas hasta llegar a los muslos- Solo relájate- volvió a besarme.

 Aprovechando la distracción se dispuso a dilatarme. Mi cuerpo reaccionó de inmediato apenas sentí uno de sus dedos querer abrirse paso en mí, temía que por culpa de haber hecho nada en todo el mes ahora…:

-Tranquilo- susurró. Mordí mi labio inferior, si bien sentí molestia, no fue tanto como temía.

 Llevó su boca a mi pecho donde mordió unas cuantas veces con gentileza produciéndome escalofríos seguidos de algunos jadeos que me arrancó cuando su lengua pasó por mis pezones. Las sensaciones eran cada vez más placenteras y la molestia se había desvanecido:

-Aah…- gemí una vez metió el tercer dedo- Mm…- mi espalda se arqueaba por el placer causado.
-Dime cuando-
-¿Y si… Ah…- enredé mis dedos en su cabello con algo de fuerza- Me vengo solo con tus dedos? Mm…-
-Te castigaré- reí.
-Ya, soy todo tuyo-

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 Lo único que se escuchaba en aquel apartamento eran gemidos y el choque de nuestros cuerpos.
 Nuestras bocas, pieles, esencias, voces, todo de nosotros se fundían en uno solo; era el momento perfecto por el que había estado esperando tantos días. De pronto, sin proponérmelo, aquella interrogante que había dejado al olvido en el minuto que nos dispusimos a entregarnos al deseo se respondió por sí sola:

-Ah ah…- me aferré a sus brazos con ambas manos, dejando mis dedos impresos en su piel en pos de descargar de alguna forma todo el deseo.

 Esa necesidad que había nacido en mí tan egoísta y mundana era la de querer saberlo mío por completo. Esto quería, ser objeto de su anhelo no solo en la cama, sino en cada aspecto de su vida:

-Bésame- mascullé buscando sus labios.
-Mm…- ahogó un suspiro en mi boca.

 Instintivamente clavé mis uñas en sus brazos y espalda numerosas veces, mordí sus labios y con voracidad apresé su cadera con mis piernas incentivándolo a que me penetrase más profundo.
 Mi ser lo reclamaba.
 Me tomó con fuerza volteándome, alzando mi cadera de forma que pudiese volver a penetrarme con más fuerza, más profundo, provocando que de mi garganta escapase un gemido estrepitoso:

-Más bajo, ¿qué dirán tus vecinos?- bromeó en un murmullo cerca de mi oído.

 Se inclinó sobre mí permitiéndome sentir el roce de su pecho contra mi espalda a medida que me penetraba. Mis manos se sujetaron con desesperación a las sábanas, por alguna razón, llámese abstinencia, sensibilidad del momento o lo que fuera, el contacto de su cuerpo en ese preciso instante me enloquecía:

-Ah… Ya-chan, me vengo…- dije sin pronunciar muy alto, pues lo afectada que salía mi voz me apenaba- ¡Aaah!-
-Hazlo con gusto- masculló depositando un beso en mi nuca, sujetando mi miembro para masturbarme.

 Por la forma en que me derrame en su mano parecía que no lo hubiese hecho en meses lo cual dejaba en total evidencia la falta que me hacía. Mis oídos estaban colmados de los sonidos frenéticos de nuestras respiraciones y latidos:

-¿Qué haces?- lo miré de reojo instantáneamente cuando sentí que salió de adentro mío.
-No me puse condón…-
-Da igual- hundí mi cara en la almohada muerto de vergüenza- Córrete dentro-

 Aquella petición me costaría la dignidad, pero poco me importaba. Por suerte, lejos de acotar algo simplemente obedeció.

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 -Tengo hambre…- quise romper el hielo.

 Nos quedamos en completo silencio acostados, siquiera volvimos a mirarnos luego de terminar, temía que dijese algo al respecto:

-Yo igual, ¿quieres cenar ya?- se acercó a mí para abrazarme.
-¡Sí!- sonreí y él sonrió conmigo, pero entonces el muy astuto…
-Bien, pero primero me explicaras a qué se debe todo eso- mantuvo la sonrisa. Timador.
-¿Todo qué?-
-El enojo la otra vez por teléfono, los caprichitos, esto- señaló los rasguños en sus brazos. Tragué grueso.
-Solo… te extrañé- balbuceé casi inaudible.
-Sí, ¿y la verdad?- me miró un tanto más sombrío, serio.

 Tras meditar una y otra vez durante varios segundos la respuesta, llegué a la conclusión de que aunque intentase, no podría ocultárselo por más tiempo y tampoco tenía caso hacerlo. Suspiré con pesar:

-Te lo diré, pero no quiero que te enojes ni… agh… te quiero- desvié la mirada haciéndome el tonto.
-… yo también te quiero, pero no entien-…-
-No te quiero de “te quiero” sino te quiero de…- tomé aire-Te quiero para mí- un nudo se formó en mi garganta, decir aquello era más doloroso de lo que parecía- Creo que ¿rompí la promesa?- mis ojos se aguaron e incluso una lágrima logró escurrirse por mi mejilla.

 Él no contestó, daba igual, yo sabía que no diría nada porque… después de todo, no era como si pudiese hacer o decir algo al respecto. Pero ahora mi mayor miedo era otro:

-Por favor, no quiero que le des importancia a esto Ya-chan-
-¿Cómo no quieres que lo haga? Hyde… si esto es así entonces creo que lo correcto sería que lo dejásemos- se separó de mí y se sentó en la cama, dándome la espalda.
-Oye, no seas así…- mi voz salió en un hilo por el llanto contenido- No puedes decidirlo tú solo-
-… sabes que no puedo hacer nada-
-Lo sé- pero escucharlo de su boca dolía más.
-Hideto- volteó mirándome a los ojos sopesando lo que diría, mas nunca salieron- Vamos a cenar mejor-

Nuevamente en silencio nos vestimos, y mientras él se dispuso a cocinar yo simplemente me quedé en el living mirando la TV.
 Me maldeciría por ello el resto de mis días.

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-¿Y? ¿Qué tal está?-
-Delicioso- sonreí tanto como mi humor me lo permitió.

 ¿Por qué tenía que ser tan tonto e impulsivo? Solo pensar que la había jodido de tal forma me quitaba el apetito. No quería que esa relación que teníamos se terminara, no por el sexo…:

-Temo que te alejes o empieces a tratarme diferente- sollocé dejando los cubiertos a un lado- Por favor hagamos de cuenta que esto no ocurrió- me observaba dolido, sabía que odiaba que llorase y más si era por su causa.

 De pronto y dejándome confundido, estiró su cuchara hacia mí:

-Come- clavó sus ojos en los míos- No me alejaré ni te trataré diferente, pero no puedo prometer que nada cambiará. Solo… dame un tiempo para asimilarlo. Por ahora puedo prometerte que no me alejaré-

Dudé.
 Parece ser que estoy destinado a ser yo el egoísta:

-Perdón, perdón…-
-El que debería pedirte perdón soy yo. Pero al menos espero poder cuidar de ti hasta que encuentres a quien de verdad te merezca-

 Sonrió dulce, gentil.
 Y fui tan egoísta que siquiera quise negarme a aquello.